Hopenhayn –
Barrios: MODELO NEOLIBERAL
DEL
MODELO:
Consiste
en la apertura comercial y financiera (libre importación, libre flujo de
capitales), alcanzar y mantener el equilibrio macroeconómico, en la reducción
del papel del estado a través de la privatización de empresas y servicios
públicos. (comienza a aplicarse en A.Latina a partir de los ’70, coincidiendo
con los golpes militares).
Este
modelo responde a paradigma para el cual el libre accionar de los mercados es
lo que mejor asegura que os recursos se asignen eficientemente. Paradigma
monetarista (un cambio respecto del keynesiano que prevaleció el cuarto de siglo posterior a la 2ªGM y cuyo
objetivo principal era el pleno empleo de los recursos productivos a trvés de
una demanda efectiva creciente).
Para
el monetarista, su condición básica es que los mercados son competitivos. Si la
preocupación central de keynes fue el empleo, la principal motivación
monetarista pasó a ser la inflación (por las inflaciones que se acumularon
desde 1960).
Cuando
llegó a su implosión, mostró el agotamiento para los grupos que lo impusieron y
que alcanzaron a cumplir sus fines, y el fracaso por sus funestas consecuencias
para el conjunto de la sociedad argentina: este proceso de endeudamiento y
extranjerización tuvo consecuencias fundamentales para la economía. La
argentina entró a la globalización como una nación dependiente de los azares
financieros internacionales, es decir una nación
deuda-financiamientoexternodependiente (necesidad de un incesante financiamiento).
La Nación y el Estado quedaron sometidos a una carga de pagos y
condiciones que impidieron el desarrollo
de la inversión productiva y la atención de las necesidades sociales.
DE
LAS HERENCIAS DEL MODELO:
El
desarrollo económico y social alcanzado después de la posguerra hasta 1976,
había logrado que argentina fuese un país, si bien periférico y en desarrollo,
con indicadores sociales y económicos increíbles. Pero en 1976 por medio de una
operación salvaje y sangrienta, con el golpe militar, impusieron el nuevo
modelo. El desempate social que lograron los grupos de poder con el golpe de
976, reafirmándolo con la hiperinflación de 1989 y finalmente con la
convertibilidad y el endeudamiento, extranjerización y concentración de la
riqueza en la década de 1990, llevó al país a su mayor crisis social, política
y económica.
Analiza
5 aspectos por cada período:
1) La economía real, diferenciada de
la monetaria, se centra en la oferta (producción) y en la demanda interna y
externa bienes y servicios (consumo e inversión).
2) Nivel de inflación general
3) El empleo y la distribución del
ingreso
4) La carga de la deuda externa
sobre la balanza de pagos
5) Condiciones en las que queda el
Estado.
I
– LAS RUINS MINADAS:
En
1983 se restaura la democracia con Raúl Alfonsín como presidente
constitucional: tenía una gran desafío por la herencia de estancamiento,
endeudamiento, inflación y deterioro social recibidos de la dictadura, y por
las grandes expectativas de la sociedad que confiaba en el desarrollo con la
vuelta a la democracia.
Se
esperaba el pasaje de una economía dominada por la especulación financiera y la
concentración de la riqueza y el poder, a una economía que retomara la
inversión y el crecimiento productivo, que redujera la desocupación y mejorara
la distribución de ingresos. Se esperaba una refundación de la república.
Se
recibía una economía nacional más pobre, con estructura deficiente y atrasada,
endeudamiento eterno agravado, altísima inflación que alteraba los precios
relativos del capital y el trabajo, de la moneda nacional y las divisas
externas, con lo cual disminuía le poder adquisitivo de los salarios.
Datos
del estancamiento global:
En
1983 el PBI era prácticamente igual al registrado 8 años antes – en 1983 la
Argentina era más pobre que la de 1976.
La
dictadura se proponía pasar de una economía especulativa a una de producción:
esto jamás se cumple.
En
esos años la riqueza y el ingreso se concentraron en las capas superiores a
costa de la inmiserización de vastos sectores de la población.
La
herencia dejada por la dictadura en 1983 tenía grades problemas por atacar y
grandes obstáculos:
-
Reactivar
la producción con una alta generación de empleo
-
Elevar
los salarios reales para mejorar la participación de los asalariados en el
ingreso.
-
Controlar
la superinflación
-
Hacer
frente a las restricciones y obligaciones planteadas por la deuda externa con
alta tasa de interés a corto plazo.
La
demanda interna:
en 1983 era de suma importancia reconstruir la capacidad de consumo de la
población empobrecida y aumentar la inversión productiva.
El
consumo: en 1983
el consumo alcanzó valores similares al de 1975 por causa del deterioro de los salarios reales, de la
desigual distribución del ingreso.
De 1975 a 1983 el consumo per cápita cayó 10%.
Los
salarios perdieron en promedio un 35% de su ingreso respecto de 1975 (se
comprueba una estructura social que determina que, en los períodos de
estancamiento, los que más pierden son los sectores de bajos ingresos y en los
pocos momentos de crecimiento, esos sectores son los que menos ganan.
La
inversión: para
crecer en un periodo determinado hay que haber invertido bien en los
anteriores. La inversión en 1983 era 28% inferior a la de 1975.
Desafío
del nuevo gobierno: ¿cómo alcanzar los niveles de inversión productiva para el
despegue económico junto con la necesaria recuperación salarial? ¿Cómo alejar
la inversión de la especulación financiera de corto plazo y estimularla hacia
la inversión productiva de mediano y largo plazo en un contexto de altísima
tasa de interés?
El
nivel de liquidez disminuye gravemente, había cada vez menos dinero para hacer
frente a la constate suba de precios.
La
escasez de crédito disponible y las altísimas tasas de interés, obstaculizaban
a las empresas el acceso a fuentes
normales para el giro de capitales de trabajo necesarios para su normal
funcionamiento y aumentaban sus costos financieros.

La
apertura comercial con fuerte sobrevaluación del peso y altos costos
financieros significó un shock de protección negativa para la industria
interna.
La
nuevas autoridades en 1983 se enfrentaron a un sistema financiero
extremadamente poderoso y frágil al mismo tiempo:
-
Se
implementó la estrategia de utilizar la tasa de interés y el tipo de cambio
para equilibrar las cuentas del sector externo.
-
Para
atraer al capital financiero internacional, se le brindó una especie de seguro
de cambio. Se establecieron dos tipos de cambio, uno financiero y otro
comercial. La forzada estabilidad del tipo de cambio financiero ofrecía muchas
posibilidades de beneficio al movimiento de divisas hacía el mercado
local. Los capitales
que llegaban a mercado financiero local obtenían altas tasas de interés en
moneda nacional. Como en el período de depósito el tipo de cambio se mantenía
igual, la renta obtenida en dólares era superior a un emprendimiento
productivo.


Antes
de asumir el gobierno constitucional la economía tenía una altísima tasa de
inflación que persistía (para el final de la dictadura la inflación era del
830%).
Empleo:
del lado de la
oferta, se había reducido la tasa de actividad, es decir, la proporción de la
población total que partica del mercado. Del lado de la demanda la situación
era sumamente declinante.
La
contracción del sector industrial llevó a un gran desempleo (mientras que en 1975 la industria manufacturera
absorbía el 35% del empleo total, en 1983 esa proporción cae a 25%).
La
dictadura dejó una gran masa de desocupación
y grave retroceso den la distribución ocupacional de la fuerza de
trabajo que refleja la caída del ingreso de las familias argentinas.
En
1976 se impone junto con la dictadura, el desempate
social con una rápida y violenta caída del salario real (jamás se recuperó
los niveles de distribución del ingreso que nos diferenciaban del resto de
A.Latina). pasó de 42% en 1975 a 32% en
1983.
El
aumento de las ganancias del capital o excédete económico aparente, que sería
la contrapartida de la caída del sarrio, no se reflejó en un aumento de la
inversión productiva. Lo que se veía era un aumento del consumo suntuario y la
explosión de los pagos al exterior por intereses y utilidades (fuga de
capitales).
El
sector externo: condicionamiento
de la deuda externa
La
deuda externa en el período dictatorial se conformó como un obstáculo
estructural de la economía argentina. Entre 1975 y 1983 el volumen de la deuda
aumentó 8 veces y los intereses de la deuda se multiplicaron por 15.

El
volumen del endeudamiento, el peso económico y político de los acreedores y las
condiciones aceptadas constituían otro de los campos minados heredado de la
dictadura.
El
estado y su financiamiento:
a democracia recibió un estado al
servicio de las nuevas oligarquías internas y de los acreedores externos - un estado en ruina, desalentado,
desprestigiado y en pésimas condiciones.
Se
recibía una administración pública con bajísimos salarios reales, con lo cual
dificultaba a contención del déficit público. Un estado totalitario y
económicamente eficiente para una pequeña minoría privilegiada.
II
– FALLIDOS AJUSTES EN LA DÉCADA PERDIDA:


Contexto
de devaluación y pérdida constate de valor adquisitivo
de los sectores de menor ingreso: estallido social (violencia – ataque supermercados).

La
principal herencia económica recibida por Menem, fue la frustración nacional de
no poder recuperarse de la pésima herencia de la dictadura + estancamiento
económico + deuda externa + desempleo + caída poder adquisitivo.
Estancamiento
en la producción:
“década perdida” según la CEPAL, por las bajísimas tasas de crecimiento
económico en A.Latina.
Alfonsín
asume con una enorme deuda externa, y junto con el resto de las ruinas minadas,
hace que Argentina tenga menor crecimiento que el resto de la región. A
contexto internacional, se le suman las causas endógenas. (la producción de
1989 fue 9,4% menor que la de 1980). Las nuevas autoridades se
enfrentan a una recesión de dos años con tendencia a la depresión.
-
Disminuyó
la demanda interna (consumo e inversión) más que en la economía global y frente
a esto aumentaron las exportaciones (permitió que la caída en el nivel de
productividad fuera menor).

-
El
consumo disminuyó notablemente (entendible por la desigual distribución del
ingreso).

-
Extremas
limitaciones fiscales (pago interés de la deuda y deficiencia en recaudación
tributaria)
-
Falta
de inversión productiva privada (todos los capitales que llegaron al país se
volcaron en la valorización financiera y una vez obtenida la renta, se fugaron
al exterior).

Los
precios: la hiperinflación
Las
políticas de ajuste en gran parte de los países de A.Latina, para atender
compromisos externos, llevaron a procesos de recesión e hiperinflación. En
argentina, la hiperinflación tuvo sus causas en: 1) condiciones adversas de la
economía mundial - 2) fuga de capitales – 3) sucesivos programas de ajuste
aplicados para atender al deuda externa.
Por
la inflación en 1989, quedó otra vez a la vista, la puja distributiva. Los
sectores oligopólicos y financieros
volvieron a desempatar el mercado a
los golpes (ahora sin violencia militar, pero con violencia de mercado). A su
vez había logrado dominar las finanzas del Estado con la estatización de la
deuda en 1982, dejando al estado carente de recursos y de poder para arbitrar y
regular el conflicto social (la deuda tiene gran influencia sobre e presupuesto
público).
La
distribución del ingreso: el empleo
A
fines de los ’80, el mercado laboral era muy precario. La tasa de actividad
(relación entre PEA y población total) mostraba una tendencia creciente, es
decir, la PEA aumentaba más rápido que la población total ante la caída del salario y la
pérdida de ingreso de los hogares, más miembros de la familia salieron buscar trabajo. (la tasa de desocupación
alcanzó el 8%).
Profunda
desigualdad en la distribución del
ingreso (en 1989, el 30% más pobre de la sociedad recibió un 23% menos de
ingreso que en 1984 y el sector más rico, ganó lo que perdió el resto de la
población): aumento del desempate social.

-
Se
cerró el acceso al crédito externo
-
Tasas
de interés elevadísimas sobre la deuda
-
Bajan
los precios de los productos de exportación
El
Estado y su financiamiento:
Los
grupos concentrados internos, que al final de la dictadura habían obtenido con
resoluciones del Banco Central pasarle a toda la sociedad su endeudamiento
externo, con la hiperinflación de final de los ochenta consiguieron la
licuación total de sus pasivos.

Las
funciones del estado en relación a educación, salud, justicia, se subordinaron
l servicio de la deuda externa e interna
El
segundo gobierno democrático recibió un Estado débil frente a los poderes
acumulados por os grupos concentrados y
sus socios financieros externos y carente de capacidad financiera para atender
la acumulación necesidades insatisfechas.
III
– SIN PLATA Y SIN FE
Las
autoridades que asumen en 1999 con Fernando de la Rúa, recibieron una situación
mucho más grave que la que ellos transmitieron: junto con la recesión nacional que venía desde 1998,
se había cortado todo financiamiento externo, el estado carecía de recursos
para reactivar la economía y los niveles de desempleo fueron los más altos en
50 años de historia.
Si
bien el gobierno de Menen dejó una economía estabilizada en cuanto a los
precios, dejaron una enorme burbuja
financiera, llevando a la sociedad argentina a la implosión.
Menem
dejaba una economía en recesión desde hacía dos años, endeudada al borde de la
cesación de pagos con una necesidad extrema de financiamiento externo.
El
gobierno que asume en 1999 se encontraba desvalido de los resorte estratégicos indispensables
(fiscales, distributivos, monetarios, etc) para cualquier política económica
que permitiera salir de la crisis.
La
“revolución productiva” se había transformado en devastación de a industria,
concentración y extranjerización de la propiedad, privilegio de la especulación
financiera y del consumo suntuario. Y el “salariazo” se convierto en una caída
de la capacidad adquisitiva con aumento del desempleo.
Las
arcas del estado estaban vacías de dinero y llenas de deuda; no había recursos
financieros para impulsar la economía desde el gasto o la inversión pública y
cada vez había que destinar un porcentaje mayor al pago de la deuda. Restricción fiscal y extinción del financiamiento externo.
1991
– Ley de convertibilidad: el Banco
Central se había transformado en una mera caja de conversión (de divisas en
pesos y viceversa) con un artificioso cambio fijo en un nivel irreal de un
dólar por peso.
El
paradigma de las virtudes del “libre juego” de las fuerzas del mercado alcanzó
su máxima aplicación, llegando a la metáfora del “piloto automático”.
Esta
situación llevó a que ingresaron gran cantidad de capitales externos; pero a
final del decenio la economía argentina queda dependiendo como nunca antes del
ingreso de capital extranjero. Y a esta altura dejó de recibir capitales.




Marginación social, pobreza o indigencia
producto de desempleo + inestabilidad
laboral de los ocupados + deterioro de los servicios públicos básicos.


Se cayó en la trampa de la
convertibilidad.


La
oferta interna: concentración en los sectores
productivos y extranjerización de
dichos sectores.
La
concentración bancaria, la evolución del sector financiero, implicó un enorme
poder político para incidir en las políticas públicos. La banca extranjera
adquirió una capacidad de presión que sesgaría las decisiones del gobierno.
La
extranjerización coloca fuera del país la capacidad de decisión sobre a
inversión y producción de gran parte del aparato productivo de bienes y
servicios.
Estos
dos procesos son una de las herencias principales de la presidencia de Menen.

El
empleo: terminó
en una situación mucho peor de la recibida (desempleo – subempleo – precariedad
laboral – caída salarios – deterioro de las condiciones de trabajo). La
principal causa fue la desindustrialización. La flexibilización solo empeoró la
situación, generando una transferencia de ingresos desde el trabajo hacia el
capital.

Para
que afines de los ’90 la economía siguiese funcionando necesita una gran
entrada de capitales o una caída en default acompañado por una enorme y
prolongada contracción de la economía que reduera las importaciones.
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