Guillaume - "Los orígenes de la idea de forma" y "La psicología de la percepción" en Psicología de la forma - Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario - Cátedra: Savransky
Guillaume: Psicología de la forma
Cap. I: Los orígenes de la idea de forma
1.
La psicología analítica y sus críticas
La psicología de
la forma (Gestalttheorie) nace como reacción contra la psicología del
siglo XIX, cuya tarea era analizar de los hechos de conciencia o de conducta.
La psicología también necesitaba aislar elementos y descubrir las leyes que
regían sus combinaciones. Los elementos serían las sensaciones, es
decir, los datos simples, originales, irreductibles. Luego, la intención del
psicólogo fue componer un catálogo completo de las sensaciones, determinar la
correspondencia invariable de cada una de ellas con la excitación de un aparato
receptor y nervioso bien localizado.
El contenido
propio de la sensación se encontraba en un segundo elemento: la imagen.
Cuando las imágenes se combinan con las sensaciones, aparecen complejos
difíciles de disociar: los recuerdos, o pensamientos.
Tras describir los
elementos, era necesario dar cuenta de las formas de ordenamiento y
agrupamiento: durante mucho tiempo, este problema se respondió a través de la teoría
asociacionista. La asociación se establece por la contigüidad de los
elementos en el tiempo, y se refuerza pro la repetición de esos contactos. A partir
de esta concepción, cualquier elemento puede asociarse con otro.
Crítica
de la Gestalt al asociacionismo ®
¿Se presta acaso la idea de una asociación de elementos a una descripción
correcta de los contenidos de conciencia observables? Muy clara en su forma
primitiva y en su aplicación restringida, se torna oscura en su generalización.
La asociación que liga sensaciones e imágenes en la percepción no es más que
una serie de estados distintos que se atraen entre sí. La percepción está
cargada de recuerdos. El análisis no puede separar más en la percepción los
elementos que provendrían de la memoria y de la sensibilidad.
Para resolver
estas contradicciones entre los datos de la conciencia ingenua y el análisis,
los psicólogos del siglo XIX creyeron que bastaba con hacer ciertas
correcciones a sus principios. En la asociación propiamente dicha distinguen la
síntesis, en la cual los elementos pierden su individualidad. En el
compuesto aparecen nuevas propiedades, que no existen en los elementos. Algo
análogo se produce en la síntesis mental. Reemplazan el análisis por una
descripción fenomenológica; los fenómenos psicológicos no son nada más
que los fenómenos, las experiencias inmediatas del sujeto; el análisis es
condenados como ilusorio y deformador. Es reemplazado por una intuición que no
quiere ser sino un retorno a los datos inmediatos de la conciencia. No
hay elementos o momentos distintos y yuxtapuestos, sino una interpenetración
mutua.
2. La teoría de las
cualidades de la forma
1890 ®
Von Ehrenfels ®
Primeros esbozos de la psicología sobre las cualidades de la forma; luego retomados
por la Gestalt. Según esta corriente, una forma es otra cosa o algo más que
la suma de sus partes; tiene propiedades que no resultan de la simple adición
de las propiedades de sus elementos.
Una melodía, por
ejemplo, puede ser traspuesta a otro tono, pero para nosotros sigue siendo la
misma melodía, tan fácil de reconocer que a veces ni siquiera notamos el
cambio. No obstante, todos sus elementos han sido alterados. Por el contrario,
si una sola de las notas de la melodía original es alterada, tendremos
otra melodía, con cualidades formales diferentes. Las sensaciones que corresponden
a los sonidos aislados parecen constituir la realidad misma de la percepción.
Pero la melodía conserva su identidad y sus cualidades propias cuando todos los
sonidos, y por consiguiente todas las sensaciones, cambiar de cierta manera. El
todo es una realidad con igual título que los elementos; que posee una
incontestable originalidad respecto de esos elementos.
Ehrenfels no
rechazaba la idea de sensación. Admitía dos clases de realidades psíquicas: las
cualidades sensibles y las cualidades formales. Para él había también dos
estados de conciencia distintos: el primero era un substrato del segundo, podía
existir sin él, sin ser posible la inversa. A pesar de su carácter inmediato,
casi sensible, las cualidades formales parecen no tener excitante propio.
Nada hay, en
efecto, en la percepción inmediata de la melodía, que se traduzca efectivamente
mediante juicios de relación enunciables en el lenguaje de la física o de la
teoría musical. El análisis es una transformación real del estado de
conciencia. El análisis de un objeto físico me lleva a percibir en él nuevos
aspectos, nuevos detalles y nuevas relaciones; por eso decimos con razón que nos
hace conocer mejor. Nos da, pues, otra percepción. Si la percepción
primitiva de la melodía es la de las relaciones, nos resta decir de qué
relaciones se trata: ¿Se trata de las relaciones entre notas consecutivas? ¿Por
qué de estas, y no de otras? ¿Por qué no más bien de las relaciones entre cada
nota y las notas fundamentales del tono, o entre notas cualesquiera,
considerando su altura, su duración, su intensidad, etc.? Lógicamente, todas
estas relaciones existen, pero ninguna tiene existencia psicológica actual en
la simple percepción de una melodía.
Si los sentidos
suministran materiales; si los recuerdos no pueden comunicar a la percepción
una organización que ellos mismos no poseen, es necesario entonces que las
formas resulten de una actividad formadora original. La teoría de la forma
opone a la reproducción asociacionista una producción de origen suprasensorial
y suprafisiológica. El progreso en la aprehensión de las distintas clases de
relaciones es correlativo con el progreso en la aprehensión de las diversas
clases de elementos.
3.
La teoría de la forma
Los hechos
psíquicos son formas, es decir unidades orgánicas que se individualizan
y se limitan en el campo espacial y temporal de la percepción o de la representación.
Las formas dependen, en el caso de la percepción, de un conjunto de factores
objetivos, de una constelación de excitantes. La percepción de las diferentes
clases de elementos y de las diferentes clases de relaciones corresponde a
diferentes modos de organización de un todo, que dependen a su vez de condiciones
objetivas y subjetivas. Una parte en un todo es algo distinto a esa parte
aislada, o como parte de otro todo.
La Gestalttheorie
parte de formas o estructuras consideradas como datos primeros. No considera
una materia sin forma, no hay materia sin forma. Por medio de experiencias se
establecen las condiciones de esas formas y las leyes de sus transformaciones.
Ese es el problema esencial para la Gestalttheorie.
El problema de la
percepción consiste en determinar la constelación física de excitantes que
corresponde a cada forma percibida, y las variaciones de la primera que
modifican la estructura de la segunda. Cada forma es función de un conjunto de
variables, y uno ya de una suma de elementos.
Los términos “forma”, “estructura”,
“organización”, pertenecen tanto al lenguaje biológico como al psicológico. Las
formas físicas y las orgánicas pueden aproximarse; se conviertes en hechos no
solo comparables, sino también conexos. La organización que estudia el
psicólogo se aproxima a la que estudia el fisiólogo. Si nuestra percepción está
organizada, el proceso nervioso que le corresponde también debe estarlo.
Principio
de isomorfismo (actualización
del principio de paralelismo en la teoría de la Gestalt) ®
No existe paralelismo fisiológico y psíquico entre los hechos elementales, sino
entre las formas (fisiológica y psíquica) que presentan una comunidad de
estructura. El principio de isomorfismo conduce a un nuevo problema: si el
hecho fisiológico posee los caracteres de las formas, se pueden dar dos explicaciones:
1) El vitalismo
supone que las características de las formas se encuentran en el hecho
fisiológico en virtud de leyes especiales de la vida; en el ser viviente,
superpone a la causalidad física otra causalidad que se sirve de la primera como
un medio.
2) La Gestalt
rechaza esta interpretación; considera que el hecho fisiológico, en todos sus
aspectos, es un hecho físico. La fisiología habla el lenguaje de la física.
Pero esta concepción origina la extensión de la noción de forma a ciertos
hechos físicos, lo que hace necesario buscar formas físicas no solo en los
hechos fisiológicos, sino también en los hechos que el físico estudia y reproduce
en su laboratorio. Partiendo del estudio de la aprehensión de las formas psíquicas,
nos ejercitaremos en reconocer analogías con éstas en los hechos físicos.
Cap. III: “La psicología de la percepción”
1.
La experiencia inmediata
Si rechazamos la
idea de que los materiales preexisten a toda organización, desde el comienzo
nos encontraremos en presencia de las estructuras. Ciertas formas de
organización pertenecen primitivamente a la percepción, no se trata de construcciones
cuya génesis sería necesario volver a recordar.
El punto de
partida de toda psicología es la experiencia inmediata. La teoría de la
forma no pone en duda que la experiencia asimilada y conceptualizada condicione
la percepción actual; de hecho, el sentido de una palabra es adquirido, y
ciertamente el mismo sonido articulado puede tener diferentes sentidos en diferentes
medios. Pero estas hipótesis ya no se apoyan en observaciones cuando se
atribuye a la experiencia pasada la percepción misma de las cosas y de los
hechos, su forma y su organización espacio-temporal. Este razonamiento se
realiza a priori: se atribuye a la memoria ciertas características de
las percepciones.
Ejemplo:
Un objeto que vemos no parece cambiar de tamaño aún cuando la distancia que nos
separa de él varíe. Nuestra sensación visual nos muestra una variación
aparente del tamaño del objeto, pero nosotros, por otro lado, sabemos
que en realidad el tamaño no varía. De esta forma, nuestro saber habría
corregido nuestra visión, lo que nos lleva a ver un tamaño constante.
Esta interpretación se basa en el hecho de que la imagen retiniana varía con la
distancia del objeto, por lo que se concluyó que la sensación variaría de igual
manera. Pero esta construcción es arbitraria, ya que nuestra experiencia
subjetiva real no corresponde a la imagen retiniana, sino a un proceso cerebral
en el cual la imagen retiniana es apenas una condición previa. También se puede
decir que las variaciones del tamaño aparente pueden ser un hecho de experiencia
en una persona adiestrada para la introspección; pero esta, al igual que las
otras, es una percepción obtenida en condiciones artificiales, por lo que
difiere de una percepción que se da en condiciones ordinarias. Si el saber y la
educación intervienen en la segunda, son aún más manifiestos en la primera; por
lo tanto, una no es más simple que la otra: están organizadas de distinta
manera.
Debemos partir
sólo de la percepción, tomándola tal cual es, con sus variedades tan reales
unas como otras, sin decidir a priori, en nombre de una fisiología arbitraria,
que tal propiedad proviene de la educación y tal otra debe ser considerada
primitiva. Vamos a encontrarnos con hechos organizados, nuestro fin es describir
esta organización y buscar las leyes a las que obedece.
2.
La segregación de las unidades
Cuando veo un
libro sobre una mesa, lo más normal es decir que, si veo un libro, es porque
hay un libro. De este modo, la unidad del libro real parece justificar
la unidad del libro percibido. Sin embargo, no existe entre ellas
ninguna relación directa de causalidad; no veo los objetos sino gracias a las
acciones ejercidas sobre mi retina por los rayos luminosos que estos reflejan
y, desde el punto de vista físico, nada da unidad real al conjunto de
rayos que provienen del libro, o de la mesa. Su agrupamiento es puramente
aditivo. La palabra estímulo es, de esta forma, usada a menudo de manera
equívoca, para señalar indiferentemente los objetos en sí mismos, y las
acciones que ejercen sobre los órganos receptores.
La psicología
analítica nos ponía en guardia contra el error del estímulo, es decir, la
atribución ingenua de las propiedades de los objetos a las sensaciones. Pero el
verdadero error, si se rechaza la hipótesis de la sensación, eso el que Köhler
propone llamar error de la experiencia, que consiste en atribuir a
los estímulos inmediatos la organización propia de los objetos.
Reconozcamos, por lo tanto, la
existencia del problema de la segregación. La doctrina clásica propone su
solución: las líneas de separación del mundo fenoménico corresponderían a los
hábitos creados por la educación. Sostienen que son las cosas familiares las
que se dibujan y se aíslan, por lo tanto el discernimiento sería básicamente un
reconocimiento.
La teoría de la forma no niega los
efectos de la educación, pero niega que esta explicación tenga un valor
general. Admite que el proceso fisiológico que resulta de un conjunto de
excitaciones tiende a organizarse espontáneamente siguiendo ciertas leyes de
estructura, independientes en principio de las significaciones agregadas por la
educación.
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En esta figura, podemos ver dos grupos de manchas. Cada grupo posee una unidad en nuestra percepción. Las manchas que forman parte de uno no se agregan, a pesar de su semejanza, a las manchas que forman parte del otro. En este ejemplo es evidente el papel de la proximidad (distancia) entre esos elementos discontinuos. También la semejanza influye en la percepción de unidad en el grupo. Si cada grupo estuviera compuesto por elementos desiguales (ya sea en su tamaño o por su color) la sensación se debilitaría y el grupo tendería
a perder su plenitud. La unidad se
debilitaría también si los dos grupos encerraran elementos muy semejantes,
entonces se podría ver un nuevo grupo formado por dos de esos elementos, a
pesar de la distancia. Los grupos primitivos habrían desaparecido, y otro modo
de segregación prevalecería en la percepción.
Las condiciones de proximidad y de
semejanza determinan en parte la probabilidad de realización espontánea de tal
orden en la percepción, pero el valor propio de este orden también es un
factor decisivo. Puntos bastante cercanos tienden a formar líneas, pero la
pertenencia de un punto a una línea depende sobre todo del hecho de que ese
punto sea para esa línea una prolongación mejor que cualquier
otro punto (es decir, que continúa mejor su movimiento). En un conjunto
estructurado, la ley del todo determina las partes, éstas tienden a
completarse de cierta manera y captan mejor los elementos del campo
susceptibles de constituir ese complemento. El agrupamiento o la disyunción se
hacen en el sentido de la realización de una forma privilegiada. Las formas
privilegiadas son simples, regulares y simétricas. La forma percibida es la
mejor posible (ley de la buena forma).
3. Figura y fondo
¿Qué puedo percibir en un campo que es
completamente homogéneo? Esta situación raramente se da en condiciones
naturales. No hay percepción de objetos si no existen diferencias de
intensidad entre las excitaciones que provienen de las distintas partes del
campo. Todo objeto sensible existe sólo en relación con un cierto fondo,
esta expresión no solo se aplica a las cosas visibles, sino a toda clase de
objeto o de hecho sensible (p.ej., un sonido se destaca sobre un fondo
constituido por otros sonidos, o sobre el silencio).
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En este ejemplo, cuando vemos las
partes negras como figuras, no tenemos al principio ninguna noción de las
partes blancas. Cuando estas, a su vez, aparecen como figuras, su forma nos
sorprende. Esta ausencia de forma y de límite hace menossingular la afirmación
de que el fondo se extiende por
debajo de la figura; ella pierde su
carácter irracional en su significación negativa. En efecto, los límites pertenecen
a la figura; de ningún modo son comunes al fondo y a la figura, en el mismo
sentido en que una línea que divida una figura en dos figuras parciales es su
límite común. Figura y fondo tienen su unidad, pero hay dos tipos de unidades:
la de la figura, que posee forma, contorno, organización; y la del fondo,
que es una continuidad amorfa, indefinida, inorgánica. Figura y fondo se distinguen
además por sus propiedades funcionales: en el ejemplo, la parte negra es
figura, mientras que el blanco del fondo es una porción cualquiera del blanco
de la página. Los métodos de la psicología experimental permiten precisar esta
diferencia funcional. En la misma parte del campo, los umbrales no tienen
exactamente el mismo valor si los veo como figura o como fondo. Toda forma
fuerte tiende a parecer homogénea, lo mismo que una región homogénea del campo
tiende recíprocamente a construir una forma. Allí se trata de dos efectos
solidarios de la unidad del proceso fisiológico, que es su causa común.
Así mismo, el
contraste aviva las oposiciones. El efecto de contraste no es independiente de
las figuras que vemos en las partes contrastantes del campo. En el siguiente
ejemplo, el anillo gris central sufre la influencia de un campo verde en su
mitad izquierda, y un campo rojo en su mitad derecha. Si se lo divide en dos
figuras por medio de una línea negra vertical, cada una de las figuras sufre el
contraste de un fondo propio, y parece de la tinta complementaria. Si se quita
la línea, la unidad de la figura contraría esos efectos locales, y el anillo
permanece de un gris homogéneo. Estas experiencias muestran que no se pueden
separar completamente las cualidades sensibles de las cualidades formales.
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¿De qué condiciones depende la
disociación figura-fondo? La orientación absoluta en el espacio no es indiferente.
En el espacio, hay direcciones que se privilegian sobre otras. También el
tamaño cuenta: si dos partes del mismo modelo pueden desempeñar la función de
figura, la más pequeña se privilegiará respecto de la más grande. Un modelo más
articulado, más diferenciado, cumple con mayor facilidad el papel de figura; un
modelo más uniforme y menos articulado, el de fondo. Por último, la selección
también depende del valor (simplicidad, regularidad, simetría) de la figura
posible.
Volvemos a tratar
aquí las leyes de organización. Como en el problema de la segregación, que no
es independiente de la distinción entre figura y fondo, esta organización
presenta propiedades que no pertenecen a los hechos intermediarios entre
objetos y órgano receptor. Ella bien depende de la constelación objetiva de excitantes
siguiendo leyes que comenzamos a discernir, pero agrega propiedades que le son
completamente extrañas.
En circunstancias
ordinarias una figura se impone por las condiciones objetivas; si otras son
posibles, son mucho más inestables. Sin duda, una vez que se ha visto una
figura es más fácil volverla a encontrar. Pero esta condición previa no es necesaria
(porque a menudo la segunda figura se presenta inopinadamente, y sorprende) ni
suficiente (porque aún cuando se trate de ver una figura que siempre se veía,
no siempre se tiene éxito; aparece a menudo cuando no se la busca; inversamente,
el esfuerzo para mantener una figura inestable no puede tener éxito durante
mucho tiempo, a pesar de este esfuerzo, se asiste a una serie de oscilaciones
espontáneas entre las dos figuras, cada una de las cuales parece crear, por su
persistencia, condiciones cada vez más favorables para la inversión, y así
sucesivamente).
En la vida
ordinaria la distinción figura-fondo desempeña un papel importante. Gracias a
ella establecemos una jerarquía en nuestro campo de percepción, entre las cosas
y un medio neutro que llevamos a un grado inferior de diferenciación.
4.
La organización interior de la figura
La figura se
destaca del fondo indiferenciado que la envuelve, pero posee también una
organización interior. Cuando la figura es más complicada, sigue siendo una
unidad, un todo, pero un todo articulado, compuesto de partes o miembros que
son unidades secundarias, las cuales tienen una existencia psicológica real. No
se trata de fragmentos recortados arbitrariamente, sino que su existencia y sus
límites naturales son dados como los del todo, y junto con ellos. La ley
general establece que una parte en un todo es otra cosa que esa misma parte
aislada, o en otro todo.
5.
Crítica a la teoría de la significación adquirida
La teoría
gestaltista se opone a la concepción de la teoría clásica según la cual la
organización de la percepción depende exclusivamente de la influencia de la memoria.
El principal argumento de la Gestalt es que la memoria no puede aportar a la
nueva experiencia sino lo que ya existía en la antigua. Una primera percepción
inorgánica, una simple suma de sensaciones, no podría servir para organizar una
segunda. ¿Cómo podría surgir un objeto del caos de sensaciones? Es necesario,
pues, admitir estructuras primitivas.
Para que el objeto
adquiera una significación, es necesario que exista como objeto sensible, en
virtud de sus caracteres intrínsecos. La influencia de la memoria es secundaria
en esta organización que implica, pero que está lejos de explicar.
En la mayor parte
de las experiencias que hemos planteado, se trató de objetos nuevos, o
desprovistos de una significación especial. Hasta cuando los elementos eran
familiares, no lo eran las unidades nuevas que formaban su agrupamiento. La
segregación no sólo puede imponerse para las figuras regulares, sino también
para los simples conjuntos que no tienen nombres ni conceptos.
Nada muestra mejor
la insuficiencia de la significación empírica que los casos en los que entra en
conflicto con los factores formales. ¿Cómo se podrían “disfrazar” los objetos
muy familiares si la percepción figural estuviera condicionada por la
costumbre? El perfil humano disimulado en una imagen debería saltar a la vista
del niño que lo busca. No obstante, a pesar del privilegio que le otorga su
familiaridad, permanece invisible, porque sus líneas son absorbidas, en virtud
de las leyes figurales, por el fondo indiferenciado, o por otras figuras a
menudo menos familiares.
En condiciones
mediocres de visibilidad, se percibe algo que se sitúa y se limita sin poder
identificarlo con un objeto conocido; la segregación precede a la cuestión
sobre la naturaleza del objeto, es su condición.
A veces se ha
supuesto que la influencia de la regularidad y de la simetría se debía
únicamente a los hábitos engendrados en el hombre civilizado, por el medio artificial
que ha creado, gracias a la ciencia y a las técnicas. Si fuese así, no se
deberían encontrar estas influencias figurales por debajo del nivel humano. No
obstante, aparecen claramente en las experiencias de Hertz con cuervos: se coloca
en el campo un cierto número de potes puestos al revés; debajo de uno se coloca
una fruta mientras el ave observa la escena. El cuervo vuela hasta el pote y lo
vuelca. Fracasa cuando el pote forma parte de una línea en donde los potes
están separados por distancias regulares (figura A), pero no cuando los potes
están dispuestos como en la figura B o como en la C.
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La teoría de la significación adquirida
tomó una forma más particular, en que la experiencia del movimiento de los
objetos es considerada como decisiva: un campo cuyas partes estuvieran todas en
reposo relativo no se dividiría; pero una parte del campo aparecería como
objeto cuando fuera desplazada en relación con las otras. Esta tesis reposa
sobre un hecho real: el desplazamiento relativo es causa de segregación. Pero
es evidente que esta explicación no es general: en la naturaleza, el árbol
inmóvil se distingue sobre el fondo tanto como el animal móvil.
Se ha dicho: si
vemos las cosas y no los espacios que las separan, es porque aquellas no varían
en su forma, mientras que los intervalos son variables. Este argumento contiene
el error de la experiencia del que hablamos anteriormente. La constancia
no es una propiedad de los estímulos intermediarios. En los movimientos de los
objetos, la forma y el tamaño de las imágenes retinianas varían tanto como los
de sus intervalos. ¿Cómo percibimos, pues, la constancia de los objetos?
No se puede, por
lo tanto, dar cuenta de la organización de la percepción por medio del significado
que habría sido cargado por las experiencias de las sensaciones primitivas
orgánicas.
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