LA FORMACIÓN DEL ESPÍRITU CIENTÍFICO
Gastón Bachelard
CAPITULO 1: LA NOCIÓN DE OBSTÁCULO EPISTEMOLÓGICO - PLAN DE LA
OBRA

Hay que plantear el problema del conocimiento científico en términos de obstáculos. No se trata de considerar los obstáculos externos: es en el acto mismo de conocer donde aparecen los entorpecimientos y las confusiones. Es ahí donde aparecen los OBSTÁCULOS EPISTEMOLÓGICOS, que producen retrocesos y estancamiento.
El conocimiento de lo real es una luz que siempre proyecta alguna sombra. Jamás es inmediata y plena. Las revelaciones de lo real son siempre recurrentes. Lo real no es jamás "lo que podría creerse" (sentido común), sino siempre lo que debiera haberse pensado.
En efecto, se conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo
conocimientos mal adquiridos.
Frente a lo real, lo que cree saberse claramente ofusca lo que debiera saberse.
LA OPINIÓN:
La opinión jamás tiene razón.
La opinión piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos.
Al designar a los objetos por su utilidad ella se prohibe el conocerlos.
Nada puede fundarse sobre la opinión: ante todo es necesario destruirla. Ella es el primer obstáculo a superar.
Ante todo es necesario saber plantear los problemas. En la vida científica los problemas no se plantean por sí mismos. Es precisamente este sentido del problema el que da lugar al verdadero espíritu científico.
"Nuestro espíritu -dice justamente Bergson (1)- tiene una tendencia irresistible a considerar más claras las ideas que le son útiles más frecuentemente". La idea conquista así una claridad intrínseca abusiva (esto quiere decir que las ideas sobre algo dan claridad sobre ese algo, pero esa claridad no está justificada por las circunstancias. Por eso dice que es "intrinsecamente abusiva", porque si bien trae claridad sobre algo particular, no toma en cuenta las circunstancias distintas o particulares que se pueden estar dando sobre algo particular. Un ejemplo sería: yo tengo la idea de que todas las personas que no trabajan es porque son vagas). Con el uso, las ideas se valorizan indebidamente.
Pero al final el instinto formativo acaba por ceder frente al instinto conservativo. Llega un momento en el que el espíritu prefiere lo que confirma su saber a lo que lo contradice, en el que prefiere las respuestas a las preguntas. Entonces el espíritu conservativo domina y el crecimiento espiritual se detiene.
Se repite también frecuentemente que la ciencia es tiende a la unidad, que tiende a unificar fenómenos de aspecto distinto, que busca la sencillez o la economía en los principios y en los métodos. Por el contrario, el progreso científico marca sus más puras etapas abandonando los factores filosóficos de unificación fácil.
El espíritu científico jamás se siente impedido de variar las condiciones, en una palabra de salir de la contemplación de lo mismo y buscar lo otro, de dialectizar la experiencia.
En resumen, el hombre animado por el espíritu científico, sin duda desea saber.
II
El
epistemólogo debe, pues, seleccionar los documentos recogidos por el
historiador. Debe juzgarlos desde el punto de vista de la razón y hasta de la
razón evolucionada, pues solamente en nuestros días es cuando podemos juzgar
plenamente los errores del pasado espiritual.
Solo la
razón dinamiza a la investigación, pues sólo ella sugiere, más allá de la
experiencia común (inmediata y especiosa), la experiencia científica (indirecta
y fecunda).
El
historiador de la ciencia debe tomar las ideas como hechos. El epistemólogo
debe tomar los hechos como ideas, insertándolas en un sistema de pensamientos.
Un hecho mal interpretado por una época, sigue siendo un hecho para el
historiador. Según el epistemólogo es un obstáculo, un contrapensamiento.
De ahí que
toda cultura científica deba comenzar, como lo explicaremos ampliamente, por
una catarsis intelectual y afectiva. Queda luego la tarea más difícil: poner la
cultura científica en estado de movilización permanente, reemplazar el saber
cerrado y estático por un conocimiento abierto y dinámico, dialectizar todas
las variables experimentales, dar finalmente a la razón motivos para
evolucionar.
III
La observación básica es
siempre un primer obstáculo para la cultura científica. En efecto, esta
observación básica se presenta con un derroche de imágenes; es pintoresca,
concreta, natural y fácil. No hay más que describirla y maravillarse. Se cree
entonces comprenderla. Comenzaremos nuestra encuesta caracterizando este
obstáculo y poniendo de relieve que entre la observación y la experimentación
no hay continuidad, sino ruptura.
Es necesario que el pensamiento abandone al empirismo inmediato. El pensamiento empírico adopta, entonces, un sistema. Pero el primer sistema es falso. Es falso, pero tiene por lo menos la utilidad de desprender el pensamiento alejándolo del conocimiento sensible; el primer sistema moviliza al pensamiento. De la observación al sistema, se va así de los ojos embobados a los ojos cerrados.
Está en la naturaleza de un obstáculo epistemológico ser confuso y polimorfo.
Dedicaremos
un capítulo especial para señalar el obstáculo verbal, vale decir la falsa explicación
lograda mediante una palabra explicativa, a través de esa extraña inversión que
pretende desarrollar el pensamiento analizando un concepto, en lugar de
implicar un concepto particular en tina síntesis racional.
El obstáculo verbal nos conducirá bastante naturalmente al examen de uno de los obstáculos más difíciles de superar, porque está apoyado en una filosofía fácil. Nos referimos al sustancialismo, a la monótona explicación de las propiedades por la sustancia.
Terminaremos
esta primer parte de nuestro libro con el examen de un obstáculo muy especial.
Con su nombre completo lo designaremos: el obstáculo animista en las ciencias
físicas.
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