CONTURSI - "Mediación, Inteligibilidad y Cultura" - Comunicación II - Cátedra Martini
MEDIACIÓN, INTELIGIBILIDAD Y CULTURA
1. La génesis del concepto de
mediación
El
concepto de mediación, ha sido propuesto por Theodor Adorno frente a la noción
más “alienada” de reflejo (que la superestructura es un reflejo de la base, es
decir que la base determina la superestructura). En oposición, la noción de
mediación describe un proceso activo de relación entre base y superestructura,
más específicamente, entre sociedad y arte.
Por
otra parte, Fredric Jameson explica que la mediación “se entiende como un
proceso de transcodificación:
a partir de la invención de un conjunto de términos, de la elección estratégica
de un código o lenguaje particular, se puede utilizar la misma terminología
para analizar y articular dos tipos bastante diferentes de objetos o “textos”,
o dos niveles estructurales de la realidad muy distintos; así, las mediaciones
se transforman en un dispositivo del analista.”.
En
síntesis, esta breve revisión permite caracterizar la mediación tanto como un
proceso de transcodificación como un proceso de diferenciación positiva de los
términos en relación.
Hemos
optado por obviar las implicancias significativas de la metáfora “mediación” y
por conservar el uso del lexema (unidad del repertorio léxico) aunque no
necesariamente el del semema (unidad de significación).
2. Hacia una reformulación del
concepto de mediación
Nuestra
propuesta es repensar el concepto de mediación a partir del estudio de sus
relaciones con las nociones de formaciones ideológicas y discursivas, de procesos
cognitivos sociales (incluyendo el fenómeno de inteligibilidad del mundo)
y de cultura/s.
Nos
parece necesario distinguir mediación de discurso. La mediación es un
proceso más amplio que incluye la puesta en relación de modelos ideológicos de
inteligibilidad del mundo con las materialidades discursivas que los ponen en
escena comunicacionalmente. De este modo, dado que involucra esos modelos, da
lugar a que los sujetos que son interpelados por una mediación conceptualicen
el mundo de modos particulares. Consideramos las materialidades discursivas
impregnadas por una formación ideológica en correlación con las condiciones
materiales de existencia de la instancia de producción: los diversos modos
particulares de inteligibilidad son sociales y, por ende, culturales, y
viceversa. Es decir, estos modos particulares constituyen modelos que permiten
asignar y construir sentido y que entran en conflicto con otros modelos, tanto
anteriores como contemporáneos.
Dicho
de otro modo, proponemos caracterizar la mediación como un proceso
ideológico y sociocognitivo, puesto que entendemos que las formaciones
ideológicas no se agotan en lo pensable, sino que incluyen lo cognoscible.
Además, este proceso está necesariamente anclado en la cultura, entendida en
términos gramscianos.
Por
otra parte, de lo enunciado anteriormente se desprende que las mediaciones
constituyen procesos de asignación o de construcción de sentido, dado que las
relaciones entre signos presentes y signos ausentes pueden reproducir una red
semiótica preexistente o conformar una nueva. Esto posibilita que el
estudio de las mediaciones se pueda llevar a cabo desde la doble perspectiva
diacrónica y sincrónica.
Desde
el punto de vista diacrónico, cada modelo de mediación y sus redes semióticas
asociadas o posibles se van transformando a partir de una relación de tensión
con las relaciones sociales de producción. Esta
relación de tensión no debe ser entendida como una relación causal
unidireccional sino como un proceso dialéctico positivo: es decir, la base no
determina necesariamente el modelo de mediación sino que lo sobredetermina.
Podríamos incluir en esta problemática la preeminencia de ciertos modelos o
“paradigmas” científicos sobre otros o su coexistencia conflictiva.
Desde
una perspectiva sincrónica, los modelos de mediación se pueden analizar en la
relación de conflicto con otros modelos, sin
dar cuenta de sus transformaciones pero haciendo especial hincapié en los
sentidos que entran en disputa.
Los
modelos de mediación, tal como los concebimos, operan tanto en la comunicación
directa como en la mediatizada, obviamente con diferencias constitutivas en
cada caso.
3. El lenguaje como mediación
Ha
sido larga la polémica dentro de las ciencias sociales acerca de si es posible
o no el pensamiento en forma autónoma del uso del lenguaje. Una de las
posiciones más radicales al respecto es la de Benjamin L. Whorf (1939), quien,
continuando y reformulando el trabajo de Edward Sapir, sostiene dos hipótesis
fundamentales:
1.
todos los altos niveles de
pensamiento dependen del lenguaje;
2. la estructura del lenguaje que
un hombre utiliza habitualmente tiene incidencia sobre el modo en que comprende
su hábitat. Así, la imagen del universo varía de lengua a lengua (esto es lo
que se ha denominado principio de
relatividad lingüística o hipótesis
Sapir-Whorf).
Muchas
han sido las críticas que ha recibido esta corriente denominada “relativismo
lingüístico”. Ferrucio Rossi-Landi y Massimo Pesaresi presentan críticas
detalladas que podríamos sintetizar en dos grupos. El primero corresponde a la
crítica en torno a la concepción del lenguaje (es simplificadora, sincrónica,
a-ideológica y omite la existencia de otros sistemas sígnicos no verbales) y el
segundo en torno a la concepción del pensamiento (también es simplificada,
eliminando los hábitos psicológicos colectivos, por ejemplo, y condicionada
unidireccionalmente por el lenguaje). Sin embargo, los mismos autores reconocen
que estas críticas no deben invalidar “la fertilidad de alguna de las
intuiciones de Whorf y otros en campos esencialmente sociolingüísticos. El solo
hecho de que cada lengua sea el producto histórico de cierta comunidad de
hablantes distinta de todas las demás supone que sus posibilidades de expresión
también serán irrepetibles.”
Lo
dicho no anula el hecho de que el lenguaje sea visto como mediación de la
cultura.
Por ejemplo, las diferentes onomatopeyas que reproducen el canto del gallo en
diferentes idiomas. Estas diferentes codificaciones responden a que la
mediación del lenguaje es un sistema de construcción de sentido. Otro ejemplo
de las diferencias entre los modelos de mediación culturales en relación con
las distintas lenguas es la imposibilidad de traducir ciertas palabras
que, en este caso, tienen carga deíctica, como los verbos “ir” y “venir”. En castellano
es posible decir “voy hacia tu casa” pero no “vengo hacia tu casa” mientras que
en francés ambas formas son aceptables: “je vais vers toi” y “je viens vers
toi”. Se debe tener en cuenta que la organización del tiempo y del espacio responden
a modelos sociocognitivos propios de cada cultura. Este problema se complejiza
al tomar la perspectiva del análisis político de las culturas. Si mantenemos la
distinción realizada por Gramsci entre cultura oficial y culturas subalternas,
es posible pensar que los modelos de inteligibilidad y mediación no se definen
por su origen sino por la resignificación que se hace de ellos al
materializarlos en los discursos, lo que implicaría
diferentes usos de un mismo modelo de mediación dentro de “una cultura”.
Por
último, es interesante revisar el problema de la traducción interlingüística
(de una lengua a otra). Por ejemplo, el caso de la fórmula italiana
“traduttore, traditore” que, cuando se la traduce por “el traductor es un
traidor” se priva a la expresión original de su valor paronomástico, es decir,
se pierden los efectos sonoros de sentido al explicitar -con la inclusión del
verbo y la diferencia morfológica entre los términos en relación que se da en
castellano- la equivalencia de significado que se establece entre “traductor” y
“traidor”.
La
traducción no es sólo un problema lingúístico, sino un problema de orden
cultural.
Si
bien es afirmable que el código verbal es una mediación, también es de
considerar que no es la única mediación posible, ya que la comunicación
humana no sólo es multicanal (oral y escrita) sino que también está multicodificada:
es verbal y no verbal. Desde esta perspectiva, Constance Classen postula la
existencia de paradigmas sensoriales que no requieren del relevo de la lengua
para construir significados/sentidos. Ofrece un interesante estudio de culturas
que ordenan y, así, hacen entendible el mundo, a partir de paradigmas
originados no en el sentido visual o en el auditivo sino, como en el caso de
los tzotzil de México, a través del sentido del tacto, o los ongee de la isla
Little Andaman, que construyen una cosmovisión a partir del sentido del olfato,
y, también, los desana de Colombia, que lo hacen a través del color. Es
interesante notar cómo la misma palabra “cosmovisión” implica la preeminencia
del sentido de la vista sobre los demás sentidos y pone en escena un modo de
inteligibilidad del mundo que es hegemónico en Occidente.
4. El discurso como
materialización de la mediación
La
mediación es un proceso ideológico de construcción de inteligibilidad sobre el
mundo y de producción e interpretación de efectos de sentido, histórica y
culturalmente pautado, que configura sistemas interpretantes que se
materializan en los discursos sociales. El
mundo es conocido por los seres humanos (es decir, se nos hace inteligible) no
de modo inmediato, sino a través de signos que se relacionan entre sí y que
generan nuevos signos. A su vez, los signos forman parte de un código, aunque
es preciso tener en cuenta que el proceso de mediación del lenguaje (verbal y
no verbal) no se reduce a la utilización del código, puesto que también
involucra diversas formas discursivas, es decir, formas de uso del código, que
están ancladas en formaciones ideológicas y que generan determinados efectos de
sentido inteligibles dentro de una cultura.
Estas
formas discursivas son, por ejemplo: los géneros discursivos; las retóricas
(tropos, figuras retóricas y tópicas); las secuencias textuales (narrativa,
argumentativa, descriptiva, instructiva, expositiva); las superestructuras (por
ejemplo, verso, prosa y diálogo); los estilos verbales; etc. Cabe aclarar que
las formas nombradas se interrelacionan de modos muy complejos, pero que en
cada cultura existen ciertas combinaciones estándares de formas discursivas que
se han “naturalizado” para sus usuarios y que, por lo tanto, constituyen una
pieza clave en el proceso de mediación. La Historia está ausente: sólo
accedemos a un discurso que es el resultado de una mediación operada a través
de signos (ordenados en forma discursiva, que es ideológica y se presenta como
inteligible y como verosímil).
Por
otra parte, frente a esas combinaciones estándares también aparecen otras que
en determinado momento resultan “novedosas”, que producen una resignificación
de las formas y, en consecuencia, nuevos efectos de sentido (piénsese en cómo
la inclusión de infografías ha modificado el modo y el proceso de lectura de la
prensa gráfica).
En
síntesis, la noción de mediación permite explicar tanto la diferencia entre los
objetos y los discursos que los “representan” como los efectos de sentido que
se producen por el acto de decir algo, por cómo se lo dice e, inclusive, por
las omisiones o silencios.
5. Problemas a discutir
Hemos señalado que la mediación es un proceso
complejo en el que intervienen tanto la dimensión sociocognitiva como la
ideológica y que se materializa en los discursos sociales. También establecimos
que se trata de modelos de mediación anclados en lo cultural y que, por ello,
pueden coexistir varios modelos en una cultura (en términos gramscianos)
entrando en disputa por el sentido o no, y también dijimos que son
eminentemente históricos, por lo que pueden/deben ser estudiados tanto desde
una perspectiva diacrónica como sincrónica.
Debemos
explicitar que los modelos de mediación se relacionan con los conceptos de
imaginario social, de sentido común y de hegemonía (entendiendo estos dos
últimos en términos de Gramsci) de un modo dialéctico, pero que esa relación
deberá ser relevada particularmente en cada caso a analizar, partiendo, desde
luego, de la materialidad discursiva, puesto que es en ella donde esas
relaciones se pueden recuperar.
Por
último, si bien es claro que los modelos de mediación operan como una guía para
la praxis discursivo/comunicacional, a modo de hipótesis podemos sostener que
también funcionan como guía para otras prácticas sociales, por ejemplo,
políticas o económicas.
Comentarios
Publicar un comentario