GRAMSCI, Antonio - "Introducción. En la pol{itica y el Estado moderno" (1949) - Comunicación II - Cátedra Martini
GRAMSCI, Antonio - "Introducción". En la política y el Estado moderno (1949) - Comunicación II - Cátedra Martini
ANTONIO GRAMSCI:
LA POLÍTICA Y EL ESTADO MODERNO (1949)
Ensayo popular de sociología, de N. Bujarin: La teoría del
materialismo histórico - Manual popular de sociología marxista, publicado en
Moscú, por primera vez, en 1921. Se ha servido seguramente Gramsci para su
trabajo.
Folclore:
1. m. Conjunto
de creencias, costumbres, artesanías, etc., tradicionales de un pueblo.
1. Introducción
1) Desarrolle el concepto de sentido común. ¿Cuál es y por qué se establece la analogía con el
folklore?
2) ¿Cuál es la relación
entre sentido común y hegemonía?
3) ¿Cuál es la
relación entre sentido común y religión?
4) ¿Cuál es la
relación entre sentido común y filosofía?
5) ¿En qué
consiste el carácter nacional popular de la filosofía?
6) ¿En qué
consiste la relación entre sentido común y buen sentido?
El sentido común, la “filosofía de los no filósofos”, es decir, la concepción del mundo absorbida acríticamente por los diversos ambientes sociales y culturales en que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio. El sentido común no es una concepción única, idéntica en el tiempo y en el espacio: es el “folklore” de la filosofía. Su rasgo fundamental y más característico es ser una concepción conforme a la posición social y cultural de las multitudes de las que constituye la filosofía.
Los
grandes sistemas de las filosofías tradicionales y la religión del alto clero,
es decir, la concepción del mundo de los intelectuales y de la alta cultura.
Estos sistemas son ignorados e influyen en las masas populares como fuerza
política externa, como elemento de fuerza cohesiva de las clases dirigentes, es
decir, como elemento de subordinación a una hegemonía exterior, que limita
negativamente el pensamiento original de las masas populares, sin influir
positivamente en él, como fermento vital de transformación íntima de lo que las
masas piensan embrionariamente y caóticamente sobre el mundo y la vida. Los elementos principales del sentido común son
suministrados por las religiones y por esto la religión es mucho más íntima que
la relación entre el sentido común y los sistemas filosóficos de los
intelectuales. Toda religión es en realidad una multiplicidad de religiones
distintas y a menudo contradictorias: hay un catolicismo de los campesinos,
otros de los burgueses, etc. Pero en el sentido común sólo influyen las mas
toscas y menos elaboradas de estos diversos catolicismos, actualmente
existentes: han influido y son componentes del actual sentido común las
religiones precedentes y las formas anteriores de catolicismo actual, las
supersticiones científicas ligadas a las religiones del pasado. En el sentido
común predominan los elementos realistas, materialistas, es decir, el producto
inmediato de las sensaciones elementales, lo cual no está en contradicción con
el mundo religioso; estos elementos son supersticiosos, acríticos.
El
ensayo popular debe entenderse como acotación metodológica y no entenderse en
el sentido de que haya que dejar de lado la crítica de las filosofías
sistemáticas de los intelectuales. Cuando un elemento de masa supera
críticamente el sentido común en el plano individual, por eso mismo, una nueva
filosofía: de aquí la necesidad de que en una exposición de la filosofía de la
praxis se polemice con las filosofías tradicionales. La filosofía de la praxis solo
puede concebirse en forma polémica. Sin embargo, el punto de partida tiene que
ser siempre el sentido común, es decir, la filosofía espontánea de las
multitudes que se trata de hacer ideológicamente homogéneas.
El
sentido común ha sido considerado de diversas maneras: como base de la
filosofía o criticado desde el punto de vista de otra filosofía. En todos los casos,
el resultado ha sido, en realidad, la superación de un determinado sentido
común para crear otro más adecuado a la concepción del mundo dirigente.
Croce
se complace a menudo en que determinadas proposiciones filosóficas sean
compartidas por el sentido común, pero ¿Qué puede significar esto en concreto?
El sentido común es un agregado caótico de concepciones diversas y en el que se
pueden encontrar todo lo que se quiera . Esta actitud de Croce hacia el sentido
común no ha llevado a una concepción de la cultura fecunda desde el punto de
vista nacional- popular, es decir, a una concepción más concretamente
historicista de la filosofía, lo cual, por lo demás, sólo puede ocurrir con la
filosofía de la praxis.
Lo que
hemos dicho hasta ahora no significa que el sentido común no contenga verdades.
Significa que el sentido común es un concepto equívoco, contradictorio,
multiforme, y que al referirse al sentido común como prueba de verdad es
absurdo. Se podrá decir con exactitud que cierta verdad es ya de sentido común
para indicar que se ha difundido más allá del círculo de los grupos
intelectuales, pero con esto no se hace más que una constatación de carácter
histórico y una afirmación de racionalidad histórica. El sentido común es
mezquinamente misoneísta (aversión a lo nuevo) y conservador y hace penetrar en
él una nueva verdad es la demostración de esta verdad tiene una gran fuerza de
expansión y de evidencia.
Se
utilizan los términos de buen sentido y de sentido común de forma equívoca:
como filosofía, como determinado modo de pensar, con cierto contenido de
creencias y de opiniones y como actitud benevolente indulgente, en su desprecio
por lo abstruso y complicado. Era necesario que la ciencia diese muerte a un
determinado buen sentido tradicional, para crear un “nuevo” buen sentido.
En
Marx se encuentra a menudo referencias
al sentido común pero no se trata de referencias sobre la validez del contenido
de estas creencias sino sobre la solidez formal y sobre su imperatividad cuando
producen normas de conducta. En las referencias se afirma la necesidad de
nuevas creencias populares, de un nuevo sentido común y de una nueva cultura y
de una nueva filosofía que se enraicen en la conciencia popular con la misma
fuerza y la misma imperatividad que las creencias tradicionales.
NOTA 2
– En la enseñanza de la filosofía que no se
propone informar históricamente al discente sobre el desarrollo de la
filosofía del pasado sino formarle culturalmente, ayudarle a elaborar críticamente su propio pensamiento
para participar en una comunidad ideológica y cultural, es necesario partir de
lo que el discente conoce ya, de su experiencia filosófica (después de haberle
demostrado precisamente que posee esta experiencia, que es “filósofo” sin
saberlo). Y dado que se presupone un cierto nivel medio intelectual y cultural
de los dicentes, que verosímilmente sólo han recibido con anterioridad
informaciones intermitentes y fragmentarias y carecen de toda preparación
metodológica y critica, no puede dejarse de partir del sentido común en primer
lugar y de la religión en segundo lugar. Sólo en un tercer momento puede
partirse de los sistemas filosóficos elaborados por los grupos intelectuales
tradicionales.
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