GRAMSCI, Antonio - "Observaciones sobre el folklore (1949)
ANTONIO
GRAMSCI:
OBSERVACIONES
SOBRE EL FOLKLORE (1949)
Observaciones sobre el
folklore
3. ¿Cuál es la concepción de folklore
que maneja Gramsci? ¿En qué difiere de la tradicional?
4. Observe, a lo largo del texto, la oposición oficial/popular y note en qué conceptos aparece involucrada y de qué manera.
5. Según Gramsci ¿debe enseñarse el folklore en la escuela? ¿de qué manera?
4. Observe, a lo largo del texto, la oposición oficial/popular y note en qué conceptos aparece involucrada y de qué manera.
5. Según Gramsci ¿debe enseñarse el folklore en la escuela? ¿de qué manera?
Gramsci
define con el nombre de folklore la forma más desorganizada y asistemática de
la cultura. El folklore vendría a estar constituido por fragmentos de todos los
puntos de vista elaborados en épocas pasadas y compuestos por una multiplicidad
heterogénea de creencias, valores y supersticiones.
Lejos
de considerar al folklore como algo raro y pintoresco, propone tomarlo bien en
serio porque allí se cristalizan las condiciones de vida cultural de un pueblo.
Es necesario estudiarlo como “concepción del mundo y de la vida”, en gran
medida implícita, de determinados estratos (determinados en el tiempo y en el
espacio) de la sociedad en contraposición (por lo general también implícita,
mecánica, objetiva) con las concepciones del mundo “oficiales” (o en setido más
amplio, de las partes cultas de las sociedades históricamente determinadas) que
se han sucedido en el desarrollo histórico.
El
sentido común es algo así como el folklore filosófico. Es la concepción del
mundo típica de las clases subalternas compuesta por un agregado caótico de
concepciones del mundo heterogéneas, acríticas, incoherentes, fragmentadas y
sedimentadas desde épocas pasadas.
El
pensamiento y la ciencia moderna dan continuamente nuevos elementos al
“folklore moderno”, en cuanto ciertas nociones científicas y ciertas opiniones,
separadas de su complejo y más o menos desfiguradas, caen continuamente bajo el
dominio popular y son “insertadas” en el mosaico de la tradición.
El
folklore puede ser entendido sólo como un reflejo de las condiciones de vida
cultural del pueblo, si bien algunas concepciones propias del folklore se
prolongan aún después que las condiciones hayan sido modificadas o hayan dado
lugar a combinaciones caprichosas.
Se
puede sostener que toda religión, aún la más adiestrada y refinada, es
“folklore” en relación al pensamiento moderno, con la diferencia capital que
las religiones, y la católica en primer lugar, son elaboradas y sistematizadas.
El
nivel inmediatamente superior en la organización de la cultura es la religión.
Ésta es una multiplicidad de elementos acríticos, supersticiones
pseudo-científicas y movimientos heréticos populares.
También
existe una “moral del pueblo”: conjunto determinado de máximas para la conducta
práctica y de costumbres que se derivan de ella o la han producido, moral que
está estrechamente ligada con la superstición, a las reales creencias
religiosas.
Para
Ciampini, el folklore es un fin en sí mismo o tiene la única utilidad de
ofrecer a un pueblo los elementos para un conocimiento más profundo de sí mismo
(folklore = conocimiento y ciencia del folklore).
Conocer
el folklore significa para el maestro conocer cuáles otras concepciones del
mundo y de la vida trabajan de hecho por la formación intelectual y moral de
las generaciones más jóvenes, para extirparlas y sustituirlas con concepciones
consideradas superiores.
El
folklore debe ser enseñado para que desaparezca la separación entre cultura
moderna y cultura popular y, así, determinar el nacimiento de una nueva cultura
en las grandes masas populares.
La
filosofía es una concepción del mundo más sistemática y homogénea. Pero el buen
sentido sería el nivel óptimo porque comprendería una elaboración de una
conciencia autónoma y crítica de las condiciones materiales y de lucha por la
hegemonía. El buen sentido sería la filosofía de la praxis.
Los
intelectuales orgánicos no son filósofos, sino más bien organizadores que difunden
ideas, organizan colectivos y construyen voluntades. Un ejemplo de intelectual
orgánico de las clases dominantes bien podría ser Mariano Grondona. Mientras
tanto, parecería no haber intelectuales orgánicos de las clases populares.
Literatura popular
1. ¿Por qué, según Gramsci, no existe
una literatura nacional-popular en Italia? Relacione con las nociones de
intelectual orgánico y hegemonía.
2. ¿Cuáles son los géneros populares y
cuáles son sus aspectos nacionales?
Concepto de
"nacional-popular"
Según
Gramsci, en su época no existía una literatura nacional-popular en Italia
porque faltaba una identidad de concepción del mundo entre los escritores y el
pueblo. Los sentimientos populares no eran vividos como propios por los
escritores italianos.
En
Francia, lo nacional naturalmente implicaba un significado mucho más cerca de
lo popular por su historia (Revolución Francesa). En Italia, en cambio, lo
nacional tenía un significado mucho más restringido ideológica y políticamente.
El
término “nacional” en Italia estaba más ligado a una tradición intelectual y en
ningún caso coincidía con lo popular dado que en ese país los intelectuales
estaban alejados del pueblo-nación. El elemento intelectual nativo era más
extranjero que los extranjeros frente al sentir del pueblo-nación.
En
ese contexto, la literatura “nacional” denominada “artística” no era popular en
Italia. Es por eso que el público italiano se interesaba más por la literatura
extranjera popular y no popular que por la italiana.
La
literatura popular francesa sí había sabido elaborar un moderno humanismo capaz
de reflejar las vivencias de los estratos más rústicos e incultos. Es por eso
que se difundió también en Italia, donde esto estaba ausente.
Que
el pueblo italiano leyera con preferencia a los escritores extranjeros
significa que sufría la hegemonía intelectual y moral de los intelectuales
extranjeros.
Según
Gramsci, en su época no existía una literatura nacional-popular en Italia
porque faltaba una identidad de concepción del mundo entre los escritores y el
pueblo. Los sentimientos populares no eran vividos como propios por los
escritores italianos.
Es
decir, que los sentimientos populares no son vividos como propios por los
escritores, ni los escritores cumplen una función "educadora nacional",
o sea que no se han planteado ni se plantean el problema de elaborar los
sentimientos populares luego de haberlos revivido y hechos propios.
Los
periódicos son organismos político-financieros y no se proponen difundir las
bellas letras "en las propias columnas" si estas bellas letras no
hacen aumentar la renta. La novela de folletín es un medio para que un
periódico se difunda entre las clases. El hombre de pueblo compra un solo
periódico, cuando lo compra. La elección del periódico no es de ninguna manera
personal, sino que depende frecuentemente del grupo familiar. Es por eso que
los periódicos puramente políticos o de opinión nunca han llegado a tener una
gran difusión (excepto en los períodos de lucha política intensa). Tales
periódicos eran comprados por jóvenes, hombres y mujeres, sin grandes
preocupaciones familiares y que se interesaban fuertemente por el éxito de sus
opiniones políticas, y por un número pequeño de familias con ideas muy
definidas.
Pero
el problema más interesante es el siguiente: ¿ por qué los periódicos de 1930
si quieren difundirse (o mantenerse) se ven obligados a publicar los folletines
de hace un siglo (o los modernos del mismo tipo)? ¿Y por qué no existe en
Italia una literatura "nacional" del género, no obstante ser ella
rentable?
La
literatura "nacional" denominada "artística" no es popular
en Italia. ¿De quién es la culpa? ¿Del público que no lee? ¿De la crítica que
no sabe presentar y exaltar ante el público los "valores" literarios?
¿De los periódicos que en lugar de publicar en folletín "la moderna novela
italiana" publican el viejo Conde de Montecristo? ¿Más por qué el público
no lee en Italia y lee en otros países? Y por otro lado ¿es verdad que en
Italia no se lee? ¿No sería más exacto plantearse el problema así: ¿por qué el
público italiano lee la literatura extranjera, popular y no popular, y no lee
en cambio la italiana?
¿A
qué se debe que el pueblo italiano lea con preferencia a los escritores
extranjeros? Significa que sufre la
hegemonía intelectual y moral de los intelectuales extranjeros, que se siente
más ligado a los intelectuales extranjeros que a los "paisanos", es
decir, que no existe en el país un bloque nacional intelectual y moral,
jerarquizado y mucho menos igualitario. Los intelectuales no salen del pueblo
aunque, accidentalmente, algunos de ellos sean de origen popular, no se sienten
ligados a él (aparte de la retórica), no lo conocen ni sienten sus necesidades
y aspiraciones, sus sentimientos difusos; con relación al pueblo son algo
separado, sin fundamento, es decir una casta y no una articulación del pueblo
mismo, con funciones orgánicas.
La
cuestión debe ser extendida a toda la cultura nacional popular y no limitada
únicamente a la literatura narrativa. Todo esto significa que toda la
"clase culta", con su actividad intelectual, está separada del
pueblo-nación, no porque el pueblo-nación no haya demostrado y no demuestre
interesarse por esta actividad en todos sus grados, sino más bien porque el
elemento intelectual nativo es más extranjero que los extranjeros frente al
pueblo-nación.
Pero
la unidad de la lengua es uno de los medios externos y no exclusivamente
necesario, de la unidad nacional; en todo caso es un efecto y no una causa.
En
ausencia de una literatura "moderna" que sea la suya, algunos
estratos de la gente común han satisfecho de distintas maneras las exigencias
intelectuales y artísticas que, sin embargo, existen en ellos aunque sea bajo
una forma elemental y confusa: difusión de la novela caballeresca medieval,
especialmente en Italia meridional y en las montañas.
Los
laicos [Gramsci alude a toda la cultura burguesa italiana moderna, cuya tarea
histórica tendría que haber sido oponerse a la cultura eclesiástica y a su
difusión entre las masas populares] han fracasado en su tarea histórica de
educadores y elaboradores de la intelectualidad y de la conciencia moral del
pueblo-nación; no han sabido dar una satisfacción a las exigencias
intelectuales del pueblo, justamente por no haber representado una cultura
laica, por no haber sabido elaborar un moderno "humanismo", capaz de
difundirse hasta en los estratos más rústicos e incultos; como era necesario
desde el punto de vista nacional, por haberse mantenido ligados a un mundo
anticuado, mezquino, abstracto, demasiado individualista o de casta. La
literatura popular francesa, que es la más difundida en Italia, representa en
cambio, en mayor o menor grado, de una manera que puede ser más o menos
simpática, este moderno humanismo, este laicismo moderno a su modo. Pero si los
laicos han fracasado, los católicos no han corrido mejor suerte. Es preciso no
dejarse ilusionar por la discreta difusión que tienen algunos libros católicos;
ella es debida a la vasta y potente organización de la Iglesia y no a una
fuerza íntima de expansión. Esos libros son regalados en las numerosísimas
ceremonias y son leídos por castigo, por imposición o por desesperación.
La
insuficiencia de los intelectuales católicos y el poco éxito de su literatura
son uno de los indicios más expresivos de la íntima ruptura que existe entre la
religión y el pueblo. Este se encuentra en un estado misérrimo de indiferencia
y de ausencia de una vida espiritual activa. La religión ha permanecido en
estado de superstición, pero no ha sido sustituida por una nueva moralidad
laica y humanista por la impotencia de los intelectuales laicos (la religión no
ha sido ni sustituida ni íntimamente transformada y nacionalizada como en otros
países, como en América el mismo jesuitismo. La Italia popular está todavía en
las condiciones creadas inmediatamente por la Contrarreforma: la religión,
cuanto más, se ha combinado con el folklore pagano y ha permanecido en este
estadio).
La
novela de folletín sustituye (y favorece al mismo tiempo) el fantasear del
hombre del pueblo, es un verdadero soñar con los ojos abiertos. Se puede ver lo
que sostienen Freud y los psicoanalistas sobre el soñar con los ojos abiertos.
En este caso se puede decir que en el pueblo el fantasear depende del
"complejo de inferioridad" (social) que determina dilatadas fantasías
sobre la idea de venganza, de castigo de los culpables por los males
soportados, etc. En El Conde deMontecristo se
dan todos los elementos para acunar estas fantasías y por ende administrar un
narcótico que apacigüe la sensación del mal, etc.
Diversos tipos de
novelas populares
Existe
una gran variedad de tipos de novela popular y es de observar que, si bien
todos los tipos gozan simultáneamente de alguna difusión y fortuna, prevalece,
sin embargo, uno de ellos sobre los demás y en gran proporción.
Catálogo
de tipos de novelas populares:
1)
Victor Hugo, Eugenio Sue (Los miserables, Los misterios de París) tiene
evidentemente un carácter ideológico-político, de tendencia democrática ligada
a las ideologías del 1848;
2)
sentimental, no político en sentido estricto, pero en el cual se expresa lo que
se podría definir "una democracia sentimental" (Richebourg,
Decourcelle, etc.);
3) se
presenta como de intriga pura, pero que tiene un contenido ideológico
conservador-reaccionario (Montépin);
4) la
novela histórica de A. Dumas y de Ponson du Terrail que, además, de su carácter
histórico, tiene un carácter ideológico-político, pero menos evidente;
5) la
novela policial en su doble aspecto (Lecocq, Rocambole, Sherlock Holmes,
Arsenio Lupin);
6) la
novela tenebrosa (fantasmas, castillos misteriosos, etc.: Ana Radcliffe, etc.);
7) la
novela científica de aventuras, geográfica, que puede ser tendenciosa o
simplemente de intriga (J. Verne).
Cada
uno de estos tipos tiene luego diversos aspectos nacionales (en América, la
novela de aventuras es la epopeya de los pioneros, etc.). Se puede observar
cómo en la producción de conjunto de cada país está implícito un sentimento
nacionalista, no expresado retóricamente, pero hábilmente insinuado en la
narración. En Verne y en los franceses, el sentimento anti-inglés, ligado a la
pérdida de las colonias y a la irritación causada por las derrotas marítimas;
es vivísimo. En la novela geográfica de aventuras, los franceses no chocan con
los alemanes, sino con los ingleses.
En
Italia, ninguno de estos tipos ha tenido escritores (numerosos) de cierto
relieve (no relieve literario, sino valor "comercial", de invención,
de construcción ingeniosa de intrigas, complicadas si, pero elaboradas con
relativa racionalidad). Ni siquiera la novela policial, de tanto éxito
internacional (y financiero para los autores y editores) ha tenido escritores
en Italia; y, sin embargo, muchas novelas, especialmente históricas, han tomado
como argumento a Italia y las vicisitudes históricas de sus ciudades, regiones,
instituciones, hombres. La literatura popular sobre la vida de los bandidos, ha
tenido en Italia un cierto éxito pero es una producción de un valor muy bajo.
El
último y más reciente tipo de libro popular es la vida novelada que, de todos
modos, representa una tentativa inconsciente por satisfacer las exigencias
culturales de algunos estratos populares más despiertos culturalmente, que no
se conforman con la historia del tipo Dumas. Esta literatura tampoco tiene en
Italia muchos representantes (Mazzucchelli, Cesare Giardini, etc.).
Sobre la novela
policial
La
novela policial ha nacido al margen de la literatura sobre las "causas
célebres" noveladas, coloreadas con la ideología popular en torno a la
administración de la justicia, especialmente si se entrelaza con ella la pasión
política. El pasaje de este tipo de novela a las novelas de pura aventura está
señalado por un proceso de esquematización de la intriga pura, depurada de todo
elemento de ideología democrática y pequeño-burguesa. Ya no más la lucha entre
el pueblo bueno, simple y generoso y las fuerzas oscuras de la tiranía
(jesuitas, policía secreta ligada a la razón de Estado o a la ambición de cada
uno de los príncipes, etc.), sino únicamente la lucha entre la delincuencia
profesional o especializada y las fuerzas del orden legal, privadas o públicas,
sobre la base de la ley escrita.
La
actividad "judicial" ha interesado siempre y continúa interesando. La
actitud del sentimiento público hacia el aparato de la justicia (siempre
desacreditado y de allí, por consiguiente, el éxito del policía privado o
diletante) y hacia el delincuente ha cambiado frecuentemente, o al menos ha
adquirido diferentes matices. El gran delincuente ha sido representado con
frecuencia como superior al aparato judicial, directamente como el
representante de la "verdadera" justicia.
El
tipo de Javert de Los Miserables es interesante desde el punto
de vista de la psicología popular: Javert es injusto desde el punto de vista de
la "verdadera justicia", pero Hugo lo representa de manera simpática,
como "hombre de carácter", vasallo del deber "abstracto",
etc. De Javert nace quizá una tradición según la cual el policía también puede
ser "respetable".
No
es verdad que en la novela "judicial" los ingleses representan la
"defensa de la ley", mientras los franceses representan la exaltación
del delincuente. Se trata de un pasaje "cultural" debido a que esta
literatura se difunde también en ciertos estratos cultos. Recordar que Sue, muy
leído por los democráticos de las clases medias, ha escogido todo un sistema de
represión de la delincuencia profesional.
En
esta literatura policial han existido siempre dos corrientes: una mecánica, de
intriga, la otra artística. Chesterton es hoy el mayor representante del
aspecto "artístico", como lo fue en su tiempo Poe. Balzac con
Vautrin, se ocupa del delincuente pero no es, "técnicamente", un
escritor de novelas policiales.
Orígenes
populares del “superhombre”
concepciones
“superhumanas” contra la moral convencional ¿son puramente de origen nietzchiano,
o tiene origen vinculado con la novela de folletín?
Gramsci
cree que se puede afiermar que una gran parte de la sedicente “super-humanidad”
nietzchiana tiene como único origen y modelo doctrinal a El Conde de
Montecristo, de Dumas. El tipo más acabado, ue está representando por Dumas
encuentra réplicas en otras novelas del mismo autor.
El
nexo real parece verdadero desde el punto de vista de la cultura. El tipo de
“superhombre” es Montecristo, liberado de este halo particular de “fatalismo”
que es propio del bajo romanticismo.
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