Módulo 1: Ciencia, política e ideología
Se desarrolla en
las décadas del 60 y 70 y se dan 2 tendencias importantes en la investigación
de la comunicación, que se está autonomizando como campo: la crítica ideológica
y la economía política.
Contexto social, político y económico: va desde 1959 hasta 1976, en el medio están la revolución cubana, el
mayo francés, el cordobazo, el gobierno de Allende en Chile, la dictadura de
Pinochet en el 73 y la argentina en 1976. Se da un ascenso progresivo,
creciente de las luchas de la clase obrera y de la organización de la misma
desde el 69 en adelante. Se da en las huelgas, en el desarrollo de comisiones
internas fabriles y el control de la vida en las fábricas, algo destruido por
la burguesía y la dictadura. Estas luchas ejercen presión sobre los
intelectuales y deben redefinirse y recolocarse frente a la situación política
y social. De esto surge la idea sartreana del intelectual comprometido con gran
influencia en América Latina. El intelectual comprometido es aquel que desde su
especificidad interviene opinando, denunciando la cosa pública (Vietnam,
injusticia social en América Latina, etc). Se opone a la figura del intelectual
liberal que investiga la realidad y llega a sus conclusiones, sin preguntarse
para qué o para quién. Antes del golpe, surge también la figura del intelectual
revolucionario (Walsh) que se vuelca hacia la lucha armada. Ya no alcanza con
ser ensayista o investigador, sino que hace falta algo más que es la
participación activa.
Crítica ideológica: Para
Barthes, busca dar cuenta en detalle de la mistificación que transforma la
cultura burguesa en naturaleza universal. Nace de la impaciencia de ver cómo
los medios, la cultura y el sentido común presentan como natural, los hechos
históricos. Mattelart intenta desmitificar y desnudar los mecanismos a los que
recurre el orden burgués para impedir que el dominado tome conciencia de su
condición, de sus intereses de clase y de su alienación. La ideología oscurece
y oculta la realidad social, material e histórica. Por ello hay que
desocultarla, descubrirla. Como perspectiva, supone que todos los mensajes de
la cultura masiva vehiculizan ideología y por lo tanto los aborda desmontando
todos sus mecanismos de ocultamiento. La crítica ideológica cuenta con 2 grandes
tradiciones teóricas, conceptuales, metodológicas que confluyen en Barthes. La
primera es la TRADICIÓN MARXISTA, que
aporta los conceptos clave: la ideología,
entendida como un discurso que oscurece y opaca las relaciones sociales.
Haciendo un paralelo con el marxismo, concluyen que los discursos masivos
presentan los hechos como naturales,
como dados, sin historia. Al ocultar su origen histórico y material se niega su
posibilidad de luchar para su transformación. Los conceptos varían
históricamente, están sujetos a las luchas sociales y sujeto a
transformaciones. También realiza una lucha por esclarecer la posibilidad del
cambio. Otra tesis que retoman de Marx es la que afirma que las ideas
dominantes de una época son las ideas de la clase dominante. La ideología
domina, controla, cuando no alcanza se reprime. Para ello, la clase dominante
acude a un procedimiento, para hacer que sus ideas sigan siendo dominantes, las
presenta como universales, no como
propias, ni como producto de sus intereses de clase (por ejemplo, el trabajo
dignifica, genera bien común, USA que defiende la libertad para quedarse con el
petróleo). Al presentar ese carácter universal, está ocultando, disfrazando
intereses absolutamente particulares. Dentro de esta tradición, también figuran
Adorno y Horckheimer quienes agregan el concepto de industria cultural, considerando que el universo cultural está
procesado por la mercantilización, de transformación en productos que sólo
tienen valor de cambio y son todos equivalentes. Son productos estereotipados,
en serie, clisés. Repiten una ideología dominante, para el control del ocio de
las masas. Otro aporte es el realizado por Althusser, quien incorpora el
concepto de aparatos ideológicos de
Estado (AIE). A los aparatos represivos ejercidos por la policía, los
militares se le suman los ideológicos, que funcionan masivamente con la
ideología y que pertenecen al dominio privado: iglesia, escuela, medios de
comunicación, que coinciden en su estrategia de control ideológico. Finalmente,
Gramsci, conceptualiza la idea de intelectual
orgánico, un intelectual que está ligado fuertemente, orgánicamente a una
organización de base (clave para Comunicación y cultura que no quiere ser un
conjunto de profetas desarmados). La finalidad de la crítica ideológica es
contribuir al desarrollo de ese movimiento disciplinado de base, del proceso de
liberación. El orgánico es intermedio entre el comprometido y el
revolucionario.
La segunda, es la TRADICIÓN SAUSSUREANA. Saussure, piensa
la lengua organizada como un sistema de signos. Cada signo para configurarse
como tal, se basa en la relación opositiva con los demás signos. En esa
relación opositiva, el signo adquiere valor. Para estudiar los signos en el
seno de la vida social debe existir una ciencia que es la semiología. Este será
un método que tomará la crítica ideológica. (Ejemplo selecciono las tapas de
los diarios y busco las oposiciones, las diferencias). De este estudio sobre
las oposiciones, surge el estructuralismo. Jakobson, aporta los conceptos de selección y combinación. Al hablar o escribir, realizamos 2 operaciones
básicas: seleccionamos (elegimos un ítem de una lista interminable) y los
combinamos sucesivamente. Con esto se puede arribar a lo que Verón denomina,
semantización, y se puede observar las diferencias de selección y combinación
ya que existen muchas posibilidades. Finalmente Barthes que funda un tipo de
semiología, ya que considera que se necesita un fino instrumento de análisis
para denunciar esa naturaleza universal con la que los medios y la cultura
masiva presentan los hechos. Ese instrumento de análisis es el estructuralismo
y con el da cuenta de la mistificación de la cultura masiva.
La crítica ideológica parte de una definición de
ideología, en términos de discursos que oscurecen las relaciones sociales, que
naturalizan y universalizan. Tiene un objeto de estudio que es la cultura
masiva y tiene un método de análisis que es el estructural. Su finalidad es
desnudar al poder, acelerar la conciencia de las masas y construir en definitiva
una cultura socialista.
Estado del campo: La crítica
ideológica tendrá una inserción diferente en Argentina y en Chile. Esto se da
porque tienen contextos sociales y políticos distintos, con intelectuales
diferentes, al igual que las propuestas de investigación y la política
cultural.
La sociedad y la
cultura se organizan en campos. Consideramos campo: como un sistema de posiciones y de relaciones, relativamente
autónomos, donde los sujetos intervinientes luchan por un capital. Dentro de él
existen posiciones opuestas, encontradas, en confrontación. Un campo se
constituye históricamente y, al hacerlo empieza a tener autonomía relativa.
(Ejemplo la discusión entre los escritores de Florida y los de Boedo. El
legítimo no discute, sino que establece estrategias de conservación, los
restantes despliegan estrategias de subversión.
Polémica: En este momento el
campo de la comunicación se está constituyendo, no se enfrentan dos
instituciones sino dos revistas (Lenguajes y Comunicación y Cultura). Verón
viene de la semiología, Schmucler de letras, porque no había
institucionalización de los saberes.
1) Lenguajes: “Presentación”
Aparece en Buenos
Aires en 1974, impulsada por Verón, Steimberg y Traversa y se muestra como una
revista institucional de la Asociación Argentina de Semiótica. Su campo de
estudio es la producción social de significación. Se recuesta más en la
tradición saussureana que en la marxista. Remite a la novedad del
estructuralismo y la aparición de la semiología, que según Verón venían en el mismo
paquete. Existe una doble necesidad: la de insertarse en la lucha política y la
de producir conocimiento científico. Producir conocimiento supone responder a
la necesidad de construir una teoría sistemática de la ideología en los
discursos y un método riguroso de análisis, teoría y método que no se tiene. La
política y la ciencia son esenciales y presentan una contradicción objetiva ya
que al dejar una de lado, genera riesgos, porque si dejamos de hacer ciencia,
hacemos política (de eso acusa al estructuralismo chileno) y se mistifica al
intelectual. Si hacemos sólo ciencia nos perdemos la realidad en la que estamos
insertos. Otro riesgo es la reproducción de las teorías de los países
centrales. Para tomar el poder es necesaria la teoría marxista y para enfrentarse
a los medios se necesita de una teoría sistemática de la ideología y un método
que todavía no existen y hay que construir. Es necesario evitar caer en
reduccionismos como el contenidismo, el esteticismo, el tecnologicismo, los
contenidos no importan porque la tecnología crearía sociedades y el
economicismo que sólo considera el análisis económico desligado de las demás
dimensiones.
La revista propone
rigor teórico, la necesidad de una crítica política ideológica que tenga rigor
teórico y el reconocimiento de la especificidad histórica de los países de
Tercer mundo en su combate por la liberación por medio de luchas populares que
emerjan nuevas formas de cultura.
2) Comunicación y Cultura: “Editorial”
Sale en Chile en
1973, impulsada por Armand Mattelart y Schmucler, para ellos sería imposible
analizar la comunicación separada de la cultura (La barra haría más fuerte la
relación), deben estar articuladas. Se critican los medios y otros aparatos
ideológicos del Estado pertenecientes a la burguesía. Se proponen trabajar
orgánicamente vinculados con un proceso de luchas sociales, que van a acompañar
el proceso político latinoamericano. Es un instrumento que acompañará las
luchas sociales, que espera constituir un nuevo orden.
3) Eliseo Verón: “Estructuralismo y semiología en
Argentina y Chile”
Verón afirma que
llegan los mismos libros pero tienen destinos ideológicos distintos, se
insertan de manera diferenciada en Chile y en Argentina. En Chile se inserta en
grupos políticamente activos con una fuerte tradición marxista (la tradición
saussureana y marxista calza a la perfección). Estos intelectuales están
formando parte de la Unidad Popular, del gobierno de Allende desde antes de la
asunción. Analizan toda la prensa burguesa (revistas del corazón, de moda,
etc.) una lucha político cultural, contra casi todos los medios que pertenecen
a la derecha. Hacen una crítica ideológica de todos estos grupos para
desnudarlos ante la sociedad chilena y que sean rechazados por los sectores
populares.
En Argentina,
ingresa en el ámbito académico y la vinculación con el marxismo no se da igual
que en Chile. Empezó marginalmente en el Departamento de sociología y por la
represión militar de Onganía, se margina aún más y empiezan a reunirse en
grupos de estudio.
Privilegian la
necesidad de construir una teoría sistemática de la ideología en los lenguajes
y una metodología que analice la manipulación de los textos. Leen críticamente
el libro “Para Leer al Pato Donald”. Dicen que ahí no hay problema de método
porque no se plantea nada, se realiza una lectura intuitiva, arbitraria, llena
de a prioris (si lo hace el imperialismo, la ideología imperialista tiene que
estar ahí). Discute la ausencia de método o lo entiende como intuitivo y sin
control. Primero discute la
necesidad de construir teoría y metodología y luego discute el lugar del
intelectual. Reclamando así una especificidad. Si están del lado político ¿para
qué usan el lenguaje científico? Es importante la producción de conocimientos y
teoría para la construcción del socialismo en países dependientes.
4) Paula Wajsman: “Polémica: una historia de fantasmas”
Realiza una fuerte
crítica al libro “Para leer al Pato Donald”. Ve una asociación libre realizada
por los autores, no hay rastros del momento en que se descubre lo oculto.
Consideran a los niños vaciados de deseo como tábulas rasas y no ven el deseo y
el goce que alcanzan al proyectar los errores en un adulto (lo justifica desde
el psicoanálisis). Para denunciar la infiltración cultural, hacen falta investigaciones
críticas sobre la cultura masiva. Crean conclusiones ilusorias, cosas que no
están en los textos y buscan más aspectos psicológicos, proyecciones que
ideología encubierta.
5) Héctor Schmucler: “La investigación sobre cultura
masiva”
Schmucler en el 75
responde a la polémica y dice que la revista es inconsecuente, y se resumen en
la oposición ciencia/ideología. No hay contradicción entre hacer política y
ciencia, explica que las investigaciones realizadas tienen una justificación
externa, la lucha política es la que va a justificar la investigación que están
realizando. Hay una demanda social, una necesidad política de investigar. Es en
la realidad social y política donde se prueba el sentido y la verdad
científica, de ahí que el método se justifica políticamente y no por una
teoría. Se usa el método (estructuralismo de oposición o la semiología) como
instrumento para revelar la ideología dominante en la cultura masiva por eso no
hay contradicción entre hacer ciencia y hacer política. El método depende del
proyecto político cultural que se persigue. La semiología es un instrumento
para llevar adelante una tarea político cultural. Coinciden en el objeto ya que
se proponen analizar la producción social de significaciones, los lenguajes
masivos pero Verón analiza al pato Donald, descartando la política, haciendo
ganar a la ideología dominante.
La significación de
los mensajes podría indagarse a partir de las condiciones histórico-sociales en
que circulan teniendo en cuenta las experiencias sociales, políticas y
culturales de los receptores (desde dónde se lo recibe). Es inútil comenzar el
estudio por el mensaje, hay que buscar las condiciones de recepción de esos
mensajes para obtener datos reales sobre su significación y que esas
condiciones tienen un referente político. Se debe partir de la situación socio
económica en la que el mensaje circula.
7) Héctor Schmucler: “Donald y la Política”
El libro sale en el
contexto de la UP en el poder en Chile, denuncia la colonización cultural en
América Latina. Es atacado por la derecha que defiende a Donald por ser sano
entretenimiento. Ante esta naturalización se critican los pilares de su
estabilidad. La revolución obrera debe acabar con el sistema capitalista basado
en la plusvalía y con la ideología que lo perpetúa. Hay un andamiaje
jurídico-institucional reproductor, al igual que los medios, de la ideología
dominante. La revolución debe ser un movimiento totalizador que cambie la
cultura para ser exitoso. Donald es la metáfora del pensamiento burgués.
8) A. Mattelart y A. Dorfman: “Para leer al Pato
Donald”
No usan un lenguaje
erudito para no reflejar el lenguaje de la dominación. La revista estaba ligada
al gobierno anterior de derecha y los personajes son familiares e incorporados
al acervo cultural. Se prohíbe la producción de Disney en Chile y se los
reemplaza por personajes que describan la realidad nacional chilena. La
burguesía naturaliza al niño y al entretenimiento como apolíticos y sus
personajes son tipos humanos cotidianos que se encuentran en cualquier clase,
país o época. Los defensores ya fueron moldeados con esos ideales y acusan a
los detractores de ser subversivos, marxistas, etc.
La narrativa es
ejecutada por adultos que se basan en lo que ellos consideran que es o debe ser
un niño –un adulto en miniatura alejado de los conflictos diarios, asexuado,
con bondad natural y sin violencia-, y ellos imitan a los personajes de ficción
acatando un ideal ético y estético que se les aparece como el único proyecto
posible de humanidad. Los valores adultos son proyectados en los niños y
protegidos por ellos sin réplicas. El niño puro reemplazará al padre corrompido
con los valores del padre. La literatura familiar sustituye y representa al
padre sin tomar su apariencia. La ficción permite el acercamiento que el adulto
propuso.
Conclusiones: Siempre propagó el
american dream of life, el modo en que USA se sueña a sí mismo. Toda realidad
es una incesante interacción entre una base material y una superestructura que
la representa y anticipa en la cabeza de los humanos. Los valores, ideas,
actitudes, están articulados según la forma concreta en que los seres humanos
se relacionan socialmente entre sí para producir. La burguesía es dueña de los
medios de producción y también del modo de producir las ideas, el sentido del
mundo. Se trata de invertir la relación entre la base y la superestructura. En
Disney desaparece la industria es todo sector primario o terciario, por lo que
no hay base material ni conflicto. La base es definida como superestructura. Se
configura a la periferia como exótico e inocente lo que asegura la salvación
del centro. Los países dependientes importan el producto, y las formas
culturales de esa sociedad nunca su contenido, los factores que permitirían el
desarrollo industrial y la independencia económica. En el campo intelectual se
extrapolan ideas del centro para explicar los problemas de la periferia. Crea
una parodia del mundo subdesarrollado sin sector secundario, prohíbe lo
productivo, lo histórico, el desequilibrio del mundo equilibrado. Le hace
digerir su condición de explotado. Mientras Donald sea poder la burguesía
dormirá tranquila y para acabarlo hay que terminar con los esquemas de la vida
cotidiana impuesto por la burguesía.
LEER DEL LIBRO TODO EL PRACTICO DE LA 103 A LA 127
Módulo 2: El gran desplazamiento. Los ´80
Las características
más fuertes de la época, las transformaciones más importantes en el campo de la
comunicación y la cultura, aparecen hacia fines de esa década.
Uno de los libros más
importantes de esa época es el de Jesús Martín Barbero, De los medios a las
mediaciones. Este libro, publicado en el 87, tiene un prólogo en donde
Barbero está haciendo un balance de los diez años anteriores a la publicación
de este libro, y está diciéndonos que su trabajo consistía en desarrollar lo
que fue la investigación crítica de los 70 y que aquel "esquema" era
demasiado rígido para analizar el proceso de comunicación y se basaba en un
paradigma de la dominación que es el que va a cuestionar Barbero, a través de
este libro, para provocar un desplazamiento hacia un paradigma que permita
pensar la hegemonía, que permita pensar la cultura y que permita pensar la
recepción. No por casualidad el subtítulo del libro es “Comunicación, cultura,
hegemonía”. Postula un nuevo curso abandonando esa "vieja"
perspectiva para asumir otra.
Contextualización
Se produjeron
profundas transformaciones económicas que arrancan desde mediados de los
setenta, atraviesan los ochenta y llegan a América Latina en los noventa. Se da
el “ajuste estructural de las economías nacionales”, el neoliberalismo que es
la respuesta del capitalismo a la profunda crisis de mediados de los setenta.
La respuesta se da en USA con Reagan en el año 81 y en Inglaterra en el 79, con Thatcher. Ellos encabezan, digamos así, la
vanguardia del neoliberalismo, si lo queremos denominar de ese modo. En los
países como los nuestros es el drenaje permanente de recursos para pagar la
deuda externa y para sostener los desequilibrios de los países centrales, la
liberación o desregulación de los mercados, otros dicen la “re-regulación”,
porque en realidad hay un sinfín de nuevas regulaciones que favorecen la
expansión del capital y el mercado. Es el momento en que el Estado se
descentraliza, muy activamente -ni desaparece ni retrocede- impulsa
legislaciones para privatizar, todos los servicios: trenes, luz, gas, agua,
petróleo. Ese Estado keynesiano, de bienestar, es desmantelado y se
descentraliza para desfinanciar. Los hospitales nacionales, como las escuelas,
pasan a la gestión provincial, con el pretexto de poder asegurar una mejor y
más eficiente administración. Pero sin presupuesto -o apenas financiado por el
presupuesto de cada provincia- tal descentralización implicó la desfinanciación
del sistema (de salud, educativo). Otro punto importante es el debilitamiento
de los sindicatos y la implementación de políticas de flexibilización y
precarización laboral cada vez más profundas. Thatcher liquida todas las
huelgas, la derrota de ese movimiento obrero, que venía luchando frente a
retrasos salariales enormes, una inflación galopante que nadie podía controlar.
Y el último aspecto es el proceso de concentración y
de transnacionalización de la economía. La tendencia del capitalismo es a la
constitución de monopolios, se sabe pero en los años ochenta observamos un
proceso de concentración mucho más fuerte que en otras épocas, y sobre todo, y
esa es una novedad, en las industrias culturales. Se da desde fines de los 70
hasta la caída del muro de Berlín.
Correlativamente a
estas transformaciones económicas opera un discurso como marco ideológico
hegemónico que insistía en anunciar el fin de la historia, de las ideologías,
de los grandes relatos y el triunfo definitivo del capitalismo. Nos auguraba un
futuro pacífico, sin grandes conflictos, porque todo estaba resuelto. Pero las
guerras siguen porque es la otra forma que tienen los grandes monopolios para
entrar en el mercado. Si no entran por consenso, entran por invasión
destruyendo los obstáculos y conquistando nuevos mercados.
Este discurso atacaba
y denunciaba la crisis de un paradigma en particular: el marxista. Eso es lo
que aparece en crisis. Por eso el fin de los grandes relatos que sería el
triunfo del proletariado, entran en crisis ciertos conceptos claves y tesis del
marxismo. La noción de base y superestructura, el concepto de clase, el
concepto de lucha de clases. Empiezan a ser revisados críticamente a nivel
mundial y también en América Latina con el retorno a la democracia. Se
planteaba que el discurso de la izquierda era viejo, pero lo que se recusaba no
era el estilo supuestamente antiguo si no más bien la radicalidad de un
discurso que cuestiona el estado, que denuncia la lucha de clases, y no
encajaba en los 80.
En los 80 se
institucionaliza el campo. La expresión más clara es la constitución de la
carrera de comunicación. Los nombres que polemizan en los sesenta y setenta
pasan a ser los nombres de las cátedras. Por lo menos aquellos que, en virtud
de las confrontaciones llevadas a cabo en la década pasada, ocupan un lugar
central, dominante, en el campo.
LA CUESTIÓN DEL
PODER es la cuestión clave en
los 60 y 70 (en la academia y en la calle) y se hacen análisis para
desenmascarar al poder y al imperialismo norteamericano. No se abandona esa
discusión pero se produce un primer desplazamiento muy importante: de la dominación
a la hegemonía. De la concepción de poder focalizado que opera de manera
vertical, que controla, que manipula, que aliena, de las instituciones que
operan como aparatos de control, todo el día, ejerciendo la dominación, sin
dejar brecha alguna y con un solo objetivo: el control, el disciplinamiento, la
manipulación se pasa en los 80, al concepto clave de hegemonía, que remite a
Antonio Gramsci quien reflexiona sobre la hegemonía en los 30, preso por la
derrota del movimiento obrero italiano que llegó a ocupar fábricas, con un
funcionamiento de consejo, de control directo. Se interroga por qué pudiendo
haber ganado, se perdió y lo que pudo haber sido una revolución socialista
derivó en fascismo. Piensa que hay una particularidad en las sociedades
occidentales frente a las sociedades orientales como la URSS. Mientras en la
Unión Soviética, y antes en la Rusia, existía un estado autocrático, casi sin
sociedad civil, es decir, un estado con instituciones -partidos, sindicatos,
etc.- muy débiles; en Italia y en los países europeos en general se da otra
situación: hay estados y sociedades civiles más fuertes.
Por lo tanto se dan 2
movimientos diferentes, mientras que en Rusia se trata de ir a tomar el poder
del Estado, de dar un golpe de mano, de llevar adelante una guerra de
maniobra, en Europa se impone una guerra de “posiciones”. El Estado
está en manos de la burguesía o del bloque hegemónico que se ha constituido
entre fracciones de la burguesía. Pero, además, junto al aparato del estado
coexiste un sistema de trincheras constituido por las instituciones de
la sociedad civil que operan en la construcción del consenso: las escuelas, la
iglesia, los partidos, los medios de comunicación. Es
allí, en la sociedad civil, donde se produce el consenso, donde se construye la
opinión pública, donde se construye el sentido común. En conclusión, si la
guerra de maniobras es en última instancia la necesaria acción militar que toda
revolución impone, previamente hay que plantear, desarrollar y extender una
guerra de posiciones para ocupar cada una de las trincheras, de las
instituciones, para acelerar su crisis, para construir una nueva cultura,
nuevos consensos y derrotar al sentido común. El momento militar, entonces,
es el último, antes se daría un momento de lucha ideológica, cultural,
política, para organizar a las masas. El movimiento obrero italiano fue
derrotado por coerción, pero también por sus dificultades para articular su
lucha con los sectores populares menos avanzados -los campesinos del sur de
Italia, la pequeña burguesía-, por sus dificultades para construir alianzas,
una hegemonía sobre otras clases.
Por eso, el concepto
de hegemonía supone la coerción más el consenso. Es más, el palo es el último
recurso. Si no hay consenso, hay coerción. Y si hay coerción y sigue habiendo
crisis, la burguesía reformula su intervención (De La Rúa). Nadie puede
sostenerse en el poder sobre la base de la pura coerción, requiere del consenso
a través de las instituciones. Por eso, hegemonía es un concepto que supone
la dirección que ejerce una clase social en alianza con otras construyendo un
bloque histórico. Esa dirección es de carácter económico, político y cultural,
establecida sobre la base del consenso, ejerciendo la coerción con los sectores
con los cuales no constituye alianzas.
Gramsci se interesa
por el folklore, entendido como conglomerado indigesto formado por los
detritus (desgastado) del discurso y la ideología dominante, debía ser
estudiado seriamente, para descubrir sus temas, sus operaciones conceptuales,
su carácter reaccionario y sus aspectos potencialmente revolucionarios. Se
trataba de estudiar y comprender al folclore para superarlo porque se construye
en la familia, en la iglesia, y es allí donde se edifica la cultura dominante.
Entonces, las instituciones de la sociedad civil construyen consenso. Pero no
operan como aparatos ideológicos (Althusser) sino que hay una idea de tensión y
conflicto que atraviesa esas instituciones, lo que habilita la intervención
política, la lucha ideológica y los espacios sociales de consenso pueden ser
trabajados desde su interior. Se interviene, entonces, en todas las trincheras.
Cuando ganaste todas las trincheras, ahí está el Estado sin fortificaciones que
lo protejan.
El poder trabaja desde
el Estado pero también en cada institución subordinando y disciplinando. Por
tanto hay que intervenir allí para derrotarlo cultural y políticamente y
construir una nueva cultura popular, sobre la base de nuevas escuelas, nuevos
docentes, que desarrollen un pensamiento humanista, racional.
En los 80, Barbero,
Mattelart, Schmucler, lo usan para poner en crisis la idea de que el poder es
vertical, eficaz, omnipotente que tenían los medios o los emisores en los 60 y
70, porque la hegemonía permite analizar las brechas, las tensiones, los
conflictos. Los aparatos de control no están totalmente dominados, están
hegemonizados. Y la hegemonía no es un estado permanente, sin historia ni
conflicto. Es un proceso en el que el poder impone y concede, avanza y
retrocede. Permite pensar que no todo es dominación, que puede haber instancias
de resistencia, de creatividad por parte de los sectores populares que no
es que son solamente alienados por un poder omnipresente y omnipotente sino que
negocian sentidos, imponen otras lecturas e intereses, realizan ciertas
transacciones con los medios. El riesgo más grande, por su parte, es que puede
dejar opacadas las relaciones de dominación, hay que tener cuidado en subrayar
la cara del consenso y perder de vista que el poder se ejerce también por
dominación, por coerción, pensar que el receptor está todo el tiempo
resistiendo o que sus lecturas diferentes a las previstas son necesariamente
hostiles al poder. El concepto de hegemonía es la matriz que construye el
concepto que Barbero denomina mediación.
LA CUESTIÓN DE LA
CULTURA: El segundo
desplazamiento es de los medios a la cultura. Barbero plantea que es
necesario perder el objeto (los medios) para analizar el proceso. Por esos años
también Schmucler proponía un desplazamiento similar y casi en los mismos
términos. En el editorial de Comunicación y Cultura, propone repensar el
proyecto de comunicación y cultura y plantea la necesidad de modificar el
título: abandonar la "Y" que separa “comunicación” y “cultura”, como
instancias autónomas, para sustituirla por la barra /, la que destacaría que no
hay fronteras entre la comunicación y la cultura. O, mejor, que
comunicación/cultura constituyen un nuevo objeto de estudio para interrogar la
comunicación desde la cultura, no desde lo que hacen los medios.
Este desplazamiento de
objeto (de los medios a la cultura) genera a su vez un desplazamiento de
disciplinas. De la economía política de la comunicación y la crítica
ideológica se pasa a los estudios culturales desplazando los abordajes
materialistas y de análisis ideológico de los setenta.
Los estudios
culturales aparecen en Inglaterra a fines de los 50 con la publicación de los
primeros trabajos de Williams y de Hoggart. En América Latina el ingreso de los
estudios culturales es relativamente tardío y Barbero apura una rápida reseña
de sus lecturas de los padres fundadores. Empiezan a circular porque también en
ellos está presente la matriz gramsciana (Los planteos de Williams sobre las
determinaciones en última instancia, el rechazo a las concepciones elitistas de
la cultura y los intelectuales y la contraposición a las versiones ortodoxas
que traducían mecánicamente la relación entre la base material y la
superestructura ideológica). Reflexiona en profundidad sobre la cultura, desde
una perspectiva que no reduce todos los fenómenos al determinismo material o
como reflejo de lo económico ni los explica sólo por la dominación. El problema
es que no se pierda de vista que existe lo dominante. A Barbero se le escapó,
no menciona lo dominante. Toma a Hoggart para demostrar que los efectos de
los medios sobre los receptores no son absolutos y que se pueden generar
desvíos a través de sus experiencias y tradiciones pero deja algo de lado: la
clase obrera que analiza Hoggart está organizada y tiene una fuerte tradición
de lucha y es la de mediados de siglo. En los ochenta, y como resultado de los
procesos represivos de la dictadura, la clase obrera latinoamericana está
diezmada en sus principales cuadros. Por eso, Barbero toma los planteos más
generales de Hoggart pero para apuntalar su recuperación de la cultura popular
(no obrera necesariamente).
El énfasis de
Barbero sobre la cultura derivó en culturalismo, es decir, por superar las determinaciones
económicas olvidó que existen y que, en última instancia, están presentes.
Barbero
también menciona a Bourdieu, un autor que parece caber muy dificultosamente en
su conceptualización y en la de García Canclini. Selecciona y recorta de la teoría
reproductivista de Bourdieu en un concepto: el de hábitus que explica el proceso de interiorización de
valores, gustos, ideas, etc.
LA
CUESTIÓN DE LA RECEPCIÓN - tercer desplazamiento: se deja de analizar la
producción, la emisión, se pasa a analizar la recepción. Barbero critica a la teoría crítica, a los planteos
y los conceptos centrales de la Escuela de Frankfurt. Usa a Benjamin como la
contrafigura capaz de reconocer la experiencia de las masas y el uso que éstas
hacen de los medios frente a Adorno y Horkheimer, obtusos y elitistas, que sólo
advierten la dominación, la manipulación, el hipercontrol que ejerce la
industria cultural.
El esquema de
Frankfurt nos imposibilita pensar la comunicación, entonces se desembaraza la
teoría crítica. Adorno era elitista pero pensaba que el único modo en que el
arte podía resistir la cooptación del mercado, era al convertirse en una comida
intragable, en un fenómeno refractario, en arte y no en artefacto, replegado
sobre sí mismo pero en tensión con lo social opuesto a la caracterización que
Adorno hacía del arte ligero o masivo, que suponía una degradación de la
cultura porque estaba entregada de pies y manos (por su expresión y su
contenido) al formateo del mercado. Las críticas de Barbero son simplistas.
Barbero señala que la
industria cultural pudo haber surgido no tanto por el vasto proceso de
mercantilización de la cultura sino por una revancha de las masas que
durante siglos se vieron impedidas de acceder a ciertos fenómenos del universo
cultural. De allí que, en la perspectiva de Barbero, los medios ejercerían una suerte
de democratización difusora de la cultura -incluso alta- entre las masas. Esto
es interesante pero tramposo y populista porque en realidad es fabular el
origen de la industria cultural originada en un proceso de mercantilización. El
capitalismo encuentra que la cultura tiene enormes posibilidades de generar
ganancia, de convertirse en un negocio. Algo impensado en otro momento.
Finalmente, señalemos que la crítica al concepto de industria cultural permite
pensar otro fenómeno: la desaparición de las fronteras entre lo popular y lo
masivo. Incluso, entre estas culturas y la cultura letrada. Barbero está
pensando en una cultura en donde los límites entre lo popular y lo masivo
prácticamente no existen. Recordemos que, para la teoría crítica, la cultura masiva
venía a arrasar tanto la cultura alta como la popular. Barbero responde: ¿No
está lo popular en lo masivo? Y observa cómo lo popular se manifiesta en lo
masivo. Analizó el teleteatro, va atrás y encuentra el radioteatro, el
folletín, más atrás el melodrama (siglo XIX). Al reconstruir la historia social
del género masivo, encuentro una historia que es pre masiva, que forma parte de
la historia de la cultural popular. Y otra intervención, ¿Qué queda de lo
popular una vez que ingresa en lo masivo? Este énfasis en la recepción y la
recuperación de los productos de la cultura masiva, puede derivar en la
aceptación más o menos acrítica del estado de la industria cultural. Para qué
pensar alternatividades si los usos pueden ser tan diversos y conflictivos y los
géneros tan arraigados a la cultura popular que habilitan todos los
reconocimientos. Se relativizan las críticas a la industria cultural. De
relativizar la eficacia del poder se pasa a relativizar al poder mismo. No se
pone en discusión el poder en término de los medios sino más bien en términos
del poder del receptor, entonces las políticas culturales empiezan a ceder su
dirección y orientación general al mercado. En síntesis, si bien redescubre la
función del receptor de realizar lecturas oblicuas, su posibilidad de
apropiarse y producir sentidos, nos lleva a dejar de lado todo lo que de
reproducción de la industria cultural sigue operando a la hora de consumir los
mensajes y bienes que circulan.
19) J. Martín
Barbero: “De los medios a las mediaciones”
Se libra de la escuela
de Frankfurt, quienes consideran a la cultura como una industria, que realiza
una producción en serie, degrada a la cultura y desublima el arte, lo que es
peligroso políticamente, ya que atrofia la actividad del espectador. Barbero la
considera como aristocraticismo cultural. Benjamin, en cambio observa los usos
liberadores de los medios y piensa en las mediaciones como las transformaciones
en las condiciones de producción en función de los cambios en los campos de la
cultura. Los medios transforman los modos de percepción y se los usa para
comprender lo que pasa con las masas. Al triturarse el aura se produce un
acercamiento de las masas y un declive del modelo de recepción cultual (Mayor
distancia, recogimiento, totalidad) y un ascenso del valor exhibitivo (menor
distancia, dispersión, múltiples). Benjamin ve en la técnica y en las masas un
modo de emancipación del arte. Analiza la experiencia de la ciudad como fuente
de rebeldía política y el traslado de las huellas de cada uno a las
muchedumbres. La masa no pierde su capacidad crítica y creativa. La experiencia
del oprimido configura modos de resistencia y percepción del sentido de las
luchas.
Para construir su
marco teórico usará de Gramsci los conceptos de hegemonía y folklore.
Recurre a Hoggart que descubre cómo la cultura obrera en Inglaterra no
ha sido dominada absolutamente por los consumos masivos. El autor encuentra que
en la experiencia y la tradición cultural de los obreros ingleses puede
encontrarse una trama de mediaciones que traduce no siempre de manera
preferencial los mensajes de los medios masivos. Compran The Sun, pero
votan al Laborismo. La clase obrera usa los medios para otros fines. Las
experiencias, las prácticas, las tradiciones, son operadores de lectura,
provocan desvíos entre lo que impone la industria y lo que la cultura
obrera hace, no siempre en confrontación pero sí por fuera de sus
determinaciones. También usa el análisis etnográfico.
De Williams usa
su genealogía de cultura (primero como cultivo y luego como educación) y
lo reconstruye como el mundo de organización material y espiritual de las
sociedades, de las ideologías y de las clases sociales. También los términos dominante,
emergente, residual y arcaico las posiciones dominantes conviven conflictivamente
con lo nuevo, con aquellos fenómenos que aun siendo viejos siguen activos y
pueden recombinarse con lo emergente, y con aquello que subsiste pero ya ha
dejado de respirar, lo arcaico.
De
Bourdieu toma el concepto de hábitus que son los sistemas de
disposiciones durables estructuradas y estructurantes que integran las
experiencias pasadas y que se reproducen perpetuando la práctica en la clase.
Se da un proceso de
interiorización de valores, gustos, ideas, etc. Lo social y lo individual no
constituyen espacios separados. Lo social se interioriza con la familia, la
escuela, etc. El hábitus es el resultado de un proceso muy complejo que puede
combinar de manera desigual capitales desiguales. Los gustos de un docente
universitario pueden ser más “altos” que los de un empresario, cuyo capital (no
cultural, pero sí económico) es infinitamente mayor. Considera también la idea
de reproductividad de la cultura pensada como superación de la
infraestructura. De de Certeau aplica su teoría de los usos, en la que la
clase popular se basa en la táctica más que en la estrategia ya que no
posee un lugar desde el cual calcular las fuerzas y desarrollar las operaciones
sino que actúa en el terreno enemigo, contraatacando.
Propone un mapa
nocturno en el que se estudiará la cotidianeidad como espacio de libertad e
iniciativa ya que toda forma de consumo no es interiorización de los valores de
otras clases. Usa la noción de consumo de García Canclini: conjunto
de procesos sociales de apropiación de los productos. El consumo no es sólo
reproducción sino también producción de sentidos, prácticas de escamoteo que
buscan burlar el orden establecido. Plantea que es necesario perder el objeto
(los medios) para analizar el proceso en un momento de institucionalización y,
con su libro, produce una manualización de los saberes. De este modo al
mediacentrismo anterior hay que contraponerle una mirada cuyo centro o foco
está en la cultura, en los complejos entramados de la experiencia popular y su
cultura. Propone partir de las mediaciones. Si bien Barbero no define
este último concepto, se entiende que la mediación es un proceso donde se
encuentran más o menos conflictivamente, las lógicas de la producción y las de
los usos, un espacio de negociación, conflicto y resignificación. En esa
tensión se produce la mediación. La hegemonía supone esa mediación. Y
viceversa. Piensa en la familia como unidad básica de la audiencia, el espacio
de relaciones estrechas y la proximidad. La TV constituye 2 dispositivos clave:
1) la simulación de contacto, mantiene el contacto en la comunicación
mediante el animador y el uso de un tono coloquial. 2) la retórica de lo
directo, organiza el espacio de la TV sobre el eje de la proximidad y la
magia de ver mediante la toma directa, real o simulada y la sensación de
inmediatez. Analiza la temporalidad social, pensando la cotidianeidad
como repetitiva, organizada por la TV, en función de la rentabilidad y el
palimpsesto de un entramado de géneros. A su vez, la TV actúa por sus géneros,
activando las competencias culturales (educación, cultura regional, etnia,
etc.) y dando cuenta de las diferencias sociales que la atraviesan. Por
otra parte también influyen las lógicas de producción y de los usos, es
decir si se decide realizar cierto género en función de sus reglas, de los
criterios que definen qué es reproducible y qué no, las ideologías
profesionales, las demandas sociales, las rutinas productivas, etc.
LEER ACHMUCLER DEL
LIBRO PAGINA 167
23) Guillermo
Sunkel: “Las matrices culturales y la representación de lo popular”.
Se da una preocupación
en Chile por lo popular determinada por a) la derrota política y la consecuente
crisis del discurso sobre lo popular, b) la reducción de la clase obrera y su
cuestionamiento como agente revolucionaria y c) la aparición de otros sujetos
sociales y políticos y con ellos una multiplicación y dispersión de los
conflictos. Esto se da en un marco de crisis política y del discurso marxista
que se alejó de la realidad concreta de los sectores populares y la sustituyó
por un discurso sobre lo popular, redujo la heterogeneidad de los actores a un
actor principal (la clase obrera) y la pluralidad de conflictos a un conflicto
principal (la lucha de clases), y la variedad de facetas del mundo popular a un
espacio central (el que aparecía como politizable olvidando las prácticas
populares). Esto provocó su fracaso político. Propone contraponerle la
heterogeneidad, a través de la rebelión del coro, los sectores
marginados de la historia y carentes de representación (feminismo, indigenismo,
ecologismo) que reclaman a través de pequeños actos reivindicaciones en la
producción, la distribución, el consumo, las prácticas y la vida cotidiana. El
coro queda frente a 2 ejes 1) el de la representación/no representación no
tiene representación, en especial política son temas que el discurso considera
no politizables, marginados de la escena pública; y 2) el eje de la represión/
lo reprimido, relativo a lo ético y político escindido entre lo aceptable y
lo prohibido, lo bien visto y lo tabú. El coro será lo popular no representado
y lo popular reprimido. La primera incluye a actores, espacios y conflictos
aceptados socialmente pero no interpelados ni representados por los partidos
políticos de izquierda (jóvenes, jubilados, inválidos). Lo popular reprimido
será el conjunto de actores, espacios y conflictos condenados a vivir en los
márgenes de lo social, condenados ética y políticamente y son objeto de
campañas moralizadoras (prostitutas, homosexuales, delincuentes). Se desempeñan
en ámbitos contrarios a los espacios de autoridad y generan conflictos
particulares (contra la ley y las instituciones). Usan formas de lucha
discontinuas y no hacen referencias totalizadoras ni coordinación política.
Sunkel encuentra que los diarios se basan en 2 matrices para representar lo
popular. 1) Matriz racional iluminista: Surge con la creación del Estado
docente y la introducción de ideologías de carácter iluminista (marxismo,
liberalismo) que intentan transformar la matriz cultural preexistente por
considerarla un vestigio de una época histórica ya superada. Es laica,
antirreligiosa, la razón es el medio y el progreso el fin de la historia. La
sociedad dejará la barbarie a través de la educación y la ilustración. El
pueblo representa la barbarie. Su lenguaje es generalizador y universaliza lo
particular. 2) Matriz simbólico dramática: resiste a la racional
iluminista y su lenguaje deriva de una concepción religiosa del mundo y se
construye sobre parámetros análogos presentando al mundo en términos
dicotómicos, bien/mal, paraíso/infierno al igual que a los hombres: bueno/malo,
rico/pobre, avaro/generoso. El lenguaje
tiene pobreza conceptual pero es rico en imágenes. Tiene una estética asociada
la Iglesia Católica, la sangre como símbolo del martirio o el oro que exalta la
recompensa o el sacrificio. Esto se traduce en el sensacionalismo en la prensa.
Surge en los 30 con el ingreso de la radio, será una prensa comercial, sin
fines educativos y políticos y sin regulación estatal.
|
Racional iluminista
|
Simbólico dramática
|
Lenguaje
|
Abstracto
y conceptual
|
Concreto,
rico en imágenes
|
Estética
|
Lo
serio
|
No
serio, sensacionalista, melodramático
|
Actores
|
Clase
obrera, campesinado
|
Clase
obrera y campesinos; mujeres, jóvenes, jubilados, sin casa, indígenas,
homosexuales, prostitutas, indigentes.
|
Conflictos
|
Patrón/obrero
patrón/campesino
|
Frente
al Estado, la policía, iglesia, etc.
|
Espacios
|
Público
político
|
Privado,
vida cotidiana
|
Temáticas
|
Políticas
|
Populares tradicionales y cultura de masas
|
LEER DEL LBRO LOS DOS MARTÍN BARBERO Y STEIMBERG DE LA 207 A LA 215
Módulo 3: Comunicación, Estudios culturales y mercado Los
´90.
CONTEXTO: Se produce la caída
del muro de Berlín en 1989 y la consolidación del neoliberalismo en América
Latina. Se da un proceso de innovación tecnológica que es la Internet y
conceptos derivados como sociedad de la información, globalización de la
información, sociedades interactivas, etc. Como respuesta a la crisis del
petróleo, el capitalismo se reformula para aumentar las ganancias del capital privado.
El Estado aparentemente no participa, pero lo hace en favor del capital
concentrado con nuevas regulaciones y legislaciones. Se privatizan las empresas
estatales. Se produce un drenaje permanente de recursos a los centros
financieros internacionales, a través del pago de la deuda externa, se dan
concentraciones horizontales y verticales, en especial en la industria
audiovisual, en el marco de flexibilización laboral y caída del poder sindical.
En los ´90 se
consolida la etapa de profesionalización
de los estudios en comunicación y cultura. Este proceso supone una mayor
especialización que posibilita un mejor estudio del objeto pero también perder
de vista la totalidad, el marco en el que se inscribe el fenómeno u el objeto
que se analiza. La profesionalización supone también que las investigaciones se
hacen en función de la demanda del Estado y del mercado. Ya no es una demanda
de la sociedad, el proletariado sino el mercado. Paralelo a esto se desarrolla
un primer desplazamiento que va de las
mediaciones al consumo. En la mediación de Barbero había una tensión porque había un conflicto entre la
producción y la recepción pero el autor se focaliza en las condiciones de
recepción. El consumo ya no es un concepto en tensión y deja ocultas las
condiciones de producción. Ya no se habla de receptor activo sino de consumidor autónomo y atomizado, capaz
de producir significados diversos y hasta opuestos a los que propone la
industria audiovisual. El marco teórico
son los estudios culturales pero no los de la primera generación (que
rechazaban el aristocratismo cultural y contrarios al determinismo del marxismo
ortodoxo y se instalan en la cultura luego de la derrota obrera) sino los de
tercera produciendo los mismos desplazamientos que en América Latina que olvida
los planteos fundacionales pasando de la
sociología de la cultura a la etnografía de audiencias (propio de la antropología). Esto supone el pasaje de lo macro (que incluye la totalidad
social, las condiciones de producción y recepción) a lo micro (no permite la generalización, usa la etnografía de
audiencia y se focaliza en la recepción). Se produce también un estudio de lo
cotidiano (puesto que no está incluido en los métodos y teorías) lo que
refuerza la imposibilidad de ver la realidad social en su totalidad. Se da un segundo desplazamiento del concepto de clase al
de audiencia o comunidades interpretativas, definidas según etnias, género,
franja etaria que operan como sustitutos del concepto de clase. Finalmente un tercer desplazamiento se
produce con un pasaje que va de las
determinaciones a la autonomía. De pensar que existen determinaciones
económicas en el campo de lo cultural a pensar que éste es autónomo y
autosuficiente. O de pensar que hay determinaciones en el receptor a pensar que
éste siempre puede eludirlas creativamente. Se da un debate fuerte en Inglaterra entre aquellos que hacen economía
política y los que hacen estudios culturales. Les recriminan el abandono de la
mirada totalizadora, la ausencia de una teoría del conflicto, la pérdida del
concepto de clase, las determinaciones materiales, el estado de la industria
audiovisual. Los estudios culturales se defienden argumentando que ésa es la
tarea de la economía política y que ellos se ocupan de la recepción, los usos y
la audiencia. En América latina se privilegia a la juventud como objeto de estudio. Se corresponden el interés de
los investigadores con el del mercado: la juventud es el sector que más consume
y es redescubierto en los ´90. Por su vínculo con el mercado inventa un sujeto
que no existe: la juventud.
Los críticos son Schmucler, Sarlo y Causas
y Azares. Señalan que la juventud es una invención del mercado, que existen los
jóvenes, diferentes, desiguales. El mercado construye una imagen de la juventud
y los investigadores la aceptan acríticamente incluso como una categoría
internacional porque se igualan en el consumo. Sarlo denuncia la
hiperconcentración de los medios, la TV como consumo masivo por excelencia y la
crisis del sistema educativo. La educación pública (y la familia) no funciona
como contrapeso que forme críticamente a los consumidores y receptores. Para
realizar lecturas distintas es necesario adquirir competencias y destrezas que
sólo se adquieren a través de la incorporación de conocimientos en la familia y
en la escuela. Si no es así se está condenado a un consumo empobrecido,
determinado y clausurado.
25) Néstor García Canclini: “El consumo sirve para
pensar”
El concepto clave
es el de consumo. No visto como mero
derroche sino más complejo que la relación entre medios manipuladores y
audiencias dóciles. Esto es así por la existencia de mediadores que realizan
interacciones de colaboración y transacción entre unos y otros. Para Canclini
el consumo no es producto de la irracionalidad dócil y manipulada.
Plantea 5
modelos de análisis sobre el consumo:
1) el marxista que establece la
existencia del consumo como reproducción de la fuerza de trabajo y expansión
del capital para obtener mayores ganancias. Exageran la capacidad de
determinación de las empresas respecto de los usuarios;
2) viene de la
antropología con Castells, en el consumo se advierte la lucha de la sociedad al
demandar bienes o servicios que no tiene. Consumir es participar en un
escenario de disputas por aquello que la sociedad produce y por las maneras de
usarlo;
3) Bourdieu, que a través del concepto de hábitus, estudia al consumo
como lugar de diferenciación y distinción entre las clases y los grupos. Cada
uno interioriza su lugar social definiendo gustos y elecciones y lo que consume
funciona como distinción ante los otros: los grupos sociales legitimarían sus
diferencias a partir de consumos diferentes.
4) (Douglas e
Isherwood) 2 autores norteamericanos que plantean que la mercancía sirve para
pensar. Para llegar al consumo, descartan las perspectivas naturalistas, que
proponen que el consumo deriva de necesidades
naturales y no artificiales. Canclini afirma que todas las necesidades
humanas son artificiales, (incluso comer) y sus distintos modos de realización
son productos culturales. La otra idea que descarta es la de instrumentalidad, que plantea que
consumimos objetos solo para su uso en nuestra vida cotidiana (ropa para
abrigarse). Canclini destaca el valor simbólico de las mercancías que consumen
(se elige entre varios jeans). A partir de Bourdieu, piensa que el valor
simbólico de las mercancías consumidas participa del juego social de la
distinción. No sólo tienen una finalidad material concreta sino también una
simbólica y permiten la comprensión de fenómenos sociales. Destierra a toda la
tradición crítica que denunciaba a la sociedad de consumo por su exceso y
pobreza simbólica.
5) pensar el
consumo desde otro modelo, desde el ingreso a un proceso ritual en el que se
construyen, fortalecen y consolidan las identidades personales, familiares,
sociales, nacionales. El consumo constituiría un ritual que permite afianzar y
fortalecer los significados que en la sociedad no moderna, posmoderna estarían
dispersos, serían erráticos en función de la crisis de los grandes relatos.
Estos modelos son difícilmente compatibles, porque Bourdieu habla de diferencia
pero también de desigualdad, y Canclini se decide por el último, el ritual.
Hay dos conceptos
destacados desde el título: consumidores
y ciudadanos. No conceptualiza
los sujetos sociales en términos de sectores, ni de clase ni de cultura popular,
sino que lo hace del mismo modo en que 2 grandes instituciones nos interpelan
todo el tiempo: 1) el mercado que
nos interpela como consumidores, un término que nos iguala a todos en un acto:
el de consumir; 2) el Estado como
ciudadanos. En ambos casos la igualación se realiza pese a nuestras profundas
diferencias y desigualdades. Todos somos
consumidores y ciudadanos. De esta manera, el autor establece una
correlación entre el acto de consumir y el de constituirse como ciudadano. La ciudadanía, en la perspectiva de los ´90
se construye en el mercado a través de la práctica del consumo. Esto marca
la crisis profunda de las instituciones que históricamente han constituido al
ciudadano: las instituciones escolares y los partidos políticos, es decir la crisis del espacio público. Frente a
esta crisis, el mercado emerge renovado e innovador como la institución que
construye las identidades y la ciudadanía. Por un lado, se da una creciente mercantilización del espacio cultural y
educativo y, por otro el Estado modela
un conjunto de las instituciones sociales, esto es que el mercado se
constituye en un modelo a seguir por el conjunto de las instituciones públicas
estatales y públicas no estatales. Se piensa a la universidad y a los
hospitales como si fueran empresas. Estos planteos son descriptivos, antes que
explicativos o críticos del estado de las cosas y coinciden con un proceso de
profundas transformaciones económicas en América Latina: privatización,
concentración económica, flexibilización laboral, crisis educativa, política y
cooptación sindical, re-regulación del Estado que además implementa políticas
de gestión empresarial. Esta visión es
consecuente con la profesionalización del campo en la que el mercado pasa a ser
el gran demandante de investigaciones e insumos.
La idea del mercado
como útil para pensar invierte la postura crítica establecida por la Escuela de
Frankfurt que postula que el mercado no sirve para pensar nada y que las
mercancías alienan a los usuarios, por lo que alentaría a dejar de consumir,
porque las mercancías serían un mito que nos oculta el trabajo humano que las
produjo. Sin embargo, Canclini llega a esta teoría mediante 4 operaciones
conceptuales:
hace un balance del estado del arte, en el que destaca que los
estudios sobre consumo están todavía en desarrollo y lo piensa como algo más
complejo que la relación entre medios manipuladores y audiencias dóciles. Ese
ahora (1995) es incorrecto y reduccionista porque estuvo planteado por Barbero
en los ´80 y por Muraro y Comunicación y Cultura en los ´70 (que si bien
sobreestimaban la producción también pensaban en las relaciones con el
receptor). Una cosa es admitir
que el consumo es complejo y otra es
plantear que los consumidores producen libremente sentidos contrapuestos a los
que determina la industria audiovisual o el mercado. Su punto de partida son
preguntas retóricas como el gasto de sectores populares en ciertos eventos
(navidad, cumpleaños) o los adictos a la TV que la siguen viendo aunque sepan
que tergiversa la realidad. Los televidentes no pueden hacer nada por la
concentración mediática y escasean los medios alternativos. La otra es un
momento de inversión en la construcción de la identidad familiar, en el momento
en el que la familia se constituye. Estas preguntas son tramposas porque le
otorgan al consumidor una autonomía y libertad extraordinarias.
La segunda
operación es la eliminación del
conflicto: donde en los ´80 se escribía hegemonía, ahora se escribe
mercado. En los ´80, Barbero, al subrayar el momento de consenso por encima del
de coerción, aún suponía la existencia de un conflicto. Con el concepto de
mercado, estas tensiones se esfuman. En paralelo se produce un paso de la
recepción crítica y las mediaciones (como espacio de debate entre la lógica de
producción y recepción) a términos como colaboración
y transacción. Para Barbero el consumo no es sólo la reproducción de
fuerzas, sino también la producción de sentidos, prácticas de escamoteo que
buscan burlar el orden establecido. Canclini describe al consumo como: los procesos
socioculturales en los que se realiza la apropiación y los usos de los
productos. Es una definición descriptiva y no explicativa. El consumidor se
apropia y hace usos diversos de lo que el mercado le ofrece. No explica a qué
actores (productores o receptores) de lo sociocultural se refiere, tampoco las
relaciones desiguales entre productores, mercancías y consumidores, qué
significa apropiación, la limitación del concepto de uso, porque siempre se da
una apropiación y un uso de los bienes y estarán relacionadas con las
experiencias y las competencias culturales de los consumidores. Por ello pueden
ser usos alternativos o funcionales a los medios.
La tercera operación es la eliminación de los sujetos del conflicto.
Borra a las clases. Los consumidores establecen relaciones entre sí que
pueden ir más allá de la clase social o las naciones que los separan. Esta idea
de globalización opera creando
comunidades de intérpretes o consumidores que tienen más lazos entre sí que
aquellos que se sostienen por las viejas identidades como la clase o la nación
(ejemplo las investigaciones sobre los jóvenes). La cuarta es la ampliación del objeto. Se pasa de
estudiar el consumo de los medios, a los consumos culturales para llegar al
consumo a secas, el consumo de cualquier bien cultural o no. Esto genera dos
problemas: 1) la indiferenciación o igualación de las prácticas de consumo, es
lo mismo ponerse un piercing que leer. Hay ciertos consumos culturales que
requieren de una competencia compleja que debe desarrollarse a través del
proceso educativo. El lector crítico o activo es el que posee el background
cultural suficiente como para reformular los contenidos del producto. Esta
transposición que viene de las teorías literarias termina siendo una traición a
esas teorías.
Las derivaciones
son la descripción acrítica, el énfasis en la diferencia antes que en la
desigualdad (los consumidores como categoría social, la mirada antropológica
del consumo, abandono de la mirada materialista), el consumo sirve para pensar
por qué ante la crisis de los grandes relatos, la educación y los partidos
políticos, el fluir de significados en un mundo globalizado el mercado se
recoloca como el nuevo lugar donde los ciudadanos pueden constituirse como
tales. De allí que podemos pensar y pensarnos. La tesis de la época es que
democracia y mercado pueden conjugarse, es más la democracia se fortalecería en
el mercado. Finalmente se contradice afirmando que el consumo podría (o
debería) servir para pensar pero no lo puede hacer porque tenemos un mercado
que está librado a las fuerzas salvajes de la lógica del capital, no presenta
diversidad de ofertas sino diversidad estandarizada, no hay diversidad de
bienes, no hay información genuina, confiable y transparente. Tampoco hay
organizaciones de consumidores sólidas para controlar. El problema es que nunca
hubo mercados que no trabajen con la lógica de la máxima rentabilidad, los
mercados no trabajan para la diversificación, ni informan transparentemente
sobre sus mercancías (caería la publicidad). Plantea como utopía un mercado
democratizado con rostro humano, al que se le reclama que no busque la ganancia
todo el tiempo. La racionalidad del consumidor consiste en construir un
universo inteligible con las mercancías que elija y ve al consumo como un
espacio clave para comprender los comportamientos sociales.
LEER DEL LIBRO LA
219 Y 235
31) Beatriz Sarlo: “La teoría como chatarra”
Cita a Ure que
afirma que Landi piensa la TV desde su propia materia y no desde las
ideologías. Le discute la 1ª y 3ª parte, (no la 2ª que analiza la video
política y es valorada positivamente). Es un libro fragmentario compuesto por
artículos de diversa densidad intelectual y analítica. El zapping no es la
defensa de los lectores. Ve a la TV como el espacio de la mezcla de géneros,
discursos, temas, formatos y tiene como estrategia preferida el reciclaje.
Considera que la TV ha reorganizado la cultura contemporánea y esto le parece
positivo y emancipatorio. Cita a autores pero al pensar la TV desde su propia
materia, anula la distancia intelectual
y moral de la crítica pero intercala citas de aquellos que pensaron la TV
desde ella y otras materias pero no son necesarias para argumentar este
discurso porque lo argumenta desde la TV. La
TV es considerada una situación de
hecho, una situación que no se critica, se acepta porque allí está,
modificó el mundo, reorganizó la cultura, se impone con la contundencia de lo
consumado y la lleva a ser deseable, es un realpolitiker de los medios que
busca el lado positivo de las cosas. En
las descripciones y proposiciones teóricas, emite valoraciones pero con
precauciones. Se convierte en historicista, recurriendo al pasado para
autorizar el presente y con mucha superficialidad arma un discurso comparativo
entre la TV y las vanguardias artísticas y la imprenta. Se equivoca o es ignorante.
Con respecto a la imprenta,
el desarrollo de la prensa y la industria editorial dieron un efecto democratizador del presente y
del pasado, se amplió la cultura de elites hacia un espacio más amplio y
heterogéneo. Surgen nuevos estilos, la novela y el periodismo. Se da una
innovación pero también una gran circulación de textos, saberes nuevos y
antiguos. La imprenta no rompe la tradición cultural occidental sino que la
proyecta hacia nuevos espacios. La TV pocas veces cumple su supuesta función de
democratizar el patrimonio cultural que no es difundir obras literarias y queda
por demostrar si introdujo cambios con efectos democratizadores como el libro
impreso. Que sea transclasista no implica que sea democrática o que aporte
destrezas para el futuro. En cuanto a las
vanguardias tiene un conocimiento de 3ª mano, como ambos fragmentan y combinan deben parecerse.
Pasa por alto los conflictos estéticos de las vanguardias y las diferencias
entre operaciones. Los relaciona porque la TV hibrida géneros, los rompe y los
mezcla porque son convenciones culturales que evolucionan, se mezclan y se
quiebran y la vanguardia rompe con las reglas previas de cómo pintar y crea
otras nuevas. Alude a géneros negociados
en la TV, algo oscuro cuando las vanguardias lo hicieron como resistencia a
la consolidación en el mercado de la novela y la poesía romántica, por eso
exploran límites formales, ideológicos y morales. La TV así mezcla lo culto con
lo oral y lo popular. El problema es que cualquiera puede tomar las
herramientas de las vanguardias lo que no implica hacer lo mismo que ellos, la
TV las usa y no dice nada. Landi usa a las vanguardias para autorizar
polémicamente su discurso. Es un error
comparar a Joyce (que rompe con la gramática del relato clásica que tenía
la novela para ser ilegible y revolucionaria en lo estético y moral) con el video clip que está atado a
íconos, es una forma legible y su repetición refuerza la lectura. Afirma que es emancipatorio del concepto clásico de
realidad, destacando la superficialidad y el desecho como estética
volviendo chatarra a la cultura. No analiza un solo clip y celebra el fin de la alta cultura y denuncia el
parasitismo cultural basado en subvenciones estatales. Sin embargo, la
industria editorial y la discográfica crecieron mucho con la reedición de
clásicos. Afirma que los artistas usan espontáneamente las gramáticas de la
imagen y el fragmento y que esto es positivo (indemostrable porque teoriza la
influencia del clip) y supone que esta gramática legitima al clip
(indemostrable porque lo pueden criticar o parodiar). Usa el pop art que juega
con lo que hay detrás de las representaciones y no legitima lo que representa. Landi le quita todo el espesor al pop art.
Busca autorizar un género remitiendo a una autoridad prestigiosa (la
vanguardia) y ennoblecerlo porque lo considera el arte actual. Su teoría del clip es sin objeto porque no
hay análisis. A Olmedo lo trata como a un amigo, diferenciándose de la alta
cultura que lo critica por mal gusto, machista y autoritario. No critica los contenidos, describe los
vínculos entre Olmedo y su público, disposiciones ordenadas sobre el eje de
la chantada, subraya la improvisación y
el cinismo. La improvisación es por un lado una técnica actoral propuesta
por Olmedo como estética y, por otro, situaciones narrativas que reemplazan
otros contenidos. Olmedo hace una hipercodificación genérica que viene del
teatro de revistas y del circo. Improvisaba pero no al borde del abismo, rompía
un poco la repetición del sketch. Las
condiciones de producción de la TV están ausentes. Las críticas de Landi
son la pavada por la pavada misma, la desinformación mostrando demasiadas
cosas, borrando unas a otras sin que el televidente forme su opinión, borramiento
de la imagen que avala a lo largo del libro. En el epílogo desarrolla 2
argumentos: 1) no hay centro posible
para la razón individual, así es la TV una versión filosófica de la
posmodernidad para uso de masas. 2) la TV es instauradora de lo real, la TV
produce lo único real y las leyes de su verosímil. Lo que le saca de
centralidad subjetiva se lo devuelve transformado y centuplicado en mundo
simbólico por eso la gente quiere que la siga devorando para participar del
efecto de realidad que producen las imágenes. Es una concepción celebratoria y funda lo único real posible, las
imágenes. El zapping como
ejercicio individual que permite elegir y avala la iniciativa privada en el
medio. Esto es un obstáculo para la reforma y el despliegue del conflicto en
los medios masivos.
32) Oscar Landi: “Devórame otra vez”
La TV mezcla la
tecnología de punta con las tradiciones culturales de siglos pasados.
Reivindica la heterogeneidad cultural y la pluralidad de lenguajes. Le interesa
la TV como situación de hecho, decisiva en la mirada y la percepción. Las
imágenes son estímulo de narrativas orales y visuales que disolvieron viejos
cortes culturales y cambiaron las formas de la acción política. Considera a la
TV como un palimpsesto de imágenes porque debajo de lo escrito había otras
escrituras. Tiene algunos juicios de valor y críticas a determinados aspectos
de la programación de la TV pero se preocupa más por explicar a la TV como
portadora de un lenguaje y por las nuevas formas que predominan y trazan el
perfil de la actual civilización. El
video clip, es la metáfora del posmodernismo y sus consumidores son los
jóvenes. Representa la crisis de todos los relatos, la síntesis de lo efímero,
lo mejor y lo peor del pop art. La teoría clásica sobre el arte tenía sus
clasificaciones establecidas pero con el tiempo los géneros se diversificaron,
las vanguardias crearon contra las reglas establecidas y se dieron mezclas y
desplazamientos de un género hacia otro. Sus características son: collage
electrónico, división, simultaneidad, fragmentación de la narración en planos y
significados, secuencias en tiempo no lineal, manipulación digital de colores y
formas, artificiosidad de la composición de la imagen, simulación de escenas,
transformaciones geométricas libres, efectos gráficos, fusión, disolución,
simultaneidad de imágenes, montajes rápidos, uso de dibujos animados, imagen
computarizada y danza. El video clip fractura los relatos estructurados del
cine y la TV, de los cuales usa elementos reconocibles y los mezcla.
Descontextualiza los elementos y los rearma en otros juegos de lenguaje, la
realidad parece más blanda desarticulada en fragmentos y los define como la
estética del parpadeo. Lo compara con
las vanguardias por las discontinuidades y combinaciones de lenguajes y
narrativas (sinestesia vanguardista): la combinación de sonidos y colores: la
música visual (Kandinsky, Klee, Rimbaud). Se usan técnicas de montaje usadas
por las vanguardias, las simbologías, efectos visuales, combinaciones de imágenes
del surrealismo y dadaísmo. El predecesor fue el jukebox en los ´40 y nace en
la periferia como estudio de los lenguajes tecnológicos y estéticos de la TV y
se los usa por las urgencias de la industria del disco en USA en los ´80. La
Warner crea MTV que aumenta la venta de discos. Tiene el marketing como marca
central de su origen y habría una tensión entre el director con sus lenguajes y
los músicos que ocupan el centro de la escena. Sería la 2da fase del pop art
que mezcla formas artísticas e imágenes cotidianas (Vanguardia y publicidad
como Warhol) que producirían un dumping
cultural (mata a la competencia con precios irrisorios). El éxtasis de la
superficialidad, el desecho como estética, la cultura como chatarra, así quedó
la cultura clásica que se subvenciona para zafar del dumping y mantener los
precios. El consumo de imágenes que alienta la TV y la nueva estética que
trasciende la pantalla, condiciona, influye, infiltra las otras artes: el cine,
la pintura, la escritura toman y adaptan a sus lenguajes la estética del clip.
Dentro de él se dan subgéneros: la interpretación del cantante, se cuenta una
historia, experimental asociado a vanguardias y el simbolismo onírico. El video
clip no genera el fin de la narratividad en el arte y, si bien son historias en
3 minutos, conservan el carácter de propaganda de un disco, por ello requiere
crear un vínculo de sentido: atraer, motivar la compra por parte del
espectador. Las estrellas venden ideas y estilos de vida. Se simula no narrar
nada, pero debe gustar, permitir identificaciones con estilos de vida. Podría
considerarse como una pieza central de un proceso positivo de transformación
del mismo concepto de realidad, de emancipación de las visiones duras de la
historia vigente en la modernidad. No habría una realidad, sino un
entrecruzamiento de múltiples imágenes, interpretaciones y reconstrucciones que
compiten entre sí y que sin coordinación central distribuyen los media. La
tecnología aggiorna las viejas historias.
33) A. Ure: “El televidente es un cínico”
El público está
lejos de apegarse a lo literal o de ser esclavo de las imágenes, cree y descree
lo que ve: se ríen con una escena triste, ponen un canal para ver a alguien que
aborrecen, insultan al periodista de un noticiero, ridiculizan a los personajes
de TV. Por su parte el actor no diferencia entre la vida real y la ficción, la
TV se devoró a los políticos porque es una devoradora de imágenes, pero no todo
es producto de la reflexión y el ordenamiento. La TV no es una extensión del
cine o el teatro sino que tiene su propia gramática y los argumentos se creen
por las imágenes y no por lo que los actores dicen porque con las imágenes van
construyendo los sentimientos. Por primera vez el género de lo que se ve lo
maneja el espectador. Antes se veían géneros definidos canónicamente y se sabía
qué iba a suceder. Ahora combinamos programas, secuencias, fragmentos y
construimos un circuito dramático y con el cable hay más opciones para graduar
nuestros movimientos emocionales. Si se aburre puede ver 2 programas a la vez o
apagar el televisor. Los televidentes son cínicos pero no lo confiesan, sacan
sus propias conclusiones, no es un público esclavo. Audiencia no significa
hipnosis o adhesión incondicional, es un desparramo de sentido y uno va creyendo
partes como un bricolaje gigante. La TV triunfó sobre los demás medios.
34) L. A. Quevedo: “Olmedo, acerca de lo olmédico”
Algunos criticaron
la excesiva cobertura del caso porque era un tema que no influía en la vida
cotidiana de las personas. Quevedo opina que los ídolos también afectan la vida
cotidiana, al igual que el deterioro económico. Se hablaba de muchos temas pero
no de Olmedo. Soriano expone 2 puntos: 1) Olmedo se corrompió durante la
dictadura y su humor se volvió vulgar, degradante y fascista. Olmedo nunca usó
su humor para hablar de política, ni proponía ideas morales cercanas a las
propuestas por la dictadura. 2) su talento fue desperdiciado porque estaba todo
mediado por el dinero. Los productores pensaban más en el dinero que en el
arte. Quevedo piensa que su talento fue aprovechado en toda su dimensión en la
TV, y que la manejó como nadie. Estableció un fuerte pacto con el televidente
intentando que fuera recíproco. Olmedo es TV pura que busca entretener,
distraernos. Quería hacernos reír y lo lograba. El hecho de actuar en la TV lo
hacía berreta, pero creó un lenguaje de palabras truncas, miradas furtivas e
intenciones sugeridas. Según Ure manejaba una actuación en varios niveles
simultáneos, de manera intuitiva y caótica (cuerpo, manos y miradas y gestos
inesperados). Innovaba sobre una historia repetida, esperaba el incidente, lo
imprevisto, aprovechando las deficiencias técnicas y si no las había las
creaba, sacándole la magia a la TV para trasladársela a la creatividad del actor.
Sus personajes eran todo porque en realidad eran nada. El cine ahogaba su
creatividad.
Módulo 5: La comunicación alternativa
La alternatividad
tuvo en América Latina un enorme desarrollo teórico más o menos riguroso, y ha
tenido sobre todo una enorme cantidad de experiencias en gráfica, en radio, en
cine, en video. Las reflexiones sobre comunicación han convertido al receptor
en una suerte de procesador alternativo, en alguien que ejerce, desde sí mismo
-sus competencias y destrezas- la alternatividad a los consumos de la industria
cultural. El campo mismo, en las últimas décadas, pero particularmente de los
´90 para acá, no ha preparado el mejor terreno ni para la reflexión sobre
alternatividad ni para las experiencias de alternatividad. Para nosotros el
tema es importante porque discute implícita o explícitamente la estructura de
los medios masivos. La alternatividad, ese otro lugar de la comunicación, nos
permite analizar críticamente al sistema de los medios, las relaciones
monopólicas de propiedad, el control de los mensajes, los lenguajes
estereotipados o clisés, el tipo de relación que ese emisor entabla con sus
receptores. Nos permite desnaturalizar el proceso de comunicación que instauran
los medios masivos. La segunda razón es porque se piensa también, en el sentido
más fuerte de la palabra, en la alternatividad política. Porque no sólo está
discutiendo el poder comunicacional sino también el poder político. Cuál es la
estrategia frente a los medios y, después, cuál es la estrategia frente al
Estado, frente al mercado, etc. (detrás de tu aparato de radio está el enemigo
de tu clase).
Concepto:
"alternativo" es un concepto que está demasiado lleno y, por otro
lado, demasiado vacío. Lleno, porque en realidad parece que hubiera una
inflación del concepto de alternatividad, que se adosa a una gran cantidad de
objetos y fenómenos de lo más diverso. Hay comida, diseño, juguetes,
indumentaria alternativa. Frente a los grandes medios, los chicos; frente a lo
industrial, lo artesanal; frente a productos estereotipados, productos de
vanguardia; frente a la circulación masiva, una más local o territorial, Es decir que, aun en esta inflación, se puede
advertir que el concepto de alternatividad reúne ciertos rasgos que nos puede
ayudar a pensar la comunicación alternativa. Cuando una de estas pequeñas
empresas adquirió cierto nombre, una marca de prestigio, una gran empresa
desembarca y la compra. “ya está, prepararon todo el terreno, lo dieron a
conocer, hay un público, etc.” Entonces van y lo embolsan. Y es vacío porque
remite a una diversidad de experiencias que, por lo general, presentan más
diferencias que semejanzas. Por tanto, el concepto de alternatividad empieza a
vaciarse, a dejar de remitir a algo más o menos preciso. En realidad, en lo único
en que todos acordarían, es que alternativo es una "opción entre dos
cosas" pensando en el coordinante “o” que puedo alternar, que son
alternativas y hasta complementarias, no excluyentes (salvo en el mismo
momento). Pero también hay opciones fuertes, oposiciones. Mangone, en un
teórico sobre alternatividad, señalaba que a este tipo de alternatividad habría
que caracterizarla con la preposición “a”: son los medios alternativos “a” los
medios masivos. Esa es una manera de definir opción, como una opción fuerte, de
oposición, de “alternativa a”, de vocación de poder, de querer ocupar el
centro, de ser transitoriamente alternativo hasta que la lucha se desenvuelva y
se deje de ser alternativo para estar ahí, en el poder. Después está la idea de
complemento, la que llamaríamos una opción débil. Se trata de una alternativa
de los medios de comunicación masiva. Más que desarrollar una estrategia de
poder o más que tener una vocación de poder, lo que tiene es una vocación de
alternatividad. La alternatividad surge, en todos los casos, como un
cuestionamiento al sistema de medios: en emisión, recepción, contenidos, etc.
Lo que quieren (o reclaman) es un lector o un oyente o un espectador activo, en
el sentido de que realicen acciones: la de producir sus propios mensajes o la
de actuar sobre la realidad.
Evolución: A partir de
los planteos de López Vigil, se puede establecer una suerte de periodicidad que
permita correlacionar las denominaciones predominantes de alternatividad con el
paradigma dominante de cada etapa. 4 tiempos: 1) los ´60 y ´70, proponemos el
concepto dominante de "alternatividad"; 2) en los ´80,
"comunicación comunitaria"; 3) en los ´90, "ciudadana"; y
4) pos 2001, "contrainformación". El desarrollo de la comunicación
alternativa se gesta, en los ´60 y ´70, desde una concepción de enfrentamiento
con los medios masivos y los conceptos clave de estas experiencias e
investigaciones son: clase, ideología, manipulación, contrainformación,
imperialismo cultural. La alternatividad estaba pensada en confrontación con
los medios nacionales o trasnacionales que siempre manipulan, controlan ideológicamente a las
masas y constituyen la avanzada del imperialismo en terreno cultural. Las
experiencias que se destacan son: Cine Liberación (Solanas y Getino) con La
hora de los hornos. Una película que desarrolla un ensayo revisionista
sobre la historia argentina en términos de la izquierda peronista, es decir, en
clave de “liberación o dependencia”, de denuncia del imperialismo cultural, de
la manipulación y la confrontación, la lucha de aparatos por el poder. En los
ochenta, es la comunicación comunitaria, una dimensión que insiste menos en la
opción frente a los medios que en la
comunidad a la que se dirige, a la que se propone reunir u organizar.
Las prácticas tendieron a ser comunitarias en el sentido de dar canal, de
posibilitar la expresión, de permitir la visibilidad y el reconocimiento a
comunidades diversas: barriales, territoriales, de género, de etnia,
inmigrantes (“dar la voz a los que no tienen voz”). Surgen así las radios
“truchas”. En los ´90 López Vigil propone la “comunicación ciudadana” porque
debían convertirse en servicios, en constructores de ciudadanos, canalizando
sus reclamos, promoviendo y ofreciendo servicios. Entonces, López Vigil
reconvierte la alternatividad de los medios para poder pensar una comunicación
de servicio público que el Estado de los noventa ha abandonado al mercado. Esto
nos permite advertir que los límites entre lo alternativo-servicio público y lo
masivo es menos infranqueable. Por algo muchos de los que integran medios
alternativos pueden pasar a trabajar en canal 7 o a radio municipal, explicada
por pensar alternatividad en su versión más “civilizada”, apenas transgresora,
con baja inserción territorial o social y una cada vez mayor integración con el
estado u ONG. Después de los 2000 se recupera críticamente un concepto de los
´70: el de contrainformación, una información contraria, opositora. Es un
intento de recuperar la tradición de los ´60 y ´70 expresado en una diversidad de
experiencias cuyo centro son jóvenes videastas que conciben al cine/video como
“un arma de contrainformación”. Productos que son alternativos no sólo por la
instancia de producción, la finalidad política, sus contenidos, etc., sino
también por el modo de circulación: asambleas de trabajadores, encuentros
políticos, tomas de fábricas o facultades, huelgas, actos...
Se advierte una
correlación producto de una esquematización, pero que se ajusta a los cambios,
virajes, nuevas lecturas, pérdida de las categorías más críticas. 1) Se pasa de
intervenciones macro -confrontando con los medios masivos y el imperialismo
cultural- a intervenciones cada vez más micro -el territorio, el barrio, la
comunidad. 2) de una delimitación muy fuerte con los medios masivos -“el
enemigo que se esconde detrás del aparato”- a delimitación más flexible, casi
borrosa, con tránsitos de ida y vuelta, entre los medios masivos
y los alternativos. 3) de la alternatividad como lucha política a la
alternatividad como un medio de expresión de la diversidad de voces.
Debate: 2 tendencias
históricas y también contemporáneas. Margarita Graciano y Máximo Simpson expresan con mucha claridad tales tendencias
1) Graziano (1980) escribe en respuesta al rotundo fracaso de las “políticas
nacionales de comunicación”, una serie de iniciativas estatales pero sobre todo
de la UNESCO que en la década del setenta tratan de pensar un modelo de
comunicación contrapuesto al modelo trasnacional, de flujos informativos
desiguales por parte de los países centrales que culmina con el informe Mc
Bride. Un documento pletórico de buenas intenciones que ningún estado nacional
llevó a la práctica. Como resultado de ese fracaso, Graciano comienza a pensar
la necesidad de la construcción de una comunicación alternativa que confronte
con ese modelo, superando el justo pero limitado reclamo de “mayor acceso” y
“participación” de las masas en los medios de comunicación Define a la
comunicación alternativa como “aquellas relaciones dialógicas de transmisión de
imágenes y signos que estén insertas en una praxis transformadora de la
estructura social en tanto totalidad”. Dialógica, contrapuesta a monológica y
unidireccional de los medios que producen información antes que comunicación e
inserta en un proceso de transformación política y social. Esta definición, que
subordina los medios alternativos a la transformación radical de la estructura
social, remite a una de las tendencias históricas del campo de la
alternatividad, la “de vanguardia”.
2) Simpson escribe sus artículos también ante el fracaso de las políticas
nacionales de comunicación, pero particularmente frente a las experiencias
concretas en el espacio de la izquierda -las nacionalizaciones de los medios en
Cuba, las estatizaciones parciales en Perú y Chile- a las cuales evalúa
críticamente. Simpson concluye que no basta la confrontación con los grupos
monopólicos trasnacionales ni con la sustitución de unos emisores por otros,
dado que, desde su perspectiva, esto no resuelve la cuestión de la
democratización de los medios para las masas. Define como alternativo “todo medio que, en
un contexto caracterizado por la existencia de sectores privilegiados que
detentan el poder político, económico y cultural –desde el sistema de partido
único y economía estatizada (Cuba) hasta los regímenes capitalistas de
democracia parlamentaria y las dictaduras militares- implica una opción frente
al discurso dominante.” Esta definición, articula -no subordina- los medios de
comunicación a la transformación social, remite a otra tendencia, la “de base”. La
diferencia entre una y otra se da en el modo en que conciben la relación
comunicación/sociedad: la tendencia de vanguardia propone nuevas relaciones
sociales para crear nuevas relaciones de comunicación; la tendencia de base, en
cambio, propone nuevas relaciones de comunicación para nuevas relaciones
sociales. En el primer caso, los medios son instrumentos para la conquista del
poder y la transformación de la sociedad; en el segundo, los medios
alternativos son “avanzadas de nuevas relaciones sociales.” Es una diferencia
que deriva no sólo de concepciones comunicacionales distintas sino también de
teorías y prácticas políticas distintas. De allí que sobre una y otra operen
modelos extra-comunicacionales: el leninismo por un lado y el gramscismo -o una
de sus versiones- por el otro.
El modelo de
vanguardia se inscribe en la matriz que Lenin desarrolla en un libro publicado
muchos años antes de la Revolución Rusa, Qué hacer. Lenin advierte la
necesidad de contar con un periódico del partido para toda Rusia, con un comité
centralizado, orgánico, que lleve adelante y extienda las tareas de agitación
-una idea para muchos y sobre todo para los menos esclarecidos- y de propaganda
-muchas ideas para pocos, la vanguardia del proletariado. Al mismo tiempo,
concibe al medio como un “organizador colectivo”, es decir, como una
herramienta para construir el partido.
El modelo de base,
por su parte, se inscribe en la matriz gramsciana. Simpson propone la necesidad
de crear medios alternativos que, en lugar de instrumentos para organizar a las
masas desorganizadas y menos esclarecidas en la lucha por el poder, se
conviertan en lugares de construcción de nuevas relaciones sociales:
dialógicas, horizontales, más o menos espontáneas, autónomas de los aparatos partidarios.
Hay otros dos modelos extracomunicacionales que operan en las reflexiones de
Simpson. Por un lado, la teoría pedagógica de Paulo Freire, educador brasilero
que llevó a cabo un modelo pedagógico, y al mismo tiempo comunicacional, que
instauraba una relación dialógica, de reconocimiento de los otros. Otro modelo
es el que se conforma en la tradición anarquista o anti-institucionalista (René
Lourau) que cuestiona las organizaciones clásicas -partidos, fundamentalmente-
por su tendencia inevitable al burocratismo. Ambas tendencias tienen sus
riesgos. La de vanguardia es el burocratismo, el vanguardismo y, en términos
discursivos, el consignismo. El de la tendencia de base es la disolución, la
cooptación por parte de organizaciones públicas (estatales o no estatales) o el
populismo.
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