Schmucler.
“La investigación(1996): lo que va de ayer al hoy” en
memorias de la comunicación.
El mapa actual de las investigaciones sobre
comunicación en América Latina produce la sensación de que un desanimado viento
de obviedad y resignado conformismo recorre el continente.
Una simulada ignorancia, revestida de
anacrónicos descubrimientos, ha ido reemplazando las antiguas agitaciones que
otorgaron un sesgo particular a los estudios latinoamericanos en comunicación.
Algunos debates teóricos que en los países de
origen solo multiplicaban páginas escritas, aquí inspiraron disputas políticas,
se hicieron acción.
En las investigaciones de comunicación, un
núcleo crítico, que llegó a ser representativo del conjunto, aprendió muy
temprano que comunicación y cultura nombraban cosas semejantes. Se apostaba por
otra cultura que negaba aquella a la que se ponía en cuestión. No se ignoraban
los hechos que componían la realidad existente, comprender la verdad no
involucra aceptarla. Eso vino después, cuando las cosas se alivianaron de
sentido.
El gran
salto: de la política al mercado
Bajo el signo de la globalización, se abrieron
paso dos conceptos que se entrelazan:
aldea y mercado. El punto de encuentro es la inmediatez con la que circula la
información. En la aldea y el mercado, los seres humanos son solo datos a tener
en cuenta para que el sistema funcione correctamente.
La idea de mercado es seductora: invita al
goce y a la libertad sin transgredir las reglas. Este es entendido como el
paradigma en el que se puede y se debe pensar todo. El hombre interconectado,
convertido en el ideal del mercado, que aspira a una transacción incesante (se
pierde todo rastro de esencialismo).
Consumidores y ciudadanos confundieron los
lugares y el consumo se transformó en el espacio adecuado para que la
ciudadanía se construya. Fueron necesarios dos pasos sucesivos: a) hubo que aceptar que el “ser” del ser humano se realizaba como
ciudadano. b) aceptar que consumir era
la forma mas legítima de existencia.
El
poder de los consumidores
Parte considerable de la investigación
latinoamericana en comunicación descubrió que el receptor posee un poder de
análisis antes insospechado para la critica cultural; resemantiza, recicla,
reacomoda, rechaza, ejerce el zapping.
La relectura de los materiales conocidos,
permitía reconocer matices definitorios:
a) la modernidad
era en sí objeto de valoración crítica.
b) sólo se trataba de observar las
características de nuestra modernidad con el fin de establecer adecuadas
estrategias para entrar a ella.
Pocas veces se les había otorgado a los medios
un papel de tanta envergadura en los cambios suscitados en todo un continente.
El “difusionismo ya había imaginado un papel protagónico de los medios masivos
de comunicación en el paso de la sociedad tradicional a la sociedad moderna.
Impulsados por este proyecto, se desarrollaron los estudios y las escuelas de
comunicación en América Latina.
El modelo de modernización de los académicos
norteamericanos confiaba en la racionalidad de los mensajes difundidos por la
radio, la escuela y el contacto directo con los campesinos.
La modernidad descripta por Brunner, en cambio,
se ancla en el universo simbólico de las masas, campesinas y urbanas. "En
América Latina estamos incorporándonos a ella conjugando imágenes electrónicas
con analfabetismo, escuela incompleta e intensa internacionalización del mundo
simbólico de las masas”.
En un continente “donde las formas de
dominación tradicional se apoyaron habitualmente sobre el control ejercido por
medio de la palabra hablada, mandada, ritualizada”, la modernización hechó mano
a lo que pudo. Dice Brunner: “en vez de fundar un espacio público de ciudadanos,
como hizo la escritura, la televisión organiza el espacio privado de los
consumidores”.
No nos queda otra solución que tomarnos en
serio nuestra cultura de masas y los medios técnicos sobre los que ella se
funda con el fin de operar, desde ella, las transformaciones que sean
requeridas. Brunner considera una tensión entre el mercado, la televisión y el
orden moral de la sociedad.
Existe un “régimen normal de libertades
(aquellas que emanan les lenguaje y del mercado) del cual no habría que
exceptuar a la televisión. Sin embargo, no existe ninguna teoría que muestre cómo y en qué dirección operaría el efecto de la televisión sobre la formación y el
desarrollo moral de las personas”.
El artículo sostendrá largas disquisiciones
para reducir lo moral a lo sexual, para reafirmar las potencias transformadoras
de la televisión y para señalar las virtudes del mercado.
Sostenemos que es el carácter históricamente revolucionario de la televisión el principal
factor que motiva a la sociedad a querer
regularla y fijar limites a su poder expansivo. Por eso justamente se
busca sustraer a la televisión de una plena integración al mercado.
La
soberanía del público receptor
Mattelart reconoce dos fuentes principales:
- Las nuevas formas del funcionalismo
- y la “refutación de la idea misma de poder,
tal como la desarrollan las diversas tradiciones críticas”.
Alimento además la teoría de “usos y gratificaciones” que más tarde sería
referente de la “lectura negociada”.
El papel asignado al receptor como soberano
del sentido, conviene a la filosofía neoliberal
y del consumidor libre en el mercado libre.
En un ensayo, Cristina Mata se interroga sobre las condiciones reales en las que los
públicos se construyen y de los equívocos que surgen cuando se los imagina
autónomos. Permitiendo comprender al
consumo de los medios como “conjunto de prácticas en la que se constituyen
significados y sentidos del vivir, a través de la apropiación y usos de
bienes”.
Mientras tanto, la “autonomía” de los sujetos “llevó a desconocer la dimensión significante
de la oferta y su carácter prefigurador
de un nuevo sujeto (el consumidor de bienes culturales masivos) que, bajo la
denominación de público, devino hecho natural”.
Ser público, se funda en la aceptación de un rol diseñado desde el mercado mediático que abre sus escaparates para diversificadas elecciones y usos de sus productos.
La
opción por la excepciones
Las excepciones al conformismo son numerosas.
He tratado, de mostrar los antagónicos senderos que bifurcan los estudios de comunicación en América Latina, donde
el tema de lo popular y lo culto es una
constante.
Se plantea la pregunta sobre el sentido que
los seres humanos damos a nuestras vidas: Afortunadamente, no somos pocos los que pensamos que el mercado (la
ideología dominante) es una pobre respuesta.
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