Mastrini, G. y De Charras - "Veinte años no es nada: del NOMIC a la CMSI" (2009) - Políticas y comunicación - Cátedra: Mastrini
Introducción
Podríamos decir,
jugando con el título del texto de De Charras y Mastrini, que 20 años “no es
nada” pero también “es mucho” en materia comunicacional. No es nada porque,
como sostienen los autores con quienes coincidimos, los debates en torno al
NOMIC que se dieron en los ochentas siguen constituyendo el principal
antecedente generado por una instancia supranacional para cualquier proceso que pretenda
democratizar la comunicación. Y 20 años “son mucho” porque desde entonces el
contexto internacional en el que tendrá que desarrollarse (y se desarrolla
actualmente) la CMSI
es sustancialmente diferente que aquel en el que se dio la sanción del Informe
MacBride.
Dejemos por un momento
de lado el hecho de que la arena del debate es completamente diferente, de que
pasamos de un debate que se da en el contexto multilateral de la UNESCO (verdadera
democracia de Estados en donde cada país cuenta con un voto, basado en la
promoción de la cultura, la ciencia y la educación) a una organización
básicamente técnica, la UIT ,
con nuevos actores de peso, sobre todo las empresas y el sector privado. Sobre
estas cuestiones nos abocaremos más adelante.
Enfoquémonos en los
hechos políticos más importantes de los últimos 20 años. Tenemos aquí, entre
otros hechos y procesos: la caída del bloque soviético y el fin del mundo
bipolar, quedando el mundo regido por solo una potencia hegemónica (los EE.UU.
y sus aliados), el auge, apogeo, y ¿posible decadencia? del modelo neoliberal que
implicó el virtual desmantelamiento del Estado de Bienestar, la transición
democrática de los países de Latinoamérica, la creciente transnacionalización
de la economía sustentada, entre otros factores, en la aparición de nuevas
tecnologías y en la desregulación de los mercados, etc.
Ciertamente, no
estamos frente a hechos menores. Es necesario tener en mente que todos estos
hechos afectan, directa o indirectamente, las cuestiones tratadas y a tratarse
en Túnez y Ginebra. Analicemos, entonces, algunas cuestiones en relación con el
NOMIC, el Documento Argentina y la actual CMSI
Cambios en el mapa mediático
En la Declaración
de Túnez brilla por su ausencia el proceso gigantesco de concentración y
convergencia de las empresas de medios que se viene dando desde los ochentas
hasta el presente. Directamente, no se mencionan ni siquiera de pasada, el surgimiento
de multimedios transnacionales de proporciones difíciles de imaginar, que hacen pie en numerosos países a la vez, y que
a su vez, poseen un poder de presión política y producción de agenda monstruoso.
En Túnez, tampoco se menciona cómo se pasó de monopolios estatales sobre
ciertas redes de telecomunicaciones a la virtual creación de monopolios
privados sobre las mismas redes. (Argentina sería un caso bastante emblemático).
Solo se hace referencia, vagamente, al cumplimiento de los convenios
internacionales pertinentes (buena parte de los cuales son bilaterales) y de
las reglamentaciones nacionales (buena parte de las cuales son directamente
obsoletas). Es decir que toda la pirotecnia verbal acerca de la corrección de
los desequilibrios comunicativos y el cierre de la brecha digital se queda en
la primera parte del documento, meramente declarativa. Además, y como
agudamente señalan De Charras y Mastrini, tampoco se menciona la existencia de
medios comunitarios o no comerciales. Dicho de otro modo, por un lado, en la primera
parte del documento se puede invitar a la sociedad civil y las ONG´s y se le
puede otorgar el papel de “actores destacados” y después olvidarse de uno de
sus roles más interesantes en la constitución de medios comunitarios o no
vinculados al lucro privado.
El documento Argentino por su parte, hace referencia a la importancia de
la sociedad civil para “contrarrestar los efectos no deseados” de las crisis
generadas por la Sociedad
de la Información ,
mencionando además el hecho de que el uso de las tecnologías no debe estar
supeditado al mercado sino a la lucha contra la brecha digital. Habla además de
la generación de “políticas nacionales nuevas” y de la definición de nuevos
“instrumentos legales” para hacer frente a los desafíos que plantea la Sociedad de la Información. No se
asume que basta con el respeto a las normativas vigentes o, para decirlo con
menos retórica, con el mantenimiento del statu quo en la materia.
Desplazamiento de la arena del
debate. De la UNESCO
a la UIT.
Consideramos que debe tenerse en cuenta el hecho de que en la Declaración de Túnez
no se haga referencia al Informe MacBride. Hay que ser muy ingenuos para no
sospechar acerca de que se excluya uno de los principales antecedentes de la
discusión sobre comunicación en materia internacional. Para Túnez, es como si
los debates acerca del NOMIC, directamente, no hubiesen existido. Esta
exclusión, creemos, no es casual.
También es cierto que el documento Argentino no menciona al NOMIC como
uno de sus antecedentes, aunque tampoco menciona ningún otro documento, así que
no habría una exclusión adrede. Sin embargo, es evidente que el Informe
MacBride debe contarse entre sus influencias más destacadas, debido al hincapié
reiterado que se hace sobre el hecho de que las desigualdades digitales no son sino
un resultado de las económicas y de la injusta distribución de la riqueza a
nivel internacional.
Es claro que el debate en el ámbito de la UIT (siendo esta una organización económica o bien
sin un trasfondo cultural como la
UNESCO ) tiene necesariamente que favorecer la discusión en
torno a su campo, dejando en segundo plano las demás cuestiones. De hecho, en
el punto 64, de la
Declaración de Túnez se dice bien explícitamente cuáles se
consideran las “competencias básicas” de la UIT : reducir la brecha digital, gestionar el
espectro radioeléctrico, preparar normas y difundir información, promover la
cooperación internacional, etc. Competencias que no se centran precisamente en
lo cultural o la lucha contra la desigualdad o que tienen un nivel de
generalidad tal que hacen imposible saber en qué consistiría su aplicación
concreta. (¿Qué significa por ejemplo, “preparar normas y difundir
información”? ¿Normas con respecto a qué, con qué objetivos, en qué campos?
¿Información sobre qué temas y para quiénes?, etc.).
Incorporación de nuevos actores. El
sector privado y la
Sociedad Civil.
Tanto el Documento
Argentino como la
Declaración de Túnez, se refieren a la presencia del sector
privado como uno de los actores principales en la construcción de la nueva Sociedad
de la Información. No
obstante, daría la sensación de que la Declaración de Túnez, pone en una situación de
equivalencia al sector privado, la Sociedad Civil , los
organismos internacionales y los diferentes Estados, siendo igualmente imprescindibles
cada uno de los sectores mencionados. Todos estos actores dice la Declaración deberían
estar involucrados en el “proceso de adopción de decisiones”.
Según Antonio Pasquali, esto es una trampa retórica, un sofisma, porque
de hecho el único verdadero nuevo actor es el sector privado. Todos los demás
(los Estados, la
Sociedad Civil a partir de sus variadas instituciones, los
organismos internacionales, etc.) fueron siempre tenidos en cuenta como actores
de jerarquía. Por su parte, el Documento Argentino le asigna al sector privado
un papel de menor envergadura. Básicamente su función será invertir tanto en
países desarrollados o en vías de desarrollo y realizar su I + D (Investigación
y Desarrollo), aprovechando las posibilidades de inversión que ofrecen dichos países.
El sector privado tiene un rol, evidentemente, pero jamás podrá ser equiparado
al que pueden tener los Estados o la Sociedad Civil.
Del “desequilibrio informativo” a
la “brecha digital”.
Ambos documentos señalan la existencia de la brecha digital y la
necesidad de saldarla. Es paradigmático
que se haya abandonado el término “desequilibrio” y se adopte el de “brecha”
para hacer referencia a una misma cuestión. Un desequilibrio implica
necesariamente dos actores en una desigual situación de poder, implica la puja
entre países dependientes y países centrales. Una “brecha”, en cambio, se
limita a estar allí, no asignaría, por lo menos en principio, responsabilidades.
Es ajena a los actores que separa. Es por esto que la Cumbre de Túnez se puede
conformar con ser en su mayor parte una declaración de principios, sin marcar
responsabilidades ni dar cuenta de medidas o líneas de acción específicas. Por
el contrario, el Documento Argentino, y precisamente por ser consiente de la
distancia que existe entre hablar de “desequilibrio” y hablar de “brecha”,
repite hasta el cansancio que la tan mentada “brecha digital” es tan solo una
de las tantas derivadas de la desigualdad económica entre los diferentes
países. Teniendo esto presente, plantea todo un conjunto de medidas mas
especificas para saldar la “brecha”. Por ejemplo: la integración regional de
los países Iberohablantes que poseen una oportunidad excepcional para la producción
de bienes culturales y de contenidos en sus mercados internos. También se
propone, en relación con esto, la coordinación de políticas a nivel regional,
la inversión en infraestructura no donde esta el mercado sino más bien allí
donde se quiere extender la red geográfica o donde se necesitan paliar las
necesidades territoriales, el desarrollo de políticas nacionales de crédito,
etc.
Otro dato a tener en cuenta es que en la Declaración de la Cumbre nunca se habla en
términos de “participación” como una manera de achicar la brecha digital,
aunque sí se hace referencia a la noción de “acceso”. Esta cuestión, que no es
para nada accesoria, será abordada más adelante.
El problema del
financiamiento. El Fondo de Solidaridad Digital.
No abundan en la Declaración de Túnez
las propuestas sobre el financiamiento de los países en vía de desarrollo en la
nueva Sociedad de la
Información. Quizá la única propuesta se la del Fondo de
Solidaridad Digital. Al mismo se le asigna el carácter de “voluntario”, lo que implica evidentemente un
reparto nuevo de las responsabilidades. Ya no son los Estado desarrollados o
las grandes empresas las que deben encargarse de financiar el crecimiento de la Sociedad de la Información. El
Fondo de Solidaridad Digital puede descargarse sobre los usuarios y los consumidores
de nuevas tecnologías. De este modo, los países desarrollados se desligan de su
responsabilidad para con los países menos desarrollados.
El Documento Argentino
no menciona este Fondo de Solidaridad Digital, aunque hace mención sobre la
cooperación y asistencia entre los diferentes actores. Plantea también la
necesidad de “sensibilizar” a organizaciones gubernamentales, no
gubernamentales y grandes empresas beneficiadas por el desarrollo de la Sociedad de la Información en lo que se
refiere a la cooperación entre países.
De los países no alineados a los
países en vía de desarrollo.
Uno de los cambios más notorios que se dieron si comparamos el Documento
Argentino y la Declaración
de Túnez con los debates dados hace veinte años en torno al NOMIC, tiene que
ver con que ya no se hable de “países no alineados” sino que se hable
simplemente de “países en vía de desarrollo”. Hasta cierto punto esto tiene
sentido porque el mundo ha dejado de estar dividido entre Este y Oeste y en
consecuencia carece de sentido de seguir hablando en términos de alineamiento o
no alineamiento con uno o ambos de los bloques. No obstante, es necesario tener
en cuenta que el término “países no alineados” apuntaba a trazar un nuevo eje
de diferencia, el Norte-Sur, dado entre los países centrales y los periféricos,
que sigue existiendo hasta el presente. El hablar de países en vías de
desarrollo en lugar de países periférico busca bajarle el nivel de
conflictividad semántica a la discusión, sin por eso terminar con las
diferencias que la motivan.
El lugar de la sociedad civil
En la Declaración de Túnez
la sociedad civil aparece como un actor que desempeña un papel importante,
especialmente en lo que respecta a Internet. Esta es interpretada como la que
permite la participación plena y activa. En el caso argentino el financiamiento
constituye una barrera para la
Sociedad de la
Información , su infraestructura, su producción digital y sus
aplicaciones. Estas condiciones financieras afectan el desarrollo de la Sociedad de la Información sin
perjuicio de que la sociedad civil haya atenuado el impacto de la crisis. Esto
ocurre tanto en Argentina como en los demás países de la región.
Desplazamientos conceptuales
No es un dato menor
que en la Declaración
de Túnez, ciertos conceptos hayan sido sustituidos por algunos que resultan más
“cómodos” o “amigables” con las fuerzas del mercado. Por ejemplo. Se ha
abandonado la noción de “libre flujo de información” con sus connotaciones
acerca de la desregulación y liberalización de los mercados y se adopta el
concepto, menos conflictivo, de “entorno habilitador”. En el fondo, sin
embargo, ambos términos hacen referencia a lo mismo. Es más, en la Declaración de Túnez
se dice que una de las principales funciones de los Estado es la de intervenir
para fomentar la inversión extranjera directa y desarrollar un marco o un
conjunto de reglamentaciones “neutrales”, desde el punto de vista tecnológico.
Como señalan con claridad De Charras y Mastrini, todos sabemos que la idea de
la neutralidad tecnológica es un mito que lo único que hace es ocultar que el desarrollo
o la adaptación de ciertas tecnologías en detrimento de otras, terminan
afectando siempre a la sociedad civil y a determinados intereses políticos,
económicos, etc. El “entorno habilitador” sistemáticamente “habilita” al modelo
privado de desarrollo, pero ahorrándose las ríspidas discusiones que conllevaba
el término mucho más polémico de “libre flujo”. Hubo, en el período que va del
NOMIC a la CMSI ,
un importante aprendizaje de ciertos sectores sobre la importancia de la lucha
por la construcción de sentido y de las estrategias a utilizar.
Otro desplazamiento
conceptual fundamental radica en que se hable de “acceso” y nunca de “participación”.
La razón es clara: que aumente el “acceso” a las TICs (nuevas tecnologías de la
información y la comunicación) posibilita siempre, en mayor o menor medida, una
ampliación del mercado. Ampliar la “participación”, por el contrario, perjudica
necesariamente a la concentración de la propiedad privada, ya que conlleva que
aumente la cantidad de emisores de mensajes. El documento argentino, además de
hablar de acceso, indica que es necesario armonizar el mismo a través de una
producción “plural” de la información. Es decir, acrecentando la participación.
Otro desplazamiento
conceptual interesante se da, nos parece, entre el Documento Argentino y la Declaración de Túnez
en relación con el concepto de “marco regulatorio” si lo comparamos con el de
“entorno habilitador”. Para el Documento Argentino, la función del Estado no es
ya la de “habilitar” o generar un entorno propicio para las empresas, sino la
de “regular” el contexto en el que se desarrollan sus actividades sin por esto
afectar su competitividad. La diferencia es, creemos, importante. Es por esto
que el Documento Argentino, por ejemplo, puede referirse a la necesidad de que
el desarrollo del tele-trabajo no se vuelva un mero instrumento de la
desregulación laboral.
.
Del Nuevo Orden Mundial a la Sociedad de la Información
Hay que destacar que en
ambos documentos se habla de la
Sociedad de la Información. En la Declaración de Túnez
el punto más importante es la conectividad, planteándose un acceso universal,
ubicuo, equitativo y asequible a la infraestructura y los servicios. A la vez
que se debe aprovechar y preservar el patrimonio cultural para el futuro, para
lo cual utilizará todos los métodos adecuados, entre otros, la digitalización.
En el Documento Argentino,
la Sociedad
de la Información
se superpone con el aprovechamiento desigual de las tecnologías en los
diferentes grados de desarrollo económico y social. Entendiendo que los mismos constituyen una
oportunidad de aplicar los conocimientos a la producción y al bienestar
contribuyendo al escenario económico y social.
No obstante, no podemos
olvidar que entre el NOMIC y la
Sociedad de la
Información , hay una enorme distancia conceptual. El NOMIC
implica a las claras la construcción de un “nuevo orden” en materia
comunicacional pero como opuesto a un orden vigente, a un statu quo que debe
ser modificado, porque implica desigualdad y dependencia no solo en materia de
comunicación sino también económica. Esta acentuado, entonces, la faceta
conflictiva de todo el proceso. Por el contrario, hablar de Sociedad de la Información implica
una dimensión de supuesta “armonía” de intereses. En esta perspectiva, la Sociedad de la Información , es algo
que se ha de construir por colaboración entre el mundo desarrollado y los
países en vías de desarrollo. Como se ve, se ha eludido completamente la
cuestión de la desigualdad estructural entre los diferentes Estados.
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