García Canclini - "El consumo sirve para pensar" (1995) - Comunicación II - Cátedra: Mangone Gándara
García Canclini
Consumidores y ciudadanos
1.
EL CONSUMO SIRVE PARA PENSAR
El consumo, con la
omnipresencia de los medios masivos, incitarían a las masas a acorazarse
irreflexivamente sobre los bienes.
Sostenemos que la
hegemonía cultural nos se realiza mediante acciones verticales en las que los
dominadores apresarían a los receptores: entre unos y otros se reconocen mediadores como la familia, el barrio, el
grupo de trabajo, se deja de lado la concepción de “relaciones de dominación”
de quienes emiten para quienes reciben los mensajes.
Hacia una teoría multidisciplinaria
Tenemos teorías
económicas, sociológica, psicoanalíticas, etc, pero no existe una teoría
sociocultural del consumo, en la que pueden incluirse los procesos de
comunicación y recepción de bienes simbólicos.
Partiremos de la
definición: “el consumo es el conjunto de los
procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los
productos”.
1-
En esta definición el consumo es
comprendido por su racionalidad económica “lugar en el que se completa el
proceso iniciado al generar productos, donde se realiza la expansión del
capital y se reproduce la fuerza de trabajo”. La distribución de los bienes
depende de las grandes estructuras de administración del capital. El sistema económico “piensa” como reproducir la fuerza
de trabajo y aumentar las ganancias de los productos.
2-
Sin embargo, la única racionalidad que moldea el consumo no son la
de los grandes agentes económicos. Los estudios desde el marxismo, exageraron la capacidad de determinación de
las empresas respecto de los usuarios y las audiencias. Una teoría mas compleja
acerca de la interrelación entre productores y consumidores, revela que en el consumo se manifiesta también una racionalidad
sociopolítica interactiva. “Consumir es
participar en un escenario de disputas por aquello que la sociedad produce y
por las maneras de usarlo”. El consumo toma una importancia política.
Ej: “si quieren seguir pagando lo que compraron, votenmé a mi”(Menem).
3-
La otra línea es la que estudia al
consumo como lugar de diferenciación y distinción
entre las clases y los grupos. Repara en los aspectos simbólicos y
estéticos de la racionalidad del consumo. Existe una
lógica en la construcción de los signos de status y en las maneras de
comunicarlos.
La lógica que rige
la apropiación de los bienes en tanto objetos de distinción no es la de la
satisfacción de necesidades, sino la de la escasez de esos bienes y la
imposibilidad de que otros los tengan.
Debemos admitir que
en consumo se construye parte de la racionalidad integrativa y comunicativa de
una sociedad.
¿Hay racionalidad posmoderna?
Algunas corrientes
del pensamiento posmoderno han llamado la atención (en dirección opuesta a la
que estamos sugiriendo) acerca de la diseminación del sentido, la dispersión de
los signos y la dificultad de establecer códigos estables y compartidos.
La crítica posmoderna ha servido para repensar las formas de organización
compacta de lo social que instauró la modernidad (las naciones, las clases,
etc)
Es útil evocar aquí
algunos estudios antropológicos sobre rituales y relacionarlos con las
preguntas que iniciaron este capitulo respecto de la supuesta irracionalidad de
los consumidores.
“los rituales sirven para contener el curso de los significados”. Son
rituales eficaces, aquellos que utilizan objetos materiales para establecer los
sentidos y las prácticas que los preservan. Cuanto más
costosos sean esos bienes, mas fuerte será la inversión afectiva y la
ritualización.
Ven el consumo como
un proceso ritual cuya función primaria consiste
en “darle sentido al rudimentario flujo de los acontecimientos”.
Comprar objetos, colgárselos en el cuerpo, o colocarlos en algún lugar
de la casa, atribuirles funciones en la comunicación con los otros, son los
recursos para pensar el propio cuerpo. Consumir, es hacer
mas inteligible un mundo donde lo sólido se evapora. Por eso, además de ser
útiles para expandir el mercado y reproducir la fuerza de trabajo, para
distinguirnos de los demás y comunicarnos con ellos, “las mercancías sirven para pensar”.
El consumo es un
proceso en el que los deseos se convierten en
demandas y en actos socialmente regulados. El deseo de poseer “lo nuevo”
no actúa como algo irracional o independiente
de la cultura colectiva a la cual se pertenece.
Consumo como algo “eminentemente social, correlativo, activo”,
subordinado a cierto control político de las elites.
Comunidades transnacionales de consumidores
Sin embargo, estas comunidades de pertenencia y control se están
reestructurando. Vivimos un tiempo de fracturas y heterogeneidad. En
medio de esa heterogeneidad encontramos códigos que no unifican, o al menos
permiten que nos entendamos. Pero esos códigos
compartidos son cada vez menos los de etnia, la clase, o la nación en la que
nacimos.
Como los acuerdos entre productores, instituciones, mercados y
receptores se hacen a través de redes internacionales, ocurre que el sector
hegemónico de una nación tiene más afinidades con el de otra que con los
sectores subalternos de la propia.
Hace 20 años, los adherentes a la teoría de la dependencia acusaban a
la burguesía de falta de fidelidad a los intereses nacionales. Hoy
sabemos que esta autenticidad de las tradiciones es ilusoria. La mezcla de ingredientes de origen “autóctono” y
“foráneo” se percibe. Varias décadas de construcción de símbolos
transnacionales han creado lo que Ortiz denomina “cultura
internacional popular”.
Al estudiar el
consumo cultural en México encontramos que la separación entre los grupos
hegemónicos y subalternos se presenta como adhesión diferencial a subsistemas
culturales con diversa complejidad y capacidad de
innovación. Al mismo tiempo que el proceso de modernización tecnológica
de la industria y los servicios exige mayor calificación laboral, crece la
deserción escolar y se limita el acceso de las capas medias a la información
innovadora.
Se ofrece un modelo
de comunicación masiva, concentrado en grandes monopolios, que se nutre con la
programación Standard norteamericana mas
productos repetitivos, de entretenimiento light, generado en cada país. Aleja a las mayorías de las corrientes mas creativas
de la cultura contemporánea. No es la estructura del medio (TV, radio, video)
la causa del achatamiento cultural y de la desactivación política.
Para que el consumo
pueda articularse como un ejercicio reflexivo de la ciudadanía, deben reunirse
al menos, estos requisitos:
a) Oferta vasta y diversificada de bienes y mensajes
representativos de la variedad internacional de los mercados.
b) Información multidireccional y confiable acerca de
la calidad de los productos, que estimule a refutar las pretensiones y
seducciones de la propaganda.
c) Participación
democrática de la sociedad civil en las decisiones del orden materia,
simbólico, jurídico y político donde se organizan los consumos.
(concesiones de frecuencias radiales y televisivas por ejemplo).
Se plantea
entonces, al consumo como la apropiación
colectiva, en relaciones de solidaridad y distinción con otros, de
bienes que dan satisfacciones biológicas y simbólicas, que sirven para enviar y recibir mensajes. El valor
mercantil no es algo contenido “naturalmente” en los objetos, sino resultado de
las interacciones socioculturales en que los
hombres los usan.
Los hombres
intercambiamos objetos para satisfacer necesidades que hemos fijado
culturalmente, para integrarnos con otros y para distinguirnos de ellos.
Podemos actuar como
consumidores situándonos sólo en uno de los procesos de interacción (el que
regula el mercado) y también podemos ejercer como ciudadanos una reflexión que
aproveche el “virtuosismo simbólico” de los objetos, en variados contextos en
que las cosas nos permiten encontrarnos con las personas. Algunos consumidores,
quieren ser ciudadanos.
Vincular el consumo con la ciudadanía requiere ensayar una reubicación
del mercado en la sociedad, intentar la reconquista
imaginativa de los espacios públicos, del interés por lo público. Así el
consumo se mostrará como un lugar de valor cognitivo, útil para pensar y actuar
renovadoramente en la vida social.
Conceptos claves sacados del teórico de Gándara primer cuatrimestre 2013:
Se derivan tres cuestiones:
1. En la tesis de Canclinise plantea que hay una crisis del Estado y de las instituciones de la sociedad civil. Porque si alguien plantea que el consumo construye ciudadanía los otros lugares que la construían ya no funcionan.
2. Da cuenta del papel hegemónico que tiene la industria cultural. Porque el consumo que construye ciudadanía se da en la industria cultura, en la industria del entretenimiento. Marca la caída de la escuela.
3. Da cuenta que esta hegemonía de la industria cultura se da en un cuadro mayor de una organización transnacional de la cultura.
En los 90 se abandonan los conceptos claves que se venían tomando:
Mito:
Clave en los 60-70. Sinónimo de ideología. En los 90 se lo ve desde el lado positivo.
Consumo:
En los 60-70 estaba relacionado a la irracionalidad. Era un concepto crítico (Ej: Marcuse - Muraro). En los 90 es visto desde el punto de vista de una práctica cultural.
Imperialismo a Globalización.
Si de los 80 a 90 hay un desplazamiento, en los 90 hay una inversión total. Donde se pierde cualquier perspectiva crítica sobre la industria cultura.
Resumen del teórico de Gándara:
Resumen del teórico de Gándara:
Consumidores y ciudadanos:
Se reconceptualiza el concepto de consumo. La idea de
Canclini es despejar todo lo negativo de lo consumo. Busca las racionalidades
que impulsan el consumo. El consumo no es irracional, inexplicable. Tratar de entender cuál es el proceso cultura
para invertir mucha plata en la compra de algo Ej: los quince de la hija. Qué
pasa ahí? No es una sola familia, son muchas. Qué hay detrás de ese consumo?
Para encontrar esa racionalidad va a un monton de teorías: racionalidades
económicas, racionalidades simbólicas, etc… Algunas de esas racionalidades ya
están en otras teorías.
La racionalidad que toma a Bourdieu. Canclini hace uso de Bourdieu principalmente en la distinción, la racionalidad de la distinción. Consumimos para distinguirnos socialmente. Se consume para establecer distinciones.
La racionalidad que toma a Bourdieu. Canclini hace uso de Bourdieu principalmente en la distinción, la racionalidad de la distinción. Consumimos para distinguirnos socialmente. Se consume para establecer distinciones.
Otra racionalidad: la
función comunicativa que tiene el consumo. Sería la contracara de la
distinción. Consumimos para integrarnos y comunicarnos con otros. Me distingo
de unos grupos sociales y me integro a otros.
Otra: racionalidad del rito. Consumir es el rito de las sociedades
contemporáneas. Porque los rituales sirven para afirmar un momento de
identidad. En ese acto uno reafirma algo. Por eso dice que las mercancías que
consumimos podemos pensarnos y pensar al mundo. A través de lo que consumimos
hacemos claro, comprensible un mundo que nos parece extraño. En un mundo donde
se perdió las identidades fuertes, el consumo aparecería como un consumo
cultural.
Nos permite analizar un proceso cultural. Lo más seductor
del planteo es que nos permite pensar un proceso que en los 60 era dejado de
lado. Porque dedicamos una parte muy importante de nuestra vida a consumir. Algo
tiene que significar.
La mayor debilidad del texto es su incomprensión de los
procesos más globales. El planteo tiene un aspecto muy seductor, pero después
se muerde la cola cuando deposita todo el análisis en el mercado capitalista.
Es decir, el día que el mercado se vuelva igualitario deja de ser mercado. Es
un absurdo. Ej: trabajo esclavo con la información transparente. Sería
diferente a lo que hace Bourdieu, quien toma todo lo del consumo pero para
explicar las diferencias sociales.
Comentarios
Publicar un comentario