HENRY JENKINS:
INTRODUCCIÓN:
“ADORACIÓN EN EL ALTAR DE LA CONVERGENCIA (2006)
Un nuevo
paradigma para comprender el cambio mediático
Relación entre tres conceptos: convergencia
mediática, cultura participativa e inteligencia colectiva.
Convergencia: flujo de
contenido a través de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre
múltiples industrias mediáticas y el comportamiento migratorio de las
audiencias mediáticas, dispuestas a ir casi a cualquier parte en busca del tipo
deseado de experiencias de entretenimiento.
Esta circulación de los contenidos mediáticos
(a través de diferentes sistemas mediáticos, economías mediáticas en
competencia y fronteras nacionales) depende enormemente de la participación
activa de los consumidores. Argüiré en contra de la idea de que la
convergencia debería concebirse principalmente como un proceso tecnológico que
aglutina múltiples funciones mediáticas en los mismos aparatos. La convergencia
representa un cambio cultural, toda vez que se anima a los consumidores a buscar
nueva información y establecer conexiones entre contenidos mediáticos dispersos.
Cultura participativa: término que contrasta
con nociones más antiguas del espectador mediático pasivo. Más que hablar de
productores y consumidores mediáticos, como si desempeñasen roles separados,
podríamos verlos hoy como participantes que interaccionan conforme a un nuevo
conjunto de reglas que ninguno de nosotros comprende del todo. Las
corporaciones ejercen todavía un poder superior al de cualquier consumidor individual
y algunos consumidores poseen mayores capacidades que otros para participar en
esta cultura emergente.
La convergencia no tiene lugar en
aparatos mediáticos, sino que se produce en el cerebro de los consumidores
individuales y mediante sus interacciones sociales con otros. El consumo se ha
convertido en un proceso colectivo, y a eso se refiere al hablar de inteligencia colectiva. Ninguno de
nosotros puede saberlo todo; cada uno de nosotros sabe algo; y podemos juntar
las piezas si compartimos nuestros recursos y combinamos nuestras habilidades.
La inteligencia colectiva puede verse como una fuente alternativa de poder
mediático. Estamos aprendiendo a usar ese poder mediante nuestras interacciones
cotidianas en el seno de la cultura de la convergencia.
El discurso sobre la convergencia
Las industrias mediáticas están
experimentando otro cambio de paradigma. En la década del 90, la retórica sobre
una próxima revolución digital contenía la asunción implícita y a menudo
explícita de que los nuevos medios iban a desplazar a los viejos, que Internet
iba a desplazar a la radio y TV.
La explosión de la burbuja del
punto-com echó un jarro de agua fría sobre el discurso de la revolución
digital. Ahora ha resurgido la convergencia como un importante punto de referencia,
mientras las empresas mediáticas viejas y nuevas intentan imaginar el futuro de
la industria de entretenimiento. El emergente paradigma de la convergencia
asume que los viejos y nuevos medios interaccionarán de formas cada vez más
complejas.
El profeta de la convergencia
Sola Pool à Un proceso llamado convergencia de modos
esta difuminando las líneas entre los medios, incluso entre las comunicaciones
entre dos puntos, el teléfono, y las comunicaciones de masas, como la TV. Un
solo medio físico (ya se trate de ondas o cables) puede transmitir servicios
que en el pasado se proveían por caminos separados. Inversamente, un servicio
provisto en el pasado por un medio determinado hoy puede ofrecerse por varios medios
físicos diferentes. Por consiguiente, se está erosionando la relación de uno a
uno que solía existir entre un medio y su uso.
Algunos hablan hoy de divergencia
más que de convergencia. Cada medio tenía sus funciones y mercados específicos,
y cada uno estaba regulado por diferentes regímenes. Pool creía que estas
diferencias obedecían en buena medida a opciones políticas y se preservaban
mediante el hábito, más que por alguna característica esencial de las diversas
tecnologías.
Las nuevas tecnologías mediáticas
han hecho posible que el mismo contenido fluya por canales muy diferentes y asuma
formas muy diversas en el punto de recepción. La digitalización estableció las
condiciones para la convergencia.
La convergencia no implica la
estabilidad o la unidad definitivas. Opera como una constante fuerza de
unificación, mas siempre en tensión dinámica con el cambio. Pool se plantea
acerca de cómo mantener el potencial de la cultura participativa tras la
creciente concentración mediática, si los cambios provocados por la
convergencia abren nuevas oportunidades de expresión o expanden el poder de los
grandes medios.
La falacia de la caja negra
La historia nos enseña que los
viejos medios nunca mueren, y ni siquiera se desvanecen. Lo que muere son simplemente
las herramientas que utilizamos para acceder al contenido de los medios. Esto
es lo que los especialistas en medios llaman tecnologías de distribución. Estas quedan obsoletas y son
reemplazadas, pero los medios evolucionan. El sonido grabado es el medio; los
CDs son tecnologías de distribución.
El contenido de un medio puede variar,
su público puede cambiar y su estatus social puede elevarse o caer. Pero, una
vez que un medio se establece satisfaciendo alguna exigencia humana fundamental
continúa funcionando dentro de un sistema vasto de opciones comunicativas. Cada
viejo medio se vio forzado a coexistir con los medios emergentes. El cine no
mató al teatro. Los viejos medios no están siendo desplazados. De ahí que la
convergencia sea más plausible para comprender las últimas décadas de cambios
mediáticos que la “revolución digital”.
La Falacia de la Caja Negra. Según este argumento, todo el contenido de los medios
fluirá a través de una sola caja negra. Si el concepto de caja negra resulta
una falacia es en parte porque reduce el cambio mediático a cambio tecnológico,
despojándolo de los niveles culturales que estamos considerando acá. La vieja
idea de la convergencia era que todos los aparatos convergían en un aparato
central que haría todo por ti. El hardware diverge mientras que el contenido
converge.
La convergencia altera la relación
entre las tecnologías existentes, las industrias, los mercados, los géneros y
el público. Altera la lógica con la que opera las industrias mediáticas y con
la que procesan la información y el entretenimiento los consumidores de los
medios. La convergencia se refiere a un proceso, no a un punto final. La
convergencia implica un cambio tanto en el modo de producción como en el modo
de consumo de los medios.
La lógica cultural de la
convergencia mediática
La convergencia no sólo implica el
viaje de materiales y servicios comercialmente producidos por circuitos bien
regulados y predecibles. También sucede cuando la gente coge las riendas de los
medios. Los contenidos de entretenimiento no son lo único que fluye a través de
las múltiples plataformas mediáticas. Nuestras vidas, relaciones, recuerdos,
fantasías también fluyen por los canales de los medios.
El entorno mediático estadounidense
está siendo configurado en la actualidad por dos tendencias aparentemente
contradictorias: por un lado, las nuevas tecnologías mediáticas han abaratado
los costes de producción y distribución, han ampliado el repertorio de canales
de distribución disponibles, y han facultado a los consumidores para archivar,
comentar, apropiarse y volver a poner en circulación los contenidos mediáticos
de maneras nuevas y poderosas. Al mismo tiempo, se ha producido una alarmante
concentración de la propiedad de los medios comerciales dominantes, con un
puñado de conglomerados mediáticos multinacionales que dominan todos los
sectores de la industria del entretenimiento.
La convergencia es tanto un proceso
corporativo de arriba hacia abajo como un proceso de abajo hacia arriba dirigido
por los consumidores. La convergencia corporativa coexiste con la convergencia
popular. Las empresas mediáticas están aprendiendo a acelerar el flujo de
contenidos mediáticos a través de canales de distribución para multiplicar las
oportunidades de ingresos, expandir el mercado y reforzar los compromisos de
los espectadores. Los consumidores están aprendiendo a emplear estas diferentes
tecnologías mediáticas para controlar mejor el flujo de los medios y para
interaccionar con otros consumidores.
La convergencia exige a las empresas
mediáticas que reconsideren los viejos supuestos acerca de lo que significa el
consumo de los medios. La convergencia representa una oportunidad expandida
para los conglomerados mediáticos, ya que los contenidos que triunfan en un
sector pueden difundirse a través de otras plataformas. Por otra parte, la
convergencia representa un riesgo, pues la mayoría de estos medios temen una
fragmentación o erosión de los mercados. La gente de la industria utiliza el
término “extensión” para referirse a
sus esfuerzos por expandir los mercados potenciales moviendo los contenidos a
través de los diferentes sistemas de distribución, “sinergía” para referirse a las oportunidades económicas
representadas por su capacidad de poseer y controlar todas esas
manifestaciones, y franquicia para
referirse a su esfuerzo coordinado. La extensión, la sinergía y las franquicias
empujan a las industrias mediáticas a abrazar la convergencia.
No contemos con que las
incertidumbres que rodean a la convergencia se resuelvan a corto plazo. Entramos
en una era de transición y transformación prolongada en el modo de operar de
los medios. No existirá ninguna caja negra mágica capaz de restaurar el orden.
Los productores mediáticos sólo lograrán afrontar los problemas actuales renegociando
su relación con sus consumidores. El público, con poder gracias a estas nuevas
tecnologías, ocupando un espacio en la intersección entre los viejos y los
nuevos medios, exige el derecho a participar en la cultura. Los productores que
no logren reconciliarse con esta nueva cultura participativa verán decrecer su
clientela y disminuir sus ingresos. Las luchas y los acuerdos resultantes
definirán la cultura pública del futuro.
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