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GRAMSCI, Antonio - "Americanismo y fordismo" - Comunicación II - Cátedra Martini

GRAMSCI, Antonio - "Americanismo y fordismo" - Comunicación II - Cátedra Martini

ANTONIO GRAMSCI:
AMERICANISMO Y FORDISMO

De una manera general se puede decir que el americanismo [sistema, concepción de vida, etc. de los EEUU] y el fordismo derivan de la necesidad inmanente de llegar a la organización de una economía planificada abandonando el viejo individualismo económico. El hecho de que una tentativa progresista sea iniciada por una u otra fuerza social no deja de tener consecuencias fundamentales: las fuerzas subalternas, que deberían ser “manipuladas” y racionalizadas según los nuevos fines, ofrecen necesariamente una resistencia, que se produce también en algunos sectores de las fuerzas dominantes. El prohibicionismo, que en los EEUU era una condición necesaria para desarrollar el nuevo tipo de trabajador conforme a una industria fordizada, cayó debido a la oposición de fuerzas marginales todavía atrasadas.

Algunos problemas nacen de las diversas formas de resistencia que encuentra el proceso de desarrollo en su desenvolvimiento:
1)     sustitución de la capa plutocrática actual por un nuevo mecanismo de acumulación y distribución del capital financiero basado inmediatamente sobre la producción industrial;
2)     cuestión sexual;
3)     ¿Puede el americanismo constituir una "época" histórica?,
4)     cuestión de la "racionalización" de la composición demográfica europea;
5)     este desarrollo debe tener su punto de partida en el seno mismo del mundo industrial y productivo o puede provenir del exterior;
6)     problema de los "altos salarios" pagados por la industria fordista y racionalizada;
7)     el fordismo como punto extremo del proceso para superar la ley tendencial de la caída de la tasa de beneficio;
8)     el psicoanálisis
9)     el Rotary Club y la masonería.


Racionalización de la composición demográfica europea
En Europa, las diferentes tentativas por introducir algunos aspectos del americanismo y del fordismo son debidas al viejo grupo plutocrático que quiere conciliar lo que, por el contrario, parece inconciliable: la vieja y anacrónica estructura social demográfica europea con una forma ultramoderna de producción y de modo de trabajo. Es por esto que la introducción del fordismo encuentra tantas resistencias "intelectuales" y "morales" y se produce bajo formas particularmente brutales e insidiosas, a través de la más extrema coerción.

Europa quisiera todos los beneficios que el fordismo produce gracias al poder de la competencia, pero manteniendo su ejército de parásitos que al devorar ingentes sumas de plusvalía, agravan los costos iniciales y deprimen su poder de competencia en el mercado internacional. De allí que sea preciso examinar con atención la reacción europea frente al americanismo.

El americanismo, en su forma más completa, demanda una condición preliminar: "una composición demográfica racional", consiste en el hecho de que no existen clases numerosas sin una función esencial en el mundo productivo, vale decir, clases absolutamente parasitarias. Europa se caracteriza en cambio por la existencia de tales clases, creadas por la "riqueza" de la historia pasada. Cuanto más antigua es la historia de un país, tanto más numerosas y gravosas son estas sedimentaciones de masas holgazanas e inútiles, que viven del "patrimonio" de los "antepasados", de estos pensionados de la historia económica.

Un fenómeno que no ha sido aún suficientemente estudiado es el siguiente: que la media y pequeña propiedad agraria no está en manos del campesino cultivador, sino de los burgueses de las pequeñas ciudades o pueblos y que estas tierras son arrendadas o cedidas por canon anual. Existe así un volumen enorme de pequeña y mediana burguesía, de "pensionados" y "rentistas" que ha creado la figura monstruosa del llamado "productor de ahorro", es decir, de un estrato de población pasiva desde el punto de vista económico que extrae del trabajo primitivo de un determinado número de campesinos no sólo el propio sustento sino también un cierto ahorro. Este modo de acumulación es de lo más monstruoso y malsano pues está basado en la inicua explotación usuraria de los campesinos, mantenidos al borde de la desnutrición.

Otra fuente de parasitismo absoluto ha sido en todas las épocas la administración del Estado. Los hombres relativamente jóvenes (de poco más de 40 años) con muy buena salud, en el pleno vigor de las fuerzas físicas e intelectuales, después de 25 años de servicio estatal, no se dedican más a ninguna actividad productiva y van tirando con las pensiones. Mientras que un obrero puede gozar de una jubilación sólo después de los 65 años y para el campesino no existe límite de edad en su trabajo.

La composición de la población italiana ya se había vuelto "malsana" a causa de la emigración a largo término y de la débil participación de las mujeres en los trabajos productivos de nuevos bienes. La relación entre la población "potencialmente" activa y la pasiva era una de las más desfavorables de Europa.

EEUU no tiene grandes "tradiciones históricas y culturales" pero tampoco está gravada por esa capa de plomo: ésta es una de las razones principales de su formidable acumulación de capitales, no obstante el nivel de vida de sus clases populares, superior al europeo. La no-existencia de estas clases parasitarias, residuo de fases históricas pasadas ha permitido una base sana a la industria y especialmente al comercio y reducir cada vez más la función económica representada por los transportes y el comercio, convirtiéndola en una real actividad subalterna de la producción, facilitando así la tentativa de incluir dichas actividades en la función productiva misma. A partir de la existencia de estas condiciones preliminares, ya racionalizadas por el desarrollo histórico, fue relativamente fácil racionalizar la producción y el trabajo, combinando hábilmente la fuerza (destrucción del sindicalismo obrero de base territorial) con la persuasión (altos salarios, diversos beneficios sociales, propaganda ideológica y política muy hábil) logrando así hacer girar toda la vida del país alrededor de la producción. La hegemonía nace de la fábrica y para ejercerse sólo tiene necesidad de una mínima cantidad de intermediarios profesionales de la política y de la ideología.


Rotary Club y masonería
El Rotary es una masonería sin pequeños burgueses y sin la mentalidad pequeño burguesa. EEUU tiene el Rotary (organización de servicio humanitario distribuida en todo el mundo a través de los clubes rotarios, en cuyas reuniones está vedado el tratamiento de temas políticos o religiosos) y Europa la masonería (Sociedad secreta, extendida por diversos países del mundo, cuyos miembros, agrupados en logias, profesan la fraternidad y ayuda mutua).

En EEUU, la racionalización ha determinado la necesidad de elaborar un nuevo tipo humano, conforme al nuevo tipo de trabajo y de proceso productivo. La lucha que se desarrolla en EEUU es todavía por la propiedad del trabajo contra la “libertad industrial”, una lucha similar a la desarrollada en Europa en el siglo XVIII, en otras condiciones.

El sindicato obrero norteamericano es la expresión corporativa de la propiedad de los oficios calificados, y por ello su destrucción, planteada por los industriales, tiene un aspecto “progresista”. La ausencia de la fase histórica europea que en el campo económico estuvo marcada por la Revolución Francesa, dejó a las masas norteamericanas en estado primitivo.
En Italia sé dio un comienzo de fanfarria fordística (exaltación de la gran ciudad, la afirmación de qué el capitalismo está aún en sus comienzos y que es necesario preparar los cuadros para su desarrollo impetuoso, etc.). Posteriormente se dio la conversión a lo rural y el desprecio de la ciudad, la exaltación del artesanado y del patriarcalismo idílico, las menciones a la "propiedad de los oficios" y a una lucha contra la libertad industrial.


Autarquía financiera de la industria
Massimo Fovel concibe el "corporativismo" como la premisa para la introducción en Italia de los sistemas americanos más avanzados en el modo de producir y de trabajar. Sería interesante saber si Fovel escribe "extrayendo de su cerebro" o si por el contrario tiene detrás de sí fuerzas económicas que lo sostienen y lo impulsan.

Fovel en 1925 lanzó una campaña favorable a la entrega de la industria italiana a las finanzas americanas, campaña que fue de inmediato explotada. En 1929 sostiene el corporativismo como premisa de una forma italiana de americanización. Concibe a la corporación como un bloque industrial-productivo autónomo, destinado a resolver el problema de un ulterior desarrollo del aparato económico italiano, contra los elementos semifeudales y parasitarios de la sociedad que extraen una tajada demasiado grande de la plusvalía, contra los llamados "productores de ahorro". La producción del ahorro debería convertirse en una función interna del mismo bloque productivo, a través de un desarrollo de la producción con costos decrecientes que permita, además de una masa mayor de plusvalía, más altos salarios, lográndose así un mercado interno más capaz de un cierto ahorro obrero y de más altos beneficios.

Los defectos mayores de Ford consisten en que descuida la función económica que el Estado ha cumplido siempre en Italia debido a la desconfianza de los ahorristas hacia los industriales; y en descuidar el hecho de que la orientación corporativa no tuvo origen en las exigencias de un cambio de las condiciones técnicas de la industria, ni tampoco en las exigencias de una nueva política económica, sino sobre todo en las exigencias de una organización policial de la economía agravada por la crisis de 1929, todavía vigente.

En realidad, el personal obrero italiano ni como individuo ni como sindicato, ni activa ni pasivamente, se opuso jamás a las innovaciones tendientes a una disminución de los costos, a la racionalización del trabajo, a la introducción de automatismos más perfectos y de más perfectas organizaciones técnicas del aparato empresario. Todo lo contrario. En Italia, en cambio, por mínima y tímida que fuese cada tentativa de hacer de la fábrica un centro de organización sindical ha sido ásperamente combatida y liquidada. Fueron justamente los obreros los portadores de nuevas y más modernas exigencias industriales y que a su modo proclamaron con energía.

La americanización requiere un ambiente dado, una determinada estructura social y un cierto tipo de Estado. El Estado es el liberal, no en el sentido del liberalismo aduanero o de la libertad política efectiva, sino en el sentido más fundamental de la libre iniciativa y del individualismo económico que llega por sus propios medios, como "sociedad civil", y en razón del mismo desarrollo histórico, al régimen de la concentración industrial y del monopolio. La desaparición del tipo semifeudal del rentista es en Italia una de las condiciones de mayor importancia en la revolución industrial, no una consecuencia. La política económico-financiera del Estado es el instrumento de tal desaparición. El Estado crea nuevos rentistas, vale decir, promueve las viejas formas de acumulación parasitaria, del ahorro y tiende a crear cuadros sociales cerrados.

La dirección corporativa está también en función de la desocupación: asegura a los ocupados un cierto mínimum vital que si la competencia fuese libre, caería también él, provocando graves disturbios sociales, y crea ocupaciones de nuevo tipo (organizativo y no productivo) para los desocupados de las clases medias.


 Algunos aspectos de la cuestión sexual
Los instintos sexuales fueron los más fuertemente reprimidos por la sociedad en desarrollo; su "regularización", debido a las contradicciones a que da lugar y a las perversiones que se le atribuyen, parece la cosa más "innatural", de allí que las referencias a la "naturaleza" sean más frecuentes en este campo.

La sexualidad como función reproductora y como deporte: el ideal “estético” de la mujer oscila entre la concepción de “productora” y la de bibelot. La función económica de la reproducción: es un hecho general que se reclama una cierta proporción entre las diversas edades a los fines de la producción y del mantenimiento de la parte pasiva de la población (a causa de la edad, invalidez, etc.); también es un hecho "molecular", que se encuentra en el seno de los más pequeños agregados económicos, tales como la familia. La expresión "el sostén de la vejez" muestra la conciencia instintiva de la necesidad económica de que exista una cierta relación entre jóvenes y viejos en toda el área social. El espectáculo de cómo son maltratados en los pueblos los viejos y las viejas sin hijos, incita a las parejas a desear la prole.

Las viejas generaciones se encuentran en relaciones cada vez más anormales con las generaciones jóvenes de la misma cultura, y las masas trabajadoras son engrosadas por elementos extranjeros inmigratorios que modifican su base: se verifica ya como en América, una cierta división del trabajo (empleos calificados para los autóctonos, además de las funciones de dirección y organización; empleos no calificados para los inmigrantes).

Una relación similar se establece en toda una serie de países entre las ciudades industriales de baja natalidad y la campaña prolífica: la vida de la industria exige un aprendizaje general, un proceso de adaptación psicofísica a determinadas condiciones de trabajo. Esto no es algo que debe ser "adquirido”. Así, la baja natalidad urbana exige un gasto continuo e importante para el aprendizaje de los nuevos elementos urbanizados y comporta un perpetuo cambio de la composición político-social de la ciudad, planteando permanentemente sobre nuevas bases el problema de la hegemonía.

Hasta que no se de la formación de una nueva personalidad femenina con real independencia frente al hombre y un nuevo modo de concebirse a sí misma y de concebir su panel en las relaciones sexuales, será necesario ser muy cauto en toda innovación legislativa.

Los industriales (especialmente Ford) se han interesado por las relaciones sexuales entre sus dependientes y, en general, por la instalación de sus familias; las apariencias de "puritanismo" que asumió este interés (como en el caso del prohibicionismo) no debe conducirnos a error; la verdad es que no puede desarrollarse el nuevo tipo de hombre exigido por la racionalización de la producción y del trabajo, mientras el instinto sexual no haya sido regulado de acuerdo con esta racionalización, no haya sido él también racionalizado.


"Animalidad" e industrialismo
La historia del industrialismo fue siempre una continua lucha contra el elemento "animalidad" del hombre y de sojuzgamiento de los instintos a reglas siempre nuevas, cada vez más complejas y rígidas, y a hábitos de orden, exactitud y precisión que tornen posible las formas siempre más complejas de vida colectiva que son la consecuencia necesaria del desarrollo del industrialismo.
Hasta ahora todos los cambios en el modo de ser y de vivir ocurrieron mediante la coerción brutal, es decir, mediante el dominio de un grupo social sobre todas las fuerzas productivas de la sociedad: la selección o "educación" del hombre adaptado a los nuevos tipos de civilización, vale decir a las nuevas formas de producción y de trabajo ha ocurrido mediante el empleo de inauditas brutalidades, lanzando al infierno del desclasamiento a los débiles y a los refractarios o eliminándolos del todo.

Cuando la presión coercitiva es ejercida sobre todo el complejo se desarrollan ideologías puritanas que confieren al empleo intrínseco de la fuerza la forma exterior de la persuasión y del consenso; pero una vez que, se ha alcanzado el resultado, al menos en cierta medida, la presión se dispersa y adviene la crisis de libertinaje.

En la posguerra se ha verificado una crisis de las costumbres de una extensión y de una profundidad inaudita, pero esta crisis se ha manifestado contra una forma de coerción que no había sido impuesta para crear los hábitos acordes con una nueva forma de trabajo, sino por las necesidades, reconocidas ya como transitorias, de la vida en guerra. Esta presión reprimió los instintos sexuales, aun los normales, y generó un desequilibrio numérico entre sexos. Los nuevos métodos (taylorismo y racionalización en general) exigían una rígida disciplina de los instintos sexuales (del sistema nervioso), es decir, una consolidación de la "familia" en sentido amplio, de la reglamentación y estabilidad de las relaciones sexuales.

Es preciso insistir sobre el hecho de que en el campo sexual el factor ideológico más depravado y "regresivo" es la concepción iluminista y libertina propia de las clases no ligadas estrechamente al trabajo productivo, y que se propaga de estas clases a las de los trabajadores. Se genera un caso de hipocresía social totalitaria donde los estratos populares son obligados a observar la “virtud”; quien la predica no la observa, aunque la alabe de palabra, de suerte que la hipocresía es parcial, no total.


Racionalización de la producción y del trabajo
El principio de la coerción, directa e indirecta, en el ordenamiento de la producción y del trabajo es justo, pero la forma que había asumido era errónea: el modelo militar se había convertido en un prejuicio funesto y los ejércitos del trabajo fracasaron.
Los nuevos métodos de trabajo están indisolublemente ligados a un determinado modo de vivir, de pensar y de sentir la vida. En EEUU, la racionalización del trabajo y el prohibicionismo están fuertemente ligados: las encuestas de los industriales sobre la vida íntima de los obreros, los servicios de inspecciones creados para controlar la “moralidad” de ellos, son necesidades del nuevo método de trabajo. Hay que ver en ellas el significado y el alcance colectivo del fenómeno norteamericano que es también el mayor esfuerzo colectivo verificado para crear, con rapidez inaudita y con una conciencia, un nuevo tipo de trabajador y de hombre.

Desde este punto de vista es preciso estudiar las iniciativas "puritanas" de los industriales americanos tipo Ford. La "humanidad" y la "espiritualidad" del trabajador son destruidas de inmediato. Esta "humanidad y espiritualidad" sólo puede realizarse en el mundo de la producción y del trabajo, cuando la personalidad del trabajador se reflejaba toda en el objeto creado, cuando era aún muy fuerte la ligazón entre arte y trabajo. Pero justamente contra este "humanismo" lucha el nuevo industrialismo. Las iniciativas "puritanas" tienen sólo el fin de conservar, fuera del trabajo, un cierto equilibrio psicofísico que impida el colapso fisiológico del trabajador, exprimido por el nuevo método de producción. El industrial americano se preocupa por mantener la continuidad de la eficiencia física del trabajador, de su eficiencia muscular nerviosa.

El denominado "alto salario" es de doble filo: es preciso que el trabajador gaste "racionalmente" los sueldos más abundantes, para mantener, renovar y posiblemente acrecentar su eficiencia muscular nerviosa, no para destruirla o cortarla. De allí entonces que la lucha contra el alcohol, el agente más peligroso de destrucción de las fuerzas de trabajo, se convierta en función del Estado.

A la cuestión del alcohol está ligada la cuestión sexual. El abuso y la irregularidad de las funciones sexuales es, después del alcoholismo, el enemigo más peligroso de las energías nerviosas y es una observación corriente que el trabajo "obsesionante" provoca depravaciones alcohólicas y sexuales. Las tentativas realizadas por Ford de intervenir, mediante un cuerpo de inspectores, en la vida privada de sus dependientes y controlar cómo gastaban su salario y cómo vivían.

El hecho más notable del fenómeno americano con relación a estas manifestaciones es el distanciamiento que se ha formado y que se irá acentuando cada vez más entre la moralidad-costumbre de los trabajadores y la de los otros estratos de la población. El prohibicionismo ha dado ya un ejemplo de tal separación. Quien trabaja por un salario, con un horario fijo, no tiene tiempo de dedicarse a la búsqueda del alcohol y a la "caza de la mujer”, de dedicarse al deporte de eludir las leyes. Aparece claramente que el nuevo industrialismo desea la monogamia, quiere que el hombre-trabajador no disipe sus energías nerviosas en la búsqueda desordenada y excitante de la satisfacción sexual ocasional. El obrero que va al trabajo después de una noche de "exceso", no es un buen trabajador.

 Es un fenómeno típicamente americano el elevado número de horas de trabajo por día. Esta es una diferencia con Europa. Se ha subrayado que la diferencia recae en la ausencia de “tradiciones” en EEUU, en la medida en que esta significa igualmente residuo pasivo de todas las formas sociales superadas por la historia. Son estos residuos pasivos los que en Europa resisten el americanismo.

El hombre-industrial continúa trabajando aunque sea millonario, pero su esposa y sus hijas se transforman cada vez más en "mamíferos de lujo". Las mujeres, ociosas, viajan, atraviesan continuamente el océano para venir a Europa, escapan al prohibicionismo patrio y contraen "matrimonios" estacionales: es la prostitución real que se desborda, apenas oculta bajo frágiles formalidades jurídicas. Estos fenómenos propios de las clases altas tornarán más difícil la coerción sobre las nuevas masas trabajadoras para conformarlas a las necesidades de la nueva industria; en todo caso determinan una fractura psicológica y aceleran la cristalización y la saturación de los grupos sociales, tornando evidente su transformación en castas, como ocurrió en Europa.


Cantidad y calidad
 En el mundo de la producción estos términos no significan otra cosa que "buen mercado" y "alto precio", es decir satisfacción o no de las necesiades elementales de las clases populares y tendencia a elevar o deprimir su tenor de vida.

Para una empresa-nación que tiene disponible mucha mano de obra y pocas materias primas la palabra "calidad" significa sólo la voluntad de emplear mucho trabajo sobre poca materia, perfeccionando el producto al extremo, esto es, perfeccionando la voluntad de especializarse para un mercado de lujo. Donde existe mucha materia prima son posibles dos tendencias, la cualitativa y la cuantitativa, mientras que no existe la recíproca para los llamados países pobres.

En realidad, sólo se puede hablar de "calidad”, en el caso de las obras de arte individuales y no reproducibles; todo lo que es reproducible entra en el reino de la "cantidad" y puede ser fabricado en serie.

Si una nación se especializa en la producción "cualitativa" ¿qué industria procurará los objetos de consumo de las clases pobres? ¿Se promoverá una situación de división internacional del trabajo? Se trata nada más que de una fórmula de literatos holgazanes y de políticos cuya demagogia consiste en construir castillos en el aire. La cualidad debería ser atribuida a los hombres y no a las cosas y la cualidad humana se eleva y se refina en la medida en que el hombre satisface un número mayor de necesidades y se torna por ello independiente.


Taylorismo y mecanización del trabajador
A propósito de la separación que el taylorismo determinaría entre el trabajo manual y el "contenido humano" del trabajo, se pueden hacer útiles observaciones sobre lo concerniente a aquellas profesiones que son consideradas como las más "intelectuales", esto es, las profesiones ligadas a la reproducción de los escritos para la publicación: si se reflexiona se ve que en estos oficios el proceso de adaptación a la mecanización es más difícil que en los otros. ¿Por qué? Porque es difícil lograr la máxima calificación profesional que exige de parte del obrero "olvidar" el contenido intelectual del escrito que reproduce o no reflexionar para fijar su atención sólo en la caligrafía de cada letra si es copista. El interés del trabajador por el contenido intelectual del texto entra dentro de sus errores, vale decir se considera como una deficiencia profesional: su calificación se mide precisamente por su desinterés intelectual, por su "mecanización".  

La lentitud de la escritura medieval explica muchas de estas deficiencias: había demasiado tiempo para reflexionar y en consecuencia la "mecanización" era más difícil. El tipógrafo debe ser muy rápido, debe tener sus manos en continuo movimiento y también los ojos, y esto torna más fácil su mecanización. Pero pensándolo bien, el esfuerzo que deben realizar estos trabajadores para aislar el contenido intelectual del texto, a veces muy apasionante, su simbolización gráfica y el dedicarse solamente a esta última es el esfuerzo quizás más grande que puede requerirse de un oficio.


Los altos salarios
La adaptación a los nuevos métodos de producción y de trabajo no puede ocurrir sólo a través de la coacción social. La coerción debe por ello ser sabiamente combinada con la persuasión y el consenso, en este caso una mayor retribución que permita un determinado nivel de vida, capaz de mantener y reintegrar las fuerzas consumidas por este nuevo tipo de fatiga. Pero apenas se generalicen y difundan los nuevos métodos de trabajo y de producción, apenas el tipo nuevo de obrero sea creado universalmente y el aparato de la producción material sea también perfeccionado, el turn over (la movilidad de la mano de obra ocupada en una empresa ) excesivo se encontrará automáticamente limitado por la extensión de la desocupación, y los altos salarios desaparecerán.

Por otro lado, es sabido que los altos salarios están ligados necesariamente a una aristocracia obrera, y no son acordados a todos los trabajadores americanos.

La industria Ford exige de sus obreros una discriminación, una calificación, que las otras industrias aún no exigen, un nuevo género de calificación, una forma de consumo de fuerza de trabajo y una cantidad de fuerza consumida en el mismo tiempo medio que son más extenuantes que en las otras empresas y que el salario no logra compensar en todos los obreros, para reconstruir sus fuerzas en las condiciones sociales dadas.

El método de Ford es "racional" y que debe generalizarse, pero para esto es necesario un largo proceso, que comporta un cambio de las condiciones sociales y un cambio de las costumbres y de los hábitos individuales, lo cual no puede ocurrir mediante la sola "coerción" sino mediante la acción equilibrada de la coacción (autodisciplina) y de la persuasión, bajo una forma que puede ser también la de los altos salarios, vale decir tornando posible un mejor nivel de vida o quizás, más exactamente, un nivel de vida más adecuado a las nuevas formas de producción y de trabajo, que exigen un gasto especial de energías musculares y nerviosas.


Acciones, obligaciones, títulos del Estado
La caía del mercado de acciones determinó un desplazamiendo de riquezas y un fenómeno de expropiación simulttánea del ahorro de masas de población, especialmente en EEUU.
La masa de ahorristas trata de deshacerse de las acciones de todo tipo, desvalorizadas; prefiere las obligaciones a las acciones, pero prefieren los títulos de Estado a todo otro tipo de inversión. La masa de ahorristas quiere romper toda ligazón directa con el conjunto del sistema capitalista privado, pero no rehúsa su confianza al Estado: quiere participar en la actividad económica, pero a través del Estado, que garantiza un interés módico, pero seguro. Estado tiene función de empresa (holding estatal) que concentra el ahorro a disposición de la industria y actividad privada, y como inversor.

No puede desinteresarse de la organización de la producción y del cambio, ni dejarla en manos de la competencia e industria privada porque generaría desconfianza. El estado es obligado a intervenir para controlar si las inversiones realizadas por su intermedio son bien administradas.
Si el Estado se propusiese imponer una dirección económica mediante la cual la producción del ahorro, en lugar de ser “función” de una clase parasitaria, se convirtiese en función del mismo organismo productivo. Estos desarrollos serían progresivos. Para ellos hay que promover la reforma agraria e industrial a fin de que las rentas sean dirigidas hacia las necesidades técnico-industriales.

Las tendencias corporativas se manifiestan como exaltación del estado en general, concebido como algo absoluto, y como aversión a formas tradicionales del capitalismo.


Civilización americana y europea
¿América tiene una cultura? [sería necesario decir: ¿tiene una cultura unitaria y centralizada?, vale decir, ¿Es América una nación de tipo francés, alemán o inglés?]. Planteado así la respuesta es no.

El problema es el de si América, con el peso implacable de su producción económica (es decir, indirectamente), obligará o está obligando a Europa a subvertir su cimiento económico-social demasiado anticuado, que se hubiera producido lo mismo, pero con un ritmo lento, pero que se presenta en lo inmediato como un contragolpe de la " prepotencia" americana. En otros términos, se trata de saber si se está verificando una transformación de las bases materiales de la civilización europea, lo que a largo andar conducirá a un trastrocamiento de la forma de civilización existente y al nacimiento forzoso de una nueva civilización.

Los elementos de "nueva cultura" y de "nueva forma de vida" que hoy se difunden bajo la etiqueta americana, son apenas las primeras tentativas. Lo que hoy es designado como "americanismo" es en gran parte la crítica preventiva de los viejos estratos que serían destruidos por este nuevo orden posible. Es la reacción inconsciente de quienes impotentes para reconstruir, se apoyan en los aspectos negativos del cambio. La reconstrucción no puede provenir de los grupos sociales "condenados" por el nuevo orden, sino de aquellos que están creando, por imposición y por sufrimiento propio, las bases materiales de este orden nuevo; ellos "deben" encontrar su sistema de vida "original" y no de marca americana, para que se transforme en "libertad" lo que hoy es "necesidad".

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