Espectro Radioeléctrico
Lo importante es el proceso por el
cual los modos tradicionales de gestión del espectro radioeléctrico se
cuestionan por una posición que defiende la total introducción de criterios de
mercado en su organización. Todo esto se debe a un cambio en el paradigma que
supone que la noción de “Bien Público”, que organizó hasta finales del siglo XX
la política pública de gestión del espectro, está siendo sustituida por
criterios más relacionados con la eficiencia técnica y la rentabilidad
económica que con la satisfacción del interés general.
La prioridad está cambiando en un
sentido privatizador gracias a un debate en el ámbito global alejado de la
ciudadanía y abordado por sectores privados, particularmente economistas e
ingenieros. Esta derivación no es menor ya que la mercantilización del espectro
puede peligrar la prestación de aquellos servicios, como la radio y la
televisión de servicio público, que no reporten tantos beneficios como otros
con la telefonía móvil.
Lo importante es comprender que
cada vez más agentes reclaman para sí una porción mayor del espectro
radioeléctrico y esto pone en peligro los servicios de interés público, en un
contexto donde prima la rentabilidad y el interés privado comercial de la
mercantilización. Por tanto el reto para la regulación y la definición de
políticas es enorme dicen los autores.
El futuro del espectro está en
juego, y dependerá de cómo se articules las políticas y el mercado, si se logra
preservar el criterio del “fin social del servicio a prestar” a la hora de atribuir
frecuencias entre diversos y heterogéneos usos y agentes y, por lo tanto, se
contribuya o no con una perspectiva democratizadora de las comunicaciones.
Espectro Radioeléctrico: Es aquella
porción del espectro electromagnético, comparativamente pequeña, comprendida en
el rango que va desde los 3 Hz a los 300 GHz, que contiene un tipo de ondas que
por sus características se utilizan para prestar diversos servicios de
telecomunicaciones. Las mismas, conocidas como ondas electromagnéticas de
radio, son parte del espectro electromagnético junto con las ondas infrarrojas,
luz visible, ultravioleta, rayos X y los rayos gama. Su diferencia principal
radica en la frecuencia y la longitud de la onda.
Las ondas radioeléctricas se
caracterizan por poder “viajar” y transportar información de un lugar a otro
sin necesidad de cables. Dependiendo de la frecuencia o longitud de onda, esta
viaja de diferentes maneras, puede ser de baja, media o alta o muy alta
frecuencia. De esta manera se clasifican según sus propiedades técnicas.
De esta manera el espectro
radioeléctrico es la base de las tecnologías de comunicación (radio, tv,
telefonía móvil o radares debido a su capacidad para transportar este tipo de
señales. Su importancia radica en que es un recurso natural y finito, desde
lo técnico, y desde lo económico es un bien
escaso y de uso excluyente,
intangible y renovable, pero no acumulable ni almacenable, por
tanto no es exportable pero si comercializable.
Como no conoce fronteras exige un
altísimo de coordinación internacional para evitar interferencias en su uso.
Ello ha propiciado que el planeta se divida en 3 regiones, cuya distribución de
frecuencias es similar para todos los países que la integran. El organismo
internación encargado de normalizar, regular y desarrollar las
telecomunicaciones en todo el mundo es la Unión Internacional de las
Telecomunicaciones (UIT), cuyo nacimiento formal fue en 1932 con el objetivo de
aunar esfuerzos con la Unión Internacional de la Radiotelegrafía.
Sin embargo la llegada de los años
90 marcaría un antes y un después en la estructura interna con la inclusión de agentes del sector privados. Los
cambios acordados que se empezaron a implementar desde 1994, respondió a
cambios tecnológicos, económicos y políticos, precisamente fue la ola
liberalizadora y privatizadora de las telecomunicaciones que convirtió a las
corporaciones, junto a los Estados, en actores de mayor peso en el sector.
El ingreso del sector privado
significo una restructuración interna que paso a distinguir entre agentes
privados con y sin ánimos del lucro en
la organización y les otorgó un rol destacado en la nueva configuración a
partir de autorizar su participación en los denominados grupos de trabajo
(hasta entonces reservados solo para el gobierno). De esta forma, la
organización conformada por 191 Estados y más de 700 miembros asociados, se
rige por una Constitución y Convenio que la complementa, así como por
reglamentos administrativos.
Las innovaciones tecnológicas y la
liberalización de las telecomunicaciones y el sector audiovisual, verificados
de modo acelerado a partir de la década de 1980, han aumentado la presión sobre
la demanda de porciones crecientes de espectro para desarrollar nuevos
servicios inalámbricos tales como los sistemas de comunicación móviles, las
redes de radio y tv digital o los sistemas de banda ancha. Las opciones para
satisfacer estas nuevas necesidades dependen tanto de las características
técnicas propias de las frecuencias utilizables, como de los criterios
fundamentales con los que se gestiona el espectro.
Debido a que NO todas las bandas
del espectro poseen las mismas características ni mismo tipo de información y
márgenes de espectro, ellos a determinado que la tendencia hasta hace poco
fuera regular justamente por banda y frecuencia, asignándola de modo exclusivo.
Cuando hablamos de asignación es
importante diferenciarlo de adjudicación y atribución. La atribución define la inscripción de una banda de frecuencias
determinada para que sea utilizada por uno o varios servicios. La adjudicación supone la inscripción de
una banda de frecuencias en un plan que designa la zona geográfica que podrá
utilizarlo. En cambio, cuando hablamos de asignación,
la referencia es a la frecuencia o canal radioeléctrico cuya utilización
autoriza una administración determinada.
Esta caracterización nos introduce
en la problemática de cómo se gestiona el espectro y porque el modo
tradicional que ha organizado las telecomunicaciones hasta hoy está en
cuestión.
El modelo Tradicional denominado de gestión Administrativa, implica una perspectiva de planificación / mando /
control, y es el que ha dominado la gestión del espectro a lo largo del último
siglo. La idea central de este modelo es que sin reglas técnico-administrativas
que organicen el acceso a las frecuencias las interferencias serian
inevitables, motivo por el cual su acceso debe ser planificado y su uso
estrictamente controlado por el Estado, estableciendo que porción del espectro,
a que usos y con qué tecnologías, y otorgando esas porciones a quienes cumplan
con los requisitos. Con esta opción las
decisiones y definición de políticas queda en el ámbito del nacional.
Sin embargo toda esta lógicas
sobre la que se cimentaron una generación de políticas nacionales relacionadas
con la defensa del interés público, es criticada
por su escaza eficiencia y flexibilidad. Tanto un rápido aumento en la
demanda de servicios inalámbricos como un cambio en los patrones de uso han
aumentado la presión sobre este modelo a lo largo de la última década (teléfonos
inalámbricos, routers, internet móvil, son ejemplos ilustrativos).
Así es que se ha llegado a una
situación de escasez del espectro. Los
opositores al modelo tradicional proponen su superación apelando a
distintos modos de gestión que comparten un mismo espíritu liberalizador del
espectro. Estos dos modelos opositores proponen o bien el otorgamiento de derechos de uso exclusivo o bien el uso común de licencias, dos modelos que
van por un mismo fin pero son opuestos entre sí. La primera opción comparte con el modelo
tradicional el otorgamiento de derechos de uso exclusivo, pero se diferencia en
que el mecanismo de asignación se traslade del ámbito gubernamental al del
mercado. Es decir que se introduzcan
criterios de economía de mercado en la gestión del espectro. En contraposición
con el segundo modelo, el uso común de licencias, nos encontramos ante un
escenario en el que no existen derechos de uso bien definidos ya que el recurso
público se entiende como recurso común. Por tanto la ocupación y uso del
espectro es o bien totalmente libre o bien accesible a un grupo de usuarios
previamente definidos únicamente a partir de criterios técnicos, que comparten
un uso común de esa porción del espectro.
Tanto la UIT como varios
reguladores naciones, se muestran favorables a modificar los métodos
tradicionales de gestión del espectro con el fin de satisfacer la creciente
demanda de este recurso. Consideran que deben imponerse nuevas formas de
gestión que tenga en cuenta el valor y la demanda de uso que el mercado concede
a cada banda, articulándose en torno a un
triple eje: los mecanismos de asignación
de derecho de uso del espectro, la flexibilidad
en la asignación de tales usos y derechos y las medidas para fomentar el uso eficiente por parte de
sus titulares.
Por lo tanto, el cambio de
paradigma en el modelo tradicional de gestión del espectro se plantea en
función de la introducción de elementos de mercado que permitan minimizar las
regulaciones dando mayor libertad a los agentes para aumentar la competencia.
Este cambio rotundo que promueve
la supremacía de criterios de corte económico-industriales por encima de las
consideraciones socio-políticas y culturales, encierran el peligro de que se
desdibuje la nación de bien público que ha guiado la gestión del espectro
radioeléctrico. Es decir que se traslade de manera definitiva el centro de
gravedad que ha articulado la definición de políticas desde el sector público
hacia el privado. Del Estado al mercado.
Uno de los grandes interrogantes
que se construyen al calor de la redefinición en clave digital de las
comunicaciones hertzianas en los 90, es lo que puede ocurrir con el denominado
dividendo digital que el fin de la tv analógica generará, ya que por dividendo
digital se conoce a las frecuencias que se liberaran después de que cesen las
emisiones analógicas de televisión terrestre. Es importante develar cuales con
los usos posibles que se le darán y sus beneficios. Algunos países se muestras
favorables a distribuir las frecuencias entre nuevos y distintos usos y
agentes, introduciendo además mecanismos de mercado en su asignación.
La detección de un potencial
dividendo digital al interior de las nuevas lógicas que pretenden regular la
frecuencia (liberación, privatización) supone la oportunidad histórica de
alterar definitivamente en un sentido mercantil el paradigma de las
comunicaciones inalámbricas.
Cuando se produzca el llamado
apagón analógico, y se genere la liberación de importantes cantidades de
espectro, tendrá lugar el mayor proceso de reasignación de frecuencias que haya
tenido lugar en la historia de la regulación, y de la manera en que se reparta
el espectro dependerá como se defina la política de gestión del mismo.
A pesar de que desde lo teórico
muchas son las opciones a la hora de definir el destino de las frecuencias a
liberar, las estructuras de mercado existentes en cada país, así como las
intenciones de cada gobierno, están definiendo un reparto que privilegia la
preservación en el mundo digital de los equilibrios audiovisuales existentes,
al menos en EUROPA. En el caso de EE.UU y el REINO UNIDO, en donde los beneficios y las ganancias económicas
susceptibles de obtenerse, con el dividendo, es alta, existe una política a
favor de destinar la mayor cantidad posible de frecuencias a usos distintos de
radiodifusión, gestionados por criterios mercantiles. En un punto intermedio
tenemos a SUECIA, que parte de
criterios socio-culturales además de técnico-económicos para decidir.
Los beneficios de la liberación del espectro suponen la puesta a
disposición de más frecuencias, por tanto entrada de más agentes y el
desarrollo de nuevos servicios. Sin
embargo, al no saber cuál es el dividendo y cuándo estará disponible,
dificulta los planes regionales de armonización entre beneficios económicos y
socio-culturales.
Es importante recordar que si bien
los desarrollos tecnológicos ofrecen las condiciones necesarias y el potencial
para alcanzar formas convergentes, tales condiciones están lejos de ser
suficientes como para romper con el resto de las barreras, que impiden dicha
convergencia, (legales, culturales, de mercado). Ello hace necesario matizar
que la digitalización de la radiodifusión y el desarrollo de redes conmutadas
de banda ancha estén contribuyendo a la unión uniforme y sin más de estas
industrias tan distintas. Es decir, que las posibilidades tecnológicas,
fundamentales la digitalización, puedan reducir la barrera de entrada para la
producción y distribución de contenidos, no implica que cualquiera pueda tener
capacidad para sobrevivir, crear un negocio y trastocar la cadena de valor
existente.
En síntesis, es problema central es, que si el
futuro reparto del dividendo no va a responder a las políticas naciones de
comunicación, al ser guiados solamente por criterios de mercado, se corre el
riesgo de que la búsqueda de ganancias en el corto plazo acabe por con la
preservación del interés público.
Por lo tanto la reflexión debe
girar en torno a las lógicas y potenciales derivaciones, no solo a las
decisiones del reparto del dividendo digital, sino sobre la gestión del
espectro. En principio es ineludible
que los criterios mercantiles, al calor de la gestión del espectro, llegaron
para quedarse. En segundo término,
debe resaltarse que no necesariamente tales criterios aportan, de manera
automática y lineal, beneficios a los gobiernos
que los pongan en práctica (estos criterios pueden incrementar los
costos, generando la misma nación de escases que pretende atacar). En tercer lugar, la orientación de las
nuevas políticas podría traducirse en un difícil o imposible acceso a las
frecuencias para aquellos usuarios pequeños y sin ánimo de lucro. Por lo que es imprescindible no renunciar a
la administración del espectro como espacio público, encontrando el “mix” de
gestión más apropiado.
En síntesis se pueden verificar dos versiones contrapuestas que disputan
el futuro de la gestión: por una parte, la perspectiva
tradicional, articulada al calor de la defensa de la dimensión pública del espectro y la soberanía nacional sobre las ondas, y
por otra la visión liberalizadora,
encarada en la promoción de las dimensiones mercantil, privada y transnacional
de la gestión de la frecuencia. Promotora no solo de la comercialización y
armonización técnica para el desarrollo de servicios de base y alcance global,
sino también de su privatización.
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