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Historia del Movimiento Obrero Nacional e Internacional - Resúmenes - Unidad 2 - Parte 2

UNIDAD 2 PARTE 2

DEL CAMPO HUGO. “De la FORA a la CGT”

 

Buenos Aires se convirtió en un campo de batalla. Varios incidentes sucedieron en la llamada Semana Trágica y casi todo Bs. As. se levantó protestando por los hechos que se desencadenaron el día del entierro de los obreros de la empresa Vasena, víctimas de la represión policial.
Los levantamientos fueron a causa de la explotación a que era sometido el proletariado marcando a la Semana Trágica como el "el mayor momento de combatividad proletaria".
En los años del Centenario predominó el anarquismo en el movimiento obrero, el cual hacia 1918 reinicia su actividad. A causa de la crisis económica, se deterioraron el salario, y las condiciones de vida y de trabajo que el movimiento obrero trató de recuperar mediante huelgas, pero a causa de la  masacre, el anarquismo quedo desprestigiado. El sindicalismo, conservó su posición antipolítica, los socialistas y comunistas solo pudieron acercar el campo de la acción política a pequeñas fracciones de clase trabajadora.
La rivalidad de estas cuatro tendencias hizo imposible la unidad sindical. Finalmente la estabilización económica de 1920 mejoró la situación de los trabajadores.

La economía argentina durante la guerra y la post-guerra
La estabilidad de la Argentina del Centenario (su condición de prospera semicolonia, productora de alimentos para la metrópolis industriales y financieras), se vio afectada por la 1ra. Guerra,  la cual alteró las relaciones comerciales y de inmigrantes. El precio de los cereales y carne aumentó en el mercado mundial pero las exportaciones agrícolas disminuyeron. La venta de carnes congeladas aumentó con respecto a Australia; El volumen de las exportaciones se mantuvo aunque cambio su composición y su valor. Los productos agropecuarios se encarecieron menos que los industriales, de modo que se hizo necesario ir reduciendo las importaciones
La restricción de la oferta y el alto precio de las maquinarias, materia prima, etc., que eran necesarias para que funcionen las industrias fueron aún mayores. Sólo algunas ramas pudieron expandir su producción y en síntesis los índices de producción industrial bajaron en 1917 y en el '18 empezaron a recuperarse lentamente. Con la paz, Argentina se recuperó en el mercado mundial.
A causa de la guerra civil los campos de Alemania, Francia y Rusia quedaron arrasados lo que provocó la demanda de cereales a la Argentina. Los productos agrícolas se exportaron en un 60%, la venta de carnes aumentó también, pero las inversiones norteamericanas empezaron a cambiar el panorama, el precio descendió, el de la carne se estabilizó y solo se mantenían firmes los productos industriales. Se había iniciado el proceso de deterioro de los términos de intercambio. El valor de lo que se vendía se iba reduciendo permanentemente en relación con el de lo que se compraba. La época de las colonias prosperas se acercaba a su fin y los efectos de la dependencia comenzaban a  mostrarse La paz significó la ruina de algunas industrias, la producción manufacturera creció y llegó a duplicarse. Las inversiones norteamericanas revelaban la pujanza del nuevo imperialismo que se disponía a sustituir a la vieja metrópoli europea.

Las clases medias y el radicalismo
El crecimiento dependiente había ido conformando una sociedad compleja y diversificada. Por un lado estaba la oligarquía terrateniente con intereses comerciales y financieros, estrechamente vinculada con el capital extranjero que controlaba el poder político y llevaba un suntuoso tren de vida en buenos aires. Por el otro,  una clase obrera explotada  y miserable, hacinada en conventillos y que cubría a duras penas sus necesidades más elementales con los magros salarios y en el medio había varias capas sociales. Los trabajadores urbanos  solo constituían en realidad el núcleo organizado y activo de una vasta capa de asalariados. En el campo estaban los peones encuadrados en el tradicional sistema de la estancia, y los jornaleros  que iban de chacra en chacra durante la cosecha. Hacia el otro extremo pero sin pertenecer a la elite privilegiada se encontraban los estancieros grandes y medianos que gozaban de una sólida posición. La técnica del enfriado introducida por los frigoríficos yanquis había dividido a los ganaderos en invernaderos (en estrecha relación con las empresas actuaban como intermediarios y dominaban el mercado) y criadores (vendían los animales a medio preparar). Comerciantes y hombres de negocios  se habían enriquecido en diverso grado sin ser aceptados socialmente por las familias patricias y esto era un factor que los alejaba del poder. Todo un sector importante de la burguesía se sentía excluida por el régimen oligárquico ya que esto los acercaba a las clases medias compuestas por pequeños y medianos propietarios del interior, comerciantes de todas las categorías, empresarios de pequeños talleres, profesionales docentes y empleados públicos y privados. Estos grupos gozaban de un buen pasar y no podían quejarse demasiado de su situación económica ni de una estructura social que (salvo en su cúspide) mantenía las puertas abiertas para el ascenso individual. Pero esta movilidad social que durante mucho tiempo colmo las aspiraciones de los inmigrantes, empezaba ya a parecer insuficiente. Sus hijos más instruidos influyeron sobre el poder político. Sobre esta base social y como expresión de estos anhelos surgió el radicalismo. La oligárquica sabia que sus intereses fundamentales no estaban seriamente amenazados ya que el radicalismo no postulaba cambios de fondo en el orden económico-socia, pues los sectores que representaban no querían destruir el sistema sino integrarse. Este partido presionó a la oligarquía para alcanzar el poder, llevando al mismo mediante la reforma electoral, como cabeza del partido a Hipólito Irigoyen. Los radicales pese a ciertas actitudes nacionalistas y populistas gobernaron sin alterar sustancialmente la estructura económico-social. Tampoco cambio sino muy lentamente y como producto exclusivo de sus luchas. La situación de la clase obrera.

Un largo reflujo
Después de las grandes movilizaciones de 1909 y 1910, el movimiento obrero argentino entro en un periodo de pronunciado reflujo provocado por la combinación de 2 factores: La represión y la crisis económica. Armado con la nueva ley de defensa social (que complementaba la ley de residencia) el estado oligárquico descargo sobre el movimiento obrero todo el peso de su poder. Casi todos los sindicatos entraron en declinación: Las centrales obreras dejaron de celebrar sus tradicionales congresos anuales y por mucho tiempo la actividad de los trabajadores se limito a esporádicas huelgas parciales. Dado el notable nivel de conciencia y combatividad que las vanguardias obreras habían alcanzado, la represión no hubiera alcanzado por si sola para producir este retroceso. Fue necesario que una grave crisis económica conmoviera al país dejando a mucha gente en la calle y obligando a  los demás a aferrarse al trabajo. Ante esta desesperante situación muchos habitantes salieron a buscar trabajo al exterior durante los 5 años de la guerra, la argentina se convirtió paradójicamente en un país de emigración. Hasta 1918 los salarios nominales parecieron estancados y en muchos casos declinaron. Mientras tanto el costo de vida experimentaba un alza inusitada. La valorización de los productos agropecuarios en los mercados exteriores se traslado a los precios internos (la carne y el pan). A causa de esto, se hacían huelgas pero empezaron a fracasar y ante tanta miseria se volvió a plantear la unidad sindical.

La unificación frustrada
El movimiento obrero seguía dividido en 3 sectores: F.O.R.A. (anarquistas), C.O.R.A. (sindicalistas y socialistas) y los gremios autónomos. Las luchas contra las leyes represivas y las protestas ante los desbordes policiales hicieron que ambas centrales se unieran y en 1907 se convocó un congreso de unidad sindical (el 3ro.). Mientras que socialistas y gremialistas intentaban crear una central única, los anarquistas insistían en mantener el nombre de F.O.R.A., invitando a los demás sindicatos a unirse a ellos. A los gremios que se quisieran unir, los anarquistas les reservaban 3 puestos en el Consejo Federal (8vo. Congreso).
En el congreso de la C.O.R.A. se invitaba a todos los gremios que se unieron a ella a unirse a F.O.R.A. Admitía como base de integración el pacto de solidaridad de 1904. En el 9º Congreso de la F.O.R.A. se trató de lograr la Unión Sindical pero debido a los problemas de siempre entre anarquistas y socialistas no se logró la unidad sindical.
La marea ascendente
Después de 1916 el movimiento obrero adquirió una extensión e intensidad sin precedentes. Ni bien sintieron los primeros síntomas de recuperación económica y las luchas reivindicativas tuvieron alguna posibilidad de éxito, todos los gremios fueron lanzándose a la acción. La FOM (federación obrera marítima) desarrollo una intensa actividad y la acción de sus militantes fue decisiva para el desarrollo de la organización sindical en todos los puertos del país.
Una función similar cumplieron en las ciudades y pueblos del interior, los ferroviarios En 1917 después de varias  huelgas parciales la federación obrera ferrocarrilera, declaro una huelga general que paralizo el trafico durante un mes. .
El incumplimiento de alguna de sus cláusulas por parte de las empresas desencadeno durante los meses siguientes una cantidad de huelgas parciales.
Los resultados que hasta 1917 habían sido negativos comienzan a ser favorables a partir del año siguiente. A partir de la reducción de la entrada de inmigrantes, se redujo la desocupación.
En el noveno congreso de la FORA (1915) fue el verdadero escenario donde se dirimió el nuevo intento de lograr la unidad sindical. En este congreso predominaban las organizaciones sindicales que impusieron una declaración de principios claramente emanada de su posición ideológica y obtuvieron la mayoría en el consejo federal.  La reacción anarquista no se hizo esperar. Este intento vuelve a fracasar.

La clase obrera, el radicalismo y la Revolución Rusa
El movimiento obrero seguía dividido y en 1916 Yrigoyen asume la Presidencia. Después de muchas luchas la oligarquía cedió al sufragio popular. El radicalismo se presentaba como un vasto movimiento de reparación universal, pero no atraía a los obreros por su política y los anarquistas y sindicalistas esperaban poco de este gobierno. El socialismo temía que Yrigoyen disminuyera su electorado; además el radicalismo frente a los problemas de los obreros no era muy definido (el gobierno situado por encima de los intereses de clase, trataría de armonizarlos actuando como juez imparcial, aunque su justicia no excluiría la paternal protección de los débiles y necesitados). La llegada del radicalismo al gobierno esta lejos de iniciar una época de paz, por el contrario contando con el ablandamiento del aparato represivo el movimiento obrero intento recuperar las posiciones perdidas durante la crisis y obtener nuevas conquistas. A causa de esto empezaron a aumentar las huelgas en todos los oficios y en todo el país y atrayendo incluso a algunos sectores de clase media.
Los sectores patronales se sintieron desprotegidos. La Asociación nacional del trabajo coordino la resistencia empresaria frente a las denuncias obreras promoviendo lock-outs, listas negras y sindicatos amarillos, reclutando rompehuelgas y presionando a los patrones más propensos a ceder. Las tendencias revolucionarias recibieron un gran impulso con el triunfo de los bolcheviques en 1917. Rusia demostraba que los sueños revolucionarios eran posibles, que el obrero podía tomar el poder, destruir el sistema capitalista y construir el socialismo. Como ejemplo de esto, tuvieron a Alemania, Hungría, Francia y España.

La Semana Trágica y las huelgas patagónicas
En 1918 obreros de los talleres metalúrgicos Vasena, realizaron una huelga larga y combativa. La empresa contrató reemplazantes y matones y así los enfrentamientos se hicieron cada vez más violentos. Días después un piquete de huelguistas fue ametrallado por fuerzas policiales con un saldo de 5 muertos y más de 20 heridos. La reacción popular no se hizo esperar: espontáneamente se fueron interrumpiendo todas las actividades y el día 9 la ciudad amaneció paralizada. Una enorme multitud formó el cortejo fúnebre y fue sembrando la agitación por todos los barrios, a su paso aumentaban los incidentes con corridas, tiros, etc. Al llegar al cementerio se produjo un nuevo tiroteo con la fuerza policial que después de varios muertos, acabó con la manifestación. Los talleres Vasena habían sido saqueados por la multitud y la llegada de las tropas puso fin al enfrentamiento. El Gobierno acuarteló a las fuerzas policiales por lo que las calles quedaron en poder de los obreros.
El general Dellepiane estaba preparando su aparato represivo cuando aparecieron las primeras patrullas. Los huelguistas se defendieron (con barricadas y desesperados combates) pero las tropas los detuvieron y hacia la tarde la situación estaba controlada.
La F.O.R.A. sindicalista decidió asumir la dirección del movimiento para ponerle fin a los choques lo que fue aceptado por el Gobierno y el 11 se dispuso el levantamiento de la huelga, aunque la F.O.R.A. anarquista mantuvo el conflicto que se extendió a otras regiones.
Las jornadas de enero de 1919 sacudieron fuertemente a la clase obrera. En cambio, los acontecimientos de la Patagonia, no menos dramáticos y sangrientos, llegaron atenuados por la distancia.

Nuevos intentos de unidad

Mediante la movilización obrera y a causa de la represión se buscaba lograr la unidad sindical, pero viejas y nuevas diferencias mantenían la división.
 La F.O.R.A. del quinto Congreso se convirtió en la F.O.R.A. comunista, seguía fiel a los principios de comunismo anárquico. Se reunieron en 1920 y nuevamente en 1923 para un 9º Congreso, confirmando el desconocimiento del realizado en 1915.  En el orden internacional la F.O.R.A. concurrió en 1922 al congreso de Berlín en que se constituyó las Asociación Internacional de Trabajadores, de tendencia anarquista y con la que se mantuvo vinculado.
La F.O.R.A. 9º se reunió en 1918 para el 10º Congreso y los sindicalistas mantuvieron la mayoría imponiéndose a los "internacionales" del partido socialista. Los sindicalistas mantenían su postura antipolítica y rechazaban la pretensión de ser dirigidos por el partido socialista si algún delegado llegaba a ser concejal o diputado, lo impugnaban porque había dejado de ser obrero. Los internacionales se enfrentaban con los sindicalistas reflejando en su propuesta revolucionaria la influencia bolche. La puja de estas tres tendencias se complicaba, además, a raíz de los intentos de insertar a la  F.O.R.A. en organismos internacionales que se habían constituido después de la guerra.
A pesar de sus disensiones internas, la F.O.R.A sindicalista seguía propugnando la unidad El congreso numero 11 decidió crear un comité, integrado por representantes de las dos centrales y de los sindicatos autónomos para convocar a un Congreso de unificación. La F.O.R.A comunista no acepto formar parte del mismo. En el mismo se enfrentaron tendencias políticas y antipolíticas. Superado esto se volvió a crear una nueva central, la Unión Sindical Argentina en la que se refundió la F.O.R.A. 9º. Fuera de ella quedaban los anarquistas antifusionistas y algunos sindicatos autónomos, principalmente los ferroviarios.

Contra la reacción
A partir de 1919 el movimiento obrero debió soportar constantes embestidas por parte del Gobierno y las fuerzas armadas y continuaban los allanamientos, muertes y heridos. En ese mismo año el gobierno proyecto una ley de trabajo calificada por los trabajadores como la ley mordaza. Frente a ella la FORA sindicalista  convoco a un congreso extraordinario que decidió iniciar una compaña de oposición. En el interior del país las fuerzas represivas actuaban con total impunidad. Ante esta situación todos los gremios iniciaron una huelga general que duró 7 días con la liberación de los presos sociales y reapertura de los locales clausurados.
En 1922 tanto la U.S.A. como la F.O.R.A. proclamaron la huelga general que duro 3 días  por la muerte del obrero alemán Kurt Wilckens, asesinado por un guardia cárcel.
En 1924 un proyecto de ley de jubilaciones, considerado desventajoso por los sectores obreros, volvió a concitar la acción conjunta de las distintas agrupaciones
Estas manifestaciones de solidaridad unánime y entusiastas eran muy esporádicas. La propuesta del partido comunista de formar un frente único con la USA la FORA y el partido socialista, la alianza libertaria la federación de agrupaciones sindicalistas y otras organizaciones a favor de los presos políticos y sociales y contra la reacción capitalista, no tuvo éxito  ya que las diferencias ideológicas seguían impidiendo la unidad sindical.

Nuevamente la división
A pesar de los repetidos e infructuosos intentos de unificación, la organización sindical termino reflejando la división del movimiento obrero en 4 tendencias ideológicas:
  • Sindicalistas revolucionarios y anarcosindicalistas (USA)
  • Socialistas (CORA)
  • Comunistas anárquicos (FORA)
  • Comunistas

 

El caso Mañasco - Sacco Vanzetti

El foguista Mañasco era militante de la F.O.M. y aprovechando los barcos que iban al litoral organizó en Misiones el Sindicato de Obreros Yerbateros, obteniendo así una buena victoria con su 1ra. huelga. Con el apoyo de la F.O.M. y de la F.O.R.A., Mañasco recorrió el país organizando nuevos sindicatos.
Por la muerte de un vecino, Mañasco fue enjuiciado y a través de falsos testimonios le dieron cadena perpetua, condena que fue confirmada por la Cámara de Apelaciones. Una multitud recibió a Mañasco en Bs. As. y el 1º de Mayo tuvo como objetivo su liberación. A través de la solidaridad proletaria se obtuvo una gran victoria ya que la libertad de Mañasco fue el 9/7/27. Nada pudo hacer el clamor mundial ante el juicio de Sacco y Vanzetti teniendo en la Argentina hondas repercusiones y por más que el movimiento obrero se solidarizó con huelgas y reuniones, no pudo conseguir un buen resultado y los dos militantes fueron muertos.

El nacimiento de la CGT

En 1920, Argentina estaba económicamente bien, y una oleada de prosperidad inundaba al país: el comercio exterior estimulaba la actividad agropecuaria, el mercado interno crecía, porq el poder adquisitivo había aumentado y esto hacía que la ocupación se mantuviera alta, los salarios también iban aumentando lo que provocó una mejora en la clase obrera.
Los movimientos de solidaridad y protesta estaban en primer plano y fueron creando un ambiente favorable para la unidad sindical.
En el 2º Congreso de la U.S.A. el enfrentamiento de las tendencias se mostró más moderado y aunque la misma fue atacada por el diario socialista La Vanguardia, tuvo acceso al Congreso.
Los gráficos hicieron un congreso y constituyeron la Federación Obrera Poligráfica, la cual exhortó a la unidad sindical. La F.O.R.A. rechazó la posibilidad de una fusión y la U.S.A. y la C.O.A. no lo hicieron. Para poder lograr esa fusión, se formó un comité nacional sindical, y en 1930 decidieron dejar constituida la CGT. Con ella se iniciaba una nueva etapa del movimiento obrero argentino.


UNIDAD 2 PARTE 2

JUAN SURIANO. “La oposición anarquista a la intervención estatal en las relaciones laborales en la Cuestión Social Argentina”.

En 1904 Joaquín V González (ministro del interior) envió al congreso nacional un ambicioso proyecto de ley nacional de trabajo. Sus objetivos no apuntaban solo a dar ras y aplacar el conflicto social sino también a integrar a los trabajadores al sistema mediante una estrategia que combinaba la coerción y el consenso. De esta manera el estado comenzaba a involucrarse en el conflicto social y a mediar en las relaciones obrero patronales.
La iniciativa obtuvo un rotundo fracaso que solo en parte se debió a la escasa predisposición de los legisladores. La mayor oposición provino de los propios involucrados: Los industriales agrupados en la Unión Industrial Argentina y la mayoría del movimiento obrero nucleado en la FOA y orientada por el anarquismo. Ambos sectores pensaban que la intervención estatal afectaba directamente a las libertades individuales. Eran los propios involucrados en el conflicto laboral quienes se manifestaban en desacuerdo con la intervención gubernamental en asuntos considerados privativos a una relación directa entre patrones y obreros. Los anarquistas celebraron el fracaso del proyecto como un triunfo propio.



La cuestión social
El problema de la sociedad capitalista residía en que el excedente de la producción era apropiado por una minoría de unos pocos que abusaba del privilegio antinatural encarnado en la propiedad privada y que despilfarraban esos excedentes en vidas lujosas e improductivas y en objetos suntuosos. Entonces, de nada servía la abundancia del capitalismo pues producía enmarcado desequilibrio entre los beneficios producidos por el progreso y la enorme miseria de los trabajadores. Este desequilibrio se debía a la falta de armonía entre el trabajo humano, elemento productivo por excelencia y el capital considerado por los anarquistas como parasitario.
El diagnostico de los pensadores libertarios sobre las causas era tan claro como su resolución, la culpabilidad del capitalismo se expresaba a través de la autoridad, la propiedad y la religión. La solución solo era posible en una sociedad futura que suprimiera el dinero (el capital) y restaurar la economía sobre la armonía natural, repartiendo el producto del trabajo de acuerdo al principio de: a cada uno según su trabajo.

La noción libertaria de Estado y de ley
Durante los primeros años del siglo XX el estado tendió a acentuar su presencia en otras esferas más conflictivas y desatendidas de la sociedad local. En este sentido apuntaba la ley de servicio militar obligatorio (1902) tendiente a complementar la función educadora de la escuela publica y, a la vez, acentuar el sentimiento nacional entre los sectores populares.
En 1912 el gobierno impulso la ley Sáenz Peña que permitiría a todos los varones argentinos mayores de 18 años acceder al voto libre, secreto y obligatorio ampliando de manera notable la participación ciudadana  en las prácticas electorales.
Todas estas medidas apuntaban a integrar de manera mas efectiva a amplios sectores de la población y evitar (o neutralizar) la influencia de las ideologías contestatarias entre los trabajadores.
El movimiento libertario se opuso decididamente a este proceso y arremetió de manera frontal contra el aparato gubernamental en defensa de la posibilidad de vivir en anarquía y sin gobierno. En esta dirección exigía vivir en anarquía y sin gobierno, pues este no contribuye en nada al progreso de los pueblos y a su bienestar. El no ha creado nada. Estaban convencidos de que ele estado destruía la tendencia de los individuos a la cooperación voluntaria y violaba la naturaleza de la sociedad en tanto representaba mandato y autoridad. Le negaban al estado la entidad y la capacidad suficiente para mantener a la sociedad en equilibrio a fin de garantizar el orden y la libertad. Desde la percepción libertaria tiranía, desigualdad e inmoralidad son las bases del gobierno.
La autoridad encarnada por el estado anulaba al individuo tanto desde la perspectiva jurídica como política, coartando los derechos y las libertades individuales.
El anarquismo se enfrentaba a un estado que no solo se adjudicaba la defensa del bien común sino también se arrogaba la representación de la voluntad general  y de la libertad de los individuos. Es a partir de esta concepción negadora del estado, entendido específicamente  como un ente coercitivo y autoritario, que el anarquismo organizaría gran parte de sus prácticas sociales, políticas y culturales. Esta postura implicaba no solo negarlo sino enfrentarlo.
La idea subyacente de este pensamiento, era que la ley, detrás de su intento por detener las luchas populares, cristalizaba las relaciones sociales y se convertía en un factor de atraso y de freno de progreso, entendiendo en este caso por progreso la liberación de los individuos  de todo lazo de explotación.  Así, el proceso de creación legislativo era siempre percibido como un proceso atentatorio de las libertades individuales y, a la vez, como el producto de elucubraciones maquiavélicas de los grupos dominantes para preservar el poder. La ley nunca es, no podrá ser jamás, buena: por que emanan de un principio malo: el de la imposición. Por eso no sirve siquiera como medio de educación.




La legislación laboral
La oposición a la legislación implicaba no solo la critica abstracta del concepto de ley y la consecuente violación del orden natural que su aplicación significaba, sino también el más concreto ataque a la acción parlamentaria.
Aun cuando los anarquistas prestaron escasa atención a la labor concreta del poder legislativo nacional y de hecho no lo hicieron durante la década de 1890, cuando los temas tratados comenzaron a involucrar a los trabajadores, su actitud vario pues consideraron que el parlamento comenzaba a coartar las libertades del movimiento obrero. Los anarquistas interpretaron esta acción como una intromisión directa del estado en un área vedada, o no considerada, hasta entonces a la acción gubernamental a no ser por las prácticas represivas encarnadas por la labor policial.
En 1904, ante la inminente sanción de la ley de descanso dominical, los comunistas de La protesta aseguraban que el problema del descanso semanal solo podía ser resuelto por los propios gremios involucrados.
Los aspectos más irritativos para los militantes sindicales, los anarquistas en particular, se hallaban en el titulo XII del proyecto dedicado a las asociaciones industriales y obreras. Allí una serie de disposiciones afectaba directamente el funcionamiento de los gremios: si por un lado se reconocía el libre funcionamiento de las asociaciones; se establecían ciertos límites  para otorgar la personería jurídica; también el estado  imponía a la asociación la obligación de dar a conocer sus estatutos, objetivos así como una lista con la identificación de sus miembros. A través de diferentes artículos  el PE podía intervenir directamente en los siguientes casos: incitar a la rebelión contra las autoridades o las leyes de la republica: alterar la paz y el orden publico a través de asambleas publicas, manifestaciones o la impresión de panfletos, periódicos; etc.; emplear la fuerza o la violencia para obtener metas gremiales; atentar  contra la libertad de trabajo y comercio; contrariar las disposiciones policiales; usar carteles o pancartas agraviantes así como actuar agresivamente durante las manifestaciones publicas.
Es evidente que eran centralmente estas disposiciones las que afectaban directamente a las prácticas sindicales anarquistas, en tanto atacaban las tácticas empleadas por ellos.
Apenas presentado por el ministro González al congreso y dando claras muestras de la preocupación del movimiento libertario; se publico un folleto de 64 páginas escrito por Alberto Castro y C García Balsas que trataba de efectuar una critica minuciosa y detallada de la iniciativa del ministro del interior.
Consecuentemente el proyecto legislativo seria solo una variante de la política represiva cuyo objetivo apuntaba a frenar el conflicto social y disciplinar a los trabajadores detrás de un férreo código laboral para favorecer a los patrones. Actuaría como un elemento de control social interfiriendo en las libertades de los hombres.
Profundizando su crítica, en la reacción de cuerpos inspectores, especialmente en el área de higiene, creían entrever la acción de espionaje y control del estado introduciéndose directamente en la privacidad de los individuos y violando los principios de libertad.
La sola posibilidad de un control permanente sobre las conductas tanto privadas como públicas de las personas, irritaba profundamente a los grupos libertarios.
Es evidente la firme convicción de que los anarquistas sobre la perversidad de las leyes de esta naturaleza en tanto ponían en peligro los principios de libertad individual y desarticulaba la misma posibilidad de vivir en anarquía.
García Balsas sostenía que la legislación, mas allá de algunas mejoras relativas en la situación obrera, no hacia mas que legitimar la explotación del hombre por el hombre. Rechazaban la posibilidad de un progreso gradual de la sociedad, como defendían los socialistas, pues pensaban que nada cambiaba con la reducción de la jornada de trabajo, ni con el descanso dominical, ni con la reglamentación del trabajo femenino e infantil.
Coherente con la utópica idea de una sociedad futura donde desaparecería el egoísmo y todos los hombres trabajarían y desempeñarían armónicamente la doble labor manual e intelectual y ganarían los mismo salarios, veían como única salida posible a esta situación la eliminación de los grupos improductivos( políticos, gobernantes, patrones, empresarios, y se sumaban ahora los empleados y funcionarios públicos)
La critica mas fundamental de la doctrina libertaria a la legislación laboral era ¿Qué aportaba una legislación obrera? Tiene la virtud de crear nada nuevo, puesto que cuando los instrumentos legislativos del estado y la burguesía se decidían a convertir en ley las reivindicaciones obreras, lo único que hacían era traducir en forma de ley algo que los trabajadores organizados ya había obtenido como fruto de acciones colectivas. La legislación se limita, pues, a dar forma legal a lo que es un producto del combate social.
El anarquismo compartía con los empresarios la no intromisión estatal en asuntos considerados como propios. Esto es, el conflicto laboral era un combate que debía ser resuelto por las partes involucradas a través de la firma de acuerdos.
La negación tan tajante de la intervención estatal (y de la existencia misma del estado) implicaba algunos problemas irresolubles para las practicas anarquistas, especialmente en aquellos aspectos de su estrategia que involucraban las reivindicaciones del movimiento obrero. Si el anarquismo apoyaba en la FORA la obtención de la jornada de 8 horas, entre otras, ¿Cómo lograrlas efectivamente sin la sanción legislativa o la participación del estado? Los anarquistas reconocían que estas reivindicaciones solo representaban una mejora temporal y era acertado luchar por ellas en la medida que estuvieran contenidas en una estrategia que apuntaba a una revolución a largo plazo.  De esta manera, luego de cada reclamo o de cada huelga, se encontraron inhabilitados de cristalizar las mejoras obtenidas mediante las luchas, al no aceptar la sanción  legal por parte de cualquiera de las instancias del estado.
Entre 1902 y 1916 se sancionaron varias leyes de carácter laboral (incluidas leyes represivas que involucraban indirectamente a los trabajadores) y el estado se fue involucrando paulatinamente tanto a través de estas, como mediante la creación del departamento nacional del trabajo en 1907. De esta manera se estaban preparando las bases de la fuerte presencia estatal en la sociedad argentina unas pocas décadas mas tarde.
El movimiento libertario aferrado a sus principios no modifico su postura y, seguramente, en esta actitud podría rastrearse una de las variadas y múltiples  causas de la rápida decadencia de esta tendencia contestataria unos años mas tarde. Incluso en la primera década del siglo, en pleno auge de la estrategia anarquista, esta posición habría de causar inconvenientes, puesto que podía resultar incongruente y hasta contradictorio a los ojos de los trabajadores luchar por la implantación de la jornada de 8 horas o el descanso dominical y negarse a aceptar la sanción parlamentaria.
La concepción negadora del estado y la excesiva (tal vez) ingenua confianza en la capacidad transformadora de la clase obrera (guiada por el anarquismo) había llevado a la FOA a firmar en 1901, que la conquista  integral de los derechos de los trabajadores debía ser obra solo de los trabajadores.
Percibían toda la legislación tendiente a mejorar las condiciones de los trabajadores como una serie de trampas tendidas a los obreros por el estado y los grupos dominantes.

Conclusiones
La actitud anarquista basada en un razonamiento abstracto y ciertamente moralizante era suprahistorica en la medida en que no reconocía las realidades cambiantes del proceso social.
Sin embargo y a pesar de la frontal oposición que llevo adelante contra la legislación laboral y la intervención estatal en la regulación de las relaciones laborales, es indudable que contribuyo de manera superlativa a la emergencia de la cuestión obrera y con ello, la cuestión social ocupo un rol central durante la primera década del siglo XX.
Los reformadores sociales aparecieron como una consecuencia de las manifestaciones de la cuestión social (el pauperismo urbano) pero la aceleración en la convocatoria del estado a resolver este problema se debió al desarrollo de las organizaciones obreras, de sus manifestaciones ideológicas y el estallido del conflicto social.



JUAN SURIANO. “El Estado Argentino frente a los trabajadores urbanos: Política Social y represión, 1880-1916”.

Introducción

El proceso de crecimiento de la economía agro exportadora de la Argentina de 1880 produjo la aparición de un heterogéneo mosaico de trabajadores urbanos. Una serie de diversidades (étnicas, culturales, geográficas y laborales) trabaron la constitución del proceso de identidad colectiva. Sin embargo, los trabajadores hallaron numeroso espacios donde plasmar sus experiencias comunes (sociedades mutuales, cooperativas, bibliotecas, prensa contestataria, etc.)  Estos  ámbitos se convirtieron en las instituciones representativas de los trabajadores desde donde se resistieron las presiones de los sectores patronales y el estado. El aparato estatal se involucro en las zonas conflictivas, solo cuando el orden social y económico aparece amenazado por los trabajadores quienes querían hacer huelgas, boicot, etc., y que estaban amparados por el anarquismo y el socialismo. Así el Estado comenzó como árbitro y regulador de las relaciones sociales con una política social que va cambiando a partir de los '80 y particularmente en 1900 en la medida que las relaciones sociales y económicas fueron complicándose. A causa de esto, se fue generando en el seno estatal una política burocrática administrativa, especialmente en el Departamento Nacional de Trabajadores, al cual se sumaron profesionales con iniciativas de política social e intentaron asignar al estado un rol regulador de las relaciones sociales particularmente con respecto a las vinculaciones obrero-patronales.  Este nuevo sector comenzó a intercalarse entre el poder político y la sociedad civil intentando diferenciar los intereses del estado  (representante de la sociedad en su conjunto) de los intereses sectoriales. El Estado, a la vez que comenzaba a elaborar una política social, promovía una legislación represiva sumamente dura y especializaba y perfeccionaba un cuerpo represivo, mas precisamente la policía de la capital, destinado a erradicar los elementos “no asimilables” de la clase obrera.
Partimos de la premisa de que el proceso de formación del estado y su relación con la sociedad es contradictoria y no lineal, puesto que no existe una subordinación mecánica e instrumental entre el estado y una clase social en la medida que se ve obligada asumir intereses generales de la sociedad y convertirse en arbitro; que su postura ante el problema social no fue homogénea y univoca y se recurrieron a diversas estrategias de integración o marginación de los trabajadores que pusieron en evidencia diferencias y conflictos entre grupos hegemónicos y grupos subordinados representados en el estado.

El Estado ante la cuestión social: negación, prescindencia. (1880/1900)
En 1880, el Estado consolida su posición. Argentina se incorpora al mercado mundial exportando bienes primarios. Con la reposición de la fuerza de trabajo asegurada por el incesante flujo humano proveniente de Europa. El brusco crecimiento de Bs. As. generó la certidumbre de una multitud de problemas vinculados  a los sectores populares: el hacinamiento y la falta de higiene en las viviendas, sumadas a las carencias de dispositivos sanitarios y de salubridad se convertían en generadores y propagadores de un sinnúmero de enfermedades “físicas y morales”. Bajo la influencia de los médicos higienistas el gobierno municipal, adopto medidas: creando hospitales, asistencia pública, obras de salubridad, servicios de agua corriente, legislación de la prostitución o la reglamentación de los conventillos y casas de inquilinos pero aún no estaba bien organizado.  La degradación de la vida urbana fue considerada una consecuencia inevitable del crecimiento descontrolado de la ciudad, debido precisamente al laissez faire que excluía acciones planificadoras. Sus tres poderes, tanto legislativo como ejecutivo y judicial, no estaban definidos puesto que por ejemplo en 1881 la Sociedad de Dependientes de Comercio solicitó a la corporación municipal el cierre obligatorio de los comercios los días domingos, pero los comerciantes e industriales presionaron para que se derogara esa medida aunque en síntesis solo prohibieron el trabajo dominical a menores de 14 años que estuvieran trabajando.
Más allá de todo esto hay dos aspectos importantes: 1ro.) El conflicto es interesante por el comportamiento entre trabajadores urbanos y empresarios; 2do.) El intento de participación del Gobierno marcó límites ante problemas sociales. Además tanto la ley de 1882 que prohibía el trabajo infantil y el dominical, las preocupaciones por las relaciones laborales eran escasas y no trascendieron de algunos  proyectos recibidos indiferentemente por el Consejo Deliberante, como así también el petitorio del documento Coni dirigido a controlar el trabajo infantil que quedó en el olvido. En 1901, Bullrich designó a Gabriela de Coni inspectora ad honorem de la Municipalidad de Bs. As. para que investigue sobre las condiciones de trabajo de las mujeres y de los niños empleados en las fábricas de la Capital, pero el trabajo no tuvo mucho éxito debido al carácter  no profesional otorgado a la inspección y a Coni, por lo que ella no pudo contar con un cuerpo de inspectores que secundaran su labor. Así se observa que los conflictos laborales no eran tema de atención para los legisladores ya que solo lo eran, en momentos de agitación social. Cuando el conflicto se tornaba perceptible, se produjeron algunos atisbos de intervención.
En 1891, debido a la crisis desatada el año anterior, Lucio Mansilla solicitó tratar el pedido del Comité Internacional Obrero referido a la sanción de leyes protectoras para la clase obrera. Cinco años más tarde, los diputados Lobos y del Valle, presentaron un proyecto relativo a temas laborales, el cual se refería a la modificación de la Ley Orgánica de 1882, a la reglamentación del trabajo nocturno, descanso dominical y condiciones de higiene en establecimientos industriales. A su criterio el malestar entre los trabajadores era producto de la indiferencia de los poderes públicos. Pero el proyecto no fue tratado en la Cámara.
Esta falta de implicancia en los problemas también era propia del Poder Ejecutivo lo cual llevó al aumento de intensidad de las huelgas, levantamientos, etc. El problema económico social se iba agrandando y se escapaba de las manos del Estado, el cual decía que la agitación obrera se debía a malas influencias de dirigentes anarquistas y socialistas y que muchos de estos dirigentes eran extranjeros. La inmigración lejos de ser un beneficio para la república, es un elemento de disolución social. A raíz de esto, no tuvo mejor idea que aprobar el proyecto de la Ley de Residencia presentada por Coni, quien estaba en contra de los inmigrantes (decía que eran parásitos de las ciudades porque lo que menos venía era gente que generara riquezas sino vagabundos y gente sin oficio), y con esta ley el Gobierno se los sacaba de encima.
La ley de residencia y la aplicación del estado de sitio en 1902 no son más que la culminación de un proceso mediante  el cual la clase gobernante elaboro un sistema de ideas sobre la política  y la sociedad que desemboco  en un esquema de dominación en el cual los conflictos sociales no alcanzaban a articularse desde el poder. El estado argentino que se había mostrado dinámico y moderno impulsando la inserción del país en el mercado mundial y que había adoptado medidas progresistas  ante los sectores mas tradicionales y conservadores de la sociedad a través de la implementación de la educación laica y el matrimonio civil; exhibió fuertes debilidades ante la irrupción de los nuevos sectores sociales. El grupo dirigente se aferro al esquema  de sociedad elaborada por la generación del 80 y ante las impugnaciones políticas y sociales apelo a la profundización  de la coerción física para mantener un orden imperante que articulaba liberalismo económico  y conservadurismo político y social.
El conflicto social instalado en la ciudad urbana de comienzos  de siglo fue percibido como un fenómeno residual de las relaciones sociales de los países industrializados europeos.

¿Integrar o reprimir? Los primeros pasos de política social del Estado argentino
Joaquín V. González, ministro del Interior del Gobierno de Roca, comprendió que el Estado debía modificar su actitud ante los sectores populares y se convirtió en intermediario entre Roca y la oposición. Artífice de la tenue reforma electoral de 1902 que permitió el acceso del primer diputado  socialista al parlamento, recibió con satisfacción el triunfo de Palacios en 1904. La presencia del socialismo en el marco de la legalidad y el orden constitucional, implicaba  la posibilidad de orientar la protesta obrera dentro de los marcos del sistema. González presentó en 1904 un proyecto de  ley de trabajo cuyo objetivo respondía a la necesidad de hallar respuestas, frenar el conflicto social y lograr la integración plena de los trabajadores al sistema. El estado debía comenzar a mediar  en los conflictos intentando captar a los trabajadores mediante una estrategia que combinara la coerción y el consenso. Decía que solo con una legislación global e integradora podían mediarse los problemas provocados por la clase obrera y alcanzar la armonía entre los factores mano de obra y capital. El proyecto de Ley Nacional de Trabajo y la presencia de González hizo que el Estado se viera obligado a ampliar su actuación para lograr la paz y la armonía social, pero el mismo fue recibido con indiferencia en el Congreso y nunca fue tratado íntegramente y solo alguna de sus  partes se convirtieron en leyes, previa eliminación de los aspectos irritativos al sector patronal. Pese a la insistencia del Poder Ejecutivo, los diputados y senadores no mostraron mucha urgencia ante la cuestión social además de provocar fisuras entre el Poder Ejecutivo y Legislativo. El Poder Ejecutivo comenzó a dar sus primeros pasos como mediador del conflicto social, sin abandonar la representación de la clase  hegemónica pero moderándola y orientando su política en la búsqueda de formas de dominación más legales, organizadas y eficaces. Así se convirtió en un Estado mediador, con intenciones de vincular las clases sociales en una relación de dominación que garantizara la reproducción  del sistema en paz y armonía social. Siendo sus principales características:
1º) política represiva cuyo principal objetivo era aislar y erradicar a los elementos mas contestatarios del movimiento obrero. 2º) Política preventiva integradora que trataba de asimilar al conjunto de los trabajadores al sistema. Estas dos estrategias representaban un aspecto de la ampliación y especialización de las esferas de actuación estatal y fueron instrumentados principalmente por dos instituciones dependientes del ministerio del interior, la policía y el  Depto. Nacional  de Trabajo, creado en 1907.

La policía
El Estado se propuso destruir los vínculos entre el anarquismo y los trabajadores recurriendo al control parcial de las actividades sindicales, limitando el derecho de huelga, intimidando a los militantes, la vigilancia sobre las actividades de las organizaciones obreras o restricción de los piquetes de huelga Es decir, operar sobre las practicas sindicales más radicalizadas y establecer los limites impuestos por la legalidad del sistema La aplicación de la Ley de Residencia y mas tarde la de defensa social, el estado de sitio, la participación del ejercito de línea o el cierre de periódicos,  fueron hechos mas que frecuentes durante estos años.
Los diversos gobiernos, mas allá de la mayor o menor predisposición a ejercer políticas sociales reformadoras, tendieron a impulsar y profundizar el mejoramiento  de las herramientas de control policial tanto en los aspectos represivos como preventivos. Para poner límites a los desbordes sociales, el Estado amplió el número de comisarías (21 en 1886; 43 en 1912), la militarización de la institución para controlar los desbordes de la lucha electoral, se creó la Guardia de Caballería, la comisaría de pesquisas, las cuales no siempre resolvieron los problemas con éxito. La irrupción de las huelgas, mitines, la militancia sindical, tanto anarquista como socialista,  con el manejo de un aparato simbólico nuevo y extraño generaron nuevos problemas a la policía. Ya en 1893 con la creación del escuadrón de seguridad destinado a mantener el orden en los servicios públicos y reuniones políticas, comenzó la reestructuración policial adecuada a los nuevos tiempos.
En 1901 se crea  la Sección Especial de la policía de la Capital para controlar a los militantes anarquistas y socialistas. Control que se efectuaba en forma secreta  y con policías de civil, destinados a infiltrarse en partidos, grupos, conferencias, periódicos, etc. con el objetivo de identificar a los dirigentes y activistas más importantes. En 1904, esta oficina amplió sus funciones y adquirió el rango de Comisaría de Investigación, encargada de controlar las actividades políticas, incorporó el sistema dactiloscópico y en 1907 la Cédula de Identidad para poder controlar más a la clase obrera, anarquistas, socialistas, extranjeros. La policía controlaba mucho más a los anarquistas a quienes consideraba como verdaderos enemigos del orden público y estableció verdaderas diferencias entre anarquistas y socialistas por medio del control.  Esta actitud hacia el anarquismo y por extensión hacia el conflicto social se fue endureciendo a medida que transcurría la década y si el gobierno, paralelamente, a través del departamento de trabajo, flexibilizaba su postura frente a los conflictos  del mundo del trabajo, la policía adoptaba posiciones francamente autoritarias y sugería al poder ejecutivo profundizar y generalizar la represión. El coronel Flacón, que comando la policía entre 1906-1909 y encarno esta postura evidenciada en la violenta represión a las movilizaciones contestatarias especialmente en la masacre provocada el 1º de mayo de 1909 en plaza Lorea.
La autoridad policial no aceptaba el cuestionamiento de la prensa como por ejemplo el que le hicieron en 1909 con la masacre del 1º de Mayo en la plaza Loria, en donde el coronel Falcón quien ese entonces era jefe  policial, se vio obligado a renunciar pues no admitía críticas a sus métodos.
La especialización política de una parte del aparato represivo genero ciertas distorsiones en las funciones de la policía que la llevaron a exceder los objetivos asignados por el poder ejecutivo.
La policía fue entusiasta partidaria de limitar y restringir la actividad política sindical basándose en la idea, de la existencia de un enemigo interno (el anarquismo), de quien la nación debía defenderse apelando a la reforma del sistema legal considerado obsoleto. La permisividad policial ante el accionar de los grupos de extrema derecha durante el centenario estaría indicando la adhesión de un sector de la policía a métodos más expeditivos que los brindados por el régimen legal. De seta forma, casi como un hecho natural desde la institución policial se justifico la censura de prensa; la detención; encarcelación y expulsión de todos sospechosos de profesar ideas libertarias así como el cuestionamiento y apercibimiento  de aquellos sectores que no compartían la existencia de un enemigo interno pues consideraban al anarquismo mas como una expresión de idealismo trasnochado que un mounstro destructor del estado. Durante estos años se desarrollo en el seno de la policía una corriente de pensamiento con un sesgo antidemocrático que anticipaban las tendencias autoritarias desarrolladas en el ejército a partir del final de la década de 1910 y que tenían su correlato en el accionar de los grupos nacionalistas actuantes a partir del asesinato de Falcón 1909.

El Dpto. Nacional de Trabajo
 Quien mejor represento la idea de estado previsor. Se creó a comienzo de 1907. El Dpto. Nacional de Trabajo tenía dos objetivos principales: 1ro.) Resolver los conflictos sociales entre obreros/empresa; crear para esto un cuerpo legislativo y una  oficina de trabajo estatal, así como también desempeñar un rol arbitral entre obreros y patrones por medio de la conciliación, reemplazando a la policía que era la que cumplía ese papel, y que estaba identificada por la sociedad como un cuerpo represivo y no preventivo; 2do.) Tener un grupo de intelectuales, profesionales influenciados por el positivismo spenceriano y el desarrollo de las ciencias sociales. Según Quesada, la concientización de los intelectuales y profesionales debía estar formada por abogados, médicos, economistas y sociólogos, quienes tendrían la misión  no solo de proveer profesionales aptos para el Estado, sino afirmar una conciencia de la cuestión social en las clases dirigentes. La prevención del conflicto, pasaba por el estudio de las convulsiones sociales y de la legislación extranjera. Quesada elaboro su propuesta preventiva a fin de canalizar el conflicto y permitir la reproducción pacifica y ordenada del sistema
La trayectoria de la Dirección Nacional de Trabajo no tuvo mucha autoridad al comienzo, tenia un rol pasivo consecuente con el principio de “observar, experimentar y comparar” aunque a partir de 1912 comenzó a cambiar y se fue convirtiendo en una institución más ejecutiva. Con la conducción de Avellaneda, la Dirección Nacional de Trabajo amplía sus funciones además de preparar la legislación del trabajo recogiendo, coordinando y publicando todos los datos entre las relaciones trabajo/capital. Debía también tener la facultad de inspeccionar y vigilar el cumplimiento de las pocas leyes sociales, que hasta allí, tenían poca o ninguna aplicación practica. Se la llamó Ley Orgánica y tuvo vigencia a partir de 1912. A partir de esa fecha se otorgó a los inspectores el derecho de ingresar a fábricas, talleres y comercios y a labrar actas de infracción a los empresarios que violaran las leyes vigentes.
La Dirección Nacional de Trabajo también participó en tribunales arbitrales, creó una oficina de asesoramiento gratuito para los obreros a fin de evitar demoras por trámites judiciales y también un registro nacional de colocaciones que a pesar de funcionar con solo 2 oficinas en la Capital, logró aumentar el número de aquellas.
Los tres pilares básicos de esta política debían orientarse a establecer una adecuada protección en el trabajo, implementar medidas de previsión social (seguros contra accidentes de trabajo, jubilaciones) e intensificar la educación como factor de regeneración social.
Emergen una serie de características que parecen sugerir el surgimiento de una burocracia político administrativa.
El DNT no era una simple prolongación de la clase dominante, sino un factor diferenciado y complejo que parecía como mediador entre la sociedad civil y el poder ejecutivo en base a la contraposición del interés general del estado y los intereses particulares de los diversos sectores de la sociedad civil.

Conclusión
La modificación y complejización de las relaciones socioeconómicas a partir de 1880 y más precisamente desde principios del siglo, alteraron la actitud prescindente del estado ante las relaciones obreros patronales. EL resultado fue un cambio en la visión de un sector de los grupos gobernantes con respecto al rol de los poderes públicos en las relaciones sociales que implicaron los primeros pasos en materia de política social en el país bajo la influencia de las diversas experiencias de legislación social en las naciones capitalistas mas avanzadas. Estos primeros pasos fueron la consecuencia ya la respuesta a la aparición del conflicto social pero también se vinculo al conflicto político puesto que es el mismo sector de la clase dominante el encargado de iniciar la tibia renovación con el objetivo de descomprimir el nivel de conflictividad y resolver los problemas de cohesión social y legitimidad emergentes de la nueva situación socioeconómica.



FALCON Y MONSERRAT. “Estado, empresas, trabajadores y sindicatos”
Tomo 6: “Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916-1930)”

El periodo entre 1916 y 1930 tuvo modificaciones sustanciales respecto del periodo anterior. Sin embargo con respecto al modelo de acumulación no hubo una modificación de fondo, ya que continuó la producción primaria para la exportación. Hubo novedades con respecto al Estado y las organizaciones obreras. Las elites sociales pretendían continuar con sus actitudes inéditas como la Semana Tragica.
Se pueden distinguir 4 etapas:

1. El movimiento obrero entre 1916 y 1919
Son los tres primeros años del Gobierno de Irigoyen que pretendía conseguir la adhesión de los trabajadores a través de arbitrajes en lo conflictos entre capital y trabajo.
En 1915 tuvo lugar el 9º Congreso de la FORA donde participaron los Sindicalistas Revolucionarios que habían disuelto la CORA para lograr la unidad. Tuvieron mayoría y declararon a la FORA una organización apolítica y puramente obrera sin definición ideologica expresa. El comunismo se reemplazó por el sindicalismo. La FORA se desprendió en la FORA del 5º Congreso anarquista y la FORA del 9º Congreso sindicalista. Esta ultima fracción tuvo mucho contacto con Irigoyen a partir de 1916, como asumió como presidente. Esta relación se caracterizaba por los arbitrajes del Estado que muchas veces provenían de trabajadores;  y la predisposición sindicalista a recibir apoyo estatal.
Hacia 1906, los sindicalistas fueron perdiendo su ideología revolucionaria, y la reemplazaron por su apoliticismo. Tenían un inclinación a negociar que provenía de lo gremios de servicios enfrentados a compañías extranjeras. Ambas FORA´s tenían un enemigo en común: el Partido Socialista.
El Estado oligárquico anterior al radicalismo no se entrometía en las fuerzas laborales que no estaban relacionadas con el sector agroexportador, sino, el Estado intervenía con una dura represión. Después de 1902 con la primera huelga general nacional se sistematizó la represión en el plano legislativo en la Ley de Residencia como en el de la acción directa. En 1904 se presentó un proyecto de Código de Trabajo.
La Ley de Saenz Peña Universal masculina implicó una ampliación del mercado político al incorporar un sector importante de trabajadores. Los conservadores comenzaron a prestar más atención a las políticas laborales, a partir de 1916.
En 1912 hubo elecciones en Santa Fe y ganó el radicalismo. En 1913 estallaron dos conflictos en Rosario. Hay que tener en cuenta 2 cuestiones: que había un conflicto entre el Intendente y la Gobernación Provincial; y por otro lado que el radicalismo fue votado por los barrios obreros. En el primer conflicto, el Gobernador decidió no intervenir, el segundo fue de los tranviarios que terminó con la resolución de un tribunal arbitral convocado por el Gobernador.
En 1916 los trabajadores marítimos de Bs. As. Declararon la huelga. La Federación Obrera Marítima (FOM), estaba adherida a la FORA Sindicalista. Se aceptó el arbitraje del Depto Nacional de Trabajo por parte de los obreros, pero de los patrones no ya que se pensaban que eso fomentaría las huelgas y alteraría el libre juego de la oferta y la demanda. Su característica más distintiva estuvo en el estrecho contacto que mantuvieron la FOM con el presidente Irigoyen. Al final las empresas aceptaron la intervención del Poder Ejecutivo, pero al dictar la resolución, las empresas alegaron que no estaban en condiciones de cumplir con el laudo arbitral. Ante esto, la FOM reanudó la medida de fuerza. La Bolsa de Comercio y la Sociedad rural presionaron para que se llegara a un acuerdo definitivo. En 1917 firmaron un convenio que normalizó las actividades portuarias. Los marítimos consiguieron un aumento salarial y el reconocimiento de su sindicato para los empleadores.
Comenzó otro conflicto en 1917 de los ferroviarios que estaban representados por dos entidades gremiales. Por un lado, la Fraternidad, entidad reformista que representaba a la aristocracia obrera ferroviaria y pretendías negociar con el Estado; por el otro, la Federación Obrera Ferroviaria (FOP) que representaba a los empleados no calificados. En 1920 se unificaron en la Confraternidad Ferroviaria.
El conflicto se extendió a distintas zonas del país.
En este caso la patronal aceptó el arbitraje para las organizaciones obreras, no la Fraternidad que sostenía que solo aceptaría si el garante de que se cumpla el acuerdo seria el Poder Ejecutivo; y la FOP no lo aceptaba porque pensaba que aun así, las empresas no cumplirían, su propuesta era la estatización de los ferrocarriles en mano de los trabajadores.
La Bolsa de Comercio y la Sociedad Rural solicitaron al gobierno que endurezca su posición. Las empresas rechazaron el acuerdo que implicaba la reducción de las horas de trabajo y aumentos de salarios. El Poder Ejecutivo endureció si posición y sancionó por decreto el Reglamento que incluía una Ley de Jubilaciones, un aumento del 10% y la readmisión de los huelguistas. En cuanto a las empresas, estas podían aumentar sus tarifas para cubrir los gastos que ocasionaban estas disposiciones. La Fraternidad quería levantar la huelga y la FOP quería continuar hasta lograr que se estatizara. Pero como la FOP quedó aislada fue perdiendo la fuerza y se levantó la huelga.
En 1917 comenzó otra huelga, la de los empleados de la Municipalidad de Buenos Aires. Se hizo un reemplazo de los huelguistas, no se les ofreció arbitraje. Una de las razones fue que en los municipales había una gran cantidad de extranjeros carentes de derechos electorales, a diferencia de los marítimos y los ferroviarios.
Así quedaban al descubierto el límite de la política laboral del laboral del Irigoyenismo.
En 1918 comienza una de las huelgas más importantes del siglo, fue la Semana Trágica que comenzó en los talleres metalúrgicos Vasena en Buenos Aires. La represión genero 4 muertos, por lo que los anarquistas de la FORA  del 5º Congreso llamaron a la huelga general. Mientras tanto los civiles que formaban la Liga Patriótica, se lanzaban a una persecución de anarquistas y judíos.
Las causas de esta huelga sin precedentes fueron su espontaneidad y que fue el resultado de la indignación popular frente a la masacre. Fue un estallido emocional. Un factor que contribuyó que la situación económica de posguerra, la desocupación, el descenso del salario y la baja del costo de vida fue masivo. En cambio, el enfrentamiento armado fue protagonizado por grupos pequeños organizados y anarquistas. El movimiento obrero no tuvo una estrategia común: las FORA de 9º congreso declaró la huelga cuando de hecho ya se había iniciado, los Sindicalistas Revolucionarios siempre tuvieron en cuenta la negociación como vía de solución, los Socialistas compartían sus objetivos pero querían impulsar desde el Parlamento una legislación laboral, pero los anarquistas querían una insurrección. También hay que tener en cuenta que Irigoyen propició negociaciones y trató de disuadir a los empresarios tratando de conservar las alianzas con los dos grupos pero al mismo tiempo intentó pacificar la situación reprimiendo. El papel de la Liga Patriótica surgió de la emergencia de las derechas para evitar el desborde del desorden. Actuaron como fuerza de choque y de presión política porque la derecha ya no confiaba en la capacidad del gobierno radical para contener al movimiento obrero. Habían optado por actuar por cuenta propia.
La presencia de Dellepiane en la Casa Rosada fue una fuerte presión para el gobierno para que endurecieran sus posiciones.
Las consecuencias mediatas mas importantes de la Semana Trágica fueron, el replanteo de las políticas del gobierno en su relación con el movimiento obrero y; se fortalecieron Sindicatos con tendencias menos radicalizadas (FORA IX); la mayor presencia de la elite conservadora bajo la Liga Patriótica y un mayor protagonismo militar. Este acontecimiento marcó un corte.

2. La Legislación Laboral (1919-1922)
La nueva estrategia fue la promoción de proyectos de la legislación laboral. Irigoyen intentaba lograr un equilibrio. Se enviaron 4 proyectos de legislación: de condición y arbitraje; de asociaciones profesionales; de contratos colectivos de trabajo y sobre prescripciones laborales. Todos quedaron encajonados en el Congreso porque los radicales no tenían mayoría. Luego, hubo un Proyecto de Código de Trabajo que establecía la obligatoriedad de la afiliación sindical, otorgaba la personería jurídica, posibilidad de celebrar CCT, etc. Reconocía el derecho de huelga como el último medio para mejorar las condiciones de trabajo. Se reforzaba el papel arbitral del Estado dándole obligatoriedad al fallo arbitral y la posibilidad de disolver sindicatos.
Otro terreno sobre el que se avanzó fue el de las funciones del Dpto Nacional de Trabajo que antes le otorgaba tareas de recopilación de datos y estadísticas. En 1912 se ampliaron notablemente con funciones de regulación del mercado de trabajo: convocar y dirigir conciliaciones, funciones de política para el cumplimiento de la legislación y llevar un Registro Nacional de Colocaciones. Este proyectó tampoco fue sancionado.
El gobierno pretendía recuperar su influencia para combatir al Socialismo que estaba en crecimiento frente a las elecciones de 1919. El primer paso lo dio en una nueva huelga de la FOM. El radicalismo gano por un ajustado margen ya que perdió votos en la clase media.
Los acontecimientos de la Semana Trágica no retrajeron las luchas sindicales por dos causas: inflación y sindicalización. Esto reavivó a los sectores Conservadores, lo que llevó al gobierno a adoptar medidas represivas y a autorizar las Leyes de Residencia y de Defensa Social.
Se produjeron contradicciones entre la FORA 9º y el Gobierno a raíz de los Proyectos de Legislación porque los consideraban una limitación de libertades. Ante esto el Estado buscó un acentuado personalismo y políticas asistencialistas. Con las elecciones logró la mayoría en la Cámara de diputados.
En 1921 los conflictos tuvieron un marco social distinto por la depresión al boom exportador. Hubo un paro en el Puerto de Buenos Aires y se contrataban rompehuelgas a través de la Asociación Nacional del Trabajo (ANT). Se sumaron los taxistas en repudio de la Liga Patriótica. El gobierno ordenó reprimir incluso a la FORA  9º que declaró la huelga general. La depresión había reducido la capacidad de movilización por lo que la FORA 9º estaba debilitada. El radicalismo tomo la estrategia de expandir comités radicales en los barrios y los gremios por lo que ganó en 1928.
Se dio un enfrentamiento entre Sindicalistas y Socialistas ya que despreciaban su labor parlamentaria ya favorecía las instituciones burguesas. Los Socialistas lo acusaban de ser agentes políticos del gobierno radical, critica que también les hacían los comunistas. La FORA 9º se disolvió en 1922, para formar la USA:

 3. Las Organizaciones Sindicales y el Nuevo Gobierno Radical (1922-1928)
El Gobierno de Alvear fue menos conflictivo y se caracterizó por el recupero económico. Los sindicatos cada vez mas optaban el dialogo.
La década del 20 fue de mejoramiento económico con volúmenes importantes de capital extranjero especial, descenso del costo de vida, elevación del Salario real, mejoramiento del nivel de vida, etc., que inhibieron los estallidos sociales. Las huelgas que se dieron fueron mas por Solidaridad que por aumentos de salarios.
La USA tuvo algunos problemas para lograr la unidad y la FOF decidió no formar parte de ella. Esto se debía a que había acordado con la Fraternidad formar un bloque: la Confraternidad Ferroviaria (1920) y en 1922 pasó a llamarse Unión Ferroviaria.
El sindicalismo va perdiendo influencia frente al Socialismo. En 1919 se creó la Comisión Socialista de Información Gremial con el objetivo de darles una adecuada unidad de criterio a los militantes socialistas que participaban en organizaciones gremiales. En 1926 se constituyó la Confederación Obrera Argentina (COA). La inclusión de los ferroviarios en la COA fue un golpe para la USA.
Con la influencia de la revolución Rusa se genera un corriente pro bolchevique que agranda su influencia a partir de 1920 cuando sus militantes ocuparan la conducción de la FORA 5º, luego llamada FORA comunista. El Partido Comunista también fue creciendo, y se unió a la FORA 9º, y luego de la USA:
Los anarquistas no participaron en los intentos de Unión. Los comunistas se fueron en 1926 de la USA por sus diferencias con los sindicalistas. Esto permitió que los gremios comunistas integraran la COA en 1926 hasta que en 1929 crearon su propia central: el Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC).
Convivían 4 centrales: USA, COA, FORA y CUSC:
El objetivo de Alvear fue la consolidación definitiva de las transformaciones socialistas del Irigoyenismo, profundizando la legislación social y laboral, la conciliación y negociación.  Propuso una Ley de Jubilaciones a la que tanto los obreros como los patrones se opusieron y obligaron a suspender la ley.
Hubo un conflicto en 1924 con la FOM que tenia el apoyo de la USA. El gobierno propuso la negociación y se llegó a un acuerdo. Fue un duro golpe para la USA y el Sindicalismo. El socialismo trató de tomar provecho de los espacios débiles de la USA.
A partir de 1925, Alvear presentó proyectos de Ley: un estatuto legal para los Trabajadores marítimos, la creación de un organismo paritario que se llamó La Junta de Trabajo que cumpliría funciones consultivas, de intervención en conflictos, y ser tribunal de derecho. Estaría integrada por obreros y patrones. Otro elemento fue la celebración de contratos colectivos, pero no lograron tener una sanción por la complejidad del tema.
Se llamó a una Comisión para redactar el Código de Trabajo.
Otra preocupación fue la de la previsión social, por lo que presentó un Proyecto de Ley de accidentes de trabajo ya existía una Ley que obligaba a contratar un seguro particular, pero Alvear estableció que solo el Estado se haría cargo de la administración de los Seguros a través de la Caja Nacional de Seguros para alcanzar a mas trabajadores. Tampoco pudo ser sancionado.

4. La vuelta de Irigoyen y el reinicio de lo Conflictos
Los sectores más cercanos al Irigoyenismio fueron los marítimos y los ferroviarios. La FOM entro en huelga para que se la reconozca como entidad representante de los marítimos. El gobierno actuó como arbitro y puso fin a la huelga. En 1928 estalló una huelga en Rosario, empezó con los portuarios y se extendió hasta una huelga general y los conflictos llegaron hasta la zona rural. Representantes de la bolsa de comercio de Rosario y de la Cámara Industrial presionaron a Irigoyen, quien por decreto dispuso la intervención militar de las zonas en conflicto.


JULIO GODIO. “El Movimiento Obrero Argentino (1910-1930)”.

Huelgas y nuevas represiones 1921-1922
El movimiento sindical argentino esta en 1921 organizado formalmente en dos centrales nacionales, las FOA “comunista” y IX respectivamente y en sindicatos autónomos. Pero el movimiento esta escindido políticamente en 4 grandes corrientes: sindicalistas, anarcosindicalistas, socialistas y comunistas.
El gobierno radical no había podido atraer en forma estable y permanente al sector sindicalistas. El estado argentino bajo el gobierno radical, continuaba considerando al movimiento sindical como parte de la cuestión social, pero sin avanzar en la formulación  de una legislación laboral que reconociese formalmente  los derechos de los trabajadores. Dadas estas condiciones agravadas por la caída del salario real y la explotación de los trabajadores, eran previsibles nuevos movimientos de protesta. Al mismo tiempo la presencia de la Liga Patriótica y la ANT auguraban nuevas represiones contra el movimiento obrero.
Durante 1921 se produjeron en Buenos Aires 86 huelgas, dentro de ellas se produjo una huelga general  que es necesario destacar: la huelga política contra la represión policial y paramilitar de mayo 1921.
Luego del 11º congreso de la FORA IX, se constituye un comité de unidad encargado de convocar al congreso de unificación en 3 meses. Este comité esta compuesto por 5 representantes de cada FORA y 5 por los sindicatos autónomos. En medio de las tratativas el 25 de mayo de 1921, miembros de la liga patriótica, asaltan el local de la Unión de Chóferes y matan a 2 trabajadores.
Para el movimiento sindical era central detener a la liga patriótica: El 27 de mayo las dos FORA se reúnen y resuelven antes de tomar medidas de fuerza, exigir al gobierno la libertad de los presos sindicales y la reapertura de locales clausurados. El gobierno radical no accede a esas demandas. La FORA IX pretende continuar con las negociaciones, pero la FORA comunista, lanza la huelga general para el día 31 de mayo. El 30 de mayo por la noche, locales de esta son allanados por la policía. Pero la huelga ya había sido lanzada, un comité mixto de ambas FORA dirige el movimiento que paraliza a la capital federal desde el 30 de mayo hasta el 5 de junio, una semana de huelga general que se extendió a varias ciudades. Pero el gobierno no cede y además la liga patriótica y la ANT intensifican su acción reclutando sustitutos. Ante esta situación la FORA IX decide levantar la huelga, considerando que se ha logrado el objetivo de protesta-sindical. Tal posición no es aceptada por la FORA comunista que propone continuar con el movimiento. Como consecuencia de esto se disuelve el comité mixto.
Dada la superioridad de la FORA IX la huelga se levanta.
El levantamiento de la huelga es correspondido por la justicia que libera los presos sindicales y se reabren los locales.
Está claro que se ha constituido un bloque patronal-paramilitar para detener al movimiento sindical. El gobierno radical de Irigoyen  no puede escapar a esa tenaza y accede a las crecientes presiones conservadoras para detener al movimiento sindical.
El movimiento obrero desde su fundación se trataba de un movimiento obrero urbano, sin incidencia en la fuerza de trabajo asalariada localizada en la agricultura y la ganadería. La mayoría de los trabajadores rurales eran criollos localizados en estancias extensivas, lo cual generaba un alto aislamiento geográfico entre los núcleos de trabajadores rurales.
La implantación del movimiento obrero en el medio rural podía encontrar condiciones mas fáciles allí donde la clase rural de origen nacional/extranjero presentase un cuadro de predominio absoluto del trabajo asalariado. Esta situación se presentaba claramente en la Patagonia Argentina.
Para 1920 la situación económica se agravo por la caída de las exportaciones. Los salarios del peón de estancia se vieron reducidos drásticamente.
La actividad sindical se concentraba en Río Gallegos, donde existía una Sociedad Obrera de Oficios Varios (SO) afiliada a la FORA comunista. Se inicia en 1918, en gallegos con la deportación de un trabajador.
En los puertos se registran paros  reiterados en 1918 y 1919. Alrededor del 20 de septiembre de 1920 la sociedad obrera de Gallegos (SO) solicita permiso al jefe de policía para realizar un acto de homenaje al teórico anarquista español francisco Ferrer. El permiso es denegado y la policía allana y clausura el local sindical. La SO declara un paro de 48 horas y apela al juez federal quien, después de varios incidentes, autoriza el acto. La SO levanta el paro y renuncia al homenaje para evitar nuevos conflictos; estos se producen a raíz de un boicot decretado por la liga de comerciantes e industriales de reciente formación, contra el periódico La Gaceta del Sur, que había defendido el derecho de la SO a realizar el homenaje. Los obreros responden a su vez con el boicot a las empresas de la liga y la policía detiene, golpea e inicia sumario de deportación contra los militantes.
La SO  se había planteado organizar a los trabajadores rurales: el 1 de noviembre de 1920 son convocados a Río Gallegos delegados de los peones para redactar un pliego de condiciones a presentar a los empresarios rurales por pago de salarios atrasados, aumento de salarios, despidos y mejores condiciones de trabajo. La sociedad rural rechaza el convenio y los trabajadores declaran la primera huelga general de trabajadores rurales en la Argentina. Es una huelga con características violentas. La policía reprime duramente en el interior del territorio, huyendo de las palizas y desalojados por los estancieros, los peones van concentrándose en grandes grupos que viven a campo abierto. Acosada por la policía y tropas de marina, con sus apoderados presos y el juez impotente para hacer cumplir sus resoluciones. La SO levanta el paro en el pueblo el 21 de enero de 1921, pero la huelga se mantiene en el campo.
La información del conflicto llega a Buenos Aires, el poder ejecutivo envía en enero de 1921 a Ángel Iza como gobernador titular, seguido a los pocos días por el 10º Regimiento de Caballería, al mando del coronel Héctor Varela, de militancia política radical. Iza y Varela se entrevistan con los huelguistas en la estancia “El Tero” y se llega a un acuerdo sobre salarios y condiciones de trabajo, sin reconocer a la SO. Pero la situación económica se agrava por nueva caída de las exportaciones y los estancieros violan el compromiso con la SO. La liga patriótica y la ANT se establecen en julio de 1921 en Río Gallegos. En octubre de 1921 comienza la segunda huelga que abarca a todo el territorio: los peones rurales son mayoritariamente argentinos y chilenos, con la conducción de anarcosindicalistas europeos. La huelga es reprimida por la policía en las ciudades donde los dirigentes son deportados o encarcelados, pero el centro de acción es el campo donde grupos de peones armados recorren estancia por estancia ocupándolas y tomándolas a los dueños en calidad de rehenes.
El poder ejecutivo reacciona rápidamente: envía nuevamente al teniente coronel Varela con un escuadrón del 10º de caballería, al cual se suman efectivos de la 5º Caballería al mando del capitán Anaya. En total 260 hombres. La táctica ahora no es negociar sino reprimir sin ningún límite. Estos redujeron así cerca de 3000 peones bien armados, sufriendo una sola baja.
La matanza no fue un “exceso”, fue producto de la combinación de la brutalidad de los estancieros extranjeros y argentinos, con el mesianismo de una oficialidad reaccionaria que legitimaba los crímenes bajo el argumento de garantizar la integralidad territorial.
El movimiento obrero reacciono lentamente en Buenos Aires y salvo un intento fallido de la FORA de convocar a una huelga general de solidaridad, nada sucedió.
El gobierno radical hace lo posible para que la brutal represión sea olvidada. Como ha hecho durante la semana trágica primero ha buscado la negociación, pero ante la presión de los empresarios y la liga patriótica ha cedido y permitido que el ejercito ocupe un rol represor que estimulará su futura vocación  de poder político.
La otra gran matanza obrera fue en la provincia de Santa Fe. La forestal era una empresa localizada en el chaco santafesino talaba árboles para extraer tanino y usar la madera. Los trabajadores de la misma eran en su mayoría jóvenes de 20 y 30 años a los cuales una década de trabajo los había transformado en ancianos. En las fábricas que componían las empresas trabajaban en 1919 diez mil hombres, que ganaban un promedio de 3 pesos por día. Entre 1915-1918 comenzaron a llegar a La Forestal activistas de la FORA comunista.
Cuando un trabajador no era del agrado del jefe de la fabrica el mismo, después de despedirlo, ordenaba el desalojo de la viviendo y luego se presentaba a hacerlo efectivo.
En julio de 1919 se desató la primer huelga: los obreros solicitaban aumentos de salario, disminución de la jornada de trabajo de 12 a 8 horas, suspensión de despidos. La huelga fue organizada por una filial de la FORA comunista.
El 13 de diciembre comenzó el segundo paro, que se prolongo hasta mediados de enero de 1920. La empresa logro que el gobierno de santa fe formara un batallo móvil  con policías y lumpens. Se sumaron 85 soldados del 12º de infantería. La empresa se hizo cargo de todos los gastos del batallón. La respuesta a la huelga fueron los despidos masivos que se prolongan hasta marzo. Para reforzar al batallón represivo llegan ese mes miembros de la liga patriótica. En abril se desata la represión: Lotito y otros anarquistas fueron detenidos. Como respuesta el 23 de abril los trabajadores, algunos armados, toman la empresa, produciéndose un tiroteo en el cual mueren el gerente de la empresa y un trabajador. La represión fue feroz y el 28 de abril la unidad militar del 12 de infantería ocupa la fabrica y fusila 20 trabajadores.
La Forestal comienza a cerrar establecimientos y se corría la voz de que se disponían a producir lock-out. Ofreció a los obreros que quisieran regresar a sus lugares de origen, pasajes de ferrocarril y dinero para el viaje.
El 28 de enero de 1921 se desato otra huelga. Hasta el 20 de abril hubo caza huelguistas: se deportaba, se prendía fuego a las casas: la Huelga de la Forestal fue derrotada. Pocos años después la empresa cerró y la selva volvió a ocupar su lugar.


DAVID ROCK. “El Radicalismo Argentino 1890-1930”

Capítulo 7: La Semana Trágica

En 1919 las tensiones generadas por las huelgas entre el Gobierno y los conservadores o clase alta pusieron en tela de juicio al gobierno instituido por la Ley Sáenz Peña. Las Fuerza Armadas se vincularon con la política y tomaron el papel de árbitro en el destino del gobierno civil.
En ese año surgió la Liga Patriótica Argentina que aunque no era hostil al radicalismo estaba bajo el control de grupos conservadores y ejercía una fuerte influencia sobre el gobierno.
El gobierno en su lucha por continuar abandonó los planes progresistas de su política sobre  todo en relación con el capital extranjero e intentó mejorar la posición con el sindicato. También retornó a un sistema de aumento del gasto público que mediante una conducción simbólica mostraba su debilitamiento. Entre 1916 y 1919 las relaciones con la clase alta estuvieron determinadas por el problema obrero y es a partir de allí que las disputas aparecen en la clase media popular.

Los Salarios y las Tendencias de Agremiación
El papel de los obreros en la semana trágica tuvo como causa el alza del costo de vida debido a la guerra. Los precios de los bienes importados subieron pero también la demanda de alimentos por parte de Europa, lo que dio prosperidad a productores y exportadores. En 1917 baja la desocupación y en 1918 la producción industrial interna vuelve a niveles anteriores a la guerra., como resultado de la sustitución de importaciones. Esta situación produjo caída de salarios, aumento de empleo y desarrollo del movimiento “sindicalista” (todas las huelgas que hicieron tuvieron éxito). En 1918 el anarquismo estaba perdiendo importancia (ej.: la huelga general que hacen por el despido de los ferroviarios es un fracaso) y esto benefició al sindicalismo ya que entre 1917/18 aumentó el número de agremiados y en 1919 la afiliación llega hasta las pequeñas industrias y servicios. La FORA comienza a crecer con el fin de vencer a la Asociación Nacional del Trabajo. En el 10º Congreso de la FORA se decide apoyar las huelgas limitadas. El origen de la huelga general fue por la inflación y el aumento del costo de vida y la mayoría de los participantes de la huelga fueron los que estaban agremiados lo que explica su falta de organización. Además la huelga mostró que era idea del radicalismo utilizar a los sindicatos para extender su influencia en la clase obrera ya que no tenían la fuerza necesaria para ejercer ese rol.

La Huelga de los Talleres Vasena
A fines de 1918 se produjo la huelga en los Talleres Vasena ya que la industria metalúrgica había sido perjudicada por la guerra pues dependía del suministro de materias primas y carbón extranjero. Con el objeto de reducir costos se contrató a inmigrantes, mujeres y niños. A pesar de que la empresa era conocida por sus salarios de hambre y por las medidas policiales que prevenían posibles huelgas. En noviembre de 1918 se creó un sindicato en los talleres Vasena, y en diciembre se declaró la huelga adoptando la policía medidas violentas incluso con los vecinos de la fábrica. Al terminar el mes se retiraron las fuerzas policiales dejando a una patrulla simbólica lo que alentó a los huelguistas a seguir adelante. El 4/1/19, el gerente A. Vasena pide al Ministro del Interior que le enviara refuerzos ya que los huelguistas en una abierta rebelión habían cortado líneas telefónicas, el agua y atacaban a los carros en los que la empresa traía los materiales a la fábrica. El 5/1/19 se produjo un enfrentamiento armado en el cual murió un joven oficial. Como venganza, la policía organizó una emboscada dos días después disparando a los huelguistas cuando éstos se lanzaron a detener a los carros (hubo 4 muertos).

El proceso de movilización.
La huelga declarada el 9/1/19 marcó el comienzo de la Semana Trágica como reacción a la represión del 7/1/19. Los sindicatos empezaron a demostrar señales de división: unos anunciaron movimientos de fuerzas para el día 9 como homenaje al oficial caído; otros emitieron declaraciones de protesta enviando delegados al cortejo fúnebre entre los que se hallaban los más poderosos de la FORA y FOM. Los sindicalistas no apoyaron la huelga general pero la masa obrera sí. El día 8 se llevaron a cabo los preparativos para el funeral y el día 9 un centenar de trabajadores se lanzó a la calle dividiéndose en pequeños grupos saliendo a buscar apoyo en otros lugares de la ciudad.
El paro tuvo el acatamiento de los obreros industriales y de los tranviarios; los ferroviarios y los portuarios casi no figuraron. Durante el funeral hubo nuevos incidentes por parte de los obreros del gremio Vasena ya que se prendió fuego a automóviles, se ocupó un asilo de huérfanos y hubo intentos de robar armas. Cuando la caravana llegó al cementerio municipal la policía los estaba esperando lo que originó la muerte de 20 obreros. Los huelguistas estuvieron apoyados por los vecinos de la fábrica Vasena quienes habían sido reprimidos días antes. Al intervenir en la acción grupos desconectados entre sí la huelga fracasó rápidamente. La refriega del 7/1 determinó que la huelga tuviera un carácter espontáneo y carente de objetivos precisos. Nada sugiere que esa huelga haya querido atacar al Estado o al sistema capitalista, siendo una de las características salientes la división entre los sindicatos y los obreros no agremiados.

El Proceso de Contrarrevolución.

El fin de la huelga no representó el fin de la Semana Trágica pues a partir del momento en que las tropas salieron a la calle, surgió un movimiento paramilitar integrado por civiles de clase media y alta. El 10/1 hubo reuniones en el centro de la Capital con asistencia pública que exigía que se tomara medidas. Un grupo de civiles armados organizó patrullas y comenzó a acompañar a la policía y al ejército. Hizo su aparición un movimiento contrarrevolucionario de derecha que no apuntó a los huelguistas sino a los rusos - judíos del barrio de Villa Crespo. Esto refleja la creencia de que la huelga formaba parte de una conspiración revolucionaria conducida por comunistas ruso-judíos. Los incidentes de este tipo aumentaron el 12/1 cuando la policía dio a conocer que había descubierto una célula bolchevique entre los inmigrantes rusos, que luego se comprobó inocente aunque la gente creyó ingenuamente en una conspiración revolucionaria.
Lo importante de este movimiento “patriótico” (como se autodenominaba) era que, atravesando las fronteras partidarias, unía a grupos diversos de la burguesía apoyados por los legisladores radicales y conservadores y sus jefes eran antiguos oficiales de las fuerzas armadas quienes daban órdenes y adiestraban a civiles en el uso de las armas.

Reacción del Gobierno.

La aparición de esta Organización paramilitar alteró el equilibrio y distribución del poder político. Los grupos anti-huelguistas quedaron al descubierto con la creación de la Asociación Nacional del Trabajo (1918), teniendo como aliados a los militares, a la clase media y al partido radical.
Cuando en noviembre comenzó a cundir el “terror rojo”, el gobierno al principio lo tomó con calma, pero después no pudo mantener una posición neutral. Su creciente debilidad no se debía únicamente a las huelgas pues durante las semanas finales de la guerra se lo había sometido a constantes presiones para que se declarara en favor de los aliados. En 1918 se celebraron las elecciones municipales y los radicales fueron derrotados por los socialistas quienes eran defensores de los aliados, siendo condenada la actitud neutralista de Yrigoyen. A esto se agrava cada vez más la oposición militar al gobierno dentro de la clase alta con grandes dificultades internas con el rebelde Grupo Azul de su propio partido. Junto al informe de huelga aparecía en el diario La Época, un artículo en el que se negaban cambios en el gabinete. La persona vinculada con esos rumores era Melo, de quien se decía que iba a ser designado Ministro del Interior y uno de los defensores de los aliados, líder del grupo Azul y director y asesor legal de la fábrica Vasena.
El hecho de que en un primer momento el gobierno acudiera a la policía tenía como objetivo conquistar la voluntad de Melo, lo que se confirma cuando se toma conocimiento de que al anunciar Melo que seguía oponiéndose a Yrigoyen, la policía fue retirada de la fábrica, dejando que las cosas siguieran su curso hasta el 7/1. Ese día el gobierno se puso de parte de la policía pero a la vez retomó contacto con la FORA y trató de imponer un arbitraje. El resultado fue un acuerdo con la FORA en el sentido de que la policía no actuaría a fin de evitar ulteriores accidentes durante el funeral. Esta promesa fue cumplida y ello explica por que la policía apareció tan tardíamente el 9/1.
El 11/1 el gobierno llegó a un acuerdo con los sindicalistas: a cambio de la libertad de los presos que había tomado la policía y de aumentos salariales de entre un 20 y 40% para los trabajadores de Vasena, la FORA levantaría la huelga y ya para entonces el gobierno había perdido por completo el control de los acontecimientos.
Lo cierto es que el radicalismo había caído en una trampa política pues la rapidez con que surgió el movimiento “patriótico” demostró que la política laboral del gobierno carecía de  respaldo en los   conservadores y en la clase media. La intervención de un nuevo factor de poder, el ejército, significó que para evitar ser derrotado debía sumarse a la represión de la huelga. A partir de ese momento el temor de un levantamiento militar pasó a ser factor condicionaste de su política.
El resultado más importante de la Semana Trágica fue el rápido crecimiento de la organización paramilitar dirigida por los conservadores surgida en el curso de la huelga. En una reunión celebrada en el Club Naval con la presencia de casi toda la clase conservadora se aprobó una resolución que ordenaba continuar la lucha contra ideologías y agitadores foráneos, surgiendo de esa reunión la Liga Patriótica Argentina.




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