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José Luis Castro de Paz: El surgimiento del telefilme. - Historia de los Medios - Cátedra Varela


José Luis Castro de Paz: El surgimiento del telefilme. - Historia de los Medios - Cátedra Varela

            De Rebecca a Mr. Pelham: el fin de la era de los estudios y el surgimiento del telefilme (1948-1962). El desmembramiento del sistema de estudios y el comienzo de la era de la televisión. Hollywood: “Panic city”: 

La decisión de la Corte Suprema de EEUU, en 1948, suponía la disolución de los diferentes sectores de la industria cinematográfica y ordenaba la separación de exhibición, producción y distribución.

El fin del sistema de estudios tras el proceso Paramount es el hecho básico para comprender la evolución de Hollywood durante 1950. No lo es menos el boom televisivo que en 1948 iba a extenderse por los Estados Unidos dando lugar a la formación de otro gran monopolio, ahora televisivo, controlado por las tres networks (CBS, NBC, ABC). Si hay que considerar un año clave como el iniciador de la posición de privilegio que dentro de la industria del espectáculo masmediático va a ocupar la televisión en Estados Unidos, éste ha de ser 1949. En dicho año, además de los efectos de las resoluciones de la Corte Suprema, se produce el inicio del descenso de asistencia a las salas cinematográficas.

Sin embargo, el establecimiento de una cómoda relación unívoca causa / efecto entre la caída de la asistencia a las salas y la rápida ascensión de la televisión, olvida otras causas relevantes de carácter socioeconómico: factores como la suburbanización, el aumento de la natalidad y la modificación de los hábitos familiares tras la guerra. Estos ayudarían a explicar el porqué del descenso de espectadores cinematográficos ya en 1949, cuando la televisión aún no estaba definitivamente extendida. Hubo un breve período (inmediatamente posterior a 1948) de violenta actitud de los estudios hacia su rival . Eso ocurrió tras vanos intentos de la industria cinematográfica de penetrar en el mercado televisivo ya desde la misma década de 1930, tratando de dominarla y transformarla en un elemento subsidiario del cinematógrafo.

La política televisiva de las grandes compañías cinematográficas se centró en desarrollar los mecanismos necesarios para trasladar el nuevo medio hacia una zona de su propio dominio: las salas cinematográficas. Las Big Five se muestran interesadas en la theater televisión y en los beneficios que ésta podía reportar a la industria del cine. Entre 1949 y 1952 tiene lugar el desarrollo más activo de la televisión en las salas. Sin embargo, hacia 1952-1953, debido a la oposición del sindicato de proyeccionistas y la política contraria a los grandes estudios, la televisión en el cine era ya un recuerdo.

El monopolio televisivo: el surgimiento de las networks: ¿Por qué una vez demostrado el interés en el nuevo medio de las grandes compañías cinematográficas, éstas no pudieron hacerse con el control de la televisión que, sin embargo, iba a recaer en las poderosas empresas que, desde 1920, dominaban las ondas radiofónicas del país? La respuesta obliga a hacer frente a cuestiones de orden político, económico y social para poder explicar el surgimiento de un monopolio que controlará el medio de manera similar a como las majors habían hecho con el cine, contando, sin embargo, con el respaldo de los poderes públicos, que no sólo permitirán, sino que también apoyarán, la formación del monopolio.

La radio es el verdadero antecesor de la televisión, que, como veremos, heredará de ella su estructura institucional, su carácter comercial y su papel de electrodoméstico casero, además de influencias directas de tipo narrativo. El proceso seguido en la distribución de las concesiones de los canales fue simular al desarrollado por la radio 2 décadas atrás.

Eran las grandes compañías de radio las que se encontraban en una posición más propicia para traspasar a la televisión su infraestructura de emisoras propias y cadenas afiliadas en las grandes ciudades. El papel de las FCC en la creación del monopolio televisivo y en la eliminación de las majors como posibles integrantes del mismo, debe considerarse el factor fundamental para comprender las relaciones entre ambos medios en los Estados Unidos en los años a los que nos referimos. En 1941, la FCC autoriza la primera retransmisión televisiva pública de carácter comercial. La decisión gubernamental de utilizar la gama VHF iba a traer consigo consecuencias decisivas para la posterior configuración de la industria televisiva.

En 1948, la FCC congeló la concesión de licencias por problemas de interferencias de ondas que se alargó durante 4 años. Durante esta fase de “congelamiento” (1948-1952), las licencias concedidas con anterioridad, bajo el control de las networks, fortalecieron el poder y la organización de las mismas. Tras el desbloqueo, en 1952, el sistema de programación, ya solidamente definido, va a obligar a los poseedores de nuevas licencias a adoptar dos únicas soluciones: la producción local e independiente o la afiliación a alguno de los Tres Grandes.
            
Centralizando la producción se abaratan los costes y ello permitía la producción de programas de mayor calidad y de precios más reducidos que los realizados por las emisoras locales, a la vez que se facilitaba la creación de un mercado publicitario nacional que favorecía a los anunciantes.
            
A cambio de las ventajas económicas, las networks comenzaron a gestionar unos contratos con las cadenas locales y los anunciantes incorporando determinadas cláusulas que les otorgaban un creciente poder sobre la nueva industria. Una de las más importantes fue la llamada option time, que iba a convertirse en un valioso instrumento para asumir el control total y eliminar la posible competencia. Con el dominio de tal franja horaria, las networks detentan el control de los programas con elevados costes de producción. Y de este modo, controlan también a las cadenas locales. La fórmula de la “compra obligatoria” obligaba a los anunciantes a utilizar un determinado y bien especificado número de cadenas.

Los turbulentos años ´50: de la golden age televisiva a la televisión hollywoodense.
Durante la década de 1950 van a producirse los más decisivos cambios, mutaciones y transformaciones en la historia de la televisión norteamericana. La visión que opone una golden age televisiva que iría más o menos hasta mediados de los ´50 y con su centro de actividad en Nueva York, estaría ejemplificada con las anthology live dramas (programas en directo, de raíz teatral, con guiones originales de “cierto interés social” y a cargo de escritores y realizadores de renombre, a una televisión hollywoodense que, desde mediados de la década, se iba a encargar de echar por la borda todos los intentos de experimentación, para llevar a la pequeña pantalla la versión miniaturizada y estandarizada al máximo del cine de género de Hollywood.

El tipo de programas que se relaciona inmediatamente con el período de fines de los años ´40 y principios de ´50 es el modelo anthology live dramas, asociado esencialmente con esa “edad de oro” a la que ya hemos referido.
            
Entre 1953 y 1955, los programas obtienen altos niveles de audiencia y el respaldo de la crítica televisiva. Las limitaciones del directo fuerzan a guionistas y directores a obtener potencialidades expresivas de los propios condicionamientos de trabajo y la imposibilidad de disponer la telecámara al modo clásico. Crea una nueva concepción del espacio, que acentúa el suave y casi imperceptible uso del travelling sobre decorados y personajes, generando diferentes relaciones espaciales por medio de la continuidad del movimiento.
            
Como vimos, a comienzos de la década, las networks habían optado por programas en directo, en su mayor parte producidos por completo por ellas mismas, lo que resaltaba su papel como fuente productora de la programación. Las networks en período de asentamiento y fortalecimiento económico, temían que si se pasaba al programa grabado, las productoras independientes se asociasen entre sí, haciendo inútil su esfuerzo para establecer una red colegiada.
            
Sin embargo, en 1951, Lucille Bell firma con CBS para realizar una comedia de situación semanal. El éxito arrollador del programa y las facilidades de trabajo que dio a conocer, hicieron que las cosas cambiasen rápidamente. A partir de 1952, comienzan a filmarse las más famosas series en episodios de media hora. En principio, los cambios experimentados por las series de episodios filmados de media hora no parecían suponer una amenaza a la existencia de los live dramas, que vivían en esa primera mitad de la década de los ´50 su período de máximo esplendor.

Beneficios de los productos filmados:            
Sin embargo, muchas eran las ventajas que ofrecían los productos filmados: costos más bajos de producción, un clima que favorecía la localización de exteriores para rodar y un numeroso y experimentado banco de técnicos y artistas.
            
En efecto, y pese a la alta calidad de las mejores series en vivo, las limitaciones tecnológicas y la escasez de medios estaban convirtiéndose en un problema casi irresoluble, provocando numerosos fallos que la filmación estaba capacitada para subsanar de inmediato. Entre 1953 y 1957,  se libró en forma de violenta batalla, extendida toda la década, entre dos modos diversos de concebir al medio televisivo. Las divergencias Nueva York-Hollywood comenzaban por el simple, pero decisivo, aspecto de la duración de los programas, que la crítica utilizaba para descalificar los programas filmados.
            
Aunque a los cuerpos directivos de las networks les interesó no mostrarse demasiado contrarios a las cualificadas opiniones de los críticos más prestigiosos, los profundos cambios operados en la organización económica de las networks provocará desde mediados de la década una mutación decisiva hacia la imposición en el palimpsesto de la programación del modelo hollywoodense que ya anunciaban las half-hour filmed episodic drama series.
            
Junto a ello, los a menudo polémicos contenidos de los live anthology dramas, comenzaban a crear problemas a las networks a medida que la audiencia televisiva aumentaba vertiginosamente, ya que no siempre eran bien vistos por las emisoras locales afiliadas, cuyos espectadores-tipo no tenían las mismas expectativas ante la programación que los de las grandes ciudades.
            
Las grandes compañías patrocinadoras comienzan a mostrar sus preferencias por las series de telefilmes desde 1955, a la vez que las networks, deseosas de un mayor control sobre su programación, van a abandonar el modelo de sponsor único para cada programa y sustituirlo por el de anuncios individuales de 20 o 30 segundos, que les podía reportar beneficios más sustanciosos. El prestigiosos live anthology drama entra en período de rápido declive, desapareciendo de la programación a comienzos de la década de 1960. El telefilme se convertía así en protagonista de las parrillas de programación de las tres networks televisivas, conformando el modelo que se mantendría durante las dos décadas siguientes. Los primeros telefilmes fueron realizados prioritariamente por productoras independientes que iban a controlar la producción durante esta breve pero fructífera franja temporal.
            
Eran las propias networks quienes, desde principios de los años ´50, habían visto con gran preocupación la entrada en el juego televisivo de las grandes productoras hollywoodenses, prefiriendo negociar con interlocutores más débiles mientras aseguraban su propia primacía en el medio. La participación de los productores independientes favoreció entonces a las networks, permitiéndoles ganar tiempo para negociar, llegado el momento oportuno, con las grandes compañías cinematográficas.
            
A las ventajas de tipo económico-financiero que la participación de las majors suponía para las tres grandes networks se sumaban otras no menos importantes: la mayor calidad artística del telefilme elaborado por una gran compañía hollywoodense y el contar éstas con importantes archivos de personajes y situaciones que podrían ser reutilizados en los programas televisivos.
            
Desde el punto de vista de la industria cinematográfica, la producción de telefilmes fue, obvio es decirlo, una nueva y fundamental fuente de ingresos en un momento de caótica crisis en el seno de las majors. El telefilme ofrecía a las majors un nuevo e ideal banco de pruebas para técnicas, actores, directores y guionistas que, sin apenas riesgos económicos para la empresa, se formaban en un medio de trabajo rápido, barato y eficaz. El gran negocio del telefilme hacía lógica la búsqueda de expansión del mercado, que se extiende rápidamente fuera de los Estados Unidos.
            
Tras la resolución antitrust poco iba a durar la solidaridad entre los grandes sectores de la industria cinematográfica: producción, distribución y exhibición. La distracción veía las inmejorables posibilidades de obtención de beneficios a medida que la programación aumentaba y se hacía necesario cubrir cada vez más horas de emisión. Así, por paradójico que parezca, fue la exhibición la que se vio más perjudica por el desarrollo de la televisión. 

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