Marcela Gené – Un mundo feliz - Historia de los Medios - Cátedra Varela
1.
La Subsecretaría de Informaciones
La Subsecretaría de Informaciones
(SI), creada por el gobierno de facto (1943-1946), fue durante el gobierno
peronista el organismo encargado de la centralización y la instrumentación de
los mecanismos de producción y distribución de la propaganda gubernamental. La
SI logró montar un eficaz aparato propagandístico.
La
comisión designada por la Revolución Libertadora investigó las irregularidades
en el manejo de los presupuestos destinados a la propaganda.
La
autora se propone situar el marco institucional que posibilitó el despliegue de
la propaganda gráfica y fílmica durante el peronismo. Examina la Dirección
General de Propaganda y la Dirección General de Espectáculos Públicos.
Durante
el período hay un controvertido juego entre producción comercial y oficial,
entre funcionarios y empresarios, donde se imprimen particularidades de la
dinámica del peronismo.
DEL MINISTERIO DEL INTERIOR A LA
PRESIDENCIA
En 1943 es derrocado el presidente
Castillo por el golpe militar y reemplazado por Ramírez quien firma el decreto
de creación de la Subsecretaría de Informaciones y Prensa, dependiente del
Poder Ejecutivo. El objetivo era centralizar y coordinar la información oficial
y organizar la propaganda de gobierno. Hubo censura, clausura de periódicos y
manejo estatal de los medios.
La
Subsecretaría absorbió reparticiones estatales preexistentes que se integraron
a cinco dependencias:
-Dirección
General: coordinación de todas las áreas y control encubierto de la prensa
a través del abastecimiento de papel.
-Dirección de Prensa: provisión de la información
“oficial” a todas las publicaciones y noticieros radiales.
-Dirección de Radiodifusión: supervisión del
contenido de la programación y la publicidad por radio.
-Dirección General de Propaganda: coordinación
de la realización y la distribución de la publicidad gráfica.
-Dirección de Espectáculos Públicos:
supervisión de los noticieros, filmes y documentales.
La normalización institucional renovó
el interés por la SI que se jerarquiza y amplía sus funciones en 1946. La SI
integra nuevamente la órbita de la Presidencia de la Nación. Actúa como
estructura de enlace entre todas las dependencias de gobierno, coordinando la
información interna y su distribución en los medios y planificando la acción
propagandística directa. Administra el presupuesto integral que el Estado le
reserva a la publicidad. Los créditos se transfirieron a la Dirección General
de Administración, dándole a la SI autonomía financiera. Esto sumado a su
proximidad con el presidente y su poder de control contribuyó a delinear el
protagonismo de la SI en la década peronista y a cimentar el aura de temor y
persecución que inspiró entre los sectores enemigos del régimen.
Apold
es director de Difusión de la SI desde 1947. En la década anterior había sido
director de Argentina Sono Film. En el 46 se desvinculó para dirigir el
noticiero Sucesos Argentinos, donde
filmó el primer corto documental del gobierno. Su vinculación con el medio
cinematográfico explica en buena medida el impulso estatal a la industria, con
el fin de explotar la capacidad del medio como propaganda.
El
uso extensivo y sistemático de los medios de comunicación masiva (cine, radio)
por parte del peronismo no desestimó a otras formas tradicionales como el
afiche.
AFICHES, ESCUDOS Y SOUVENIRS
La “imagen fija” exhibida en el espacio urbano no perdió vigencia pero
su función comenzó a ser complementaria de los mensajes transmitidos por otros
canales. Ya estaba demostrada (por la experiencia en otros países) la eficacia
de métodos de propaganda basados en la instrumentación simultánea de todos los
recursos visuales y auditivos. Así fue la
estrategia utilizada por la SI, donde cada medio respondía a una dependencia en
particular.
Entre
1943 y 1945, se llamó a concurso para la realización de afiches sobre temas y
consignas decididos por Difusión. El problema de este tipo de “contratación” o
de utilizar especialistas capaces de elaborar piezas técnicamente impecables y
eficaces para la venta de productor era que resultaban frías e impersonales
para la difusión partidaria. Los profesionales de la publicidad tampoco
satisfacían a los dirigentes.
Se
terminó abandonando el sistema de concursos y se conformaron equipos de
dibujantes que se hubieran desempeñado como ilustradores de tiras cómicas y
como caricaturistas políticos en la prensa oficialista.
Circuito:
La
Dirección de Difusión tenía a cargo la coordinación de todo el circuito: desde
la planificación de las campañas hasta el envío de los productos a las
bibliotecas populares, unidades básicas, sindicatos y escuelas. Para satisfacer
los pedidos de contrató el servicio de cuatro talleres (tres eran privados)
además de las dos imprentas de la Subsecretaría.
Correspondía
también a la Dirección de Difusión encargar y distribuir los escudos partidarios de uso obligatorio
en la administración pública. El único proveedor de los mismos fue Ángel Guzmán,
quien le ofreció a Perón su creación: el “Distintivo de la Paz” que ya tenía
registrado y que sería finalmente el escudo peronista. El peronismo capitalizó
políticamente una divisa que fue creada con otros fines, transformándola en el
símbolo por excelencia de identidad partidaria. Las manos enlazadas en diagonal
sugiere la relación de subordinación entre el pueblo organizado y su conductor.
Además
de las solapas, los escudos también circularon en los trofeos de los
Campeonatos “Evita” y en las medallas y fueron estampados en diversos souvenirs
partidarios.
Esfera más activa de la SI: Dirección de Propaganda (Difusión y
publicidad) desde el comienzo de la primera presidencia de Perón. Esta
“competía” con la Dirección de Espectáculos Públicos (DEP), que paulatinamente
tomó un rol hegemónico sustentado en el interés que despertaba la cinematografía
como instrumento de propaganda.
CINE DE PROPAGANDA Y CIRCUITOS
COMERCIALES
A diferencia de la gráfica, la
producción y exhibición del cine estaba en manos de empresas privadas y esto
entrañaba, para el gobierno, el riesgo de filtración de ideas comunistas. Había
que estimular la actividad cinematográfica y a la vez fortalecer el control
sobre los filmes y noticieros. La DEP tenía el poder de censura sobre guiones y
argumentos. El control más riguroso se dio a través del suministro de película
virgen a las productoras privadas.
El escaso metraje de celuloide que llegaba al país era monopolizado por las
dependencias para ser distribuido principalmente entre las empresas productoras
de noticieros, cuya exhibición era obligatoria en todas las secciones de todas
las salas cinematográficas desde 1943. El noticiero había sido el género más
adecuado para difundir las actividades del gobierno.
Esto
benefició a los noticieros existentes: Sucesos
Argentinos y Noticiero Panamericano que se convirtieron
prácticamente en agencias informativas estatales. A partir de 1943, la dotación
de película y los circuitos de distribución asegurados por la DEP colocaba a
estos empresarios de “noticieros” en una situación de privilegio respecto de
sus colegas dedicados al cine comercial.
El
objetivo de “estimular las actividades de la industria” en la práctica
significó la rigurosa intervención oficial sobre el medio.
Años 30:
El
avance estatal sobre el medio ya había empezado en los tempranos años 30. En
1933 el senador conservador Matías Sánchez Sorondo presentó el primer proyecto
que contemplaba la creación del Instituto Cinematográfico Argentino. En 1938,
Sorondo vuelve a plantear el tema pero esta vez reclamando la urgente
intervención del Estado, ya sea protegiendo al cine que, como industria, debe
gozar de todas las leyes que garantizan el ejercicio de derechos privados, o
fiscalizando su actividad, en tanto difunde ideas y culturas.
El aplazamiento del debate sobre la cuestión
colocaba a la Argentina en una posición de atraso frente a las naciones del
mundo. En Italia y Alemania, el Estado garantizaba la total protección de la
actividad cinematográfica y financiaba el rodaje de noticieros y documentales
considerados fundamentales para la educación y la trasmisión de la cultura nacional.
Las
experiencias europeas proporcionaron a Sánchez Sorondo el marco del proyecto de
1938 que proponía la creación de una entidad centralizadora: el Instituto
Cinematográfico del Estado con la facultad de control y censura, de reglamentar
la racionalización del mercado interno y externo, de otorgar becas y subsidios,
de centralizar la enseñanza y proteger y fomentar la producción mediante el
crédito y la reducción de las tasas de importación de celuloide y maquinarias.
El interés central estaba en proteger la producción del cine comercial, como
fuente de divisas y por las posibilidades de difusión cultural, y a los
documentales esenciales en el fortalecimiento de los valores de la
nacionalidad.
Los
documentales constituían el paradigma de la propaganda nacional. Mostraban
paisajes del país y formaban parte de una campaña de promoción del turismo
interno. En la práctica, la acción del Instituto bajo la dirección de Matías
Sánchez Sorondo, se limitó a la censura de argumentos y a sugerir cambios de
título.
Con
el golpe militar de 1943 el Instituto Cinematográfico del Estado fue absorbido
por la DEP de la Subsecretaría de Informaciones. Las empresas Sucesos Argentinos y Noticiero Panamericano
se convirtieron en portavoces oficiales de la acción de gobierno.
Perón:
Cuando
perón asumió la presidencia, contaba con una estructura de tres agencias
noticiosas en funcionamiento y con el sector de la producción de su lado ya que
en 1944 había terciado a favor de los mismos en un conflicto que los enfrentó a
los exhibidores (su solución había sido la obligación de exhibición de
películas nacionales en todas las salas y los dueños debían pagar por el
alquiler de las copias). Con este precedente (Perón se acercó a los
empresarios) se ve el uso que el peronismo haría del medio.
El
gobierno peronista además de tomar medidas para la protección de la industria
nacional, intervino los contenidos de guiones y argumentos.
LOS CORTOS NO RAZONAN
En 1953, Apold dio a conocer a los
gobernadores provinciales el “Plan de Coordinación de la Difusión, Propaganda y
Contrapropaganda”.
El funcionario pondera la eficacia del cine y de la radio
sobre la gráfica explicando las razones por las que la SI había ido reduciendo
paulatinamente la confección de afiches desde 1951: en la vía pública el afiche
rompe con las armonía de la ciudad, y atenta contra la limpieza y la propiedad
privada.
Los cortos cinematográficos ofrecen mayores posibilidades en cuanto no razonan; presentan el hecho desde una
perspectiva emocional, además el espectador no cierra los ojos, mira siempre.
Queda demostrada la interdependencia de todos los medios difusores y la
necesidad de coordinarlos en su conjunto, es decir, en su versión gráfica,
escrita, animada y auditiva.
El
cine se presenta como el medio más moderno y versátil para desarrollar tácticas
publicitarias capaces de conjugar información y entretenimiento. Los cortos son
producciones originales en tanto constituyen un híbrido entre el documental
convencional y los géneros cinematográficos más exitosos y atractivos para los
públicos populares: comedia y melodrama. Se montan escenas de noticieros y
documentales con un poco de ficción y pequeñas dramatizaciones.
El
relato se apoya en la antinomia temporal “ayer y hoy” pasado de penurias y
presente de bienestar. Los protagonistas son actores famosos que encarnan a
gente común permitiendo la identificación del público en dos niveles: con los
personajes comparten los beneficios otorgados por el gobierno y, además,
aspiran a emular a las estrellas de la pantalla.
Estos
filmes comenzaron a rodarse alrededor de 1950 para ser incorporados a las
programaciones de las salas y también para ser proyectados en parroquias,
unidades básicas y escuelas.
La
mayoría de los directores (con excepción de los enfrentados al régimen) intercambiaban
favores con la SI ya que para solventar sus filmaciones dependían de la
concesión de créditos y de los avales para la importación de película virgen.
Además
de los presupuestos anuales con que contaba la SI, las fuentes de financiación
de las películas de propaganda y de los noticieros provenían de los fondos
recaudados por el Convenio de Ayuda Social y Fomento Cinematográfico Argentino,
firmado en 1948 entre un consorcio de productores y exhibidores
cinematográficos con el Estado. El convenio estipulaba cobrar un sobrecargo de
10 centavos por cada entrada vendida para crear un fondo que sería distribuido
entre la Fundación Eva Perón, fomento y mejoramiento de películas de
largometraje y la obra social de la Asoc. de Empresarios Cinematograficos.
La
SI desde la primera presidencia se perfiló como el instrumento clave en la
construcción de la imagen del gobierno a través del control sobre los medios de
difusión y la planificación de mensajes y contenidos, así como la concentración
de recursos financieros.
La
organización de la propaganda estatal respondió a una doble articulación entre
la planificación centralizada de las decisiones y la descentralización de las
operaciones concretas que, en el caso de la cinematografía, involucró a la
empresa privada.
Comentarios
Publicar un comentario