Mirta Varela – La
televisión criolla - Historia de los Medios - Cátedra Varela
PROLOGO:
En 1951 se realizó la primera transmisión pública de
Canal 7, más tarde que en EEUU e Inglaterra, pero también que en México, Brasil
y Cuba. La primera se trató de un acto del gobierno peronista y la segunda de
un partido de futbol. Esto produce decepción en el público que tanto había
esperado a la televisión en las décadas anteriores.
Entre
1951 y 1969 se produce un pasaje de la tele-visión
al televisor. Se trata del pasaje de
las utopías de transmisión de imágenes a distancia (con el símbolo en la antena
transmisora) al electrodoméstico que aún no tenía un espacio propio en el
hogar.
La
“tele-visión” formaba parte de un
continuum compuesto por el tele-grafo, el tele-fono y la radio lo que
permitía proyectar un futuro de avances técnicos ilimitados que vendrían a
solucionar los problemas que presentaban los precedentes y los problemas que
presentaba la humanidad.
El
televisor, en cambio, es lo que queda de esas proyecciones maravillosas una vez
que se concretan: un electrodoméstico, generalmente comprado en cuotas, en el
que se podían ver borrosamente unas pocas horas de programación de dudosa
calidad.
La
apropiación de la televisión por parte de la sociedad argentina demora casi 20
años e incluye dos etapas bien diferenciadas entre sí:
-los 10
primeros años (1951-1960) constituyen el primer período aislado (fue cortado al
medio por la Revolución Libertadora ).
Podría pensarse como una etapa de “los primitivos” de la televisión, de gran
precariedad de producción y que recibió gran desinterés por parte del gran
público. Es el paso de la tele-visión al televisor.
-la
segunda década coincide, en cambio, con el pasaje del televisor a la televisión
(sin guión medio) y con ello a la existencia de un verdadero medio de
comunicación de masas. Se trata de un medio, un espectáculo, una audiencia y un
lenguaje. Si el “televisor” suponía el interés técnico por el aparato y un
estatus que aportaba a sus propietarios, la “televisión” permite encontrarle
una función y una forma social específica. Desde el punto de vista del público
se pasa de una recepción ritual, a la ritualidad propia de la vida cotidiana.
Antes, se “iba a ver televisión” como una práctica más parecida a ir al cine
que escuchar la radio. Cuando la televisión adquiere mayor relevancia social,
el acto de ver televisión deja de ser un acontecimiento marcado, para
superponerse con las demás rutinas domésticas. La televisión es un flujo
permanente de imágenes más asimilable a una corriente eléctrica que a un espectáculo
brillante.
Pero
la televisión de este período intentó convertirse en un gran espectáculo. Crece
la audiencia, se abren canales en el interior, se apande el horario de
transmisión y se transforma la grilla de programación (por acción de la
competencia entre canales). Es entonces cuando se puede hablar de la televisión
como medio masivo de comunicación.
Primera parte
CAPÍTULO 1: Los inicios
En 1951 comienzan las transmisiones regulares en
Argentina pero desde hacía 3 décadas que existía esa preocupación entre los
radioaficionados y los amantes de las novedades técnicas.
Eran tiempos en los que proliferaban las revistas de divulgación popular que
difundían novedades de aplicación inmediata (a mediados de los 20 ya se hablaba
de la transmisión sin hilos, de imágenes a distancia). Sin embargo la
modernización “criolla” no dejaba de sumar obstáculos. Lo imaginario no se
concretaba por reemplazo de los elementos originales por materiales reciclados
o adoptados precariamente. Se trata de un momento en que los sectores populares
pueden combinar los saberes provenientes de su propia cultura (saber manual) y
lo aprendido en la escuela a la acceden masivamente.
Anticipaciones técnicas
A comienzos de la década del 30 se decía que la televisión
era ya un hecho. En Caras y Caretas se habla de la tv con total naturalidad y
como una tecnología que será incorporada a la vida cotidiana, en breve. Las
notas describen un aparato que no es voluminoso ni complicado, y que se ve igual que en el cine (necesidad de
asimilar el nuevo invento a los anteriores en una especie de continum
fotografía-cine-radio-televisión). Se piensa que será de aplicación inmediata y
que las anteriores tecnologías se volverán obsoletas. Caras y Caretas ve a la
televisión como un complemento del teléfono. (Más tarde el sistema que será
adoptado en otros países será el del broadcasting y no el de la televisión). A
pesar de que la tv era mostrada como un invento logrado, había varios factores
técnicos que no estaban resueltos aún, por ejemplo, la pantalla.
En Norteamérica las transmisiones
comenzaron en 1938 pero su expansión masiva no se produce hasta después de
terminada la 2GM. Se consolida en el 50.
Durante
las décadas del 20 y del 30 la
circulación de estas publicaciones da cuenta de la existencia de un público
formado por la radio que todavía creía en la posibilidad de repetir un tipo de
apropiación similar respecto de la televisión (aparato casero de
emisión-recepción). Sin embargo el modelo pionero que había producido tanta
ensoñación en el caso de la radio, no va a repetirse con la tv. La radio y el cine argentino se habían iniciado como producto del interés
personal y de la apuesta
empresarial de jóvenes de clase media alta, la tv requería otro
tipo de emprendimiento.
El
modo de acceso al televisor será muy diferente de la apropiación de la radio
(tallercito para el armado casero). Pero además desaparece la idea de una tv
emisora – receptora, que había sido una de las claves iniciales. La tv
producirá, como en el cine, un público. Pero no en el espacio público urbano
sino en la “intimidad” del hogar.
En la década del 30 la televisión es una promesa. En la década del 40 ya se
están instalando servicios públicos y canales comerciales en otros países pero
no en Argentina. En los 50 la tv todavía produce asombro y maravilla.
El impacto inicial
La primera transmisión pública de Canal 7 se realiza
el 17 de octubre de 1951. Yankelevich, director de Radio Belgrano (vinculada a
Canal 7), había viajado a EEUU para comprar los equipos que se usarían para el
1º canal de tv del país. Se transmitieron los festejos del “Día de la Lealtad”.
La tv tardaría años en desplazar a
la radio de la vida cotidiana por más que la transparencia y la objetividad
fueran sus ventajas. La tv profundiza los sentidos del Día de la Lealtad porque es el medio
más idóneo para la transmisión de la historia en vivo. Es presentado como el
medio “más objetivo”, aquel que “deja hablar a los hechos por sí mismos”.
La transmisión televisiva reafirma
la idea de que Argentina estaba entre los 1º países del mundo. Para el
peronismo la televisión, como artilugio técnico, era ejemplo de los logros
alcanzados y, al mismo tiempo, el eslabón de una serie indefinida de progreso
que Argentina estaba poniendo en marcha.
Al principio no era tan importante
la calidad de lo que se veía en pantalla, como si lo era la visibilidad de los
equipos: grandes, pesados. La antena transmisora condensa las representaciones
de la TV como
transmisora de imágenes a distancia. Por otra parte, la antena, ha sido
construida en la argentina por mano de obra nacional. Max Koelbe, responsable
de instalación, había viajado a EEUU acompañando a Yankelevich en la compra de
los equipos.
El interés se concentra en las
transmisiones mientras que la recepción apenas merece comentarios.
Argentina a no podía ofrecer el
mérito de “estar entre los primeros”, de manera que resultan necesarias las
excusas, y para ello se apela a los más variados argumentos: si bien no somos
los primeros eso nos permite contar con el equipo más avanzado del mundo.
La relación técnica – progreso –
nación que había ocupado un lugar importante en nuestra cultura, se
resquebraja; y la televisión pasa a ser una prueba de ello. La argentina llega
tarde, debe comprar sus equipos y necesita enviar a sus técnicos a aprender el
funcionamiento del medio a otros países. O lo que es peor, traer al país los
técnicos que “supervisen” nuestro trabajo.
El contexto latinoamericano
Los países latinoamericanos que realizan sus primeras
transmisiones de tv antes que Argentina son México, Cuba y Brasil, en distintas
fechas de 1950. En estos países la tv comienza como una invención privada que
ya detentaba el poder de otros medios.
Los primeros canales de tv surgen
como una iniciativa de empresas de medios gráficos y radiales, dispuestos a
soportar la inversión inicial y con estrategias similares de venta simultánea
de aparatos receptores.
Tanto la compra de equipos, realizada
en todos los casos en EEUU y acompañada por la presencia de técnicos
norteamericanos, como las conexiones económicas con empresas de ese mismo
origen, definen los modelos televisivos de esta parte del continente.
En este panorama complejo es posible
señalar, sin embargo, algunas regularidades: la tv se instala en estos tres
países por la iniciativa privada de empresarios que ya detentaban la propiedad
de otros medios de comunicación. Las mismas empresas se ocuparon de la venta de
aparatos receptores, ofreciendo facilidades y atendiendo de esta forma a
ampliación del escaso público inicial. En 1961 Argentina tiene apenas 7
estaciones transmisoras que llevan poco tiempo de funcionamiento y que cubren
el área de las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. Brasil tiene
42 estaciones, México 22, Cuba 18 y Venezuela 17.
Arg vs. Latinoam: una 1º diferencia es la existencia de un solo canal
que emitía su programación para una sola ciudad, junto al hecho de que ese
canal, a pesar de ser producto de la inversión estatal, estaba dirigido por un
empresario de la radio que lo organizó según el modelo comercial de la
televisión norteamericana. (Yankelevich radio Belgrano).
En la 1º mitad de la década ’60 se produce el gran salto cuantitativo.
CAPÍTULO 2: Recepción y Vida Cotidiana
Las primeras
transmisiones significan poco para su probable público: “la televisión estaba
ahí, pero nadie la veía”. Los recuerdos sobre la programación de esos años son
más que escasos.
La mayoría no recuerda la irrupción de la tv como algo impactante, mientras
que la radio continuaría ocupando un lugar central en la vida cotidiana por un
largo tiempo.
Las primeras visiones son descriptas como algo maravilloso: “la voz se
convertía en una persona en la pantalla”. Pero el deslumbramiento no duraba mucho.
El el avance de la técnica que llegaba al país, los rasgos de modernidad. Pero
la televisión en tanto espectáculo no producía el mismo deslumbramiento.
La distinción
Lo que
interesa en el primer momento es el “status” que el televisor llevaba adherido.
El problema era no tener televisión, poco significaba no verla. La TV es
símbolo de estatus de la familia.
Las revistas se publicitan electrodomésticos y televisores. Aparecían
aparatos que combinaban radio, tocadiscos y televisor. El mueble tenía que
armonizar con los “ambientes de jerarquía”. Ya existía la idea de que
publicitar por la TV subía las ventas.
Lo público y lo privado
Los
electrodomésticos han servido como símbolo del primer peronismo. Se trata de un
período en que nuevos sectores sociales se incorporan al consumo y la estabilidad
laboral y económica aceleran el acceso a ciertos bienes: “la casa propia”, pero
también la heladera, el lavarropas, etc. son símbolos de movilidad social.
Llaman la atención las connotaciones que adquiría en ese momento el ámbito
privado, así como el modo en que se ve afectado por la tv: “antes el cine
sacaba a la gente de su casa. Ahora hay un retorno a la vida hogareña gracias a
la TV”.
El baby-boom (tras la 2da GM) es la prueba de efectividad de esos
valores. La vuelta al hogar en ese contexto comporta sentidos diversos que la
televisión sabe explotar. En EEUU, la imagen del “hogar electrónico) asociaba
un ícono preexistente con la idea de progreso técnico que, en cierta forma,
también podía ser presentada como un rasgo de lo nacional. En la Argentina esta
imagen sólo podía ser asociada a una modernidad importada y ajena.
Si bien en el discurso peronista el
derecho a un espacio doméstico confortable similar al de los ricos sirve como
promesa de dignificación para los trabajadores, el período de construcción de
la cultura televisiva argentina coincide con una etapa en la que se exacerba la
ocupación del espacio público urbano, para el ocio y para la política (Plaza de
Mayo). En este contexto no parece arbitrario que el Estado distribuyera televisores
para su recepción pública y que la primera transmisión haya sido un acto
multitudinario: el “Día de la Lealtad”.
La tv ha promovido esquemas de percepción de lo “hogareño” que siempre se han
relacionado con las pautas de recepción domestica del medio. Las comedias
familiares y las telenovelas fueron y son aun géneros centrales dentro de
la programación. Se trata de matrices que ya estaban presentes en la
programación radial previa y que siguieron explotando en la tv con éxito.
Sin embargo, las primeras imágenes transmitidas por la tv argentina fueron,
como ya se dijo, los discursos de Perón y Eva durante un acto multitudinario en
Plaza de Mayo.
La segunda transmisión fue un partido de fútbol. Es a propósito
de estos acontecimientos que los medios gráficos registran por 1º vez el
fenómeno del público viendo tv en las calles.
La elección de estos acontecimientos da cuenta de una política del gobierno
respecto de los medios de comunicación donde la relación entre deporte, nación
y Estado ha ocupado un lugar central y ha tenido continuidad con las
concentraciones políticas de masas. Pero también de un modo de recepción que
nada tiene que ver con las anticipaciones publicitadas.
Si resultaba difícil encontrar algún
atractivo para quedarse a “ver cómodamente desde su casa”, fue necesario
esperar a que algo se modificara en la vida cotidiana, en los hábitos respecto
de los otros consumos culturales para que la TV se instalara en la Argentina y
la audiencia en el sillón.
La tv no fue vista desde la casa sino por una pequeña minoría y aun en esos
casos, convocaba a reuniones más allá del círculo familiar.
La tv mirada fuera del living:
Las imágenes publicitarias hablaban de una tv para la familia tipo sentada en
el living, mirando atentamente la pantalla. Los testimonios hablan de una
recepción muy distinta. La tv no es algo que obliga a permanecer instalado en
el living, sino algo que se va a ver. La gente la veía en vidrieras, bares, confiterías,
clubes, unidades básicas, casa del vecino, amigos, parientes, etc. O sea que
durante la primera parte de la década la tv se miró siempre fuera del living.
Una mención especial merecen las
unidades básicas que eran los lugares a donde se iba a ver televisión como
resultado de una planificada recepción masiva que está fuertemente identificada
con el peronismo. La TV se presupone como instrumento de difusión política y
pedagógica. En la señal de Canal 7 las imágenes de Perón y Evita se transmitían
a diario en la pantalla.
El primer televisor
La
incorporación del televisor a comienzos de los 60, cuando se produce su mayor
expansión en Buenos Aires, no consigue conformar un boom comparable a las
maravilladas anticipaciones técnicas de las décadas anteriores. Se trata de un
electrodoméstico comprado en cuotas que no comporta el goce ligado a la
construcción de la radio casera. El gusto popular por la técnica se mantiene
vigente, pero el placer ya no surge del saber hacer manual, sino del gusto por
el último consumo de moda de los adelantos.
La tecnología no es necesariamente
práctica y definitivamente no es decorativa (se recurre a ocultarlo o
disimularlo).
Además, un TV a principios de los 50
valía el doble que una heladera. Por eso solo se explica por el placer del
adelanto y el status el hecho de comprarla. Transmitía un solo canal con una
programación precaria. Y los aparatos se estropeaban fácilmente.
Tele audiencias y vida cotidiana
Cuando la tv
se integra finalmente a la vida cotidiana, lo hace mediante hábitos que varían
significativamente en las décadas siguientes: “Ni a la mañana ni cuando se come
hay que mirar tv”. “Las mañanas son de la radio y la noche de la TV”.
Horario y espacio limitados
sirvieron como formas de contención a la tendencia expansiva de los medios de
comunicación masivos durante esta primera etapa. El televisor (único) se
encontraba en un lugar especial.
Se trata de una televisión que recorta un momento ritual donde el espacio también
juega un papel importante. La radio también
se asocia con momentos rituales de la infancia. Pero la diferencia es que se
asocia a otras actividades simultáneas: tomar la leche, hacer deberes, etc. Con
la tv no se pueden hacer cosas al mismo tiempo, todos sentados alrededor del
aparato receptor exige completa atención.
El pasaje del living a la cocina estará asociado a la facilidad para la
dispersión y la simultaneidad con otras tareas, algo recurrente en los
testimonios femeninos. Sin embargo el televisor sigue estando más cerca del sillón
que de la tabla de planchar.
La programación de esa época es calificada de “ingenua”, “inocente” y menos
“fantasiosa” que la radial, pero a pesar de ello la tv exigía mayor concentración.
La imagen “atrapa” y no permite hacer nada mas al mismo tiempo. En consecuencia,
ver tv es “perder el tiempo”.
En una nota titulada “la televisión en el hogar” se insiste en la idea de programación
como elemento superficial en la tv. “El televisor mantiene unida a la familia.
Y el espectáculo en la propia casa significa la vuelta al hogar, el regreso a
la abandonada tertulia”.
Los distintos modos de apropiarse de la televisión cuando ésta todavía era un
objeto extraño, no son más que diferentes estrategias de volverla familiar. Sin
embargo es necesario aguardar la televisión de los sesenta para encontrar una
“generación televisiva” por haber compartido la experiencia de ver “el capitán
piluso”. No ha quedado, en cambio, una generación de “La pandilla Marilyn”.
CAPÍTULO 3: Precariedad y experimentación (´50)
Aunque la tv haya demorado más de una década en
incorporarse a la vida cotidiana la programación de esta etapa es importante.
Es un momento de formación de técnicos, directores, actores, locutores y
guionistas que debían improvisar a cada paso soluciones para enfrentar
problemas inéditos. La precariedad
fue uno de los rasgos distintivos de esta epata, al igual que la búsqueda de un lenguaje específico por
parte de actores que carecían experiencia o que había sido formados en otros
medios.
En vivo
Los equipos adquiridos en un primer momento
por Gustavo Yankelevich y Max Koeble en EEUU consistían en 4 cámaras.
Dos esta montadas sobre carros y la tercera la tenía el cameraman.
El canal
emitía desde el Teatro Alvear, con 2 estudios, A y B. Durante esos primeros
años se necesitaban 45 minutos entre programa y programa para desarme y montaje
de las escenografías. Mientras se realizaba ese trabajo, se exhibía una
película de 44 minutos, por lo cual se intercalan películas entre las
emisiones en vivo. En los huecos se emitía o un documental o el
pájaro loco.
Las emisiones
comenzaban entre las 4 y 5 de la tarde. Eran pocos los programas que ensayaban
en el estudio.
Era difícil lograr
el silencio absoluto en el reducido espacio donde se amontonaban técnicos,
actores y directores y donde, además, se tenía que mantener armado 3 o 4
escenografías más el espacio para las publicidades.
El personal que
comenzaba a trabajar en Canal 7 nunca había visto tv, de manera que los modelos provenían de otros
espectáculos y de forma
indirecta de la tv norteamericana.
En general eran
gente de radio o teatro. La gente de cine se mostró más reacia frente a la tv
(los salarios eran muchos más bajos). Fueron pocas las estrellas del
espectáculo que participaron de este primer momento, ya que había un rechazo de
los actores y locutores (más tarde sí se incorporarían al medio).
A mediados de los
50, para un actor de reparto una tira diaria de tv no representaba el único
medio de vida sino que continuaba trabajando simultáneamente en radio o teatro.
El personal técnico
era muy joven. Los testimonios resaltan la novedad, juventud y experimentación.
El rol de las agencias de publicidades fue
importante para esta circulación de personajes de un medio a otro ya que si por
un lado la televisión aún no era un cliente importante, por otro lado, los
espacios eran administrados casi íntegramente por las mismas.
La televisión, en un
primer momento se reducía a Canal 7 Radio Belgrano y al horario de la tarde-noche.
Entre 1951 y 1953 se inicia un horario irregular entre las 15 y 16:30 hs. Esto
significa que hay días que empieza a las 15, otros 15:30, etc. Por lo cual, no
hay regularidad en los horarios de tv. El cierre era habitualmente a las 22
hs, como el último horario de inicio para un programa.
Géneros: algunos
parecen estandarizarse más rápidamente que otros. Los programas infantiles ocupan desde el comienzo la franja de las 16
a 17. Los programas “femeninos” y los
teleteatros hegemonizan rápidamente el horario de la tarde. Entre 1953 y
1954 también adquiere cierta estabilidad el horario de las 20.30 con notas deportivas
diarias. Pero lo más frecuente eran los programas que cambiaban de horario o de
día, o la tendencia a la estabilidad de la franja horaria antes que del
programa.
En la etapa peronista fueron muchos los
actos públicos televisados y las transmisiones oficiales desde Casa de
Gobierno. Si había algún acto especial se interrumpía la programación.
Las transmisiones
desde exteriores también se aprovecharon intensamente desde los comienzos para
los espectáculos deportivos. (Un partido de fútbol fue la 2da transmición).
Además del fútbol, fueron muchos los deportes que se transmitieron por tv en
esta etapa.
En 1958 la relación entre fútbol y Tv estaba consolidada.
El despliegue para las transmisiones deportivas contrasta con la precariedad de
los estudios. Las escenografías eran simples (una sala, dormitorio, cocina),
siempre espacios interiores.
A pesar de la
pobreza de los recursos, la escenografía
tiene un gran impacto en la recepción
de los programas: forma parte de lo “visible”, del plus de imagen que comporta
la televisión.
Hay una serie de
valores en relación con el espectáculo: fastuosidad (encajes, bronces),
detallismo, artificio/ingenio (maquetas giratorias, escenarios en combinación)
y pintoresquismo (“callejas típicas sevillanas”).
Casi todos los
programas tenían una duración de 30
minutos, al modo de EEUU, que incluían 2 cortes publicitarios. En las
tandas había 3 avisos, pero variaban de 3 a 5 minutos porque no había una
regulación al respecto.
A partir de 1953 o
1954 al lado del Estudio B se utiliza un segundo estudio para publicidades.
Allí se hacen 10 tandas por días con 2 o 3 avisos por cada una: se publicitan
productos de consumo cotidiano. Al principio se utilizaban cartones para las
publicidades, pero desde el primer momento hubo locutores para hacer
publicidades en cámara. Los locutores tuvieron una repercusión más rápida en el
público que los actores o conductores.
Ficciones
Noel Coward fue una de las figuras más
populares del teatro inglés de entreguerras. Logró imponer un nuevo estilo de
comedias de costumbres caracterizadas por el trabajo sobre el tono de las
conversaciones. Visitó argentina y sus obras fueron estrenadas con éxito en el
país. Lo que se hizo fue “localizar” las referencias inglesas, cambiando los
lugares y los nombres.
Breve encuentro había sido adaptada con éxito una década
antes de la tv de Canal 7 y se convertiría en un clásico del cine romántico.
Fue producida con Coward. Este ciclo “breve encuentro” se producían aquellas
obras que habían tenído éxito previo en el teatro y el cine. La tv en ese
sentido resultaba contemporánea de lo que ocurría en otras zonas de producción
de espectáculos. Las obras están divididas en 3 escenas y nunca hay más de dos
decorados.
Teatro de romance se usaban las 4 cámaras existentes. Los
planos medios eran los más frecuentes y en los momentos de tensión se recurría
al primer plano. La continuidad del ciclo estaba acompañada por la pareja
protagonista, que se trataba de actores ya famosos en el cine y radio. El teatro
del romance fue un ciclo exitoso, con actores muy populares, fue una obra
unitaria.
Los ciclos de teatro
en tv serían muy importantes durante esta etapa. Al comienzo con transmisión
hechas desde el teatro y más tarde puestas especiales desde el Estudio. Para
las transmisiones desde el teatro se utilizaban 3 cámaras. La luz causaba
muchos problemas, ya que estaba pensada para el teatro y no para la tv.
El Teatro del
sábado y el Teatro universal fueron los ciclos más importantes de
esta primera década. El primer contó con directores como Discépolo, Cabanellas
y Serrador. Se presentaron clásico de la literatura española e inglesa,
exitosas en el teatro.
El programa
comenzaba a las 10 de la noche y las obras se emitían en forma completa. Cada
programa se ensayaba durante una semana. Recién el día anterior ensayaban en el
teatro mismo.
Hacia finales de la
década aparecerá otro tipo de directores, los de la dirección artística,
cuya función es producir innovaciones técnicas y asumir la dirección integral
de sus programas.
La aparición de
estos directores será importante para la conformación de una estética
específicamente televisiva.
En
busca de un lenguaje
El Teatro del sábado da cuenta de un modo de pensar la tv como mero
instrumento de transmisión de un espectáculo previo, como difusión de un tipo
de cultura en cierta forma ajena al medio mismo. El Teatro del romance
es un intento de hallar elementos
propios del lenguaje televisivo, aunque todavía tome como base el
teatro. La continuidad de la pareja protagónica es algo a lo que el público
estaba acostumbrado a partir de los radioteatros y contribuyó a una suerte de star system local. La permanencia de
la pareja protagónica o de un personaje que iba atravesando diferentes
situaciones, así como también historias
independientes enmarcadas por una presentación común, eran fórmulas sencillas
que se aplicaron desde los primeros programas exitosos de la televisión,
especialmente en el caso de las comedias.
Ana María Campoy y
Pape Cibrián fue una de las primeras parejas televisivas, y tuvieron al virtud
de mezclar la ficción con la realidad.
Los textos de la vida familiar se convirtieron en uno
de los rasgos distintivos de la pantalla televisiva de esta primera etapa.
Otro rasgo de
continuidad fue la duración de los ciclos y permanencia de un horario fijo.
Teleteatro para la hora del té comenzó a emitirse en 1958. Las historias
duraban una semana pero la pareja protagónica se mantuvo a lo largo del ciclo,
al igual que los actores de reparto. Formaban un elenco estable. Todos ellos
venían de trabajar de la radio. Los guiones variaban de una semana a otra y
variaban de autores. Ninguno había escrito anteriormente para radio o tv.
Historia de
jóvenes comienza como un
ciclo de verano para cubrir un programa femenino. Todos los actores serán la
base del “Clan Stivel”. Los actores provenían del Conservatorio Nacional de
Arte Dramático. Era un grupo reducido y estable y con relativa
autonomía. Las historias de
jóvenes pretendían ser realistas y de actualidad. El público participaba,
llevaba sus historias al canal. Los programas de tv tendieron rápidamente a la
incorporación de la actualidad.
Es la primera vez
que la tv argentina incluye a los
jóvenes como protagonistas de un ciclo. Si bien en 1958 se habían lanzado los
primeros programas musicales juveniles, recién a comienzos la década del
sesenta se lanzarían los ciclos que darían una forma más definitiva al género (El club del clan).
En las comedias familiares ocuparán un lugar
importante los jóvenes, pero en historia de jóvenes se presenta un punto
de vista generacional cruzado por los conflictos sociales. Los enfrentamientos
entre padres e hijos era un tópico recurrente: Simón Feldman, Rodolfo Kuhn,
José Martínez Suárez y Manuel Antín, entre otros, formaron parte de la llamada
“generación del sesenta” del cine argentino, que intentó imponer el cine de
autor al país.
La tv funcionaba
como un espacio a construir que
ofrecía mayor libertad que los medios ya consagrados, controlados por la
publicidad comercial, la presión política o la estabilización de una estética
recurrente.
La ambigüedad
inicial de un nuevo medio quedará obturada con la oleada modernizadora de los
canales privados pocos años después.
Transiciones
La tv aporta su primera estrella a nuestro cine, Lidia Satragno: Pinky. Entre 1951
y 1958 se produce un cambio en el sistema de estrellas del espectáculo
que incorpora a la tv como un medio cada vez más protagónico.
La tv produce sus
propias estrellas a fines de los ´50. Y también hay cambios en cómo es pensada
su programación y su público, con creciente autonomía respecto de los demás
medios.
En 1951 las
estrellas son fotografiadas posadas junto a enormes aparatos. Son las estrellas quienes aportan legitimidad
al nuevo medio.
Solo las revistas de
espectáculos incorporan la programación de Canal 7 intercalada con la
programación radial. Clarín recién lo hará a mediados de 1954. Otros diarios
tardarán varios años más. La tv ya había dejado de ser una preocupación técnica
para ubicarse como parte del espectáculo y la vida cotidiana.
La misión educativa
de la tv no parecía ponerse en duda. El Ministerio de Educación contaba con
espacios que a veces dedicaba a la interpretación de cuentos, danzas o música
folklórica. La franja de programación educativa era amplia porque se tenía
confianza en la capacidad pedagógica de la televisión.
El clima pedagógico
cultural de esta primera mitad de la década se conjugaba con la presencia de
espacios de educación doméstica: Doña
Petrona (uno de los personajes
de mayor continuidad y permanencia en pantalla durante las décadas siguientes).
En 1955 con la Revolución Libertadora, se acentúa la tendencia de la tv como espacio educativo- cultural. La tv quiere ser culta. Sin embargo la gente culta no se interesaba por ella.
La visibilidad
política de la tv estaba en su rentabilidad económica futura y en la capacidad
de control del sistema de medios donde la radio continuaba ocupando el lugar
más relevante. Se intentó dar un marco regulatorio para las próximas
licitaciones.
Se da un salto cuantitativo
en la audiencia en la 2 mitad de la década.
La televisión ya se
presentaba como un codiciado botín en el sistema de medios cuando se discutió
el marco legal e institucional en el que se inscribiría. El quiebre producido
por el golpe de 1955 marca efectivamente un giro importante para la legislación
de medios y para el desarrollo posterior de la televisión Argentina. Las
características de las formas de producción de esta primera etapa se vieron
completamente transformadas como consecuencia de esas decisiones políticas. La precariedad reinante, su carácter
experimental, de baja formalización e institucionalización, lo
cierto es que se trata de rasgos propios de una etapa de indefinición de un
medio que estabilizará y volverá hegemónicas sus formas durante los años
siguientes.
Segunda parte
CAPÍTULO 5: Modernización estética y de las costumbres
La
oferta televisiva de los 60s no fue muy diferente a la de los 50s. Se amplía el
horario de transmisión y se estabiliza la grilla de programación (horario =
programa o género). Se consolida la organización en base a géneros. La
pretensión más lograda es la de la divertir con su aparente diversidad (la
programación era redundante).
Hay dos aspectos en los que se
introduce innovaciones sin precedentes:
Primero: Cada canal, al competir
por la audiencia, busca diferenciarse en estilo y estética, es decir imponer
una identidad de imagen que interpele de manera fuerte a una parte de la
audiencia. La programación “familiar” ocupó las franjas “nobles” del horario televisivo
(tener un segundo televisor no era común por lo que los canales no podían poner
una programación que fragmentara al público sino que debía atraer y aglutinar a
la mayor cantidad y diversidad de la audiencia posible).
Segundo: Los canales privados
establecieron un repertorio de imágenes que podrían caracterizarse como
representaciones de época (peinados, poses, objetos, planos, espacios y formas
se convierten velozmente en el estilo hegemónico).
La caracterización de la televisión
en tanto “flujo” continuo (Williams) resulta más apropiado para describir el
modo en que el público se relaciona con este medio (como abrir la canilla). El
proceso histórico que estamos describiendo supone la construcción de ese flujo
en la televisión argentina.
En la década del ‘50 había horario
reducido y falta de estabilidad de los programas, es decir, ver televisión era
como ir al cine y no como escuchar radio. En los 60s la televisión pasa de una
programación discontinua al continuo ininterrumpido de imágenes.
El volumen, lo efímero,
lo geométrico
En
una publicidad de 1951 mostraba un televisor atravesado por una tira de
celuloide. La pantalla reproducía uno de los fotogramas. El televisor era una
caja que reproducía lo que le colocaban en su interior, un objeto pasivo con
todas las ventajas de la transparencia y la objetividad.
En 1962 otra publicidad de
televisores muestra bailarinas que emergen desde dentro del aparato,
desbordándolo. El límite de la pantalla se ha vuelto permeable. La televisión
se ha convertido en un motor de sus propias imágenes y en un elemento activo
sobre la realidad.
El televisor ocupa espacio en la
vida cotidiana. El cambio de percepción respecto de los aparatos muestra el
pasaje del televisor a la televisión, ya que no se trata de una transformación
técnica sino de la emergencia de imágenes específicamente televisivas.
Esta modernización atraviesa
distintos aspectos de la época. Los peinados femeninos son
desproporcionadamente grandes (batidos, flequillos abultados), los peinados son
ostentosamente artificiales. Esa es la norma. Ejemplos: Violeta Rivas y Doña
Petrona. (Resabio de la televisión de los 50s).
Los peinados voluminosos constituyen temas de
programas exitosos: El amor tiene cara de
mujer es un teleteatro cuya trama se centra en un instituto de belleza. Es
un mundo cerradamente femenino donde las empleadas hablan de hombres y de
historias de amor, el eje central lo constituye el romance, el maquillaje y la
ropa, la moda.
La joven esposa es uno de los
personajes más típicos de la pantalla de los 60s. A veces se ven agobiadas por
la rutina, la estreches económica o las intromisiones familiares (La familia Falcón).
Las líneas curvas y las formas
esféricas abundan en los decorados de los musicales y programas de variedades.
Los globos inundan las pistas. Las burbujas se inflan, cambian de forma,
flotan, se mueven, desaparecen dando volumen en forma fugaz e idea de
liviandad. La construcción de imágenes fugases y efímeras es otra de las
características que introduce la televisión de ese período.
La publicidad de la época se sirve
de la fugacidad del consumo. El consumo televisivo prefiere las formas del pop
y de los marcadores de hábitos norteamericanos (los personajes en pantalla los
usan).
La gente en televisión bebe
incansablemente whisky (diferente de los personajes de los 40 y 50 que bebían
champagne). Cuando no bebe la gente fuma.
Se deja de lado la hibridación con
las tradiciones y la mixtura de ritmos que estaba presente en el cine, la radio
y la televisión de los 50.
Batman
en Argentina se emitía en blanco y negro. La televisión producida en el país
podía modernizar su imagen con esta limitación y toda la programación de los 60
parecía reclamar el color.
Pintoresquismo pop
En
varios programas, los temas elegidos coinciden con ritmos tradicionales
nacionales en versión pintoresquista: un día cantan música mexicana en una
especie de fondo lleno de objetos alegóricos; otro día es música folklórica
argentina en una escena dialogada en una pulpería.
La televisión de los 50 también
hacía gala del pintoresquismo pero en forma precaria (una misma reja en varios
programas simbolizaba lo “español”). El pintoresquismo de esta etapa, sigue
siendo precario pero introduce una nueva excentricidad en su mirada: es
importado del cine norteamericano. Los grupos de rock y pop cantaban
mayoritariamente en inglés y si bien contaban con el modelo de “The Beatles”,
desbordan en referencias norteamericanas.
La “nueva ola” musical armó puentes simples y directos
con el público joven que era el principal consumidor discográfico.
Lo tradicional irrumpe por otras vías. Algunos
teleteatros reproducen la historia del pasaje del campo a la ciudad, de una
forma que la literatura y el cine habían realizado reiteradamente. Esto permite
constatar que la televisión es capaz de hacer convivir y volver contemporáneo
lo arcaico.
Es frecuente la mirada condescendiente y
paternalista de la clase media que educa en la tolerancia. Es lo que ocurre con
la familia Falcón, que trae una
muchacha del norte del país a trabajar a la casa y la incorpora “como parte de
la familia”.
Antes y ahora: la brecha
generacional
La
juventud inunda prácticamente toda la estética televisiva. La familia es el
público privilegiado y una de las relaciones sociales más representada por la
programación. La telecomedia familiar es uno de los géneros de mayor pregnancia
desde los inicios (repetía modelos exitosos de la televisión norteamericana
pero también continuaba tradiciones del teatro y radioteatro rioplatense). La
familia Falcón pone en escena una familia “como todas”, de modernidad recatada.
En la mesa hay diálogos sobre actualidad económica y social. El antes y el
ahora se convierte en una discusión generacional entre padres, retrógrados, e
hijos, que no son extremistas.
La televisión no elude la
presentación del conflicto (por las transformaciones modernas), siempre que se
haga con moderación. En general la distancia entre el antes y el ahora, lo
viejo y lo nuevo no parece generar cambios verdaderamente significativos.
Un menú nueva ola
En
los 60s las recetas de Doña Petrona, forman parte de Buenas tardes, mucho gusto (programa femenino de mayor éxito y
continuidad de la televisión argentina). Doña Petrona representaba los valores
más tradicionales de las costumbres familiares e instala la cocina casera. Les
habla a las amas de casa en tono pedagógico. Doña Petrona representa a la mujer
moderna en un rol tradicional y se presenta no como cocinera sino como ecónoma
doméstica.
A diferencia de lo que ocurrirá
después (proliferación de los programas gourmets
donde la cocina es una elección y casi siempre masculina), la cocina de Doña
Petrona es el trabajo femenino, una obligación que requiere resolver con
practicidad (menor tiempo y dinero).
La brecha entre lo casero y la
producción estandarizada se resuelve a favor de lo estándar. La torta casera
imita la comprada.
El auspiciante del programa es Swift
y Doña Petrona utiliza su carne enlatada para hacer el relleno de empanadas con
masa casera (contradicción entre el tiempo invertido en la masa y la escasa
virtud de la carne, entre lo artesanal y lo industrial). Puede deberse a la
exigencia de los tiempos televisivos: un menú entero se prepara en distintos
programas. El programa era en vivo y todo se realizaba en tiempo real.
Aunque ya existía el video tape
tenía muchas limitaciones de producción. Además Doña Petrona buscaba intimidar
y el contacto personal, de ahí la transmisión en vivo.
En un momento en que la televisión
tiene que llenar largas horas de transmisión el tiempo no alcanza para nada.
El metadiscurso
En
la década del ‘60 las referencias metadiscursivas dan cuenta de la importancia
del nuevo sistema de estrellas y del medio en su puja por el desplazamiento de
la radio y de cine del centro de la escena masiva a través de tres mecanismos:
la puesta en escena de ese nuevo estrellato; la expansión de giros lingüísticos
y tópicos que provienen de la programación televisiva; y la exposición casi
pedagógica de las lógicas de producción no visibles para el público.
Aparece un conjunto de actores,
locutores, cantantes, y modelos publicitarios de extracción televisiva y la
televisión comienza a construir sus propios mecanismos de consagración. En los
programas de ficción, los personajes hablan de las estrellas de otros
programas, por ejemplo.
La inclusión de un programa dentro de otro, la
mixtura de personajes, público y mundos provenientes del imaginario
Hollywoodense apuntan a generar el humor a partir de la parodia y del desdibujamiento
de los límites entre ficción y realidad o, mejor aún, entre ficción y verosímil
televisivo.
La exportación de expresiones de algún personaje
exitoso a otro programas otro mecanismo frecuentemente utilizado, porque los
personajes retoman de otros programas demostrando la recepción prevista.
A veces, la exposición de las lógicas de producción
televisiva es solo objeto de mención y otras veces funcionan como principio
constructivo de otras situaciones.
Espacios
Los
espacios representados son generalmente privados: livings, cocinas
(interiores); salvo en los shows donde la escenografía representa el espacio
televisivo mismo o una suerte de espacio bailable. El espacio público, en una
televisión que no abusaba de los exteriores en sus ficciones, fue representado
de muy pocas maneras: la parada del colectivo (las colas en general), el banco
de plaza, el kiosco de diarios. Eran espacios de encuentro, diálogo y
reconocimiento de la actualidad cotidiana.
La cola se vuelve sinónimo de
esperas evitables, burocracias infinitas. Se representa al estado corrupto e
ineficiente.
El teléfono (no solamente el
público) permite a los personajes hablar frente a cámaras sin moverse. La
televisión de los 60s intenta evitar el silencio y necesita relatar todo
aquello que no puede mostrar. La escasez o ausencia total de exteriores en los
programas ficcionales, convierte al teléfono en un elemento primordial.
El bar fue otro especio explotado. Rolando Rivas, taxista el bar es el
lugar de encuentro para los taxistas, espacio cerrado y público de encuentro
azaroso con personajes de todo el espectro social.
Por otra parte, la televisión
también fue capaz de construir espacios extravagantes y desmesurados. En Parlamento 13 y en Archivo Secreto se ve el gusto por la simulación de instituciones
del estado y es notable la precariedad de las escenografías. Con esta
precariedad la televisión vuelve efímeros, endebles y plebeyos esos espacios en
los que especialistas y representantes de las instituciones discuten la
realidad nacional en una duplicación degradada del parlamento.
La sintaxis
La
dispersión y la yuxtaposición de elementos se inserta con facilidad en el flujo
del discurso televisivo que la programación de la década del ’60 estaba
creando: un devenir ilimitado de imágenes, palabras y fondos musicales. Esto se
vio facilitado por el sistema de broadcasting
que con la radio ya había conseguido una presencia permanente en el espacio
privado hogareño. La televisión llevó esos rasgos a su forma más extrema.
En los 50s predominaba la brevedad de las
trasmisiones y la escasez de televisores lo que daba como resultado un consumo
ritual de la programación.
Durante los 60s continúa el consumo ritual en
algunas franjas de la programación y en algunos hogares el televisor sigue
siendo objeto de encuentro entre vecinos o familiares. Sin embargo, la
televisión avanza hacia otro tipo de relación. Los shows musicales son un
ejemplo y se distinguían por incluir una gran cantidad de géneros musicales
(tradición en el circo).
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