TEÓRICOS
Canadá-Tailandia:
análisis comparativo de políticas públicas. Las autopistas de la Información
como resultado de las luchas políticas en el contexto de la globalización.
CAROLINE CARON
Se busca comprobar la teoría que afirma que la
globalización favorece la homogeneización de las políticas públicas. Se
escogieron como unidades de análisis Canadá y Tailandia.
Semejanzas y
diferencias
El análisis
demuestra que en lo que respecta a la
cronología de los acontecimientos, el camino seguido es similar en las fases de
emergencia, formulación, aprobación y aplicación de políticas públicas
relacionadas con las autopistas de la Información.
En 1994, el
gobierno canadiense creó el Comité Consultivo sobre la Autopista de la
Información (CCAI) y le dio como mandato que lo asesorase respecto de las
iniciativas necesarias y que elaborase un proyecto de política pública.
Este comité está adscrito al Ministerio de Industria, lo que le confiere una
orientación económica. En 1992 el gobierno tailandés dio un mandato similar al
National Information Technology Committee (NITC), un comité gubernamental que
depende directamente del primer ministro y está presidido por él. Compuesto por
gestores privados y públicos, el NITC elaboró un proyecto de política pública,
el Proyecto IT 2000 que se aprobó y puso en práctica sin demora.
En ambos países el Estado tomó la iniciativa y
asumió la responsabilidad de poner en marcha el proceso de elaboración de una
política pública relacionada con las autopistas de la Información. Los motivos avanzados
por los dos para justificar su intervención son idénticos: remiten a los
imperativos de una nueva sociedad y de una futura nueva economía. Llegará una
era digital, se está gestando una Sociedad de la Información, las TIC suponen
una nueva revolución. En ambos casos se hace referencia con frecuencia a una
revolución en marcha, que tendrá repercusiones económicas excepcionales, de las
que el país debe intentar hacerse con la mayor parte posible. Se atribuye al Estado el papel de usuario
modelo. Por un lado debe esforzarse por colocar en la Red todos sus
componentes organizacionales (ministerios, organismos) para mejorar la
administración pública y la gestión financiera. Por otro, debe consolidar su
presencia en Internet y dar a los ciudadanos la posibilidad de conseguir la
información adecuada.
Conclusión
Las políticas públicas están determinadas por
creencias comunes a los actores públicos y privados involucrados, que definen
el modo en que dichos actores consideran los problemas públicos, y conciben
respuestas adaptadas a esta percepción de los problemas.
La orientación economicista y tecnicista de las
políticas relativas a las autopistas de la información no se dio por
casualidad, sino que resulta más bien de la composición de los comités y del
mandato que les dieron las autoridades gubernamentales.
Por lo que respecta al neoliberalismo, se hace poco
caso de los desafíos democráticos vinculados a la convergencia tecnológica y a
la merma de la soberanía de los Estados. Por el
contrario, Canadá y Tailandia manifiestan una firme voluntad de sacar provecho
de la coyuntura. A la luz de este análisis comparativo conviene matizar la tesis de la merma de la soberanía de los Estados
como consecuencia de los acuerdos multilaterales de comercio en el contexto de
la globalización de los mercados. El neoliberalismo económico, en contra de su
presentación ideológica como algo natural e inmutable, es en realidad una
elección política. La que indudablemente han hecho estos dos países.
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“¿Estado
víctima o estado promotor? El debate sobre soberanía y autonomía en el
capitalismo globalizado”. VILAS CARLOS
Existen dos interpretaciones predominantes respecto del
estado en la globalización. Para una de ellas los movimientos transfronterizos
propios de la globalización cuestionan la soberanía del estado, acotan sus
capacidades de acción y conducen antes o después a su tendencia desaparición;
el estado sería víctima de la globalización. A su turno, la globalización es
vista como el resultado del progreso técnico y del desarrollo de los mercados. Para la otra interpretación el estado es
una de las fuerzas que hacen posible e impulsan la globalización, en
respuesta a crisis y desarrollos internos; el estado sería un promotor político
de la globalización. El artículo describe ambas interpretaciones.
Introducción
El estado
resulta así, en un primer enfoque, víctima
de la globalización.
En un segundo
enfoque el estado sería entonces el promotor
político de la globalización.
1.
El estado víctima de la globalización
Las
fronteras territoriales de los estados ya no coinciden con los límites o la
extensión de la autoridad política sobre la economía y la sociedad. Producto
emblemático de la modernidad, el estado cae víctima de los embates de la
globalización, expresión paradigmática de la postmodernidad. “Los procesos de convergencia impulsados
por la información y la tecnología ya han convertido las fronteras políticas en
líneas que carecen de sentido en los mapas económicos”. Hemos ingresado a
la época de los “estados-región” definidos por el hecho de tener el
tamaño y la escala adecuados para ser “verdaderas unidades operativas en
la economía mundial actual”.
1.
El estado promotor de la globalización
La hipótesis plantea que el estado crea las
condiciones para la globalización, tanto activa como pasivamente. En el
primer sentido, ejecutando políticas y emprendiendo acciones directas que
impulsan desarrollos científicos y técnicos, orientando el comercio y el
sistema financiero, planificando actividades e incluso haciéndose cargo
directamente de algunas de ellas. Indirectamente, estableciendo marcos
jurídicos de imposición y/o regulación que definen las condiciones de acción de
terceras partes –empresas, organismos no gubernamentales- y de sus propias
agencias. En sentido pasivo, delegando atribuciones y funciones en entidades
multilaterales o en beneficio de terceras partes.
La tesis del
fin del estado tiene varias debilidades. En primer lugar, la tesis de la
victimización exagera la homogeneidad de estos procesos. No todos los estados
responden de la misma manera a los cambios en sus entornos y en sus propias
sociedades.
Lejos de ser un desarrollo natural, la
globalización resulta una estrategia de poder de determinados actores
económicos y político-estatales. Un efecto de esta estrategia es
la “internacionalización del estado”, es decir, la compatibilización del estado
con los imperativos de la expansión transnacional de las empresas.
La globalización debería entenderse como un
fenómeno influenciado políticamente más que tecnológicamente. Es
político, primero, en el sentido general que la apertura de mercados de capital
ha ocurrido como resultado directo de los gobiernos que respondieron a
presiones de intereses nacionales frente a crisis internacionales, y diseñaron
la implementación de políticas efectivas. Y es político también en un sentido
más específico: un número de estados
está buscando directamente promover y estimular más que constreñir la
internacionalización de la actividad empresarial en el comercio, la inversión y
la producción.
1.
Soberanía política, autonomía estatal y conflictos
de poder
Las diferencias refieren antes todo a los orígenes
y fuerzas impulsoras de la globalización. Para el primer grupo la globalización
es un conjunto de efectos derivados de factores instrumentales: innovaciones
tecnológicas, desarrollo de nuevas herramientas financieras, y similares. Se
trata de movimientos unidireccionales que obedecen a la naturaleza de las
cosas y frente a los cuales no existen alternativas. Para el segundo grupo
de autores en cambio la globalización es la manifestación contemporánea de la
multisecular dinámica expansiva del capital; si alguna naturaleza está por
medio, ésta es la del capital: “la globalización es una cuestión, el
capital es la cuestión”.
Soberanía y
autonomía
La
aplicación de las nuevas tecnologías electrónicas de acumulación y
procesamiento de información dotó al estado de mayores capacidades de
vigilancia y control de la población, o de determinados segmentos de ella. El análisis y los controles cruzados de información
sobre las personas provenientes de una enorme cantidad de fuentes mejora las
capacidades de vigilancia y control de la población tanto por los estados como
por las empresas.
Desigualdades
internacionales de poder.
No es éste
un proceso homogéneo. Por una parte, existen grandes diferencias en las
capacidades y recursos de poder de los estados. Existe una estructura internacional de poder, una jerarquía de estados
que permite a algunos imponer sus políticas domésticas, sus estilos de vida y
sus intereses nacionales más allá de sus fronteras y obliga o aconseja a otros a adoptarlas.
La hipótesis del fin del estado por la erosión de
su soberanía resulta básicamente un refraseo de las aspiraciones del
capitalismo liberal a un estado reducido al mínimo –el viejo estado gendarme
del laissez faire decimonónico. En un mundo
de asimetrías crecientes, el correlato efectivo de esa hipótesis es la
consolidación del poder global de unos pocos estados a expensas de la
subordinación o la marginación del resto.
Democracia, identidades e imaginarios
El estado siempre posee una dimensión imaginaria o,
si se prefiere, una realidad afectiva que interpela a las emociones y no sólo a
la razón. “Un Estado existe sobre todo en el corazón y en la mente de su
pueblo; si éste no cree que esté allí, ningún ejercicio lógico lo traerá a la
vida”.
La erosión de ese sentimiento debe menos a la
globalización o a determinadas innovaciones técnicas que al deterioro de las
capacidades estatales por efecto de las políticas neoliberales de
contracción del gasto público, sobre todo el que atendía las necesidades de las
clases trabajadoras y en general populares. Lo que la
globalización puede aportar a la fractura de la identidad nacional es marginal
respecto de lo que es producto de esos otros factores, que en general afectan
en los miembros más desfavorecidos de la sociedad.
Los procesos
y escenarios de la globalización ejercen fuerte presión sobre los procesos
democráticos y la vigencia efectiva de sus instituciones. La democracia es un régimen de inclusión a partir de principios básicos
de igualdad ciudadana que se espera tengan un correlato plausible en el acceso
a bienes y servicios. Los escenarios de la globalización son unos de profundas
y aparentemente crecientes desigualdades. En estos escenarios las
condiciones para el ejercicio de la ciudadanía se deterioran.
El estado es
la forma de organización política predominante desde que el capitalismo existe.
En esa larga historia esa forma de organización vivió múltiples transformaciones,
como también lo hizo la economía capitalista.
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“El
desarrollo del multimedia: un desplazamiento de la correlación de fuerzas”. GRANHAM
.
Lo que sostengo aquí es que el concepto mismo del multimedia
como revolución que conlleva un cambio económico, social y cultural sistémico e
inevitable se tiene que desarticular dado que oculta más de lo que aclara los
retos políticos a los que se enfrentan quienes definen la política europea; el
concepto es parte del problema político porque es utilizado de forma reiterada
por partes interesadas con el fin de influir en el debate a su favor y genera
un profundo sentido de crisis o de euforia que no ayuda a pensar con claridad.
La digitalización es un potencial. La forma en la
que se realice este potencial estará determinada por procesos y estructuras
económicas, sociales, políticas y culturales y será significativamente distinta
en función de los distintos campos de aplicación. Yo diría
que no hay cambios tecnológicos o económicos tan revolucionarios como para
transformar totalmente un estado de cosas establecido.
Históricamente,
el sector de los medios de comunicación se desarrolló mediante un proceso casi
geológico. Algunas formas entraron en decadencia ante la competencia de nuevas
formas, pero por lo general esa decadencia era lenta y rara vez absoluta. La
muerte del servicio postal, a menudo vaticinada, por ejemplo, se pospone de
modo indefinido.
La incidencia de la digitalización en este sistema
de medios de comunicación heredado va a romper, al menos potencialmente, las
barreras técnicas entre esas industrias. Esto incide
en todos los niveles del sistema: los sistemas de producción, los canales de
distribución, los modos de consumo y los mercados.
En el sistema predigital, las diferencias entre
industrias se agrupan en torno a dos distinciones clave que la digitalización
está ahora desdibujando. La distinción entre productos y servicios y la
distinción entre sentido único e interactivo.
Todas,
excepto las telecomunicaciones (el teléfono), eran de sentido único. La
viabilidad económica de la industria dependía del control y por ende de la
capacidad de facturar por el acceso a una forma específica de comunicación. En
el caso de las telecomunicaciones, en cambio, el producto era la propia
interconexión sin contenido. Ante este contexto preliminar, examinemos con
mayor detenimiento la incidencia potencial de la digitalización. Hay distintas formas de convergencia:
A) La
convergencia de los canales de distribución técnicos en un sistema de cable
común digital, de banda ancha y conmutado.
B) La
convergencia de las formas de medios de comunicación (almacenamiento controlado
por ordenador, la manipulación y visualización de combinaciones de texto,
imagen y sonido).
C) La
convergencia de los modos de consumo de medios de comunicación.
D) La
convergencia de modos de pago.
E) La
convergencia de los mercados domésticos y comerciales.
Las
preocupaciones políticas serán distintas según el proceso de que se trate. Si
nos preocupa el desarrollo de los productos multimedia, entonces el problema
básico serán las cuestiones de convergencia de la industria editorial y la
industria audiovisual, los derechos de autor y el desarrollo y uso de nuevos
géneros mediáticos, etc.
Sostendré
que si bien los desarrollos tecnológicos ofrecen sin duda las condiciones
necesarias para formas de convergencia, están lejos de ser suficientes como
para romper las barreras que impiden dicha convergencia.
Al mismo
tiempo, a pesar de su entusiasmo por las economías de escala, los operadores de
telecomunicaciones desarrollaron sus redes telefónicas por medio de una serie
de redes superpuestas –por ejemplo, para conmutación de paquetes- más que
mediante la integración de la red. Los primeros discursos sobre la convergencia
apuntaban a la telefonía y la informática. Las
primeras ofertas de servicio de correo electrónico por parte de los
teleoperadores fueron en gran medida un fracaso. Internet ha crecido a partir
de una cultura informática, no de telecomunicaciones.Así pues, Internet es un
ejemplo de naturaleza híbrida más que de convergencia de redes o de industrias.
2 versiones: La versión optimista de este escenario sostiene que esto incrementará la diversidad de información y entretenimiento y ampliará la elección individual y la libertad. La versión pesimista hace hincapié en los peligros del control monopolístico, del aislamiento y la fragmentación social, así como de la consiguiente decadencia de la esfera pública.
Pero este
escenario ¿es realista?
Pero aunque asumamos que los problemas tecnológicos
sean superables, las barreras económicas y culturales para la convergencia
siguen siendo notables. Es poco probable que los titulares de las propiedades,
es decir, de las emisoras, las empresas cinematográficas, los fabricantes de
videojuegos o los editores de telecompra, permitan que un canal de distribución
domine el mercado.
Otra gran
barrera para la convergencia: el
tremendo abismo existente entre las culturas de los operadores de
telecomunicaciones y el sector de programas audiovisuales. Los operadores de telecomunicaciones están acostumbrados a
tratar con la venta de una serie reducida de servicios normalizados,
básicamente dirigidos a empresas clientes, en el mercado cuya elasticidad
de precios no es muy elevada, manejando sobre la base de cálculos de
probabilidades y economías de escala, los flujos de ingentes cantidades de bits
no diferenciados y facturando dichos servicios. El mercado audiovisual es bastante distinto. Implica la creación
constante de nuevos prototipos en un mercado doméstico muy incierto. Se
necesita mano de obra creativa, control de los derechos, y el marketing. Es
difícil, sino imposible, combinar estas habilidades tan distintas y asociar las
estructuras adecuadas, dentro de una misma organización corporativa.
Actualmente
en UK, y en respuesta a la necesidad de desarrollar empresas denominadas
multimedia, la convergencia tecnológica está siendo utilizada como argumento
por los principales agentes corporativos del sector de la radiodifusión y de la
prensa para eliminar las actuales regulaciones de propiedad de medios de
comunicación cruzados.
Una contradicción reguladora básica es la existente
entre la presión para flexibilizar las normas de propiedad de medios de
comunicación cruzados y por otra parte, al menos en Europa, para incrementar el
nivel de competencia en la producción de programas y proteger y ampliar la
diversidad informativa y cultural. Actualmente los principales
agentes corporativos reclaman la flexibilización de la normativa actual sobre
propiedad cruzada de emisión y contenido y un cambio hacia el uso general de la
regulación general de la competencia. A la vez, a pesar de la presión que
ejercen los operadores de telecomunicaciones en sentido opuesto, es probable
que los temores al control monopolístico de la futura red de banda ancha lleven
a la extensión del principio de common carrier existente. La simple convergencia potencial de las tecnologías de transmisión no
será suficiente para la convergencia de las propias industrias. En mi opinión
es poco probable que se de un solo tubo dominante.
Terminales y
software
Se puede
transmitir toda la información digital que se quiera por un cable de fibra
óptica, pero no se convierte en un bien o un servicio vendible sin un
decodificador y una pantalla. Más aún, los usuarios van a requerir alguna forma
de encontrar lo que quieren entre la multitud de ofertas rivales.
Los géneros
multimedia
La
digitalización posibilita dos formas distintas de interactividad: la
interactividad persona-máquina y la interactividad persona-persona. La característica clave del teléfono y de
Internet es que los usuarios crean su propio contenido. El valor del servicio
es un valor colectivo en el que un único participante no puede reclamar la
propiedad intelectual. No es una base prometedora para un nuevo mercado.
La
convergencia de los mercados.
Las industrias de la edición, el cine, la música y
la radiodifusión se centraron en desarrollar y atender a mercados de consumo de
masas. La industria de las telecomunicaciones, por otro lado, atendía
principalmente a un mercado de empresas y permitía que el servicio alcanzase
lentamente al mercado doméstico. Tal vez el mayor reto al que
tienen que enfrentarse quienes tratan de crear un nuevo mundo multimedia sea el
conflicto entre esos dos mercados muy distintos. Bill Gates, de Microsoft,
contempla primero el desarrollo de los productos y servicios multimedia para
atender al mercado de empresas con versiones de videoconferencia de sobremesa
controladas a través de un Windows y se extenderá luego lentamente a los
hogares.
Las
principales empresas de medios de comunicación ven el multimedia como una forma
de hacer crecer los mercados estancados de diarios y televisión, añadiendo
interactividad y elección. No debemos dejar que partes interesadas nos empujen
a iniciativas políticas apresuradas y mal concebidas en base a la supuesta
necesidad de ir al paso de EEUU.
En primer
lugar, cómo crear un entorno regulador que optimice tanto el desarrollo de
redes como el acceso a la red. Es poco probable que la competencia de redes
alcance un nivel suficiente como para eliminar la necesidad de una regulación
fuerte. Se habrán de definir nuevos métodos de determinar los niveles de
concentración que van contra el interés público.
Por último
quisiera señalar la necesidad de centrarse en la dimensión social y en
aprovechar las tecnologías de la información y la comunicación para mejorar la
productividad social y la calidad de vida. Se
habla mucho de los aportes que las Autopistas de la información pueden suponen
para la educación, la sanidad, la participación política, la prestación de
servicios sociales, etc. Pero muchas de esas mejoras prometidas se hubiesen
podido hacer hace años con generaciones anteriores de tecnología. Las barreras
son económicas, sociales y políticas y están profundamente arraigadas. No se
romperán si se deja el desarrollo exclusivamente en manos del mercado que las
creó en parte.
El
multimedia y la propiedad transversal de los medios
Quisiera
terminar intentando clarificar lo que estimo es una peligrosa confusión
reglamentaria entre multimedios y transmedios. Se habla de una revolución
tecnológica como argumento a favor de la eliminación de las actuales exigencias
reglamentarias que rigen la propiedad transversal de los medios. Estas empresas
son ya transmedios en el sentido de que ejercen su actividad en diversos
medios. Pretenden que esta integración horizontal les permita por sinergia
conseguir economías de escala y de envergadura. Las barreras reglamentarias
vigentes frenan su esfuerzos de eficacia al limitar el despliegue de sinergias
que podrían ser explotadas. Esto es en gran medida un mito. Las ventajas
económicas de esas sinergias están lejos de ser demostradas. Las reglas que limitan
la propiedad transversal de los medios no impiden la creación de proyectos
multimedia, solo poner fronteras al poder oligopolista. No debería permitirse
utilizar la llegada del multimedia como argumento contra la pluralidad deseable
de las fuentes de información y diversión.
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-Los grupos de comunicación: la hora de la convergencia. DE MIGUEL
Tres décadas, tres etapas
a) en los años 80, los grupos de comunicación eran monomedia o
poco diversificados, con un grado de transnacionalización pequeño. En los
rankings los primeros puestos estaban ocupados por las televisiones nacionales.
b) es la fusión de Time y Warner en 1990 la que inaugura la 2da
etapa de desarrollo multimedia. En este período se desarrollan las
televisiones y las radios privadas en Europa y se especula sobre las sinergias
que se crean al pasar de una industria cultural a otra, especialmente entre la prensa,
la radio y la TV. Se consolidan en Europa los grupos de comunicación,
especialmente en torno a la actividad audiovisual.
c) la 3º etapa comienza a principios de 2000 con la compra de Time
Warner por AOL. En este período también se habla de multimedia, pero se refiere
al desarrollo de la interactividad y a la coexistencia de diversos contenidos
en diversos soportes, podemos hablar de etapa reticular o interactiva.
Los grandes
grupos han primado una estrategia de convergencia que en la práctica ha privilegiado
una estrategia de integración –horizontal, vertical, concéntrica o de
convergencia-, mediante absorciones, fusiones y adquisiciones, que use las
nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, para tejer redes
formales e informales, y así aprovechar mejor la descentralización que el
establecimiento de las redes permite.
4. Consideraciones sobre la convergencia
Matización sobre la convergencia. Telefonía y comunicación: divergencia
de culturas
Estas 2 culturas distintas e irreconciliables, explican en parte que aún
no sean muchas las empresas que realicen ambas actividades. El modelo de
financiación de los grupos de comunicación difiere del de los operadores de
telefonía. En telefonía, la totalidad de los ingresos procede de ingresos de
abonados, particulares o empresas; en los grupos de comunicación hay un
porcentaje de ingreso que procede de la publicidad.
Alargamiento de la cadena de valor. Los operadores de acceso y portales
Los cambios tecnológicos y la desregulación implican cambios
fundamentales en las industrias culturales. Asistimos al alargamiento de la
cadena de valor.
Un caso particular de operadores de acceso son los PAI (proveedores de
acceso a Internet), que adquieren una importancia crucial. Muchos PAI tienen un
portal, con los que se incrementa su valor, ya que les permite multiplicar las
fuentes de ingresos, mediante la captación de publicidad y otras actividades,
como el comercio electrónico. Así, los portales buscan incrementar el n° de
usuarios, a la vez fidelizar la viscosidad, es decir aumentar el tiempo que un
usuario pasa en el portal.
Sin embargo, el alargamiento de la cadena de valor dificulta el control
de la hilera a través de la integración vertical ya q además de aumentar el
número de actividades a controlar, se multiplica el número de actores en cada
uno de los estadios de la cadena de valor.
Los grupos de comunicación se mueven dentro de varios ejes, pero los 2
más fundamentales son la distribución y los contenidos, pero no pueden estar en
los dos con un poder de mercado importante. Desde mediados de los 90, los
grupos de comunicación priorizan el desarrollo hacia Internet, en la creencia
de que constituirá un mecanismos de distribución fundamental.
Senda de convergencia, sinergias y marketing
Un componente de esta senda de convergencia es la asociación de
la convergencia con la existencia de sinergias, concepto utilizado por los
grandes grupos para justificar cualquier operación de absorción o de
adquisición de activos de otras empresas.
Una de las sinergias es la que corresponde a la colocación de los
productos en el mercado (la distribución). Sin embargo, las sinergias no son
fáciles de conseguir. La explicación de la potencia de los grupos de
comunicación norteamericanos ha estado basada en la integración vertical que
les caracteriza. Esta integración les ha permitido distribuir los símbolos
presentes en las películas y programas de TV en otros soportes como libros,
revistas, merchandising. Esta búsqueda de sinergias entre distintas industrias
culturales se realiza a través de la marca o branding.
Los grupos de comunicación aumentan continuamente los costes destinados
al marketing. Un indicador de la importancia del marketing es la utilización
del SMR- sales and marketing ratio-, porcentaje de cifra de negocios destinados
a la captación y posterior fidelización de los clientes.
Así, la economía de la convergencia es descrita mediante un triángulo
cuyos vértices estarían constituidos por los contenidos, el lugar por donde
discurren esos contenidos y los abonados.
Nuevos medios, importante concentración
La única manera de poseer sitios de gran tráfico en internet es
mediante el crecimiento externo, es decir absorciones, fusiones y tomas de
participación de los sitios ya existentes.
Los nuevos medios on-line tienen una característica fundamental: los
costes de entrada se consideran un décimo de los correspondientes a su
equivalente off-line.
5. Problemas de análisis de los movimientos estratégicos
La horizontalidad, verticalidad, oblicuidad, referida a los movimientos
de conglomerales, y los movimientos concéntricos, resultan difícil de definir,
debido a la denominada convergencia. Si definimos al sector de la comunicación
como el sector de la convergencia del audiovisual, de las telecomunicaciones y
de la informática, entonces la mayoría de las operaciones entre empresas se
clasifican de integración vertical.
Un problema
fundamental aparece cuando se pretende caracterizar los movimientos desde las
industrias culturales off line hacia Internet. Así para dar cuenta de estos
movimientos proponemos la creación de una nueva dirección q pudiera denominarse
convergencia.
La
convergencia entre las industrias culturales, la informática y las
telecomunicaciones complica aún más el análisis. En estas dos últimas son de
aplicación las direcciones de crecimiento horizontal y vertical monoindustria.
Ahora bien, cuando la dirección de crecimiento se realiza en el mismo nivel
hablaremos de horizontalidad de convergencia. Ejemplo: si un operador de
telefonía ofrece además servicios de televisión.
6. a modo de conclusión: una nueva etapa
a) la
convergencia del audiovisual, la informática y las telecomunicaciones y su
contexto inauguran una nueva etapa para los grupos de comunicación. En
esta carrera al gigantismo, los principales grupos de comunicación adquieren
una presencia simultánea y significativa en varias industrias culturales, lo
que les confiere un tremendo poder de influencia sobre el pluralismo
b) el crecimiento de los grupos se ha basado en la creencia de que
implicaba automáticamente una multiplicación del crecimiento de los ingresos.
Sin embargo el aumento de tamaño no garantiza una economía de escala.
c) los grupos, priman las estrategias financieras y/o bursátiles,
para buscar el mejor momento para proceder a adquisiciones, absorciones o
fusiones.
d) el crecimiento espectacular q han unido estos grupos en los últimos
años ha implicado, para algunos, un alto grado de endeudamiento que ha puesto
en peligro la supervivencia del grupo.
e) a pesar
de que asistimos a un proceso de globalización, los estados siguen
influenciando la marcha y la estructuración de los grupos de comunicación.
f) las nuevas herramientas conceptuales necesarias para analizar
en la nueva etapa a los grupos de comunicación deben ser matizadas,
porque cada grupo es un caso particular.
g) finalmente el crecimiento de los grupos de comunicación no se realiza
sin riesgos: a las dificultades que aparecen con el crecimiento, como
consecuencia del incremento del tamaño y de la mezcla de culturas
empresariales, se suman los problemas de financiación del crecimiento (como el
endeudamiento).
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Sebastián Barros:
“Espectralidad e inestabilidad institucional. Acerca de la ruptura populista”
Introducción
El objetivo
del trabajo es proponer una manera de entender el populismo como una forma
específica de prácticas políticas radicalmente inclusivas, cuya radicalidad les
permite posteriormente marcar de forma decisiva articulaciones políticas
posteriores (de aquí la idea de espectralidad). Esta radicalidad, además,
explicaría también la dificultad del populismo para lograr estabilidad
institucional. El populismo será entendido aquí como una forma de la política
antes que como un contenido históricamente específico e irrepetible de ciertas
prácticas.
Economicismo, fundacionalismo y hegemonismo
Respecto al populismo, Aboy lo entiende como una
forma particular de constitución y funcionamiento de una identidad política.
Plantea que el populismo tiene una doble cara. Por un lado, representa una ruptura con el orden institucional vigente.
Por el otro, también implica una fuerte recomposición comunitaria. El
populismo es un mecanismo específico de negociación de la tensión entre ruptura
y orden: “se trata de la a veces simultánea, a veces alternativa
exclusión/inclusión del adversario en el propio campo de representación que el
populismo aspira a asumir”. Esto perpetúa la tensión sin resolverla ni
inclinarse por ninguno de sus dos extremos.
Es decir, la
exclusión/inclusión del adversario hace a la dinámica del proceso articulatorio
que implica una frontera siempre inestable y en desplazamiento constante. En esa
movilidad, los adversarios a veces quedan dentro y a veces quedan fuera de la
esfera de solidaridades del populismo. Esto efectivamente es así, ninguna
frontera identitaria es estática, sino que se va reestructurando de forma
constante. El argumento de la negatividad de lo social y la existencia de un
exterior constitutivo hace a la contingencia y dinámica de lo social. Estas fronteras populistas son además para
Aboy abruptas “respecto de un pasado repudiado” que hace que el populismo
pretenda “encarnar una presentación hegemónica de la sociedad frente a un
adversario tan ilegítimo como no representativo. El fundacionalismo, que es
una lógica por la cual el pasado es demonizado y el futuro venturoso se realiza
en la gestión de la frontera presente; y el hegemonismo, la presentación
imposible de clausurar cualquier espacio de diferencias al interior de la
comunidad.
Aboy a sugiereel menemismo no comparte el carácter
de “cierto populismo atemperado” que sí tendrían los discursos de Alfonsín y
Kirchner. Según Aboy, “la frontera constituida por el menemismo se estableció
como ruptura respecto del desorden y caos inflacionario” pero esta no fue una
ruptura populista porque “la ruptura misma encarnó la idea de orden”.
Populismo, radical inclusión y puesta en duda de lo
común de la comunidad
Mi argumento
plantea que el populismo es una forma particular de articulación hegemónica
en la cual lo que se pone en juego es la inclusión radical de una
heterogeneidad social respecto del espacio común de representación que supone
toda práctica hegemónica. Para incluir o excluir al
adversario primero tengo que constituirme como diferencia dentro del sistema.
Para resistir al otro tengo que antes ser considerado como una diferencia
dentro del espacio común de inscripción donde se dan las articulaciones
hegemónicas. El populismo es entonces la
radical inclusión de una heterogeneidad que rompe con la homogeneidad
institucional. Esa heterogeneidad es la idea de “pueblo” que siempre resiste la
completa integración simbólica, sin dentro de una articulación populista.
La importancia del populismo, desde mi punto de
vista, viene dada por un conflicto previo, el
populismo sería una forma específica de ruptura de la institucionalidad
vigente a través del planteamiento de un conflicto por la inclusión de una
parte irrepresentable dentro de esa institucionalidad. Esto hace
que el populismo pueda ser entendido como un tipo de articulación que pone en
juego el espacio de representación como tal. El populismo es un tipo de
articulación hegemónica que implica la articulación de demandas insatisfechas
que hasta ese mismo momento no eran concebidas como susceptibles de ser
articuladas y, al lograr eso, pone en duda la constitución misma de la
comunidad. El discurso populista es el comienzo de la representación de un
discurso excluido que hasta la llegada de la articulación no existe como tal y
que en ese proceso desajusta el carácter común de la comunidad. Estas dos
características marcarían entonces la especificidad del populismo: radical
inclusión de una heterogeneidad social y puesta en duda del espacio común de
representación que da forma a lo social.
El populismo es la forma de representación que
adquiere la radical inclusión de la heterogeneidad.
La heterogeneidad entonces es esa ausencia siempre
presente que desajusta toda representación. Ausencia porque supone exterioridad
respecto del campo de representación como tal. Pero siempre presente porque es
el suplemento que lo común necesita para poder ser representado, como lo pone
Laclau: “el campo de representación es un espejo turbio y roto, interrumpido
por un “real” heterogéneo al cual no puede dominar simbólicamente”.
Toda articulación hegemónica es asediada por el
fantasma de lo excluido.
El populismo es así la activación de un espectro,
el espectro del pueblo, que aparece y desaparece de la escena remitiéndonos a
esa heterogeneidad excluida siempre necesaria.
Así como la espectralidad del pueblo haría entonces
a la perdurabilidad del populismo, sus dificultades para alcanzar una
institucionalidad estable también se desprenden de su naturaleza radical. Si
antes que la negociación de la tensión entre ruptura y orden, el populismo es
ruptura del espacio común de representación.
Conclusión
El objetivo de este trabajo era proponer una manera
de entender el populismo como forma específica de prácticas políticas
radicalmente inclusivas, cuya radicalidad les permite marcar de forma decisiva
articulaciones políticas posteriores (de aquí la idea de espectralidad). Esta
radicalidad, además, explicaría también la dificultad del populismo para lograr
estabilidad institucional ya que la heterogeneidad que incluye el populismo
pone en duda la existencia de un espacio común de representación. A diferencia
del trabajo de Vilas, el populismo se presentó aquí como una forma política
antes que como un contenido históricamente específico e irrepetible de ciertas
prácticas. En relación a Aboy Carlés, el momento a privilegiar en la
especificidad populista fue el momento radicalmente inclusivo que lo distingue
de otras prácticas políticas que definimos como no-populistas.
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Ernesto Laclau
El término "populismo" fue acuñado por la
tradición liberal sudamericana con un claro sesgo peyorativo. Lo que está
implícito en un rechazo tan desdeñoso es la desestimación de la política y la
afirmación de que la gestión de los asuntos comunitarios corresponde a un poder
administrativo cuya fuente de legitimidad es un conocimiento apropiado de lo
que es la 'buena' comunidad". Por su propia característica de significante
flotante, y vacío, el referente de la palabra
"populismo" siempre ha sido ambiguo y vago en el
análisis social entonces "nuestro intento no ha sido encontrar el
verdadero referente del populismo, sino hacer lo opuesto: mostrar que el
populismo no tiene ninguna unidad referencial porque no está atribuido a
un fenómeno delimitable, sino a una lógica social cuyos efectos
atraviesan una variedad de fenómenos. El populismo es,
simplemente, un modo de construir lo político". La claridad
conceptual ausente en las referencias al populismo, sería de algún modo "sintomática"
de lo propio de la política, atravesada por el antagonismo, la
articulación y la lucha por la hegemonía, como características estructurales.
El "populismo" actúa como significante
flotante, esto es, de significado permanentemente
excedido y diseminado. Los intentos de explicarlo no han salido de una
banal explicación que remite a términos como "imprecisión" o
"vaguedad"; gran parte de la "culpa" de esto la tiene
nuestra propia historiografía americana.
Del relativamente fuerte peso que tenía el
proletariado versus la relativa debilidad del capital autónomo (en comparación
con el capital extranjero) surge un "árbitro" que es el Estado
(generalmente comandado por las Fuerzas Armadas) que media en un sentido más o
menos progresivo para evitar que la confrontación social devenga guerra civil
(y revolución). Todas las diferentes alternativas teóricas (tanto de izquierda
como de derecha) que se propusieron abordar el populismo, parten de éstos
análisis, en versiones más o menos cambiadas. El populismo entonces, se
explicaría como un fenómeno de alianza de clases o bonapartismo (en el
sentido de equilibrio inestable entre clases mediadas por un árbitro social)
propio de la retrasada realidad social americana, hija de la más retrasada de
las retrasadas realidades europeas: la española. Encontramos así un problema
insalvable: "el impasse que experimenta la teoría política en relación con
el populismo está lejos de ser casual, ya que encuentra su raíz en la
limitación de las herramientas ontológicas actualmente disponibles para el análisis;
el “populismo", como escollo teórico, refleja algunas de las limitaciones
inherentes al modo en que la teoría política ha abordado la cuestión de cómo
los agentes sociales “totalizan” el conjunto de su experiencia política."
"Si al populismo se lo define sólo en términos de “vaguedad”,
“imprecisión”, “pobreza intelectual”, como un fenómeno de un carácter puramente
“transitorio”, “manipulador” en sus procedimientos, etc. no hay manera de
determinar su differentia specifica en términos positivos. Por el contrario,
todo el esfuerzo parece apuntar a separar lo que es racional y conceptualmente
aprehensible en la acción política de su opuesto dicotómico: un populismo
concebido como irracional e indefinible. Una vez tomada esta decisión
intelectual estratégica, resulta natural que la pregunta “¿qué es el
populismo?” sea reemplazada por otra diferente: “¿a qué realidad social y
política se refiere el populismo?”. Entonces dice Laclau, si la pregunta por
"qué es el populismo", es reemplazada por "¿de qué realidad o
situación social es expresión el populismo?”, el populismo está realmente
relegado a un nivel meramente epifenoménico. En palabras de Laclau, "de
lo único que estamos hablando es de los contenidos sociales (intereses de clase
u otros intereses sectoriales) que expresa el populismo, mientras que
permanecemos en tinieblas con respecto a las razones por las cuales ese tipo de
expresión resulta necesario".
Entonces: "en lugar de contraponer la
“vaguedad” a una lógica política madura dominada por un alto grado de
determinación institucional precisa, deberíamos comenzar por hacernos una serie
de preguntas más básicas: “la ‘vaguedad’ de los discursos populistas, ¿no es
consecuencia, en algunas situaciones, de la vaguedad e indeterminación de la
misma realidad social?” Y en ese caso, “¿no sería el populismo, más que
una tosca operación política e ideológica, un acto performativo dotado de racionalidad
propia, es decir, que el hecho de ser vago en determinadas
situaciones es la condición para construir significados políticos relevantes?”
Finalmente, “el populismo, ¿es realmente un momento
de transición derivado de la inmadurez de los actores sociales destinado a ser
suplantado en un estadio posterior, o constituye más bien una dimensión
constante de la acción política, que surge necesariamente (en
diferentes grados) en todos los discursos políticos, subvirtiendo y complicando
las operaciones de las ideologías presuntamente ‘más maduras’?” Se dice que el
populismo “simplifica” el espacio político, al reemplazar una serie compleja de
diferencias y determinaciones por una cruda dicotomía cuyos dos polos son
necesariamente imprecisos. "Por ejemplo, en 1945, el general Perón
adoptó una postura nacionalista y aseveró que la opción argentina era la
elección entre Braden y él. Y, como es bien sabido, esta alternativa
personalizada tiene lugar en otros discursos mediante dicotomías como ser el
pueblo vs oligarquía, las trabajadores vs explotadores, etcétera. Como podemos
ver, existe en estas tres dicotomías, así como en aquellas constitutivas
de cualquier frontera político-ideológica, una simplificación del
espacio político (todas las singularidades sociales tienden a agruparse
alrededor de alguno de los dos polos de la dicotomía), y los términos que
designan ambos polos deben necesariamente ser imprecisos (de otro modo, no
podrían abarcar todas las particularidades que supuestamente deben
agrupar)." Estamos en presencia aquí de algo muy importante: la
lógica misma de la política, como lógica específicamente discursiva y
que pone en juego la hegemonía. Generalizadora y vaga, pero condición
misma del llamado a la interpelación (recordemos aquel viejo y celebérrimo
texto de Marx, el Manifiesto, en el que Marx nos dice que el mundo se divide en
burgueses y proletarios), la dicotomía sería la condición de posibilidad
misma de la articulación hegemónica, es decir, la posibilidad de
otorgar un sentido precario al Significante-Amo.
En un pasaje verdaderamente esclarecedor, Laclau
nos dice: "Sólo en un mundo imposible, en el cual la administración
hubiera reemplazado totalmente y gradualmente a la política al tratar las
diferencias particularizadas, hubiera eliminado totalmente las dicotomías
antagónicas, hallaríamos que la “imprecisión” y la “simplificación” habrían
sido realmente erradicadas de la esfera pública". Entonces los tecnócratas
cuando nos hablan de "complejidad de la cuestión social" o de una
esfera “pública" y otra "privada", ¡quieren política sin
política!, La especificidad propia de lo político es lo discursivo,entonces
como el arte discursivo, el "arte político" sería el espacio... de
la retórica. "Tomemos el caso de la metáfora. Como sabemos, ésta
establece una relación de sustitución entre términos sobre la base del
principio de analogía. Ahora bien, como ya hemos mencionado, en toda estructura
dicotómica, una serie de identidades o intereses particulares tiende a
reagruparse como diferencias equivalenciales alrededor de uno de los polos de
la dicotomía. Por ejemplo, los males experimentados por diferentes sectores
del pueblo van a ser percibidos como equivalentes entre sí en su oposición a la
“oligarquía”. Pero esto es simplemente para afirmar que son todos análogos
entre sí en su confrontación con el poder oligárquico. ¿Y qué es esto
sino una reagregación metafórica?". Cuando los mismos tecnócratas nos
hablan de demagogia o de retórica, parecen olvidar que lo político mismo se
constituye de ese modo: nuevamente braman porque la política se les ha
infestado de... política. No nos sorprenderemos, si revisamos que lo que contraponen
frente al fenómeno populista es la vieja y querida Racionalidad. Con esta
operación se condena éticamente a todo movimiento popular, denigrando y
degradando al populismo a la esfera "irracional" en el mejor de los
casos. Pero este fenómeno de denostación de las experiencias políticas
populares, se inscriben dentro de lo que podríamos denominar el "pánico a
las masas".
En «La razón populista», usted afirma que, contra
lo que suele pensarse, el populismo no es un contenido sino una «forma»:
un modo de articulación consustancial a la política que no es necesariamente un
problema, algo «negativo»...
E.L.: No: sin una dosis de
populismo no habría política. En una sociedad donde toda demanda se resuelve en
forma administrativa y sin disputas, evidentemente no hay política. La política
adviene cuando las demandas sociales chocan con un sistema que las niega, y
aparecen distintos proyectos que disputan por articularlas. Por otra
parte, una sociedad que fuera totalmente reglamentada, donde no hubiera política,
sería una sociedad donde el pueblo o «los de abajo» no tendrían ninguna forma
de expresión.
A.P. Recién mencionó el mito del «fin
de la política». Existirían dos posibilidades: una es la «pura
administración de las cosas». La otra, la más temida hoy por los argentinos, es
el fin de la política por disolución, porque las demandas parecen
irreconciliables entre sí. ¿Existe hoy ese riesgo en la Argentina?
E.L. Veamos las posibilidades lógicas: por un lado,
sí, está el fin de la política porque todo es administración. Esto significaría
que no hay protesta ni disenso porque el Estado es un administrador eficaz,
total. Es la imagen que uno tiene de las sociedades escandinavas, que se
acercan bastante a esta descripción. La otra posibilidad es que se diga
«que se vayan todos». Esto significa el final de la clase política; y ahí el
modelo se acerca al Leviatán, el Estado absoluto de Hobbes. Porque decir
«que se vayan todos» es decir que se quede uno, porque alguien tiene
que reglamentar la sociedad. Contra el mito de la sociedad totalmente
gobernada, el «que se vayan todos» es el mito de una sociedad ingobernable, que
necesita de un amo que restablezca el orden.
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Nicolás Casullo:
“Populismo”
La preocupación de este texto es sustraer el
problema que se discute de aquello que oculta lo que en realidad se discute.
En ocasiones el populismo puede resultar funcional
al liberalismo.
Un populismo que en la actualidad se caracteriza
por “la búsqueda de la polarización social y la crispación permanente”
gestándose desde raíces peronistas y respaldos castristas para quebrar o
interrumpir un reciente ayer “donde éramos muchos los que pensábamos que el
populismo estaba definitivamente enterrado en la región”.
La connotación que hoy establece la noción de
populismo conduce a su propia espectralidad. Su permanente referencia
periodística instrumental instaura la idea de una repetición que entre otras
cosas daría cuenta de lo difícil que resulta enunciar este presente que
finalmente posterga siempre su inteligibilidad. Porque aquello que se repite
nunca es igual a lo ya entendido: rompe su propia representación. Es la
repetición de otra cosa.
La experiencia del pasado se piensa, se vive y se
enuncia muy frecuentemente como una mágica, o amenazante, o reparadora, o
irracional alusión que ampara el pensar. Como un recurrente déjà-vu que
trastoca traumáticamente el orden de las temporalidades y de las propias
teorías sobre praxis políticas e intelectuales.
La necesidad de no confundir liberalismo,
entendido como concepción totalizadora de la economía y de la política como
propuesta global de la organización de la sociedad, con democracia. El
peronismo se define como antiliberal pero no como antidemocrático. Solamente le
ha quitado la bandera de la democracia y la representatividad al liberalismo
para incorporarla en el proceso de creación de una democracia real.
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BALSA
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Félix Ortega: “El
populismo de la opinión mediática”
Populismo en la democracia de audiencias
Populismo político. A la supuesta ambigüedad
pretérita se le viene a sumar otra más reciente, la derivada de su empleo como
“neopopulismo”, que en unos casos sirve para designar políticas neoliberales y
autoritarias tendientes a desmontar el Estado del Bienestar; en otros para
vincular estrechamente el concepto con la racionalidad específica de los medios
de comunicación.
Si deseamos percatarnos del sentido que hoy pueda
tener el populismo, hemos de ponerlo en directa relación con los rasgos que
definen con mayor precisión el tipo de sistema político en que emerge. Designa
un complejo de dimensiones que cada vez se articula y funciona de manera
diferente.
Estimo que los elementos centrales de todo
populismo son: (1) el uso político de una categoría, “pueblo”, (2) que se opone
y enfrenta a la fórmula de gobierno vigente, (3) por no ser adecuada ni
suficientemente representativa, (4) de donde se derivan gran parte de los
problemas que aquejan a una sociedad dada; que (5) pueden resolverse
rápidamente si se permite activar formas genuinas de representación en las que
se exprese fiel y directamente la categoría mítica (e irracional) del “pueblo”,
principio y fin de la legitimidad y acción políticas, y todo ellos
personalizado en la figura de alguna forma de liderazgo carismático.
El “pueblo” como arquetipo de esta praxis política
es precisamente el núcleo duro del populismo y lo que requiere de su necesaria
incardinación en un modo concreto (histórico) de ejercer la política. Modalidad
de representación típica de nuestros días, la llamada democracia de
“audiencias” o de “públicos”. Por tal ha de entenderse aquella en la que juegan
un decisivo papel los medios de comunicación, encargados de hacer llegar al
votante la oferta electoral inducida mediante imágenes elaboradas por expertos
en comunicación. (1) El campo de batalla político se ha desplazado de los
escenarios tradicionales (parlamentos, calle, mítines) al nuevo espacio
público, (2) donde tiene lugar una confrontación de los políticos de acuerdo
con reglas creadas en el campo de la comunicación mediática; y (3) que de esta
particular contienda se derivan dos fórmulas de representación política
simultáneas y no coincidentes, la del sistema electoral y aquella otra que
elaboran de manera permanente los medios de comunicación.
La representación dual no sólo permite el
populismo, sino que lo estimula y fortalece. La opinión pública se convierte en
el núcleo esencial del populismo; o con mayor precisión, el “neopopulismo” es
la retórica política en la que la opinión pública se esgrime tanto para invocar
un poder social genuino, como para enfrentarlo a formas espurias de
representación cual son electorales.
El mito de la “opinión pública”
La relación principal de la opinión pública es con
el poder político. Y si bien el significado de la opinión pública no se agota
en sus manifestaciones políticas, empero es en este terreno donde más
rentabilidad adquiere. Una versión corresponde a lo que podemos denominar idea
racional de la “opinión pública”, que contribuye al avance del conocimiento
sobre lo que las sociedades son; la otra es característica de los mitos, y su
objetivo no se dirige a conocer sino a movilizar emocionalmente a una sociedad
dada.
La soberanía específica es aquella detentada por el
orden institucional que mejor (al menos formalmente) la representa. Y ese orden
no es otro que el constituido por el sistema de la comunicación, el único que
públicamente se erige en genuino y permanente representante de ella. Y en
efecto así es, ya que la “opinión pública” no dispone de otro ámbito
institucional capaz de hacerlo. Los medios de comunicación asumen el doble
poder de construir y de representar a una opinión pública que, en términos
globales, resulta ser la más decisiva para una sociedad. Son sus imágenes las
que a postre proporcionan una matriz común para edificar identidades compartidas
(o en ocasiones enfrentadas).
De esta manera, los medios de comunicación se han
convertido en los depositarios de la soberanía entendida como la opinión
pública que ellos elaboran. En este proceso de transfiguración los medios
institucionalizan la opinión, con lo que se apropian del poder espiritual
específico de nuestra época. Un poder que ha procedido a un doble proceso de
sustitución: primero de la sociedad por las audiencias o públicos; después, de
éstos por la “opinión pública”. La cual, por carecer de entidad objetiva y de
recursos propios para articularse, no es otra que la opinión mediática. En vez
de soberanía popular, soberanía de la opinión pública mediática.
La construcción de la “opinión pública”
Respecto de la opinión pública, los medios se
muestran como los genuinos representantes de la misma, ya que tienen a su
disposición de cauces variados para conseguirlos, del que las encuentras
rigurosas son tan sólo uno (y no el principal) de los recursos empleados.
Porque junto a ellas hay, al menos, otras modalidades de representación (no
científica) de la opinión pública igualmente válidas (si es que no más). Entre
las más frecuentes pueden señalarse las siguientes: encuestas ad hoc, la “voz”
de la calle y la representación “natural” (resultado de la vinculación empática
de los profesionales con su medio local).
La opinión pública tiene un “vocero” privilegiado,
que de manera “natural” se revela en las prácticas profesionales. En otras
palabras, el componente principal de la profesión periodística viene a ser el
permitir el libre flujo de opinión, confundida con las propias opiniones de sus
ejecutantes.
Tiene lugar así una de las formas más acusadas de
lo que Grossi ha denominado “percepción errónea de la opinión pública”. Un
proceso de sustitución del todo (la opinión del conjunto de una sociedad) por
una parte (la opinión de los media). Periodistas y medios hacen pasar sus
evaluaciones por las de la generalidad. Esta ficción de hacer pasar la parte
por el todo forma parte sustancial de la ideología profesional propia sobre
todo de un modelo de periodismo sacerdotal.
Las funcionalidades populistas
En el plano político los medios de comunicación se
atribuyen una tarea central: ser la principal plataforma de expresión de las
necesidades (auténticas y arraigadas) de la sociedad. Las que además se
proyectan en forma de opinión pública, que viene a confundirse con la sociedad
misma. No hay más sociedad que la que refleja la opinión pública mediática, es
el lema dominante. De modo que el conjunto del sistema de la comunicación se
transforma en una agenda social, a la que (se supone implícitamente) el actor
principal (la sociedad) ha transferido la capacidad de intervenir socialmente.
La representación de la “gente corriente”
Los medios de comunicación transmutan así una
práctica profesional en todo un sistema de representación social. Porque no se
trata sólo o preferentemente de narrar acontecimientos que en sí mismos son
dispersos y fragmentarios, sino en proporcionar un cuadro completo de la
sociedad. Y ello es posible porque la comunicación mediática ha construido, de
sí misma, una imagen en la que sus procesos se presentan como los más capaces
de dar cabida a las necesidades colectivas. Y en los que por ende sus
integrantes son bastante más que meros profesionales; se constituyen en
líderes, capaces sobre todo de organizar la opinión pública en un discurso
coherente y significativo.
Esta figura del líder popular mediático (que no es
el político, sino el profesional de los medios en un sentido amplio) es de
enorme importancia para comprender el neopopulismo. La sociedad queda subsumida
en (es decir, sustituida por) la “distinción” y “visibilidad” del líder, que
encarna cuanto de más típico tiene esa sociedad.
Una vez producida esta transformación, los medios
de comunicación se encuentran en condiciones (estructurales y culturales) para
disputar el liderazgo social a los líderes políticos (y por extensión a
cualquier otra modalidad de liderazgo, particularmente el que se constituye en
el ámbito cultural). Tal liderazgo es competitivo con el de la política en una
doble dimensión: la de la representación y la del diseño de las políticas. La
diferencia entre ambos es, sin embargo, notable: el “popular” ni se somete a
prueba electoral alguna, ni ha de dar cuenta de las acciones que otros puedan
emprender en su nombre, porque este liderazgo se mueve en un terreno muy
distinto. De un lado, trata de seducir a sus públicos ofreciendo promesas
irrealizables, cuanto más radicales mejor. Y de otro, tiene como objetivo
prioritario a la clase gobernante, a quien constantemente presionará para que
dé cabal respuesta a sus exigencias, y de la que podrá en todo momento
distanciarse cuando sus acciones resulten fallidas. El líder populista, en
definitiva, como la opinión pública que dice representar, nunca se equivoca.
Una participación en forma de ficción
Las democracias representativas nunca pusieron un
énfasis especial en la participación. Sólo en momentos históricos muy concreto,
justamente cuando la representación social no era viable, es cuando encontramos
esa movilización general del cuerpo social. Pero estar movilizados no es
ciertamente estar representados.
El espectáculo de la deliberación
Al ser los sistemas democráticos fórmulas en las
que es necesario hacer reconciliables intereses antagónicos mediante la
discusión, ésta ha sido siempre invocada como parte esencial de aquellos. Para
que la misma prospere, se requiere de escenarios y reglas que la posibiliten.
Se ha ido construyendo toda una legitimación en torno a los espacios públicos
mediáticos como los apropiados para permitir la deliberación política y social.
Tendríamos que aceptar que el debate público de nuestros días es exclusivamente
aquel que tiene lugar en los escenarios mediáticos. Los debates se realizan
conforme a las reglas del espectáculo mediático. Por lo general, estos
programas amalgaman las tres funciones: la representación, la participación y
la deliberación. De modo que se ha ido creando un tópico que es el siguiente la
democracia deliberativa ha desaparecido del espacio político y se ha
transformado en un atributo específico de la comunicación mediática.
¿Qué se encierra en tal aseveración? Al menos estos
significados. El primero, que en la naturaleza de la sociedad hay un nivel de
convicciones y expectativas que la política no es capaz de recoger a través de
sus mecanismos institucionales. El segundo, que es sentir profundo de la
sociedad puede expresarse libre y fluidamente en la opinión pública. La cual,
en tercer lugar requiere de procesos de deliberación que ni la política ni la
sociedad están en condiciones de proporcionar. Y en cuarto lugar, que es el
sistema de los medios el único que facilita que la soberanía popular expresada
en la opinión pública disponga de cauces para exteriorizarse y legitimarse.
¿Cómo llevan a cabo este proceso los medios de
comunicación? Convirtiendo los debates que ellos propician en el espectáculo de
la opinión pública. Con lo que opinión pública y las supuestas deliberaciones
que propicia no es diferente de las cualidades que caracterizan a las noticias:
novedad, impacto, titulares llamativos y eslóganes.
La confrontación política basada en la opinión
mediática
A partir de estas transformaciones se produce una
fuerte dependencia cognitiva de la sociedad respecto del sistema de medios. No
sólo porque en él encuentra su principal encuadre referencia, sino también
porque en él suele confiar como modo de intervención social eficaz. El
mecanismo funciona de manera tal que los ciudadanos se convencen de que
movilizando a los medios de comunicación es como mejor pueden obtenerse
resultados tangibles en la estructura de la sociedad y de la política.
Dos conclusiones: la primera es la necesidad de
emprender un sistemático programa de investigación empírica que nos permita
descripciones más minuciosas y realistas de los procesos aquí expuestos. La
segunda, que frente a la ideología mediática dominante, que sacraliza su
opinión pública, se requiere la elaboración de una teoría crítica de la opinión
pública.
PRÁCTICOS
El alfonsinismo, contexto sociopolítico
y medios de comunicación. SERGIO COM.
Se puede apreciar desde los primeros
momentos de gestión el predominio del doble discurso y la incoherencia.
Al año siguiente del histórico juicio a
los jefes militares, y ante la asonada de “Semana santa” se promovió la ley de
Punto final que fijaba un plazo de 20 días para presentar las acusaciones
contra militares por violación de los DDHH. Poco tiempo después la ley de
Obediencia Debida dio lugar al desprocesamiento de oficiales y suboficiales
involucrados en la represión.
Durante los primeros dos años, con
Grinspun, se trató de cumplir promesas electorales de reactivación económica y
recomposición salarial y, aplicación de políticas antiinflacionarias. El sector
financiero había adquirido proporcioness enormes y las prácticas especulativas
dominaban la actividad en un contexto de quiebra del erario público,
endeudamiento superlativo y fuga de capitales.
En 1985 Sourrouille impulsó la
necesidad de acercarse a los pedidos internacionales, renegociar los servicios
caídos y refinanciar la deuda a largo plazo. El 14 de junio de ese año se lanzó
el plan Austral, que tenía la intención de revertir el proceso inflacionario.
El plan contó inicialmente con el apoyo
del pueblo, establecía congelamiento de precios y salarios, creación de un
nuevo signo monetario, promesa de no emisión monetaria.
En la campaña, el radicalismo propuso:
la creación de tres sistemas para la explotación de tv y radio: estatal,
privado y no gubernamental; comisión bicameral de radio y tv; integración de
programas de educación a distancia de radio y tv.
Por el decreto 1154 de abril de 1984,
se suspendió el PLANARA, hasta que no se modificase la Ley de Radiodifusión.
Esto significó que cualquier ciudadano que deseaba hacer uso de alguna de las
frecuencias tenía cerrado todo camino legal.
Comenzaron a verificarse intentos de
instalar emisoras comunitarias. El clientelismo político fue uno de los
fenómenos marcadamente distorsivos. Muchas radios fueron instaladas por
punteros y conducidas luego por afiliados. Hay provincias y municipios donde, a
pesar de conocerse su ilegalidad, los gobiernos les dieron publicidad oficial.
Muchas radios comunitarias fundan ARCO
que posteriormente se convierte en FARCO (Federación Argentina de Radios
Comunitarias), una asociación en defensa de la comunicación comunitaria.
Desde diciembre del 83 se manifestaron
en el gobierno dos grandes tendencias respecto de las políticas audiovisuales.
Una esencialmente privatista, centralista y comercial, que estaba liderada por
el delegado normalizador del COMFER, Pedro Raúl Sánchez. La otra, con base en
la SIP, pretendía impulsar un régimen con mayor participación estatal,
estimular la participación de organizaciones intermedias y promover la
descentralización de la autoridad de aplicación.
El proyecto del COCODE establece el
derecho a la información como complemento de la libertad de expresión. Se
propone una autoridad de aplicación colegiada, con entes descentralizados.
Creación de un sistema audiovisual gubernamental y otro estatal. Se permite
publiciadad a todos los sectores. Se crea la figura del defensor del público.
Se establecen límites a los medios gráficos (sólo pueden tener el 33% de los
votos). Las redes no pueden tener más de 5 emisoras, estas no pueden tener más
que el 30% de programación de su cabecera. Se establecen porcentajes
obligatorios de producción propia: 15% los primeros dos años, 25% los
siguientes. Se contempla que las emisoras no autorizadas puedan incorporarse al
sistema. El proyecto es abandonado en abril de 1988.
Ese año se envía otro proyecto, con
varios guiños al sector privado: se eliminó el canal público no gubernamental.
Se eliminaron las autoridades descentralizadas. Se aumentó el tiempo de
publicidad para los privados. Se establecían cadenas de hasta 8 emisoras. Se
adjudican estas modificaciones a la presión del Diario Clarín.
Desde un comienzo la lógica de la
competencia entre VCC y Cablevisión quedó eliminada ya que realizaron acuerdos
para dividirse el territorio sin conflictos.
En términos generales la mayoría de los
decretos y resoluciones que se implementaron en relación a los medios
beneficiaron la concentración, el negociado y la manipulación los medios
masivos de comunicación a favor de empresas privadas y en detrimento de lo que
pudo haber sido una comunicación con sentido comunitario.
Al fin solos: el nuevo escenario de las
comunicaciones en la Argentina. ALBORNOZ, HERNANDEZ, POSTOLSKI.
Proponemos una aproximación al proceso
de conformación de los dos grandes conglomerados mediáticos que dominan el
sector de las comunicaciones, destacando su relación con la administración
estatal.
Nuestro enfoque pretende distinguir los
puntos de inflexión en las estrategias de crecimiento que consolidaron a dos
grupos dentro del panorama mediático argentino: el Grupo Clarín y el tándem CEI
Citicorp Holdings - Telefónica Internacional SA (TISA). Describiremos la
evolución de cada grupo en los últimos años y el reflejo de sus crecimientos en
la normativa vigente a partir de una estrecha relación con el aparato estatal.
La Argentina comenzó el proceso de
privatización de los servicios de radiodifusión y de telecomunicaciones a fines
de 1989, con la adjudicación de los principales canales de tv abierta del país.
Esto junto al otorgamiento de dos licencias en régimen de exclusividad para
operar la telefonía marca el inicio de una etapa muy dinámica de las
comunicaciones, caracterizada por un fuerte incremento de la inversión de
capitales y la rentabilidad.
* grandes masas de capital financiero
internacional.
* acelerado proceso de concentración
económica, desplazando a actores tradicionales.
* tendencia a adecuar la normativa a
los intereses del sector privado
* superposición e inestabilidad de
organismos de control
* judicialización del tema.
* ausencia de debate en la sociedad
civil y en los partidos políticos.
Aparición de un duopolio privado. Por
un lado, el Grupo Clarín, por otro lado CEI-TISA.
Clarín:
En la década del 80, violando las
limitaciones del decreto ley 22285, Clarín compró Radio Mitre a través de
testaferros. Alineado con Menem en la campaña, presiona para privatizar los
canales de tv capitalinos y modificar el artículo 45, lo que le permitiera
participar en la licitación. Mediante la sanción de las leyes de Emergencia
Económica y de Reforma del Estado se modificó la normativa para la
radiodifusión.
En 1992 compra Video Cable Privado e
ingresa al negocio de la tv por cable. En ese momento se asocia con sus futuros
competidores (Telefónica y el CEI) para atraer capitales. En cinco años se
convirtió en el principal operador del mercado argentino, con una facturación
anual de 250 millones USD. A fines de 1997, la tercera empresa de tv por cable
fue vendida en partes iguales a sus competidores: Multicanal y CableVisión.
Clarín ingresó al sector de
telecomunicaciones a través de CTI, que en 1994 fue la primera empresa en prest
ar servicios de telefonía celular fuera del área metropolitana.
Hacia mediados de la década produce un
cambio en su estrategia empresarial, concentra sus activos en el sector y se
presenta en sociedad como grupo para reforzar su estructura y protegerse frente
a la competencia de inversores y multimedios extranjeros.
TISA CEI:
La empresa Telefónica de Argentina SA,
controlada por COINTEL de Telefónica de España, el Citibank, el Banco Río y
Techint SA resultó adjudicataria de la región sur del país. La explotación de
un mercado cautivo sin competencia garantizó niveles de rentabilidad superiores
al 15%. A ello se sumó la dolarización de las tarifas por pulso en 1991, lo que
permitió no sólo afrontar los gastos de inversión de capital sino obtener
ganancias muy superiores a las que actividades similares logran en economías
desarrolladas.
Con la idea de alcanzar zonas de
cobertura donde prestaba servicios Telecom, ante la futura prestación de
servicios en un mercado desregulado, se expandieron hacia la tv por cable en la
zona norte. Para ello durante 1996 se asociaron, en la empresa Multicanal con
Clarín. La intención del CEI por conquistar una participación accionaria mayor
en el negocio, llevó a una primera ruptura entre ambas empresas, acentuada
cuando el holding anunció la compra de CableVisión TCI. Se constituyó así el
segundo operador nacional de televisión por cable, detrás de la empresa
Multicanal.
La inversión más importante del CEI fue
su asociación con la Editorial Atlántida de la familia Vigil que al
privatizarse los canales capitalinos ganó la licencia de canal 11.
El Estado nacional, ante la negativa de
canales de Córdoba y Rosario a vender, anuncia la próxima licitación de canales
de tv abierta en esas localidades. Ante la presión, los canales venden. Una
semana después, las licitaciones son suspendidas con nuevos decretos.
El estado aparece entonces como
administrador directo de los intereses del capital., presionando por medio de
la normativa para que un sector transfiera el control de sus empresas a otro.
Así, la capacidad casi ilimitada de contar con recursos financieros adicionada
a su proximidad con el poder ejecutivo, le permitieron al CEI aventurarse con
éxito entre los más diversos emprendimientos.
Durante los últimos meses de la década
del 90 se agudizan los procesos de concentración e internacionalización.
Por un lado, el CEI es controlado por un fondo de inversiones norteamericano
(HMT&F) y al divorcio del CEI-TISA; y por el otro, al ingreso al Grupo
Clarín de uno de los mayores bancos de inversiones del mundo, Goldman Sachs.
El Citibank se ve obligado a vender sus
acciones por leyes de la bolsa de NY que indican que una entidad financiera no
puede controlar una empresa de servicios. Por su lado TISA se despliega en el
área de contenidos. La empresa prestadora de un servicio de telefonía nacional
se convierte en un grupo multimedia internacional orientado por la convergencia
tecnológica, la integración económica y el control de todos los procesos y
soportes.
A dos meses de concluir su segundo
mandato, Carlos Menem dictó el DNU 1005/99 modificando artículos del decreto
ley 22285. Se modifica la cantidad de licencias, de 4 a 24 permitidas. Se
autoriza la transferencia de licencias, la formación de cadenas y libera el
tiempo publicitario.
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La radiodifusión en Argentina entre
1995 y 199: Concentración, desnacionalización y ausencia de control público.
ALBORNOZ, HERNANDEZ.
Transformismo a la argentina.
La desarticulación de emprendimientos
estatales a través de los programas de privatización, particularmente de las
comunicaciones, se consolidó a la sombra de una nueva fracción hegemónica que
combinó capital financiero internacional, operadores internacionales de
servicios públicos y capital nacional y redujo definitivamente la política a
subsistema de la economía.
En la segunda presidencia de Carlos
Menem se observa presencia del capital financiero transnacional, concentración
del capital, incorporación intensiva de nuevas tecnologías y expansión de los
servicios ofertados. Se transfirió casi la totalidad de medios de radiodifusión
a nuevos agentes vinculados al mercado financiero y a los protagonistas de la
convergencia tecnológica.
De 1989 a 1995, en la radiodifusión hay
agentes nacionales en un mercado oligopólico, cuya expresión sobresaliente
fueron los grupos multimedia. Clarín - Canal 13 y Editorial Atlántida - Canal
11.
De 1995 a 2000, aumenta la presencia de
capitales extranjeros que adquieren las principales empresas de radiodifusión
del país.
Los años 90 estuvieron signados por la
conformación de grupos multimedia, caracterizados por la conformación de grupos
de interpenetración patrimonial de empresas de radiodifusión,
telecomunicaciones, producción audiovisual y prensa escrita, cuya actuación se
verificó en la mayoría de los segmentos de la comunicación masiva. En el ámbito
de la radiodifusión, se asistió al debilitamiento de los mercados oligopólicos
radiofónico y televisivo, construidos sobre el sistema de alianzas de las
burguesías propietarias de los medios de comunicación y el aparato del Estado y
protegidos por barreras de entrada principalmente regulatorias. Las pérdidas de
poder y de control de mercados que experimentaron los tradicionales agentes no
se produjeron debido a un incremento de los capitales en competencia en la
radiodifusión, sino por el traspaso de propiedad a empresas extranjeras en un escenario
de convergencia e incremento de servicios, violando o modificando la
legislación vigente. Por otro lado, se acrecentó la presencia de capitales
transnacionales en los servicios públicos privatizados, particularmente en las
telecomunicaciones. Una presencia caracterizada por la combinación de fondos de
inversión y operadores de gran volumen de capital disponible.
CEI-Telefónica compró en 1997-1998 los
canales 9 y 11 y sus repetidoras provinciales con apoyo del gobierno nacional.
Los canales UHF fueron usados para tv
codificada. La irregularidad de suministrar frecuencias para que empresas
comerciales exploten servicios con cargo para el usuario sin la existencia de
un plan estratégico de frecuencias ni una nueva legislación.
En 1996 apareció Televisión Directa
para el Hogar, única prestadora de señales de radiodifusión satelital. En 1998,
gracias a un acuerdo de reciprocidad entre argentina y EEUU, el Grupo Clarín
lanzó DirecTV.
En 1998 argentina adoptó la norma
estadounidense para la tv digital hertziana (TDT). Un argumento esgrimido por
el sector privado es la potencia y escala del mercado estadounidense.
La búsqueda de una economía de escala
fue el principio rector del sector de las radios, en un mercado donde la pauta
publicitaria se alejaba cada vez más respecto a la de la televisión. En segundo
lugar, se produjo la adquisición de las principales radios por parte de
capitales extranjeros.
Pese a que agentes de diversa
naturaleza fueron autorizados a prestar servicios radiofónicos, las organizaciones
civiles sin fines de lucro fueron excluidas de la adjudicación de licencias.
Las restricciones antimonopólicas, los
límites a la publicidad las responsabilidades del servicio derivada de la
licencia, fueron modificados poco a poco durante los gobiernos de Carlos Menem,
siempre en una dirección unívoca que salvaguardó los intereses de los grandes
grupos económicos en desmedro del interés general.
Los tratados internacionales, que
adquieren estatuto de Ley a partir de 1994:
* Protección recíproca de inversiones.
* Reciprocidad de servicios
satelitales.
Decreto 1005/99.
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El conflicto agrario y los media.
La sanción de la Ley de Protección de las
Industrias Culturales, negociada durante la administración de Duhalde y
sancionada bajo el gobierno de Kirchner fue el primer gesto de acercamiento. La
negociación planteada entre un gobierno entrante, con 22% de votos, y los
dueños de los medios con deudas en USD y con ingresos en pesos devaluados. La
fragilidad compartida da cuenta de la necesidad de la alianza en la que unos
buscaron fortaleza política y otros superar la debilidad económica. El rescate
del puñado de empresarios monopolistas que dominan la producción de bienes
simbólicos se trató otra vez de un eufemismo para designar a la relación
de patronazgo que venían ejerciendo impúdicamente los dueños del poder
mediático sobre los supuestos representantes del pueblo.
Así se dio entre otras medidas la
sanción del decreto presidencial 527/05 que decidió las prórrogas de las
licencias, sin requisitos. En la misma orientación podemos señalar el
mantenimiento de la suspensión para la instalación de servicios de cable. El
decreto 703/05 que permitió separar una AM de una FM, para que la compre
Tinelli. En plena campaña presidencial de 2007 la aprobación de la fusión entre
Cablevisión y Multicanal.
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Ley de Preservación del patrimonio
cultural: el poder mediático al desnudo. BULLA, POSTOLSKI.
Cram down consiste en abrir la
posibilidad de que los acreedores de las empresas endeudadas pudieran canjear
deuda por acciones de las mismas, evitando la quiebra pero no su
extranjerización.
Clarín y la Nación impulsaron una
excepción para el régimen del cram down, alegando la importancia estratégica de
las industrias culturales y los medios de comunicación. En 2003 se sanciona la
Ley.
La protección incluye a diarios,
revistas, empresas editoriales, servicios de radiodifusión, productoras de
contenidos audiovisuales y digitales, proveedores de acceso a internet y
empresas de difusión en vía pública. Se limita al 30% del capital y/o de los
votos en el Directorio de las empresas de comunicación, la participación de
personas físicas o jurídicas extranjeras. Esta norma sólo contempla la
posibilidad de ampliar la participación de capitales a pedido de la firma
concursada. Pero para eso es necesaria la autorización previa del poder
Ejecutivo.
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Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual ó el retorno de la centralidad de la política. BULLA.
Raúl Alfonsín no supo no quiso o no
pudo avanzar en radiodifusión. Ninguno de los proyectos de la época surgió de
un debate público extendido en torno al para qué del sistema de medios
electrónicos: “se estaba poniendo al carro delante del caballo”. Los resultados
electorales de 1987 significaron el certificado de defunción para cualquier
impulso para sancionar una nueva ley. No se sancionó la prometida ley
democrática de radiodifusión, los canales de TV heredades con el control
estatal permanecieron con ese tipo de gestión durante todo el período, lo que
es peor, adjudicadas sus respectivas conducciones a distintas líneas internas
del partido gobernante, un esquema similar al que habían aplicado las FFAA
durante la dictadura.
Las políticas de re-regulación a favor
de los grupos locales de comunicación más concentrados y luego, a partir de
1995, con la apertura del ingreso de capitales extranjeros, permitió, la
propiedad cruzada de medios, la conformación de redes a nivel nacional y la
diversificación de los grupos en el sector de las comunicaciones.
Quedó así planteada una suerte de
maridaje por conveniencia entre los magnates propietarios de medios de
comunicación y los miembros de la autodenominada clase política.
Los gobiernos que se sucedieron hasta
el 2003 siguieron una línea similar: sin capacidad y/o convicción para avanzar
en la democratización del sistema de medios de comunicación, y hasta
beneficiándolos tras la crisis devastadora que terminó la aplicación
sistemática de políticas neoliberales en nuestro país.
NK firmó el decreto 527/05, prorrogando
por 10 años las licencias.
Una vez tomada la decisión política de
democratizar la comunicación era necesario contar con sectores organizados y
movilizados del campo popular para resistir y vencer los embates mediáticos que
no tardarían en hacerse notar ni bien se manifestara la voluntad oficial de
avanzar.
La Coalición por una radiodifusión
democrática, un espacio que nucleó a 300 organizaciones sociales (CGT, CTA,
Madres, etc) consensuó un programa básico para la democratización.
El manifiesto de los “21 puntos para
una ley de radiodifusión democrática” elaborado y presentado en 2004 fue
retomado en 2008 por CFK quien instruyó la redacción de una propuesta de Ley.
La Ley de SCA (26522) apunta a revertir
la conformación oligopólica y monopólica que presenta nuestro sistema de medios
electrónicos a partir de las reformas neoliberales impuestas fundamentalmente
durante la década de los 90. Lo hace por dos caminos: reconoce tres tipos de
titulares de licencias: sector público, sector privado y organizaciones libres
del pueblo; por otro lado, retrotrae el panorama concentrado y limitando las
posiciones dominantes.
En una misma locación, quien produce y
emite contenidos por tv de aire no puede distribuirlos por cable. Nadie podrá
emitir por aire a un público potencial mayor al 35% de la población nacional,
ni nadie podrá acumular una cifra mayor al 35% de los abonados nacionales a la
tv paga. Amén de que puede acumular más de diez licencias de radio y/o tv a
nivel nacional, más de tres en la misma localización, o más de veinticuatro de
tv por cable a nivel nacional.
La autoridad de aplicación de la ley,
el AFSCA está compuesta por un directorio pluralista que incluye a las primeras
tres minorías parlamentarias, dos representantes del PEN, dos propuestos por el
Consejo Federal de Comunicación Audiovisual, de los cuales uno debe provenir
del ámbito académico público.
Los canales y emisoras radiales de todo
el país sólo se podrán sumar a redes privadas durante el 30% de la jornada de
emisión, esto implica al menos un 70% de elaboración propia. El 60% de los
contenidos televisivos deberán ser de producción nacional, el 30% de producción
propia y entre el 10 y el 30% de producción local independiente, según la
densidad poblacional del área de cobertura. El 30% de la música que se emita
debe ser argentina, y el 50% de ella de carácter independiente. Todos los
canales de tv deberán estrenar anualmente 8 filmes argentinos, habiendo
adquirido los “derechos de antena” de manera previa a la filmación de las
mismas.
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