TEORICO NO. 1
MATERIA: SEMINARIO DE DISEÑO GRAFICO
Y PUBLICITARIO
CATEDRA: CARLOS SAVRANSKY
FECHA: 16-03-11
El “diseño” parecería ser un tipo de actividad que tiene que
ver con la comunicación; pero que tiene que ver también con el “sentido”: si yo
diseño una imagen, ésta tendrá un sentido que me permitirá comunicar
determinados mensajes. Por eso decimos que diseñar es proyectar órdenes de
sentidos volcados a ciertos tipos de formas materiales.
Antes del surgimiento de las escuelas de diseño, no había diseño en sentido estricto. El diseño como disciplina proyectual nace en el siglo XX con el desarrollo del industrialismo. La proyectualidad del diseño tiene que ver con anticiparse, con concebir intelectualmente y por anticipado aquello que voy a hacer. El programa de diseño anticipa la obra o forma (proyecto) Las significaciones de un programa de diseño deben ser canalizadas a través de una forma u obra. El diseño se diferencia de otros tipos de producciones de objetos porque antes de la “producción” de la obra, hay una etapa de “prefiguración” (instancia anterior a la configuración de la obra). Esto no se da en la artesanía, ya que el artesano lo hace todo en el momento, sin necesidad de una etapa de prefiguración antes de la configuración.
Antes del surgimiento de las escuelas de diseño, no había diseño en sentido estricto. El diseño como disciplina proyectual nace en el siglo XX con el desarrollo del industrialismo. La proyectualidad del diseño tiene que ver con anticiparse, con concebir intelectualmente y por anticipado aquello que voy a hacer. El programa de diseño anticipa la obra o forma (proyecto) Las significaciones de un programa de diseño deben ser canalizadas a través de una forma u obra. El diseño se diferencia de otros tipos de producciones de objetos porque antes de la “producción” de la obra, hay una etapa de “prefiguración” (instancia anterior a la configuración de la obra). Esto no se da en la artesanía, ya que el artesano lo hace todo en el momento, sin necesidad de una etapa de prefiguración antes de la configuración.
El diseño es comunicación visual, pero no toda comunicación
visual es diseño, pues para que el mismo exista es necesario que haya
proyección o anticipación previa. Esto es lo que define al diseño como tal: la
actividad proyectual presupone saberes previos que permitan tener una
concepción intelectual anticipada a la producción real, esto es, concebir la
obra antes de realizarla.
El diseño nace en el siglo XX, antes de lo cual hay
producciones visuales que no pueden definirse como diseños según lo aquí
definido como tal. Nace vinculado al diseño industrial y a las primeras
escuelas de diseño (escuelas integrales, de diseño gráfico, industrial, de
indumentaria, arquitectura, de imagen y sonido), haciendo foco fundamentalmente
en el diseño industrial. Se puede afirmar entonces, que el diseño surge con las
características que el contexto impone, nace según las necesidades
socio-económicas de una época.
A mediados del 1800 se da un debate, particularmente en
Inglaterra, que es la cuna de la Revolución Industrial. El mismo surge en medio
de este proceso de abandono de la producción artesanal y comienzo de la
producción industrial. En este pasaje se dan ciertos cambios que es necesario
analizar, en principio, y fundamentalmente ocurre que la producción industrial
de objetos requiere establecer sus condiciones de forma antes de producir el
objeto. Debe haber condiciones de producción predeterminadas.
Una de las etapas básicas del diseño es la concepción
intelectual del futuro producto industrial, en el diseño hay una causa
formal-ideal-final, el paso de la causa formal a la causa final requiere de
ciertos medios (instrumentos que permiten realizar la forma) y la causa formal
debe ser igual a la final para que se pueda hablar de la eficacia del diseño.
El debate que se presenta es si debe haber modificaciones en
las condiciones de producción de las formas, lo cual implicaría aumentar los ya
elevados costos. Hay que tener en cuenta que en la producción industrial de aquellos
tiempos, un cambio de “modelo” de producto implicaba la realización de una
nueva matriz y esto elevaba notablemente los costos. No era tan sencillo
producir modelos de autos diferentes. Hoy la informática modifica
sustancialmente la cuestión.
En el diseño, la obra es el proyecto, que incluye un aspecto
intelectual y una realización práctica. La labor del diseñador consiste en
proyectar, no en producir. Solo hay diseño si hay proyecto y hay proyecto si se
puede dividir la concepción individual de la producción real. Esta separación
genera un conjunto de conocimientos que el diseñador debe conocer para poder
producir. Entre ambas instancias hay ciertos matices, se diseña un proyecto a
partir de un programa.
Solo hay diseño si hay un proyecto y esta división surge a
partir de la producción industrial. Es la producción en serie la que provoca
que ese “saber-hacer” (unidos en una misma práctica y no separados),
característico de la producción artesanal, requiera de un saber teórico previo
y anticipador.
En el siglo XIX comenzó el debate sobre el problema de la
forma. La pregunta era cómo lograr que en la producción técnica-industrial la
forma no se degradara. En la producción artesanal había gran calidad
formal-estética y artística, dado que se trataba de piezas únicas.
Hubo distintas posturas. William Morris, por ejemplo, sostenía que la producción industrial
denigra y proponía la vuelta al artesanado. Otros decían que estas formas
artesanales eran formas del pasado y que no era posible regresar a ellas.
Tratando de responder a la pregunta de cómo hacer que en la
producción técnica-industrial la forma no se degradara, surgen las diferentes
escuelas de diseño. Lo que intentan resolver es esta relación arte-técnica o
arte e industria. El problema de esta relación tiene un eje central: el
problema de la forma.
Así es que de la alianza entre la tecnología y el arte, entre
la producción técnica y la producción
artística, surgen estas escuelas en las que podemos encontrar escultores,
pintores y arquitectos vinculados al hacer de las nacientes empresas
industriales. La intervención de los arquitectos se da en tanto que los mismos
tienen como problema básico de su profesión el problema de la forma, cuestión
sobre la que los artistas pueden hacer sus aportes.
El diseño surge entonces por ciertas condiciones heterónomas
(sociales, históricas, económicas, culturales) que hacen crecer al diseño como
necesidad de la sociedad, pero también por condiciones autónomas, que hacen al
surgimiento del diseño como disciplina. Hay elementos preexistentes (de la
pintura y la arquitectura) que se redefinen para constituir el hábeas teórico
disciplinario del diseño, se privilegian las investigaciones que abordan el
problema de la forma. Se busca un lenguaje formal universal, una gramática de
las formas, a partir de la cual se pueda hacer cualquier tipo de diseño, una
gramática compuesta por elementos simples no significativos, mediante los
cuales se pueda armar una sintaxis y obtener así distintos tipos de objetos.
Estos elementos serán más o menos pertinentes según quien los proponga. Un
ejemplo es Wassily Kandinski, para quien
puntos y líneas son los elementos básicos y elementales con los cuales es posible construir el resto de
los objetos. Por otro lado, las figuras
geométricas y los colores se constituyen en los elementos a partir de
los cuales se podría construir una gramática. Esto encuentra antecedentes en
Leonardo Da Vinci, para quien puntos y líneas son elementos básicos a los que
se suman las figuras a partir de las cuales se pueden reproducir los objetos
del mundo, a lo que se agrega el color. Kandinski retoma a Da Vinci. Para Da
Vinci, la pintura debía dejar de ser un arte menor (en referencia a la
dicotomía entre arte mecánica y arte intelectual). Los pintores querían ingresar
al mundo de las “ciencias liberales”, lo cual suponía pensar a la pintura como
ciencia, cuyas condiciones de cientificidad estarían dadas por la geometría y
por la matemática. Allí comienzan los primeros grandes esfuerzos por convertir
la pintura en ciencia. Leonardo dirá que toda obra pictórica primero debe estar
en la mente y luego en la mano, con lo cual se va vislumbrando lo que nosotros
llamamos el “carácter proyectual de la obra”.
La aparición del diseño no es una reivindicación social ni
ideológica, sino una necesidad de las condiciones de la producción industrial,
pues son ellas las que obligan a la separación entre el saber y el hacer. Hay
una demanda surgida de estas condiciones y la emergencia del diseño se
relaciona entonces con estas necesidades.
En los comienzos del diseño, se planteaba la cuestión de si
se podían establecer condiciones de producción de la forma que fuesen
universales.
La producción técnica de aquel tiempo no podía darse el lujo
de multiplicar al infinito los recursos en tanto medios racionales de
producción de los objetos, porque estas multiplicaciones generarían condiciones
antieconómicas. Debía haber una economía “formal” (de la forma) para que
hubiese una economía en la producción. El espíritu de la época era el que intentaba
lograr hallazgos formales que mantuviesen una estricta economía de forma, al
tiempo que pudiesen ser bellos, lo cual era difícil con los medios
industriales, de aquí la necesidad de que el diseñador estuviese íntimamente
ligado al proceso de producción industrial. No era una cuestión de yuxtaponer
tecnología y arte, sino de lograr una síntesis de otro orden. El problema de la
forma no es un problema de decoración, sino de una producción estética desde su
inicio.
Estos problemas de la forma surgen en las distintas escuelas
aun no habiendo relaciones estrechas entre las mismas.
Para el Neoplasticismo (Stijl), las figuras geométricas en
las que no intervinieran líneas oblicuas, sino sólo horizontales y verticales,
más los colores primarios, el gris, el blanco y el negro, eran los elementos
básicos para construir un lenguaje a partir del cual construir cualquier tipo
de diseño, gráfico, pintura, etc. La idea era encontrar elementos que pudieran
ser universalizados y a partir de dicha universalización, encontrar un criterio
económico en términos industriales y formales, uniendo calidad estética y
economía. Entre la Bauhaus y el Neoplasticismo hubo contactos.
El constructivismo ruso introdujo sus concepciones a la
Bauhaus, pero nació por sus propias necesidades y no por influencia de
Occidente. En el constructivismo ruso influyó el cubismo ruso y el futurismo
italiano, lo cual en su momento fue criticado por Lenin.
El desarrollo de la concepción constructivista es autónomo y
sin embargo responde a las mismas condiciones a las que respondieron en
Occidente las otras escuelas, porque estas condiciones industriales de
producción son las que generaron en lugares distintos y sin conexión entre sí,
respuestas similares.
Una cuestión para destacar es que la producción de las
formas, para poder plantearse la formación de un lenguaje visual necesitó poder
aislar elementos que se pudiesen comportar como los elementos del lenguaje
verbal. Los elementos simples de los que se compondría la pintura serían
equivalentes a los que componen el lenguaje verbal y las reglas de formación
serían equivalentes a la gramática. Asistimos a un paralelismo entre el
lenguaje verbal y el lenguaje de las formas.
En las escuelas de diseño se da un intento de identificación
entre ambos lenguajes, pero la identificación estricta y teórica se va a dar
años más tarde con la semiótica, que después de la Segunda Guerra Mundial en la
década del ’50, se apropiará del diseño y de sus elementos.
En la década del ’20 y del ’30, que es cuando funcionan las escuelas de
diseño, la relación entre lo visual y lo verbal es estrecha, pero no es pensada
en virtud de las categorías lingüísticas. Ya se verán años mas tarde (década
del ’50 en adelante) las relaciones de este tipo, entre la semiótica y el
diseño, con Roland Barthes, o el mismo Humberto Eco, que habiendo comenzado sus
investigaciones en el ámbito del arte, de la interpretación del sentido de lo
estético, se dirige a la semiótica buscando respuestas.
Otra cuestión es cómo llegan los pintores a formularse los
problemas de la forma en términos del lenguaje. Para entender esto es
fundamental conocer la transformación que sufre el campo artístico a fines del
siglo XIX y a principios del siglo XX. En el arte neoclásico, la pintura era
heredera del clasicismo renacentista y de la pintura figurativa, estructurada
sobre los moldes de las figuras de la perspectiva geométrica plana, técnicas de
la representación de lo real conforme a lo que es el mundo, que suponen una
transposición de las cualidades sabidas de lo real en términos del plano, de
modo tal que las relaciones que existen en el espacio tridimensional puedan ser
matematizadas y reaparecer en la tridimensión tal cual como son en la
tridimensión, como relaciones mensurables. El problema de la relación entre la
distancia relativa de los objetos, los objetos distantes, su medida está en
relación con los objetos que están en el primer plano en virtud de los ejes
octogonales, la proyección geométrica que se hace en los ejes octogonales sobre
el plano, esto permitía una técnica de la representación del mundo de carácter
geométrico que permitiese mantener las relaciones de medida que existían en el
espacio real. Por este proceso de matematización es que los pintores alegaban
su derecho a ser tenidos como científicos. Las condiciones de matematización
permitían una representación matemática del mundo en la tridimensión. Conocer
matemáticas era condición para ser pintor. Esto daba cuenta de la antecedencia
de la obra en la mente antes de usar la mano y en definitiva el cuerpo propio.
En 1873, en Francia, se hace la primera exposición de artistas independientes, y allí nace una
transformación muy profunda en las artes plásticas, que es el Impresionismo.
Primero, va a romper con la figuración, aunque no del todo, pues mantiene
algunos aspectos figurativos, pero ya no le interesa reproducir las condiciones
del mundo en la obra. Le interesa reproducir las condiciones del sujeto que
percibe en la obra. Los pintores
clásicos y neoclásicos pintaban tal como debía ser en la realidad, mientras que
el impresionista pinta tal como él ve en el momento en que pinta.
Comienza un proceso de abandono progresivo de la
representación, pero al mismo tiempo no se intenta ya más figurar la realidad,
se abandona la perspectiva geométrica central y empieza a prender la
multiperspectiva (Paúl Cézzane), comienza a aparecer la cuestión del movimiento, en tanto se
entiende que el sujeto real de la percepción no tiene ningún punto fijo, no se
percibe la línea como continuidad, sino que se perciben quiebres perspectivos,
de aquí que la perspectiva se transforme en multiperspectiva.
Así va a aparecer el cubismo, que va a llevar adelante esta idea de la
multiperspectiva, y así aparece finalmente la pintura abstracta, que
directamente reniega de la representación.
Aparecen en distintos lugares pintores que enuncian que la
abstracción no surge de tomar un objeto real y abstraerle los elementos comunes
a cada uno de ellos quitando las figuralidades, sino que es un proceso inverso,
todos los objetos de la realidad son posibles de construir a partir de
elementos abstractos puros con los cuales se puede construir el universo
entero. No se trata de una reducción a la estructura básica sino de la idea de
que en el mundo hay elementos básicos y simples con los que el mundo está
construido.
Los pintores rusos se llaman a sí mismos constructivistas
porque pensaban que podían, a partir de aislar elementos simples pertenecientes
a un lenguaje formal o visual, construir el mundo. Intentaban producir un
lenguaje básico formal con los elementos con los que había trabajado la pintura
históricamente y creían que así, mediante esta gramática formal, elevándola al
rango de lenguaje de las formas, se podía poseer un instrumento con el cual
diseñar en todos los campos del diseño.
El diseño hasta los años ’30 (Bauhaus, Neoplasticismo y
Constructivismo) cubre las necesidades de esa época en función de las
necesidades que la sociedad tenía y la aparición de nuevos problemas, e incluso
la lectura de las formas en clave semiótica, tiene que ver con las nuevas
necesidades de la década del ’50. Así como la aparición del diseño tiene que
ver con la aparición de la producción en serie, la relación entre el diseño y
la semiótica tiene que ver con transformaciones que se producen en el campo de
la economía, sobre todo con el pasaje de la competencia
entre los productos a la competencia entre su significación, o su sentido. Ahí
surgen el diseño, la publicidad, la semiótica, etc. Con el advenimiento de la
demanda simbólica surge otra lógica de la producción industrial, con la
consiguiente nueva lógica del diseño, y
a partir de los ’50 se abandona el problema de la forma y se produce una
identidad entre forma y sentido, semiotización de la forma, la forma es un
signo. De aquí la relación entre semiótica y diseño.
Se da cierta autonomización del valor de uso, que se ve
superado por el valor simbólico, al punto tal de que el diseño pensado en
términos de actividad proyectual, apunta más a generar estrategias de
producción de intercambio simbólico, que a producir formas estéticas validas
para las mercancías. El packaging del producto muestra que se vende imagen,
sentido de un valor de uso, antes que el valor de uso mismo.
En cada momento del desarrollo del capitalismo el diseño va
mudando de acuerdo a estos cambios. Hoy, por ejemplo, la cosa más elemental,
como el diseño de un logotipo, forma parte de toda una estrategia
comunicacional, en la que el logotipo es un elemento aislado de un conjunto de
elementos con los que el diseño construye todo un diseño de imagen.
El diseño tiene una historia y un conjunto de problemáticas
que van cambiando en cada una de sus etapas, ligadas a las transformaciones que
se producen en la sociedad y en la cultura.
A través de todas estas transformaciones hay una especie de
‘bajo fondo’ en común donde lo que encontramos es una serie de problemas que se
trasladan de unas necesidades del diseño
a otras, de un tipo de diseño a otro. Para cualquier tipo de diseño, la idea de proyectualidad del
diseño es central, no hay diseño sin ella, pero para todo diseño las
condiciones de todo proyecto dependen de algo anterior, que se llama programa,
del cual todo diseño parte. Este programa puede venir dado o se le puede pedir
al diseñador que lo haga a partir de ciertas pautas. La eficacia proyectual
está determinada por el programa, si es que se puede hablar de esta eficacia,
si es que la propaganda tiene las incidencias que se supone.
En última instancia, la producción de estrategias en el nivel
de los intercambios simbólicos de una sociedad puede incidir en la formación de
los sujetos y por consiguiente, en su conciencia y en sus prácticas. Si esto no
fuera así, nos preguntamos para que tanta publicidad. El problema no es si
efectivamente lo puede hacer o no, sino en virtud de que lo hace.
Podemos incluso hasta sostener la hipótesis de que el diseño
y la publicidad no sirven para nada porque a pesar de ellos, la gente hace lo
que quiere, y que existen sólo para entretener, sin ser formadoras de nada, ni
estructurantes. Si esto fuese así, la gente sería inmune al diseño y a la
publicidad y estas actividades no cumplirían ninguna función.
También podemos sostener que el diseño tiene incidencia en
las prácticas de los sujetos, es estructurante, pero no sabemos en virtud de
qué, no sabemos cómo funciona esta capacidad estructurante de los intercambios
simbólicos proclamados y proyectados por el diseño. Es misión del diseño
explicar por qué es estructurante.
El fin de este curso de diseño en la carrera es plantear el
fenómeno del diseño como fenómeno comunicacional que cubre cada vez más
ámbitos.
El diseño debe poder acortar la brecha entre la instancia de
producción y de reconocimiento. El diseño en tanto teoría debe poder optimizar
esta relación, debe poder dar cuenta de cómo se produce esta eficacia
comunicacional.
Veamos otro problema vinculado al programa, que siendo
oral-verbal debe transformarse en imagen visual. La pregunta es cómo se
trasladan sus significaciones al orden de la imagen visual, cómo se traduce de
un lenguaje a otro. Si esto no fuera posible, el programa sería inútil.
Resolver esta relación visual-verbal es la gran tarea del
diseño. El problema teórico fundamental para el diseño es pasar las
representaciones pensadas a la obra, transformar la representación pensada en
realización práctica. El pensamiento no puede determinar totalmente la
práctica.
Las preguntas que quedan planteadas entonces son ¿Cómo
interviene el diseño en esta cuestión si se afirma que su condición es la
proyección? ¿Cómo se resuelve la cuestión de la proyección si no se puede
proyectar?
Un programa de diseño es algo
complejo y la manera de llevarlo a cabo es salir al campo a investigar y
relevar. Podemos decir que un programa de diseño pone en juego significaciones
y las significaciones son producidas para ser comprendidas por un
receptor-usuario. El diseñador pone a disposición del receptor-usuario
significaciones que él mismo debe poder leer.
Lo que pensamos no determina lo
que hacemos. O bien nuestro hacer corporal hace algo que no habíamos pensado, o
bien nuestro hacer corporal hace más o menos de lo que habíamos pensado
(entonces el hacer no es un fiel reproductor del pensar). Cabe asimismo
preguntarse de dónde salió lo que hace el cuerpo que no estuvo previsto y
determinado por el pensamiento.
La materia tiene como eje central
llevar a cabo una teoría de la práctica y elaborar una crítica a los supuestos
de las disciplinas proyectuales (diseño gráfico, diseño industrial, diseño
publicitario, arquitectura) desde la filosofía y la sociología. Se plantea
considerar a la práctica sin ponerle a la práctica el pensamiento previo como
determinación y condición de posibilidad. La proyectualidad implica que la
significación tiene que aparecer en el objeto. El programa es del orden verbal
y plantea significaciones, que deben aparecer en la imagen u obra.
PENSAMIENTO
--------------------PRÁCTICA
PROGRAMA------------------------PROYECTO
PREFIGURACION------------------CONFIGURACION
VERBAL-----------------------------VISUAL
FUNCION---------------------------FORMA
SIGNIFICACION--------------------OBJETO
Según Aristóteles, existe un
dominio del pensamiento sobre la práctica. El arquitecto conoce los fundamentos
de la práctica, mientras que el albañil u obrero no los tiene y simplemente
ejecuta órdenes o ideas que otro concibió. El arquitecto es depositario de los
fundamentos teóricos e intelectuales de la práctica, pero no ejecuta la
práctica, pues esto corresponde a un albañil u obrero.
La proyectualidad de las
disciplinas de diseño es tal porque se proyecta el sentido y la significación.
Se sostiene comúnmente que el pensamiento determina la práctica. La práctica es
la práctica de un cuerpo y el pensamiento le dice al cuerpo que es lo que tiene
que realizar. Tenemos dos órdenes, el orden del pensamiento y el orden de la
práctica. En las disciplinas proyectuales comúnmente se considera que el
pensamiento determina la práctica.
Cabe preguntarse cómo se efectúa
el pasaje de la palabra al objeto. El pensamiento es de un orden diferente al orden de la práctica y
no la determina. Hay una potencia de la práctica que es diferente a la del
pensamiento. Esto no implica que lo pensado no pueda ser re-tomado y
reformulado por el cuerpo y que no pueda aparecer de algún modo en la práctica.
La función o delimitación
funcional tiene que reaparecer en la forma. De acuerdo al funcionalismo, la
función determina la forma. La forma tiene que estar determinada por la
función. Los problemas se dan en el pasaje del pensamiento a la práctica, pues
la práctica es continua y el pensamiento es discreto y tiende a la abstracción.
El cuerpo puede reapropiarse de los contenidos significativos del pensamiento y
del programa y reproducirlos de otra manera.
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