Ir al contenido principal

Teórico - Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva - Cátedra: Alabarces - Teórico Nº 1 - 27-06-2007

Materia: Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva              
Cátedra: Alabarces.
Teórico Nº 1                                             Profesor: Pablo Alabarces.
Fecha: 27/06/07                                                               Carillas: 30

Pablo Alabarces: Bueno, buenas noches, ¿podemos empezar? Primero, ¿podemos apagar todos los celulares? Segundo, por las dudas que alguien se haya equivocado: este es el Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva. Buenas noches, bienvenidos a la temporada invierno-primavera 2007 de su programa favorito del miércoles a la noche. Lo primero que tenemos que hacer, antes de entrar en el tema, es toda una serie de conversaciones burocráticas, algunas de ellas tienen que ver con cuestiones de cotidianeidad y colaboración, ya que tenemos que pasar un cuatrimestre juntos. Entonces la primera es, por favor, apaguen los celulares. La segunda: apaguen los cigarrillos, digo, a partir de este momento hasta el, si no recuerdo mal, 21 de noviembre, está prohibido fumar en el aula. Esto es muy sencillo: si empezamos a fumar se imaginan lo que puede llegar a ser en octubre, noviembre, cuando empiecen los calorcitos, sería absolutamente irrespirable. Soy fumador, soy un terrible fumador, entonces, si puedo aguantar dos horas puedo suponer que cualquiera de ustedes puede aguantar dos horas sin fumar; el que no aguanta dos horas sin fumar sale un ratito, se fuma un puchito, no se queden en la puerta y espíen desde ahí con el pucho prendido, y luego vuelven a entrar.

Lo segundo, ya tuvimos algunas preguntas antes de empezar ahí en el pasillo: como suele pasar en todos los cuatrimestres, la mitad de la gente tiene problemas de horario, no los vamos a solucionar ahora. Los problemas de horario son también nuestros problemas de espacio, nuestros problemas de aulas, nuestros problemas de docentes. Entonces, la cosa no va a pasar por ir a la primera comisión que encuentren abierta, porque solamente hay muy pocas comisiones que tienen la cantidad de gente como para aceptar nuevos compañeros, digo esto porque ya sé que muchos de ustedes fueron a la comisión anterior al teórico, que suele ser la más demandada, pidiendo asilo político. No vamos a dar asilo político en la comisión que ustedes prefieran; insisto, la inscripción previa tiene una cuestión de racionalidad de que no haya más de 45 personas en una comisión porque sino es prácticamente impracticable. Entonces lo que vamos a hacer es lo siguiente: en estos dos primeros teóricos vamos a habilitar el clearing, luego de estos dos primeros teóricos no hay más clearing y todo el mundo se queda donde tiene que estar. El clearing va a funcionar así: hoy vamos a cortar seguramente un poco antes (porque todos estaremos agotados a las nueve menos cinco, nueve menos diez de la noche), Fabiola Ferro que está ahí sentada, Jefa de Trabajos Prácticos de la cátedra, tiene una lista de todas las comisiones y va a recoger los pedidos de cambio de comisión y va a habilitar algunos, y otros no, todo tendrá que ver con la validez del pedido y fundamentalmente con la cantidad de gente que tengamos en las comisiones. La mayor parte está muy saturada. Tenemos lugar los lunes de 15 a 17, las otras tienen 45, 45, 45, tenemos lugar los martes de 17 a 19 de la tarde noche, las otras están cerradas, tenemos lugar los jueves de 11 a 13, que es un horario muy cómodo, tenemos una enorme cantidad de espacio los jueves de 15 a 17, donde serán todos bienvenidos porque hay solamente 15 alumnos, y si mal no recuerdo tenemos lugar también los viernes de 9 a 11 de la mañana, donde hay solamente 27 alumnos. Para el resto de los pasajes vamos a ser, lamentablemente, tenemos que serlo, muy duros, porque no podemos tener más de 45 personas en un aula, ya que por un lado, insisto, es impracticable pedagógicamente, y además es la mejor manera que podemos encontrar de fomentar la deserción: empiezan 75 y en total quedan 30 a mitad de cuatrimestre. Bueno, eso no tiene sentido, les pido por favor, entonces, que sean muy racionales en esos pedidos e, insisto, lo pueden discutir con Fabiola hoy al final del teórico, y el miércoles que viene al comienzo del teórico, a las siete de la tarde. Ahí cerramos el clearing y no hay más pasaje de comisión.

Tercer lugar, tenemos una página web. La página web es, si mal no recuerdo, http://www.fsoc.uba.ar/catedras/alabarces/, que vengo a ser yo, y si no entran a la página de la facultad, a la página de la carrera, y en cualquier costado pueden entrar a un link por cátedras a la página de la cátedra. Esa web ya está actualizada, aquellos que porque sí, porque pasaron por ahí, porque dijeron me quiero anticipar a ver de qué se trata, etc., ya la encontraron habrán visto que, por ejemplo, ya estaba anunciado que las clases empezaban esta semana, que el teórico era hoy, que probablemente era en esta aula, que el programa ya está colgado, que están los horarios, que están los titulares de cada comisión, etc. Esa página para nosotros es un instrumento de comunicación muy importante, les pido que lo usen. Y cuando digo un elemento de comunicación importante digo varias cosas. Por un lado, anuncios: por ejemplo, en la portada de la página cualquier tipo de anuncio importante respecto de un paro, fecha de final, etc., va a estar colocado en esa portada que la actualizamos bastante seguido. Por lo menos una vez por semana. En segundo lugar, ya hagan la prueba, métanse y busquen horarios o comisiones, lo que ustedes prefieran, en cualquiera de los dos casos para entrar cada comisión tiene un sitio, esto es, ustedes entran a su horario, y ahí van a encontrar el nombre de su profesor (también pueden rastrear un breve currículum que está dentro de la página, como para saber de qué se trata y de quién se trata), pero además pueden entrar a un sitio interno de la comisión. En esos sitios, algunos más, otros menos, solemos colgar material. Sus profesores de prácticos se lo van a anunciar, en esos sitios de las comisiones suele haber material colgado que a ustedes les puede resultar de mucha utilidad.

Pero además, con esto voy al punto cuatro de estos anuncios burocráticos, lo que vamos a colgar también de la página, aquellos que ya entraron ya lo habrán visto, son todos los teóricos desgrabados de la materia. Esto va porque sabemos perfectamente que a veces la asistencia a teóricos es difícil por cuestiones de horario, sabemos que tenemos un solo horario (no podemos tener más por el tema de las dedicaciones de los miembros de la cátedra: tenemos dedicaciones muy bajas, no tenemos un solo profesor con dedicación exclusiva dentro de la cátedra), entonces, como tenemos un solo teórico y sabemos que eso puede implicar dificultades de horarios, nosotros vamos a colgar la desgrabación de los teóricos que vamos a hacer nosotros mismos, esto es, las desgrabaciones las hace Mauro Vázquez. Mauro desgraba todas las clases y los responsables de las clases teóricas, que venimos a ser María Graciela Rodríguez, que está ahí sentada delante de Mauro, y yo, corregimos las clases, por lo tanto lo que van a tener colgado es una versión bastante fiel de la clase. Eso va estar disponible, lo colgamos en pdf, en acrobat, y somos tan organizados que hasta tienen el sitio de donde bajarse el acrobat por si alguno no lo tiene. Eso va a estar colgado en la página semana tras semana, obviamente con la demora de una semana. ¿Qué significa esto? Lo de la demora de una semana es una alerta porque, ahora voy a esto, pero la semana del primero al cinco de octubre ustedes van a tener un parcial presencial, en cada una de las comisiones de trabajos prácticos, y obviamente los temas de la semana anterior, el teórico de la semana anterior, que vana entrar en el parcial, recién van a estar colgados una semana después. Pero, bueno, menos demora que eso no se puede hacer. Los teóricos, entonces, insisto, van a estar desgrabados, van a estar a su disposición tanto en versión digital como en versión impresa. Semana a semana, una vez que colgamos el teórico, hacemos una versión impresa y la dejamos en la fotocopiadora, con lo cual aquel que no puede distraer tiempo, esfuerzo, papel y cartucho de su laburo o no lo tiene en su casa, va a poder ir a la fotocopiadora a conseguirse una copia del teórico. Esto no significa recomendar la deserción en masa de los teóricos, ni cosa que se le parezca. Quiero decir: la ficción según la cual una carrera universitaria puede hacerse sin pisar una sola clase teórica es justamente eso, una ficción. Esto es, tenemos cuatro horas de carga horaria por semana, dos de teóricos y dos de prácticos, y consideramos que ustedes tienen que cursar todo. Aquellos que ya otearon el programa, de lo cual voy a hablar en la segunda parte de la clase, habrán visto que hay toda una serie de contenidos, unidades y bibliografías de teóricos, y hay otra serie de contenidos, unidades y bibliografías de prácticos. Con lo cual los teóricos son una instancia que no vamos a chequear con asistencia, sencillamente porque es engorroso para nosotros y ustedes y porque, inclusive, en este espacio no entran 488 personas, que es la cantidad de inscriptos de la cátedra, pero sí, por supuesto, los contenidos del teórico se van reputar como conocidos, y se van a evaluar. El teórico es una instancia que entendemos como… si bien a diferencia del práctico puede haber menos participación de ustedes por cuestiones estrictamente prácticas, esto es, son muchos, les cuesta mucho hablar, si hay gente que no levanta la mano en un práctico de veinte personas como lo van a hacer en un teórico de 350... Sin embargo, esto es un espacio de discusión, es un espacio de debate; los teóricos no son un lugar donde se cuentan textos que están en la bibliografía sino que es un lugar donde se discute, se improvisa… bueno ya vamos a hablar sobre qué hacemos en los teóricos, pero, digamos, es una instancia irremplazable. Sin embargo, los teóricos desgrabados pueden a ayudar en parte a reemplazar esa asistencia. Insisto, traten de venir, no solo por esos desacoples temporales de los que hablaba, por ejemplo antes de entregar un parcial, sino porque además este es un buen lugar para venir a discutir, a debatir y hasta en una de esas hasta divertirse. Pero los teóricos desgrabados que, guarda, son teóricos desgrabados, no son textos, porque a veces decimos barrabasadas fantásticas en los teóricos, y eso ustedes no lo pueden citar, no es un texto, no es algo que ustedes van a remendar con citas, con una referencia bibliográfica en un parcial. Son, insisto, instancias de trabajo. La versión desgrabada de los teóricos además tiene otra ayuda, mucho más en mi caso que en el caso de María Graciela, que da muchísimo mejores clases que las mías, es que sencillamente yo hablo muy rápido, lo habrán comprobado en los últimos tres minutos. Y no pienso parar, al contrario, puedo llegar a acelerar, este es mi ritmo habitual. Entonces, lo que normalmente les recomiendo es: loco, relájate y goza. Escuchen, intervengan, discutan, peléense, y luego tienen el teórico desgrabado como para ir a ver qué barrabasada se dijo o qué idea fantásticas se nos ha ocurrido en este espacio. Entonces, no vamos a tomar asistencia en los teóricos, se imaginan lo que sería empezar a pasar papelitos para que nunca falte la firma de Riquelme en una hoja de asistencia, por ejemplo. No lo vamos a hacer, pero, insistimos con que, por un lado, recomendamos la asistencia, y por otro lado, mucho más importante, todo lo que se dé en este espacio es evaluable, se puede tomar, se puede preguntar por ello, tanto en los parciales como en los exámenes finales.

Además de estas clases, tanto las de trabajos prácticos, en las que sí, por el contrario, habrá asistencia (tendrán que terminar con el 75 %), como en las clases teóricas; además, de insisto, estos espacios de discusión, de debate, de creatividad, de imaginación radical, lo que ustedes quieran, además tienen que leer una serie de textos. Llamar una serie de textos a la cantidad de bibliografía que van a tener que leer es sin dudas un eufemismo: van a tener que leer, y van a tener que leer mucho. Desde hace… yo ya tengo algo así como siete u ocho años a cargo de la cátedra, y antes era peor. Cada tanto recortamos un poquitito, porque siempre viene la gente a decir hay mucho material. Jódanse. Pero profesor, yo curso otras dos materias. ¿Quién te mandó a cursar dos materias si esta es la materia más importante de la carrera? Entonces van a tener que leer mucho, algunas cosas fascinantes, otras interesantes, otras mortalmente aburridas y otras que van a tener leer tres veces porque no van a entender un pomo en la primera lectura. Eso es una bibliografía obligatoria de una materia universitaria. No estoy revelando ninguna verdad sorpresiva: van a tener que leer y van a tener que leer bastante.

Ese bastante se compone de diez módulos de publicaciones que saca el Centro de Estudiantes. Siempre esta cátedra publicó por el Centro de Estudiantes y nunca hizo negocios particulares con librerías privadas. El Centro de Estudiantes ya tiene todo el material de teóricos y de prácticos, de acá hasta el final del cuatrimestre, con las fechas en que tiene que publicar cada cosa, por lo tanto la semana anterior al comienzo de cada unidad ustedes van a tener disponible el material que van a tener que leer para cada una. Son seis unidades, y por lo tanto seis módulos de teóricos; cuatro unidades, por lo tanto cuatro unidades de prácticos. Hay una quinta unidad de prácticos, que es la que llamamos la unidad transversal, no tiene bibliografía específica, eso lo discutirán con sus profesores en los trabajos prácticos. Pero aquí, en los teóricos, tenemos seis unidades, todas ellas con una serie de textos, alguna más chiquita, la uno y la dos son breves, la tres es enorme, la cuatro abunda, la cinco anda por ahí y la seis se relaja. Y las cuatro unidades de prácticos tienen lo suyo. Van a tener que leer mucho. A eso le van a tener que sumar un libro, ¿alguien sabe lo que es un libro? Digo, porque todo esto son fotocopias; fotocopias que insistiremos en llamar textos, bibliografía, no apuntes, por favor. Típico del final: como dice el apunte tal. No, apunte un carajo, flaco, apunte es lo que vos tomás en el cuaderno, y estos son textos (agarra un módulo de teóricos), y esto es un libro (y agarra un ejemplar de Hinchadas), estos objetos tradicionalmente rectangulares que ustedes han visto alguna vez en su vida. Modesto, tiene 238 páginas, se titula Hinchadas y lo vamos a tomar en la unidad cinco de teóricos, con lo cual calculen que aproximadamente para mediados de octubre ya lo tienen que estar leyendo. Dije leer, y no comprar: hay ejemplares en la biblioteca, y hay, como todos sabemos, un inmenso mercado negro tanto de las fotocopiadoras como de aquellos que ya lo compraron y se lo quieren sacar de encima, porque esto es un libro y hay una cosa que se llama biblioteca que ustedes no saben qué es. Bueno, pueden ir así al mercado negro para leer el libro.

La materia, digo, esta materia pomposamente llamada seminario, es una materia, y como tal tenemos dos parciales y tenemos un final. Los dos parciales son: uno presencial, lo van a tener en los trabajos prácticos, se toma, como dije en algún momento, del uno al cinco de octubre, cada uno en su comisión. Luego van a tener un segundo parcial que va a ser de carácter domiciliario, en algunas comisiones también puede ser por grupos, tiene que ver con que cada comisión de trabajos prácticos tiene bastante autonomía en algunas de sus decisiones pedagógicas, pero todos van a tener un segundo parcial domiciliario, que les van a dar las consignas en la semana del cinco al nueve de noviembre, y ustedes van a devolver ese parcial, de ser posible contestado, entre el 12 y el 16 de noviembre, es decir, una semana después. Tal como reza el reglamento académico de la facultad para los casos de materias con parciales y final, tienen que sacarse un cuatro en cada uno de los parciales, no promediar, un cuatro, cuatro en cada uno de los parciales. Aquel que o aplace o que esté ausente en una de las dos instancias de parcial (faltar a un parcial domiciliario: un hallazgo), aquel que esté ausente o repruebe alguno de los dos parciales, tiene un recuperatorio, pero uno, solo puede recuperar uno de los dos parciales, el día miércoles 28 de noviembre, acá. Es decir, el recuperatorio no lo vamos a tomar en las comisiones sino que los vamos a tomar todos juntos en este espacio: miércoles 28 de noviembre, 19 horas. Vuelvo a insistir: recuperan solo una de las dos instancias. Luego de eso… ah, perdón, una cosa importante, todo esto está puesto por escrito en el programa, cosa que les voy a dar en un segundo: las fechas, las pautas, los requisitos, etc. Una cosa importante respecto de los parciales es que los parciales van a tener dos partes, somos absolutamente bipolares: teóricos/prácticos, parte uno/parte dos, así. Los parciales también tienen una parte de teóricos y una parte de prácticos, se aprueban las dos. No es que, pongámosle, dos preguntas de prácticos, dos preguntas de teóricos, estudio la parte de prácticos, apunto al diez de prácticos, y compenso el cero que me saco… porque además es cero, porque vieron que hay un viejo mito según el cual si firmo tengo un uno, ¿desde cuándo la firma es una respuesta correcta, debería uno preguntarse? Bueno, tengo diez en prácticos, cero en teóricos, me saco un cinco, ¿qué duda cabe? No, da dos, no me pregunten por qué. Diez dividido dos, da dos, en esos casos. Digo esto, voy a ser muy insistente porque hemos tenido algún tipo de problemas al respecto pero cómo si me fue tan bien en el práctico. Pero no sabías un carajo de teóricos, entonces te quedó dos. Bien. Entonces eso ocurre en los dos parciales. Alcanzado el cuatro o la suma acumulada del diez, en cualquiera de las dos circunstancias, dan un final. Final obligatorio que se toma entre diciembre de 2007 y, si no me fallan las cuentas, creo que es marzo del 2010, es una fecha más, son dos años y un poquito. La mayoría suele tardar dos años y un poquito, no me pregunten por qué, pero los días que se vence un cuatrimestre es una andanada de gente. No lo hagan, yo sé que es al cuete decirlo ahora, lo voy a repetir en la última clase, no lo hagan, den la materia cuando la tengan más fresca. Ese final consiste en que la primera pregunta es de qué querés hablar y ustedes empiezan por ahí, y la calidad de su exposición decidirá cuando terminan. Con esto no hay misterio, sobre todo este final, qué entra y qué no entra, volveremos a hablar el día 21 de noviembre, que es la fecha de la última clase. Bien, hasta ahí todo lo burocrático. ¿Hay alguna duda sobre todo esto? ¿Podemos pasar a cosas más sustanciales?

Ningún alumno de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales o de la Facultad de Veterinaria en la Universidad Nacional de Catamarca entra a cursar una materia sin tener algo de información, algunas fantasías, algunos imaginarios, respecto de aquello con lo que se va a encontrar. Eso deriva de o el nombre de la materia, o la fama de su titular, o simplemente, y esto es mucho más usual, del rumor, la radio pasillo, la información que circula. ¿Qué se dice de esta materia? Se dicen las cosas más terribles. Hay una muy, muy, sistemática que es: en la cursada la pasás bomba pero después te re cagan en el final. Esos son fantasías, que además son contrastables estadísticamente. Esta cátedra tiene exactamente un 12 % de aplazos en las fechas de finales, que en la última fecha, no sé qué nos pasó, se nos cayó al 8 %: estamos severamente preocupados. Por lo tanto, esto no nos transforma ni en un Campolongo I, Campolongo II, Saborido IV ni cosa que se le parezca. Entonces, descuenten esa fantasía. Para agregar a sus fantasías, al final del cuatrimestre ustedes van a hacer lo mismo: les pedimos a todos los alumnos en las comisiones de trabajos prácticos que por favor nos hagan una evaluación de qué les pareció la materia, qué les pareció los teóricos, los prácticos, el material y sus propios desempeños en las cursadas. Terminé de leer las últimas hace poco, estuve muy ocupado en el receso que no fue tal, entonces tengo algunas citas. La más usual es fue la materia que más me gustó, pero para ser más específico un compañero de ustedes dice: “las clases… las clases me ayudaron a mirar la realidad de otra manera”. (Risas) Otra compañera afirma: “esta es una materia de las que se llegan a querer, en serio”. (Más risas) Otra compañera dice: “los prácticos con fulano [para no dar el nombre de ningún profesor de trabajos prácticos] han sido muy ayudosos”. Era un alumno extranjero. Otro testimonio: “la materia es un materión”. Otro más: “gracias por la magia”. (Más y más risas) Después hay algunas que son más personales, por ejemplo, algo que aparece sistemáticamente: “el problema es que Alabarces se va por las ramas”. Cosa que ustedes ya están experimentando en este preciso momento. Y por otro lado, esta me pareció maravillosa, estaba esperando una reivindicación de este tipo, decía así: “no sé por qué las puteadas de Alabarces hieren tantas susceptibilidades si putea menos que mi vieja”.

Bien, la otra cosa en la que insisten es que somos dinámicos, digo, nos reivindican que somos organizados, que la web está genial, que le ponemos onda, que le ponemos pasión, que no faltamos nunca, preparamos las clases, pero además dicen que somos dinámicos. No sé por qué a lo largo de los años ha quedado estabilizado como adjetivo favorito el qué gente dinámica, por lo tanto estamos pensando seriamente en empezar a organizar sesiones de jogging en todos los teóricos, por las dudas vengan de zapatillas los miércoles a la noche. El punto es que todas las fantasías abundan en cuanto a que, una cosa a la que no vamos a renunciar, somos serios. Aun cagándonos de risa, somos serios. Somos serios, tenemos un compromiso de trabajo, estamos absolutamente convencidos de lo que hacemos, de por qué lo hacemos, de para qué lo hacemos, en qué contexto lo hacemos, y entonces cumplimos con eso. Y a partir de eso, entonces, nos arrogamos, por decirlo de alguna manera, cierta autoridad moral para reclamarles a ustedes también una serie de compromisos y una serie de cuestiones. ¿Qué es lo que quiero decir? A grandes rasgos la idea es que ustedes tienen hoy dos contratos. Uno es un programa, y ahí apareció, tienen el programa no solo en la web sino que también lo tienen impreso en el primer módulo de teóricos, entonces lo primero que tienen que hacer es ver el programa, ese programa es nuestro primer contrato. Vamos a hacer todo lo que se dice ahí. Van a tener todos esos textos, todos esos temas se van a discutir en clase a como dé lugar, siempre terminamos un programa, aun en cuatrimestres sumamente accidentados hemos terminado el programa tal como se lo habíamos propuesto. Entonces ese programa funciona como un contrato. E inclusive ustedes pueden esgrimir en sus finales, cuando viene una pregunta insidiosa y ustedes pueden, con los ojitos brillantes decir: eso no entró, eso no está en el programa, yo no tenía que leer eso. Perfecto, nosotros respetaremos esa parte del contrato. Ahora bien, recuerden, el contrato también implica que van a tener muy clara la fecha de los parciales, los modos de evaluación, etc., con lo cual nadie puede arribar con cómo, mañana es el parcial, me olvidé. El otro contrato es este contrato más oral y más informal, que venimos insistiendo desde hace muchos años en mantener y hasta ahora nos dio buenos resultados. A grandes rasgos consiste en que nosotros nos comprometemos a hacer todo lo que yo digo que estamos haciendo, esto es, a tener responsabilidad con el laburo, compromiso con el laburo, a preparar las clases, saber lo que estamos hablando, nunca chantear, sus profesores de prácticos posiblemente sean de los mejores profesores de prácticos que hayan tenido o vayan a tener en toda la carrera: es gente joven, preparada, que se rompe el culo, que labura, etc., por 300 mangos, esto es, en muy malas condiciones de trabajo. Sin embargo, porque las condiciones de trabajo las pelamos gremialmente, y en una de esas también, entonces, cumpliremos con los paros que haya, pero en esas condiciones de trabajo que nosotros aceptamos, vamos a hacer el mejor trabajo posible, y el mejor trabajo posible creemos que es un trabajo de alto nivel, por eso es que alguien nos puede decir: no es una materia es un materión, gracias por la magia. Porque nos la creemos, entonces lo vamos a hacer en serio. Seriedad que no es mucha solemnidad, de ningún modo, pero la vamos a hacer en serio. Y si ustedes, cuando termine el cuatrimestre, tienen quejas respecto de que algún compañero de prácticos no haya cumplido ese compromiso, o que María Graciela y yo no hayamos cumplido ese compromiso en teóricos, no tengan ningún tipo de empacho en recordárnoslo: loco, vos no cumpliste.

A cambio, porque por eso es un contrato de dos partes, lo que le vamos a pedir a ustedes es algo elemental: lean, nada más. Lean, de ser posible, además, lean antes de la clase, y en consecuencia discutan, debatan, participen, métanse, etc. Pero eso no es la parte evaluable, digo, aceptamos todas las timideces, aceptamos todos los estilos; lo que no, por ejemplo, una cosa que nos pone a todos, y hablo en nombre de toda la cátedra, de un humor espantoso es aquel que se mete en la clase y dice: pero a mí me parece tal otra cosa… Flaco, pará, pará, ¿leíste? No, de ninguna manera. El contrato implica que lean antes y después zambúllanse, peléense, discútannos absolutamente todo. Lo vamos a repetir varias veces a lo largo del cuatrimestre: esta materia no tiene textos sagrados, no tiene biblias, no tiene sagradas escrituras. Ni siquiera esto (y muestra el libro Hinchadas), digo, porque Hinchadas está firmado por, entre diez, ocho personas que son entre titulares y ayudantes de la cátedra. Ni siquiera creemos en esto, es más, ya lo estamos discutiendo. Todo puede ser objeto de debate, discutan todo, desconfíen absolutamente de todo, pero su parte del contrato es: lean, laburen, esfuércense. Con esto no estoy evocando a moralidades vanas, o a simplemente no me defrauden, no, no, esto tiene que ver con que, no sé si lo recuerdan, pero son estudiantes universitarios en una universidad gratuita y pública, por lo tanto, son privilegiados. Entonces en función de ese privilegio… ya sé, no es gratuito cuando tienen que comprar diez, o conseguir diez módulos de apuntes, un libro, tienen que sacarle tiempo al laburo para estudiar, tienen que venir hasta la facultad, etc. Nada es totalmente gratuito pero entienden lo que quiero decir: que esta sigue siendo la universidad pública, nacional, Universidad de Buenos Aires, etc., que progresivamente desde la dictadura para acá ha producido una cada vez mayor y progresivamente más salvaje selección natural. Selección que es únicamente de clase: acá no llegan ya las clases populares. Por lo tanto ustedes son privilegiados, por lo tanto entonces nuestra moralidad es una moralidad política: en tanto que privilegiados, mis estimados alumnos y alumnas, tienen que estudiar, y no hay otra solución. Ahí es donde nos ponemos locos, caprichosos, salvajes, necios. ¿De acuerdo? No, no somos arbitrarios, no somos azarosos, no somos caprichosos, somos calentones, digamos, y entonces por ejemplo, la falta de esfuerzo, la falta de dedicación nos irrita profundamente. Cumpliendo ese contrato todo va a ir sobre ruedas y se van a limitar, como les dije, a relajarse y gozar y a dar finales de acá a dios sabe cuándo.

Ahora bien, después de toda esta voltereta, ¿de qué vamos a hablar? ¿De qué se trata esto? ¿Qué significa esa arcana denominación de Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva? Que, como vengo diciendo hace tiempo, la única palabra que es indiscutible es la de, porque hasta la y la podemos poner en cuestión. Dice Stuart Hall en un texto que van a leer dentro de poquito, o dentro de muchito: con cultura tengo el mismo problema que con popular, con popular tengo el mismo problema que con cultura. Si al pobre Stuart le hubiéramos enchufado cultura popular y cultura masiva, hubiera dicho, por ejemplo, ¿que es esto de masiva? Tradicionalmente se habló de cultura de masas, en la teoría comunicacional y cultural contemporánea. ¿De qué está tratando, entonces, una materia que ni siquiera sabe muy bien qué es lo que nombra? ¿Estamos hablando de dos objetos, estamos hablando de uno solo? ¿Qué quiere decir y, cultura popular y cultura masiva? ¿Cultura popular con cultura masiva? ¿Qué significa esa unión, esa propuesta de dos existentes donde, no sé, la tradición anglosajona por ejemplo hablaría solamente de uno? En la tradición anglosajona, todos ustedes han pasado ya por sesudas clases sobre la Escuela de Birmingham y aledaños entre Comunicación I y Comunicación II, y saben que se habla de popular culture, o pop culture, pero no cultura popular por un lado y cultura de masas por el otro. En general la tradición anglosajona tiende a hablar de una sola categoría donde nosotros nombramos dos. Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de aquello que tiene que ser aquello de lo que vamos a hablar en los próximos cuatro meses? Esto es, ¿de qué vamos a tratar o con qué nos vamos a entretener? ¿Qué significa, por ejemplo, una palabra…? A ver, hagamos un esfuercito, descartemos cultura de masas, todos sabemos lo que es la cultura de masas, a grandes rasgos, la afinaremos, la volveremos a discutir, hoy mismo vamos a agregar algo con respecto a qué significa la palabra masas, pero hagamos un esfuerzo, suprimámoslo de nuestras definiciones: cultura de masas, y sí, cultura que pasa por las medios masivos de comunicación, a grandes rasgos, lo solucionamos, pero ¿cultura popular como algo distinto? ¿Qué quiere decir popular en un momento en el cual nada ni nadie nombra, usa, la palabra popular? Cuando se dice esto es popular se están diciendo tantas cosas a la vez que no se dice absolutamente nada.

¿Qué significa esto de lo popular? Bien, lo popular significa la existencia de algo que es consecuencia de una serie de violencias que designaban un desnivel simbólico, allí donde existía un desnivel social y económico. Digo, lo simbólico no puede estar desligado de lo social y de lo económico, esto es, vamos a hablar de diferencias, de desniveles, de jerarquías, desigualdades, de clivajes, de distinciones, vamos a usar montones de esos términos. Lo cierto es que hablar de lo popular nos implica hablar de un desnivel causado por una serie de violencias en relación con otros desniveles que son de tipo social y económico. Y con esto quiero ser bien claro: esto no significa proponer la preexistencia de lo económico respecto de lo simbólico; a esta altura del partido, después de tres, cuatro, cinco, seis, 17 años de carrera, ya saben perfectamente que no es que lo económico preexiste a lo simbólico. Tal dato económico significa, trae como consecuencia, posibilita, determina, tal modo de lo simbólico, pero sí sabemos que hay una interrelación entre lo económico, lo social y lo político y el mundo de lo cultural, el mundo de lo simbólico. Tenemos que movernos siempre en esa relación entre lo que es cultura y lo que no es cultura. Siempre que hacemos teoría y análisis cultural tenemos que saber que hay algo que es cultura y algo que no es cultura; lo van a volver a ver con ese texto de Stuart Hall: no todo lo que produce el hombre es cultura necesariamente, hay que saber distinguir entre niveles. Nosotros nos vamos a ocupar de lo cultural, del mundo de lo simbólico, las significaciones, etc. Bárbaro, pero guarda, nos vamos a ocupar no de la cultura sino de la cultura popular. Adjetivo que necesariamente nos introduce esto que estoy diciendo: la noción de desnivel, la noción de jerarquía, de diferencia, de distinción, de clivaje. Poder hablar de algo llamado popular es porque hay algo que no es llamado popular. El adjetivo introduce un quiebre, introduce una ruptura en la que tenemos que ser muy cuidadosos: si hay algo a lo que puedo llamar popular es porque hay algo a lo que no puedo, o no debo, o no quiero, llamar popular. Y esa distinción, esa fractura, ese quiebre, esa discontinuidad, ese clivaje, esa exclusión, esa diferencia, ese desnivel, esa jerarquía, remite, justamente, a la idea de lo jerárquico: hay algo que es popular porque es inferior a algo que no es llamado popular. No estoy diciendo nada demasiado sofisticado, simplemente estoy tratando de poner un poco de orden teórico a algo que más o menos es común para todos ustedes, digamos, que ya tienen, insisto, tres, cuatro, cinco, 25 años de carrera. Decir cultura popular implica, introduce una discontinuidad, un quiebre, una fractura, un clivaje, etc., dentro de un mundo en el cual hay cosas que son populares y hay cosas que no son populares.

¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que en una sociedad democrática (en el sentido fuerte de la palabra democrática, no en el sentido institucional, republicano, etc.; en el sentido fuerte: la idea de una sociedad sin divisiones, sin jerarquías, sin clases, etc.) no se hablaría de cultura popular. La utopía de una sociedad sin clivajes, que es una utopía fuerte del género humano en su conjunto, no incluiría la noción de cultura popular, sencillamente porque una sociedad que no tenga distinciones, desniveles, jerarquías, discontinuidades, fracturas, quiebres, desplazamientos, lo que sea, económicos y sociales, no existirían tampoco en el mundo de lo simbólico; no habría cultura popular en esa sociedad utópica. Y esto no implica que nos pongamos a discutir ahora el caso de los socialismos reales o cosas por el estilo. En una sociedad radicalmente democrática habría una cultura radicalmente democrática que nos evitaría distinguir entre aquello que es popular y aquello que no es popular.
Esta distinción entre popular y no popular en términos de jerarquía, de clases, etc., era visible e indiscutible hace 31 años. Esto es, hace 31 años toda esta introducción habría sido absolutamente redundante. ¿Por qué? Porque hace 31 años la palabra popular evocaba de por sí, naturalmente, ese significado: acá hay una diferencia, acá hay una jerarquía. Una jerarquía, una diferencia que, además, nos reenviaba a lo político, a la idea de lo político; lo popular estaba fuertemente vinculado a la idea de lo popular politizado. Sobre eso volveremos en algún punto de nuestras clases, especialmente en las que va a dictar María Graciela. ¿Por qué dije 31 años? Porque hace 31 años empezaba la dictadura, y es nuestra hipótesis (más que nuestra hipótesis podemos afirmarlo como dato) que la dictadura es el comienzo de una reestructuración tan feroz de nuestra sociedad, en absoluta consonancia y contemporaneidad con una reestructuración muy radical de todas las sociedades contemporáneas (lo que va de los años 70 a los 90), reestructura de una manera tan, tan brutal nuestra sociedad que inclusive nos hace perder de vista de qué estábamos hablando, y de qué estamos hablando, cuando hablamos de lo popular, de la cultura popular. ¿Son épocas mejores, son épocas peores? No sé, yo tengo mi propia evaluación tanto como ustedes deben tener las suyas; no vamos a caer en el romanticismo de decir todo tiempo pasado fue mejor, como bien dice Spinetta, mañana es mejor. Pero lo cierto es que hubo un cambio, hubo una reestructuración profunda de lo político, de lo social, de lo económico, de lo simbólico que nos lleva a que hoy, 31 años después, no podamos tener, no podamos proponer, el mismo curso que podía proponer Aníbal Ford en 1973, cuando decía:

El trabajo crítico debe ser un trabajo de afirmación de la conciencia nacional y popular, una forma de enfrentamiento con la cultura oligárquica y el imperialismo (…) Es decir, por un lado, como ataque a la cultura dominante, a la cultura reproductora del sistema elitista y dependiente, naturalizadora y confirmadora del orden existente, a la cultura de la apropiación, de la reificación, de la alienación, de la mitificación, de la represión, etc. Por otro lado [porque la cosa era fuertemente dicotómica], como afirmación y exploración de los procesos que se oponen a la cultura dominante, a esas formas culturales que a pesar de estar sometidas a la expropiación, a la recuperación desdialectizadora, a la represión, fueron o van formando, junto a las otras luchas, una conciencia nacional y popular.

Este es, obviamente, un texto muy fechado. Es un texto de Aníbal Ford del año 73. Y ese texto en el 73 no solamente era posible, previsible, inteligible, era hasta obligatorio. Esto es, no podían decirse, en determinados ámbitos, cosas distintas de las que propone Aníbal Ford en ese momento. Sin embargo esta versión tan radicalmente bipolar, tajante, mutuamente excluyente, lo dominante por un lado y lo popular por otro, y lo popular enfrentando a lo dominante en términos de una conciencia nacional y popular patatín patatín patatero, hoy no lo podemos formular de la misma manera, no lo podemos decir de la misma manera. En 1973 este curso hubiera sido distinto. En 1976, por supuesto, este curso hubiera sido imposible. Y es que necesita ser de otra manera. ¿Por qué? Porque la escena cultural contemporánea nos ofrece otro escenario y entonces en tanto que estamos haciendo análisis de la cultura, y no historia de la cultura (aunque nos vamos a meter en la historia de la cultura), contemporánea, ese es el eje; aunque no parezca (ahora vamos a discutir lo que vamos a ver en el programa) estamos haciendo análisis de la cultura contemporánea, entonces por supuesto no podemos dedicarnos a historizar cómo se veían estas cosas hace 30 y pico de años. Nos interesa ver qué herramientas, qué materiales tenemos que usar, y de qué manera podemos interpretar, analizar, la cultura contemporánea, la cultura popular, la cultura de masas, admítanme provisoriamente la vaguedad de los término. Y tenemos que tomar en cuenta, entonces, ese nuevo mapa, ese nuevo escenario de la cultura contemporáneo.
Voy a leer una cita de un famoso intelectual argentino contemporáneo, les pido por favor que atiendan a ver si pueden saber de quién es.

Volvieron los grasitas, los descamisados, la gente común. En lugar de lavarse las patas en la fuente de Plaza de Mayo, se van a debatir a la tele. Estamos ante un moderno 17 de octubre, con Tinelli como Perón y Susana como Evita. Las nuevas estrellas gritan, les faltan los dientes, se comen las eses y la mayoría de las veces carecen de habilidades para mostrar. Pero protagonizan una revolución en la televisión y entierran a las poderosas ficciones. Los críticos, como Braden en la verdadera historia, corren ante la invasión del populacho. Aseguran que estamos viviendo el apocalipsis televisivo y que tanto Marcelo como la Giménez solo saben repetirse, que las cámaras ocultas no son ocultas; esa es la gracia tontitos, que no son ocultas. La gente de verdad seguirá desfilando por los programas de Tinelli y de Susana intentando tocar una sonata con un serrucho o tratando de sacarle sonido a un corcho. Tal vez sean mejores los informes de La Liga, el humor de TVR o las actuaciones en Botines, pero la gente elige otra cosa. Y desde que la tele es tele, se hace por la gente. Solo faltarían los bombos de fondo para que los críticos se suicidaran en masa. Pero eso ya sería una alegría completa.

¿De quién es esto? Recursantes abstenerse. ¿Nadie sabe? Nadie leyó en esta prosa…
Alumna: Verbitski.
Pablo Alabarces: Acá dice una Verbitski, ¿quién da más?
Alumna: Rial.
Pablo Alabarces: ¿Quién dijo Rial? Le toman el nombre y apellido a la compañera. Sí señor, Jorge Rial, antropólogo argentino contemporáneo, con un doctorado en Harvard y un posdoctorado en Yale. Esta es una declaración del 16 de julio de 2005, pero Rial dijo el 10 de mayo de 1997:

Como aquellos "cabecitas" que osaron posar sus patas en las fuentes de Plaza de Mayo aquel 17 de octubre de 1945 [falso: eran las fuentes de Plaza Congreso, no eran las de Plaza de Mayo], los desclasados de hoy tomaron por asalto la televisión criolla. También, como en aquellos tiempos, los oligarcas de antes y los sensibles críticos de ahora lanzan gritos histéricos de horror: "¡Los negros nos invaden!"

Hay que reconocerle la coherencia, en ocho años, supongo que hoy seguirá diciendo lo mismo. Ahora fíjense qué interesante: volvieron los grasitas, los descamisados y la gente común, y en esta secuencia tenemos descripto un escenario de la cultura de masas contemporánea. Volvieron los grasitas, los descamisados y la gente común. ¿No les dice nada esa serie? Fíjense qué secuencia interesante: los descamisados, los grasitas y la gente común. Fíjense que de un término marcado por su politicidad, a un término marcado por su plebeyismo irreverente, a un término marcado por, por, por… nada. Por nada. Los descamisados, digo, fíjense qué potente que fue la palabra descamisado que, inclusive, era el nombre del semanario montonero de los años setenta: se llamaba El descamisado. Mierda, no era un título descriptivo, un rótulo; como hacen muchos estudiantes dice la Real Academia Española: dícese de hombres sin camisa. No, pará, descamisados, insisto, el título del semanario montonero, un término cargado de politicidad. Los grasitas. ¿Quién usó lo de los grasitas? La abanderada de los humildes: llevo a los grasitas en mi corazón, denme un abrazo mis grasitas. Un término cargado de ese plebeyismo irreverente (volveré sobre esto) que está muy fuerte en el peronismo (sobre el que volverá María Graciela). Y de pronto estos dos términos tan cargados de politicidad, de semanticidad muy fuerte, de conflictos, términos cargados de conflictos, ¿quién dijo los descamisados? La burguesía, veía pasar la gronchada por la calle que iban rumbo a la Plaza de Congreso primero a lavarse las patas, y luego a la Plaza de Mayo para reclamar la presencia del coronel del pueblo, decían qué querés con estos descamisados, así como hoy pueden decir qué querés con estos negros, con estos bolivianos, con estos piqueteros, etc. Descamisado es un término conflictivo, grasitas es un término conflictivo, gente común es un… gente común no es nada. Y sin embargo es esta la secuencia que establece nuestro famoso antropólogo contemporáneo: descamisados, grasitas, gente común. Estamos ante un moderno 17 de octubre, con Tinelli como Perón y Susana como Evita. Aquellos que quieran, hay un libro mío del 2002, se llama Fútbol y patria, donde en el capítulo dedicado a Maradona cuento cómo Carlos Ares, periodista contemporáneo que ustedes deben conocer, habló de Maradona como una Evita posmoderna, esta cosa de que evidentemente algo pasará con el peronismo que obliga a todo el mundo a posicionarse al respecto. Los críticos, como Braden en la verdadera historia, corren ante la invasión del populacho. Y frente a eso, frente a lo que la gente elige, ¿qué es lo que opone nuestro famoso analista? Dice: Tal vez sean mejores los informes de La Liga, el humor de TVR o las actuaciones en Botines. Es interesante porque está diseñando una polaridad que nos resulta especialmente significativa para nosotros. Polaridad que aparecía en su texto del 97. Decía:

Tanto jodió Bernardo Neustadt con Doña Rosa que al final apareció en televisión. Se putea, se habla de sexo con lenguaje saunero, se muestran las bajezas más grandes y nada es ficción (…) Que los críticos bajen del penthouse y se den una vuelta por el barrio. Allí se van a encontrar con cientos de Samanthas, Natalias, Jacobos, y Süllers [¿Se acuerdan cuál es la referencia, no es cierto? El caso del jarrón, de Coppola, de Samantha Farjat, Natalia Denegris, Jacobo Winograd. Süller en cambio no es historia porque, todos sabemos, la hemos visto colgada del caño el lunes pasado, sin ir más lejos]. Eso sí, no se olviden de que también los inmaculados críticos ayudaron a crear estos Frankenstein modernos. Que los críticos bajen del penthouse y se den una vuelta por el barrio.

Polarización interesante, ¿no es cierto? Aquí tenemos no una secuencia sino un eje de oposiciones: penthouse por un lado, barrio por el otro. Donde el penthouse… penthouse, ¿alguien sabe qué mierda es un penthouse? Un penthouse vendría a ser una especie de dúplex o tríplex en otras épocas, es un término ¿saben de quién? De Isidoro, es un término de la época de Isidoro Cañones, lo que delata la edad de Rial. El penthouse, que los críticos se bajen del penthouse. El penthouse, entonces, está significando el alejamiento, la distancia, la incontaminación con lo popular. Esos son los intelectuales. Frente a eso, el barrio. El barrio es donde está lo popular, es lo verdadero, es bárbaro, es la tierra, es el contacto con la gente, entonces los críticos están… ¿estaremos? ¿De qué lado estamos nosotros? Pregunta jodida esa: ¿de que lado está uno? Dice Michel de Certeau en un texto que van a leer para la clase que viene: ¿desde dónde hablamos nosotros? Es una pregunta terrible, es una pregunta espantosa. ¿Dónde estamos nosotros, desde dónde hablamos nosotros? ¿Del lado de los críticos del penthouse o estamos en el barrio, con la gente? Con Rial, lo cual es jodido, porque puesto así uno dice: no, macho, yo estoy con el barrio. Sí, estás con Rial; acá estamos hablando desde Rial. Si uno sigue la polaridad rialesca, la distinción bourdeana en términos de Rial, si uno se para del lado del crítico, no está mal porque viviría en un penthouse, digamos, pero si se para del lado del barrio, porque yo banco la gente, yo quiero a la gente, etc., resulta que está parado al lado de Rial. Esto tiene varias respuestas, por ejemplo decir no, flaco, esa no es nuestra visión, pero lo cierto es que Rial lo plantea de esa manera. Y cuando Rial, digo, estos son textos que tienen dos años o diez años, pero Rial puede seguir afirmando exactamente lo mismo… es más, como ya lo tiene en la memoria volverá a cortar y pegar, volverá a los negritos, la plaza de mayo, la mar en coche, y dirá, como les decía: Tal vez sean mejores los informes de La Liga, el humor de TVR o las actuaciones en Botines. Fíjense qué desastre, porque ¿qué elige para contraponer a la televisión de la grasitas, los descamisados, la gente común, la negrada, los Süller, los Gran Hermano, por supuesto, Bailando por un sueño, Patinando por un sueño, Me cago por un sueño, lo que fuere? ¿Qué contrapone frente a eso? La liga y TVR. ¿Qué podríamos agregar acá? A ver si captamos la connotación, la serie semántica que está estableciendo Rial. Tenemos La Liga, tenemos TVR, ¿qué más?
Alumnos: CQC.
Pablo Alabarces: CQC, por supuesto, ¿qué más? ¿Qué más podríamos agregar? Claro, no hay mucho, estaba Okupas, estaba Tumberos, uia, los producía Tinelli (risas). No está más, pero también estarían acá las cosas de… vieron que Suar siempre tenía una pa’ la gilada y una para nosotros: Verdad Consecuencia, la terapia de grupo de los martes a las diez de la noche, bueno, eso estaría en esa lista. ¿Qué más? Y no hay mucho más, porque justamente, como se dice ahora, la tele basura ha desplazado a los programas serios, por ejemplo Los siete locos de Cristina Mucci. Eso estaría en esa serie, pero ¿qué es esa serie? La televisión inteligente. Esto venía muy al final, lo voy a saltear, cuando tengamos un ejemplo más adelante.
Vamos a la televisión inteligente. Voy a dar un ejemplo de esa televisión de los críticos, de los críticos del penthouse, de las cosas que no elige la gente común. Ayer le escucho decir a Eduardo de la Puente, luego de un informe que transmiten sobre la oferta de sexo de los travestis en El Rosedal. Dice de la Puente, textualmente, insisto, en un programa serio, de los intelectuales, que no andan con bajezas, con humor vulgar, con sexo chabacano, con caños y boludeces por el estilo: la verdad para ser traba en El Rosedal, en invierno, hay que tener unos huevos así de grandes. Y uno dice, la mierda estos intelectuales, los programas serios. O TVR, por ejemplo, un programa crítico, filoso, agudo, implacable, que pone a un pelotudo ahí adelante, que viene exactamente del mismo lugar que se pretende criticar, todos son televisivos, todos son estrellas televisivas, le dan un silloncito, ahí el pelotudo/a de turno, se desparrama con un whiskacho al costado, y cada tanto lo interrogan: ¿y qué te parece? Qué inteligentes que son, qué agudos que son. Cuando terminan les dicen ¿y qué te pareció? Qué inteligentes que son, pero no se pierdan mi próximo programa en canal once. El que piensa, pierde, como el programa de Les Luthiers. Ese es el programa inteligente, estamos jodidos. Fíjense que la dicotomía de Rial, si desplazamos (en el segundo texto ya se olvida de los intelectuales del penthouse), del penthouse al barrio se traduce, se modifica en: de tevé seria a tevé basura. El problema con la dicotomía es: ¿y ahora, dónde están parados ustedes? Recuerden que acá está Rial (y señala a la tevé basura), es mala compañía, pero acá está De la Puente (y señala a la tevé basura) ¿Dónde nos paramos? ¿Dónde se paran ustedes? Como dice Michel de Certeau, nuevamente, ¿desde dónde hablamos nosotros?

Pero para qué tirarle tanto a Rial teniendo tanto. Dice la señorita Claudia Ciardone en la revista Pronto del 24 de enero de 2007. Debo confesar algo: mis primeros cuatrimestres están más actualizados que los segundos cuatrimestres, porque ¿qué pasa? Llega enero, uno está al pedo, prendo la tele y me engancho. El año pasado los tuve locos con Sos mi vida, este año, en el primer cuatrimestre, los tuve locos con Gran Hermano 4, ahora en cambio me está costando ver el Gran Hermano, vi el primer programa, digamos, y todavía no lo pude dejar, pero todavía sigo queriendo a Claudia, a Marianela, a Diego, a Osito, Jessica, los tengo todos acá. ¿Cómo se llamaba el vegetal ese que de pronto a las 147 semanas dijeron piedra libre al fulano que está escondido detrás de un helecho? Se acuerdan de Claudia Ciardone, que era la rubiecita que fue la primer en irse, que después entró de nuevo y qué sé yo. Claudia Ciardone, que estaba un vagón, le duró apenas una semana, dice:

–Algunos dicen que sos la nueva Tamara Paganini. ¿Te sentís cerca de ella?
–Puede ser, tenemos un parecido…
(…)
–Das imagen de comehombres [guarda con ésto], ¿lo sos?
–No, nada que ver, soy lo más villera que hay.

Y de pronto tres décadas de teoría cultural tiemblan y dicen uhh. Por ahí anda la cosa, ¿qué es Gran Hermano sino la pretensión de una democracia falaz, un espectro de representación pretendidamente universal, pero que con un poco de dureza muestra rápidamente las fisuras? No pude ver, insisto, la selección de este programa. No, además, son 18 pelotudos, hay que tener paciencia para identificar… me enteré que hay un cana, la vez pasada había un sopre, entonces sacan al tumbero y ponen a un cana. El equilibrio de Gran Hermano es fantástico: saco un sopre, pongo un cana. Y uno dice, bueno, ¿cómo está la representación? Y la representación del primer Gran Hermano era un sopre (lo que da uno cada 18, está bien, no está mal), un puto… no, ahí ya no estamos bien, porque quiere decir que si los homosexuales argentinos son solamente ese porcentaje evidentemente la representación no está muy clara. Igual, se fijaron que además insisten en lo provincial, porque eso le da el tono federal. Pero lo del sopre era interesante, era confiar un groncho. Además de todas las rubias teñidas (como decía un amigo médico: cuando la operemos de la apéndice vas a ver que es teñida), una morocha tiene que haber, ahí está interesante lo de Marianela, jugando callada se comió a uno, dos, tres, cuatro, hasta llegar a 17. Lo de la morocha argentina me parece un tópico interesante frente a tanta rubia oxigenada, frente a tanta mujer de la rama femenina del PJ, son todas rubias. Ahora, algún groncho, y ahí estaba Diego, el sopre. Era un groncho interesante. El que creo que es un cana, es un groncho más clásico: cabezón, cuadradote, gordote. En cambio Diego era un groncho interesante, un groncho que trabajaba más sobre lo que es el clásico reducto de la paquetería burguesa según la cual los gronchos cojen que da calambre. El problema es que cuando uno veía el conjunto y, decía, bueno, dónde está lo de la democraticidad de esta representación, se encontraba con que en realidad había 18 pelotudos que se pasaron durante tres meses diciendo me gusta, no me gusta, me gusta, no me gusta, qué hago, gusta de mí o no gusta de mí, me lo transo o no me lo transo, me lo aprieto o no me lo aprieto, eran 18 pelotudos. Con lo cual la representación, la falaz representación democrática que Gran Hermano postula respecto del universo de una sociedad hace agua por todos lados. No podemos ser tan pelotudos, digamos, lo somos bastante, debemos reconocerlo, pero no es que la sociedad argentina puede estar representada en esos 18 gansos. Pero sin embargo la postulación es esa; es que en realidad toda la cultura de masas continuamente postula una representación democrática falaz a través de una serie de mecanismos que, sin duda, son bastante inteligentes, y que uno entonces tiene que, bueno, desarmar; uno tiene que desarmar, tiene que ser lo suficientemente hábil y crítico como para desarmarlo. Quiero decir, para usar un término populista, hay que gente que se la cree, yo no, porque soy más inteligente que ellos. Stuart Hall, en ese texto que yo cité y que van a leer dentro de muchito, dice algo así como que el argumento de la popularidad por el consumo de masas tiene una trampa, que es la trampa de los tontos culturales, los zombies culturales; claro, estas pelotudeces son para la gilada, para uno no, porque todos nosotros somos más inteligentes que ellos, porque estamos en el penthouse, nos gusta la tele seria. Nuevamente, dice de Certeau, ¿desde dónde hablamos nosotros?
¿Me permiten un poquitito más de citas? Una cita infaltable, que no ha perdido su eficacia cuatrimestre tras cuatrimestre, que no tiene reemplazo, me encantaría cambiarla pero no tiene reemplazo. El 2 de julio de 2001 Marcela Tinayre le dice a Clarín, a Fernanda Iglesias de Clarín (digo, el hambre y las ganas de comer). Dice Fernanda Iglesias: “Vivís en una casa superpaqueta, sos una mujer fina [mujer fina, término que también revela la edad de Fernanda Iglesias; ya no se dice más, eso de mujer fina también es de la época de Isidoro Cañones], ¿de donde te sale ese costado reo que mostrás en la tele?”.

Soy así. Es cierto que tengo un gusto innato por la decoración y la forma de vestir que tiene que ver con mi historia y mi educación, pero adoro las cosas populares, soy muy mal hablada, tengo una platea en la Bombonera, toda la vida fui así, es algo que tengo incorporado, es parte de mi personalidad, me divierto mucho conmigo misma, y necesito estar al borde.

Con lo cual Marcela Tinayre, nos reacomoda, nos está explicando mejor todavía qué es lo popular: es putear y ser hincha de Boca. Bienvenidos los hinchas de Boca al mundo de lo popular, se ve que es una garantía: platea en La Bombonera=popular. Está buenísimo eso, y si puteamos… debo reconocer los flaqueos por el lado de los hinchas del Boca, pero putear seguro, eso nos transforma en un sujeto popular según Marcela Tinayre. Pero, claro, fíjense que además se hace en relación con una mujer fina, una mujer paqueta: el estudio, el estilo, la tradición, Chiquita Legrand, etc., la casa en Palermo Chico. En relación con eso de pronto Marcela Tinayre dice: ah, pero guarda, yo estoy al borde, yo puteo y tengo una platea en La Bombonera. Y entonces lo popular se transforma en plebeyo, lo popular se transforma en una serie de contenidos, repertorios, prácticas que son graciosamente asumidas por las clases medias, medias altas, y altas, para darse chapa de popular. Y este es un término sobre el cual vamos a trabajar largo y tendido a lo largo del cuatrimestre: esta idea del plebeyismo, qué es eso del plebeyismo. Insisto, incorporar repertorios de prácticas, de hablas, de vocabularios, de lenguajes, de modismos, que tradicionalmente proceden de lo popular, y que son capturadas en una operación presuntamente democratizadora, pero no es tal. Quiero decir, la aparición de Marcela Tinayre en una platea de La Bombonera puteando a un árbitro no la transforma en un sujeto popular, ni nos habla, seguro que no, de una presunta, absoluta y radicalmente falaz democratización de la cultura. La cultura argentina no es más democrática porque Marcela Tinayre vaya a la cancha y putee o porque Macri sea hincha de Boca. Y si es, me equivoqué. En principio, al menos acéptenlo como hipótesis, como punto de partida del curso, la cultura argentina no se ha vuelto más democrática por el hecho de que sus clases medias y medias altas se hayan vuelto hinchas de Boca. No se ha vuelto más democrática por eso, pero sin embargo ese movimiento está. Dice, y aquí tiro otra cita, Diego Fischerman, un excelente crítico musical de Página 12 en un texto del año 2000:

Hoy los ricos son, en general, más ricos y los que eran más o menos pobres ahora lo son del todo. Pero en algo la sociedad se ha hecho más igualitaria. Proust y Anton Webern no conquistaron a las barriadas populares pero, en cambio, la música que en las casas de buena familia otrora sólo escuchaban las sirvientas se ganó sin dificultades el favor de rugbiers, jóvenes yuppies, encantadoras modelos y promisorios entrepeneurs. Mozart y Beethoven no llegaron a las villas pero la bailanta se apropió de los casamientos en San Isidro y de las fiestas de graduación en los colegios de Belgrano.

Definición que es, sin duda, impecable. Como decía un informante de la hinchada de Racing: qué querés loco, la cumbia se lo chupó todo. Uno va a cualquier casamiento, baile, cumpleaños, y de pronto, Damas Gratis, y ahí sale toda la negrada…perdón, toda la blancura, sale a bailar diciendo qué divertidos que son los negros. Los colegas que trabajan en el terreno me hablan de los niños bien (más bien de clases medias, tampoco de clases altas), los niños bien hijos de familias de clases medias que van a las bailantas, textual, a levantar negritas, porque son fáciles. Esto no vuelve más democrática, de ninguna manera, a nuestra cultura. Por el contrario, nos permite, nos reclama, insistir en hablar de la distinción, la diferencia, el clivaje, la desigualdad, la jerarquía, etc. El problema es que esto se vuelve más difícil porque la superficie, por el contrario, aparece recubierta de este democratismo falaz: Marcela Tinayre va a La Bombonera, y los chicos de clases altas escuchan bailanta y se cogen negritas. ¡Qué democráticos que somos! ¡Qué bárbaro!

Permítanme otra cita. Dicen unos muchachos que en una época eran conocidos como Los Nocheros pero ahora son Los Nocheros menos uno más uno, porque uno se les disparó para hacer carrera solista. Pero esta es de la época en que los cuatro eran cuatro. Dice el intelectual orgánico de Los Nocheros, Mario Teruel: “Me enteré que un periodista de los intelectuales habló bien de nosotros en una nota y lo escracharon porque escriben para el grupo de los intelectuales amigos que escuchan Chick Corea y Miles Davis”. Que están ahí en el penthouse, digamos. Sigue más adelante Mario Teruel: “¿Qué es lo que les molesta? ¿Que los artistas metan gente? ¿Que se hagan populares?”. Sigue Quique Teruel, hermano del intelectual orgánico Mario Teruel.

Después sale el Chango Farías Gómez a decir que somos una versión aggiornada de los Tucu Tucu. Nada que ver, ­el Chango es un capo pero ha estado más cerca del flamenco que de Los Chalchaleros. No sé si está muy autorizado para hablar. No nos estamos justificando. El Chango dice que nos parecemos a los Tucu Tucu, yo digo que nunca vendió un disco y punto”.

Fíjense qué interesante el corrimiento de la argumentación, por un lado el Chango Farías Gómez dice que nos parecemos a los Tucu Tucu, yo digo que nunca vendió un disco. Es decir, a un argumento estético se le contesta con un argumento presuntamente ético. ¿Entienden el deslizamiento? El argumento estético del Chango Farías Gómez es se parecen a los Tucu Tucu. ¿Alguien sabe de qué está hablando el Chango cuando dice Tucu Tucu? Es muy vejo, es anterior a Isidoro Cañones: era un grupito folklórico de mierda, que se ha perdido en la historia, como si hoy dijera, qué sé yo, una banda mala, mala, Callejeros por ejemplo. La respuesta no es estética; la respuesta es, en principio, ética: yo digo que él no vende discos. Claro, una ética tramposa, una ética que asigna posiciones culturales según la venta. La calidad estética se reputa como la calidad comercial. Pero esto sigue, y dice:

Otra cosa que molesta es que la música nuestra es simple y sencilla. No hay pasajes de jazz, ni mezclas afrofusión, y por eso la tildan de livianita. Bueno, nosotros no sabemos hacer cosas elaboradas. Tenemos nuestras limitaciones, somos conscientes de ellas, y podríamos llamar a los mejores arregladores (…) pero no es lo que sentimos.

Esto es, sí, somos una mierda, ¿y qué? ¿Cuál es el problema? Es más, podríamos ser mejores pero no se nos canta el orto. “Tampoco creemos –agrega Mario Teruel– que empezar por una zamba, hacer un pasaje de jazz, otro de flamenco, irse a Arabia Saudita y volver con una chacarera sea necesariamente hacer algo groso”. Es decir, la fusión se transforma en la parodia de la fusión, esto es: empezar por una zamba, hacer un pasaje de jazz, otro de flamenco, irse a Arabia Saudita y volver con una chacarera. Entonces de pronto eso que se dice más arriba como la afrofusión es, insisto, una fusión puramente paródica de cualquier tipo de experiencia estética con la música popular. Frente a eso, afirma Mario Teruel: “Nuestros discos son dignos, sanos, románticos, con mucha fuerza pero sobre todo folklóricos”. Canejo, le faltó agregar. Y antes, y esto es un término muy interesante, “podríamos hacer cosas mejores –dice- pero no es lo que sentimos”. Ahí está la madre del borrego: el sentimiento, la pasión, lo auténtico, lo que me pasa por las venas, lo que siento en las pelotas, porque si hay algo que hay que tener en la cultura argentina contemporánea son huevos. ¿Vieron que hay huevos por todos lados? Pongan huevo, hay que tener unos huevos así, dice Eduardo de la Puente, hay que tener unos huevos terribles, pusieron lo que hay que poner, todo el tiempo la metáfora dominante es la de los huevos. Estamos en un escenario cultural que más que escenario parece un vestuario... Decía, entonces, lo que hay que tener es pasión, lo que sentimos, esto es auténtico, esto. Yo le pongo corazón, esto es lo que siento, como la gente, porque la gente siente cosas, a la gente le pasan cosas, hay que sintonizar con el sentimiento de la gente común, lo que importa es lo auténtico, las pasiones auténticas, es aquello que no se duda, porque pasan los intelectuales, viste, y la ideología, pero esto es natural, esto es sencillo, las cosas sencillas de la vida, las propagandas de Knorr, las propagandas de Quilmes. La pasión, si somos argentinos cómo no le vamos a poner pasión a todo lo que hacemos, dice el slogan publicitario. La pasión se ha vuelto argumento cultural por excelencia, en tanto que la pasión sea el sustento de una práctica, esa práctica se vuelve automáticamente legítima, por eso Los Nocheros son buenos. ¿Por qué hacen buena música? No, si es una mierda. ¿Hacen cosas elaboradas? Si no tienen oído, no tienen arreglador. ¿Hacen buen folklore? Mierda, hacen boleros: pero son auténticos, hacen lo que sienten y venden muchos discos. Y entonces, según los hermanos Teruel, ahí está la clave de lo popular.

Evidentemente no estamos hablando de lo popular; de lo que estamos hablando es de las maneras como la cultura de masas pone en escena las desigualdades, las desniveles, los clivajes, las jerarquías, las discontinuidades, las rupturas, las fracturas, aquello que es desigual, pero sin nombrarlas, escamoteándolas, disfrazándolas, hablando de la gente de una manera estruendosa, como hace fundamentalmente el dueño del término la gente, por ejemplo el diario Clarín cuando el día de la primera marcha de Blumberg titula: la gente dijo basta. Y entonces todos los pelotudos, incluyendo a los políticos, dicen a la mierda, si la gente dijo eso debe ser en serio. Y entonces la gente encubre, a través del verso de la gente, a través de la gente que ve tele basura, que está en el barrio, hace cosas sencillas, son los herederos de los descamisados y de los grasitas; este término gente pone en escena estas significaciones presuntas pero falazmente democráticas. Dice Carlos Monsiváis, un magnífico crítico mexicano, hace unos años, en un texto de finales de los noventa:

Todavía en 1960 o 1965 el término masas es solo despreciativo, porque según el mercado de valores semántico masas es el sinónimo de los seres que carecen, entre otras cosas, de moral, que frenan los instintos, de educación. La oscuridad iluminada por el rechazo será llamada la gleba, el popolo, la leperuza, el peladaje, la grey astrosa, el populacho, el infelizaje [podríamos seguir, y aquí complemento a Monsiváis: los descamisados, los grasitas, la negrada, la gronchada, la gilada, la grasada, los salvajes, los putos, los negros, los bolitas, los piqueteros, sigue la lista]. El conjunto amenazador o, la menos de las veces, compadecible, que según los conservadores halla su justa descripción en el libro La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset, heredero de Psicología de la multitud de Gustav Le Bon [texto que ustedes conocen], el ensayo donde se localiza el arquetipo que destruirá a la civilización: el hombre masa, inhabilitado para toda autonomía psicológica, enemigo de los que más comprenden todo, y rencoroso ante lo sobresaliente.

Porque en este país, como todos saben, se envidia a los exitosos. Como una vez dijo el famoso epistemólogo argentino Blumberg (antes ingeniero devenido epistemólogo), alguna vez le preguntaron y dígame, ¿usted cree que hay un racismo contra los rubios? Los periodistas en Argentina dan para todo, muchos de ellos compañeros de ustedes, no hace falta que los nombre, ilustres egresados de la carrera de Ciencias de la Comunicación que llegan a Clarín, La Nación, CQC, etc., y hacen estos estragos. Le pregunta el periodista: y dígame, ¿usted cree que hay un racismo contra los rubios? Por supuesto que sí, dijo Blumberg, por supuesto que sí, porque en este país se envidia a los exitosos. El periodista contesta: ¿y usted, es racista? De ninguna manera, dice Blumberg, le digo más (y cuando la derecha dice le digo más, temblá porque lo que viene debe ser terible) tengo un amigo en Brasil que es negro pero tiene el alma blanca. Y esto no lo digo yo, que soy un turro, salió en La Nación, que es el house organ de las fundaciones de Blumberg. Bueno, volvemos, la envidia frente al sobresaliente, eso son las masas, negrada, la gronchada, la gilada, la grasada, los salvajes, los descamisados, el populacho, la gleba, el peladaje, los piqueteros, los bolitas, esos bolitas de mierda, etc.

Gracias a La rebelión de las masas –continúa diciendo Monsiváis– la elite aviva su desprecio por los invasores ocasionales de su panorama visual [cómo se multiplican, tienen hijos como conejos]. La fertilidad de una red demográfica los acompaña y les permite convertirse en la duda amenazadora que sumerge a las ciudades en el escenario de la uniformidad. Y de acuerdo a los criterios de la derecha la gran rebelión de las masasa es su existencia misma. Fe de erratas, o rectificaciones: donde decía pueblo, dice público; en donde se hablaba de la sociedad, crecen hoy en día las masas; donde se ponderaba la nación o el pueblo, se elogia a la gente; en donde la gente era la amenaza se habla de La Gente. Proyección de la primera persona, para entender de modo cabal las expresiones la gente dice, la piensa dice que… podemos decir yo digo, yo pienso. La elite se resigna, da por concluido su libro en la industria y las ciudades, y se adentra en los vientos del privilegio: aquí todo funciona tan bien que parece que no viviéramos aquí. Y lo exclusivo quiere compensar con la desaparición de lo urbano.

Lo que Monsiváis dice respecto de México es casi trasladable punto por punto a la Argentina; en algún momento los descamisados, los grasitas, la gleba, los insurrectos, los plebeyos, etc., están a punto de dominarnos hasta que finalmente, por una operación de vocabularios sociales, económicos, etc., todo se transforma, todo se dulcifica, se adocena, se domestica, y entonces el pueblo pasa a ser el público, y las masas han pasado a ser la gente. Gente que, casualmente, opina como la gente: yo digo tal cosa, casualmente la gente piensa en eso. Esta cuestión de la gente y del pueblo, la supresión de lo popular, del pueblo, etc., es sin dudas esquemático y absolutamente explicativo. A grandes rasgos la gente no designa nada; designa la ausencia del conflicto, del clivaje, de la desigualdad, de la diferencia, etc., mientras que pueblo está en la serie, en la Argentina al menos, de los descamisados, los grasitas, es decir, aquello que es lo otro, aquello que designa una diferencia que no se puede saldar, aquello que designa una otredad que, necesariamente, es conflictiva. Eso debe limarse, eso debe separarse, para dar lugar a esta cuestión de la gente. Gente que, igualmente, Macri acaba de mostrar que existe. ¿En qué consiste la gente, por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires? La gente consiste en… Macri fue a buscar el voto de la gente y demostró que existía algo llamado el voto de la gente. La gente suma: el garcaje ortodoxo (que siempre fue garcaje y sigue fiel a sí mismo y nunca traiciona a su clase), clases populares que al grito de dale Bo, dale Bo, votan a Macri a ver si ganan a algo, y después las clases medias argentinas que de piquete y cacerola ha pasado a piquete y cacerola, la concha de la lora. Eso es la gente, eso es lo que aparece en la superficie de los medios. Y es aquello que, entonces, debemos horadar, debemos desmenuzar, debemos deconstruir. Bien dice Stuart Hall en el texto que van a leer: deconstruir lo popular. Debemos deconstruir esta superficie de la cultura de masas para tratar de entender de qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular.

Bueno, casualmente ese es el camino que vamos a hacer este cuatrimestre. Lo peor es que tenemos que anunciar un fracaso: va a llegar al final del cuatrimestre y no vamos a saber de qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular. Nos vamos a encontrar con montones de discusiones, nos vamos a encontrar con montones de definiciones, nos vamos a encontrar con montones de intuiciones y de hipótesis, y en última instancia terminaremos creyendo, espero yo y espero que nos acompañen en ese camino, que lo popular en última instancia es una dimensión. No es un lugar, no es un repertorio, no es una categoría. Es más, el pueblo no existe, diremos alegremente, pero lo popular nos está hablando de una dimensión. Que tiene que ver con lo subalterno, con lo distinto, con la desigualdad, con el clivaje, etc. Pero una dimensión sin la cual no podemos pensar la cultura contemporánea con el riesgo, si no, de parecernos a Jorge Rial. Esto por supuesto es una provocación: algo así como parafraseando a ¿Quién quiere ser John Malkovich?, yo diría ¿quién quiere ser Jorge Rial, levante la mano? Entonces ninguno va a levantar la mano, son una manga de cagones; a la mayoría les encantaría ser Jorge Rial, les encantaría tener la aparición pública de Jorge Rial. Muchos de ustedes han entrado en esta carrera porque quieren ser algo parecido a Jorge Rial, pero ahora nadie levanta la mano. Al final del cuatrimestre volveremos a repetir la pregunta: ¿quién quiere ser Jorge Rial? Entonces, todos, después de haber pasado por dos parciales y 147 textos, dirán: ahora sé por qué no quiero ser Jorge Rial, antes quería ser Jorge Rial, pero ahora no quiero ser Jorge Rial. ¿Por qué no queremos ser Jorge Rial? Se supone que por dos o tres razones. Una, somos más políticamente correctos. Dos, queremos ser democráticos de veras. Tres, queda re mal, a uno no le va tan bien siendo Jorge Rial, y menos en esta Facultad. Pero además porque nos daría escozor por posición, otra vez soy insistente, ¿desde dónde hablamos nosotros? ¿Somos Jorge Rial? Y no, obvio, me responderían ustedes, digamos que estamos entre el penthouse y el barrio, y del barrio de Jorge Rial nos corremos un poquitito pero lo del penthouse no nos gusta, la del barrio nos suena populista, nos suena atorranta. Una de las cosas que queremos llegar a averiguar al final del curso es dónde estamos nosotros, esto es, desde dónde hablamos cuando hablamos del gusto popular, de la cultura popular, de una cultura democrática.

En esa intención y en ese camino, el recorrido es este: el programa consiste en dos partes: una de teóricos y otra de prácticos. Como somos originales hemos decidido que los teóricos se discutan en prácticos y los prácticos se discutan en los teóricos. ¿Qué quiero decir con esto? Que en sus clases de trabajos prácticos, como lo saben todos aquellos que han cursado entre lunes y miércoles con Miriam, con José, con Marián, con Javier y con Fabiola, lo que van a hacer es discutir los teóricos, discutir los clásicos. Esta es una operación que venimos haciendo desde hace varios años y en la que les pido que nos acompañen: volver a rediscutir a aquellos que forjaron, por decirlo de alguna manera, una especie de biblioteca clásica sobre el problema de la cultura popular. Digo, Bajtin, Ginzburg, Bourdieu, por supuesto, Claude Grignon y Jean Claude Passeron, Gransci a la cabeza, Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Aníbal Ford. Vamos a rediscutir, a ver si esto nos ayuda, nos aproxima un poco a tratar de pensar con mejores categorías de qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular en la cultura contemporánea. Los teóricos, en cambio, van a ser un ida y vuelta. En una época, hasta el año pasado sin ir más lejos, el programa se organizaba cronológicamente: hacíamos una historia de la cultura argentina para repensar la cuestión de lo popular. El año pasado nos aburrimos soberanamente y dijimos vamos a hacer un girito, entonces lo que vamos a hacer es ir y volver, todo el tiempo. Esto es, volver, se acuerdan que yo les dije que esto no es una historia de la cultura, es una materia que pretende analizar la cultura del presente, pero creemos que no se puede analizar la cultura del presente sin necesarias remisiones a cómo ese presente se compone, se construye, se edifica, se sedimenta: ¿Por qué Los Nocheros? ¿Por qué el boom del folklore? Bueno, se explica en función del peso de lo folklórico en la invención de la Argentina, de las tradiciones, del aluvión inmigratorio de los cuarenta con el peronismo, del cambio de la escena cultural contemporánea que desplaza al tango e instala el folklore, etc. Bueno, entonces en el análisis del presente necesitamos echar mano también del pasado, pero vamos a ir y volver. Desde ya ¿alguien puede pensar que se puede hablar de cultura en la Argentina contemporánea sin nombrar el peronismo? Porque evidentemente el peronismo es algo que aún hoy organiza el presente y lo cotidiano. No va a faltar algún chistoso que diga que en realidad los argentinos somos todos peronistas y después lo que hay son líneas internas: peronismo de derecha, peronismo trotskista, etc. Entonces, también revisaremos qué entendemos por el peronismo. O que tiene que ver el peronismo con esta idea de una cultura popular. Entonces, nuestro eje no va a ser cronológico, en los teóricos nos vamos a dedicar, junto con María Graciela a lo largo de todo el cuatrimestre (va a haber una clase a cargo de Fabiola Ferro, además), y nuestra idea es esta, lo que vamos a hacer es lo siguiente: lo que nos va a organizar el curso son cuatro ejes de problemas. La idea es esta, primero los agarra María Graciela en las próximas dos primeras clases y les pega un par de sopapos teóricos, los va a poner al borde del abismo. Los va a llevar a decir: ¿existe la cultura popular fuera del gesto intelectual que intenta suprimirla y transformarla en una instancia de conocimiento? La mierda, cómo me la sé de memoria. Los va a poner al borde del abismo. Entonces después volvemos para rescatarlos y decirles no, no, quédense tranquilos, vamos a hacer este recorrido, vamos a pensar lo popular en cuatro ejes: la oralidad, la lengua (en términos más amplios), el territorio (los territorios y los espacios) los cuerpos, y las políticas. Esos son nuestros cuatro ejes de problemas. Hay un quinto por ahí que son las leyes, la ley, la cuestión de la legalidad, pero va a entrar y salir. Las lenguas, los espacios, los cuerpos y las políticas. Entonces lo que vamos a hacer es ir trabajando esos cuatro ejes, yendo y viniendo, pasado y presente todo el tiempo. Arrancando con lo que, entendemos, es un nudo histórico que nos permite explicarlos todos que es el cuento El matadero, de Esteban Echeverría, un cuento de 1838, donde todo este despelote está planteado: las lenguas, los espacios, los cuerpos y las políticas. Y también las leyes. Entonces desde ese foco vamos a empezar a desatar los piolines: las lenguas, los espacios, los cuerpos, las políticas. Al final lo vamos a tratar de volver a juntar, pero volver a juntar con la excusa de ciertos espacios culturales contemporáneos: el fútbol, el rock, la cumbia. Ahí aparece Hinchadas, y ahí aparecen todos los ejes. Ese es el recorrido que estamos proponiendo.

Para cerrar, la semana que viene, del módulo uno, que es el módulo de teóricos que se va a tomar en dos semanas, digo, en las próximas dos clases se ven todos los textos, en esta secuencia (están por orden alfabético en el módulo, no es el orden de lectura), el orden de lectura es: primero el primer texto de Michel de Certeau, que se titula “La belleza del muerto”; el segundo texto es el texto de Carlo Ginzburg, el “Prefacio” a El queso y los gusanos; el tercer texto es el segundo texto de Michel de Certeau, titulado “Envío” (yo envío, tu envías, él envía, nosotros enviamos, vosotros enviáis, ellos envían, pero no en ese sentido); el cuarto texto en orden es el de Pierre Bourdieu “Los usos del pueblo” (llegan al final y dicen Bordiú, ¿alguien me puede explicar quién dice Bordiú en esta carrera? Porque hay alguien que le dice Bordiú y muchos alumnos dicen Bordiú. ¿Quién dice Bordiú? Deschávenlo ahora o callen para siempre); quinto texto, Antonio Gramsci, “Observaciones sobre el folklore”. Ese es el orden de lectura que se espera de vosotros, que para comenzar a entrenarse en el ritmo que vamos a suponer, lean los tres primeros, dos y medio, para la próxima, ¿hacemos negocio? A grandes rasgos este va a ser nuestro ritmo en todas las clases teóricas: entre dos y tres … Hay, especialmente en la unidad dos y tres, mucho texto ficcional, hay mucha literatura en el medio. Es probable que de una clase a otra les pidamos que lean cuatro cuentos. ¡Eh, loco, es mucho! Son cuatro cuentos, en el bondi se lee. Dos cosas más: con respecto a los materiales del cuatrimestre pasado, aquellos que los consiguen, sirven. Hay minúsculas diferencias. Las minúsculas diferencias en la parte de teóricos son las siguientes: en la unidad tres hay un agregado, aquellos que comparen lo van a ver, y tiene un agregado que se llama “Desvío post-mortem: conversación y masculinidad en la obra de Roberto Fontanarrosa”, le vamos a dedicar un cachito a Fontanarrosa e introdujimos dos cuentos de Fontanarrosa y un texto mío; y por último, en la unidad seis, hay un texto que es el mismo pero no es el mismo, es un texto que escribimos con tres compañeros de la cátedra que, en el primer cuatrimestre pusimos una versión, y en el segundo cuatrimestre pusimos una segunda versión, esto es, tiene varios cambios. Entonces, aquellos que consiguen compañeros que le presten el material del primer cuatrimestre de 2007 sirven todos pero se tienen que buscar tres textos de la unidad tres y un texto de la unidad seis. ¿Todo bien? Podéis ir en paz.

Desgrabación: Mauro Vázquez

Versión corregida: P.A.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Línea de tiempo historia Argentina

Línea de tiempo historia Argentina. 1880: - Presidencia de Julio A. Roca.   ECONÓMICO  Implantación de una economia capitalista  - liberalismo económico (que se extiende hasta  1916) (Liberalismo Oligárquico)  Argentina se integra a la economía europea y al  mercado mundial  - Compradora de manufacturas y proveedora de  materias primas  La élite no se preocupa en invertir en la industria Por falta de inversiones locales las tareas de  infraestructura deben ser encaradas por el estado Modelo Agroexportador como régimen de acumulación Estado: papel de central en la formación de empresas  privadas nacionales y en la instalación de compañías  extranjeras   Inversiones Inglesas (bancos , ferrocarriles y frigoríficos)  POLÍTICO  finaliza el proceso de “construcción del Estado “ conservadurismo político  ideología positivismo (progreso y neutralidad – la clase  dominante garantía la neutralidad ya que era una clase  culta)   fraude electoral , características:  - Sistema: voto can

Lidia Fernández - Capítulo 1: El concepto de institución

Lidia Fernández - Capítulo 1: El concepto de institución El término “institución” se utiliza para aludir a ciertas normas que expresan valores altamente “protegidos” en una realidad social determinada. En general tienen que ver con comportamientos que llegan a formalizarse en leyes escritas o tienen muy fuerte vigencia en la vida cotidiana, como por ejemplo: la familia, el matrimonio, la propiedad privada, el tabú son, instituciones (están instituidas socialmente). A continuación, tres acepciones diferentes sobre el concepto de institución: 1) Institución como sinónimo de regularidad social, aludiendo a normas y leyes que representan valores sociales y pautan el comportamiento de los individuos y los grupos, fijando sus límites. Por ejemplo: la norma constitucional que establece la libertad y el derecho de enseñar y aprender; los programas vigentes; las leyes de educación, etc. El individuo actúa siempre dentro de grupos y organizaciones, las cuales sufren el efecto de dos tipos de reg

Barthes, Roland - “Significado y significante” y “Denotación y connotación”, en Elementos de semiología - Semiología - Cátedra: Arnoux

Barthes, Roland - “Significado y significante” y “Denotación y connotación”, en Elementos de semiología - Semiología - Cátedra: Arnoux Roland Barthes : Semiólogo francés de mediados del siglo XX. Estudió los signos no lingüísticos, los llamó signos semiológicos. Se apoyan en la concepción racional que anteriormente planteó Saussure . Barthes toma los conceptos de Saussure para poder basar la cultura. Además de los signos verbales y gráficos, existen signos gestuales, icónicos, etc. que se combinan con los lingüísticos también y se forman nuevos lenguajes; por ejemplo, el publicitario, el de la moda, las señales de tránsito, los gestos de cortesía, protocolo, etc., éstos producen significantes que relacionamos con significados pero no son signos lingüísticos, son gestos imágenes, dibujos, etc. Barthes tratará de pensar las características de la cultura como un gran y complejo sistema semiológico. No hay en éstos signo unidades distintivas, sino más bien sentido, Ej. En l