Teórico - Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva - Cátedra: Alabarces - Teórico Nº 1 - 27-06-2007
Materia: Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva
Cátedra: Alabarces.
Teórico Nº 1 Profesor:
Pablo Alabarces.
Fecha: 27/06/07 Carillas:
30
Pablo Alabarces: Bueno, buenas
noches, ¿podemos empezar? Primero, ¿podemos apagar todos los celulares?
Segundo, por las dudas que alguien se haya equivocado: este es el Seminario de
Cultura Popular y Cultura Masiva. Buenas noches, bienvenidos a la temporada
invierno-primavera 2007 de su programa favorito del miércoles a la noche. Lo
primero que tenemos que hacer, antes de entrar en el tema, es toda una serie de
conversaciones burocráticas, algunas de ellas tienen que ver con cuestiones de
cotidianeidad y colaboración, ya que tenemos que pasar un cuatrimestre juntos.
Entonces la primera es, por favor, apaguen los celulares. La segunda: apaguen
los cigarrillos, digo, a partir de este momento hasta el, si no recuerdo mal,
21 de noviembre, está prohibido fumar en el aula. Esto es muy sencillo: si
empezamos a fumar se imaginan lo que puede llegar a ser en octubre, noviembre, cuando
empiecen los calorcitos, sería absolutamente irrespirable. Soy fumador, soy un
terrible fumador, entonces, si puedo aguantar dos horas puedo suponer que cualquiera
de ustedes puede aguantar dos horas sin fumar; el que no aguanta dos horas sin
fumar sale un ratito, se fuma un puchito, no se queden en la puerta y espíen
desde ahí con el pucho prendido, y luego vuelven a entrar.
Lo segundo, ya tuvimos algunas preguntas antes de empezar ahí en el
pasillo: como suele pasar en todos los cuatrimestres, la mitad de la gente tiene
problemas de horario, no los vamos a solucionar ahora. Los problemas de horario
son también nuestros problemas de espacio, nuestros problemas de aulas, nuestros
problemas de docentes. Entonces, la cosa no va a pasar por ir a la primera
comisión que encuentren abierta, porque solamente hay muy pocas comisiones que
tienen la cantidad de gente como para aceptar nuevos compañeros, digo esto
porque ya sé que muchos de ustedes fueron a la comisión anterior al teórico,
que suele ser la más demandada, pidiendo asilo político. No vamos a dar asilo
político en la comisión que ustedes prefieran; insisto, la inscripción previa
tiene una cuestión de racionalidad de que no haya más de 45 personas en una
comisión porque sino es prácticamente impracticable. Entonces lo que vamos a
hacer es lo siguiente: en estos dos primeros teóricos vamos a habilitar el
clearing, luego de estos dos primeros teóricos no hay más clearing y todo el
mundo se queda donde tiene que estar. El clearing va a funcionar así: hoy vamos
a cortar seguramente un poco antes (porque todos estaremos agotados a las nueve
menos cinco, nueve menos diez de la noche), Fabiola Ferro que está ahí sentada,
Jefa de Trabajos Prácticos de la cátedra, tiene una lista de todas las comisiones
y va a recoger los pedidos de cambio de comisión y va a habilitar algunos, y
otros no, todo tendrá que ver con la validez del pedido y fundamentalmente con
la cantidad de gente que tengamos en las comisiones. La mayor parte está muy saturada.
Tenemos lugar los lunes de 15 a 17, las otras tienen 45, 45, 45, tenemos lugar
los martes de 17 a 19 de la tarde noche, las otras están cerradas, tenemos
lugar los jueves de 11 a 13, que es un horario muy cómodo, tenemos una enorme
cantidad de espacio los jueves de 15 a 17, donde serán todos bienvenidos porque
hay solamente 15 alumnos, y si mal no recuerdo tenemos lugar también los
viernes de 9 a 11 de la mañana, donde hay solamente 27 alumnos. Para el resto
de los pasajes vamos a ser, lamentablemente, tenemos que serlo, muy duros,
porque no podemos tener más de 45 personas en un aula, ya que por un lado,
insisto, es impracticable pedagógicamente, y además es la mejor manera que podemos
encontrar de fomentar la deserción: empiezan 75 y en total quedan 30 a mitad de
cuatrimestre. Bueno, eso no tiene sentido, les pido por favor, entonces, que
sean muy racionales en esos pedidos e, insisto, lo pueden discutir con Fabiola
hoy al final del teórico, y el miércoles que viene al comienzo del teórico, a
las siete de la tarde. Ahí cerramos el clearing y no hay más pasaje de comisión.
Tercer lugar, tenemos una página web. La página web es, si mal no
recuerdo, http://www.fsoc.uba.ar/catedras/alabarces/,
que vengo a ser yo, y si no entran a la página de la facultad, a la página de
la carrera, y en cualquier costado pueden entrar a un link por cátedras a la
página de la cátedra. Esa web ya está actualizada, aquellos que porque sí, porque
pasaron por ahí, porque dijeron me quiero
anticipar a ver de qué se trata, etc., ya la encontraron habrán visto que,
por ejemplo, ya estaba anunciado que las clases empezaban esta semana, que el teórico
era hoy, que probablemente era en esta aula, que el programa ya está colgado,
que están los horarios, que están los titulares de cada comisión, etc. Esa
página para nosotros es un instrumento de comunicación muy importante, les pido
que lo usen. Y cuando digo un elemento de comunicación importante digo varias
cosas. Por un lado, anuncios: por ejemplo, en la portada de la página cualquier
tipo de anuncio importante respecto de un paro, fecha de final, etc., va a estar
colocado en esa portada que la actualizamos bastante seguido. Por lo menos una
vez por semana. En segundo lugar, ya hagan la prueba, métanse y busquen horarios
o comisiones, lo que ustedes prefieran, en cualquiera de los dos casos para
entrar cada comisión tiene un sitio, esto es, ustedes entran a su horario, y ahí
van a encontrar el nombre de su profesor (también pueden rastrear un breve
currículum que está dentro de la página, como para saber de qué se trata y de quién
se trata), pero además pueden entrar a un sitio interno de la comisión. En esos
sitios, algunos más, otros menos, solemos colgar material. Sus profesores de prácticos
se lo van a anunciar, en esos sitios de las comisiones suele haber material colgado
que a ustedes les puede resultar de mucha utilidad.
Pero además, con esto voy al punto cuatro de estos anuncios burocráticos,
lo que vamos a colgar también de la página, aquellos que ya entraron ya lo
habrán visto, son todos los teóricos desgrabados de la materia. Esto va porque
sabemos perfectamente que a veces la asistencia a teóricos es difícil por
cuestiones de horario, sabemos que tenemos un solo horario (no podemos tener
más por el tema de las dedicaciones de los miembros de la cátedra: tenemos
dedicaciones muy bajas, no tenemos un solo profesor con dedicación exclusiva
dentro de la cátedra), entonces, como tenemos un solo teórico y sabemos que eso
puede implicar dificultades de horarios, nosotros vamos a colgar la
desgrabación de los teóricos que vamos a hacer nosotros mismos, esto es, las
desgrabaciones las hace Mauro Vázquez. Mauro desgraba todas las clases y los
responsables de las clases teóricas, que venimos a ser María Graciela
Rodríguez, que está ahí sentada delante de Mauro, y yo, corregimos las clases,
por lo tanto lo que van a tener colgado es una versión bastante fiel de la
clase. Eso va estar disponible, lo colgamos en pdf, en acrobat, y somos tan organizados
que hasta tienen el sitio de donde bajarse el acrobat por si alguno no lo
tiene. Eso va a estar colgado en la página semana tras semana, obviamente con
la demora de una semana. ¿Qué significa esto? Lo de la demora de una semana es
una alerta porque, ahora voy a esto, pero la semana del primero al cinco de octubre
ustedes van a tener un parcial presencial, en cada una de las comisiones de
trabajos prácticos, y obviamente los temas de la semana anterior, el teórico de
la semana anterior, que vana entrar en el parcial, recién van a estar colgados
una semana después. Pero, bueno, menos demora que eso no se puede hacer. Los
teóricos, entonces, insisto, van a estar desgrabados, van a estar a su disposición
tanto en versión digital como en versión impresa. Semana a semana, una vez que
colgamos el teórico, hacemos una versión impresa y la dejamos en la
fotocopiadora, con lo cual aquel que no puede distraer tiempo, esfuerzo, papel
y cartucho de su laburo o no lo tiene en su casa, va a poder ir a la fotocopiadora
a conseguirse una copia del teórico. Esto no significa recomendar la deserción
en masa de los teóricos, ni cosa que se le parezca. Quiero decir: la ficción
según la cual una carrera universitaria puede hacerse sin pisar una sola clase
teórica es justamente eso, una ficción. Esto es, tenemos cuatro horas de carga horaria
por semana, dos de teóricos y dos de prácticos, y consideramos que ustedes
tienen que cursar todo. Aquellos que ya otearon el programa, de lo cual voy a
hablar en la segunda parte de la clase, habrán visto que hay toda una serie de
contenidos, unidades y bibliografías de teóricos, y hay otra serie de contenidos,
unidades y bibliografías de prácticos. Con lo cual los teóricos son una
instancia que no vamos a chequear con asistencia, sencillamente porque es
engorroso para nosotros y ustedes y porque, inclusive, en este espacio no
entran 488 personas, que es la cantidad de inscriptos de la cátedra, pero sí,
por supuesto, los contenidos del teórico se van reputar como conocidos, y se
van a evaluar. El teórico es una instancia que entendemos como… si bien a
diferencia del práctico puede haber menos participación de ustedes por
cuestiones estrictamente prácticas, esto es, son muchos, les cuesta mucho
hablar, si hay gente que no levanta la mano en un práctico de veinte personas
como lo van a hacer en un teórico de 350... Sin embargo, esto es un espacio de discusión,
es un espacio de debate; los teóricos no son un lugar donde se cuentan textos
que están en la bibliografía sino que es un lugar donde se discute, se improvisa…
bueno ya vamos a hablar sobre qué hacemos en los teóricos, pero, digamos, es
una instancia irremplazable. Sin embargo, los teóricos desgrabados pueden a
ayudar en parte a reemplazar esa asistencia. Insisto, traten de venir, no solo
por esos desacoples temporales de los que hablaba, por ejemplo antes de entregar
un parcial, sino porque además este es un buen lugar para venir a discutir, a
debatir y hasta en una de esas hasta divertirse. Pero los teóricos desgrabados
que, guarda, son teóricos desgrabados, no son textos, porque a veces decimos
barrabasadas fantásticas en los teóricos, y eso ustedes no lo pueden citar, no
es un texto, no es algo que ustedes van a remendar con citas, con una
referencia bibliográfica en un parcial. Son, insisto, instancias de trabajo. La
versión desgrabada de los teóricos además tiene otra ayuda, mucho más en mi caso
que en el caso de María Graciela, que da muchísimo mejores clases que las mías,
es que sencillamente yo hablo muy rápido, lo habrán comprobado en los últimos
tres minutos. Y no pienso parar, al contrario, puedo llegar a acelerar, este es
mi ritmo habitual. Entonces, lo que normalmente les recomiendo es: loco,
relájate y goza. Escuchen, intervengan, discutan, peléense, y luego tienen el
teórico desgrabado como para ir a ver qué barrabasada se dijo o qué idea
fantásticas se nos ha ocurrido en este espacio. Entonces, no vamos a tomar asistencia
en los teóricos, se imaginan lo que sería empezar a pasar papelitos para que
nunca falte la firma de Riquelme en una hoja de asistencia, por ejemplo. No lo
vamos a hacer, pero, insistimos con que, por un lado, recomendamos la
asistencia, y por otro lado, mucho más importante, todo lo que se dé en este
espacio es evaluable, se puede tomar, se puede preguntar por ello, tanto en los
parciales como en los exámenes finales.
Además de estas clases, tanto las de trabajos prácticos, en las que sí, por
el contrario, habrá asistencia (tendrán que terminar con el 75 %), como en las
clases teóricas; además, de insisto, estos espacios de discusión, de debate, de
creatividad, de imaginación radical, lo que ustedes quieran, además tienen que
leer una serie de textos. Llamar una serie de textos a la cantidad de
bibliografía que van a tener que leer es sin dudas un eufemismo: van a tener
que leer, y van a tener que leer mucho. Desde hace… yo ya tengo algo así como
siete u ocho años a cargo de la cátedra, y antes era peor. Cada tanto
recortamos un poquitito, porque siempre viene la gente a decir hay mucho material. Jódanse. Pero profesor, yo curso otras dos materias.
¿Quién te mandó a cursar dos materias si esta es la materia más importante de
la carrera? Entonces van a tener que leer mucho, algunas cosas fascinantes,
otras interesantes, otras mortalmente aburridas y otras que van a tener leer
tres veces porque no van a entender un pomo en la primera lectura. Eso es una
bibliografía obligatoria de una materia universitaria. No estoy revelando
ninguna verdad sorpresiva: van a tener que leer y van a tener que leer
bastante.
Ese bastante se compone de diez módulos de publicaciones que saca el
Centro de Estudiantes. Siempre esta cátedra publicó por el Centro de
Estudiantes y nunca hizo negocios particulares con librerías privadas. El
Centro de Estudiantes ya tiene todo el material de teóricos y de prácticos, de
acá hasta el final del cuatrimestre, con las fechas en que tiene que publicar cada
cosa, por lo tanto la semana anterior al comienzo de cada unidad ustedes van a
tener disponible el material que van a tener que leer para cada una. Son seis
unidades, y por lo tanto seis módulos de teóricos; cuatro unidades, por lo
tanto cuatro unidades de prácticos. Hay una quinta unidad de prácticos, que es
la que llamamos la unidad transversal,
no tiene bibliografía específica, eso lo discutirán con sus profesores en los
trabajos prácticos. Pero aquí, en los teóricos, tenemos seis unidades, todas
ellas con una serie de textos, alguna más chiquita, la uno y la dos son breves,
la tres es enorme, la cuatro abunda, la cinco anda por ahí y la seis se relaja.
Y las cuatro unidades de prácticos tienen lo suyo. Van a tener que leer mucho.
A eso le van a tener que sumar un libro, ¿alguien sabe lo que es un libro?
Digo, porque todo esto son fotocopias; fotocopias que insistiremos en llamar
textos, bibliografía, no apuntes, por favor. Típico del final: como dice el apunte tal. No, apunte un
carajo, flaco, apunte es lo que vos tomás en el cuaderno, y estos son textos
(agarra un módulo de teóricos), y esto es un libro (y agarra un ejemplar de Hinchadas), estos objetos
tradicionalmente rectangulares que ustedes han visto alguna vez en su vida.
Modesto, tiene 238 páginas, se titula Hinchadas
y lo vamos a tomar en la unidad cinco de teóricos, con lo cual calculen que aproximadamente
para mediados de octubre ya lo tienen que estar leyendo. Dije leer, y no
comprar: hay ejemplares en la biblioteca, y hay, como todos sabemos, un inmenso
mercado negro tanto de las fotocopiadoras como de aquellos que ya lo compraron y
se lo quieren sacar de encima, porque esto es un libro y hay una cosa que se
llama biblioteca que ustedes no saben qué es. Bueno, pueden ir así al mercado
negro para leer el libro.
La materia, digo, esta materia pomposamente llamada seminario, es una
materia, y como tal tenemos dos parciales y tenemos un final. Los dos parciales
son: uno presencial, lo van a tener en los trabajos prácticos, se toma, como
dije en algún momento, del uno al cinco de octubre, cada uno en su comisión.
Luego van a tener un segundo parcial que va a ser de carácter domiciliario, en
algunas comisiones también puede ser por grupos, tiene que ver con que cada
comisión de trabajos prácticos tiene bastante autonomía en algunas de sus
decisiones pedagógicas, pero todos van a tener un segundo parcial domiciliario,
que les van a dar las consignas en la semana del cinco al nueve de noviembre, y
ustedes van a devolver ese parcial, de ser posible contestado, entre el 12 y el
16 de noviembre, es decir, una semana después. Tal como reza el reglamento
académico de la facultad para los casos de materias con parciales y final, tienen
que sacarse un cuatro en cada uno de los parciales, no promediar, un cuatro,
cuatro en cada uno de los parciales. Aquel que o aplace o que esté ausente en
una de las dos instancias de parcial (faltar a un parcial domiciliario: un
hallazgo), aquel que esté ausente o repruebe alguno de los dos parciales, tiene
un recuperatorio, pero uno, solo puede recuperar uno de los dos parciales, el
día miércoles 28 de noviembre, acá. Es decir, el recuperatorio no lo vamos a
tomar en las comisiones sino que los vamos a tomar todos juntos en este
espacio: miércoles 28 de noviembre, 19 horas. Vuelvo a insistir: recuperan solo
una de las dos instancias. Luego de eso… ah, perdón, una cosa importante, todo
esto está puesto por escrito en el programa, cosa que les voy a dar en un
segundo: las fechas, las pautas, los requisitos, etc. Una cosa importante
respecto de los parciales es que los parciales van a tener dos partes, somos
absolutamente bipolares: teóricos/prácticos, parte uno/parte dos, así. Los
parciales también tienen una parte de teóricos y una parte de prácticos, se aprueban
las dos. No es que, pongámosle, dos preguntas de prácticos, dos preguntas de
teóricos, estudio la parte de prácticos, apunto al diez de prácticos, y
compenso el cero que me saco… porque además es cero, porque vieron que hay un
viejo mito según el cual si firmo tengo un uno, ¿desde cuándo la firma es una
respuesta correcta, debería uno preguntarse? Bueno, tengo diez en prácticos,
cero en teóricos, me saco un cinco, ¿qué duda cabe? No, da dos, no me pregunten por qué. Diez dividido dos, da dos, en esos
casos. Digo esto, voy a ser muy insistente porque hemos tenido algún tipo de problemas
al respecto pero cómo si me fue tan bien
en el práctico. Pero no sabías un carajo de teóricos, entonces te quedó
dos. Bien. Entonces eso ocurre en los dos parciales. Alcanzado el cuatro o la
suma acumulada del diez, en cualquiera de las dos circunstancias, dan un final.
Final obligatorio que se toma entre diciembre de 2007 y, si no me fallan las
cuentas, creo que es marzo del 2010, es una fecha más, son dos años y un
poquito. La mayoría suele tardar dos años y un poquito, no me pregunten por
qué, pero los días que se vence un cuatrimestre es una andanada de gente. No lo
hagan, yo sé que es al cuete decirlo ahora, lo voy a repetir en la última
clase, no lo hagan, den la materia cuando la tengan más fresca. Ese final
consiste en que la primera pregunta es de
qué querés hablar y ustedes empiezan por ahí, y la calidad de su exposición
decidirá cuando terminan. Con esto no hay misterio, sobre todo este final, qué
entra y qué no entra, volveremos a hablar el día 21 de noviembre, que es la
fecha de la última clase. Bien, hasta ahí todo lo burocrático. ¿Hay alguna duda
sobre todo esto? ¿Podemos pasar a cosas más sustanciales?
Ningún alumno de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad
de Ciencias Sociales o de la Facultad de Veterinaria en la Universidad Nacional
de Catamarca entra a cursar una materia sin tener algo de información, algunas
fantasías, algunos imaginarios, respecto de aquello con lo que se va a
encontrar. Eso deriva de o el nombre de la materia, o la fama de su titular, o
simplemente, y esto es mucho más usual, del rumor, la radio pasillo, la
información que circula. ¿Qué se dice de esta materia? Se dicen las cosas más
terribles. Hay una muy, muy, sistemática que es: en la cursada la pasás bomba pero después te re cagan en el final.
Esos son fantasías, que además son contrastables estadísticamente. Esta cátedra
tiene exactamente un 12 % de aplazos en las fechas de finales, que en la última
fecha, no sé qué nos pasó, se nos cayó al 8 %: estamos severamente preocupados.
Por lo tanto, esto no nos transforma ni en un Campolongo I, Campolongo II, Saborido
IV ni cosa que se le parezca. Entonces, descuenten esa fantasía. Para agregar a
sus fantasías, al final del cuatrimestre ustedes van a hacer lo mismo: les
pedimos a todos los alumnos en las comisiones de trabajos prácticos que por
favor nos hagan una evaluación de qué les pareció la materia, qué les pareció los
teóricos, los prácticos, el material y sus propios desempeños en las cursadas.
Terminé de leer las últimas hace poco, estuve muy ocupado en el receso que no
fue tal, entonces tengo algunas citas. La más usual es fue la materia que más me gustó, pero para ser más específico un
compañero de ustedes dice: “las clases… las clases me ayudaron a mirar la
realidad de otra manera”. (Risas) Otra compañera afirma: “esta es una materia
de las que se llegan a querer, en serio”. (Más risas) Otra compañera dice: “los
prácticos con fulano [para no dar el nombre de ningún profesor de trabajos
prácticos] han sido muy ayudosos”.
Era un alumno extranjero. Otro testimonio: “la materia es un materión”. Otro
más: “gracias por la magia”. (Más y más risas) Después hay algunas que son más personales,
por ejemplo, algo que aparece sistemáticamente: “el problema es que Alabarces
se va por las ramas”. Cosa que ustedes ya están experimentando en este preciso
momento. Y por otro lado, esta me pareció maravillosa, estaba esperando una
reivindicación de este tipo, decía así: “no sé por qué las puteadas de
Alabarces hieren tantas susceptibilidades si putea menos que mi vieja”.
Bien, la otra cosa en la que insisten es que somos dinámicos, digo, nos reivindican
que somos organizados, que la web está genial, que le ponemos onda, que le
ponemos pasión, que no faltamos nunca, preparamos las clases, pero además dicen
que somos dinámicos. No sé por qué a lo largo de los años ha quedado
estabilizado como adjetivo favorito el qué
gente dinámica, por lo tanto estamos pensando seriamente en empezar a
organizar sesiones de jogging en todos los teóricos, por las dudas vengan de
zapatillas los miércoles a la noche. El punto es que todas las fantasías abundan
en cuanto a que, una cosa a la que no vamos a renunciar, somos serios. Aun cagándonos
de risa, somos serios. Somos serios, tenemos un compromiso de trabajo, estamos absolutamente
convencidos de lo que hacemos, de por qué lo hacemos, de para qué lo hacemos,
en qué contexto lo hacemos, y entonces cumplimos con eso. Y a partir de eso,
entonces, nos arrogamos, por decirlo de alguna manera, cierta autoridad moral
para reclamarles a ustedes también una serie de compromisos y una serie de
cuestiones. ¿Qué es lo que quiero decir? A grandes rasgos la idea es que
ustedes tienen hoy dos contratos. Uno es un programa, y ahí apareció, tienen el
programa no solo en la web sino que también lo tienen impreso en el primer
módulo de teóricos, entonces lo primero que tienen que hacer es ver el
programa, ese programa es nuestro primer contrato. Vamos a hacer todo lo que se
dice ahí. Van a tener todos esos textos, todos esos temas se van a discutir en
clase a como dé lugar, siempre terminamos un programa, aun en cuatrimestres sumamente
accidentados hemos terminado el programa tal como se lo habíamos propuesto. Entonces
ese programa funciona como un contrato. E inclusive ustedes pueden esgrimir en
sus finales, cuando viene una pregunta insidiosa y ustedes pueden, con los ojitos
brillantes decir: eso no entró, eso no
está en el programa, yo no tenía que leer eso. Perfecto, nosotros respetaremos
esa parte del contrato. Ahora bien, recuerden, el contrato también implica que
van a tener muy clara la fecha de los parciales, los modos de evaluación, etc.,
con lo cual nadie puede arribar con cómo,
mañana es el parcial, me olvidé. El otro contrato es este contrato más oral
y más informal, que venimos insistiendo desde hace muchos años en mantener y
hasta ahora nos dio buenos resultados. A grandes rasgos consiste en que
nosotros nos comprometemos a hacer todo lo que yo digo que estamos haciendo,
esto es, a tener responsabilidad con el laburo, compromiso con el laburo, a
preparar las clases, saber lo que estamos hablando, nunca chantear, sus
profesores de prácticos posiblemente sean de los mejores profesores de
prácticos que hayan tenido o vayan a tener en toda la carrera: es gente joven,
preparada, que se rompe el culo, que labura, etc., por 300 mangos, esto es, en
muy malas condiciones de trabajo. Sin embargo, porque las condiciones de
trabajo las pelamos gremialmente, y en una de esas también, entonces, cumpliremos
con los paros que haya, pero en esas condiciones de trabajo que nosotros
aceptamos, vamos a hacer el mejor trabajo posible, y el mejor trabajo posible
creemos que es un trabajo de alto nivel, por eso es que alguien nos puede
decir: no es una materia es un materión,
gracias por la magia. Porque nos la creemos, entonces lo vamos a hacer en serio.
Seriedad que no es mucha solemnidad, de ningún modo, pero la vamos a hacer en
serio. Y si ustedes, cuando termine el cuatrimestre, tienen quejas respecto de
que algún compañero de prácticos no haya cumplido ese compromiso, o que María
Graciela y yo no hayamos cumplido ese compromiso en teóricos, no tengan ningún
tipo de empacho en recordárnoslo: loco,
vos no cumpliste.
A cambio, porque por eso es un contrato de dos partes, lo que le vamos a
pedir a ustedes es algo elemental: lean, nada más. Lean, de ser posible,
además, lean antes de la clase, y en consecuencia discutan, debatan, participen,
métanse, etc. Pero eso no es la parte evaluable, digo, aceptamos todas las
timideces, aceptamos todos los estilos; lo que no, por ejemplo, una cosa que
nos pone a todos, y hablo en nombre de toda la cátedra, de un humor espantoso
es aquel que se mete en la clase y dice: pero
a mí me parece tal otra cosa… Flaco, pará, pará, ¿leíste? No, de ninguna manera. El contrato
implica que lean antes y después zambúllanse, peléense, discútannos
absolutamente todo. Lo vamos a repetir varias veces a lo largo del
cuatrimestre: esta materia no tiene textos sagrados, no tiene biblias, no tiene
sagradas escrituras. Ni siquiera esto (y muestra el libro Hinchadas), digo, porque Hinchadas
está firmado por, entre diez, ocho personas que son entre titulares y ayudantes
de la cátedra. Ni siquiera creemos en esto, es más, ya lo estamos discutiendo.
Todo puede ser objeto de debate, discutan todo, desconfíen absolutamente de
todo, pero su parte del contrato es: lean, laburen, esfuércense. Con esto no estoy
evocando a moralidades vanas, o a simplemente no me defrauden, no, no, esto tiene que ver con que, no sé si lo
recuerdan, pero son estudiantes universitarios en una universidad gratuita y
pública, por lo tanto, son privilegiados. Entonces en función de ese
privilegio… ya sé, no es gratuito cuando tienen que comprar diez, o conseguir diez
módulos de apuntes, un libro, tienen que sacarle tiempo al laburo para
estudiar, tienen que venir hasta la facultad, etc. Nada es totalmente gratuito
pero entienden lo que quiero decir: que esta sigue siendo la universidad
pública, nacional, Universidad de Buenos Aires, etc., que progresivamente desde
la dictadura para acá ha producido una cada vez mayor y progresivamente más
salvaje selección natural. Selección que es únicamente de clase: acá no llegan
ya las clases populares. Por lo tanto ustedes son privilegiados, por lo tanto entonces
nuestra moralidad es una moralidad política: en tanto que privilegiados, mis estimados
alumnos y alumnas, tienen que estudiar, y no hay otra solución. Ahí es donde
nos ponemos locos, caprichosos, salvajes, necios. ¿De acuerdo? No, no somos
arbitrarios, no somos azarosos, no somos caprichosos, somos calentones,
digamos, y entonces por ejemplo, la falta de esfuerzo, la falta de dedicación nos
irrita profundamente. Cumpliendo ese contrato todo va a ir sobre ruedas y se
van a limitar, como les dije, a relajarse y gozar y a dar finales de acá a dios
sabe cuándo.
Ahora bien, después de toda esta voltereta, ¿de qué vamos a hablar? ¿De
qué se trata esto? ¿Qué significa esa arcana denominación de Seminario de
Cultura Popular y Cultura Masiva? Que, como vengo diciendo hace tiempo, la
única palabra que es indiscutible es la de,
porque hasta la y la podemos poner en
cuestión. Dice Stuart Hall en un texto que van a leer dentro de poquito, o
dentro de muchito: con cultura tengo el mismo problema que con popular, con
popular tengo el mismo problema que con cultura. Si al pobre Stuart le
hubiéramos enchufado cultura popular y cultura masiva, hubiera dicho, por
ejemplo, ¿que es esto de masiva? Tradicionalmente se habló de cultura de masas,
en la teoría comunicacional y cultural contemporánea. ¿De qué está tratando, entonces,
una materia que ni siquiera sabe muy bien qué es lo que nombra? ¿Estamos
hablando de dos objetos, estamos hablando de uno solo? ¿Qué quiere decir y, cultura popular y cultura masiva? ¿Cultura popular con cultura masiva? ¿Qué significa esa unión, esa propuesta de dos
existentes donde, no sé, la tradición anglosajona por ejemplo hablaría solamente
de uno? En la tradición anglosajona, todos ustedes han pasado ya por sesudas
clases sobre la Escuela de Birmingham y aledaños entre Comunicación I y Comunicación
II, y saben que se habla de popular
culture, o pop culture, pero no cultura popular por un
lado y cultura de masas por el otro. En general la tradición anglosajona tiende
a hablar de una sola categoría donde nosotros nombramos dos. Entonces, ¿de qué
hablamos cuando hablamos de aquello que tiene que ser aquello de lo que vamos a
hablar en los próximos cuatro meses? Esto es, ¿de qué vamos a tratar o con qué
nos vamos a entretener? ¿Qué significa, por ejemplo, una palabra…? A ver,
hagamos un esfuercito, descartemos cultura de masas, todos sabemos lo que es la
cultura de masas, a grandes rasgos, la afinaremos, la volveremos a discutir,
hoy mismo vamos a agregar algo con respecto a qué significa la palabra masas,
pero hagamos un esfuerzo, suprimámoslo de nuestras definiciones: cultura de
masas, y sí, cultura que pasa por las medios masivos de comunicación, a grandes
rasgos, lo solucionamos, pero ¿cultura popular como algo distinto? ¿Qué quiere
decir popular en un momento en el cual nada ni nadie nombra, usa, la palabra popular?
Cuando se dice esto es popular se
están diciendo tantas cosas a la vez que no se dice absolutamente nada.
¿Qué significa esto de lo popular? Bien, lo popular significa la
existencia de algo que es consecuencia de una serie de violencias que
designaban un desnivel simbólico, allí donde existía un desnivel social y
económico. Digo, lo simbólico no puede estar desligado de lo social y de lo
económico, esto es, vamos a hablar de diferencias, de desniveles, de
jerarquías, desigualdades, de clivajes, de distinciones, vamos a usar montones
de esos términos. Lo cierto es que hablar de lo popular nos implica hablar de
un desnivel causado por una serie de violencias en relación con otros
desniveles que son de tipo social y económico. Y con esto quiero ser bien
claro: esto no significa proponer la preexistencia de lo económico respecto de
lo simbólico; a esta altura del partido, después de tres, cuatro, cinco, seis,
17 años de carrera, ya saben perfectamente que no es que lo económico preexiste
a lo simbólico. Tal dato económico significa, trae como consecuencia, posibilita,
determina, tal modo de lo simbólico, pero sí sabemos que hay una interrelación
entre lo económico, lo social y lo político y el mundo de lo cultural, el mundo
de lo simbólico. Tenemos que movernos siempre en esa relación entre lo que es
cultura y lo que no es cultura. Siempre que hacemos teoría y análisis cultural
tenemos que saber que hay algo que es cultura y algo que no es cultura; lo van
a volver a ver con ese texto de Stuart Hall: no todo lo que produce el hombre
es cultura necesariamente, hay que saber distinguir entre niveles. Nosotros nos
vamos a ocupar de lo cultural, del mundo de lo simbólico, las significaciones,
etc. Bárbaro, pero guarda, nos vamos a ocupar no de la cultura sino de la
cultura popular. Adjetivo que necesariamente nos introduce esto que estoy diciendo:
la noción de desnivel, la noción de jerarquía, de diferencia, de distinción, de
clivaje. Poder hablar de algo llamado popular es porque hay algo que no es
llamado popular. El adjetivo introduce un quiebre, introduce una ruptura en la
que tenemos que ser muy cuidadosos: si hay algo a lo que puedo llamar popular
es porque hay algo a lo que no puedo, o no debo, o no quiero, llamar popular. Y
esa distinción, esa fractura, ese quiebre, esa discontinuidad, ese clivaje, esa
exclusión, esa diferencia, ese desnivel, esa jerarquía, remite, justamente, a la
idea de lo jerárquico: hay algo que es popular porque es inferior a algo que no
es llamado popular. No estoy diciendo nada demasiado sofisticado, simplemente
estoy tratando de poner un poco de orden teórico a algo que más o menos es
común para todos ustedes, digamos, que ya tienen, insisto, tres, cuatro, cinco,
25 años de carrera. Decir cultura popular implica, introduce una
discontinuidad, un quiebre, una fractura, un clivaje, etc., dentro de un mundo
en el cual hay cosas que son populares y hay cosas que no son populares.
¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que en una sociedad democrática
(en el sentido fuerte de la palabra democrática, no en el sentido institucional,
republicano, etc.; en el sentido fuerte: la idea de una sociedad sin
divisiones, sin jerarquías, sin clases, etc.) no se hablaría de cultura popular.
La utopía de una sociedad sin clivajes, que es una utopía fuerte del género
humano en su conjunto, no incluiría la noción de cultura popular, sencillamente
porque una sociedad que no tenga distinciones, desniveles, jerarquías,
discontinuidades, fracturas, quiebres, desplazamientos, lo que sea, económicos
y sociales, no existirían tampoco en el mundo de lo simbólico; no habría
cultura popular en esa sociedad utópica. Y esto no implica que nos pongamos a
discutir ahora el caso de los socialismos reales o cosas por el estilo. En una
sociedad radicalmente democrática habría una cultura radicalmente democrática
que nos evitaría distinguir entre aquello que es popular y aquello que no es
popular.
Esta distinción entre popular y no popular en términos de jerarquía, de
clases, etc., era visible e indiscutible hace 31 años. Esto es, hace 31 años
toda esta introducción habría sido absolutamente redundante. ¿Por qué? Porque hace
31 años la palabra popular evocaba de por sí, naturalmente, ese significado:
acá hay una diferencia, acá hay una jerarquía. Una jerarquía, una diferencia
que, además, nos reenviaba a lo político, a la idea de lo político; lo popular
estaba fuertemente vinculado a la idea de lo popular politizado. Sobre eso
volveremos en algún punto de nuestras clases, especialmente en las que va a
dictar María Graciela. ¿Por qué dije 31 años? Porque hace 31 años empezaba la
dictadura, y es nuestra hipótesis (más que nuestra hipótesis podemos afirmarlo
como dato) que la dictadura es el comienzo de una reestructuración tan feroz de
nuestra sociedad, en absoluta consonancia y contemporaneidad con una reestructuración
muy radical de todas las sociedades contemporáneas (lo que va de los años 70 a
los 90), reestructura de una manera tan, tan brutal nuestra sociedad que
inclusive nos hace perder de vista de qué estábamos hablando, y de qué estamos
hablando, cuando hablamos de lo popular, de la cultura popular. ¿Son épocas
mejores, son épocas peores? No sé, yo tengo mi propia evaluación tanto como
ustedes deben tener las suyas; no vamos a caer en el romanticismo de decir todo tiempo pasado fue mejor, como bien
dice Spinetta, mañana es mejor. Pero
lo cierto es que hubo un cambio, hubo una reestructuración profunda de lo político,
de lo social, de lo económico, de lo simbólico que nos lleva a que hoy, 31 años
después, no podamos tener, no podamos proponer, el mismo curso que podía
proponer Aníbal Ford en 1973, cuando decía:
El
trabajo crítico debe ser un trabajo de afirmación de la conciencia nacional y
popular, una forma de enfrentamiento con la cultura oligárquica y el
imperialismo (…) Es decir, por un lado, como ataque a la cultura dominante, a
la cultura reproductora del sistema elitista y dependiente, naturalizadora y
confirmadora del orden existente, a la cultura de la apropiación, de la
reificación, de la alienación, de la mitificación, de la represión, etc. Por
otro lado [porque la cosa era fuertemente dicotómica], como afirmación y
exploración de los procesos que se oponen a la cultura dominante, a esas formas
culturales que a pesar de estar sometidas a la expropiación, a la recuperación
desdialectizadora, a la represión, fueron o van formando, junto a las otras
luchas, una conciencia nacional y popular.
Este es, obviamente, un texto muy fechado. Es un texto de Aníbal Ford del
año 73. Y ese texto en el 73 no solamente era posible, previsible, inteligible,
era hasta obligatorio. Esto es, no podían decirse, en determinados ámbitos,
cosas distintas de las que propone Aníbal Ford en ese momento. Sin embargo esta
versión tan radicalmente bipolar, tajante, mutuamente excluyente, lo dominante por
un lado y lo popular por otro, y lo popular enfrentando a lo dominante en
términos de una conciencia nacional y popular patatín patatín patatero, hoy no
lo podemos formular de la misma manera, no lo podemos decir de la misma manera.
En 1973 este curso hubiera sido distinto. En 1976, por supuesto, este curso hubiera
sido imposible. Y es que necesita ser de otra manera. ¿Por qué? Porque la
escena cultural contemporánea nos ofrece otro escenario y entonces en tanto que
estamos haciendo análisis de la cultura, y no historia de la cultura (aunque
nos vamos a meter en la historia de la cultura), contemporánea, ese es el eje;
aunque no parezca (ahora vamos a discutir lo que vamos a ver en el programa)
estamos haciendo análisis de la cultura contemporánea, entonces por supuesto no
podemos dedicarnos a historizar cómo se veían estas cosas hace 30 y pico de
años. Nos interesa ver qué herramientas, qué materiales tenemos que usar, y de qué
manera podemos interpretar, analizar, la cultura contemporánea, la cultura
popular, la cultura de masas, admítanme provisoriamente la vaguedad de los
término. Y tenemos que tomar en cuenta, entonces, ese nuevo mapa, ese nuevo escenario
de la cultura contemporáneo.
Voy a leer una cita de un famoso intelectual argentino contemporáneo, les
pido por favor que atiendan a ver si pueden saber de quién es.
Volvieron
los grasitas, los descamisados, la gente común. En lugar de lavarse las patas
en la fuente de Plaza de Mayo, se van a debatir a la tele. Estamos ante un
moderno 17 de octubre, con Tinelli como Perón y Susana como Evita. Las nuevas
estrellas gritan, les faltan los dientes, se comen las eses y la mayoría de las
veces carecen de habilidades para mostrar. Pero protagonizan una revolución en
la televisión y entierran a las poderosas ficciones. Los críticos, como Braden
en la verdadera historia, corren ante la invasión del populacho. Aseguran que
estamos viviendo el apocalipsis televisivo y que tanto Marcelo como la Giménez
solo saben repetirse, que las cámaras ocultas no son ocultas; esa es la gracia
tontitos, que no son ocultas. La gente de verdad seguirá desfilando por los
programas de Tinelli y de Susana intentando tocar una sonata con un serrucho o
tratando de sacarle sonido a un corcho. Tal vez sean mejores los informes de La Liga, el humor de TVR o las actuaciones en Botines, pero la gente elige otra cosa.
Y desde que la tele es tele, se hace por la gente. Solo faltarían los bombos de
fondo para que los críticos se suicidaran en masa. Pero eso ya sería una
alegría completa.
¿De quién es esto? Recursantes abstenerse. ¿Nadie sabe? Nadie leyó en esta
prosa…
Alumna: Verbitski.
Pablo Alabarces: Acá dice una
Verbitski, ¿quién da más?
Alumna: Rial.
Pablo Alabarces: ¿Quién dijo
Rial? Le toman el nombre y apellido a la compañera. Sí señor, Jorge Rial,
antropólogo argentino contemporáneo, con un doctorado en Harvard y un posdoctorado
en Yale. Esta es una declaración del 16 de julio de 2005, pero Rial dijo el 10
de mayo de 1997:
Como
aquellos "cabecitas" que osaron posar sus patas en las fuentes de
Plaza de Mayo aquel 17 de octubre de 1945 [falso: eran las fuentes de Plaza
Congreso, no eran las de Plaza de Mayo], los desclasados de hoy tomaron por
asalto la televisión criolla. También, como en aquellos tiempos, los oligarcas
de antes y los sensibles críticos de ahora lanzan gritos histéricos de horror:
"¡Los negros nos invaden!"
Hay que reconocerle la coherencia, en ocho años, supongo que hoy seguirá
diciendo lo mismo. Ahora fíjense qué interesante: volvieron los grasitas, los descamisados y la gente común, y en
esta secuencia tenemos descripto un escenario de la cultura de masas
contemporánea. Volvieron los grasitas,
los descamisados y la gente común. ¿No les dice nada esa serie? Fíjense qué
secuencia interesante: los descamisados, los grasitas y la gente común. Fíjense que de un término marcado por
su politicidad, a un término marcado por su plebeyismo irreverente, a un
término marcado por, por, por… nada. Por nada. Los descamisados, digo, fíjense
qué potente que fue la palabra descamisado que, inclusive, era el nombre del
semanario montonero de los años setenta: se llamaba El descamisado. Mierda, no era un título descriptivo, un rótulo; como
hacen muchos estudiantes dice la Real
Academia Española: dícese de hombres sin camisa. No, pará, descamisados,
insisto, el título del semanario montonero, un término cargado de politicidad.
Los grasitas. ¿Quién usó lo de los grasitas? La abanderada de los humildes: llevo a los grasitas en mi corazón, denme un
abrazo mis grasitas. Un término cargado de ese plebeyismo irreverente
(volveré sobre esto) que está muy fuerte en el peronismo (sobre el que volverá
María Graciela). Y de pronto estos dos términos tan cargados de politicidad, de
semanticidad muy fuerte, de conflictos, términos cargados de conflictos, ¿quién
dijo los descamisados? La burguesía, veía pasar la gronchada por la calle que
iban rumbo a la Plaza de Congreso primero a lavarse las patas, y luego a la Plaza
de Mayo para reclamar la presencia del coronel del pueblo, decían qué querés con estos descamisados, así
como hoy pueden decir qué querés con estos
negros, con estos bolivianos, con estos piqueteros, etc. Descamisado es un
término conflictivo, grasitas es un término conflictivo, gente común es un…
gente común no es nada. Y sin embargo es esta la secuencia que establece
nuestro famoso antropólogo contemporáneo: descamisados,
grasitas, gente común. Estamos ante
un moderno 17 de octubre, con Tinelli como Perón y Susana como Evita. Aquellos
que quieran, hay un libro mío del 2002, se llama Fútbol y patria, donde en el capítulo dedicado a Maradona cuento
cómo Carlos Ares, periodista contemporáneo que ustedes deben conocer, habló de
Maradona como una Evita posmoderna, esta cosa de que evidentemente algo pasará
con el peronismo que obliga a todo el mundo a posicionarse al respecto. Los críticos, como Braden en la verdadera
historia, corren ante la invasión del populacho. Y frente a eso, frente a
lo que la gente elige, ¿qué es lo que opone nuestro famoso analista? Dice: Tal vez sean mejores los informes de La Liga, el humor de TVR o las
actuaciones en Botines. Es interesante porque está diseñando una polaridad que
nos resulta especialmente significativa para nosotros. Polaridad que aparecía
en su texto del 97. Decía:
Tanto
jodió Bernardo Neustadt con Doña Rosa que al final apareció en televisión. Se
putea, se habla de sexo con lenguaje saunero, se muestran las bajezas más
grandes y nada es ficción (…) Que los críticos bajen del penthouse y se den una
vuelta por el barrio. Allí se van a encontrar con cientos de Samanthas,
Natalias, Jacobos, y Süllers [¿Se acuerdan cuál es la referencia, no es cierto?
El caso del jarrón, de Coppola, de Samantha Farjat, Natalia Denegris, Jacobo
Winograd. Süller en cambio no es historia porque, todos sabemos, la hemos visto
colgada del caño el lunes pasado, sin ir más lejos]. Eso sí, no se olviden de
que también los inmaculados críticos ayudaron a crear estos Frankenstein
modernos. Que los críticos bajen del penthouse y se den una vuelta por el
barrio.
Polarización interesante, ¿no es cierto? Aquí tenemos no una secuencia
sino un eje de oposiciones: penthouse por un lado, barrio por el otro. Donde el
penthouse… penthouse, ¿alguien sabe qué mierda es un penthouse? Un penthouse
vendría a ser una especie de dúplex o tríplex en otras épocas, es un término ¿saben
de quién? De Isidoro, es un término de la época de Isidoro Cañones, lo que
delata la edad de Rial. El penthouse, que los críticos se bajen del penthouse.
El penthouse, entonces, está significando el alejamiento, la distancia, la incontaminación
con lo popular. Esos son los intelectuales. Frente a eso, el barrio. El barrio
es donde está lo popular, es lo verdadero, es bárbaro, es la tierra, es el
contacto con la gente, entonces los críticos están… ¿estaremos? ¿De qué lado
estamos nosotros? Pregunta jodida esa: ¿de que lado está uno? Dice Michel de
Certeau en un texto que van a leer para la clase que viene: ¿desde dónde
hablamos nosotros? Es una pregunta terrible, es una pregunta espantosa. ¿Dónde
estamos nosotros, desde dónde hablamos nosotros? ¿Del lado de los críticos del
penthouse o estamos en el barrio, con la gente? Con Rial, lo cual es jodido,
porque puesto así uno dice: no, macho, yo
estoy con el barrio. Sí, estás con Rial; acá estamos hablando desde Rial.
Si uno sigue la polaridad rialesca,
la distinción bourdeana en términos de Rial, si uno se para del lado del
crítico, no está mal porque viviría en un penthouse, digamos, pero si se para
del lado del barrio, porque yo banco la
gente, yo quiero a la gente,
etc., resulta que está parado al lado de Rial. Esto tiene varias respuestas,
por ejemplo decir no, flaco, esa no es
nuestra visión, pero lo cierto es que Rial lo plantea de esa manera. Y cuando
Rial, digo, estos son textos que tienen dos años o diez años, pero Rial puede
seguir afirmando exactamente lo mismo… es más, como ya lo tiene en la memoria
volverá a cortar y pegar, volverá a los negritos, la plaza de mayo, la mar en
coche, y dirá, como les decía: Tal vez
sean mejores los informes de La Liga, el
humor de TVR o las actuaciones en Botines.
Fíjense qué desastre, porque ¿qué elige para contraponer a la televisión de la grasitas,
los descamisados, la gente común, la negrada, los Süller, los Gran Hermano, por
supuesto, Bailando por un sueño, Patinando por un sueño, Me cago por un
sueño, lo que fuere? ¿Qué contrapone frente a eso? La liga y TVR. ¿Qué podríamos
agregar acá? A ver si captamos la connotación, la serie semántica que está estableciendo
Rial. Tenemos La Liga, tenemos TVR, ¿qué más?
Alumnos: CQC.
Pablo Alabarces: CQC, por supuesto, ¿qué más? ¿Qué más
podríamos agregar? Claro, no hay mucho, estaba Okupas, estaba Tumberos,
uia, los producía Tinelli (risas). No está más, pero también estarían acá las
cosas de… vieron que Suar siempre tenía una pa’ la gilada y una para nosotros: Verdad Consecuencia, la terapia de grupo
de los martes a las diez de la noche, bueno, eso estaría en esa lista. ¿Qué
más? Y no hay mucho más, porque justamente, como se dice ahora, la tele basura
ha desplazado a los programas serios, por ejemplo Los siete locos de Cristina Mucci. Eso estaría en esa serie, pero ¿qué
es esa serie? La televisión inteligente. Esto venía muy al final, lo voy a
saltear, cuando tengamos un ejemplo más adelante.
Vamos a la televisión inteligente. Voy a dar un ejemplo de esa televisión
de los críticos, de los críticos del penthouse, de las cosas que no elige la
gente común. Ayer le escucho decir a Eduardo de la Puente, luego de un informe que
transmiten sobre la oferta de sexo de los travestis en El Rosedal. Dice de la Puente,
textualmente, insisto, en un programa serio, de los intelectuales, que no andan
con bajezas, con humor vulgar, con sexo chabacano, con caños y boludeces por el
estilo: la verdad para ser traba en El
Rosedal, en invierno, hay que tener unos huevos así de grandes. Y uno dice,
la mierda estos intelectuales, los programas serios. O TVR, por ejemplo, un programa crítico, filoso, agudo, implacable,
que pone a un pelotudo ahí adelante, que viene exactamente del mismo lugar que se
pretende criticar, todos son televisivos, todos son estrellas televisivas, le
dan un silloncito, ahí el pelotudo/a de turno, se desparrama con un whiskacho
al costado, y cada tanto lo interrogan: ¿y qué te parece? Qué inteligentes que son, qué agudos que son. Cuando terminan les
dicen ¿y qué te pareció? Qué inteligentes
que son, pero no se pierdan mi próximo programa en canal once. El que
piensa, pierde, como el programa de Les Luthiers. Ese es el programa
inteligente, estamos jodidos. Fíjense que la dicotomía de Rial, si desplazamos (en
el segundo texto ya se olvida de los intelectuales del penthouse), del
penthouse al barrio se traduce, se modifica en: de tevé seria a tevé basura. El
problema con la dicotomía es: ¿y ahora, dónde están parados ustedes? Recuerden
que acá está Rial (y señala a la tevé basura), es mala compañía, pero acá está
De la Puente (y señala a la tevé basura) ¿Dónde nos paramos? ¿Dónde se paran
ustedes? Como dice Michel de Certeau, nuevamente, ¿desde dónde hablamos
nosotros?
Pero para qué tirarle tanto a Rial teniendo tanto. Dice la señorita
Claudia Ciardone en la revista Pronto
del 24 de enero de 2007. Debo confesar algo: mis primeros cuatrimestres están
más actualizados que los segundos cuatrimestres, porque ¿qué pasa? Llega enero,
uno está al pedo, prendo la tele y me engancho. El año pasado los tuve locos
con Sos mi vida, este año, en el
primer cuatrimestre, los tuve locos con Gran
Hermano 4, ahora en cambio me está costando ver el Gran Hermano, vi el primer programa, digamos, y todavía no lo pude
dejar, pero todavía sigo queriendo a Claudia, a Marianela, a Diego, a Osito, Jessica,
los tengo todos acá. ¿Cómo se llamaba el vegetal ese que de pronto a las 147
semanas dijeron piedra libre al fulano
que está escondido detrás de un helecho? Se acuerdan de Claudia Ciardone,
que era la rubiecita que fue la primer en irse, que después entró de nuevo y
qué sé yo. Claudia Ciardone, que estaba un vagón, le duró apenas una semana,
dice:
–Algunos
dicen que sos la nueva Tamara Paganini. ¿Te sentís cerca de ella?
–Puede
ser, tenemos un parecido…
(…)
–Das
imagen de comehombres [guarda con ésto], ¿lo sos?
–No,
nada que ver, soy lo más villera que hay.
Y de pronto tres décadas de teoría cultural tiemblan y
dicen uhh. Por ahí anda la cosa, ¿qué
es Gran Hermano sino la pretensión de
una democracia falaz, un espectro de representación pretendidamente universal,
pero que con un poco de dureza muestra rápidamente las fisuras? No pude ver, insisto,
la selección de este programa. No, además, son 18 pelotudos, hay que tener
paciencia para identificar… me enteré que hay un cana, la vez pasada había un
sopre, entonces sacan al tumbero y ponen a un cana. El equilibrio de Gran Hermano es fantástico: saco un
sopre, pongo un cana. Y uno dice, bueno, ¿cómo está la representación? Y la representación
del primer Gran Hermano era un sopre
(lo que da uno cada 18, está bien, no está mal), un puto… no, ahí ya no estamos
bien, porque quiere decir que si los homosexuales argentinos son solamente ese
porcentaje evidentemente la representación no está muy clara. Igual, se fijaron
que además insisten en lo provincial, porque eso le da el tono federal. Pero lo
del sopre era interesante, era confiar un groncho. Además de todas las rubias
teñidas (como decía un amigo médico: cuando la operemos de la apéndice vas a
ver que es teñida), una morocha tiene que haber, ahí está interesante lo de Marianela,
jugando callada se comió a uno, dos, tres, cuatro, hasta llegar a 17. Lo de la
morocha argentina me parece un tópico interesante frente a tanta rubia
oxigenada, frente a tanta mujer de la rama femenina del PJ, son todas rubias. Ahora,
algún groncho, y ahí estaba Diego, el sopre. Era un groncho interesante. El que
creo que es un cana, es un groncho más clásico: cabezón, cuadradote, gordote. En
cambio Diego era un groncho interesante, un groncho que trabajaba más sobre lo
que es el clásico reducto de la paquetería burguesa según la cual los gronchos
cojen que da calambre. El problema es que cuando uno veía el conjunto y, decía,
bueno, dónde está lo de la democraticidad de esta representación, se encontraba
con que en realidad había 18 pelotudos que se pasaron durante tres meses
diciendo me gusta, no me gusta, me gusta,
no me gusta, qué hago, gusta de mí o no gusta de mí, me lo transo o no me lo
transo, me lo aprieto o no me lo aprieto, eran 18 pelotudos. Con lo cual la
representación, la falaz representación democrática que Gran Hermano postula respecto del universo de una sociedad hace
agua por todos lados. No podemos ser tan pelotudos, digamos, lo somos bastante,
debemos reconocerlo, pero no es que la sociedad argentina puede estar representada
en esos 18 gansos. Pero sin embargo la postulación es esa; es que en realidad
toda la cultura de masas continuamente postula una representación democrática
falaz a través de una serie de mecanismos que, sin duda, son bastante
inteligentes, y que uno entonces tiene que, bueno, desarmar; uno tiene que desarmar,
tiene que ser lo suficientemente hábil y crítico como para desarmarlo. Quiero
decir, para usar un término populista, hay que gente que se la cree, yo no,
porque soy más inteligente que ellos. Stuart Hall, en ese texto que yo cité y
que van a leer dentro de muchito, dice algo así como que el argumento de la
popularidad por el consumo de masas tiene una trampa, que es la trampa de los
tontos culturales, los zombies culturales; claro, estas pelotudeces son para la
gilada, para uno no, porque todos nosotros somos más inteligentes que ellos,
porque estamos en el penthouse, nos gusta la tele seria. Nuevamente, dice de
Certeau, ¿desde dónde hablamos nosotros?
¿Me permiten un poquitito más de citas? Una cita
infaltable, que no ha perdido su eficacia cuatrimestre tras cuatrimestre, que
no tiene reemplazo, me encantaría cambiarla pero no tiene reemplazo. El 2 de
julio de 2001 Marcela Tinayre le dice a Clarín,
a Fernanda Iglesias de Clarín (digo,
el hambre y las ganas de comer). Dice Fernanda Iglesias: “Vivís en una casa
superpaqueta, sos una mujer fina [mujer
fina, término que también revela la edad de Fernanda Iglesias; ya no se
dice más, eso de mujer fina también es de la época de Isidoro Cañones], ¿de
donde te sale ese costado reo que mostrás en la tele?”.
Soy
así. Es cierto que tengo un gusto innato por la decoración y la forma de vestir
que tiene que ver con mi historia y mi educación, pero adoro las cosas
populares, soy muy mal hablada, tengo una platea en la Bombonera, toda la vida
fui así, es algo que tengo incorporado, es parte de mi personalidad, me
divierto mucho conmigo misma, y necesito estar al borde.
Con lo cual Marcela Tinayre, nos reacomoda, nos está explicando mejor todavía
qué es lo popular: es putear y ser hincha de Boca. Bienvenidos los hinchas de Boca
al mundo de lo popular, se ve que es una garantía: platea en La Bombonera=popular.
Está buenísimo eso, y si puteamos… debo reconocer los flaqueos por el lado de
los hinchas del Boca, pero putear seguro, eso nos transforma en un sujeto
popular según Marcela Tinayre. Pero, claro, fíjense que además se hace en
relación con una mujer fina, una mujer paqueta: el estudio, el estilo, la tradición,
Chiquita Legrand, etc., la casa en Palermo Chico. En relación con eso de pronto
Marcela Tinayre dice: ah, pero guarda, yo
estoy al borde, yo puteo y tengo una platea en La Bombonera. Y entonces lo
popular se transforma en plebeyo, lo popular se transforma en una serie de contenidos,
repertorios, prácticas que son graciosamente asumidas por las clases medias,
medias altas, y altas, para darse chapa de popular. Y este es un término sobre
el cual vamos a trabajar largo y tendido a lo largo del cuatrimestre: esta idea
del plebeyismo, qué es eso del plebeyismo. Insisto, incorporar repertorios de
prácticas, de hablas, de vocabularios, de lenguajes, de modismos, que tradicionalmente
proceden de lo popular, y que son capturadas en una operación presuntamente
democratizadora, pero no es tal. Quiero decir, la aparición de Marcela Tinayre
en una platea de La Bombonera puteando a un árbitro no la transforma en un
sujeto popular, ni nos habla, seguro que no, de una presunta, absoluta y
radicalmente falaz democratización de la cultura. La cultura argentina no es
más democrática porque Marcela Tinayre vaya a la cancha y putee o porque Macri
sea hincha de Boca. Y si es, me equivoqué. En principio, al menos acéptenlo
como hipótesis, como punto de partida del curso, la cultura argentina no se ha
vuelto más democrática por el hecho de que sus clases medias y medias altas se
hayan vuelto hinchas de Boca. No se ha vuelto más democrática por eso, pero sin
embargo ese movimiento está. Dice, y aquí tiro otra cita, Diego Fischerman, un
excelente crítico musical de Página 12
en un texto del año 2000:
Hoy los ricos
son, en general, más ricos y los que eran más o menos pobres ahora lo son del
todo. Pero en algo la sociedad se ha hecho más igualitaria. Proust y Anton
Webern no conquistaron a las barriadas populares pero, en cambio, la música que
en las casas de buena familia otrora sólo escuchaban las sirvientas se ganó sin
dificultades el favor de rugbiers, jóvenes yuppies, encantadoras modelos y
promisorios entrepeneurs. Mozart y Beethoven no llegaron a las villas pero la
bailanta se apropió de los casamientos en San Isidro y de las fiestas de
graduación en los colegios de Belgrano.
Definición que es, sin duda, impecable. Como decía un informante de la
hinchada de Racing: qué querés loco, la
cumbia se lo chupó todo. Uno va a cualquier casamiento, baile, cumpleaños, y
de pronto, Damas Gratis, y ahí sale toda la negrada…perdón, toda la blancura, sale
a bailar diciendo qué divertidos que son
los negros. Los colegas que trabajan en el terreno me hablan de los niños
bien (más bien de clases medias, tampoco de clases altas), los niños bien hijos
de familias de clases medias que van a las bailantas, textual, a levantar negritas, porque son fáciles.
Esto no vuelve más democrática, de ninguna manera, a nuestra cultura. Por el contrario,
nos permite, nos reclama, insistir en hablar de la distinción, la diferencia,
el clivaje, la desigualdad, la jerarquía, etc. El problema es que esto se vuelve
más difícil porque la superficie, por el contrario, aparece recubierta de este
democratismo falaz: Marcela Tinayre va a La Bombonera, y los chicos de clases
altas escuchan bailanta y se cogen negritas. ¡Qué democráticos que somos! ¡Qué
bárbaro!
Permítanme otra cita. Dicen unos muchachos que en una época eran
conocidos como Los Nocheros pero ahora son Los Nocheros menos uno más uno, porque
uno se les disparó para hacer carrera solista. Pero esta es de la época en que los
cuatro eran cuatro. Dice el intelectual orgánico de Los Nocheros, Mario Teruel:
“Me enteré que un periodista de los intelectuales habló bien de nosotros en una
nota y lo escracharon porque escriben para el grupo de los intelectuales amigos
que escuchan Chick Corea y Miles Davis”. Que están ahí en el penthouse,
digamos. Sigue más adelante Mario Teruel: “¿Qué es lo que les molesta? ¿Que los
artistas metan gente? ¿Que se hagan populares?”. Sigue Quique Teruel, hermano
del intelectual orgánico Mario Teruel.
Después
sale el Chango Farías Gómez a decir que somos una versión aggiornada de los
Tucu Tucu. Nada que ver, el Chango es un capo pero ha estado más cerca del
flamenco que de Los Chalchaleros. No sé si está muy autorizado para hablar. No
nos estamos justificando. El Chango dice que nos parecemos a los Tucu Tucu, yo
digo que nunca vendió un disco y punto”.
Fíjense qué interesante el corrimiento de la argumentación, por un lado el Chango Farías Gómez dice que nos
parecemos a los Tucu Tucu, yo digo que nunca vendió un disco. Es decir, a
un argumento estético se le contesta con un argumento presuntamente ético.
¿Entienden el deslizamiento? El argumento estético del Chango Farías Gómez es se parecen a los Tucu Tucu. ¿Alguien
sabe de qué está hablando el Chango cuando dice Tucu Tucu? Es muy vejo, es
anterior a Isidoro Cañones: era un grupito folklórico de mierda, que se ha
perdido en la historia, como si hoy dijera, qué sé yo, una banda mala, mala,
Callejeros por ejemplo. La respuesta no es estética; la respuesta es, en
principio, ética: yo digo que él no vende
discos. Claro, una ética tramposa, una ética que asigna posiciones
culturales según la venta. La calidad estética se reputa como la calidad
comercial. Pero esto sigue, y dice:
Otra
cosa que molesta es que la música nuestra es simple y sencilla. No hay pasajes
de jazz, ni mezclas afrofusión, y por eso la tildan de livianita. Bueno,
nosotros no sabemos hacer cosas elaboradas. Tenemos nuestras limitaciones,
somos conscientes de ellas, y podríamos llamar a los mejores arregladores (…) pero
no es lo que sentimos.
Esto es, sí, somos una mierda, ¿y qué? ¿Cuál es el problema? Es más,
podríamos ser mejores pero no se nos canta el orto. “Tampoco creemos –agrega
Mario Teruel– que empezar por una zamba, hacer un pasaje de jazz, otro de
flamenco, irse a Arabia Saudita y volver con una chacarera sea necesariamente
hacer algo groso”. Es decir, la fusión se transforma en la parodia de la
fusión, esto es: empezar por una zamba,
hacer un pasaje de jazz, otro de flamenco, irse a Arabia Saudita y volver con
una chacarera. Entonces de pronto eso que se dice más arriba como la
afrofusión es, insisto, una fusión puramente paródica de cualquier tipo de
experiencia estética con la música popular. Frente a eso, afirma Mario Teruel: “Nuestros
discos son dignos, sanos, románticos, con mucha fuerza pero sobre todo
folklóricos”. Canejo, le faltó agregar. Y antes, y esto es un término muy
interesante, “podríamos hacer cosas mejores –dice- pero no es lo que sentimos”.
Ahí está la madre del borrego: el sentimiento, la pasión, lo auténtico, lo que
me pasa por las venas, lo que siento en las
pelotas, porque si hay algo que hay que tener en la cultura argentina
contemporánea son huevos. ¿Vieron que
hay huevos por todos lados? Pongan huevo,
hay que tener unos huevos así, dice Eduardo de la Puente, hay que tener unos huevos terribles,
pusieron lo que hay que poner, todo el tiempo la metáfora dominante es la
de los huevos. Estamos en un escenario cultural que más que escenario parece un
vestuario... Decía, entonces, lo que hay que tener es pasión, lo que sentimos,
esto es auténtico, esto. Yo le pongo corazón,
esto es lo que siento, como la gente, porque la gente siente cosas, a la gente
le pasan cosas, hay que sintonizar con el sentimiento de la gente común, lo que
importa es lo auténtico, las pasiones auténticas, es aquello que no se duda, porque
pasan los intelectuales, viste, y la ideología, pero esto es natural, esto es
sencillo, las cosas sencillas de la vida, las propagandas de Knorr, las
propagandas de Quilmes. La pasión, si somos argentinos cómo no le vamos a
poner pasión a todo lo que hacemos, dice el slogan publicitario. La pasión se
ha vuelto argumento cultural por excelencia, en tanto que la pasión sea el
sustento de una práctica, esa práctica se vuelve automáticamente legítima, por
eso Los Nocheros son buenos. ¿Por qué hacen buena música? No, si es una mierda.
¿Hacen cosas elaboradas? Si no tienen oído, no tienen arreglador. ¿Hacen buen
folklore? Mierda, hacen boleros: pero son auténticos, hacen lo que sienten y
venden muchos discos. Y entonces, según los hermanos Teruel, ahí está la clave
de lo popular.
Evidentemente no estamos hablando de lo popular; de lo que estamos
hablando es de las maneras como la cultura de masas pone en escena las
desigualdades, las desniveles, los clivajes, las jerarquías, las
discontinuidades, las rupturas, las fracturas, aquello que es desigual, pero sin
nombrarlas, escamoteándolas, disfrazándolas, hablando de la gente de una manera estruendosa, como hace fundamentalmente el
dueño del término la gente, por
ejemplo el diario Clarín cuando el
día de la primera marcha de Blumberg titula: la gente dijo basta. Y entonces todos los pelotudos, incluyendo a
los políticos, dicen a la mierda, si la
gente dijo eso debe ser en serio. Y entonces la gente encubre, a través del
verso de la gente, a través de la gente que ve tele basura, que está en el
barrio, hace cosas sencillas, son los herederos de los descamisados y de los
grasitas; este término gente pone en
escena estas significaciones presuntas pero falazmente democráticas. Dice
Carlos Monsiváis, un magnífico crítico mexicano, hace unos años, en un texto de
finales de los noventa:
Todavía en
1960 o 1965 el término masas es solo despreciativo, porque según el mercado de
valores semántico masas es el sinónimo de los seres que carecen, entre otras
cosas, de moral, que frenan los instintos, de educación. La oscuridad iluminada
por el rechazo será llamada la gleba, el popolo, la leperuza, el peladaje, la
grey astrosa, el populacho, el infelizaje [podríamos seguir, y aquí complemento
a Monsiváis: los descamisados, los grasitas, la negrada, la gronchada, la
gilada, la grasada, los salvajes, los putos, los negros, los bolitas, los
piqueteros, sigue la lista]. El conjunto amenazador o, la menos de las veces,
compadecible, que según los conservadores halla su justa descripción en el
libro La rebelión de las masas de
José Ortega y Gasset, heredero de Psicología
de la multitud de Gustav Le Bon [texto que ustedes conocen], el ensayo
donde se localiza el arquetipo que destruirá a la civilización: el hombre masa,
inhabilitado para toda autonomía psicológica, enemigo de los que más comprenden
todo, y rencoroso ante lo sobresaliente.
Porque en este país, como todos saben, se envidia a los exitosos. Como una
vez dijo el famoso epistemólogo argentino Blumberg (antes ingeniero devenido
epistemólogo), alguna vez le preguntaron y
dígame, ¿usted cree que hay un racismo contra los rubios? Los periodistas
en Argentina dan para todo, muchos de ellos compañeros de ustedes, no hace
falta que los nombre, ilustres egresados de la carrera de Ciencias de la
Comunicación que llegan a Clarín, La Nación, CQC, etc., y hacen estos estragos. Le pregunta el periodista: y dígame, ¿usted cree que hay un racismo
contra los rubios? Por supuesto que
sí, dijo Blumberg, por supuesto que
sí, porque en este país se envidia a los exitosos. El periodista contesta: ¿y usted, es racista? De ninguna manera, dice Blumberg, le digo más (y cuando la derecha dice le digo más, temblá porque lo que viene
debe ser terible) tengo un amigo en
Brasil que es negro pero tiene el alma blanca. Y esto no lo digo yo, que
soy un turro, salió en La Nación, que
es el house organ de las fundaciones
de Blumberg. Bueno, volvemos, la envidia frente al sobresaliente, eso son las
masas, negrada, la gronchada, la gilada, la grasada, los salvajes, los
descamisados, el populacho, la gleba, el peladaje, los piqueteros, los bolitas,
esos bolitas de mierda, etc.
Gracias a La rebelión de las masas –continúa
diciendo Monsiváis– la elite aviva su desprecio por los invasores ocasionales
de su panorama visual [cómo se multiplican, tienen hijos como conejos]. La
fertilidad de una red demográfica los acompaña y les permite convertirse en la
duda amenazadora que sumerge a las ciudades en el escenario de la uniformidad.
Y de acuerdo a los criterios de la derecha la gran rebelión de las masasa es su
existencia misma. Fe de erratas, o rectificaciones: donde decía pueblo, dice
público; en donde se hablaba de la sociedad, crecen hoy en día las masas; donde
se ponderaba la nación o el pueblo, se elogia a la gente; en donde la gente era
la amenaza se habla de La Gente.
Proyección de la primera persona, para entender de modo cabal las expresiones la gente dice, la piensa dice que…
podemos decir yo digo, yo pienso. La
elite se resigna, da por concluido su libro en la industria y las ciudades, y
se adentra en los vientos del privilegio: aquí
todo funciona tan bien que parece que no viviéramos aquí. Y lo exclusivo
quiere compensar con la desaparición de lo urbano.
Lo que Monsiváis dice respecto de México es casi trasladable punto por
punto a la Argentina; en algún momento los descamisados, los grasitas, la gleba,
los insurrectos, los plebeyos, etc., están a punto de dominarnos hasta que
finalmente, por una operación de vocabularios sociales, económicos, etc., todo
se transforma, todo se dulcifica, se adocena, se domestica, y entonces el
pueblo pasa a ser el público, y las masas han pasado a ser la gente. Gente que,
casualmente, opina como la gente: yo digo tal cosa, casualmente la gente piensa
en eso. Esta cuestión de la gente y del pueblo, la supresión de lo popular, del
pueblo, etc., es sin dudas esquemático y absolutamente explicativo. A grandes
rasgos la gente no designa nada; designa la ausencia del conflicto, del
clivaje, de la desigualdad, de la diferencia, etc., mientras que pueblo está en
la serie, en la Argentina al menos, de los descamisados, los grasitas, es
decir, aquello que es lo otro, aquello que designa una diferencia que no se
puede saldar, aquello que designa una otredad que, necesariamente, es
conflictiva. Eso debe limarse, eso debe separarse, para dar lugar a esta
cuestión de la gente. Gente que, igualmente, Macri acaba de mostrar que existe.
¿En qué consiste la gente, por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires? La gente
consiste en… Macri fue a buscar el voto de la gente y demostró que existía algo
llamado el voto de la gente. La gente suma: el garcaje ortodoxo (que siempre
fue garcaje y sigue fiel a sí mismo y nunca traiciona a su clase), clases
populares que al grito de dale Bo, dale
Bo, votan a Macri a ver si ganan a algo, y después las clases medias argentinas
que de piquete y cacerola ha pasado a
piquete y cacerola, la concha de la lora.
Eso es la gente, eso es lo que aparece en la superficie de los medios. Y es
aquello que, entonces, debemos horadar, debemos desmenuzar, debemos deconstruir.
Bien dice Stuart Hall en el texto que van a leer: deconstruir lo popular.
Debemos deconstruir esta superficie de la cultura de masas para tratar de entender
de qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular.
Bueno, casualmente ese es el camino que vamos a hacer este cuatrimestre.
Lo peor es que tenemos que anunciar un fracaso: va a llegar al final del
cuatrimestre y no vamos a saber de qué estamos hablando cuando hablamos de lo
popular. Nos vamos a encontrar con montones de discusiones, nos vamos a
encontrar con montones de definiciones, nos vamos a encontrar con montones de
intuiciones y de hipótesis, y en última instancia terminaremos creyendo, espero
yo y espero que nos acompañen en ese camino, que lo popular en última instancia
es una dimensión. No es un lugar, no es un repertorio, no es una categoría. Es
más, el pueblo no existe, diremos alegremente, pero lo popular nos está hablando
de una dimensión. Que tiene que ver con lo subalterno, con lo distinto, con la
desigualdad, con el clivaje, etc. Pero una dimensión sin la cual no podemos
pensar la cultura contemporánea con el riesgo, si no, de parecernos a Jorge
Rial. Esto por supuesto es una provocación: algo así como parafraseando a ¿Quién quiere ser John Malkovich?, yo
diría ¿quién quiere ser Jorge Rial, levante la mano? Entonces ninguno va a
levantar la mano, son una manga de cagones; a la mayoría les encantaría ser
Jorge Rial, les encantaría tener la aparición pública de Jorge Rial. Muchos de
ustedes han entrado en esta carrera porque quieren ser algo parecido a Jorge
Rial, pero ahora nadie levanta la mano. Al final del cuatrimestre volveremos a
repetir la pregunta: ¿quién quiere ser Jorge Rial? Entonces, todos, después de
haber pasado por dos parciales y 147 textos, dirán: ahora sé por qué no quiero ser Jorge Rial, antes quería ser Jorge Rial,
pero ahora no quiero ser Jorge Rial. ¿Por qué no queremos ser Jorge Rial?
Se supone que por dos o tres razones. Una, somos más políticamente correctos.
Dos, queremos ser democráticos de veras. Tres, queda re mal, a uno no le va tan
bien siendo Jorge Rial, y menos en esta Facultad. Pero además porque nos daría
escozor por posición, otra vez soy insistente, ¿desde dónde hablamos nosotros?
¿Somos Jorge Rial? Y no, obvio, me responderían ustedes, digamos que estamos
entre el penthouse y el barrio, y del barrio de Jorge Rial nos corremos un
poquitito pero lo del penthouse no nos gusta, la del barrio nos suena
populista, nos suena atorranta. Una de las cosas que queremos llegar a
averiguar al final del curso es dónde estamos nosotros, esto es, desde dónde
hablamos cuando hablamos del gusto popular, de la cultura popular, de una
cultura democrática.
En esa intención y en ese camino, el recorrido es este: el programa consiste
en dos partes: una de teóricos y otra de prácticos. Como somos originales hemos
decidido que los teóricos se discutan en prácticos y los prácticos se discutan
en los teóricos. ¿Qué quiero decir con esto? Que en sus clases de trabajos prácticos,
como lo saben todos aquellos que han cursado entre lunes y miércoles con
Miriam, con José, con Marián, con Javier y con Fabiola, lo que van a hacer es
discutir los teóricos, discutir los clásicos. Esta es una operación que venimos
haciendo desde hace varios años y en la que les pido que nos acompañen: volver
a rediscutir a aquellos que forjaron, por decirlo de alguna manera, una especie
de biblioteca clásica sobre el problema de la cultura popular. Digo, Bajtin, Ginzburg,
Bourdieu, por supuesto, Claude Grignon y Jean Claude Passeron, Gransci a la
cabeza, Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Aníbal Ford. Vamos a rediscutir,
a ver si esto nos ayuda, nos aproxima un poco a tratar de pensar con mejores
categorías de qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular en la cultura
contemporánea. Los teóricos, en cambio, van a ser un ida y vuelta. En una
época, hasta el año pasado sin ir más lejos, el programa se organizaba cronológicamente:
hacíamos una historia de la cultura argentina para repensar la cuestión de lo
popular. El año pasado nos aburrimos soberanamente y dijimos vamos a hacer un girito, entonces lo que
vamos a hacer es ir y volver, todo el tiempo. Esto es, volver, se acuerdan que
yo les dije que esto no es una historia de la cultura, es una materia que pretende
analizar la cultura del presente, pero creemos que no se puede analizar la
cultura del presente sin necesarias remisiones a cómo ese presente se compone,
se construye, se edifica, se sedimenta: ¿Por qué Los Nocheros? ¿Por qué el boom
del folklore? Bueno, se explica en función del peso de lo folklórico en la
invención de la Argentina, de las tradiciones, del aluvión inmigratorio de los
cuarenta con el peronismo, del cambio de la escena cultural contemporánea que
desplaza al tango e instala el folklore, etc. Bueno, entonces en el análisis
del presente necesitamos echar mano también del pasado, pero vamos a ir y
volver. Desde ya ¿alguien puede pensar que se puede hablar de cultura en la
Argentina contemporánea sin nombrar el peronismo? Porque evidentemente el
peronismo es algo que aún hoy organiza el presente y lo cotidiano. No va a
faltar algún chistoso que diga que en realidad los argentinos somos todos
peronistas y después lo que hay son líneas internas: peronismo de derecha, peronismo
trotskista, etc. Entonces, también revisaremos qué entendemos por el peronismo.
O que tiene que ver el peronismo con esta idea de una cultura popular.
Entonces, nuestro eje no va a ser cronológico, en los teóricos nos vamos a
dedicar, junto con María Graciela a lo largo de todo el cuatrimestre (va a
haber una clase a cargo de Fabiola Ferro, además), y nuestra idea es esta, lo
que vamos a hacer es lo siguiente: lo que nos va a organizar el curso son
cuatro ejes de problemas. La idea es esta, primero los agarra María Graciela en
las próximas dos primeras clases y les pega un par de sopapos teóricos, los va
a poner al borde del abismo. Los va a llevar a decir: ¿existe la cultura
popular fuera del gesto intelectual que intenta suprimirla y transformarla en
una instancia de conocimiento? La mierda, cómo me la sé de memoria. Los va a
poner al borde del abismo. Entonces después volvemos para rescatarlos y
decirles no, no, quédense tranquilos,
vamos a hacer este recorrido, vamos a pensar lo popular en cuatro ejes: la
oralidad, la lengua (en términos más amplios), el territorio (los territorios y
los espacios) los cuerpos, y las políticas. Esos son nuestros cuatro ejes de
problemas. Hay un quinto por ahí que son las leyes, la ley, la cuestión de la
legalidad, pero va a entrar y salir. Las lenguas, los espacios, los cuerpos y
las políticas. Entonces lo que vamos a hacer es ir trabajando esos cuatro ejes,
yendo y viniendo, pasado y presente todo el tiempo. Arrancando con lo que, entendemos,
es un nudo histórico que nos permite explicarlos todos que es el cuento El matadero, de Esteban Echeverría, un
cuento de 1838, donde todo este despelote está planteado: las lenguas, los
espacios, los cuerpos y las políticas. Y también las leyes. Entonces desde ese foco
vamos a empezar a desatar los piolines: las lenguas, los espacios, los cuerpos,
las políticas. Al final lo vamos a tratar de volver a juntar, pero volver a
juntar con la excusa de ciertos espacios culturales contemporáneos: el fútbol,
el rock, la cumbia. Ahí aparece Hinchadas,
y ahí aparecen todos los ejes. Ese es el recorrido que estamos proponiendo.
Para cerrar, la semana que viene, del módulo uno, que es el módulo de teóricos
que se va a tomar en dos semanas, digo, en las próximas dos clases se ven todos
los textos, en esta secuencia (están por orden alfabético en el módulo, no es
el orden de lectura), el orden de lectura es: primero el primer texto de Michel
de Certeau, que se titula “La belleza del muerto”; el segundo texto es el texto
de Carlo Ginzburg, el “Prefacio” a El
queso y los gusanos; el tercer texto es el segundo texto de Michel de
Certeau, titulado “Envío” (yo envío, tu envías, él envía, nosotros enviamos,
vosotros enviáis, ellos envían, pero no en ese sentido); el cuarto texto en
orden es el de Pierre Bourdieu “Los usos del pueblo” (llegan al final y dicen Bordiú, ¿alguien me puede explicar quién
dice Bordiú en esta carrera? Porque hay
alguien que le dice Bordiú y muchos alumnos
dicen Bordiú. ¿Quién dice Bordiú? Deschávenlo ahora o callen para
siempre); quinto texto, Antonio Gramsci, “Observaciones sobre el folklore”. Ese
es el orden de lectura que se espera de vosotros, que para comenzar a
entrenarse en el ritmo que vamos a suponer, lean los tres primeros, dos y medio,
para la próxima, ¿hacemos negocio? A grandes rasgos este va a ser nuestro ritmo
en todas las clases teóricas: entre dos y tres … Hay, especialmente en la unidad
dos y tres, mucho texto ficcional, hay mucha literatura en el medio. Es
probable que de una clase a otra les pidamos que lean cuatro cuentos. ¡Eh, loco, es mucho! Son cuatro cuentos,
en el bondi se lee. Dos cosas más: con respecto a los materiales del cuatrimestre
pasado, aquellos que los consiguen, sirven. Hay minúsculas diferencias. Las
minúsculas diferencias en la parte de teóricos son las siguientes: en la unidad
tres hay un agregado, aquellos que comparen lo van a ver, y tiene un agregado
que se llama “Desvío post-mortem: conversación y masculinidad en la obra
de Roberto Fontanarrosa”, le vamos a dedicar un cachito a Fontanarrosa e introdujimos
dos cuentos de Fontanarrosa y un texto mío; y por último, en la unidad seis,
hay un texto que es el mismo pero no es el mismo, es un texto que escribimos
con tres compañeros de la cátedra que, en el primer cuatrimestre pusimos una
versión, y en el segundo cuatrimestre pusimos una segunda versión, esto es,
tiene varios cambios. Entonces, aquellos que consiguen compañeros que le
presten el material del primer cuatrimestre de 2007 sirven todos pero se tienen
que buscar tres textos de la unidad tres y un texto de la unidad seis. ¿Todo
bien? Podéis ir en paz.
Desgrabación: Mauro Vázquez
Versión corregida: P.A.
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