Ford, Aníbal (1994): “De la aldea global al conventillo global” - Comunicación II - Cátedra Martini
ANÍBAL FORD:
“DE LA ALDEA GLOBAL AL CONVENTILLO GLOBAL”
-NAVEGACIONES
1. Metáforas,
hipótesis, incertidumbres
La metáfora de la “aldea global”, como otras metáforas más recientes que
ponen el eje en la homogeneización (como la macdonalización del universo), no
nos explican cómo se están produciendo los procesos de trasnacionalización que
hoy nos afectan, sus diversificaciones, fragmentaciones y conflictos
culturales. Porque en realidad no hay una trasnacionalización, sino muchas y
muy variadas; es por esto que, junto a los procesos de globalización y multiculturalización, se
dan también procesos de localización territorial y simbólica; es decir, se
avanza en una heterogeneización (crecimiento de minorías con patrones e
identificaciones específicas) o una fragmentación cultural (pérdida o confusión
o reciclaje de patrones culturales).
Me detengo en esta metáfora de la “aldea global”, porque esta no es
inocente, y porque las metáforas muchas veces ordenan, fijan, naturalizan y
bloquean, dirigen el conocimiento.
Toda metáfora implica la búsqueda de un modelo en otro lado, en otra
serie, una conexión isomórfica que nos permita explicarnos, ordenar el sentido
frente a algo que nos resulta nuevo, inexplicable.
McLuhan elaboró su metáfora cuando previó los impactos de un desarrollo
tecnológico comunicacional todavía “incipiente”. Pero falló en el diagnóstico
como muchos otros utópicos.
El rol de la metáfora en la invención y la hipótesis es fuerte. Las
metáforas nos permiten conjeturar y generar leyes y explicaciones y también
diseñar el itinerario de nuestras preguntas. Actúan como modelos de
conocimiento efectivos que permiten construir, inventar socialmente, y
desestructurar los bloqueos que produce la crisis. Pero en otros casos las
metáforas no son modelos de ruptura y de creatividad, porque aparte de sus
múltiples funciones en la vida cotidiana, son también vehículos de orden, de
control social.
Por ejemplo, la metáfora “caldo de cultivo”, es el ejemplo de la
transmisión de una orden, en la medida en que implica una minusvalorización
microbiana, criminológica de las clases populares en situaciones de crisis
económica. Es un buen ejemplo, en la medida que se la usa como natural y no se
la cuestiona, de cómo se genera la hegemonía a través de las mediaciones lingüísticas.
Esta metáfora obtura la comprensión de muchos procesos. Lo mismo sucede con la
metáfora de McLuhan: no podemos ubicar todo bajo el paraguas de una
homogeneización armónica.
Sucede que cuando se abandona la hipótesis de la homogeneización, se percibe
la fragmentación y se abandona la idea de la trasnacionalización y de la
globalización de la economía y el poder. Es que resulta difícil ser radical sin
ser fundamentalista o totalizador, como dice García Canclini. Tal vez valga
insistir en romper, o al menos problematizar, la relación globalización=aldea,
tal cual es entendida hegemónicamente. La historia de la cultural es una
historia de préstamos y de reelaboraciones, de desestructuración de series y de
formación de nuevos conjuntos y unidades. El asunto es qué hacer cuando esto
inunda la escena social, como sucede en toda etapa de crisis.
2. Historia de una
contrametáfora
El hecho: antenas caseras
Las clases populares ingeniaban mecanismo por lo cuales robar cable,
entonces pensé que los circuitos realmente cerrados y bloqueados de información
pueden ser fisurados, entonces comprobé que la hipótesis de los consumos
culturales que se iban a dividir socioeconómicamente era lineal y mecanicista.
Entonces había en las clases populares una necesidad de engancharse con otras
culturas, de trasnacionalizarse. Tuvo muchas hipótesis de qué podía pasar bla
bla.
Vista desde la recepción, la idea de que esto llevaría a la
homogeneización me resultaba precaria, pues Argentina es un país pluricultural.
Diacrónicamente, por su constitución inmigratoria masiva; sincrónicamente, por
la diversidad de sus regiones. Sin embargo, debido al hipercentralismo porteño
que produce el 90% de la comunicación en el país, pareciese que es todo lo
mismo, pero en realidad hay muchas regiones que tienen comparten muchos
estratos en común con países vecinos más que con Bs. As. La Argentina no es un
país integrado, más bien tiende a desintegrarse, diferenciarse.
El texto: Clifford y el
conventillo
Clifford dice que el futuro no es solo monocultura, el mundo está
crecientemente conectado, aunque no unificado económica y culturalmente. En
todas partes del mundo las distinciones han sido destruidas y creadas. Dice que
la personalidad, la subjetividad se constituyen en una cultura, y señala que no
es lo mismo que en 1900, porque hoy la subjetividad se constituye en una
enredada y compleja red de culturas en la cual “los conceptos de lenguaje
natural, y si hubiera cultura natural, se están disolviendo en un mundo con
muchas voces al mismo tiempo”.
Esto en Buenos Aires pasaba desde 1880, debido a la ola inmigratoria, en
que muchísimas nacionalidades convivían en el convetillo. Los procesos de
constitución de la subjetividad en los hijos de estos inmigrantes, que recibían
en el patio del conventillo entreveradas culturas, sus solidaridades, sus
conflictos, sus fusiones; mientras que en la escuela pública absorbían una
identidad “construida” y se alfabetizaban junto a sus padres.
El conventillo fue elegido como el ámbito de un género teatral: el sainete,
que enfatizaba esos cruces culturales. Y también alimentó gran parte de la
literatura del tango. Estos son dos géneros fuertes que nacen del cruce
inmigratorio y las necesidades de sincretismo, muy parecidos a la que estamos
viviendo a nivel global. Es una formula que marca la necesidad de generar
nuevas unidades y de dejar atrás la diversidad no resuelta.
Frente al caso del sainete, el cine Los Ángeles, o sobre otras zonas
densas de cruce multicultural pone en
escena internacional un tipo de conflicto que aunque se localice en un lugar se
inscribe en una problemática global, que está fuertemente relacionada con las
otras formas en que el “cuarto mundo”, pero también el tercero, van imaginando
su futuro. Por ejemplo, la problemática de los argelinos en Francia, marca la
desintegración, la heterogeneidad, la marginación, como un problema global que
también está presente en nuestros países latinoamericanos.
No vivimos en la aldea global, sino en un conventillo global.
3. Los nudos
Generar lo nuevo, acompañarlo, implica en este caso no proponer un orden
o una fórmula. Significa empezar a rastrear los indicios, los gérmenes de
nuevos órdenes y unidades, las nuevas diferencias que se vayan produciendo en
toda la vida social, los nuevos usos de las instituciones que sobreviven o la
emergencia de instituciones nuevas. De ahí la importancia de no aceptar las
coberturas homogeneizantes. También hay que generar las herramientas políticas
y epistemológicas que nos permitan “ver” estos procesos. Por eso la apertura
trasdisciplinaria es fundamental, aunque se de como un bricolage caótico e irrespetuoso. Hay que abrir puertas.
Los nudos donde se resquebraja la aldea global pueden ser muchos. Puntualizaré algunos:
3.1 La frontera y la ciudad
Las hipótesis sobre la globalización homogénea no tomaron en cuenta que
las crisis económicas internacionales iban, entre otros procesos, a trasladar
enormes contingentes de migrantes pobres hacia las grandes ciudades, y estas se
iban a dividir entre zonas pobres y ricas, las primeras marginadas y las otras
protegidas y privadas.
Toda crisis del concepto de frontera es la crisis de los sistemas
culturales que son limitados por esa frontera, y también de sus centros
articuladores. Las ciencias no sólo entran en crisis por su dinámica interna
sino también por las condiciones de la época. No es aleatorio que nos preocupen
las fronteras y las urbes, lo importante es ver a ambas como zonas visibles de
la crisis de un mismo sistema cultural, o del contacto entre diversos sistemas
culturales en crisis.
Pero la relación entre frontera y ciudad tiene otras connotaciones más
concretas, podemos establecer una conexión muy estrecha entre las economías
informales que negocian en las fronteras y las que rodean o cruzan las
ciudades, por ejemplo, el comercio de los productos del sudeste asiáticos o las
artesanías, las culturas del cuentapropismo y la ferialización, que son
ordenadores del consumo y la supervivencia y señalan el contacto, no previsto,
entre la sociedad “tradicional” y la “posindustrial”.
3.2 La ciudad y los medios
La ciudad no se explica sin los medios, como los medios no se explican
sin la ciudad, funcionan “en eco”, a veces subordinando los testimonios de la
historia, el sentido público construido en experiencias de larga duración, a la
expansión publicitaria, los graffitis, los diversos tipos de inscripciones.
Medios y ciudad traman nuestras culturas.
Si se explora el imaginario de América Latina, se va a encontrar que
este se constituye tanto a partir de los medios como de los circuitos de
intercomunicación directa, y en la relación entre ambos.
3.3 Traslados y caminos
La cultura de los caminos no está muy presente en nuestras
investigaciones culturales, o en nuestras producciones escritas y
audiovisuales, a diferencia de USA y sus road
movies. El camino, el traslado, las rutas y sus lugares parecieran tener un
lugar secundario. Sin embargo, nuestra cultura está marcada por el traslado
físico, como en las migraciones, y convergen procesos cognitivos muy fuertes de
fijación de la identidad en el propio traslado.
3.4 La fragmentación de los
públicos
La diversificación de la oferta y la demanda comunicacional y cultural,
del consumo de los medios más allá de que estos se alimenten, en gran medida
directa o indirectamente, de multinacionales de la cultura y la comunicación
fuertemente concentradas en lo económico. Se da una hipersegmentación de la
aldea o el desarrollo de múltiples comunidades interpretativas en el sentido que
le dan a estas los estudios culturales.
3.5 Las expansiones culturales
Se da la expansión de algunas temáticas tratadas en la producción
massmediática en amplio circuitos. La ciudad marginal y fragmentada, la ciudad
subterránea y oscura, cruza todos los circuitos culturales. Pero también la
ciudad multirracial, conflictiva, incierta, donde se cocinan o no nuevas
identidades, objeto de muchos films.
Estos centros de expansión simbólica, apoyados fuertemente en los medios,
conforman uno de los centros de desestructuración y estructuración de las
identidades. Es también el registro de una cultura donde a veces la ficción nos
informa sobre la realidad, mientras la documentación o la información narran y
espectacularizan.
Estos ejes, en conjunto y en sus interrelaciones, puede ser que
constituyan algunas zonas densas de la problemática en la cual se inscriben
muchas de nuestras preguntas sobre las identidades, las fronteras culturales,
los sistemas de trasnacionalización, las negociaciones y conflictos que se
producen entre nuestras culturas en sí y en relación con el Primer Mundo. Y
también con ese Oriente que ingresa en los productos que se comercializan en
los mercados pobres de América Latina. Una globalización para nada homogénea,
más cercana a la promiscuidad cultural del conventillo que a la asepsia
victoriana funcionalista y homeostática. No son los sistemas comunicacionales
los que van a resolver los problemas de este mundo donde sobran símbolos pero
falta alimento.
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