Morley, David (1993) - “Teoría de las audiencias activas: péndulos y trampas” - Comunicación II - Cátedra Martini
Morley, David (1993) - “Teoría de las audiencias activas: péndulos y trampas” - Comunicación II - Cátedra Martini
DAVID MORLEY: TEORÍA DE LAS AUDIENCIAS ACTIVAS PÉNDULOS Y TRAMPAS
Aquí Morley
critica a Fiske y a aquellos que creían que la audiencia rutinariamente
modifica o desvía cualquier ideología dominante reflejada en el contenido de
los medios. Efectivamente, Fiske sostenía que los consumidores eran activos porque
hacían lecturas críticas/oposicionales de las formas de la cultura dominante,
percibiendo los mensajes ideológicos en forma selectiva/subversiva. Contra
esto, Morley cree que, para un análisis correcto de las audiencias, hay que rescatar
el poder de los medios, en tanto constructores de una lectura preferente o
de una polisemia estructurada.
Releyendo
la Teoría de la Audiencia
En la
investigación sobre el consumo de los textos de los medios, Morley cree que
debería retornarse al meollo de la cuestión que es, como bien planteó
Martín-Barbero, "comprender la textura hegemonía/subalaternidad,
resistencia/sumisión y oposición/complicidad".
Lo que
podían dar a entender las hipótesis de Fiske, Corner y Curran, entre otros
investigadores, era que las formas de resistencia interpretativa estaban más
extendidas que la subordinación y reproducción de significados dominantes.
Para Morley, esos trabajos que documentan
la "autonomía de la audiencia", que realizan lecturas
optimistas/redentoras, consideran, erróneamente,
una ausencia total de la influencia de los medios en la "democracia
semiótica" del pluralismo moderno. La postura de investigadores
norteamericanos como Fiske es optimista porque supone que la gente habitualmente
usa el contenido de los medios dominantes en su contra para investirlos de
poder a ellos mismos.
Al mismo
tiempo, el concepto de democracia semiótica sostenido por Fiske se
presenta como un modelo de "competencia perfecta" que borraría
las relaciones de poder y, por ende, no permitiría comprender el funcionamiento
real del campo cultural. Para Murdock y Morley, algunos de estos
investigadores opinan así porque son portavoces respaldados por las
corporaciones mediáticas y de publicidad.
Retoma a
Hall diciendo que hablar de campo cultural es “hablar de un campo de relaciones
estructuradas por el poder y la diferencia” en el cual algunas posiciones son
dominantes y otras no, aunque estas “posiciones nunca están fijadas de modo
permanente”.
La decodificación
al rescate
Para los
investigadores norteamericanos de la audiencia activa, cualquier cosa que el
mensaje codifique no parece tener mucha importancia porque la decodificación
viene al rescate. La dominación de los medios es, desde esta óptica, débil
e ineficaz porque la gente es capaz de construir sus propios
significados y placeres. “La gente es crítica, son espectadores y oyentes
activos, y no zombies culturales manipulados por los medios” (Budd).
Morley
pretende desplazar el debate de la audiencia en torno a tontos/críticos
culturales porque tiende a creer que la recepción es la única instancia del
proceso de la comunicación que importa. De esta manera, ese debate justifica el
descuido de las cuestiones que conciernen a las fuerzas económicas, políticas
e ideológicas que actúan en la constitución de los textos.
Newcomb y Hirsch equiparan la instancia de
producción con la de consumo. Esta equivalencia fácil, ignora las distinciones
de Michel de Certeau entre las estrategias
de los poderosos y las tácticas de
los débiles. Tampoco tiene en cuenta la diferencia entre tener poder
sobre el texto y poder sobre la agenda dentro de la cual ese texto
es construido y presentado (Morley). Ang à “las audiencias pueden ser activas, de
innumerables formas, en el uso y la interpretación de los medios… sería del
todo carente de perspectiva igualar alegremente “activo” con “poderoso”.
Entre lo
Micro y la Macro
Autores
como Corner o Curran plantean que en el intento de escapar al extremo macro,
estaríamos frente a una campo dominado por lo micro: consideran que los
trabajos etnográficos sobre el consumo de medios constituyen micronarrativas
que no tienen en cuenta ningún marco macropolítico o cultural efectivo.
Morley plantea que estas críticas, si bien correctas, pueden iniciar un retorno
a problemáticas de la macropolítica que, de hecho, se basan en un mal planteo
de la relación entre lo micro y lo macro.
Otro
desacuerdo es que Corner equipara
implícitamente lo macro con lo real y lo micro con el reino de lo
epifenoménico. Al hacerlo, falla en reconocer la articulación micro-macro;
además parece invocar una noción de lo macro que es conceptualizada en términos
de estructuras preestablecidas, lo que impide observar que las estructuras
macro sólo pueden ser reproducidas a través de los microprocesos.
Fue la comprensión de este punto lo que condujo
al cambio inicial en el trabajo de los estudios culturales hacia el modelo de
la hegemonía como proceso y no como mecánicamente impuesta.
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