CASTORIADIS, C : “La institución imaginaria de la sociedad” - Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario - Cátedra: Savransky
CASTORIADIS, C : “La institución imaginaria de la sociedad” - Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario - Cátedra: Savransky
En este video está muy bien explicado y resumido, dejo el desgrabado abajo.
Biografía de Castoriadis
Filósofo y psicoanalista sobre la autonomía individual y la autonomía política.
En un principio se suscribió al pensamiento marxista, socialista.
Luego decide abandonar la tendencia ideológica marxista.
La institución imaginaria de la sociedad, esboza brevemente la teoría marxista y su aplicación en la realidad. Considera que analizar a Marx como se hacía en el tiempo en el que el tiempo de que Marx las escribía no sirve para interpretar la realidad en la actualidad y es ir en contra de principios establecidos por el propio Marx. Es reflexionar sobre una realidad que no tiene correspondencia con la teoría que la analiza. Marx entiende que las cosas cambian en el tiempo, y el análisis de las categorías marxistas también tiene que adecuarse a las nuevas realidades.
Y Castoriadis se da cuenta que, cuando se analiza a Marx, se descuidan parámetros tan propios de Marx, como querer cambiar la revolución por la revelación. Marx era un revolucionario que buscaba transformar la realidad. De este modo, querer analizar las categorías a la luz del tiempo histórico en el que Marx las escribía, es desconocer el propósito que alimenta la ideología marxista.
Castoriadis se da cuenta de que si se estudia a Marx, no teniendo en cuenta la realidad del presente, es hacer del marxismo una ideología. Y esto es importante, porque no es un ideología que transforma la realidad, es una ideología que solamente la valida.
Conceptos con los cuales Castoriadis construye su sistema de pensamiento:
Institución de los histórico social.
Imaginario radical
Imaginario social
Representaciones y lo simbólico
El título del libro, “La institución imaginaria de la sociedad” hace referencia a un reflejo o abstracción que va surgiendo en la medida que componentes muy propios de los individuos la producen, la instituyen. Los individuos instituyen a la sociedad pero la misma sociedad instituye a los individuos. Hay un flujo dinámico y una reciprocidad constante entre lo instituyente y lo instituido. En el planteo de Castoriadis existe un imaginario, una especie de espejo donde lo imaginario provoca las instituciones. Y no es que las instituciones sean lo imaginario en el ser humano. Lo imaginario social, es la causa de esas instituciones. No es que los individuos tengan un espejo, si no que el imaginario es la causa de espejo.
Y así empieza a analizar las categorías de lo histórico y de lo social. Y comienza analizar minuciosamente todo su significado. Por ejemplo, cuando comienza a analizar la historia, dice que el ser humano es el único sujeto que puede pensarse a sí mismo como parte de la historia. El ser humano es historia en sí mismo. Comienza a analizar las facultades por las cuales los individuos se realizar en la historia, porque son seres históricos y tienen elementos tan básicos e interesantes como decir: mi libertad comienza donde empieza la libertad de los demás.
Castoriadis dice que la sociedad no es un gran familia. La sociedad está bien diferenciada. Y esta diferencia está provocada por un imaginario social.
¿Qué es ese imaginario social?
El imaginario social es esa fuerza constructiva, el magma como él lo llama. Ese magma produce que en los individuos al ir creando conceptos, el ir designando las cosas, diferenciándolas y abalándolas como cosas que existen: el Estado, la ley, la familia. Como existen por fuera del individuo y tienen una naturaleza propia.
Y dice que esta autonomía racional, va a provocar la enajenación en los sujetos, ese desconocimiento.
Castoriadis, en la Institución Imaginaria de la Sociedad, hace una crítica al pensamiento heredado. El pensamiento heredado desde hace tres mil años, el “conocimiento acumulado”. Analiza los conceptos básicos de Platón, Aristóteles, Kant y estima que no han abordado toda la realidad y por lo tanto merecen ser examinados o revisados sus conceptos. Y eso es lo que Castoriadis hace en la Institución Imaginaria de la Sociedad. Analiza el surgimiento de sociedad jurídicas, sociedad históricas y prehistóricas.
Castoriadis se encarga de analizar lo histórico y lo social. Dice que lo histórico está compenetrado con lo social. No se puede entender una categoría sin la otra.
El dinamismo interindividual, la constante universal por la que los sujetos interactúan e intercambian y se dirigen en un flujo constante en la historia. Es decir que no se realiza por fuera de la historia esa interacción entre individuos. La historia de una u otra manera, siempre está presente.
Castoriadis también va a hablar del tiempo. Para él, el tiempo no existe como tal. El tiempo se instituye, pero no es una categoría que exista objetivamente. El autor afirma que lo que existe son presentes acumulados sucesivamente, que dan un sentido, una imagen a la realidad. Lo que existe es un imagen, una figura o representación del tiempo, que es imaginaria. El tiempo no existe como una entidad. Lo que existe es solamente el espacio.
Un organismo puede crecer y va sufriendo cambios en el tiempo, va sufriendo nuevas formaciones y desarrollo hasta que llega la muerte. Lo que vemos son transformaciones, en el tiempo presente. Lo que existe es el tiempo presente. Y ese tiempo presente es una acumulación de espacio, de cambio constante, y por lo tanto le damos a ese pasado y al futuro, la idea del tiempo. Lo denominamos como tiempo. Él lo llama el tiempo identitario. Este tiempo es el tiempo calendarizado y, entendemos por tiempo calendarizado, aquel que se puede medir universalmente, por ejemplo: un día, una semana, un mes, etc.
Pero el tiempo que el imaginario crea e instituye, no existe como tal. No existe como una categoría. Lo que existe es una acumulación de espacios en tiempos presentes que son sucesivas.
Cuando Castoriadis habla de lo social, dice que lo social es eso que somos todos y que no es nadie. Lo que quiere decir con esto es que lo social es lo existente y que eso existente no le pertenece a nadie, porque surge en un imaginario que no le es asignado a un solo individuo, si no que se origina de las imaginaciones sociales que los individuos van representando. Pero estas imaginaciones son imágenes. Y estas imágenes tienen un valor simbólico. Por ejemplo, la idea de ley o la idea de familia tienen un valor simbólico porque representa un esquema, una imagen, que el sujeto la aprende y que la instituye.
El término instituir refiere a aquello que la sociedad en todo su conjunto reconoce y hay que someterse a él. Y ese mismo sometimiento forma al individuo. Al punto que dice que el individuo es un producto social. Es un individuo social que está interconectado con todos. Y por eso dice que los individuos siempre llevan algo de los demás. Los sujetos no son totalmente libres. Si tienen la libertad, pero no son totalmente libres. Siempre arrastran consigo una identidad social, un imaginario.
Castoriadis se pregunta cómo ha sido la transición en la que el sujeto instituye a lo existente y que posteriormente lo existente instituye al mismo sujeto.
Frase de Castoriadis: “El ser humano es inconscientemente un animal filosófico”. El ser humano se preocupa por dar un respuesta a sus inquietudes filosóficas. El ser humano se pregunta y se responde. En ese proceso o mecánica, el ser humano se va respondiendo a sí mismo. Y va creando nuevas instituciones, validando un imaginario: una representación de lo que piensa que existe y de que eso existente hay que respetarlo.
Y acá entran dos categorías fundamentales del pensamiento de Castoriadis:
Legein
Hace referencia a la naturaleza individual por la cual los sujetos van designando, nombrando y escogiendo las cosas. Legein es esa facultad del individuo por la cual las representaciones las designa, las nombra y las identifica. Y una vez que las reconoce las usa y va fabricando cosas nuevas. Va fabricando los productos sociales.
Teukhein
Mientras que el Legein es una designación individual por la cual el sujeto va reconociendo y denominando las cosas. Es decir una representación con el lenguaje. Y esta forma de instituir las cosas es como si múltiples individualidades llegaran a un punto en común, que es la sociedad. Y acá dice Castoriadis: no es que los individuos sean totalmente libres, porque es como querer usar una palabra con el significado que a mi me parece que es el correcto. No puedo hacer eso, porque nadie me entiende. Lo que quiere decir con esto es que la sociedad está instituida. El individuo también tiene una actividad pragmática, tiene un hacer social y lo hace a través de teukhein, a través de la acción cambiante y que está muy vinculada a una manifestación de revolución, a través de la cual los individuos se van acoplando y creando instituciones.
El legein es una designación. El teukhein es un hacer social.
Esa designación con la cual el individuo inconscientemente va creando nuevos esquemas, nuevas pautas, nuevos elementos de interacción como por ejemplo el valor o utilidad de una cosa, es propia de la designación. Pero esta designación no es suficiente si no se materializa su validación, su imperiosa necesidad en la sociedad. El teukhein es cómo esa designación se materializa.
Desde el término teukhein se llega a términos como el tekne que hace referencia a la técnica. A raíz de la técnica es que los sistemas de producción han ido variando. Los modos de producción esclavista, el capitalismo. A través de teukhein es que se estudia la técnica. Y esto es interesante porque todo esto se genera a partir de la designación, es decir, de cómo los individuos van apreciando las cosas.
Castoriadis también va a hablar del imaginario radical, esa fuerza o unidad inconsciente en el individuo que lo motiva a entender las cosas y el mundo tal como le parecen que son. El imaginario radical tiene correspondencia con el inconsciente de Freud. Cuando Freud analiza el inconsciente entiende que son pulsiones internas que lo llevan a actuar de determinada manera. Este imaginario radical el que va produciendo nuevas representaciones e imágenes que hacen que la sociedad funcione, sea entendida y justificada en los términos que existen.
Libertad
Según Castoriadis, la libertad es indeterminación. Si algo está determinado, no existe libertad. Por ejemplo, no existe libertad en el uso del lenguaje. El valor y las significaciones de las palabras ya están dadas. No sucede que el individuo tome la palabra y le dé el significado que quiera, si no que ya está determinado el valor y el significado de esa palabra. Lo que es indeterminado, es posible de ejecución individual, bajo el principio de libertad.
De alguna manera, critica la invisibilización de la transformación de las categorías.
Para Castoriadis existen representaciones o significaciones sociales primarias, como por ejemplo la idea de Estado, la idea de Dios, etc. Dios es una representación que va a instituir comportamientos y reglas en los individuos. Estas representaciones simbólicas, van a tener una expresión en lo histórico y en lo social. El individuo se termina constituyendo como un producto social que está aparejado o unido a sus semejantes y que va dándoles continuidad a ese régimen a través de la facultad de legein y el toukhein. Es decir, de la designación del mundo y de su fabricación como tal.
RESUMEN 2:
Las
significaciones imaginarias sociales
El reconocer que la lógica identitaria o de conjuntos no ha
dominado más que en un estrato de lo que ES y que, en cambio, el hacer
cognoscente está irremediablemente condenado a superar ese estrato, lleva a la
siguiente pregunta : se puede superar la simple comprobación de los
límites de la lógica identitaria y de ontología que le es consustancial,
superar la simple ontología negativa, abrir un camino para pensar lo que es sin
conformarse con decir como no hay que pensarlo?
La situación filosófica y científica presente requiere una
reflexión acerca del modo de ser y la lógica de la organización de los nuevos
objetos; la auto-organización del ser vivo, el inconsciente o lo
histórico-social, todos los cuales, cada uno de manera diferente, cuestiona la
lógica y la ontología heredadas.
Ahora bien, el conocimiento de estos objetos no ha sido
posible sino en función de la creación de nuevas significaciones que, sin duda,
han puesto de relieve otros modos de ser y otros modos de organización distintos
de los ya conocidos. Entonces, la cuestión que se plantea es saber si estas significaciones presentan
características comunes o mantienen entre ellas relaciones explorables ; y
aclarar la relación que, en cada momento, mantienen con la lógica tradicional.
Todo intento de reflexionar sobre esta cuestión debe ser
consciente de que se relaciona con esta etapa del hacer cognoscente, se debería
tener siempre presente la regionalidad de las significaciones.
También está claro que si llegara a constituirse una lógica
nueva, su relación con la lógica identitaria no sería la de ser un agregado o
una superación de ésta. La única relación es una relación paradójica
sui-generis, que se vería obligada a servirse de lo identitario para hacer
aparecer y aclarar lo no identitario, y servirse de lo no identitario para
elucidar la eclosión de lo identitario.
Lo que ES no puede
pensarse como caos desordenado al que la conciencia teórica impusiera un orden
que solo tradujera su propia legislación, ni como conjunto de cosas separadas y
bien localizadas en un mundo perfectamente organizado por sí mismo, ni como
sistema de esencias. Si esto fuera así, no sería posible ningún discurso
coherente ni ninguna acción.
Dirigimos la atención
al modo de ser de lo que se da, antes de toda imposición de la lógica
identitaria o de conjuntos, y llamamos magma a lo que se da en este modo de
ser. Un magma es aquello de lo cual se pueden extraer organizaciones conjuntistas,
pero que jamás puede ser reconstituido por composición conjuntista de esas
organizaciones. El saber si
se quiere tratar estos términos como elementos de conjuntos y si pueden
soportar operaciones fecundas con conjuntos es una cuestión que tiene que ver
con el objeto que se esta considerando y con lo que se quiera hacer con el. Todo es siempre susceptible de
formar conjuntos, pero más allá de ciertos límites, o al margen de ciertos
dominios, solo lo es trivialmente o de manera completa o antinómica.
Nosotros postulamos
que todo lo que puede darse efectivamente ES según el modo de ser de
magma : que la institución histórico-social del mundo, las cosas y los
individuos, es siempre también institución de la lógica identitaria y, por tanto,
imposición de una organización en conjuntos a un primer estrato de lo dado, que
a ello se presta interminablemente. Pero también sostenemos que jamás es, ni
puede ser únicamente eso, sino que siempre es también institución de un magma
de significaciones imaginarias sociales.
Las
significaciones en el lenguaje
La significación es
aquí la coparticipación de un término y de aquel a que ese término remite. Una
palabra remite a sus significados y estos significados son los que registran un
diccionario completo para un “estado” del lenguaje considerado como dado. Tal
diccionario no puede existir si no es un corpus finito, por tanto, una lengua
muerta; ya que la posibilidad permanente de emergencia de significados
lingüísticos distintos de los ya registrados para un estado dado de la lengua
es constitutivo de una lengua viva.
Pero la palabra
remite también a su referente, y ese referente no es nunca una singularidad
absoluta y separada.
La única singularidad
absoluta abstractamente construíble, el aquí-ahora concreto no puede construirse
si no es mediante una formidable acumulación de abstracciones, cada una
de las cuales moviliza una cantidad indefinida de remisiones a otra cosa que
él.
La significación no
es nunca separable del referente, que también incluye la remisión al referente. Remite a las representaciones
de los individuos, sin esta relación no hay lenguaje.
La permeabilidad indeterminada e indefinida entre los mundos
de representaciones de los individuos y los significados lingüísticos es
condición de existencia, de funcionamiento y de alteración, tanto para unos como
para otros.
No decimos que la
significación de uno y de cada término sea todo el lenguaje (como opina la
perspectiva estructuralista). En tanto magma, las significaciones de la lengua
no son elementos de un conjunto sometido a la determinidad como modo y criterio
de ser. Una significación es indefinidamente determinable, siempre se la puede
remitir a una relación identitaria con otro elemento identitario, y como “tal”,
ser “algo” en tanto punto de partida de una serie abierta de determinaciones
sucesivas, pero estas determinaciones jamás la agotan ; más aún, obligan a
volver al “algo” del punto de partida y plantearlo como “otro algo”, con lo que
invierte las relaciones mediante las cuales se había realizado la primera
determinación.
Este ser de la significación es objeto de una descripción
inadecuada por las distinciones entre sentido propio y sentido figurado,
significación central y pura semántica, denotación y connotación. A lo que
apuntan estas distinciones es a la diferencia entre el aspecto
identitario-conjuntista del significado y la significación plena. Postulan el
elemento conjuntista-identitario como propio,
central, denotación de algo seguro en sí mismo. Pero no hay sentido
propio, lo único que encontramos es un uso identitario del sentido. No hay
denotación en oposición o connotación; la idea de denotación implica una
ontología de la sustancia-esencia, de un ente en sí definido y distinto al
margen del lenguaje, acabado y cerrado en sí mismo al que se le agregara la
palabra real o ideal, y a la que se podría oponer los concomitantes que le han
acaecido a la palabra en su utilización lingüística.
No existe el sentido
propio, lo único que existe es referencia identitaria, punto de una red de
referencias identitarias, aprehendido el mismo en el magma de las
significaciones y referido al magma de lo que es.
La dimensión identitario-conjuntista del lenguaje esta
siempre presente en el enunciado declarativo más elemental, los términos
transportan una intención de significaciones como provisionalmente simples e
incomprensibles de un lado, y como componibles por otro, según una relación
determinada. Al mismo tiempo, el enunciado plantea el “en cuanto a” que le es específico, sin explicarlo ni poder explicitarlo
en un cierre provisional. Pero este cierre esta lleno de poros, ya que la
dimensión identitaria-conjuntista nunca es verdaderamente aislable ni esta
efectivamente aislada; idealmente, solo se halla en el interior de un sistema
completamente formalizado y, por lo tanto, en aquello que ya no es un lenguaje.
Tratar de aislar la dimensión identitaria equivale a tratar de destruir el
lenguaje. Ser en el lenguaje es aceptar ser en la significación. Por lo tanto,
afirmar que las significaciones forman un conjunto y que se trata precisamente
de aplicaciones (donde el valor que adopta tal grupo de términos es un valor
determinado, único y siempre igual), confirmar que ellas cubren la totalidad de
los aspectos y del funcionamiento del lenguaje es lo mismo que afirmar que todo
lo que se puede decir en un lenguaje estaba ya previamente definido y
determinado en y por el lenguaje desde el primer instante de su institución. Y
también sería decir que cada lenguaje contiene en sí mismo, desde su origen, la
posibilidad efectiva de todos los otros lenguajes que hayan existido alguna vez
o que alguna vez existan. La idea de la posibilidad de un análisis completo de
las expresiones del lenguaje equivale a plantear que existe un saber absoluto.
Una lengua no es lengua sino en la medida en que de ella
puedan emerger nuevas significaciones o nuevos aspectos de una significación, y
emerjan constantemente. Es esencial que el lenguaje suministre siempre la
posibilidad de tratar las significaciones de las que es portador como un
conjunto formado por términos determinados, discernibles, cada uno de ellos
idéntico a sí mismo y distinto de todos los demás, separables y separados. Y
también que de, siempre, la posibilidad de que emerjan nuevos términos. Esta
posibilidad se apoya en el hecho de que las relaciones entre términos ya dados
son como éstos términos mismos, inagotables e indeterminadas. Las significaciones
no son un conjunto, su modo de ser es otro, es el de un magma.
Las
significaciones imaginarias sociales y la “realidad”
El mundo de las
significaciones instituido en cada oportunidad por la sociedad no es ni un
doble ni un calco de un mundo real, ni tampoco algo sin ninguna relación con un
cierto ser-así natural.
La naturaleza soporta e induce la organización del mundo por
la sociedad, pero, qué soporta e induce, y cómo? Aquello que induce, la
institución de la sociedad y el mundo de significaciones correlativo, emerge
como el otro de la naturaleza, como creación de lo imaginario social. La
organización de este mundo se apoya en el primer estrato natural, pero no es
solo constante repetición o reproducción, también puede describírselo como una
“toma” parcial y selectiva. Finalmente, aquello sobre lo cual se da el apoyo
resulta alterado por la sociedad por el hecho mismo del apoyo, pues la
institución del mundo de las significaciones como mundo histórico social es
inscripción y encarnación en el mundo sensible, a partir del cual este es
históricamente transformado en su ser-así.
La realidad natural es indeterminada en un grado esencial
para el hacer social, en ella es posible mover y moverse, transportar y
desplazarse, separar y reunir. Y esta indeterminación corre pareja con una
determinación, con propiedades relativamente fijas y estables, y relaciones
necesarias o probables. La sociedad siempre tiene que ver con el “dato natural”
en tanto siempre resistente y a la vez
maleable, pero lo que es resistente y maleable, y la manera en que lo es, solo
se da en correlación con el mundo social que en cada momento se considere.
Las
significaciones imaginarias sociales y la institución del mundo
La institución de la sociedad es en cada momento,
institución de un magma de significaciones imaginarias sociales que podemos y
debemos llamar “mundo de significaciones”. La sociedad instituye en cada
momento un mundo como su mundo o su mundo como el mundo.
Correlativamente, no puede
haber nada que sea para la sociedad si no se refiere al mundo de las significaciones,
pues todo lo que aparece es aprehendido de inmediato en ese mundo, y ya no
puede aparecer si no se lo considera en ese mundo.
La sociedad es en tanto plantea la exigencia de la
significación como universal y total, y en tanto postula su mundo de
significaciones como aquello que permite satisfacer esta exigencia. Lo que
mantiene unida a una sociedad es el mantenimiento conjunto de su mundo de
significaciones.
La institución de la sociedad es institución del hacer
social y del representar / decir social. En estos dos aspectos comporta, de
modo ineliminable una dimensión identitario-conjuntista que se manifiesta en el
legein y en el teukhein. El teukhein
es la dimensión identitaria del hacer social, mientras que el legein es
la dimensión identitaria del representar / decir social, que se presenta sobre todo
en el lenguaje, en tanto este último es también siempre y necesariamente
código. Pero el lenguaje no puede ser únicamente código, que lleva
consigo una dimensión significativa referida al magma de las significaciones
que siempre es también lengua. Y esto es así porque un sistema formal no puede
cerrarse sobre sí mismo. Más aún, el lenguaje debe decir el mundo, y en el código no hay nada que permita
postular un mundo ni decidir cuál será el último ni cual será.
Así tampoco puede el
hacer social ser únicamente teukhein o técnica, los actos y objetos son
lo que son gracias a la orientación global del hacer social, orientación que no
es otra cosa que un aspecto del mundo de significaciones imaginarias de la
sociedad considerada.
Las significaciones centrales no son significaciones de algo
ni tampoco significaciones agregadas a algo o referidas a algo. Son ellas las
que dan existencia para una sociedad
determinada a la coparticipación de objetos, actos, individuos en apariencia
heteróclitos al máximo. Estas significaciones
no tienen referente sino que instituyen un modo de ser de las cosas y
los individuos como referido a ellas. Condicionan y orientan el hacer y el representar
sociales en, y por los cuales, continúan ellas alterándose.
El modo de ser
de las significaciones imaginarias sociales
No se pueden pensar
las significaciones imaginarias sociales a partir de una relación que tendrían
con un sujeto que fuera su “portador” o que las tuviera como “objeto
intencional”. Es imposible pensarlas a partir de su relación con objetos como
sus “referentes”, pues es en y por ellas como resultan posibles los objetos y,
por tanto también, la relación de “referencia”. El
objeto como referente es siempre co-constituido por la significación imaginaria
social correspondiente, tanto el objeto particular como la objetividad en tanto
tal. Ante todo, las significaciones centrales no tienen ningún referente, o si
se prefiere, son su propio referente.
En términos más generales no se puede reducir el mundo de
las significaciones instituidas a las representaciones individuales efectivas o
a su “parte común”. Las significaciones no son
evidentemente lo que los individuos representan ni lo que piensan. Son aquellas
por medio de las cuales y a partir de las cuales los individuos son formados
como individuos sociales, con capacidad para participar en el hacer y en el representar
/ decir social. Esto lleva consigo y por cierto que también
requiere que una parte de las significaciones imaginarias sociales encuentren
un equivalente efectivo en los individuos, y que las otras se traduzcan directa
o indirectamente. Nadie
tiene necesidad, para ser un individuo social, de representarse la totalidad de
la institución de la sociedad y sus significaciones, y esto plantea un
problema: el de la complementariedad necesaria de los tipos de individuos
instituidos en y por la articulación de la sociedad, y por tanto, también de la
complementariedad de los “equivalentes o traducciones” de las significaciones
imaginarias sociales efectivamente presentes en las representaciones de los individuos.
Esta complementariedad esencial de las representaciones de
los individuos, sin la cual no tendrían existencia ilustra lo dicho acerca de
las significaciones sociales como condiciones de lo representable o lo factible,
y muestra los callejones sin salida de toda explicación de lo social a partir
de lo individual.
Por último, no deben confundirse las significaciones imaginarias sociales con los
diversos tipos de significación o de sentido, ya que ellas son aquello por lo
cual tales intencionalidades subjetivas resultan posibles. Es imposible
construir significaciones ideal típicas como correlativas a algunos aspectos de
la sociedad. Estas solo son en cada momento lo que son y tales como son debido
a su inmersión en la sociedad global; en consecuencia, remiten unas a otras, y
todo, al magma de significaciones que sirven de sostén y orientan la
institución de la sociedad en cuestión. Hemos de pensar el mundo de las
significaciones sociales no como doble irreal de un mundo real, tampoco como
otro nombre para un sistema jerárquico de conceptos. Hemos de pensarlo como
posición primera, irreductible de lo histórico social y de lo imaginario social
tal como se manifiesta en cada oportunidad en una sociedad dada, posición que
se presenta y se figura en y por la institución como institución del mundo y de
la sociedad misma. Es esta
institución de las significaciones la que para cada sociedad plantea lo que es
y lo que no es, lo que vale y lo que no vale; y como es o no es, vale o no
vale, lo que puede ser y valer.
Imaginario
radical, sociedad instituyente, sociedad instituida
A lo que es posición, creación, dar existencia en lo
histórico social lo llamamos imaginario social en el sentido de sociedad
instituyente. A lo que es posición, creación, dar existencia en la psique
/ soma para la psique / soma la llamamos imaginación radical.
La creación de la sociedad instituyente como sociedad
instituida es institución de un mundo en el sentido en que puede cubrirlo todo,
en que, en y por ella, todo debe ser decible y representable, y que todo debe
ser absolutamente aprehendido en la red de las significaciones; todo debe tener
sentido, y esto depende del núcleo de significaciones imaginarias de la
sociedad considerada.
La sociedad, ya sea
como instituyente, ya sea como instituida, es intrínsecamente histórica, es decir, autoalteración. La sociedad instituida no se opone
a la sociedad instituyente como un producto muerto a una actividad que le ha
dado existencia, sino que representa la fijeza / estabilidad relativa y transitoria
de las formas/figuras instituidas en y por las cuales lo imaginario radical
puede ser y darse existencia como histórico-social. Cada sociedad da así
existencia a su propio modo de autoalteración, a lo que se puede llamar también
su temporalidad (es decir, que se da existencia también como modo de ser).
La sociedad, por
tanto, es siempre autoinstitución de lo histórico-social. Pero esta autoinstitución en general no se sabe como
tal. La alienación de la sociedad es autoalienación, ocultación del ser de la
sociedad como autoinstitución a sus propios ojos, recubrimiento de su
temporalidad esencial.
La autoalienación de la sociedad no es “simple
representación” ni incapacidad de la sociedad para representarse de otra manera
que como instituida desde y por una instancia exterior a ella. Esta encarnada
en la institución concreta de la sociedad, reproducida en y por el
funcionamiento social. El ser-así de los objetos, de las actividades, de los
individuos sociales. Así también su superación implica la destrucción radical
de la institución conocida de la sociedad, lo cual únicamente puede ocurrir
mediante la creación, no solo de nuevas instituciones, sino también de un nuevo
modo de instituirse y una nueva relación de la sociedad y de los hombres con la
institución. Nada permite
afirmar que tal autotransformación de la historia sea imposible. La autotransformación
de la sociedad concierne al hacer social de los hombres en la sociedad y nada
más. El hacer pensante y el pensar político es un componente esencial de tal
autotransformación.
imposible de entender el resumen
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