Merlau-Ponty - "Prólogo" en Fenomenología de la percepción - Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario - Cátedra: Savransky
PROLOGO
Por
Maurice Merleau-Ponty
Merleau-Ponty presenta
el método fenomenológico como la única vía para comprender al hombre como
"ser en situación", como ser en el mundo vivido y percibido. Para la fenomenología, el mundo vivido y percibido está por fuera
de nosotros y antes de toda reflexión o análisis, como una presencia inalienable, y pretende recobrar
ese contacto
con el mundo vivido y percibido.
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La descripción fenomenológica es la desaprobación de la explicación
científica.
A la fenomenología le corresponde describir y no analizar o explicar,
estableciendo leyes y causalidades, pues eso es tarea de la ciencia. La
fenomenología es un método de descripción de la naturaleza de nuestro contacto
perceptual con el mundo. La fenomenología pretende proveer una descripción
directa de la experiencia humana. Todo lo que sabemos del mundo lo sabemos a
partir de nuestra perspectiva o de nuestra experiencia del mundo vivido, sin la
cual, los símbolos de la ciencia carecerían de toda validez. El universo de la
ciencia está construido sobre el mundo vivido. Si queremos pensar la ciencia
con rigor y apreciar su sentido y alcance, nos es menester despertar esta
experiencia del mundo vivido de la que la ciencia es una segunda expresión.
Desde el comienzo distingue entre la fenomenología y la filosofía que
"reflexiona" sobre la realidad, desligándola del sujeto o
considerando la conciencia de este sujeto como supratemporal. Según el autor
los aspectos fundamentales, tales como la alteridad (intersubjetividad), la
temporalidad, la espacialidad, el pensamiento humano en cuanto inmerso en una
situación (contingencia) y la percepción, sólo pueden ser tratados
filosóficamente según el método fenomenológico.
La fenomenología trata de
descubrir la existencia/experiencia, oponiéndose a la explicación y al análisis
que es el método propio de la ciencia, la cual para conocer desliga el objeto
de la complejidad de la existencia/experiencia e interpone, entre ésta y el
sujeto una construcción de razón o intelecto. La existencia/experiencia no se puede reducir a ninguno de los aspectos
que la ciencia considera en sus análisis y explicaciones. Lo peligroso es que
la mayor parte de las veces se prescinde de la existencia/experiencia, se la da
por supuesta. Es en la conciencia, de la cual trata la fenomenología, donde
tenemos ese conocimiento de la existencia/experiencia; en la conciencia, el
mundo se dispone en torno al sujeto y existe en relación a él.
La percepción es el contexto de la experiencia que
guía cada uno de nuestros actos conscientes. El mundo provee un campo para la
percepción y la conciencia humana asigna un sentido al mundo percibido. No
podemos separarnos de nuestras percepciones del mundo.
La ciencia no tiene ni tendrá el mismo sentido que el
mundo percibido y vivido, por ser no una descripción, sino una explicación o
determinación del mismo. No soy un ser vivo con todos los caracteres que la
ciencia reconoce a estos productos de la naturaleza o de la historia.
Volver a las cosas mismas es volver a este mundo
anterior al conocimiento y del que el conocimiento siempre habla y explica y
frente al cual toda determinación científica es abstracta, significativa y
dependiente.
La exigencia de una descripción pura excluye tanto el
procedimiento del análisis reflexivo cuanto el de la explicación científica.
Tanto Descartes como Kant postulaban que yo no podría aprehender ninguna cosa
como existente si antes no me experimento yo como existente en el acto de
aprehenderla. La conciencia y la certidumbre de mí mismo para mí mismo son
condición sin la cual no hay nada. El acto de enlace que se da en la conciencia
aparece como fundamento del mundo que enlaza. El mundo no existe en tanto no se
lo piense, en tanto no se lo explique o analice. Husserl opone a un análisis
que hace reposar el mundo en la actividad sintética del sujeto, su reflexión
noemática que permanece en el objeto y explicita su unidad primordial en vez de
engendrarla.
Esta conciencia a la que se refiere el autor, es diferente de la cartesiana
y la kantiana. Descartes y Kant otorgan preeminencia a la conciencia sobre la
existencia y la sitúan en la base del conocimiento. Para Merleau-Ponty, en
cambio, la conciencia es el modo de lograr el enlace con el mundo, pero no el
fundamento de este enlace. El sujeto no es la condición de posibilidad de
nuestra experiencia del mundo; si así fuera, el conocimiento sería una
reconstrucción; las relaciones entre el sujeto y el mundo, por el contrario, son
contemporáneas, se dan de una manera indisoluble.
El mundo está ahí antes de cualquier análisis o reflexión
que yo pueda hacer de él y sería artificial hacerlo derivar (al mundo) de una
serie de síntesis que enlazarían las sensaciones y las perspectivas del objeto,
mientras que unas y otras son justamente productos del análisis y no deben ser
realizadas antes de él. Lo real hay que describirlo, no construirlo o constituirlo.
Lo real existe antes de toda construcción o constitución, pues lo real es un
tejido sólido que no espera nuestros juicios. El mundo no es un objeto del cual
yo posea la ley de su constitución o construcción por medio de mi yo, es el
campo de todos mis pensamientos y de todas mis percepciones. La verdad no
habita solamente en el hombre interior. Varias veces insiste en esta idea: el mundo hay que describirlo, no
reconstruirlo o construirlo. Por eso, la base de nuestro conocimiento está en
nuestro contacto con el mundo que se da por la
percepción. A través de la percepción lo existente en el mundo se hace presente
a la conciencia del sujeto como una realidad patente. Esto no quiere decir
—como veremos más adelante— que Merleau-Ponty adopte ante el problema del
conocimiento una postura realista. Para él —al igual que para Husserl— no se trata
de descubrir el mundo tal como es en sí, sino tal como se presenta en mi
conciencia.
Durante mucho tiempo, la reducción fenomenológica fue
presentada como el retorno a una conciencia trascendental, ante la cual el
mundo se presenta como transparencia absoluta y unidad de valor indiviso para
las conciencias. Para el idealismo trascendental el mundo es único, aquello
idéntico que nos representamos, en tanto somos todos una única luz y
participamos del mundo sin dividirlo. El análisis reflexivo ignora el problema
del otro y el problema del mundo porque hace aparecer en mí el poder de ir a
una verdad universal de derecho.
Para Husserl hay un problema del otro. Si yo soy para
mí y si el otro es para sí y si somos el uno para el otro, es menester que
aparezcamos el uno para el otro. Además de la perspectiva del
PARA SI (la perspectiva mía sobre mí mismo
y la perspectiva del otro sobre sí mismo) existe
una perspectiva del PARA EL OTRO (la perspectiva mía sobre el otro y la perspectiva del
otro sobre mí) La dialéctica del ego
y del alter ego es posible si el ego y el alter ego están definidos por
su situación y no están liberados de toda inherencia, si la filosofía no se
acaba con el retorno al YO y si descubro por la reflexión no sólo mi presencia
ante mí mismo sino también la posibilidad de un espectador ajeno. Aun en el
momento mismo en que tengo la vivencia
de mi existencia y en ese punto extremo de la reflexión sobre sí mismo, estoy
expuesto a la mirada de los otros como hombre entre los hombres.
Hasta hoy el cogito devaluaba la percepción de mí del
otro y del otro sobre mí, enseñando que el yo sólo es accesible a sí mismo,
puesto que me definía por el pensamiento que tengo de mí mismo y que sólo yo
puedo tener.
El mundo es lo que percibimos y lo que vivimos. El
mundo no es lo que pienso, sino lo que percibo y lo que vivo. El mundo
fenomenológico no es el ser puro, sino el sentido que se construye en la
intersección de mis experiencias y las experiencias del otro. El sentido del mundo vivido es inseparable de la
subjetividad y de la intersubjetividad.
Según el autor, desde esta perspectiva es más fácil comprender la reducción
fenomenológica. Husserl es el autor de este método usado por la fenomenología,
en el que se reemplaza la actitud ingenua característica del hombre medio por
una actitud crítica. El método consiste en poner entre paréntesis la
experiencia tal como ordinariamente nos es dada y luego realizar una serie de
reducciones por las que el sujeto que conoce suspende el juicio, primero, sobre
todo lo dicho anteriormente por la ciencia y la historia respecto a un
determinado objeto; luego se prescinde de la individualidad y existencia del
objeto hasta llegar a la última reducción en la que sólo se considera el objeto
en cuanto correlativo de la conciencia, llegando así a la esencia o eidos del objeto. Merleau-Ponty retoma
esta idea, pero insistiendo en la relación que guarda el objeto conocido por el
mundo y, por tanto, en la necesidad de recuperar en la conciencia —luego de
haberlo desligado de un tiempo y espacio objetivos— lo que percibimos en el
mundo. En el proceso de reducción fenomenológica se pone en suspenso la
relación del sujeto con el mundo para que lo conocido aparezca sólo tal como se
da en nuestra conciencia. Una reducción completa es imposible, admite el autor,
puesto que somos en el mundo.
Este proceso de reducción fenomenológica que parece en un primer momento
alejarse del mundo y de la existencia, no nos hace olvidar que la filosofía es
un compromiso. Las esencias que nos hace presentes la reducción son un medio,
no son el objeto de nuestro conocimiento; la existencia es lo importante, pero
como está demasiado ligada al mundo, necesitamos, según Merleau-Ponty,
"del campo de la idealidad para conocer y conquistar su facticidad. (...) Se
trata de reconocer la conciencia misma como proyecto del mundo, destinada a un
mundo que ella ni abarca ni posee, pero hacia el cual no cesa de dirigirse; y
el mundo como este individuo pre-objetivo cuya imperiosa unidad prescribe al
conocimiento su meta" (Ibidem. p. 17).
El autor rechaza la posibilidad de un conocimiento de verdades inmutables y
eternas. La percepción nos pone delante de situaciones existentes, de
acontecimientos de múltiples tipos, y todo en esta situación tiene importancia,
pues todos los aspectos la conforman, no se pueden aislar unos de otros ni
prescindir de algunos. La verdad es la realidad y reconocer la verdad es
conocer toda la realidad (verdad y realidad entendidas fenomenológicamente) En
el mundo fenomenológico adquieren un sentido toda la gama de relaciones que se
dan en la existencia. La filosofía no necesita fundamento ni condición de
posibilidad, porque la tiene ya dada en la relación del sujeto con el mundo
(cfr. pp. 17-21).
En este prólogo se observa cómo el programa fenomenológico de
Merleau-Ponty, en conformidad con la línea inaugurada por Husserl, sólo
aparentemente es realista. El lema de volver a las cosas y al "mundo"
no se entiende como un esfuerzo de análisis objetivo del ser de las cosas
—análisis que Merleau-Ponty rechaza rotundamente, pues convertiría el método
fenomenológico en una metafísica—, sino como un introducir las categorías del
mundo en la conciencia existencial. En definitiva, la conciencia según el autor
es la conciencia-en-el-mundo y está íntimamente ligada a la existencia humana:
ésta es la modificación que la fenomenología inmanentista añade al idealismo
clásico. Se trata de acoger la realidad del mundo, pero no en sí mismo
("realismo" que se achaca a la filosofía y a las ciencias) sino en
tanto que se presenta a la conciencia.
Sacado de los teóricos:
No se partir de la dimensión del para sí sin la dimensión del para el otro. No es posible una sin la otra. No hay ningún para sí que pueda ser verdaderamente un para sí, si no está dentro de la relación de para el otro.
Yo, como sujeto, tengo un exterior. Mi exterior es mi cuerpo. Y el exterior del otro es su cuerpo. Por consiguiente, la relación no se da entre yo, sujeto, auto-conciencia, conciencia de sí, certeza subjetiva de sí, sino que se da entre mi cuerpo, mi exterior y el cuerpo del otro, que es su exterior. Es el exterior de su interior. Es lo que pone de manifiesto su interior.
El exterior es algo objetivo, que está en el mundo. No puedo construir una perspectiva del otro si no es desde la objetividad de los que está ahí, delante de todos como para poder ser leído ante sus sentidos. Todos leemos el sentido de los comportamientos objetivos que percibimos en los otros.
El sentido no nace en mí ni en el otro y después en la relación se hace una puesta en común entre ambos sentidos. El sentido nace directamente de esa relación entre yo y el otro.
El sentido surge siempre de una relación y no de polos fijos y separados.
Es la relación entre mi cuerpo y el cuero del otro la que hace posible el proceso de subjetivación y que yo devenga sujeto y el otro también devenga sujeto.
El sujeto de la percepción, el sujeto tal como lo concibe Merleau-Ponty, parecería ser al comienzo de su análisis, la reflexión pura y exclusiva sobre la experiencia interior que el sujeto tiene de su propio acto de percibir.
Percibir no es sólo la experiencia cerrada en sí mismo que tiene el sujeto que percibe, sino que la percepción es algo que se abre a la percepción del otro y que de algún modo, para poder entender que haya un mundo común de sentido entre lo que yo percibo y lo que percibe el otro, no se necesita tener una concepción del sujeto kantiano trascendental. El sujeto yo pienso es unidad de todas las percepciones y por consiguiente condición de la universalidad. La universalidad tiene que ver con el mundo objetivo que es el terreno de mi percepción, además de un mundo común de sentido en el lenguaje, es porque hay un mundo objetivo que es común a la experiencia que el otro tiene de ese mundo, a la experiencia que yo tengo de ese mundo y a la experiencia recíproca que ambos tenemos del mismo mundo.
El primer planteo que aparece con respecto a la percepción y con respecto a cómo nosotros construimos la unidad de los objetos, es que esa unidad está siempre inacabada. A pesar de que la unidad del objeto está siempre inacabada, siempre percibimos la totalidad del objeto. En términos generales me muevo en el mundo presumiendo cosas que no provienen de mi experiencia actual.
La percepción no termina en un objeto. Termina en última instancia allí cuando la percepción puede convertir a través de la palabra y a través del pensamiento a eso percibido en un objeto determinado. Si estamos simplemente percibiendo ese objeto, ese objeto es indeterminado. Está abierto por esa indeterminación que es positiva y está abierto justamente porque es susceptible de ser determinado. Es susceptible de convertirse en un objeto mediante un acto distinto que se agrega a este acto de percepción. La percepción es indeterminada y pre-objetiva. Lo que tenemos antes de tener objetos cuando percibimos son fisonomías. Conocer la naturaleza de las cosas, pero no en el sentido de poder determinarla mediante el lenguaje, el pensamiento o el concepto, sino mediante esa aprehensión inmediata que tiene la percepción. La percepción nos permite aprehender eso que tenemos delante y nunca lo aprendimos en su forma determinada sino en su sentido pre-objetivo y fisonómico indeterminado, abierto a una serie múltiple de determinaciones.
El esfuerzo por poner lo percibido en el discurso es el esfuerzo por determinarlo. Es pasar de la indeterminación pre-objetiva de la percepción a la determinación por la palabra. Yo utilizaría dos términos:
Aprehensión: puramente sensible y visual. Hay que pasar de esa aprehensión pre-objetiva e indeterminada (determinada positivamente porque está abierta a poder ser determinada por otro acto y ese otro acto es el discurso) a otro acto que viene después, que es la concepción. Tenemos que concebir eso que aprehendimos de modo inmediato y aparecen los discursos acerca de qué es eso que vimos. Entonces uno podría pensar que si la concepción nos conduce al objeto, vamos a tener un objeto con sentidos diferentes. Habrá cierta comunidad de sentido, pero en otros aspectos el sentido va a diferir. Las diferencias en las comunidades de sentido aparecen en el orden de la multiplicidad de sujetos que perciben un mismo objeto.
El sentido se va a desgranar en un proceso espacio-temporal. Va a haber un proceso espacio-temporal en donde el sentido se va a ir construyendo desde un primer sentido hacia un sentido que se va enriqueciendo o terminando progresivamente.
La unidad de sentido y la unidad espacio-temporal del objeto es lo propio del sentido.
La lengua es una posibilidad de dar cuenta de esa riqueza infinita del mundo percibido, capaz de ser explicitada indefinidamente, una y otra vez. El lenguaje es la posibilidad de recorrer aquello que vemos y que contiene una riqueza infinita pero todavía muda, cuyo desafío para nosotros es poder hacerla hablar. Poder hacerla hablar nos abre el mundo, ese mundo indeterminado, abierto y positivo a la posibilidad de la determinación.
Cuando nos preguntan qué nos pareció el film y nos encogemos de hombros es que hay una cantidad tan grande y diversa de cosas que han pasado por delante de mí que no atinamos a poder organizarlas para poder decir algo de todo eso. Pero el proceso de determinación sucesiva lo va repensando y analizando una y otra vez y así va construyendo el sentido del objeto. Luego tiene otra aprehensión, de lo mismo que antes tenía, pero ahora el contenido es determinado, pasa del concreto representado al concreto pensado. Pasamos de la percepción, esto es de la pura aprehensión inmediata, a la determinación del pensamiento y del lenguaje.
Este sentido que se va construyendo en los distintos momentos y espacios de nuestra percepción es lo que Merleau-Ponty llama estructura de horizonte de la percepción. Reconoce una doble estructura de horizonte de la percepción que es el horizonte temporal y el horizonte espacial. No es lo mismo construir el sentido que construir el objeto. Puedo construir el sentido sin objetivar. Puede haber aprehensión de sentidos fisonómicos y no haber construido nunca un objeto.
Dimensión de la aprehensión perceptiva o perceptual, que es lo que constituye al mundo fenoménico.
Dimensión del mundo objetivo. Si la percepción es fenoménica, es la percepción la que nos da otra cosa diferente de la que nos da el mundo objetivo. Quien objetiva es el pensamiento. La percepción permanece siempre dentro del mundo fenoménico. Nuestra percepción puede recorrer los objetos y explorarlos sin determinarlos. El sentido siempre es uno. Yo puedo pasar del sentido determinado al sentido vivido. El sentido vivido para mi existe, pero también puedo reemplazar el sentido vivido por el sentido determinado. Lo que puedo decir es que el sentido es algo abierto permanentemente a un proceso de transformación del sentido como sentido percibido, de transformación de ese mismo sentido percibido, a través de las distintas percepciones. Lo que a nosotros nos interesa pensar es que pasa en el orden de la percepción con el sentido. El orden del sentido en la percepción es fisonómico, pre-objetivo, indeterminado, por determinar y abierto. El orden del sentido en el pensamiento es determinado por el discurso, pero no definitivamente. Entonces el sentido nunca deja de estar abierto. Yo puedo pasar a la objetivación y seguir abierto ese sentido en mi vida cotidiana. La determinación es una operación que hace el discurso, pero mi experiencia perceptual, la experiencia perceptual de cada uno de nosotros, va más allá de esos objetos definidos científicamente.
El manejo de los objetos (Ej. celular) está en el orden de una experiencia fenoménica. Pero no accedemos a su conocimiento científico. Así como hay un plano fenoménico de la percepción, hay un plano fenoménico de nuestras operaciones prácticas en el mundo, en donde los objetos no son objetos plenos en el sentido del conocimiento pleno del objeto. Para usarlos no necesitamos saber cuál es su racionalidad. Sólo precisamos saber cómo se maneja. La dimensión fenoménica es la dimensión cotidiana que tenemos. Nos manejamos cotidianamente en un mundo fenoménico. El sentido según MP se da tanto en la percepción como en las prácticas motrices, nuestras acciones sobre os objetos del mundo. Porque también aprehendemos el sentido de las cosas gracias a nuestras acciones. Nosotros podemos ver un objeto y pensar que el objeto es pesado y resulta que lo levantamos y es de telgopor y no pesa casi nada. Nuestra práctica nos da también el sentido de los objetos. No sólo la visión. A veces necesitamos del resto de los sentidos o de la motricidad para aprehender el sentido de los objetos.
MP: "Nuestra percepción termina en los objetos. El objeto, una vez constituido, se presenta como la razón de todas las experiencias que de él hemos tenido y que podremos tener. El objeto es el punto final en el cual termina la percepción cuando logramos determinar algo. Llegamos a la etapa de constitución del objeto".
Cuestión de la temporalidad: respecto de este presente, este presente tiene un pasado inmediato. Algo que acaba de ser presente hace un rato y por consiguiente es mi pasado inmediato. Lo que dejo de ser presente en reemplazo de este nuevo presente que ahora es presente pero que antes era un advenir inmediato. Este pasado inmediato es retenido. La idea de retención es importante. Pasado inmediato retenido. ¿Cómo lo entiende Merleau-Ponty? Para él, la retención es la presencia en el presente de este pasado inmediato. Que este pasado inmediato sea retenido quiere decir que está presente en mi presente. Parece difícil porque el lenguaje es difícil.
Ejemplo: tomemos el mundo de cada uno de nosotros, el mundo de nuestra experiencia vivida, ligada a los vínculos que hemos tenido. De algún modo, la vida de uno está poblada por la vida de muchos. Deben saber que quizá la población más importante de la vida fue la infancia, la familia, los amigos, con quienes se estableció un vínculo afectivo profundo. Puede decirse que esas personas viven en la vida de uno. Nuestras prácticas estián orientadas por mandatos de la casa paterna. Rebelándonos y creando nuevos mandatos o aceptándolos y reproduciéndolos. Suelen haber experiencias que nunca fueron impresas por los padres. Nosotros acá en Argentina tenemos impresos muy fuertemente los años de la dictadura. Yo puedo recordar que durante la dictadura de Onganía, teníamos que entrar a la Facultad de Filosofía y Letras con libreta universitaria y que mostrársela a la policiía. En la última dictadura yo directamente no pisaba la facultad por miedo a desaparecer. Era la experiencia de muchos que mirábamos para un lado y para otro. En realidad, no nos atrevíamos a salir. No sabíamos lo que nos podría suceder. Esto es algo que adquiere presencia en los cuerpos. Es algo que se transfiere a los cuerpo de la misma manera en que Bourdieu lo dice en El Sentido Práctico cuando habla de que se interiorizan mandatos en la más temprana infancia que son todas las concepciones del mundo. Por ejemplo los modales de la sociedad que se metan en los cuerpo y construyen los modelos de dominación. Los mandatos se interiorizan en los cuerpo y los cuerpos ponen de manifiesto estos mandatos. Los cuerpo de los que han vivido persecuciones y torturas lo ponen de manifiesto. Cuando uno dice que el pasado está presente, lo que quiere decir es esto. El pasado no es un recuerdo porque el recuerdo es algo que pasó hace mucho tiempo, pero no tiene ninguna operación en mi presente, no funciona en mi presente. Uno tiene una historia que es un pasado operante de mi presente. Si yo no puedo pensar que la historia de cada uno es el pasado operante hoy, no tengo historia. Decir que el pasado es operante hoy quiere decir que el pasado está retenido y opera en mi presente. Esta es la idea de retención y es preciso saber distinguirla de recuerdo. El recuerdo no está operando. La retención no es el pasado ni el recuerdo, sino que es el pasado retenido y operante en mi presente.
Futuro inmediato protendido. La protensión es incluir en mi presente real la expectativa de algo que pasa a ser parte de mi presente. Está en mi presente igual que mi pasado. Estando todavía en este lugar de mi frase y teniendo todavía algo por decir para completar el sentido de mi frase, ese decir todavía no está dicho, pero está protendido. Lo anterior está retenido y lo todavía no dicho, pero por venir, está protendido. Está conmigo en lo que estoy diciendo porque está relacionado con lo que voy a decir. Está incluido en este momento del presente en donde estoy diciendo algo, de la misma manera que también está incluido todo lo que ya dije. Merleau-Ponty piensa en virtud de que es posible constituir en la temporalidad la unidad de sentido de mi mundo. Tanto en el mundo percibido como en el mundo pensado. La misma estructura que se aplica al orden de lo percibido, también se aplica al orden de lo pensado. Porque somos sujetos temporales y tenemos que construir la síntesis de nuestras experiencias en el tiempo.
El tema del espacio: "Cuando veo una película, el aparato apunta sobre el objeto y se acerca para brindárnoslo agigantado, podemos muy bien recordar que se trata de la mano de un personaje o de un cenicero, pero efectivamente no lo identificamos. Esto se debe a que la pantalla no tiene horizontes": La pantalla no puede verlo sin la estructura de horizonte que nuestra percepción sí tiene. Estamos hablando del horizonte espacial. Por ejemplo, yo estoy mirando para allá, pero el pizarrón para mí está acá, detrás de mí y tiene presencia, aunque yo no esté dado vuelta hablando de espaldas a ustedes mirando el pizarrón. La presencia del pizarrón junto a la presencia de lo que yo tengo delante es absolutamente indudable para mi. Yo me puedo ir hasta el fondo del pasillo y mirando hacia la calle, voy a tener todo el resto del aula, más el pizarrón, más todos ustedes, a espaldas, pero voy a seguir teniendo la certeza y la vivencia de eso como presencia junto a mi mirada por la ventana de la calle. Junto a la visión explícita de la calle Santiago del Estero con sus edificios, colectivos, autos y personas, el resto va a estar detrás de mí como una presencia del mismo tipo que la relación figura-fondo. El fondo de mi visión de la calle en el sentido espacial es lo que yo tengo a espaldas. Está presente junto conmigo. Pero fíjense que en el cine no pasa eso. En el cine no tenemos esa presencia de lo que está detrás junto con nosotros en la pantalla. La cámara no puede reproducir la estructura de horizonte que nosotros sí tenemos. La cámara no puede reproducir la estructura de horizonte que nosotros sí tenemos. La cámara no puede mantener lo que tiene a sus espaldas como nosotros sí podemos mantener lo que tenemos a nuestras espaldas.
La pantalla no tiene horizonte, pero la visión humana sí. "Si fijo la mirada en un fragmento del paisaje, los objetos alrededor se adormecen pero no dejan de estar allí. Con esto tengo a mi disposición sus horizontes, entre los cuales está implicado y visto en visión marginal el objeto que fijo actualmente. El horizonte es pues, aquello que asegura la identidad del objeto en el curso de la exploración. Es el correlato de la potencia próxima que conserva mi mirada sobre un objeto que acabo de recorrer y que tiene ya sobre los nuevos detalles que va a descubrir. Ningún recuero expreso, ninguna conjetura explícita, podría desempeñar este papel. No darían sino una síntesis probable, en tanto que mi percepción se da como efectiva. La estructura objeto-horizonte, es decir, la perspectiva, nos perturba. Ver es entrar en un universo de seres que se muestran y no se mostrarían si no pudieran esconderse unos detrás de otros, o detrás de mi. En otras palabras, mirar un objeto es habitarlo y desde ahí, captar todas las cosas. Pero en la medida en que también las veo a ellas, que eran como habitaciones abiertas a mi mirada, percibo ya, desde ángulos diferentes, el objeto central de mi visión. De este modo, todo objeto es el espejo de todos los demás. Cuando miro la lámpara sobre mi mesa le atribuyo no sólo las cualidades visibles desde mi lugar, sino también la chimenea, los muros, la mesa. Puedo ver un objeto en cuanto los objetos formen un sistema o un mundo en que cada uno de ellos informe a los otros en torno suyo como espectadores en sus aspectos escondidos y garantía de su permanencia. Toda visión de un objeto por mi parte se reitera instantáneamente en todos lo objetos del mundo que son captados co-existentes porque cada uno de ellos es a lo sumo lo que los otros ven de él. Nuestra forma anticipada hace un instante tiene que ser modificada".
El objeto acabado es traslúcido y está penetrado en todas sus partes por una infinidad actual de miradas que se cortan en su profundidad. De esta manera, MP concibe la cuestión de la percepción y de la unidad de sentido de los objetos, que es siempre una unidad pre-objetiva y fisonómica, puesto que la noción de fisonomía es la que MP usa para hablar del mundo pre-objetivo, que es lo que Sartre llama el mundo pre-reflexivo. Husserl lo llamr mundo prejudicativo, por ser anterior al juicio y la reflexión y lo califica también de ante-predicativo, es decir anterior a la predicación.
No se partir de la dimensión del para sí sin la dimensión del para el otro. No es posible una sin la otra. No hay ningún para sí que pueda ser verdaderamente un para sí, si no está dentro de la relación de para el otro.
Yo, como sujeto, tengo un exterior. Mi exterior es mi cuerpo. Y el exterior del otro es su cuerpo. Por consiguiente, la relación no se da entre yo, sujeto, auto-conciencia, conciencia de sí, certeza subjetiva de sí, sino que se da entre mi cuerpo, mi exterior y el cuerpo del otro, que es su exterior. Es el exterior de su interior. Es lo que pone de manifiesto su interior.
El exterior es algo objetivo, que está en el mundo. No puedo construir una perspectiva del otro si no es desde la objetividad de los que está ahí, delante de todos como para poder ser leído ante sus sentidos. Todos leemos el sentido de los comportamientos objetivos que percibimos en los otros.
El sentido no nace en mí ni en el otro y después en la relación se hace una puesta en común entre ambos sentidos. El sentido nace directamente de esa relación entre yo y el otro.
El sentido surge siempre de una relación y no de polos fijos y separados.
Es la relación entre mi cuerpo y el cuero del otro la que hace posible el proceso de subjetivación y que yo devenga sujeto y el otro también devenga sujeto.
El sujeto de la percepción, el sujeto tal como lo concibe Merleau-Ponty, parecería ser al comienzo de su análisis, la reflexión pura y exclusiva sobre la experiencia interior que el sujeto tiene de su propio acto de percibir.
Percibir no es sólo la experiencia cerrada en sí mismo que tiene el sujeto que percibe, sino que la percepción es algo que se abre a la percepción del otro y que de algún modo, para poder entender que haya un mundo común de sentido entre lo que yo percibo y lo que percibe el otro, no se necesita tener una concepción del sujeto kantiano trascendental. El sujeto yo pienso es unidad de todas las percepciones y por consiguiente condición de la universalidad. La universalidad tiene que ver con el mundo objetivo que es el terreno de mi percepción, además de un mundo común de sentido en el lenguaje, es porque hay un mundo objetivo que es común a la experiencia que el otro tiene de ese mundo, a la experiencia que yo tengo de ese mundo y a la experiencia recíproca que ambos tenemos del mismo mundo.
El primer planteo que aparece con respecto a la percepción y con respecto a cómo nosotros construimos la unidad de los objetos, es que esa unidad está siempre inacabada. A pesar de que la unidad del objeto está siempre inacabada, siempre percibimos la totalidad del objeto. En términos generales me muevo en el mundo presumiendo cosas que no provienen de mi experiencia actual.
La percepción no termina en un objeto. Termina en última instancia allí cuando la percepción puede convertir a través de la palabra y a través del pensamiento a eso percibido en un objeto determinado. Si estamos simplemente percibiendo ese objeto, ese objeto es indeterminado. Está abierto por esa indeterminación que es positiva y está abierto justamente porque es susceptible de ser determinado. Es susceptible de convertirse en un objeto mediante un acto distinto que se agrega a este acto de percepción. La percepción es indeterminada y pre-objetiva. Lo que tenemos antes de tener objetos cuando percibimos son fisonomías. Conocer la naturaleza de las cosas, pero no en el sentido de poder determinarla mediante el lenguaje, el pensamiento o el concepto, sino mediante esa aprehensión inmediata que tiene la percepción. La percepción nos permite aprehender eso que tenemos delante y nunca lo aprendimos en su forma determinada sino en su sentido pre-objetivo y fisonómico indeterminado, abierto a una serie múltiple de determinaciones.
El esfuerzo por poner lo percibido en el discurso es el esfuerzo por determinarlo. Es pasar de la indeterminación pre-objetiva de la percepción a la determinación por la palabra. Yo utilizaría dos términos:
Aprehensión: puramente sensible y visual. Hay que pasar de esa aprehensión pre-objetiva e indeterminada (determinada positivamente porque está abierta a poder ser determinada por otro acto y ese otro acto es el discurso) a otro acto que viene después, que es la concepción. Tenemos que concebir eso que aprehendimos de modo inmediato y aparecen los discursos acerca de qué es eso que vimos. Entonces uno podría pensar que si la concepción nos conduce al objeto, vamos a tener un objeto con sentidos diferentes. Habrá cierta comunidad de sentido, pero en otros aspectos el sentido va a diferir. Las diferencias en las comunidades de sentido aparecen en el orden de la multiplicidad de sujetos que perciben un mismo objeto.
El sentido se va a desgranar en un proceso espacio-temporal. Va a haber un proceso espacio-temporal en donde el sentido se va a ir construyendo desde un primer sentido hacia un sentido que se va enriqueciendo o terminando progresivamente.
La unidad de sentido y la unidad espacio-temporal del objeto es lo propio del sentido.
La lengua es una posibilidad de dar cuenta de esa riqueza infinita del mundo percibido, capaz de ser explicitada indefinidamente, una y otra vez. El lenguaje es la posibilidad de recorrer aquello que vemos y que contiene una riqueza infinita pero todavía muda, cuyo desafío para nosotros es poder hacerla hablar. Poder hacerla hablar nos abre el mundo, ese mundo indeterminado, abierto y positivo a la posibilidad de la determinación.
Cuando nos preguntan qué nos pareció el film y nos encogemos de hombros es que hay una cantidad tan grande y diversa de cosas que han pasado por delante de mí que no atinamos a poder organizarlas para poder decir algo de todo eso. Pero el proceso de determinación sucesiva lo va repensando y analizando una y otra vez y así va construyendo el sentido del objeto. Luego tiene otra aprehensión, de lo mismo que antes tenía, pero ahora el contenido es determinado, pasa del concreto representado al concreto pensado. Pasamos de la percepción, esto es de la pura aprehensión inmediata, a la determinación del pensamiento y del lenguaje.
Este sentido que se va construyendo en los distintos momentos y espacios de nuestra percepción es lo que Merleau-Ponty llama estructura de horizonte de la percepción. Reconoce una doble estructura de horizonte de la percepción que es el horizonte temporal y el horizonte espacial. No es lo mismo construir el sentido que construir el objeto. Puedo construir el sentido sin objetivar. Puede haber aprehensión de sentidos fisonómicos y no haber construido nunca un objeto.
Dimensión de la aprehensión perceptiva o perceptual, que es lo que constituye al mundo fenoménico.
Dimensión del mundo objetivo. Si la percepción es fenoménica, es la percepción la que nos da otra cosa diferente de la que nos da el mundo objetivo. Quien objetiva es el pensamiento. La percepción permanece siempre dentro del mundo fenoménico. Nuestra percepción puede recorrer los objetos y explorarlos sin determinarlos. El sentido siempre es uno. Yo puedo pasar del sentido determinado al sentido vivido. El sentido vivido para mi existe, pero también puedo reemplazar el sentido vivido por el sentido determinado. Lo que puedo decir es que el sentido es algo abierto permanentemente a un proceso de transformación del sentido como sentido percibido, de transformación de ese mismo sentido percibido, a través de las distintas percepciones. Lo que a nosotros nos interesa pensar es que pasa en el orden de la percepción con el sentido. El orden del sentido en la percepción es fisonómico, pre-objetivo, indeterminado, por determinar y abierto. El orden del sentido en el pensamiento es determinado por el discurso, pero no definitivamente. Entonces el sentido nunca deja de estar abierto. Yo puedo pasar a la objetivación y seguir abierto ese sentido en mi vida cotidiana. La determinación es una operación que hace el discurso, pero mi experiencia perceptual, la experiencia perceptual de cada uno de nosotros, va más allá de esos objetos definidos científicamente.
El manejo de los objetos (Ej. celular) está en el orden de una experiencia fenoménica. Pero no accedemos a su conocimiento científico. Así como hay un plano fenoménico de la percepción, hay un plano fenoménico de nuestras operaciones prácticas en el mundo, en donde los objetos no son objetos plenos en el sentido del conocimiento pleno del objeto. Para usarlos no necesitamos saber cuál es su racionalidad. Sólo precisamos saber cómo se maneja. La dimensión fenoménica es la dimensión cotidiana que tenemos. Nos manejamos cotidianamente en un mundo fenoménico. El sentido según MP se da tanto en la percepción como en las prácticas motrices, nuestras acciones sobre os objetos del mundo. Porque también aprehendemos el sentido de las cosas gracias a nuestras acciones. Nosotros podemos ver un objeto y pensar que el objeto es pesado y resulta que lo levantamos y es de telgopor y no pesa casi nada. Nuestra práctica nos da también el sentido de los objetos. No sólo la visión. A veces necesitamos del resto de los sentidos o de la motricidad para aprehender el sentido de los objetos.
MP: "Nuestra percepción termina en los objetos. El objeto, una vez constituido, se presenta como la razón de todas las experiencias que de él hemos tenido y que podremos tener. El objeto es el punto final en el cual termina la percepción cuando logramos determinar algo. Llegamos a la etapa de constitución del objeto".
Cuestión de la temporalidad: respecto de este presente, este presente tiene un pasado inmediato. Algo que acaba de ser presente hace un rato y por consiguiente es mi pasado inmediato. Lo que dejo de ser presente en reemplazo de este nuevo presente que ahora es presente pero que antes era un advenir inmediato. Este pasado inmediato es retenido. La idea de retención es importante. Pasado inmediato retenido. ¿Cómo lo entiende Merleau-Ponty? Para él, la retención es la presencia en el presente de este pasado inmediato. Que este pasado inmediato sea retenido quiere decir que está presente en mi presente. Parece difícil porque el lenguaje es difícil.
Ejemplo: tomemos el mundo de cada uno de nosotros, el mundo de nuestra experiencia vivida, ligada a los vínculos que hemos tenido. De algún modo, la vida de uno está poblada por la vida de muchos. Deben saber que quizá la población más importante de la vida fue la infancia, la familia, los amigos, con quienes se estableció un vínculo afectivo profundo. Puede decirse que esas personas viven en la vida de uno. Nuestras prácticas estián orientadas por mandatos de la casa paterna. Rebelándonos y creando nuevos mandatos o aceptándolos y reproduciéndolos. Suelen haber experiencias que nunca fueron impresas por los padres. Nosotros acá en Argentina tenemos impresos muy fuertemente los años de la dictadura. Yo puedo recordar que durante la dictadura de Onganía, teníamos que entrar a la Facultad de Filosofía y Letras con libreta universitaria y que mostrársela a la policiía. En la última dictadura yo directamente no pisaba la facultad por miedo a desaparecer. Era la experiencia de muchos que mirábamos para un lado y para otro. En realidad, no nos atrevíamos a salir. No sabíamos lo que nos podría suceder. Esto es algo que adquiere presencia en los cuerpos. Es algo que se transfiere a los cuerpo de la misma manera en que Bourdieu lo dice en El Sentido Práctico cuando habla de que se interiorizan mandatos en la más temprana infancia que son todas las concepciones del mundo. Por ejemplo los modales de la sociedad que se metan en los cuerpo y construyen los modelos de dominación. Los mandatos se interiorizan en los cuerpo y los cuerpos ponen de manifiesto estos mandatos. Los cuerpo de los que han vivido persecuciones y torturas lo ponen de manifiesto. Cuando uno dice que el pasado está presente, lo que quiere decir es esto. El pasado no es un recuerdo porque el recuerdo es algo que pasó hace mucho tiempo, pero no tiene ninguna operación en mi presente, no funciona en mi presente. Uno tiene una historia que es un pasado operante de mi presente. Si yo no puedo pensar que la historia de cada uno es el pasado operante hoy, no tengo historia. Decir que el pasado es operante hoy quiere decir que el pasado está retenido y opera en mi presente. Esta es la idea de retención y es preciso saber distinguirla de recuerdo. El recuerdo no está operando. La retención no es el pasado ni el recuerdo, sino que es el pasado retenido y operante en mi presente.
Futuro inmediato protendido. La protensión es incluir en mi presente real la expectativa de algo que pasa a ser parte de mi presente. Está en mi presente igual que mi pasado. Estando todavía en este lugar de mi frase y teniendo todavía algo por decir para completar el sentido de mi frase, ese decir todavía no está dicho, pero está protendido. Lo anterior está retenido y lo todavía no dicho, pero por venir, está protendido. Está conmigo en lo que estoy diciendo porque está relacionado con lo que voy a decir. Está incluido en este momento del presente en donde estoy diciendo algo, de la misma manera que también está incluido todo lo que ya dije. Merleau-Ponty piensa en virtud de que es posible constituir en la temporalidad la unidad de sentido de mi mundo. Tanto en el mundo percibido como en el mundo pensado. La misma estructura que se aplica al orden de lo percibido, también se aplica al orden de lo pensado. Porque somos sujetos temporales y tenemos que construir la síntesis de nuestras experiencias en el tiempo.
El tema del espacio: "Cuando veo una película, el aparato apunta sobre el objeto y se acerca para brindárnoslo agigantado, podemos muy bien recordar que se trata de la mano de un personaje o de un cenicero, pero efectivamente no lo identificamos. Esto se debe a que la pantalla no tiene horizontes": La pantalla no puede verlo sin la estructura de horizonte que nuestra percepción sí tiene. Estamos hablando del horizonte espacial. Por ejemplo, yo estoy mirando para allá, pero el pizarrón para mí está acá, detrás de mí y tiene presencia, aunque yo no esté dado vuelta hablando de espaldas a ustedes mirando el pizarrón. La presencia del pizarrón junto a la presencia de lo que yo tengo delante es absolutamente indudable para mi. Yo me puedo ir hasta el fondo del pasillo y mirando hacia la calle, voy a tener todo el resto del aula, más el pizarrón, más todos ustedes, a espaldas, pero voy a seguir teniendo la certeza y la vivencia de eso como presencia junto a mi mirada por la ventana de la calle. Junto a la visión explícita de la calle Santiago del Estero con sus edificios, colectivos, autos y personas, el resto va a estar detrás de mí como una presencia del mismo tipo que la relación figura-fondo. El fondo de mi visión de la calle en el sentido espacial es lo que yo tengo a espaldas. Está presente junto conmigo. Pero fíjense que en el cine no pasa eso. En el cine no tenemos esa presencia de lo que está detrás junto con nosotros en la pantalla. La cámara no puede reproducir la estructura de horizonte que nosotros sí tenemos. La cámara no puede reproducir la estructura de horizonte que nosotros sí tenemos. La cámara no puede mantener lo que tiene a sus espaldas como nosotros sí podemos mantener lo que tenemos a nuestras espaldas.
La pantalla no tiene horizonte, pero la visión humana sí. "Si fijo la mirada en un fragmento del paisaje, los objetos alrededor se adormecen pero no dejan de estar allí. Con esto tengo a mi disposición sus horizontes, entre los cuales está implicado y visto en visión marginal el objeto que fijo actualmente. El horizonte es pues, aquello que asegura la identidad del objeto en el curso de la exploración. Es el correlato de la potencia próxima que conserva mi mirada sobre un objeto que acabo de recorrer y que tiene ya sobre los nuevos detalles que va a descubrir. Ningún recuero expreso, ninguna conjetura explícita, podría desempeñar este papel. No darían sino una síntesis probable, en tanto que mi percepción se da como efectiva. La estructura objeto-horizonte, es decir, la perspectiva, nos perturba. Ver es entrar en un universo de seres que se muestran y no se mostrarían si no pudieran esconderse unos detrás de otros, o detrás de mi. En otras palabras, mirar un objeto es habitarlo y desde ahí, captar todas las cosas. Pero en la medida en que también las veo a ellas, que eran como habitaciones abiertas a mi mirada, percibo ya, desde ángulos diferentes, el objeto central de mi visión. De este modo, todo objeto es el espejo de todos los demás. Cuando miro la lámpara sobre mi mesa le atribuyo no sólo las cualidades visibles desde mi lugar, sino también la chimenea, los muros, la mesa. Puedo ver un objeto en cuanto los objetos formen un sistema o un mundo en que cada uno de ellos informe a los otros en torno suyo como espectadores en sus aspectos escondidos y garantía de su permanencia. Toda visión de un objeto por mi parte se reitera instantáneamente en todos lo objetos del mundo que son captados co-existentes porque cada uno de ellos es a lo sumo lo que los otros ven de él. Nuestra forma anticipada hace un instante tiene que ser modificada".
El objeto acabado es traslúcido y está penetrado en todas sus partes por una infinidad actual de miradas que se cortan en su profundidad. De esta manera, MP concibe la cuestión de la percepción y de la unidad de sentido de los objetos, que es siempre una unidad pre-objetiva y fisonómica, puesto que la noción de fisonomía es la que MP usa para hablar del mundo pre-objetivo, que es lo que Sartre llama el mundo pre-reflexivo. Husserl lo llamr mundo prejudicativo, por ser anterior al juicio y la reflexión y lo califica también de ante-predicativo, es decir anterior a la predicación.
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