LOUIS
ALTHUSSER:
LA
FILOSOFÍA COMO ARMA DE LA REVOLUCIÓN
“IDEOLOGÍA
Y APARATOS IDEOLÓGICOS DEL ESTADO”
SOBRE
LA REPRODUCCIÓN DE LAS CONDICIONES DE PRODUCCIÓN
- Marx:
una formación social que no reproduzca las condiciones de producción al mismo
tiempo que produce, no sobrevivirá siquiera un año. La reproducción de las
condiciones de producción es, entonces, la condición última de la producción. Ésta
puede ser "simple" (limitándose entonces a reproducir las condiciones
de la producción anterior) o "ampliada" (por aumento de las
condiciones).
¿En
qué consiste, pues, la
reproducción de las condiciones de producción?
Para
simplificar nuestra exposición, y considerando que toda formación social
depende de un modo de producción dominante, podemos decir que el proceso de
producción pone en marcha las fuerzas productivas existentes bajo determinadas relaciones
de producción.
De
lo anterior se sigue que, para existir, toda formación social debe -al mismo
tiempo que produce y para poder producir- reproducir las condiciones de su
producción. Debe, pues, reproducir:
1)
las fuerzas productivas [de los medios de
producción: recursos naturales, capital; y de la fuerza de trabajo: mano de
obra]
2) las
relaciones de producción existentes.
Reproducción de
los medios de producción
No hay
posibilidad de producción si no se asegura la reproducción de las condiciones
materiales de la producción: la reproducción de los medios de producción.
Pero
sabemos que la reproducción de las condiciones materiales de la producción no
puede ser pensada a nivel de la empresa, porque el problema no existe allí en
sus reales dimensiones.
Basta reflexionar un solo instante para convencerse: el señor X,
capitalista, que produce telas de lana en su hilandería, debe
"reproducir" su materia prima, sus máquinas, etc. Pero quien las
produce para su producción no es él sino otros capitalistas: el señor Y, un
gran criador de ovejas de Australia; el señor Z, gran industrial metalúrgico,
productor de máquinas-herramienta, etc., quienes, para producir esos productos
que condicionan la reproducción de las condiciones de producción del señor X,
deben a su vez reproducir las condiciones de su propia producción, y así hasta
el infinito: todo ello en tales proporciones que en el mercado nacional (cuando
no en el mercado mundial) la demanda de medios de producción (para la
reproducción) pueda ser satisfecha por la oferta.
Para pensar este mecanismo que desemboca en una especie de
"hilo sin fin" es necesario seguir la trayectoria "global", las relaciones de circulación
de capital entre el Sector I (producción de los medios de producción) y el
Sector II (producción de los medios de consumo) y la realización de la
plusvalía.
No
entraremos a analizar esta cuestión, pues nos basta con haber mencionado que
existe la necesidad de reproducir las condiciones materiales de la producción.
Reproducción de
la fuerza de trabajo
La
observación de lo que pasa en la empresa es casi enteramente ciega: la reproducción
de la fuerza de trabajo se opera, en lo esencial, fuera de la empresa.
¿Cómo
se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo?
Dándole
a la fuerza de trabajo el medio material para que se reproduzca: el salario. El
salario figura en la contabilidad de toda empresa, pero no como condición
de la reproducción material de la fuerza de trabajo, sino como "capital
mano de obra".
El
salario representa solamente la parte del valor producido por el gasto de la
fuerza de trabajo, indispensable para su reproducción; aclaremos,
indispensable para reconstituir la fuerza de trabajo del asalariado (para
vivienda vestimenta y alimentación, en suma, para que esté en condiciones de
volver a presentarse a la mañana siguiente a la entrada de la empresa) y
agreguemos, indispensable para criar y educar a los niños en que el proletario
se reproduce como fuerza de trabajo.
Recordemos
que el valor (el salario) necesario para la reproducción de la fuerza de
trabajo no está determinado solamente por las necesidades
"biológicas", sino también por las necesidades de un mínimo histórico
(Marx señalaba: los obreros ingleses necesitan cerveza y los proletarios
franceses, vino) y, por lo tanto, históricamente variable. Doblemente
histórico, en cuanto no está definido por las necesidades históricas de la
clase obrera que la clase capitalista "reconoce" sino por las
necesidades históricas impuestas por la lucha de clase proletaria.
Empero,
no basta con asegurar las condiciones materiales de reproducción a la fuerza de
trabajo para que se reproduzca como tal. La fuerza de trabajo disponible debe
ser "competente" y
(diversamente) calificada y por lo tanto reproducida como tal.
Ahora
bien, ¿cómo se asegura esta reproducción de la calificación (diversificada) de
la fuerza de trabajo en el régimen capitalista? Ya no "en el lugar de
trabajo" (aprendizaje en la producción misma), sino, cada vez más, fuera
de la producción, por medio del sistema educativo capitalista y de otras
instancias e instituciones.
¿Qué
se aprende en el sistema educacional? [Todo lo que sabemos] Pero al mismo
tiempo, y junto con esas técnicas y conocimientos, en la escuela se aprenden
las "reglas", los usos habituales y correctos, es decir de los convenientes,
los que se deben observar según el cargo que está “destinado” a ocupar todo
agente de la división del trabajo; reglas del respeto a la división
social-técnica del trabajo.
La
reproducción de la fuerza de trabajo no sólo exige una reproducción de su
calificación sino, al mismo tiempo, la reproducción de su sumisión de los
trabajadores a las reglas del orden establecido, es decir una reproducción de
su sumisión a la ideología dominante, y
una reproducción de la capacidad de los agentes de la explotación y de la represión, a fin de que aseguren también
"por la palabra" el dominio de la clase dominante.
La
escuela (y también otras instituciones del Estado, como la Iglesia, y
otros aparatos como el Ejército) enseña las "habilidades" bajo formas
que aseguran el sometimiento a la ideología dominante o el
dominio de su "práctica".
La
reproducción de la calificación de la fuerza de trabajo se asegura en y bajo
las formas de sometimiento ideológico, con lo que reconocemos la
presencia eficaz de una nueva realidad: la ideología.
INFRAESTRUCTURA
Y SUPERESTRUCTURA
Según
Marx la estructura de toda sociedad está constituida por "niveles" o
"instancias" articuladas por una determinación específica: la infraestructura o base económica ("unidad" de fuerzas productivas y
relaciones de producción), y la superestructura, que comprende dos
"niveles" o "instancias": la jurídico-política (el derecho y el Estado) y la ideológica (las distintas ideologías,
religiosa, moral, jurídica, política, etcétera).
Además de su interés teórico-pedagógico (consistente en hacer
notar la diferencia que separa a Marx de Hegel), esta representación ofrece una
fundamental ventaja teórica: permite inscribir en el dispositivo teórico de sus
conceptos esenciales lo que nosotros hemos llamado su índice de eficacia respectivo. ¿Qué
quiere decir esto?
Cualquiera puede convencerse fácilmente de que representar la
estructura de toda sociedad como un edificio compuesto por una base
(infraestructura) sobre la que se levantan los dos "pisos" de la
superestructura constituye una metáfora, más exactamente una metáfora espacial:
la de una tópica. 5 Como toda metáfora, ésta sugiere, hace ver alguna
cosa. ¿Qué cosa? Que los pisos superiores no podrían "sostenerse" (en
el aire) por sí solos si no se apoyaran precisamente sobre su base.
La metáfora del edificio tiene pues por objeto representar ante
todo la "determinación en última instancia" por medio de la base
económica. Esta metáfora espacial tiene así por resultado afectar a la base con
un índice de eficacia conocido por la célebre expresión: determinación en
última instancia de lo que ocurre en los "pisos" (de la superestructura)
por lo que ocurra en la base económica.
A partir de este índice de eficacia "en última
instancia", los "pisos" de la superestructura se hallan
evidentemente afectados por diferentes índices de eficacia. ¿Qué clase de
índices?
Se puede decir que los pisos de la superestructura no son
determinantes en última instancia sino que son determinados por la eficacia
básica; que si son determinantes a su manera (no definida aún), lo son en tanto
están determinados por la base.
Su índice de eficacia (o de determinación), en tanto ésta se
halla determinada por la determinación en última instancia de la base, es
pensado en la tradición marxista bajo dos formas: 1) existe una "autonomía
relativa" de la superestructura con respecto a la base; 2) existe una
"reacción" de la superestructura sobre la base.
Podemos decir entonces que la gran ventaja teórica de la tópica
marxista, y por lo tanto de la metáfora espacial del edificio (base y
superestructura), consiste a la vez en hacer ver que las cuestiones de
determinación (o índice de eficacia) son fundamentales, y en hacer ver que es
la base lo que determina en última instancia todo el edificio; por lógica
consecuencia, obliga a plantear el problema téorico del tipo de eficacia
"derivada" propio de la superestructura, es decir, obliga a pensar en
lo que la tradición marxista designa con los términos conjuntos de autonomía
relativa de la superestructura y reacción de la superestructura sobre la base.
El
mayor inconveniente de esta representación de la estructura de toda sociedad
con la metáfora espacial del edificio radica evidentemente en ser metafórica:
es decir, en permanecer en el plano de lo descriptivo.
Nos
parece por lo tanto deseable y posible representar las cosas de otro modo.
Entiéndase bien: no desechamos en absoluto la metáfora clásica, pues ella misma
obliga a su superación. Y no la superamos rechazándola como caduca. Deseamos
simplemente tratar de pensar lo que ella nos da bajo la forma de una
descripción.
Sostenemos
como tesis fundamental que
sólo es posible plantear estas cuestiones (y por lo tanto responderlas) desde el punto de vista de la
reproducción.
EL
ESTADO
La
tradición marxista es categórica: el Estado es concebido como aparato
represivo. El Estado es una "máquina" de represión que permite a las
clases dominantes asegurar su dominación sobre la clase obrera para someterla
al sistema de extorsión de la plusvalía (es decir a la explotación
capitalista). El Estado es ante todo lo que los clásicos del marxismo han
llamado el aparato de estado.
Se
incluye en esta denominación no sólo al aparato especializado (en sentido
estricto), la policía —los tribunales— y las prisiones, y, por encima de este
conjunto, al Jefe de Estado, al Gobierno y la administración.
El
aparato de Estado, que lo define como fuerza de ejecución y de intervención
represiva "al servicio de las clases dominantes" en la lucha de
clases librada por la burguesía y sus aliados contra el proletariado, es exactamente
el Estado y define muy exactamente su "función" fundamental.
De la
teoría descriptiva a la teoría a secas
Una "teoría"
descriptiva sería la primera etapa de toda teoría. La forma
"descriptiva" en que se presenta la teoría exige un desarrollo de la
teoría que supere la forma de la "descripción".
Afirmamos
que la teoría descriptiva del estado es exacta.
Por
esto consideramos indispensable para desarrollar esta teoría descriptiva y
convertirla en teoría a secas agregar algo a la definición clásica
del Estado como aparato de estado.
Lo
esencial de la teoría marxista del Estado
Precisemos,
en primer lugar un punto importante: el estado (y su existencia como aparato)
sólo tiene sentido en función del poder de estado. Toda la lucha política
de las clases gira alrededor del estado. Aclaremos: alrededor de la conquista,
es decir, de la toma y la conservación del poder de Estado por cierta clase o
por una alianza de clases o de fracciones de clases. Esta primera acotación nos
obliga a distinguir el poder de estado (conservación del poder de Estado o su toma),
objetivo de la lucha política de clases, y el aparato de Estado por la otra.
El
aparato de Estado puede permanecer sin que el aparato quede afectado o
modificado: puede permanece a pesar de los acontecimientos políticos que afecten
a la posesión del poder de estado.
Resumen
de la "teoría marxista del estado" :
1) el estado
es el aparato represivo de estado; 2) se debe distinguir entre el del Estado y
el aparato de Estado; 3) el objetivo de la lucha de clases concierne al poder
de Estado y, en consecuencia, a la utilización, por las clases (o alianza de
clases o fracciones de clases) que detentan el poder de estado, del aparato de Estado
en función de sus objetivos de clase y 4) el proletariado debe conquistar el
poder para destruir el aparato burgués del estado y, en una primera fase,
reemplazarlo por un aparato del estado completamente diferente, proletario, y
elaborar en las etapas posteriores, un proceso radical, el de la destrucción
del estado (fin del poder de estado y de todo aparato de estado).
Los
aparatos ideológicos del Estado
Para hacer
avanzar la teoría del estado es indispensable tener en cuenta no sólo la
distinción entre poder del estado
y aparato del estado, sino también otra realidad, que se manifiesta
junto al aparato (represivo) de estado, pero que no se confunde con él.
Llamaremos a esa realidad por su concepto; los aparatos ideológicos de
Estado.
¿Qué
son los aparatos ideológicos de Estado (AIE)?
Recordemos
que en la teoría marxista el aparto de Estado (AE) comprende: el gobierno, la
administración, el ejército, la policía, los tribunales, las prisiones, etc.,
que constituyen lo que llamaremos desde ahora el aparato represivo de estado. Represivo porque el aparato de Estado
en cuestión "funciona mediante la violencia", por lo menos en los casos
extremos.
Designamos
con el nombre de aparatos ideológicos de Estado a cierto número de realidades
que se presentan al observador bajo la forma de instituciones precisas y
especializadas. Proponemos una lista empírica:
- AIE
religiosos (el sistema de las distintas Iglesias),
- AIE
escolares (el sistema de las distintas "escuelas", públicas y
privadas),
- AIE
familiar
- AIE
jurídico (el “derecho” pertenece al mismo tiempo al ARE y al AIE)
- AIE
político (el sistema político, sus distintos partidos),
- AIE
sindical,
- AIE
de información (prensa, radio, T.V., etc.),
- AIE
culturales (literatura, artes, deportes, etc.).
Decimos
que los AIE no se confunden con el aparato (represivo) de Estado. ¿En qué
consiste su diferencia?
1) Existe
un aparato (represivo) de Estado y una pluralidad de aparatos ideológicos de Estado.
2) El
aparato (represivo) de Estado, unificado, pertenece enteramente al
dominio público; la mayor
parte de los aparatos ideológicos de Estado (en su aparente dispersión)
pertenecen, por el contrario, al dominio privado.
¿Con
qué derecho podemos considerar aparatos ideológicos del Estado a instituciones que
en su mayoría no poseen carácter público sino que son simplemente privadas? Gramsci, marxista
consciente, ya había previsto esta objeción. La distinción entre lo público y
lo privado es una distinción propia del derecho burgués y es válida en los
dominios (subordinados) en los cuales el derecho burgués ejerce su poder. El
estado, que es el estado de la clase
dominante, no es ni público ni privado; por el contrario, es la condición de
toda distinción entre público y privado. Decimos lo mismo partiendo esta vez de
nuestros aparatos ideológicos de Estado. Poco importa si las instituciones que
los materializan son "públicas" o "privadas"; lo que
importa es su funcionamiento.
3) el ARE
"funciona mediante la violencia", en tanto que los AIE funcionan mediante la ideología.
Rectificando
esta distinción, podemos ser más precisos y decir que todo aparato de Estado,
sea represivo o ideológico, "funciona" a la vez mediante la violencia
y la ideología, pero con una diferencia muy importante que impide confundir los
aparatos ideológicos de Estado con el aparato (represivo) de Estado. Consiste
en que el aparato (represivo) de Estado, por su cuenta, funciona de modo preponderantemente represivo (incluso
física) y secundariamente de modo ideológico. Igual e inversamente, los AIE.
Esta
determinación del doble "funcionamiento" permite comprender que se
tejan constantemente sutiles combinaciones explícitas o tácitas entre la acción
del aparato (represivo) de Estado y la de los aparatos ideológicos del Estado.
Si los
AIE "funcionan" masivamente con la ideología como forma predominante,
lo que unifica su diversidad es ese mismo funcionamiento, en la medida en que
la ideología con la que funcionan, en realidad está siempre unificada, a pesar
de su diversidad y sus contradicciones, bajo la ideología dominante, que es la de "la
clase dominante".
Por lo
que sabemos, ninguna clase puede detentar
durablemente el poder del estado sin ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre
y en los aparatos ideológicos del estado.
Los
aparatos ideológicos del estado pueden no sólo ser la piedra de toque, sino también el lugar de la lucha de clases. La
clase (o la alianza de clases) que detenta el poder dicta la ley con tanta
facilidad en los aparatos ideológicos del estado como en el aparato represivo
del estado, y es así no sólo porque las viejas clases dominantes pueden
conservar mucho tiempo posiciones fuertes en los AIE, sino además porque la
resistencia de las clases explotadas puede encontrar allí medios y ocasiones de
expresarse.
Puntualicemos
nuestras observaciones:
Es
necesario distinguir el poder del estado (y su control por parte de) por un
lado, y el aparato del estado, por el otro. Pero agregaremos que el aparato del
estado comprende dos cuerpos: el de las instituciones que representan el aparato
represivo del estado por una parte, y el cuerpo de instituciones que
representan el cuerpo de los aparatos ideológicos del estado, por la otra.
SOBRE
LA REPRODUCCIÓN DE LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN
¿Cómo se asegura la reproducción de las
relaciones de producción?
En
lenguaje del tópico (infraestructura, superestructura) diremos: está asegurada
en gran parte por la superestructura jurídico-política e ideológica.
Pero
dado que consideramos indispensable superar ese lenguaje todavía descriptivo,
diremos: está asegurada, en gran parte, por el ejercicio del poder del estado
en los aparatos de Estado: ARE y AIE.
Se
deberá tener muy en cuenta:
1)
Todos los aparatos de Estado funcionan a la vez mediante la represión y la
ideología, con la diferencia de que el aparato (represivo) de Estado funciona predominantemente
con la represión, en tanto que los aparatos ideológicos de Estado funcionan predominantemente
con la ideología.
2) En
tanto que el ARE constituye un todo organizado cuyos diferentes miembros están
centralizados bajo una unidad de mando, los
AIE son múltiples, distintos, "relativamente autónomos" y
susceptibles de ofrecer un campo objetivo a contradicciones que, bajo formas
unas veces limitadas, otras extremas, expresan los efectos de los choques entre
la lucha de clases capitalista y la lucha de clases proletaria y sus formas
subordinadas.
3) En
tanto que la unidad del ARE está asegurada por su organización centralizada y
unificada, la unidad entre los diferentes aparatos ideológicos de Estado está
asegurada, muy a menudo en formas contradictorias, por la ideología dominante,
la de la clase dominante.
El rol
del aparto represivo de Estado consiste esencialmente en asegurar por la fuerza
(sea o no física) las condiciones políticas de reproducción de las relaciones
de producción que son, en última instancia, relaciones de explotación. El aparato del estado no sólo se
reproduce a sí mismo, sino también, y sobre todo, asegura mediante la represión
las condiciones políticas para el ejercicio de los AIE.
[AIE
en la Edad Media]
Ahora bien, en las formaciones sociales del modo de producción
"servil" (comunmente llamado feudal) comprobamos que, aunque existe
(no sólo a partir de la monarquía absoluta sino desde los primeros estados
antiguos conocidos) un aparato represivo de Estado único, formalmente muy
parecido al que nosotros conocemos, la cantidad de aparatos ideológicos de
Estado es menor y su individualidad diferente. Comprobamos, por ejemplo, que la
Iglesia (aparato ideológico de Estado religioso) en la Edad Media acumulaba
numerosas funciones (en especial las escolares y culturales) hoy atribuidas a
muchos aparatos ideológicos de Estado diferentes, nuevos con respecto al que
evocamos. Junto a la Iglesia existía el aparato ideológico de Estado familiar,
que cumplía un considerable rol, no comparable con el que cumple en las
formaciones sociales capitalistas. A pesar de las apariencias, la iglesia
y la familia no eran los únicos aparatos ideológicos de Estado. Existía también
un aparato ideológicos de Estado político (los Estados Generales, el
Parlamento, las distintas facciones y ligas políticas, antecesoras de los
partidos políticos modernos, y todo el sistema político de comunas libres,
luego de las ciudades). Existía asimismo un poderoso aparato ideológico de Estado
"pre-sindical", si podemos arriesgar esta expresión forzosamente
anacrónica (las poderosas cofradías de comerciantes, de banqueros, y también
las asociaciones de compagnons*, etcétera).
Las ediciones y la información también tuvieron un innegable desarrollo, así
como los espectáculos, al comienzo partes integrantes de la iglesia y luego
cada vez más independientes de ella.
Ahora bien, es absolutamente evidente que en el período
histórico pre-capitalista que acabamos de examinar a grandes rasgos, existía un aparato ideológico de Estado
dominante, la Iglesia, que concentraba no sólo las funciones
religiosas sino también las escolares y buena parte de las funciones de
información y "cultura". Si toda la lucha ideológica del siglo XVI al
XVII, desde la primera ruptura de la Reforma, se concentró en la lucha anticlerical y antirreligiosa,
ello no sucedió por azar sino a causa de la posición dominante del aparato
ideológico de Estado religioso.
[Revolución
francesa]
La revolución francesa tuvo ante todo por objetivo y resultado
no sólo trasladar el poder de Estado de la aristocracia feudal a la burguesía
capitalista-comercial, romper parcialmente el antiguo aparato represivo de
Estado y reemplazarlo por uno nuevo (el ejército nacional popular, por
ejemplo), sino también atacar el aparato ideológico de Estado Nº 1, la Iglesia.
De allí la constitución civil del clero, la confiscación de los bienes de la
Iglesia y la creación de nuevos aparatos ideológicos de Estado para reemplazar
el aparato ideológico de Estado religioso en su rol dominante.
Naturalmente, las cosas no fueron simples: lo prueba el
concordato, la restauración, y la larga lucha de clases entre la aristocracia terrateniente
y la burguesía industrial durante todo el siglo XIX para imponer la hegemonía
burguesa sobre las funciones desempeñadas hasta entonces por la iglesia,
ante todo en la escuela. Puede decirse que la burguesía se apoyó en el nuevo
aparato ideológico de Estado político, democrático-parlamentario, implantado en
los primeros años de la Revolución, restaurado luego por algunos meses, después
de largas y violentas luchas, en 1848, y durante decenas de años después de la
caída del Segundo Imperio, para dirigir la lucha contra la Iglesia y apoderarse
de sus funciones ideológicas, en resumen, para asegurar no sólo su hegemonía
política sino también la hegemonía ideología indispensable para la reproducción
de las relaciones capitalistas de producción.
Tesis:
pensamos que el aparato ideológico de Estado que ha quedado en posición
dominante en las formaciones capitalistas maduras, como resultado de una
violenta lucha de clase política e ideológica contra el antiguo aparato
ideológico de Estado dominante, es el aparato ideológico escolar.
Esta
tesis puede parecer paradójica, pues parece que el aparato ideológico de Estado
dominante en las formaciones sociales capitalistas no es la escuela sino el
aparato de Estado político.
No
obstante, la historia, incluso la historia reciente, demuestra que la burguesía
pudo y puede adaptarse perfectamente a aparatos ideológicos de Estado políticos
distintos de la democracia parlamentaria.
Por
eso creemos tener buenas razones para pensar que detrás del funcionamiento de
su aparato ideológico de Estado político, que ocupaba el primer plano, lo que
la burguesía pone en marcha como aparato ideológico de Estado Nº 1, y por lo
tanto dominante, es el aparato escolar que reemplazó en sus funciones al
antiguo aparato ideológico de Estado dominante, es decir, la Iglesia. Se
podría agregar: la pareja Escuela-Familia ha reemplazado a la pareja
Iglesia-Familia.
¿Por
qué el aparato escolar es realmente el aparato ideológico de Estado dominante
en las formaciones sociales capitalistas y cómo funciona?
Por
ahora nos limitaremos a decir que:
1)
Todos los aparatos ideológicos de Estado, sean cuales fueren, concurren al
mismo resultado: la reproducción de las relaciones de producción, es decir, las
relaciones capitalistas de explotación.
2)
Cada uno de ellos concurre a ese resultado único de la manera que le es propia.
3)
Este concierto está dominado por una partitura única: la de la ideología de la
clase actualmente dominante.
4) No
obstante, un aparato ideológico de Estado cumple muy bien el rol dominante, es
la escuela.
Toma a
su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de infantes,
y les inculca —durante muchos años, precisamente aquellos en los que el niño,
es más vulnerable— "saberes práctico" tomados de la ideología dominante
(el idioma, el cálculo, la historia natural, las ciencias, la literatura) o,
más directamente, la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción
cívica, filosofía).
Hacia
el sexto año, una gran masa de niños cae "en la producción": son los obreros
o los pequeños campesinos. Otra parte de la juventud escolarizable continúa:
bien que mal se encamina y termina por cubrir puestos de pequeños y
medianos cuadros, empleados, funcionarios pequeños y medianos,
pequeño-burgueses de todo tipo. Una última parte llega a la meta, ya sea para
caer en la semidesocupación intelectual, ya para proporcionar, además de los
"intelectuales del trabajador colectivo", los agentes de la
explotación, los agentes de la represión o los profesionales de la ideología.
Por
supuesto, muchas de esas virtudes contrastadas (modestia, resignación, sumisión
por una parte, y por otra cinismo, desprecio, altivez, seguridad, grandeza,
incluso bien decir y habilidad) se enseñan también en la familia, la iglesia,
el ejército, en los buenos libros, en los filmes, y hasta en los estadios. Pero
ningún aparato ideológico de Estado dispone durante tantos años de la audiencia
obligatoria (y, por si fuera poco, gratuita...), 5 a 6 días sobre 7 a razón de 8 horas diarias,
con la totalidad de los niños en las formaciones sociales capitalistas.
Las
relaciones de producción se reproducen en gran parte precisamente mediante el
aprendizaje de saberes práctico durante la inculcación masiva de la ideología
dominante.
Los
maestros que, en condiciones espantosas, intentan volver contra la ideología,
contra el sistema y contra las prácticas de que son prisioneros, las pocas
armas que puedan hallar en la historia y el saber que ellos
"enseñan". Pero no abundan, y muchos (la mayoría) no tienen siquiera
la más remota sospecha del "trabajo" que el sistema (que los rebasa y
aplasta) les obliga a realizar y, peor aún, ponen todo su empeño e ingenio para
cumplir con la última directiva. Están tan lejos de imaginárselo que
contribuyen con su devoción a mantener y alimentar, esta representación ideológica
de la escuela, que la hace tan "natural" e indispensable.
ACERCA DE LA IDEOLOGÍA
La
ideología es el sistema de ideas, de representaciones, que domina el espíritu
de un hombre o un grupo social.
La
ideología no tiene historia
Una advertencia para exponer la razón de principio que, a mi
parecer, si bien no fundamenta, por lo menos autoriza el proyecto de una teoría
de la ideología en general y
no de una teoría de
las ideologías particulares, que siempre expresan, cualquiera
que sea su forma (religiosa, moral, jurídica, política), posiciones de clase.
Evidentemente, será necesario emprender una teoría de las
ideologías bajo la doble relación que acaba de señalarse. Se verá entonces que
una teoría de las ideologías
se basa en última instancia en la historia de las formaciones sociales, por lo
tanto de los modos de producción combinados en ésta y de las luchas de clases
que en ellas se desarrollan.
Resulta claro en ese sentido que no puede tratarse de una
teoría e las ideologías en general, pues las ideologías (definidas
bajo la doble relación indicada: particular y de clase) tienen una historia
cuya determinación, aunque les concierne, en última instancia se halla sin duda
situada fuera de las ideologías exclusivamente.
En cambio, si puedo presentar el proyecto de una teoría de la ideología en general, y si esta
teoría es uno de los elementos del cual dependen las teorías de las ideologías, esto implica una proposición de
apariencia paradójica, que enunciaré en los siguientes términos: la ideología no tiene historia.
Es sabido que esa fórmula figura con toda sus letras en un
pasaje de la Ideología
alemana. Marx la enuncia al referirse a la metafísica que,
dice, no tiene más historia que la moral (sobreentendido: y que las otras
formas de la ideología).
En la Ideología
alemana esta fórmula aparece en un contexto claramente
positivista. La ideología es concebida como pura ilusión, puro sueño, es decir,
nada. Toda su realidad está fuera de sí misma. La ideología es pensada por lo
tanto como una construcción imaginaria cuyo estatuto teórico del sueño en los
autores anteriores a Freud. Para estos autores, el sueño era el resultado
puramente imaginario, es decir nulo, de "residuos diurnos"
presentados bajo una composición y un orden arbitrarios, además a veces
"invertidos" y, resumiendo, "en desorden". para ellos el
sueño era lo imaginario vacío y nulo, bricolé arbitrariamente, con los ojos cerrados, con
residuos de la única realidad plena y positiva, la del día. Este es exactamente
el estatuto de la filosofía y de la ideología en la Ideología alemana (puesto
que la filosofía es la ideología por excelencia).
La ideología es pues para Marx un bricolage imaginario, un puro sueño, vacío y vano,
constituido con los "residuos diurnos" de la única realidad plena y
positiva, la de la historia, concreta de individuos concretos, materiales, que
producen materialmente su existencia. En este sentido, en la Ideología alemana la
ideología no tiene historia; su historia está fuera de ella, allí donde existe
la única historia existente, la de los individuos concretos, etc. La tesis de
que la ideología no tiene historia es en la Ideología alemana una tesis puramente negativa ya que
significa a la vez;
1) La ideología no es nada en tanto que es puro sueño (fabricado
no se sabe por qué potencia, a menos que lo sea por la alienación de la
división del trabajo, pero en tal caso también se trata de una
determinación negativa ).
2) La ideología no tiene historia, lo cual no quiere decir en absoluto
que no tenga historia (al contrario, puesto que no es más que el pálido
reflejo, vacío e invertido, de la historia real), sino que no tiene
historia propia.
Ahora bien, la tesis que deseo defender, retomando formalmente
los términos de la Ideología
alemana ("la ideología no tiene historia"), es
radicalmente diferente de la tesis positivista-historicista de la Ideología alemana.
Por una parte, puedo sostener que las ideologías tienen una historia propia (aunque esté determinada
en última instancia por la lucha de clases); y, por otra, puedo sostener al
mismo tiempo que la ideología en general no tiene historia, pero
no en un sentido negativo (su historia está fuera de ella), sino en un sentido
absolutamente positivo.
Este sentido es positivo si realmente es propio de la ideología
el estar dotada de una estructura y un funcionamiento tales que la constituyen
en una realidad no-histórica, es decir omnihistórica, en el sentido en que esa estructura y
ese funcionamiento, bajo una misma forma, inmutable, están presentes en lo que
se llama la historia toda, en el sentido en que el Manifiesto define la historia como historia de la
lucha de clases, es decir, como historia de las sociedades de clases.
Para proveer aquí un hito teórico, retomando esta vez el ejemplo
del sueño según la concepción freudiana, diré que nuestra proposición ("la
ideología no tiene historia") puede y debe —de una manera que no tiene
nada de arbitraria sino que, por el contrario, es teóricamente necesaria, pues
existe un lazo orgánico entre las dos proposiciones— ser puesta en relación
directa con aquella proposición de Freud que afirma que el inconsciente es eterno, o
sea, que no tiene historia.
Si eterno no quiere decir trascendente a toda historia
(temporal), sino omnipresente, transhistórico y, por lo tanto, inmutable en su
forma en todo el transcurso de la historia, yo retomaré palabra por palabra la
expresión de Freud y escribiré: la
ideología es eterna, igual que el inconsciente, y agregaré
que esta comparación me parece teóricamente justificada por el hecho de que la
eternidad del inconsciente está en relación con la eternidad de la ideología en
general.
He aquí por qué me creo autorizado, al menos presuntivamente,
para proponer una teoría de la ideología en general, en el sentido en que Freud
presentó una teoría del inconsciente en general.
Para simplificar la expresión, teniendo en cuenta lo dicho sobre
las ideologías será conveniente emplear la palabra ideología a secas para
designar la ideología en general, de la cual acabo de decir que no tiene
historia o, lo que es igual, que es eterna, es decir, omnipresente bajo su
forma inmutable, en toda la historia (= la historia de las formaciones sociales
incluyendo las clases sociales). En efecto, me limito provisoriamente a las
"sociedades de clase" y a su historia.
La ideología es
una "representación" de la relación imaginaria de los individuos con
sus condiciones reales de existencia
Dos
tesis, una negativa y otra positiva. La primera se refiere al objeto
"representado" bajo la forma imaginaria de la ideología, la segunda a
la materialidad de la ideología.
Tesis 1:
La ideología representa la relación
imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia.
La ideología
"concepción del mundo" es en gran parte imaginaria, es decir, que no
"corresponden a la realidad".
Sin
embargo, aun admitiendo que no correspondan a la realidad, y que constituyen
una ilusión, se admite que aluden a la realidad, y que basta con
"interpretarlas" para encontrar en su representación imaginaria del
mundo la realidad misma de ese mundo (ideología = ilusión/alusión ).
Existen
diferentes tipos de interpretación: los más conocidos son el mecanicista y la
interpretación "hermenéutica”.
Voy a lo esencial al decir que, con tal que se interprete la transposición (y
la inversión) imaginaria de la ideología, se llega a la conclusión de que en la
ideología "los hombres se representan en forma imaginaria sus condiciones
reales de existencia".
¿Por
qué los hombres "necesitan" esta transposición imaginaria de sus
condiciones reales de existencia para "representarse" sus condiciones
de existencia reales?
La
primera respuesta (la del siglo VIII) propone una solución simple: ello es
culpa de los Curas o de los Déspotas que "forjaron" las "Bellas
mentiras" para que los hombres, creyendo obedecer a Dios, obedezcan en
realidad a los Curas o a los Déspotas. La existencia de algunos cínicos que
afirmaban su dominación y explotación del "pueblo" sobre una falsa representación
del mundo, inventada por ellos para someter a los espíritus y dominar la imaginación.
La
segunda respuesta (Feuerbach à Marx)
es más "profunda", pero igualmente falsa. La causa es la alienación
material que reina en las condiciones de existencia de los hombres mismos. Los
hombres se forman una representación alienada (=imaginaria) de sus condiciones
de existencia porque esas condiciones son en sí mismas alienantes.
Ahora
bien, repito aquí una tesis que ya he anticipado: no son sus condiciones reales
de existencia, su mundo real, lo que los "hombres" "se
representan" en la ideología sino que lo representado es ante todo la
relación que existe entre ellos y las condiciones de existencia.
Para
utilizar un lenguaje marxista: toda ideología representa en su deformación
necesariamente imaginaria, no las existentes relaciones de producción (y las
otras relaciones que de allí derivan) sino ante todo la relación (imaginaria)
de los individuos con las relaciones de producción y las relaciones que de ella
resultan.
¿Por
qué es necesariamente imaginaria la representación que se da a los individuos
de su relación (individual) con las relaciones sociales que gobiernan sus
condiciones de existencia y su vida colectiva e individual? ¿Y cuál es la naturaleza
de este ente imaginario?
Tesis 2: la
ideología tiene una existencia material.
Ya
hemos tocado esta tesis al decir que las "ideas" o
"representaciones", etc. de las que parece compuesta la ideología, no
tienen existencia ideal, idealista, espiritual, sino material.
Retomamos
esta tesis: en un aparato y su práctica, o sus prácticas, existe siempre una
ideología. Tal existencia es material.
La
existencia material de la ideología es un aparato y en sus prácticas no posee
la misma modalidad que la existencia material de una baldosa o un fusil. (Aristóteles)
"la materia se dice en varios sentidos" o más bien que existe bajo
diferentes modalidades, todas en última instancia arraigadas en la materia
"física".
Mediando
el dispositivo "conceptual" perfectamente ideológico así puesto en operaciones
(un sujeto dotado de una conciencia en la que forma o reconoce libremente las
ideas en que cree), el comportamiento (material) de dicho sujeto deriva de él
naturalmente.
La
representación ideológica de la ideología está obligada a reconocer que todo
"sujeto" dotado de una "conciencia" y creyente en las
"ideas" que su "conciencia" le inspira y acepta libremente,
debe "actuar según
sus ideas" e inscribir en los actos de su
práctica material sus propias ideas de sujeto libre. Si no lo hace así, eso
"no estaría bien".
En
realidad, si no hace lo que debería hacer en función de lo que cree, hace
entonces otra cosa, lo cual —siempre en función del mismo esquema idealista— da
a entender que tiene otras ideas que las que proclama y que actúa según esas
otras ideas, como hombre "inconsecuente" ("nadie es malvado
voluntariamente"), cínico, o perverso.
En
todos los casos, la ideología de la ideología reconoce, a pesar de su
deformación imaginaria, que las "ideas" de un sujeto humano existen o
deben existir en sus actos, y si eso no sucede, le proporciona otras ideas
correspondientes a los actos (aun perversos) que el sujeto realiza.
Esa
ideología habla de actos: nosotros halaremos de actos en prácticas. Y destacaremos
que tales prácticas están reguladas por rituales en los cuales se inscriben, en el seno de
la existencia material de un
aparato ideológico, aunque sólo sea de una pequeña parte de ese
aparato: una modesta misa en una pequeña iglesia, un entierro, un match de pequeñas
proporciones en una sociedad deportiva, una jornada de clase en una escuela,
una reunión o un mitin de un partido político, etcétera.
Debemos
además a la "dialéctica" defensiva de Pascal la maravillosa fórmula
que nos permitirá trastocar el orden del esquema nocional de la ideología.
Pascal dijo, poco más o menos: "Arrodillaos, moved los labios en oración,
y creeréis". Trastroca así escandalosamente el orden de las cosas,
aportando, como Cristo, la división en lugar de la paz y, por añadidura, el
escándalo mismo, lo que es muy poco cristiano (¡pues desdichado aquel por quien
el escándalo llega al mundo!). bendito escándalo que le hizo mantener, por un
acto de desafío jansenista, un lenguaje que designa la realidad en persona.
Se nos
permitirá dejar a Pascal con sus argumentos de lucha ideológica en el seno del
aparato ideológico de Estado religioso de su tiempo. Y se nos dejará usar un
lenguaje más directamente marxista, si es posible, pues entramos en terrenos
todavía mal explorados.
Diremos
pues, considerando sólo un sujeto (un individuo), que la existencia de las
ideas de su creencia es material, en tanto esas ideas son actos materiales insertos en prácticas materiales,
reguladas por rituales materiales definidos, a su vez, por el aparato
ideológico material del que proceden las ideas de ese sujeto. Naturalmente
los cuatro adjetivos "materiales" inscritos en nuestra proposición
deben ser afectados por modalidades diferentes, ya que la materialidad de un
desplazamiento para ir a misa, del acto de arrodillarse, de un ademán para
persignarse o para indicar mea
culpa, de una frase, de una oración, de un acto de
contrición, de una penitencia, de una mirada, de un apretón de manos, de un
discurso verbal externo o de un discurso verbal "interno" (la
conciencia), no son una sola y misma materialidad. Dejamos en suspenso la
teoría de la diferencia de las modalidades de la materialidad.
En
esta presentación trastrocada de las cosas, no nos encontramos en absoluto ante
un "trastrocamiento", pues comprobamos que ciertas nociones han
desaparecido pura y simplemente de nuestra nueva presentación, en tanto que,
por el contrario, otras subsisten y aparecen nuevos términos.
Ha
desaparecido: el término ideas.
Subsisten:
los términos sujeto, conciencia,
creencia, actos.
Aparecen:
los términos prácticas, rituales,
aparato ideológico.
No se
trata pues de un trastrocamiento (salvo en el sentido en que se dice que un
gobierno se ha trastrocado),sino de un reordenamiento (de tipo no-ministerial)
bastante extraño, pues obtenemos el siguiente resultado.
Las
ideas en tanto tales han desaparecido (en tanto dotadas de una existencia
ideal, espiritual), en la misma medida en que se demostró que su existencia
estaba inscrita en los actos de las prácticas reguladas por los rituales definidos,
en última instancia, por un aparato ideológico. Se ve así que el sujeto actúa
en la medida en que es actuado por el siguiente sistema (enunciado en su orden
de determinación real): ideología existente en un aparato ideológico material
que prescribe prácticas materiales reguladas por un ritual material, prácticas
éstas que existen en los actos materiales de un sujeto que actúa con toda
conciencia según su creencia.
Pero
esta misma presentación prueba que hemos conservado las nociones siguientes:
sujeto, conciencia, creencia, actos. De esta secuencia extraemos luego el
término central, decisivo, del que depende todo: la noción de sujeto.
Y
enunciamos enseguida dos tesis conjuntas:
1) No
hay práctica sino por y bajo una ideología.
2) No
hay ideología sino por el sujeto y para los sujetos.
Podemos
pasar ahora a nuestra tesis central.
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