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Barbero, Martín - "Claves de debate: televisión pública, televisión cultural: entre la renovación y la invención" - Comunicación II - Cátedra: Mangone Gándara

Barbero, Martín - "Claves de debate: televisión pública, televisión cultural: entre la renovación y la invención" - Comunicación II - Cátedra: Mangone Gándara

Introducción:
Contradictoria modernidad de la televisión en países en los que la desproporción del espacio social que el medio ocupa es, sin embargo, proporcional a la ausencia de especios políticos de expresión y negociación de los conflictos y a la no representación en el discurso de la cultura oficial, de la complejidad y diversidad de los mundos de vida y los modos de sentir de sus gentes.
Por la democratización de esa "esfera pública electrónica", que es la televisión, pasan posibilidades de democratización de las costumbres y la cultura política. Estéticamente la televisión se vuelve un espacio estratégico para la producción y reinvención de las imágenes que de sí mismos se hacen nuestros pueblos y con las que quieren hacerse reconocer de los demás.
Si la televisión se ha tornado en espacio estratégico de representación del vínculo entre los ciudadanos, de su pertenencia a una comunidad, ella constituye hoy el espacio por antonomasia de recreación de lo público desde dónde enfrentar la erosión del orden colectivo. Y es eso lo que no puede hacer el mercado (Brunner). El mercado no puede sedimentar tradiciones, crear vínculos entre sujetos, engendrar innovación social.
De todo ello se infiere que hoy nuestros países necesitan la existencia clara y operante de una televisión pública. 


1. A qué se puede llamar hoy televisión pública
Espacio público:
- Sennett: "el espacio público es ahora un área de paso, ya no de permanencia".
La metáfora de Sennett apunta a que en una sociedad descentrada como la actual, en la ni el Estado ni la Iglesia, ni los partidos políticos pueden ya vertebrarla y, estructuralmente mediada por la presencia de un entorno tecnológico productor de un flujo incesante de discursos e imágenes: lo público está identificado con lo escenificado en los medios y el público es identificado con la audiencia. 
Dos lados:
Las tecnologías telemáticas expanden los imaginarios legitimadores de una globalización neoliberal. Del otro lado, la democratización encuentra en la tecnología la posibilidad de multiplicar las imágenes de nuestras sociedades desde lo regional a lo municipal e incluso lo barrial. (Barbero está criticando a la crítica que critica al primer lado por su fuerza desigual en el juego y no se presta atención al segundo lado).
Los públicos han cambiado, es la transformación de la cultura de masas en una cultura segmentada, que es la forma como la industria mediática asume que el público o la audiencia no designa a un ente indiferenciado y pasivo, sino la diversidad de gustos y modos de consumir. 
Si la segmentación de públicos sigue teniendo un rol democratizador estamos, sin embargo, ante una fragmentación de la oferta que funcionaliza las diferencias socioculturales a los intereses comerciales, esto es, tiende a construir solamente diferencias vendibles.

1.2. Metamorfosis de lo público en la era de la información
Insertar la comprensión de lo público en un mapa cruzado por tres ejes:
- reconstrucción conceptual de lo público
- reconstitución de los medios y las imágenes en espacio de reconocimiento social
- las nuevas formas de existencia y ejercicio de la ciudadanía
Arendt y Sennett: lo público se configura como "lo común, el mundo propio a todos".
Lo propio de la ciudadanía hoy es el hallarse asociada al "reconocimiento recíproco", al derecho a informar y ser informado, de hablar y ser escuchado, imprescindible para poder participar en las decisiones que concierne a la colectividad.
La cada vez más estrecha relación entre lo público y lo comunicable pasa hoy decisivamente por la ambigua y muy cuestionada: mediación de las imágenes. Lo que necesitamos comprender va más allá de la denuncia, hacia lo que la mediación de las imágenes produce socialmente, único modo de poder intervenir sobre ese proceso.
Por las imágenes pasa una construcción visual de lo social, en la que la visibilidad acoge el desplazamiento de la lucha por la representación a la demanda de reconocimiento. 
Critica el término "democracia directa". Es la más tramposa de las idealizaciones, ya que en su celebración de la inmediatez y la transparencia de las redes cibernéticas lo que se está minando son los fundamentos mismos de lo público, esto es, los procesos de deliberación y de crítica, al mismo tiempo que se crea la ilusión de un proceso sin interpretación ni jerarquía.


1.3. El debate sobre el futuro de la televisión pública
La fragmentación que introduce el mercado se hace más necesaria una televisión que se dirija al conjunto de los ciudadanos de un país, que contrarrestre en la medida de lo posible la balcanización de la sociedad nacional, que ofrezca a todos los públicos un lugar de encuentro, así sea cambiante y precario, que permita a los que lo quieran poder enterarse de lo que gusta a la mayoría cuando ésta no se define por el rasero del rating, sino por algunos gustos y lenguajes comunes, como los que proporcionan ciertos géneros televisivos en los que convergen matrices culturales y formatos industriales.

1.4. Rasgos que hacen la diferencia de la televisión pública
Es televisión pública aquella que interpela al público, incluido el consumidor, en cuanto ciudadano.
La televisión pública resulta siendo hoy un decisivo lugar de inscripción de nuevas ciudadanías en las que adquiere rostro contemporáneo la emancipación social y cultural. Las dificultades que atraviesan las instituciones liberal-democráticas para acoger las múltiples figuras de ciudadanía sólo pueden ser suturada por una política de extensión del derecho de ciudadanía a todos los sectores de la población que han vivido por fuera de la aplicación de ese derecho.
La interpelación que convoca/forma ciudadanos y el derecho a ejercer la ciudadanía hallan su lugar propio en la televisión pública, convertida así en ámbito de participación y expresión. Hablar de participación es juntar inextricablemente el derecho al reconocimiento social y cultural con el derecho a la expresión de todas las sensibilidades y narrativas en que se plasma a la vez la creatividad política y cultural de un país.
El carácter público de una televisión se halla decisivamente ligado a la renovación permanente de las bases comunes de la cultura nacional, que los historiadores ingleses llaman common culture, que es aquel fondo de memoria, calendarios, tradiciones y prácticas permanentemente necesitado de su reconstrucción en lenguajes comunes. 
Un tercer rasgo de la televisión pública es la recreación audiovisual de los relatos en que se dice la cultura común. La visualidad electrónica a entrado a formar parte constitutiva de la visualidad cultural.
Es de esas profundas transformaciones en la cultura cotidiana de las mayorías de las que debe hacerse cargo una televisión en la que lo público deje de remitir a las componendas politiqueras de los gobiernos, para significar un ámbito vital de la percepción y la participación ciudadana.


2. Lo que hace cultural a la televisión
2.1. De qué estamos hablando cuando hablamos de televisión?
Tanto o más que el cine, la televisión ha desordenado la idea y los límites del campo de la cultura.
La percepción del tiempo, en que se inserta/instaura la experiencia televisiva, está marcada por las experiencias de la simultaneidad, y lo instantáneo.
Es es la televisión donde la cámara del helicóptero nos permite acceder a una imagen de la densidad del tráfico en las avenidas o de la vastedad y desolación de los suburbios y los barrios de invasión, es en la televisión o en la radio donde cada día más gente se conecta con la ciudad en que vive. La radio y la televisión acaban siendo formas de contrarrestrar el aislamiento de las poblaciones marginas estableciendo vínculos culturales comunes a la mayoría de la población. 
Una crítica capaz de distinguir entre la denuncia de los que en la televisión traiciona las demandas de la cultura cotidiana de las mayorías, en la transformación de las sensibilidades, en los modos de construir imaginarios e identidades.

2.2. El nuevo lugar de la cultura en la sociedad (de la información)
El lugar de la cultura en la sociedad cambia cuando la mediación tecnológica de la comunicación deja de ser meramente instrumental para espesarse, densificarse y convertirse en estructural: la tecnología remite hoy no a unos aparatos, sino a nuevos modos de percepción y de lenguaje, a nuevas sensibilidades y escrituras. 
La revolución tecnológica introduce un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos - que constituyen lo cultural - y las formas de producción y distribución de los bienes y servicios.
Al exponer cada cultura a las otras, los procesos de comunicación intensifican el intercambio y la interacción entre cultura como nunca en la historia. La comunicación en el campo de la cultura deja de ser un movimiento exterior a los procesos culturales mismos para convertirse en un movimiento entre culturas: movimiento de apertura a las otras culturas, que implicará siempre la transformación de la propia.
La relación arte-comunicación señala la reafirmación de la creación cultural como el espacio propio de aquel mínimo de utopía sin el cual el progreso material pierde el sentido de emancipación y se transforma en la peor de las alienaciones.





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