Comunicación I - Cátedra Mangone
Material de la cátedra - Texto de Mangone
“Definir la comunicación”
Comunicar es poner en contacto lugares, polos individuos no
conectados; este significado supone una relación intencional, recíproca, de ida
y vuelta entre dispositivos o sujetos que cumplirán las funciones de emisor y
receptor.
Por otra parte, el término remite a la transmisión
intencional de información de manera unidireccional, en general mediante
dispositivos tecnológicos cuyos emisores envían mensajes a una cantidad enorme
de receptores separados entre sí. Comunicar ya no se asocia al fomento de la
participación y el intercambio de roles en la situación comunicativa, sino a
maniobras de influencia, persuasión y manipulación de los mensajes.
El alcance de “comunicación” se determina a partir del
contexto, en ciertas circunstancias, el simple contacto fático basta para
hablar de comunicación; en otras, sólo se considera que hay comunicación cuando
se produce una profunda comprensión de los mensajes y un cambio de actitud.
Estos sentidos de “comunicación” estas ligados a pautas de conducta y
costumbres.
La comunicación es una forma de interacción social
intencional que actúa sobre los modos de conocimiento y de valoración de los
actores sociales, y ayuda a dar significado a la realidad; se produce en un
cierto contexto cultural, a través de información codificada.
Influencia,
persuasión y manipulación
Toda comunicación entre individuos, mediados o no por
soportes tecnológicos, produce una mutua influencia, es decir, determinados
efectos. Una sola palabra o un solo gesto alcanzan para provocar rubor,
angustia, incomodidad o felicidad en el interlocutor. La influencia en la
comunicación es, por tanto, inevitable.
Es posible que el emisor busque tener consenso del receptor,
esto se llama persuasión. En la persuasión, se produce una correspondencia
entre los objetivos de los mensajes y las expectativas y necesidades de los
receptores.
En ocasiones, la influencia que alcanzó el nivel de
persuasión no deja ya margen para que los receptores desoigan las indicaciones
de los mensajes. Ahí se produce la
manipulación que coarta la libertad de información de los individuos. La
comunicación manipuladora se ejerce en sociedades con autoritarismo político,
así como en sociedades libres pero con sistemas de información muy concentrados
u oligopólicos, así la libertad de elegir resulta restringida.
Es difícil que la manipulación se concrete totalmente, ya que los individuos pueden leer
críticamente los mensajes; para que esto ocurra es necesario contar con competencias
culturales que permitan decodificar los mensajes en función de los propios
intereses y no de los objetivos mercantiles.
Redes de
comunicación
El concepto de red es útil par analizar la comunicación en diferentes dimensiones: interpersonal,
grupal, social, masiva.
En las redes se pone en juego el propio concepto de
comunicación, en tanto conducta intencional, recíproca y que busca resultados
estratégicos de influencia. En las redes comunicacionales interpersonales se
pone en juego el número de miembros que el sistema debe tener para que la
combinación de relaciones comunicacionales sea efectiva.
El concepto de red de comunicación también puede servir a
los fines reinterpretar el carácter de determinadas áreas: social, tecnológica
y económica.
La “lectura” del diseño de esa red comunicacional
proporciona información acerca de las intenciones con las cuales se estructuró.
Finalmente, el concepto de red puede ser utilizado para
analizar ciertos funcionamientos de la política.
Clasificar la
comunicación
El carácter de los participantes, los objetivos de la
comunicación, las formas de los mensajes, los temas tratados, el ámbito elegido
y los canales utilizados son criterios empleados para caracterizas una
situación comunicativa.
Según los alcances de su influencia, la comunicación podría
clasificarse como micro, meso y macro comunicación. Cuanto más se expande la
llegada de la emisión, más necesarios son recursos tecnológicos complejos e
instancias intermedias entre la emisión y la recepción que controlen el
correcto funcionamiento del circuito. La comunicación de masas se ubicará
dentro de la macrocomunicación.
La mesocomunicación, o “comunicación intermedia”, utiliza
tanto recursos formales como informales; el “feedback” puede ser inmediato o
diferido en el tiempo. La comunicación que se produce en el marco de las
instituciones, donde coexisten mensajes formales y diferidos con mensajes
informales “cara a cara” es un ejemplo.
La microcomunicación comprende las interacciones
interpersonales “cara a cara”, desde las más íntimas y familiares hasta las
propias de los ámbitos informales de la vida cotidiana.
Desde otra perspectiva, la comunicación se clasifica en
masiva, institucional e interpersonal. En la comunicación interpersonal no hay
restricciones para ejercer la comunicación y tratar cualquier tema.
Sin embargo, una de las paradojas de la comunicación es que
la distancia permite manifestar opiniones, sentimientos y juicios de valor que
caen bajo la inhibición cuando la relación es “cara a cara” con alguien
socialmente cercano.
En la comunicación interpersonal, el tiempo y el espacio
inclinan a los participantes a optar por ciertos temas adecuados.
Por último, estar cara a cara hace que los interlocutores
constituyan en un tiempo mínimo un contexto en común al que hacer referencia,
el cual se amplía cuando se conocen desde antes del intercambio. Esto da lugar
a que parte del contenido de las réplicas sea implícito, es decir,
sobreentendido.
Como se ve, sujeto, lugar, tiempo y universo de referencia,
son factores que complican las posibilidades de plantear una tipología de los
actos de comunicación.
La comunicación no
verbal
Durante mucho tiempo, la comunicación interpersonal fue
asimilada a la comunicación verbal, lo que dejó de lado el hecho de que se producen
y se reciben mensajes no verbales o paraverbales superpuestos a los verbales,
como la entonación. Estos mensajes pueden ser o no intencionales, y envían
siempre una información que es decodificada por los receptores.
La actual cultura audiovisual ha vuelto imprescindible el
análisis de los significados de la comunicación no verbal. Esto ocurre también
en el marco de una globalización cultural que ha promovido la migración de
millones de personas e intercambios culturales lingüísticos y paralingüísticos:
la incorporación de una nueva cultura exige el conocimiento del código no
verbal.
La primera relación no verbal que establece el hombre es el
espacio. Cada cultura tiene un manejo diferente del espacio.
En la comunicación humana, la noción de espacio integra el
concepto de territorio, el espacio territorial ayuda a construir las
identidades por afirmación y por diferenciación. Las distancias marcadas y los
“permisos” para eliminarlos adquieren sentido en el marco de cada cultura.
Otra de las formas clave de comunicación no verbal es la
mirada que sirve para el reconocimiento del otro y de uno mismo y a los fines
de delimitar la inquietud de la tranquilidad.
El “lenguaje de las manos”, al postura del cuerpo, el
contacto táctil y el olfato son otras formas de comunicación no verbal.
La comunicación
institucional
Los mensajes institucionales adoptan formas tanto de la
comunicación interpersonal y grupal, como de la comunicación de masas. Un
emisor privilegiado de la comunicación institucional son las empresas.
En los últimos tiempos predominan los mensajes en los cuales
ofrecen la imagen de una institución con objetivos comunitarios.
Este pasaje de la empresa a la institución coincide con la
transformación de las instituciones públicas y sociales en verdaderas empresas
que buscan la eficacia en la gestión. Una eficiente comunicación global de la
empresa es aquella que concreta un
mensaje coherente hacia adentro y hacia fuera del espacio de trabajo, y que
logra que los significados de sus discursos produzcan una identificación
positiva tanto en los consumidores como en los ejecutivos, los empleados y los
obreros que conforman su personal.
La moderna comunicación institucional construye su
legitimidad en las campañas, en mensajes “no comerciales”; se utilizan los
recursos retóricos y estéticos, pero, a la vez, un discurso que se hace cargo
de las necesidades materiales de los consumidores y de las expectativas
culturales y espirituales.
La comunicación institucional apela a dos tipos principales
de discurso institucional que pueden combinarse. El discurso puede traducir una
identificación con la empresa por su categoría, y también puede traducir una
identificación con el “el espíritu de servicio”; en el mensaje predomina el
receptor de los mensajes, concebido como beneficiario de la tarea de la
empresa.
Fenómenos micro y
macrocomunicacionales: rumor, secreto y chisme en la comunicación
Existen informaciones que nacen y circulan
interpersonalmente y que son reflejadas por los medios de comunicación de
masas, revestidas de cierta autoridad con respecto a su veracidad: son los
rumores. El rumor es un sustituto de las noticias que no surge de canales
institucionales y que responde a una insatisfacción con respecto a la oferta de
información que brindan los medios. Los rumores adquieren autoridad sólo cuando
se comprueba su verdad o son puestos en circulación por alguna institución de
la comunicación social; necesitan una certificación.
El rumor generaliza mucho y sufre una serie de
transformaciones a medida que va circulando de persona en persona; así, cumplen algunas circunstancias la función de
un arma de combate.
Rumores y murmuraciones suelen proliferar con un sentido de
resistencia en sociedades con un nivel de censura muy alto, en las que
predomina el secreto.
Habría que referirse a un fenómeno macrocomunicacional que
se ha convertido en núcleo central de la televisión mundial y que se relaciona
con el rumor, la murmuración y el secreto; se trata del chisme, forma degradada
de la información no autorizada, el género explota la curiosidad de las
personas sobre la vida cotidiana de los ricos y los famosos, colocándolos en
una posición de “creadores” de información.
La noción de
información
El concepto de información puede ser analizado desde
diferentes perspectivas. En el campo de la estadística y la probabilidad, la
teoría de la información aplica criterios que permiten prever con algún grado
de fundamento la aparición de una señal. La señal es una cantidad de energía
determinada y no un signo o relación cultural entre una expresión y un
concepto. Así un emisor codifica un mensaje mediante la selección de señales de
una fuente o repertorio y el mensaje es decodificado por un receptor.
La teoría contemple la posibilidad de ocurrencia de
fenómenos desestabilizadores o ruidos. Los factores desestabilizadores son
neutralizados mediante la redundancia.
La extrapolación de este modelo a la comunicación humana
recibe la crítica de suponer un receptor que identifica lo codificado por el
emisor, cuando, en realidad, la recepción es una nueva actividad de construcción del
mensaje. El receptor realiza inferencias, aplica estrategias de selección de la
información y actúa como emisor mientras el emisor emite.
Desde el punto de vista de la psicología cognitiva
contemporánea, el procesamiento de información posibilita la construcción de
conocimiento. El conocimiento es pensado no como una copia de la realidad, sino
como el resultado de la interacción entre las capacidades innatas y las
posibilidades informativas que otorga el medio.
Los procesos de comunicación organizan y convierten los
datos, las situaciones, etcétera en unidades de información. Los datos están al
alcance de la persona, pero deben ser organizados selectivamente. El
conocimiento no es acumulación de información, sino un modo particular de
organización de la información en la mente.
La tercera acepción toma la información como una práctica
discursiva y como una institución de la sociedad moderna. La información tiene
una dimensión histórica y social: se canaliza a través de soportes como la
prensa o los medios audiovisuales; utiliza formatos reconocibles y construye
consensos para la toma de decisiones. La sociedad actual es una sociedad
informatizada, informativa e informada.
A partir de as acepciones de información vistas, podrá
observarse que la redundancia cumple una función totalmente diferente en la
comunicación de masas de carácter audiovisual: la redundancia tiende a producir
una sobreinformación con efectos “sobreinformadores”, ya que la posibilidad de recibir
adecuadamente tal cantidad de mensajes repetidos queda anulada por la
saturación.
Retomando los principios de la psicología cognitiva, si el
conocimiento es el resultado de la interacción entre las capacidades innatas y
las posibilidades informativas que otorga el medio exterior a la persona, las
posibilidades informativas se ven limitadas por los medios masivos. Éstos
manejan un concepto de información que no sirve para la construcción de una
visión autónoma de la realidad, ya que su “actualidad” no jerarquiza la
información pertinente para la comprensión de los fenómenos, sino que
selecciona la información que puede circular como mercancía.
La dimensión
comunicacional de la cultura y la dimensión cultural de la comunicación
Comunicación y cultura son términos estrechamente
vinculados. La historia demuestra que las prácticas culturales se estructuran
sobre circuitos de comunicación naturales, interpersonales y tecnológicos. Los
hombres se reconocieron en la mirada de los otros, se acercaron, formaron
comunidades y se alejaron para formar otras comunidades en territorios más
distantes. La aparición de nuevas tecnologías, de las más simples a las más
complejas, reformularon en la cultura las nociones de espacio y tiempo, que,
son representaciones humanas.
En primera instancia, las tecnologías deslumbraron al
hombre, luego se pasó a conocerlas y a utilizarlas en su provecho. Las
tecnologías fueron y son innovaciones surgidas de las necesidades sociales,
aunque originan nuevos problemas para los que hay que buscar soluciones
distintas.
La utilización de las tecnologías deja efectos culturales,
moldea reacciones y conductas humanas, condiciona la comunicación social y
caracteriza toda una época.
La tecnología permite avances culturales y plantea
interrogantes acerca de sus efectos.
Cualquier modificación cultural acentúa un proceso social
preexistente, que ya se ha desarrollado lo suficiente como para articularse con
la nueva tecnología y acelerar su crecimiento.
El aislamiento de las personas en las sociedades modernas es
el resultado de procesos culturales y económicos que tienen su correlato en una
fragmentación cultural, productiva y familiar. En muchas oportunidades, ese
aislamiento y esa fragmentación son compensados por una cultura de masas que
devuelve al hombre la imagen de pertenecer a una comunidad y de poseer una
identidad.
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