Comunicación I - Cátedra Mangone
Texto de la cátedra - Mangone
La Cultura
La comunicación y la cultura están
estrechamente vinculadas; en efecto, la historia demuestra que las prácticas
culturales se estructuran sobre circuitos de comunicación naturales,
interpersonales y tecnológicos.
El hombre comprende entonces una relación
de causa y efecto que lo incorpora en una dimensión cultural. Se ha producido
una modificación fundamental en el vínculo entre el hombre y la naturaleza. El
“trabajo” del hombre sobre la naturaleza, la conciencia de los efectos
concretos que la aplicación de técnicas produce sobre la Tierra y su entorno,
el desarrollo de su “inteligencia” sobre la realidad, así como la aparición del
lenguaje y la representación del tiempo son los requisitos necesarios para el
desarrollo de la dimensión cultural.
Cultura se va a asociar a esta doble
instancia: conservar experiencias del pasado para transmitirlas y plantearse
estrategias a futuro, compartir proyectos y objetivos.
“Cultura”, identificada con el término “civilización”,
es decir, la comunicación en un tiempo y en un espacio de valores, ideas,
creencias, rituales y formas de vida.
Una cultura se define en principio por la
serie de prácticas que ponen en juego de palabras e imágenes en los rituales
celebratorios que cada civilización realiza para confirmar su identidad,
conservar su memoria, diferenciarse de otra cultura y asegurar la incorporación
de los nuevos integrantes.
La relación cultura, comunicación y tecnología
El modo en que el hombre logra el sustento
y en que vive en sus horas de descanso y ocio explican, en cada época, sus
relaciones con su hábitat y con la tecnología y las formas que adquieren sus
creencias.
Al mismo tiempo que se iguala en el
conjunto, el hombre comienza un proceso de diferenciación a través de una serie
de símbolos, de posesiones, de formas de actuar, de lenguas, de costumbres
culturales.
En la revolución industrial el creciente
urbanismo hacinó grandes muchedumbres que fueron buscando en los suburbios y en
la casa propia su territorio. Las innovaciones tecnológicas ligadas a los
procesos productivos se desarrollan también en función de nuevas necesidades.
La cultura se fue llenando de variantes comunicacionales.
Ante la aparición de nuevas tecnologías,
resulta importante preguntarse no sólo qué funciones tradicionales viene a
cumplir, sino también en qué medida
mejora realmente el nivel de vida de la sociedad y qué efectos culturales
produce.
Una clasificación de la tecnología en la
cultura:
1)
Mejorar los resultados
prácticos de la actividad. Es la búsqueda de una mayor eficacia y una mayor
efectividad, más potencia y más velocidad en la producción, así como el
incremento de lo producido.
2)
Archivar la información para
transmitirla en el tiempo. Técnicas fundamentales para la aparición y la
conservación de una cultura como civilización e implican sistemas de
codificación como los signos icónicos o verbales.
3)
Controlar y dominar implica
control de los registros, las identidades y las posesiones de los sujetos y los
grupos sociales.
Si se tuviera que optar por una función de
la tecnología que abarcara los principales rasgos de las mencionadas funciones,
sería la de ahorrar esfuerzo, tanto muscular como intelectual. La coronación en
la cultura moderna sería la suma de la información y la robotización en todas
las formas.
En ocasiones los objetivos buscados entran
en contradicción con los resultados reales de su aplicación, las llamadas
“paradojas del proceso tecnológico”: la incomunicación de la sociedad de la
información, la alienación tecnológica o posibilidad de que se produzca un gran
gasto de energías físicas e intelectuales por el esfuerzo de ahorrarlas, etc.
Las definiciones de cultura
El término “cultura” deriva del latín,
“colere”, que significa cultivar, cuidar, criar. Por extensión, el significado
implicó el propio mejoramiento espiritual y artístico del hombre. Un hombre
“cultivado” será luego aquel que dispone de ciertas capacidades para producir o
recibir mensajes de alguna complejidad formal y que, además, accede a la
información de la historia y de la filosofía. El racionalismo humanista y el
Iluminismo dieron al concepto de cultura un significado de resultado dejando de
lado los procesos que permiten ese “cultivo”. Al extenderse el concepto a las
prácticas sociales el significado de “cultura” comienza a integrar todo aquello
que participa de la vida social y cotidiana de los individuos. Una concepción
más antropológica de la cultura, que se podría definir como el conjunto de
respuestas colectivas a las necesidades vitales. Esta caracterización incluye
la llamada “cultura material”, la tecnología y las normas que regulan las
relaciones productivas en una determinada sociedad, los valores, las reglas
jurídicas, los sistemas simbólicos, la religión, el arte, la producción
económica y la superestructura política.
Luego va a ser limitada en parte al nivel
de los símbolos y de los discursos; la cultura será definida entonces como una
estructura significativa que ayuda a construir identidades en espacios
relativamente acotados.
As definiciones de la cultura o
consideraciones de lo que está adentro y afuera de la cultura dependen del
punto de vista del que las enuncia y determina.
Clasificaciones de la cultura – Cultura alta,
masiva y popular
La cultura históricamente considerada más
importante se identifica con lo que usualmente denominados “arte”. Un hombre
cultivado, educado, es aquel que puede sentir, percibir y comprender una obra
artística en todas sus dimensiones, para lo cual pone en funcionamiento una
serie de competencias innatas y adquiridas que le permiten contemplar y extraer
la mayor cantidad de sentidos posibles a la obra.
Las clases populares desarrollan prácticas
culturales propias, muchas veces como contrapunto con esa cultura elitista y de
sociedades muy estratificadas. En estas prácticas de cultura popular, la
creación se percibe como algo colectivo que da identidad al conjunto que
participa de la manifestación cultural como productor y receptor al mismo
tiempo. Esta recepción es participativa y transformadora. En las prácticas de
la cultura popular aparecen nuevos “ingredientes” que surgen de la creatividad
de los protagonistas.
La cultura popular no produce piezas
únicas.
En esta tensión entre cultura alta y
cultura popular aparecieron las llamadas industrias culturales que entregaron
la posibilidad de acceder a los bienes culturales masivamente, la “cultura
masiva”
En la cultura de masas rige la ley de la
ganancia mercantil y, por lo tanto, el prestigio o la tradición están
subordinados a la fama, la popularidad y al “rating”.
Hasta hace algún tiempo, quedaba muy claro
qué práctica pertenecía a cada nivel de cultura, lo que hablaba de clases
sociales nítidamente distinguidas; sin embargo, actualmente, la diferenciación
resulta mucho más compleja.
Esta mezcla de culturas es conocida con el
nombre de “hibridez”
El carnaval producía el simulacro de la
inversión de roles sociales: el rey es pordiosero; el pobre, rey; el animal
viste ropas de humano; el hombre, de animal; los sexos se intercambian, etc.
Sin embargo, el carnaval que fue en la edad media una fuente de resistencia
frente a la opresión y una válvula de escape para las clases populares, resultó
paulatinamente incorporado a la cultura oficial y “registrado” como parte del
cronograma anual del turismo.
Se observa una neutralización del potencial
cuestionador de la cultura popular no a partir de su represión y su censura,
sino mediante su incorporación como mercancía cultural en los innumerables
mensajes de las industriales culturales.
Culturas y subculturas
En cada sociedad funcionan también sistemas
de valores y de signos que abarcan espacios más limitados y que ayudan a la
construcción de identidades a través de prácticas culturales específicas. Se
denomina a esos sistemas “subculturas” por su menor alcance de influencia
social.
Todo conjunto de signos con un determinado
grado de coherencia interna, una fuerte diferenciación con respecto a otros
agrupamientos culturales y una identificación como grupo se define como
subcultura. Hay que advertir que el concepto de subcultura disimula en parte
las diferencias sociales y económicas de sus integrantes.
También hay subculturas determinadas por el
espacio geográfico.
Otras subculturas se refieren a gustos o
afinidades electivas. Un buen ejemplo es la subcultura hippie de los años
sesenta que cuestionó la sociedad de consumo, simbolizada en la gran ciudad y,
luego, en los años setenta, fue absorbida por la misma cultura consumista, lo
que la despojo de sus aspectos más transgresores y la opuso muchas veces a la
juventud politizada.
Las subculturas deben “negociar” su
autonomía con el sistema cultural en su conjunto y son reconocidas por la
publicidad, el diseño, los géneros cinematográficas y la oferta televisiva.
Cultura, sociedad y comunicación verbal
Las relaciones entre cultura y comunicación
verbal son muy estrechas ya que el desarrollo del pensamiento y la capacidad de
abstracción del hombre están directamente vinculados a la posibilidad de
transmitir a otros la experiencia de transformación de la naturaleza.
Al ser manejado por sujetos que se ubican
en diferentes escalas sociales, el lenguaje cumple funciones diferentes. Las
clases de menores ingresos económicos hacen un instrumental y práctico del
lenguaje verbal. Las clases acomodadas hacen un uso conservador de la lengua
para conservar su ubicación de dominio.
Las capas medias de la sociedad
protagonizan prácticas más vinculadas a la eficacia comunicacional y estética,
toman el lenguaje no sólo como instrumento de comunicación, son también como
objeto de reflexión.
Las jergas populares estuvieron fuera tanto
del ámbito de la escuela como de los medios masivos de comunicación. Sin
embargo, a medida que las industrias culturales se desarrollaron, comenzaron a
influir en el habla popular al mismo tiempo que adoptaban muchos de los giros y
de las palabras propias de ella. El lenguaje informal era usado en el seno
familiar con la salvedad de los términos “vulgares”. Era una manera de
transgredir la censura oficial. Como los medios los adoptan y los imponen como
norma lingüística su uso pasa a ser “oficial”. Lo que suponía un
enriquecimiento del uso del lenguaje, se transforma en un gran empobrecimiento
que se traslada a las propias aulas del sistema educativo. Un ejemplo es el uso
como muletilla de las llamadas “malas” palabras, que si bien han perdido su
sentido negativo, muestran limitaciones en el uso vocabulario personal.
Aquellas instituciones que tienen poder
político, social y cultural son las que poseen más posibilidades de ejercer el
dominio en los parámetros del uso de la lengua.
Comentarios
Publicar un comentario