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Foucault - "Derecho de muerte y poder sobre la vida", en Historia de la sexualidad. Volumen I. - Seminario de Informática - Cátedra: Ferrer

Foucault - "Derecho de muerte y poder sobre la vida", en Historia de la sexualidad. Volumen I. - Seminario de Informática - Cátedra: Ferrer

El derecho de vida y muerte es un derecho disimétrico. El soberano no ejerce su derecho sobre la vida sino poniendo en acción su derecho de matar o reteniéndolo; no indica su poder sobre la vida sino en virtud de la muerte que puede exigir. 

El derecho que se formula como “de vida y muerte” es en realidad el derecho de hacer morir o de dejar vivir. 

El derecho de muerte tendió a desplazarse o apoyarse en las exigencias de un poder que administra la vida. 

El poder de muerte parece ahora como el complemento de un poder que se ejerce positivamente sobre la vida, que procura administrarla, aumentarla, multiplicarla, ejercer sobre ella controles precisos y regulaciones generales. 

El viejo derecho de hacer morir o dejar vivir fue reemplazado por el poder de hacer vivir o de rechazar hacia la muerte.

Ahora es en la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder establece su fuerza. La función más alta no es ya matar, sino invadir la vida enteramente; la muerte es su límite, el momento que no puede apresar; se torna el punto más secreto de la existencia, el más “privado”.

-El poder sobre la vida se desarrolló desde el XVII en dos formas principales, no antitéticas: cuerpo como máquina y cuerpo-especie. Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida.

Cuerpo como máquina - Anatomopolítica del cuerpo humano: su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos, todo ello quedó asegurado por procedimientos de poder característicos de las disciplinas.

Toma del poder sobre el cuerpo por medio de la disciplina y la puesta en acción de las instituciones como la escuela, fábrica, cárcel.

Cuerpo-especie: cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos.

Toma del poder sobre la población, en su dimensión biológica, por medio de una política de regulación asegurada por el Estado.

La proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad. Todos esos problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y controles reguladores: una bio-política de la población.

El biopoder fue un elemento indispensable en el desarrollo del capitalismo. Este no pudo afirmarse sino al precio de la inserción controlada de los cuerpos en el aparato de producción y mediante un ajuste de los fenómenos de población a los procesos económicos.

Lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana.

Otra consecuencia del desarrollo del bio-poder es la creciente importancia adquirida por el juego de la norma a expensas del sistema jurídico de la ley (desarrollado Unidad 9).

En Sibilia: Uno de los fenómenos más significativos de las sociedades industriales fue la adquisición de poder sobre el hombre en tanto ser vivo: una suerte de “estatización de lo biológico”. Esta especie de secuestro de la vida fue implementada de manera sistemática y racional a través de las biopolíticas.

Las biopolíticas son la manera como se intentó, desde el XVIII, de racionalizar los problemas propuestos a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de seres vivos constituidos en población.  

Todos los estados de la era industrial implementaron sus biopolíticas de planificación, regulación y prevención, con el objetivo de intervenir en las condiciones de vida para imponerles normas y adaptarlas a un determinado proyecto nacional.

Los cambios fueron implementados de forma gradual. Hubo cierta resistencia al cambio, claro.
El objetivo era organizar la vida, cultivarla, protegerla, garantizarla, multiplicarla, regularla: controlar y compensar sus contingencias, delimitando sus posibilidades biológicas al encuadrarlas en un formato preestablecido y definido como normal. De esa manera empezaron a administrarse de manera racional y efectiva todos los procesos inherentes a las poblaciones vivas: natalidad, mortalidad, morbilidad, procreación, lactancia, epidemias, endemias, envejecimiento, incapacidades físicas y efectos del medio ambiente. 

El objetivo era dominar el inefable azar que afecta a toda población de seres vivos. La meta era controlar los diversos factores de sustracción de fuerzas y disminución del tiempo de trabajo de los ciudadanos, además de reducir los costos de los eventuales tratamientos médicos.

Es una transición desde la soberanía sobre la muerte hacia la meticulosa reglamentación de la vida.

El biopoder es un tipo de poder que apunta directamente a la vida y es fundamental para el desarrollo del capitalismo, ya que su objetivo consiste en producir fuerzas, hacerlas crecer, ordenarlas y canalizarlas, en vez de obstruirlas o destruirlas.

Esa administración de las fuerzas encontró apoyo en los conocimientos científicos que proyectaron su accionar sobre la materia biológica de los seres humanos.
La meta es potenciar las fuerzas vitales pero evitando que se tornen difíciles de sujetar y convertirlas en recursos útiles para los intereses del capitalismo industrial.  

La función del biopoder no consiste en excluir al criminal o marginar al sujeto que cometió algún delito, sino en incluir, fijar a todos los individuos, amarrarlos al aparato de producción capitalista. Mecanismo que controla lo que es para que ciertos actos nunca lleguen a ser consumados.

La muerte comenzó a dejar de hostigar directamente a la vida. Pero al mismo tiempo, el desarrollo de los conocimientos relativos a la vida en general, el mejoramiento de las técnicas agrícolas, las observaciones y las medidas dirigidas a la vida y supervivencia de los hombres contribuían a ese aflojamiento. Los procedimientos de saber y poder toman en cuenta los procesos de la vida y emprenden la tarea de controlarlos y modificarlos. Por primera vez lo biológico se refleja en lo político; el hecho de vivir pasa en parte al campo de control del saber y de intervención del poder.

-Sexo: No hay que creer que diciendo sí al sexo se diga que no al poder. 

Sobre esto puede comprenderse la importancia que adquirió dentro del juego político. En la unión del “cuerpo” y la “población”, el sexo se convirtió en blanco central para un poder organizado alrededor de la administración de la vida y no de la amenaza de muerte.

Los mecanismos de poder se dirigen al cuerpo, a la vida, a lo que la hace proliferar, lo que refuerza la especie, su vigor, su capacidad de dominar o su aptitud de ser utilizada.  

El sexo es el elemento más especulativo, más ideal y también más interior en un dispositivo de sexualidad que el poder organiza en su apoderamiento de los cuerpos, su maternidad, fuerzas, energías, sensaciones y sus placeres. No hay que imaginar una instancia autónoma del sexo que produjese secundariamente los múltiples efectos de la sexualidad a lo largo de su superficie de contacto con el poder.

El dispositivo de sexualidad permite a las técnicas de poder la invasión de la vida.
Historia de los cuerpos y de la manera en que se invadió lo que tienen de más material y viviente.

El sexo es acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie. 

Está en el cruce de los ejes de las disciplinas del cuerpo y de la regulación de las poblaciones. Da lugar a todo un micropoder sobre el cuerpo y a medidas masivas, estimaciones estadísticas.

Cuatro grandes líneas de ataque, cada una fue una manera de componer las técnicas disciplinarias con los procedimientos reguladores: sexualización del niño, sexualidad precoz, histerización de la mujer, control de los nacimientos y psiquiatrización.

La sexualidad está del lado de la norma, del saber, de la vida, del sentido, de las disciplinas y las regulaciones.  

Nosotros creemos entonces que hacemos uso del sexo en nuestra independencia y nos creemos soberanos de él pero en realidad estamos trabajados por los mecanismos de poder de la sexualidad. 

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