Campillo - "El amor de un ser mortal" - Seminario de Informática - Cátedra: Ferrer
Bataille pretendía
elaborar una reflexión sobre las dimensione esenciales de la experiencia
humana. “Experiencia interior”: esfuerzo por ir más allá de todo saber
especializado poniendo en cuestión los temores y deseos que secretamente
gobiernan la propia vida. Pensamiento “soberano”: aquel que renuncia a todo
resultado práctico, no está asociado a las actividades útiles sino a las
experiencias extremas de alegría y de dolor, de amor y de muerte. La escritura
literaria no tiene otro fin que romper el aislamiento cotidiano de los seres y
ponerlos en comunicación entre sí. Tensión entre la ganancia y la pérdida. La
vida humana se manifiesta como una tensión entre el trabajo y el juego, entre
el cálculo racional y el derroche irracional. Contradicción irresoluble entre
el aquí y ahora como un fin absoluto y por otro la subordinación a un fin
lejano y futuro. La fabricación y el uso del útil es lo que rompe la inmanencia
del mundo (reino animal) y hace posible el surgimiento de la conciencia humana
como conciencia del tiempo. El trabajo exige la subordinación de la acción
presente a un fin lejano (obtener los medios para la supervivencia). El hombre
adquiere su condición de sujeto conviertiéndose en un objeto para sí mismo. Se
somete a la lógica del trabajo por temor a la muerte. El trabajo humano surge
como una actividad social. Esto no puede conseguirse si no se prohíbe la
satisfacción inmediata del deseo. Hay dos grandes pasiones que ponen en peligro
el rendimiento y la supervivencia: la pasión fanática y la violencia. Tabú del
sexo y tabú del asesinato. La ley social prohíbe el primado de la inmediatez
animal, porque debe asegurar la perduración de la vida y conjurar el temor a la
muerte. El trabajo y la ley responden a una lógica temporal, a una racionalidad
calculadora que subordina el presente al futuro. La satisfacción inmediata del
deseo hace que los objetos externos dejen de ser útiles, dejen de ser medios
para un fin y se conviertan en fines absolutos.
Bataille propone
sustituir la economía restringida que sólo tiene en cuenta los conceptos de
utilidad, por una economía general que de cuenta de otras actividades regidas
por el concepto de derroche. El principio de utilidad es relativo y está
sometido al principio de pérdida. Ej. Potlatch: el gasto no tiene un rendimiento económico, pero sí un
rendimiento político. Otros gastos
improductivos: la religión, el erotismo, las creaciones artísticas y
literarias. Estas son manifestaciones del retorno a la animalidad perdida.
(negación de la animalidad y negación de esa negación). Transgredir una
prohibición no significa abolirla. Las dos cosas son necesarias, sino la
prohibición sería insoportable.
Bataille entra en el
campo de la reflexión moral y política con el concepto de soberanía. Por un
lado está la “soberanía tradicional”, de reyes y sacerdotes, por otro lado, la
“soberanía auténtica”, la soberanía moral del sujeto humano en cuanto tal. Ser
humano que supera el orden del trabajo y la ley, niega en sí mismo la
individualidad temerosa y servil. El ser soberano es el sujeto que se niega a
ser siervo y se afirma como señor. Para acceder a la soberanía hay que
entregarse al movimiento incierto de la comunicación con el resto de los seres.
Exige pérdida, donación.
Bataille tiene una
concepción dialéctica de la humanidad. Para él hay tres tipos de sociedades: a)
sociedades de consumición (predomina el gasto improductivo, soc. primitivas,
igualitarias); b) sociedades de empresa (el excedente es absorbido por la
empresa militar, religiosa, imperios teocráticos. Contradicción entre
servidumbre y soberanía se resuelve con el par amo/esclavo, soberanía de unos
pocos, concepción dualista del mundo. La soberanía se vuelve servil, necesita
del reconocimiento de los siervos); c) sociedad moderna o capitalista (donde la
reforma religiosa cuestiona el gasto improductivo y fomenta la acumulación de
capital).
La sociedad moderna
es resultado de un triple proceso histórico:
- Surgimiento del
capitalismo. El excedente no es derrochado sino reinvertido. La burguesía,
distinta a la aristocracia, rechaza los gastos suntuarios. Lógica de utilidad,
de ganancia. Se opone a la división social basada en estatus, sangres. Pero
cree naturales las diferencias que resultan de la libre competencia.
- Grandes
revoluciones políticas. Destrucción del estado teocrático. Abolición de la
soberanía tradicional. Sustitución por estado democrático. Igualdad jurídica y
moral. Todos los seres humanos son igualmente soberanos. Pero Bataille dice que
justamente, el único acto libre es renunciar a la libertad y aceptar su
sometimiento. La razón los lleva a someterse al miedo a la muerte.
- Religión. Proceso de
secularización. Desencantamiento del mundo. Santificación del trabajo. La
lógica económica, política y científica se autonomiza del ámbito sagrado. Los
objetos adquieren el valor que les concede el mercado. Pero la moral burguesa
sigue estando regida por los principios de la religión cristiana.
Dentro de esta
sociedad igualitaria y racional no queda lugar para la irracionalidad del
juego, la fiesta, etc. Nietzsche cree que el hombre debe liberarse de la
servidumbre del trabajo. Pero no cree que tal soberanía pueda ser alcanzada por
todos los hombres, sino por una minoría, espíritus libres, superhombres.
Para Bataille el
comunismo y el capitalismo son interdependientes. Para él el conflicto esencia
e irresoluble es el que se da entre la humanidad profana o servil y la
humanidad sagrada o soberana.
Bataille señala la
paradoja inherente al comunismo. Por un lado pretende universalizar la
igualdad, la dignidad humana, pero a quienes sean tachados de explotadores se
los rebajará a la condición de animales. Para Bataille la soberanía auténtica
no puede ser considerada como el privilegio de unos pocos elegidos. Soberanía y
comunicación amorosa son una misma cosa.
Todo ser
humano está destinado a llevar una doble vida y a practicar una doble moral.
Por un lado, la moral del trabajo y de la ley, propia del sujeto servil,
temeroso de la muerte, que subordina la inmediatez del presente a la mediación
del futuro. Por otro, la moral de la fiesta y de la transgresión, propia del
sujeto soberano, que afirma el presente frente al futuro, la comunicación
frente a la autoconservación. Ambas formas de vida son igualmente
imprescindibles.
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