Economía política del peronismo
La primera presidencia de Perón (1046 – 1952) se caracterizó por desarrollarse
en el especial contexto de la Segunda Guerra Mundial, que dio origen a
criterios y políticas distintos. Los Estados comenzaron a darse cuenta que era
necesario intervenir de manera más directa en la economía, con un papel más
activo del que le atribuía el liberalismo clásico. Esto se entiende a partir de
la necesidad, en contexto de guerra, de planificar la producción.
También se comienzan a poner en práctica políticas sociales más
activas, entendidas en el contexto de la guerra fría y la necesidad de evitar la
profundización de las movilizaciones obreras y el avance del comunismo.
Argentina contaba con un fuerte saldo positivo en la balanza de pagos
como resultado de la restricción a las importaciones desde la década del ’30 y
los altos precios de los productos que exporta en el mercado internacional. La
industria se había consolidado como consecuencia de su política de sustitución
de importaciones.
A pesar de las condiciones económicas favorables, no todo era color de
rosas para nuestro país. Desde comienzos de la guerra, Estados Unidos había
tratado no solo de hacer negocios con Argentina, en detrimento de su
tradicional relación con Gran Bretaña, sino que había tratado de subsumirla a
su órbita de acción, para sumar su apoyo en la guerra. Ante la negativa de
nuestro país de abandonar la neutralidad en el conflicto bélico y de resistirse
a invertir los términos del intercambio, Estados unidos comenzó un boicot
económico, que duro entre 1942 y 1949, que complicó seriamente a la economía
nacional. El boicot consistía en negarse a proveer materiales para la industria
nacional, como maquinaria, equipos y repuestos, y obligara a Gran Bretaña a
también prohibir la exportación a la Argentina.
Al finalizar el conflicto bélico, nuestro país tenía acumuladas 112,1
millones de libras bloqueadas en Gran Bretaña, que esta se negaba a liberar,
complicando seriamente la disponibilidad de divisas para Argentina.
Todo esto demuestra que, a pesar de la apariencia de bonanza, las
condiciones económicas eran profundamente complejas. Existían fuertes
condicionamientos externos pero también conflictos internos, derivados de la
tensión entre las tendencias al proteccionismo y el tradicionalismo liberal,
que se enfrentaban en este momento clave. Desde antes de ingresar al gobierno
como presidente, Perón había optado por la opción proteccionista, por la
expansión de la industria liviana a partir de la sustitución de las
importaciones, con una economía fuertemente nacionalista, basada en la
transferencia de ingresos del sector agropecuario. “La labor del Consejo Nacional de Posguerra tendió a coordinar los
principales lineamientos económicos, mientras que desde la Secretaria de
Trabajo y Previsión se procuro adosar el movimiento obrero al poder político,
convirtiendo a la clase obrera urbana y a los trabajadores asalariados del
campo en base de sustentación del gobierno peronista. El sector empresarial
integrado en la CGE (Confederación General Económica) y los trabajadores,
nucleados en la CGT, conformaron junto a los militares los pivotes políticos de
Perón” (Malgesini y Álvarez). Esta alianza policlasista ha sido la fuente
de profundos análisis (Murmis y Portantiero).
La POLÍTICA ECONÓMICA DE LA PRIMERA PRESIDENCIA DE PERÓN
estuvo signada por todas estas circunstancias. Existía una marcada tendencia a fortalecer la industria nacional, a
nacionalizar empresas y que el Estado ejerza un papel más activo como
empresario (nacionalización de la banca, ferrocarriles, gas, teléfonos, etc.),
a distribuir más equitativamente el ingreso y fortalecer el consumo de las
clases populares. En este sentido se comprende la creación del Instituto
Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI) antes de la llegada de Perón
al gobierno, que intervenía activamente en el comercio exterior, comprando a
los productores, vendiendo en el mercado externo, subsidiando la producción de
algunos bienes y redistribuyendo los ingresos entre diversos sectores.
A esto se suma la intención del gobierno de mejorar los salarios reales para ampliar el consumo popular y
redistribuir el ingreso de manera más justa, en oposición a la tendencia que se
venía mostrando desde la década del ’30. “La
mejora en los salarios, entendía el gobierno, actuaria como motor de la demanda
interna, que a su vez sostendría las posibilidades de expansión de la economía
del país y el desarrollo social” (Cataruzza).
Durante la primera presidencia de Perón, entonces, se logró alcanzar
una situación vulgarmente descripta como de “fifty/fifty”, con una distribución
del ingreso justa y una presencia de los trabajadores de un 50%. Esto permitió
que se alcanzaran posibilidades de
movilidad ascendentes para amplios sectores de la población, por los cuales
estos venían luchando en etapas anteriores.
"Durante el
gobierno peronista surgido de febrero de 1946 se redimensionó y recompuso la
actividad intervencionista del Estado, que a sus funciones tradicionales agregó
el papel de reformador de estructuras y de empresario en ciertas actividades
básicas" (Malgesini y Álvarez).
Todas estas características quedaron expresadas en el
desarrollo del PRIMER PLAN QUINQUENAL DEL GOBIERNO
(1947-1951), cuyas intenciones básicas fueron:
1) la expansión de la industria, que
permitiría transformar la economía y la sociedad (complementado con el punto 2,
del Estado como empresario)
2) la
reducción de los factores que hacían vulnerables al país frente al exterior, la
reducción de la dependencia,
mediante el rescate de la deuda externa pública y privada y nacionalización de servicios públicos.
Durante el primer gobierno de Perón se nacionalizaron los ferrocarriles (a los
que Perón consideraba claves para llevar adelante el plan); se creó Aerolíneas
Argentinas (1950), el aeropuerto de Ezeiza, Fabricaciones Militares, se
construyeron complejos eléctricos, un gasoducto en Comodoro Rivadavia, de explotación
de carbón, etc. La idea de esta política económica radicaba en lograr la mayor
autonomía de la nación, explotando sus propios recursos, consolidando su soberanía energética. Se crea el Banco
de Crédito Industrial en 1944 y se nacionaliza también el Banco Central en 1946,
con la intención de tener mayor autonomía también monetaria.
La idea era, además, agilizar y abaratar la disponibilidad de
las riquezas naturales del país, lo cual reducía enormemente los costos de
producción de la industria.
3) La
redistribución de la riqueza y
elevación del nivel de vida de la población (aumento de salario real, políticas
públicas en salud, vivienda, educación, legislación laboral). La planificación
de la economía y el desarrollo industrial incidió directamente en los niveles
de empleo y de las remuneraciones. La legislación laboral incluía por primera
vez reivindicaciones históricas: indemnizaciones, salario familiar,
escolaridad, vacaciones, estatutos profesionales, etc.
También se pusieron en práctica subsidios del Banco
Hipotecario para que las clases populares pudieran acceder a una vivienda
propia, se mejoraron la salud y la educación públicas, y hasta se crearon
instituciones benéficas para paliar ciertas carencias sociales (medidas
indirectas).
4) La
construcción de una política
nacionalista, de protección de los intereses nacionales frente a los
organismos internacionales. Una política monetaria que implicó un rígido
control de cambios, con un peso devaluado y el control de las importaciones,
permitió anular la competencia extranjera y fortalecer la producción nacional.
Se limito profundamente la entrada de capitales extranjeros y fue el Estado quien
entrego créditos industriales y subsidio la producción.
5) La
creación de un importante mercado de
consumo interno, que permita dinamizar el crecimiento industrial y la
movilización de todos los recursos nacionales (expandir el consumo para una
mayor demanda al sector industrial). La idea era romper con la caja de
conversión, es decir, los clásicos ajustes por medios de precios y salarios,
para no quedar atrapado en las fluctuaciones de la balanza de pagos. Se busca
la liquidez para generar consumo.
6) La
utilización de las divisas obtenidas por
medio de las exportaciones, amplias debido a los términos favorables del
intercambio durante y luego de la guerra, para financiar estas políticas. Es
decir, la transferencia de los ingresos hacia el Estado y luego hacia el resto
de la sociedad
La variable explicativa de este primer plan es entonces el CONSUMO, que es el que permite
ampliar la demanda efectiva y, con ello, expandir la industria y el nivel de
inversión. En este sentido se observa cómo, en este primer plan, la intención
es modificar las estructuras económicas y sociales a partir de las políticas
sociales y la industrialización: se entiende que las primeras no son
necesariamente contrarias a la segunda y que ambas dependen de ambas para
permitir el desarrollo. Las ideas de este primer plan quedan perfectamente
resumidas en el clásico lema peronista Justicia Social, Soberanía Política e
independencia económica.
Las condiciones del intercambio económico comenzaron a variar entre
1949 y 1951: aumento de la inflación; alza de los precios de bienes básicos;
sequías que complicaron la exportación, limitando a su vez la importación de
materiales básicos para la industria local; reducción de los subsidios
estatales; crisis financiera, etc.
En 1952, Perón asume su segunda presidencia, entonces, en un contexto
distinto al de la primera. Esta etapa económica complicada todavía mostraba sus
síntomas y ya había sido víctima, en 1951, del primer intento de Golpe de
Estado. Esto provoca que la POLITICA ECONÓMICA DE LA SEGUNDA PRESIDENCIA haya tenido que ser
modificada, generando profundas críticas tanto opositoras como de algunos
mismos dirigentes peronistas. Meses antes de la asunción ya había anunciado un Plan de Estabilización que buscaba
frenar la inflación a través de un novedoso y controversial recurso: se congelaron los precios, salarios y
tarifas por dos años. Se estableció que cuando se volvieran a discutir las
paritarias, se supeditarían a la productividad. Esto significa, claramente, una
regresión de la política distributiva y salarial de la primera presidencia.
En 1953 se lanzo el SEGUNDO PLAN QUINQUENAL
que reflejaba esta nueva situación económica y el cambio evidente de actitud
del gobierno. En lugar de estar orientado al fomento del consumo como medio
para expandir la industria, fue enunciado bajo la consigna “consumir menos y producir más”, con el claro objetivo de aumentar
la productividad y los saldos exportables para colocar en el exterior y obtener
más divisas. La variable explicativa paso a ser, por lo tanto, no el consumo
sino el AHORRO, sobre todo
nacional, del cual depende ahora la inversión. Otro de los cambios claves en la
política económica, que demuestra el cambio de rumbo, es la apertura al capital y al crédito
extranjeros para fomentar el desarrollo. “La nueva política económica que se comenzó a aplicar en 1953 se fue
tornando impopular por su carácter restrictivo y porque llevaba implícito el
abandono de los postulados nacionalistas intransigentes que habían
caracterizado al peronismo un lustro atrás”.
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