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RESUMEN UNIDAD III - Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario - Cátedra: Savransky,

RESUMEN UNIDAD III

El proceso de constitución de la unidad del cuerpo propio se produce en relación con los objetos del mundo y en relación con el prójimo a partir de la percepción y de los comportamientos, que Merleau-Ponty da en llamar eje percepto-motriz. La constitución de la unidad del sujeto a partir de su relación con los objetos del mundo y con el prójimo es condición de la unidad del objeto y del sentido.

El esquema corporal se constituye en una situación particular. La situación para Merleau-Ponty es la relación que establece el cuerpo con sus tareas concretas o abstractas dirigidas hacia un objeto que lo interpela. Siempre hay un polo (el que está del otro lado de nuestra percepción o acción) que interpela a nuestra percepción o acción. Si siempre percibimos o actuamos es porque hay un mundo ahí que nos está interpelando para que lo percibamos o para que actuemos sobre él. Esta relación dialéctica entre cuerpo y mundo es lo que para Merleau-Ponty constituye la situación. El cuerpo está en situación en el mundo.

Los objetos interpelan al cuerpo para que éste reaccione con ciertos comportamientos. Esta situación de la que estamos hablando supone un mundo que Merleau-Ponty llama polo solicitante porque solicita al cuerpo respuestas prácticas o reacciones motrices. Las respuestas o reacciones con las que el cuerpo propio intenta dar cuenta de las solicitaciones del mundo se dan de modo inmediato y sin cálculo. Para que el cuerpo responda o reaccione a la solicitación del mundo en una situación no es necesario que intervenga ninguna representación o reflexión. El cuerpo propio opera en el mundo sin intermediación de la conciencia, representación o reflexión.

El cuerpo propio tiene una intencionalidad operante y significativa que le es propia. Es decir, hay una intencionalidad operante y significativa a nivel motriz, por un lado y hay una intencionalidad operante y significativa a nivel perceptual, por el otro. En esto consiste el eje percepto-motriz del cuerpo propio. En que hay una intencionalidad operante y significativa tanto a nivel perceptual como motriz. La intencionalidad supone estar tendidos hacia un objeto, que es el objeto intencionado o sobre el cual tenemos intenciones porque nos interpela.

La unidad del sujeto que es el cuerpo propio o el esquema corporal sólo se da siempre en relación con un mundo de objetos y a través de la motricidad y la percepción, de modo tal que, el cuerpo y el mundo están entrelazados como si fueran una misma cosa. No hay oposición sujeto – mundo o sujeto – objeto, sino que el mundo como polo solicitante es una de las condiciones para la unidad del sujeto o esquema corporal. A esta relación Merleau-Ponty la llama estructura del comportamiento. Cuando hablamos de mundo hablamos de órdenes de sentido. No es un mundo dado y objetivo el que está ahí y todos nos encontramos ante un mundo cuyo sentido se encontraría ya en él, independientemente de cada uno de nosotros. Se trata de órdenes de sentido que se instituyen tanto en la motricidad como en la percepción. Dicho de otro modo, se instituyen con los comportamientos.

Por la acción intencional sobre los objetos del espacio corporal es que se realiza la espacialidad del cuerpo propio. La motricidad constituye la espacialidad del cuerpo propio. Hay un mundo y en él hay objetos para un cuerpo. Para que el cuerpo accione y realice prácticas (motricidad) es preciso que los objetos del mundo sean para él, esto es, que lo interpelen. De esta manera, constituye su espacialidad. El cuerpo es un cuerpo en situación porque está orientado hacia la práctica, hacia las tareas que lo interpelan y hacia objetos que lo interpelan. El cuerpo propio ya es un cuerpo consciente (consciencia práctica) y no es esclavo de la conciencia para llevar a cabo sus acciones.

El proceso de constitución del esquema corporal se produce en relación a los objetos del mundo, a partir de la significación que esos objetos tienen para mí  y a partir del sentido e intenciones de mis acciones sobre esos objetos. Si la unidad del cuerpo propio o esquema corporal, es una unidad que se constituye en los procesos dinámicos y el proceso dinámico implica una relación entre la acción y el objeto sobre el cual se ejerce la acción, ello deriva a su vez en un doble sentido, que es el sentido de la acción y el sentido del objeto sobre el cual se ejerce la acción. El esquema corporal se produce porque nosotros tenemos finalidades, estas finalidades suponen sentidos y nos llevan a la acción sobre objetos que también tienen sentido para nosotros. Existe una relación entre el sentido de los objetos para nosotros y el sentido de las acciones sobre esos objetos que tienen sentido para nosotros. Hay dos órdenes de sentido que se ponen en juego: el sentido del objeto sobre el cual voy a obrar y el sentido de la acción que voy a emprender sobre ese objeto.

El sentido no se construye de manera solipsista, sino en relación con el prójimo. El esquema corporal o la unidad del cuerpo propio en relación al prójimo se constituye a partir de la percepción y la motricidad (eje percepto-motriz). Al respecto, Merleau Ponty describe el proceso de la constitución del cuerpo propio en el niño con respecto al prójimo. Comienza postulando que es preciso abandonar los prejuicios de la Psicología Clásica, para la cual los individuos son psiquismos o conciencias aisladas en si mismas e inaccesibles para otro. No tengo manera de acceder al psiquismo y a la cenestesia del otro salvo de manera indirecta a partir de sus manifestaciones corporales, a las cuales atribuyo lo que yo siento de mi propio cuerpo por vía de la proyección.

Tengo que imaginar y reconstruir el psiquismo del prójimo y el sentimiento que el otro tiene de su propia existencia, tal como yo puedo suponerlo e imaginarlo a través de las apariencias que el otro me ofrece por intermedio de su cuerpo visual. Existe el problema para el niño de asociar su expresión fisonómica y lo que él siente (por ejemplo, una sonrisa y el beneplácito, la satisfacción y la alegría)  con la misma expresión que ve en el otro y proyectarle a partir de lo que él siente el beneplácito, la satisfacción y la alegría. Se produce una separación de órdenes en el sentido de que los comportamientos son manifestaciones de la conciencia. Merleau-Ponty sostiene que es preciso prestar atención a los comportamientos significativos e intencionales a partir de los cuales los sujetos se relacionan entre si y que ya son portadores de una intención significativa.

Mi conciencia está desde un comienzo vuelta hacia el mundo, es ante todo una relación con el mundo. La conciencia del otro, también ella, es ante todo, una cierta manera de comportarse en el mundo respecto al mundo. Es en su conducta donde voy a poder encontrar al otro. Si la conciencia es comportamiento o el comportamiento es consciente, lo que veo en el comportamiento no es la manifestación exterior de una interioridad que me es inaccesible sino que lo que veo es ella misma siendo conciencia. Merleau-Ponty postula un cuerpo que instituye un sentido originario e independiente de la operación de la conciencia o del pensamiento.

Se vuelve necesario reformar la noción de psiquismo, que será remplazada por la noción de conducta y del cuerpo propio. Si mi cuerpo debe retomar como suyas las conductas que observo a fin de constituir su propia unidad, es necesario que mi cuerpo me sea dado, no como un manojo de sensaciones privadas y accesibles sólo a sí mismo, sino como un esquema corporal o postura corporal. De los 0 a los 6 meses, predomina en el niño la interoceptividad (sensación interna del cuerpo propio como un todo) y la exteroceptividad parcial (percepción externa del cuerpo propio en partes) En este periodo comienza a distinguir partes del cuerpo del otro. De los 6 meses al año tiene lugar el estadio del espejo, en el cual el niño objetiva su propio cuerpo y el cuerpo del otro gracias al espejo. Se inician los contactos con el otro a partir de una sociabilidad incontinente o sincrética, caracterizada por la indiferenciación entre uno mismo y el otro. La personalidad del niño es al mismo tiempo la personalidad del prójimo y esta indistinción de las dos personalidades hace posible el transitivismo o transgresión intencional. Por impregnación postural, el cuerpo propio reasume los comportamientos del otro, constituyendo su esquema corporal. El esquema corporal se constituye a partir de los comportamientos que se perciben en el otro los cuales se reasumen sin la mediación de una representación. Por transgresión intencional se produce el pasaje de los sentidos e intenciones de los comportamientos del otro a mi cuerpo propio. Los comportamientos del otro tienen una intencionalidad o sentido. Eso que yo percibo, tiene sentido para mí porque esa intención que percibo en el comportamiento del otro es una posibilidad para mi propio cuerpo. La transgresión intencional es mi aprehensión de las intenciones significativas del comportamiento del otro y la aprehensión de las intensiones significativas de mi comportamiento por parte del otro. A partir de los tres años se produce el fin de la sociabilidad sincrética y de la indiferenciación entre “yo”, “él” y “ellos”.

Para Merleau-Ponty el cuerpo consciente percibe fisonomías indeterminadas a las cuales asigna un sentido. La fisonomía es el resultado de la institución de un sentido a través de la percepción por parte del cuerpo consciente. Sobre este sentido el pensamiento objetiva y determina, pero no definitivamente. El cuerpo propio no percibe objetos porque éstos son una construcción del pensamiento objetivante y determinador. El cuerpo consciente percibe fisonomías y el pensamiento objetivante y determinador construye objetos en base a ello. La percepción nos permite aprehender eso que tenemos delante y nunca lo aprehendemos en su forma determinada sino en su sentido pre- objetivo y fisonómico indeterminado, abierto a una serie múltiple de determinaciones. El objeto es el punto final en el cual termina la percepción cuando logramos determinar algo. Llegamos a la etapa de constitución del objeto.

La constitución del esquema corporal es condición sine qua non para el establecimiento de la unidad del objeto en el espacio y en el tiempo gracias al horizonte de perspectiva. Es decir que siempre percibo desde una perspectiva espacial, pero sé que el objeto percibido es el objeto visto desde todas las perspectivas posibles, las cuales puedo completar (veo tres caras del cubo, pero sé que tiene tres más; veo el frente de una persona, pero sé que tiene un atrás). Siempre percibo desde una perspectiva temporal, pero sé que el objeto que veo hoy es el mismo que veré mañana y que vi ayer. La perspectiva de horizonte es posible gracias al proceso de retención del pasado inmediato en el presente y de protensión del futuro inmediato en el presente.

Toda percepción corporal supone una perspectiva en dos órdenes: una perspectiva temporal y una perspectiva espacial. El cuerpo consciente está en el mundo y percibe siempre desde un punto en el espacio y en el tiempo. Y ese espacio y ese tiempo están fundados sobre el cuerpo propio. El cuerpo es el que funda las coordenadas espacio-temporales. Porque el aquí y el ahora son a partir del lugar en que yo estoy en tanto cuerpo. Para explicar la unidad del objeto Merleau-Ponty recurre a la idea de estructura de horizonte espacio-temporal. A través de estructura de horizonte espacial y temporal se da para Merleau-Ponty la unidad de los fenómenos y la unidad de los objetos. Percibo desde una perspectiva, pero el fenómeno u objeto que percibo aquí y ahora es el mismo de ayer y de mañana y veo sus partes que no están a mi alcance (lo completo) porque tengo la posibilidad de retener las experiencias pasadas que sedimentan como disponibilidades y se actualizan en el presente y permiten anticipar el futuro. La estructura de horizonte es la estructura de retención (del pasado) y de protensión (hacia el futuro). La estructura de horizonte o perspectiva espacial o temporal es la que asegura la unidad del objeto y su permanencia en el espacio y el tiempo. La estructura objeto-horizonte permite al individuo distinguir unos objetos de otros. Veo el objeto desde un determinado punto temporal que es el presente, pero es el mismo objeto que veía ayer y es el mismo objeto que veré mañana. Esto es así porque el presente retiene el pasado que lo precedió y protiende el futuro que lo sucederá.










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