SEMINARIO DE DISEÑO
GRAFICO Y PUBLICITARIO
1 ER CUATRIMESTRE
DE 2011
CATEDRA: CARLOS
SAVRANSKI
DOCENTE: CARLOS
SAVRANSKI
TEORICO NO. 15
FECHA: 11-05-11
TEMA: PULSIONES Y
NARCISISMO (FREUD)
Habíamos comenzado a desarrollar algunos conceptos de los
textos de Freud. Para Freud, la pulsión nace en el interior del cuerpo y esto
constituye lo que él llama la fuente de la pulsión. Al mismo tiempo plantea que
toda pulsión tiene una meta y que supone al mismo tiempo un esfuerzo o un
trabajo que conduce a la meta y también que hay un objeto. La meta es la
satisfacción, el trabajo o esfuerzo es todo lo que el sujeto tiene que hacer
para poder alcanzar la satisfacción y la satisfacción se logra mediante el
objeto.
Pero acá hay una cuestión fundamental y es que hablando del
objeto hay una diferencia fundamental entre lo que sucede en el instinto animal
y lo que sucede en la pulsión humana. El instinto animal tiene un objeto
delimitado como objeto del instinto mientras que la pulsión humana no tiene un
objeto delimitado. Cualquier objeto puede ser objeto de una pulsión,
básicamente por un motivo que obviamente tiene que ver con, y esto también en
la interpretación del mismo Castoriadis, el hecho de que no hay un mecanismo
garantizado en la subjetividad humana en relación con el objeto de la pulsión.
Hay un descentramiento importante acá. Ya no sucede como ocurre con el instinto,
que el objeto satisface una función de órgano, sino que hay un proceso de desfuncionalización.
No hay satisfacción de órgano sino desfuncionalización. Esto supone que la desfuncionalización hace
posible que la satisfacción y la meta respecto de un objeto pueda ser una
representación. Esto necesitamos completarlo y profundizarlo.
Habíamos planteado que el cuerpo o soma, entendido como estructura física y biológica, no tiene modo
inmediato de expresión de la pulsión. Para poder expresarse, la pulsión, si
bien de algún modo, tanto Freud como Castoriadis reconocen que la noción de
pulsión es fronteriza, una noción que es corporal y psicoide. La noción de pulsión cabalga entre psique y soma. Aun así, la pulsión no se expresa
por sí misma, sino que se expresa a través de la psique. Para que se pueda
expresar la pulsión a través de la psique tiene que haber un delegado de la
pulsión en la psique que es la representación.
Lo que plantea Freud acá no es ni más ni menos que el pasaje
de lo cuantitativo (corporal) a lo cualitativo (psíquico). Esto ha preocupado a
muchos pensadores desde Descartes en adelante, por ejemplo cuando él plantea la
existencia de las dos sustancias y como pasa lo que es res extensa (corporalidad) a ser res cogitans (pensamiento). Allí aparece la famosa glándula pineal,
cuando Descartes dice que es ella la que genera la transformación de una cosa
en la otra. La extensión es del orden de lo cuantitativo y la res cogitans es del orden de lo
cualitativo (donde se juega el sentido y la significación). Descartes piensa
como se pasa del cuerpo a la psique.
Freud desarrolla esta idea de pulsión que se tiene que
expresar a través de la psique pero que para expresarse a través de la psique hay
algo que actúa como delegado representante de esta pulsión en la psique. Freud
se refiere a la representación. En la pulsión, cuya fuente es el cuerpo, no hay
nada que determine la forma que ha de asumir la representación. Si bien la
representación es delegada de la pulsión, sin embargo en el ejercicio de la
delegación, la representación no está causalmente determinada por la pulsión. Hay
un corte. Tomemos este ejemplo comprensible para ustedes. Tomemos el objeto y
su nombre. El nombre sería el embajador del objeto a través de la significación
del nombre. En el lenguaje es comprensible. Entre significante y significado está
el carácter arbitrario del signo. No hay determinación causal entre significante
y significado. La significación es inmotivada. ¿Quién es el que genera el
nombre de una cosa u objeto que conlleva una significación que se presenta como
equivalente de la cosa u objeto? Se presenta como equivalente de la cosa u
objeto no porque lo sea en términos de una esencia, sino porque es la construcción
que se presenta como equivalente. Pero podría haber sido otra.
La pulsión no es ella determinación de ninguna
representación. Aunque la representación sea delegada de la pulsión, entre la
pulsión y la representación no hay determinación causal. ¿Quién es el que
construye esto? La imaginación. Entonces, lo que también nosotros podríamos
decir acá en el lenguaje, es la imaginación la que en definitiva construye un
equivalente en el terreno del lenguaje, un equivalente entre la cosa o el
objeto, de la misma manera, es la imaginación la que construye un equivalente
de la pulsión, pero podría haber sido cualquier otro, porque no hay determinación
causal. La pulsión no determina ella nada en un orden totalmente diferente como
es el de la representación. La misma cesura que encontramos entre significante
y significado, la encontramos acá, es decir, no hay determinación. Una cosa no
genera causalmente la otra.
Acá es donde inmediatamente Castoriadis trata de poner en
juego y en evidencia esta cuestión del funcionamiento de la imaginación en este
primer nivel y primitivo nivel de del proceso de desarrollo de la psique
individual. La imaginación radical del sujeto singular no es deudora en
Castoriadis del cuerpo porque independientemente de la corporalidad y de la
pulsión, hay flujo representativo de la imaginación.
No sé si ya les leí los párrafos de La institución imaginaria de la sociedad relativos a esto. Dice
Castoriadis en el capítulo 6 del libro: “Comprobamos que la percepción y la
cosa no se dan desde un comienzo, sino que desde el punto de vista psicogénico
emerge en la historia del sujeto que hay flujo representativo independientemente
de la percepción e indudablemente previo a ella. Este hecho trivial ha sido
arruinado en su significación por la voluntad de no ver en la historia del
sujeto otra cosa que las condiciones que le permitirán acceder al estado
canónico de un sujeto consciente y capaz de percibir correcta y normalmente
cosas distintas y definidas, como si en el lactante, en el niño, no pudiera
verse otra cosa que un adulto imperfecto. Sin embargo, el hecho de que el niño
se haga adulto, el hecho de que en el niño recién nacido esté siempre presente
la posibilidad de apertura a un mundo, de esa ruptura enigmática que produce
una doble descentración del flujo representativo, por demás siempre inacabado, el
referirlo a un yo y a un exterior no cambia en nada el carácter segundo y
accidental de la percepción y de la cosa a la discontinuidad que introduce en este flujo ni en la imposibilidad de que
alguna vez se destaque en dicho flujo”.
Es decir, en principio, Castoriadis pone en juego una
concepción de los vínculos que hay entre el cuerpo o soma y la psique, entre el
cuerpo o soma y el alma, en donde sin duda encarga un papel fundamental a la
imaginación del sujeto singular (imaginación radical) Pero él no hace depender
a la imaginación, en términos de su surgimiento como capacidad o como facultad,
de lo que podría denominarse, en una relación psique-soma, de la percepción
interna que la psique tiene del propio cuerpo. Porque entonces caeríamos
exactamente en la misma situación, de que hay para la psique un objeto a
percibir, que es el que él sin embargo está negando. Porque uno puede decir,
respecto de la percepción exterior, que el flujo representativo de la
imaginación es anterior a la percepción y a la cosa, en el sentido de la
percepción de la cosa como cosa externa a mí. Pero uno podría decir también que
uno tiene la posibilidad de tener percepciones del mundo exterior y que yo
también tiene la posibilidad de tener percepciones de sí mismo. Por ejemplo,
percibir mi propio cuerpo y en ese sentido, mi cuerpo podría ser un objeto de
la percepción que hiciese posible el funcionamiento de la imaginación. Pero
antes de la relación psique-soma y de esta delegación de la pulsión a través de
la representación, Castoriadis plantea que lo propio de la monada psíquica, de la
psique como puramente monádica, como esfera encerrada sobre sí misma, es la capacidad
de producción del flujo representativo de la imaginación.
Cabe señalar que en algunos momentos Castoriadis pone esto en
juego y señala que en el intento de distinguir psique y soma hay artificio. En
algún momento de este texto, Castoriadis sostiene que hay una instancia en
donde la psique y el soma son indiferenciables, en donde el soma es psicoide y
la psique es corporal y en donde de algún modo, hay una unidad que podemos
plantear como indisoluble o indiferenciable. También en los procesos de desarrollo
de la conciencia y de las facultades intelectuales podemos ver que hay procesos
de indiferenciación o indisolubilidad. La psique aparece como autónoma de la
corporalidad, de la misma manera que el cuerpo se comporta como autónomo y
separable de la psique. Castoriadis plantea una zona de indiferenciación entre
psique y soma, una zona de diferenciación psíquica y una zona diferenciación
somática.
En términos de avanzar
con esta cuestión y para tirar puntas hacia lo que viene en la próxima unidad
de Bourdieu, podemos decir que Freud distingue dos tipos de pulsión. Están las
pulsiones yoicas y las pulsiones sexuales. Una tiene que ver con la necesidad
de autoconservación y de reproducción de la especie y la otra tiene que ver con
la sexualidad o líbido. En el orden de la necesidad está la alimentación y la
reproducción. El otro tipo de pulsión tiene que ver con los afectos. Freud
plantea en sus estudios sobre la sexualidad infantil la cuestión de la
dependencia que hay de las pulsiones sexuales respecto de las yoicas como si
unas se montasen sobre las otras. El niño mama de la teta de la madre porque
debe alimentarse y sobrevivir hasta que le gusta. El pecho ya no es solo el
objeto de alimentación, sino objeto de satisfacción libidinal. Juega con el
pezón de la madre. Apuesta en esta relación a la alimentación y a la
supervivencia y a tomarlo al pecho como objeto de satisfacción libidinal o
sexual. La sexualidad tiene que ver con el principio del placer y no pasa por
la genitalidad, es preciso aclarar.
En el ínterin aparecen conceptos que hay que poner en juego más
adelante en Bourdieu. Por ejemplo, el narcisismo. Algo quizá problemático. En principio,
qué es el narcisismo. Freud para hablar del narcicismo recurre al significado
mitológico. El mito de Narciso es el del hombre que al verse reflejado en un
espejo de agua, se siente atraído hacia su propia imagen y acaba cayendo al río
y muriendo. Freud alude a toda una serie de fenómenos que antes del desarrollo
de su teoría del narcisismo aparecen en el análisis de casos. Por ejemplo, la
complacencia de tomar el cuerpo como objeto de placer sexual. Cuestiones que en
principio parecen perversiones y así son clasificadas. Después las plantea
dentro de la normalidad como proceso de autosatisfacción y va avanzando en el
análisis de estas problemáticas y las confronta con patologías como la esquizofrenia.
En ellas aparece algo así como la desconexión respecto de lo real. Esto lo lleva
a Freud a pensar que en la esquizofrenia hay desconexión con lo real y ni siquiera
hay fantasía de conexión con la realidad. Uno puede estar desconectado de lo
real en términos concretos, pero podría estar conectado con lo real en términos
de fantasía. Pero esto no ocurre en la esquizofrenia. Acá resulta que el
sujeto, en vez de investir libidinalmente a los objetos del mundo real, les ha
retirado a los objetos del mundo real tal investidura. Y puesto que la ha
retirado a los objetos del mundo real, la ha vuelto sobre sí mismo. La
investidura libidinal se centra sobre sí mismo al haberla retirado de los
objetos del mundo.
Esto lleva a Freud a pensar que si hay un proceso de vuelta
de la inversión libidinal del objeto sobre el sujeto, esta vuelta no sería más
que un narcisismo secundario. De algún modo, Freud estaría descubriendo que debajo
de este narcisismo secundario habría un narcisismo primario. Desde ese
narcisismo primario es desde donde se producen los procesos de inversión
libidinal respecto de los objetos del mundo. Puesto que hay un narcisismo
primario, desde ese narcisismo primario yo invisto los objetos del mundo y me
convierto en virtud de esta investidura en un sujeto social. Tal es la apuesta
de Bourdieu cuando analiza el tema de la génesis del habitus.
Leamos unos párrafos: “¿Cuál es el destino de la libido
sustraída de los objetos en la esquizofrenia? El delirio de grandeza propio de
estos estados nos indica aquí en camino. Sin dudas, nació a expensas de la
libido de objeto. Investimos objetos y a expensas de esta libido de objeto lo
que hace el delirio de grandeza es retirar la libido de los objetos y se la
endilga a sí mismo. La libido sustraída a los objetos reales del mundo exterior
fue reconducida al yo. Es así como surgió una conducta que podemos llamar
narcisismo. Con relación al delirio de grandeza, no se trata de una creación
nueva, sino como sabemos, de la amplificación y del despliegue de un estado que
ya antes había existido. El narcisismo que nace por replegamiento de las
investiduras de objeto es considerado como un narcisismo secundario. Cuando
retiro la libido de los objetos y la redirijo al yo, esto es el narcisismo
secundario. Que se edifica sobre la base de otro narcisismo primario oscurecido
por múltiples influencias.
A partir de aquí plantea una segunda cuestión, que
inmediatamente la leemos: “No pretendo aclarar el problema de la esquizofrenia
ni profundizar en el. Solo pretendo recopilar lo ya dicho en otros lugares a
fin de justificar una introducción del narcisismo [como concepto de la teoría
de la libido]” Quiere dejar en claro que el título Introducción del narcisismo no es un error, no es una introducción
al narcisismo, no es un trabajo que introduce al problema del narcisismo, sino
que es un trabajo que plantea cómo se introduce el narcisismo como concepto de
la teoría de la libido. Ustedes ven que se enganchan dos cosas, narcisismo con
libido (que tiene que ver con las dos pulsiones, yoicas y sexuales) y el
narcisismo se introduce como concepto dentro de la teoría de la libido.
Podemos hacer dos interpretaciones. Por un lado, podemos
pensar que el narcisismo es un concepto que pertenece a la teoría de la libido y
por otro lado podemos pensar que el narcisismo entra dentro de la teoría de la
libido en un determinado momento, proveniente de otro campo teórico. Es decir,
o bien se genera a partir de una teoría de la libido y por consiguiente es
un elemento que se desgrana de la teoría
de la libido, o bien es un concepto que
tiene otra proveniencia pero se enlaza luego con la teoría de la libido. La
diferencia no es mínima. Con esta introducción del narcicismo como concepto
dentro de la teoría de la libido, uno podrá encontrar una libido yoica y una
libido de objeto, cuando antes teníamos una libido de objeto y no una libido
yoica. No había hasta antes de esto, esto que podemos llamar una apuesta
libidinal a un objeto que es el yo. Había una apuesta libidinal a objetos
externos que son sujetos a los cuales investimos libidinalmente.
Hay después toda una serie de discusiones de Freud con Jung.
Enuncio a donde va esto en términos generales. Si estábamos planteando antes
que hay una fuente de la pulsión, que es el cuerpo y teniendo en cuenta lo que
Freud desarrolla respecto de la corporalidad y respecto de una concepción
económica y energética de la corporalidad, anida entonces en el cuerpo una
pulsión que en un principio podría ser indiferenciada para después
diferenciarse en pulsión yoica y libidinal o sexual, pero que es estrictamente
corporal, cuando planteamos la existencia de un narcisismo primario, parecería
ser que este narcisismo primario, antes de que la energía narcisista se vuelque
sobre un objeto que no es sí mismo, ella esta replegada íntegramente sobre sí
misma. Por consiguiente, ese narcisismo primario es una fuerza, pero no
necesariamente corporal, como la otra, que tiene que ver con la necesidad de
conservación del individuo físico. Parecería ser, tal como Freud lo dice, que
es un “complemento libidinoso del egoísmo inherente a la función de autoconservación”
En otro lugar dice “Considero que ese factor por sí solo no sería equívoco,
pues podría tratarse de una energía psíquica indiferente (está hablando del
narcisismo) que únicamente por un acto de investidura de objeto se convierte en
libido. Pero en primer lugar, esta división conceptual (acá está hablando de la
pulsión) al distingo popular entre hambre y amor.
Después dice: “También podría ser que la energía sexual, la
libido, en su fundamento último o en su remoto origen, no fuese sino un producto
de la diferenciación de la energía que actúa en toda la psique. Pero una
aseveración así es intrascendente, se refiere a cosas ya tan alejadas de los
problemas de nuestra observación y en tal caso contenido cognoscitivo que es
ocioso y popular” Entonces acá discute con Jung porque Jung plantea esta
cuestión.
“El valor de los conceptos de libido yoica y libido de objeto
reside en que provienen de un procesamiento de los caracteres íntimos del
suceder neurótico y psicótico. La separación de la libido en una que es propia
del yo y en una endosada a los objetos es la insoslayable prolongación de un primer supuesto que dividió pulsiones
sexuales y pulsiones yoicas. Al menos me obligó a esto último el análisis de
las neurosis de transferencia pura (histeria y neurosis obsesiva) y todo lo que
se es que los intentos de dar razón de estos fenómenos por otros medios han
fracasado radicalmente. Dada la total inexistencia de una doctrina de las
pulsiones que de algún modo nos oriente, está permitido y hasta es obligatorio
adoptar provisionalmente algún supuesto y someterlo a prueba de manera
consecuente hasta que fracase o se corrobore. Ahora bien, el supuesto de una
separación originaria entre unas pulsiones sexuales y otras yoicas viene
avalado por muchas cosas y no solo por su utilidad para el análisis de las
neurosis e histerias de transferencia” Y
ahí habla de esta energía psíquica indiferente.
Veamos: ¿cómo consideramos el narcisismo? Si el narcisismo
tuviese su origen en la teoría de la pulsión, su fuente sería el cuerpo y
diríamos que la teoría de la libido contiene a la teoría del narcisismo. Esto
es, el narcicismo pertenece a la teoría de la libido y dentro de la teoría de
la libido a la libido entendida como pulsión sexual de fuente corporal. Si uno
piensa que junto a la libido corporal, hay un narcisismo primario u original,
este narcisismo primario u original no tiene su fuente en el cuerpo sino en la
psique. Pone en juego una problemática distinta de la que plantea en la teoría
de las pulsiones. Porque estaría trabajando en una esfera que no es la de la
satisfacción de las pulsiones corporales a través de representantes o delegados
en la psique bajo la forma de la representación. Estaría trabajando
directamente desde la psique en función de la autoconservación de la
psique. No habría solo una
autoconservación física sino también una autoconservación psíquica. Esta
autoconservación psíquica sería la que permitiría explicar después y a través
de otros escritos de Freud el tema del reconocimiento., Ver porque hay una
identificación en psicología de las masas entre los componentes de la masa y el
líder. La masa realiza a través de líder su propio ideal del yo. Y ese ideal
del yo está comprometido con el narcisismo. Y no sólo está comprometido con el
narcisismo, sino que además está comprometido con el reconocimiento porque no
hay narcisismo sin reconocimiento. El reconocimiento es una herramienta o
articulación esencial dentro del narcisismo.
Alguien es desconocido y justamente el desconocimiento es una lesión o
herida narcisista. A uno lo hiere el narcisismo, en este narcisismo primario,
cuando lo desconocen. Podría pensarse que con la Introducción del narcisismo Freud está aportando algo que si bien se va a incluir
dentro de la teoría de la libido, porque va a jugar libidinalmente este
narcisismo, parecería como si hubiese fuentes distintas. Una fuente psíquica y
una fuente corporal. La fuente psíquica sería la autoconservación de la psique
y en términos de autoconservación de la psique estaríamos diciendo la
autoconservación del sujeto en tanto que subjetividad. La lógica del
reconocimiento es considerada como la lógica de la estructura base de esta
cuestión narcisista. Tenemos asimismo otra cuestión que tiene dos patas. La
autoconservación del cuerpo y del individuo como existencia física y la pulsión
libidinal.
Uno podría tratar de ver quién opera por quién. Si es el
narcisismo el que opera a través de la libido o si es la libido la que opera a través del narcisismo. Uno
podría suponer que en realidad, en términos de constitución de la existencia
del sentido social, que como sentido social presupone siempre una relación son
el otro, en tanto que un ser reconocedor, porque la gente está atravesada por
la idea del reconocimiento. Desde el momento inicial de nuestra existencia al
lado del otro, el reconocimiento aparece como tema clave. Ser amado o no ser
amado. Ser deseado o no ser deseado. Aquellos que se dedican a la psicosis
ponen como condición este tipo de patología. El psicótico como el no deseado o
no amado.
Si un sujeto humano no tuviese contacto con otro sujeto
humano y pudiese ser alimentado por los lobos, se conservaría como animal sin
acceder a un marco cultural. No hay casos reales de niños salvajes. No se puede
someter esto a prueba. No sabemos con certeza si hay mermas en el desarrollo
cerebral y por consiguiente la imposibilidad de incorporarse al marco de la
cultura y del lenguaje como consecuencia del retraso mental producto de una
mala alimentación o del aislamiento. No hay modo para nosotros de medios de
poder comprobar fehacientemente que sucede con esta cuestión a través de los
casos que han existido. Lo que sabemos es que los niños salvajes no han logrado
acceder al marco del lenguaje y la cultura, permaneciendo en estado de
animalidad. Con lo cual tenemos el tema de los procesos de subjetivación y del
desarrollo de la subjetividad a partir de los procesos de subjetivación y por
consiguiente, la existencia de los sujetos. Obviamente tiene que ver con la
posibilidad del encuentro del niño con otro ya insertado en la cultura. La
relación yo-otro se desenvuelve en términos de una lucha constante por el
reconocimiento como sujetos. Puesto que el devenir de las relaciones
interpersonales es fluctuante, donde el sujeto en su relación con el otro
permanentemente sufre situaciones de satisfacción y de frustración, está claro
que esta oscilación entre una situación y la otra genera en el sujeto una
subjetividad, que tiende permanentemente a buscar la satisfacción y no la
frustración y por consiguiente en la satisfacción el reconocimiento del otro y
no el desconocimiento, como ocurre en la frustración.
Desde este lugar se producen todos los demás desarrollos que
la subjetividad va teniendo. Esto aparece en Castoriadis cuando plantea esta
cuestión de la ruptura de la monada psíquica.
Si la monada psíquica está encerrada sobre sí misma en un comienzo, la
primera ruptura se produce a través de la relación diádica con la madre. En la
relación con la madre las posibilidades son dos. Satisfacción o frustración;
amor y odio. En la medida en que soy
satisfecho o gratificado, siento amor, En la medida en que me siento frustrado,
siento odio. Pero la inserción en el mundo social no se reduce a una relación
diádica, pues con el correr del tiempo, la relación tríadica, es decir, cuando
aparece el padre, produce la segunda ruptura. Más allá de que el padre es la
ley, cabe preguntarse por qué el padre es la ley.
Porque es el principio de distribución. Para que uno sienta
celos, tiene que haber tres personas. Yo no puedo tener envidia cuando somos
dos. Yo no envidio al otro. Solo puedo envidiar cuando somos tres: a mi hermano
le dieron más que a mí, a mi papá le dieron más que a mí, con mi papá está más
tiempo que conmigo. Solo puedo hacer aparecer los celos y la envidia cuando hay
tres, cuando puedo comparar. Cuando hay un principio distributivo en acción. Un
principio distributivo es un principio normativo y jurídico. Si hay
distribución de cuanto le corresponde de amor a cada uno, hay una ley o norma
de distribución. La ley o norma no es ni más ni menos que un principio
distributivo. En esta atapa que es la de aparición del tercero, sigue
funcionando la lógica del reconocimiento, solo que se diversifica en cuanto a
las figuras. Ya no se trata de amor-odio sino envidia y celos. Se empiezan a
edificar los afectos y pasiones. Aparecen distintas pasiones y celos ligados a
una matriz que es la que las genera y esa matriz es el reconocimiento. Si hay
una potencia, fuerza o energía psíquica,
que originariamente le pertenece al yo y que en determinado momento se pone a
jugar dentro de la lógica de la libido, uno podría pensar si este
reconocimiento cursa a través de la inversión o de la investidura libidinal
sexual para hacer posible el reconocimiento o es al revés. Cuando me pregunto
si es al revés, me pregunto si es la inversión o la investidura libidinal la
que se topa casualmente con la cuestión del reconocimiento. Entonces, el
narcisismo es tributario de la libido y no la libido del narcisismo. Uno podría
pensar a la inversa. Que efectivamente, la libido sea tributaria ella del
narcisismo. Que si bien hay una energía sexual, el proceso del reconocimiento
curse a través de las investiduras libidinales. Por ejemplo, que la dominación
o el poder masculino sea una forma de satisfacción libidinal, pero en donde en
el fondo es una forma de narcisismo que cursa a través de la libido. Es la
reafirmación del propio reconocimiento que cursa a través de la libido. Podemos
encontrar formas de dominación femenina, masculina, política o económica, donde
el poder esté expresando siempre una forma de preeminencia de uno sobre otro,
en donde esta forma de preeminencia es garantía del reconocimiento. Tal pasa
con los líderes, que son reconocidos por las masas, con los poderosos en
términos de poder político o de poder económico, con los poderosos en términos
de prestigio, con los poderosos en términos de poder simbólico.
En definitiva, esto lo vamos a encontrar y a trabajar en
Bourdieu. Porque Bourdieu termina mostrando cómo es posible una imbricación de
toda una serie de conceptos a los cuales acude el psicoanálisis. Conceptos que nos
permiten articular una comprensión del funcionamiento social y de los procesos
de dominación simbólicos y no simbólicos. El mismo Bourdieu reconoce como concepto
central la cuestión del reconocimiento, donde el reconocimiento puede ser
positivo o negativo. Probablemente, en Freud, el concepto de narcicismo no sea
como lo expone Bourdieu, sino más bien un desliz interpretativo. Pero en el
fondo, este desliz interpretativo parecería estar presente en la interpretación
que hace Bourdieu de Freud o en el uso que hace Bourdieu de Freud. Freud va a
ser un insumo para entender Castoriadis, Merleau-Ponty y Bourdieu.
Es válido interpretar que la asimetría es condición de
alienación en el otro. Se trata de una apuesta posible, aunque también
políticamente criticable. Porque es aquella que toma partido ontológicamente
por la alienación. Es decir, la alienación es una condición ontológica y no una
consecuencia política, de los procesos de dominación. En términos de
Castoriadis, lo mismo que ocurre en esta relación entre el cuerpo y la psique,
entre la pulsión y su delegado en la psique que es la representación, también
esto ocurre en el orden del sueño.
La dualidad de la que estoy hablando es una dualidad de la
que estuve hablando la clase pasada, cuando decía que hay una dimensión
imaginaria y una dimensión conjuntista-identitaria (lógica). Lo veíamos en la
crítica de Castoriadis a Aristóteles y al pensamiento griego, a Kant y a Freud.
Descubría en cada caso una antinomia, la exigencia de un mundo racional que se
sobrepone a la exigencia de reconocimiento de una dimensión imaginaria, es
decir una dimensión en donde la imaginación está puesta en el centro tanto de
las producciones racionales como no racionales. Porque también la imaginación
juega un papel en el mundo de la racionalidad. Juega un papel en el orden de la
percepción y en el orden del pensamiento.
Entonces, esta confrontación entre un orden de racionalidad y
un orden conjuntista-identitario aparece en todos los órdenes, pero aparece mal
planteada. Si Freud en algún momento tiene que plantear que dentro del orden
pulsional hay pulsiones yoicas o de autoconservación, las pulsiones de
autoconservación o yoicas no son generadoras de conflictos. No hay conflicto
psicológico por el lado de las pulsiones yoicas o de autoconservación. No
generan conflicto, pues todos los conflictos tienen que ver con la libido. Las
neurosis, histerias y psicosis tienen todas que ver con la libido. Todas las
patologías psíquicas están ligadas en la teoría psicoanalítica a la teoría de
la libido, generadora del conflicto. El rol del yo y de la pulsión yoica o de
autoconservación es del orden de la racionalidad instrumental. Porque la racionalidad
instrumental es la que me permite proveerme de las herramientas para obtener
los objetos que me permiten alimentarme y tener un techo. En el orden del
trabajo y de la aplicación de la razón instrumental al trabajo, puedo obtener
los objetos. Esto no es otra cosa que la investidura libidinal de objetos y es
aquí donde aparecen todos los conflictos, las peleas amorosas, los celos, los
ataques entre dos personas del mismo o distinto sexo. Los conflictos tienen que
ver con la investidura libidinal. Parecería como si el orden de las pulsiones
yoicas nada le debiese a la imaginación. Solo funciona el yo y su razón
instrumental como capacidad de proveerse de esto o de aquello. Cuando les hace
agua a todos los autores esta dimensión para que pueda reconocerse la dimensión
imaginaria, la hace salir por un costado algo que sin embargo no tiene nada que
ver con la dimensión racional.
Cuando en realidad, lo que hace Castoriadis es poner la
dimensión imaginaria en el centro incluso de la racionalidad. No es que lo
imaginario sea lo que está acá en este costado, que lo excluyo y que lo trato
de dejar afuera en pro de la construcción de un universo racional transparente,
sino que Castoriadis lo que hace es poner a la imaginación en el centro de
todo, incluso de esa racionalidad supuestamente transparente. Porque no hay
tampoco dimensión conjuntista-identitaria pura en la vida social de la
humanidad. No es que cuando distinguimos una dimensión imaginaria y una
dimensión conjuntista-identitaria la dimensión conjuntista identitaria este
desligada de toda intervención de la imaginación. De acuerdo a Castoriadis
sabemos que ni siquiera en el orden del conocimiento científico podemos dejar
de lado a la imaginación como un factor constructor de lo que llamamos
conocimiento de la ciencia. De manera tal que no es que al distinguir una
dimensión imaginaria por un lado y una dimensión conjuntista-identitaria por el
otro digamos que la dimensión de la imaginación o de lo imaginario está de este
lado y que la dimensión de la razón pura y transparente está de otro lado,
siendo que una no tiene nada que ver con la otra. Esa la esfera de la
determinación pero ninguna esfera de la determinación esta por fuera de la
imaginación. De manera que del modo en que Castoriadis plantea esta cuestión,
él intenta desanudar también esta cuestión de que hay esferas que se pueden
replegar como esferas puras o esferas en donde la imaginación no tiene cabida y
en cambio sí esta dimensión de un logos transparente capaz de construir
relaciones prístinas con el mundo y con las cosas del mundo. Nos centramos en
un yo racional y dejamos fuera de esta dimensión la dimensión inconsciente que tiene que ver con lo imaginario y con la imaginación y
entonces postulamos la existencia de dos esferas separadas, una ligada a la
imaginación y la otra ligada a la razón consciente. Y esto en Castoriadis no es
así.
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