TEORICO NO. 6
CATEDRA: CARLOS SAVRANSKY
FECHA: 06-04-11
Hoy empezamos con la Unidad 2, que es sobre el estudio
de la percepción. Vale repetir lo que en algún momento planteamos acerca de
cuál es la necesidad de estudiar la percepción. Desde una perspectiva como la
del grupo MU, en el campo de los mensajes visuales, es inevitable comenzar por
el estudio de la percepción. Son innumerables los motivos por los cuáles hay
que abordar el estudio de la percepción en el campo del diseño. Según qué
teoría de la percepción sea la que abordemos, será la concepción que podamos
desarrollar en torno al diseño y en torno a dos problemáticas vinculadas al
diseño: cómo es producida y cómo es recepcionada la obra. Lo que vale en la
percepción para aquel que realiza la obra, también vale para aquel que la
recibe. Por consiguiente, dar cuenta de las distintas teorías de la percepción
y plantearse unas como más validas que otras, puede llevar a algún tipo de balance
respecto a cómo se debe diseñar.
Con respecto al pensamiento, se ha planteado en las últimas
clases que los órganos perceptivos son los que nos proporcionan los primeros
conocimientos y desde este punto de vista uno podría claramente pensar que una teoría
de la percepción debería estar ligada a una teoría de los sentidos o de alguna
capacidad o facultad que llamamos sensibilidad. Tenemos órganos de los sentidos
y vinculados a ellos, la facultad o capacidad que llamamos sensibilidad. El
término percepción no es un término griego, sino un término latino. Estas cosas
son importantes porque uno puede preguntarse si hay una teoría de la percepción
en Aristóteles y habría que decir que no. La percepción no existe para
Aristóteles. Es un término que empieza a aparecer en el Medioevo con los
pensadores latinos. El término percepción no existe en el mundo griego. El
término que existe en el mundo griego para hablar de la sensibilidad es un
término que se escribe aisthesis.
Tiene que ver con aquello que es estético y que tiene que ver con lo sensible.
Las teorías estéticas, que no se confunden con las teorías del arte, son
teorías que suponen que el dominio estético es un dominio sensible. Con
respecto a la concepción que ha habido de la sensibilidad, desde Aristóteles
hasta el siglo XIX, domina una misma teoría acerca de la percepción, basada en
que lo que primero hacemos es proporcionarnos datos provenientes del mundo
exterior y éste sería nuestro primer acercamiento a y conocimiento de el
sentido del mundo, si es que podemos hablar de sentido del mundo. Las unidades
mínimas que nos proporciona esta sensibilidad de los órganos de los sentidos
son las sensaciones. Cada órgano de los sentidos nos da un tipo distinto de
sensación. La vista nos da el color, el oído nos da los sonidos y así
sucesivamente. Aristóteles plantea que existen lo que él llama los sensibles
propios y los sensibles comunes. Los sensibles propios son los que nos dan cada
uno de los órganos de los sentidos. Los sensibles comunes son aquellos datos
que podemos obtener combinando dos o más sentidos. Los primeros que nos
proporcionan algún tipo de información del mundo externo son los órganos de los
sentidos, sea de forma aislada o combinada. Por consiguiente, tenemos algo así
como la Teoría de las Sensaciones. Esta teoría tiene tal fuerza, que como bien
dije, se extiende desde Aristóteles hasta bien entrado el siglo XIX. Vamos
también analizar el porqué de la fuerza y duración de esta teoría.
La Teoría de las Sensaciones supone postulados para que
nosotros podamos constituir la unidad de un objeto. Cuando nosotros percibimos,
percibimos distintos objetos. Cuando describimos lo que percibimos describimos
los objetos de nuestra percepción. Se supone que esos objetos están en el mundo
y por consiguiente hay algo en el mundo o en el exterior y ese algo produce un
estímulo sobre los órganos de los sentidos y esos estímulos son los que
llamamos sensaciones. No tenemos aún un objeto, sino distintas sensaciones.
Tenemos la sensación de rojo, la sensación de azul, la sensación de rugosidad.
Si los objetos son el producto de una síntesis de elementos, nosotros
estaríamos recibiendo cada uno de estos elementos por separado y finalmente
tendríamos que producir su síntesis. Tendríamos que enlazar un elemento con
otro elemento y constituir esta unidad que llamamos percepción. De las
sensaciones tenemos que pasar al enlace de las sensaciones, pero tenemos que averiguar
quién produce el enlace y cómo se produce el enlace. Finalmente, tenemos un
resultado, que es el objeto.
Hay todo un proceso para ir del estímulo que
supuestamente nos está provocando ese algo que está en el exterior o en el
mundo, hacia el objeto. Se trata de una concepción atomista. Se supone que
nosotros vamos teniendo impresiones distintas, cada una tiene que ver con un
elemento de lo que hay afuera, es decir percibimos porciones y somos nosotros
los que vamos juntando estas impresiones, elementos o porciones. Los órganos de
los sentidos son los que reciben cada uno de estos elementos que llamamos
sensaciones y luego hay que enlazar estas sensaciones. La pregunta acerca de
quién produce el enlace tiene que ver con qué función dentro de nosotros produce
el enlace y no con la persona que produce el enlace. Nos preguntamos si es la
sensibilidad misma la que produce el enlace o si lo hace alguna otra facultad.
Todas estas teorías asociacionistas suponen que es el entendimiento, el
pensamiento o el intelecto el que produce el enlace. La percepción de un objeto
sería producto del intelecto. Sería el intelecto el que generaría mediante el
enlace de sensaciones un objeto. Cabe preguntarse en virtud de qué criterios el
intelecto realiza el enlace. Supongamos que tengo un follaje verde, un tronco marrón
y tierra marrón. Podría encontrar cierta homogeneidad entre la tierra marrón y
el tronco marrón. Cabe preguntarse porqué el intelecto genera la unidad del
objeto a partir del tronco marrón y del follaje verde y no entre el tronco
marrón y la tierra marrón. Entonces, tiene que haber criterios para producir enlaces.
Acá tenemos un esbozo de lo que más adelante se va a llamar asociacionismo. En
el proceso de desarrollo de esta Teoría de las Sensaciones va a haber momentos
en que los autores van a preocuparse por ciertos aspectos de esta teoría,
tratando de desarrollar algunos aspectos más que otros. El asociacionismo va a
reflexionar acerca de cómo se produce ese enlace. En su Tratado sobre las pasiones, Descartes desarrolla todo lo que tiene
que ver con los órganos de los sentidos, con sensación, con sensibilidad, con
percepto, con percepción. Descartes separa lo corporal de lo espiritual, la
sustancia que hace (res extensa) y la
sustancia que piensa (res cogitans).
Los órganos de los sentidos son corporales (res
extensa). Una sensación es una cualidad y si una sensación es una cualidad,
no puede ser material o extensa. La
extensión es del orden de la cantidad y el pensamiento es del orden de la
cualidad. La sensación es una cualidad del alma o del pensamiento. Pero los
órganos de los sentidos son corporales (res
extensa). Los órganos de los sentidos son los canales por donde pasa algo,
pero ese algo necesita transformarse en otra cosa. En esta cuestión de la
distinción entre la res cogitans y la
res extensa, Descartes había pensado
que hay una glándula en el cerebro que es la glándula pineal, que es la que
permite el pasaje de un orden material al otro
orden intelectual. Todo lo que es material o extenso, puede pasar al alma o pensamiento a través de la glándula
pineal y por consiguiente transformarse en algo del orden de la res cogitans o sustancia pensante.
Acá tenemos toda una definición acerca del problema
del canal, el problema de lo corporal, el problema del orden físico, de nuestra
existencia humana, de lo que nosotros somos. Somos un compuesto que extensión (corporalidad)
y de cogito (pensamiento) Este
compuesto aparece permanentemente en el problema de la percepción. Los órganos
de los sentidos son extensos, pero permiten ser el canal de cualidades que son
vividas en el alma o pensamiento. La misma sensación que es vivida en el alma,
es vivida en el alma por el entendimiento. No es que hay un estrato sensible
que no sea el entendimiento, en el cual reside la sensación. La sensación como
tal ya es un hecho del entendimiento, pero como hecho del entendimiento, es
meramente atómico, anterior al objeto. Por consiguiente, allí, respecto de esa
sensación que está en el alma, que está en mi entendimiento, tiene que haber un
proceso de enlace en el que el entendimiento relacione todas estas sensaciones
para poder constituir un objeto. Esto es de modo sintético lo que ocurre desde
Aristóteles hasta el siglo XIX con respecto a la teoría de la percepción.
A partir del siglo XIX, la Teoría de la Gestalt
plantea críticas al asociacionismo. Gestalt quiere decir “forma”. Es
interesante que nosotros hagamos algunos enlaces respecto de la percepción de
la forma. Cuando la Teoría de la Gestalt empieza sus investigaciones y sus
seguidores trabajan los distintos problemas, desde la psicología comparada y
desde la psicología experimental, pretende construir una teoría científica y
probar la validez de esa teoría científica, en tanto que teoría psicológica. Lo
primero que esos seguidores van a observar es que cuando nosotros percibimos,
lo que percibimos son totalidades. Percibimos un todo antes que sus partes.
Exactamente lo contrario a lo postulado por la Teoría de las Sensaciones. Si
tenemos sensaciones puntuales de esto y de aquello y después las enlazamos,
entonces partimos de las partes y no del todo. La Teoría de la Gestalt invierte
los términos del problema y dice que el todo es una forma y se nos presenta la
forma del todo primero y recién después, por un proceso secundario de
exploración, podremos distinguir en ese todo, sus partes. No es verdad, según
la Teoría de la Gestalt, que nosotros percibamos partes. Percibimos un todo y
él todo es anterior a las partes. Se trata de una postura holista en oposición
a la postura atomista de la Teoría de las Sensaciones.
Cabe preguntarse porqué Aristóteles y otros autores
sostenían que podíamos percibir algo del mundo externo. Tenemos ese algo
exterior, ese algo exterior es recibido por los órganos de los sentidos y
sintetizamos lo recibido en el alma. Tenemos en nuestra alma el algo exterior.
Si yo tengo en el alma un hacha como el algo exterior que yo veo, tengo su
forma. Tengo la forma del hacha en el alma. Pero entonces, esto necesita una
reflexión. ¿En qué consiste el algo que yo veo? El algo que yo tengo es un
compuesto porque todas las cosas del mundo exterior, los entes, son compuestos.
Se trata de compuestos de materia y forma. De manera tal que cuando los órganos
de los sentidos perciben, perciben este compuesto, pero lo que llevan al alma
para que el alma pueda pensar lo que es ese objeto, no es su materia, sino su
forma. De manera que lo que el alma hace es aprehender la forma mediante los
órganos de los sentidos. Esto quiere decir que los órganos de los sentidos
perciben tanto la materia como la forma, pero lo que pasa al alma no es la
materia sino la forma. Como el pensamiento es forma y el alma es forma y como
lo que yo percibo es la forma de las cosas y de los compuestos, en realidad yo
no podría decir que mi conocimiento, el conocimiento que yo puedo obtener
mediante la percepción, sea el conocimiento de las cosas tal cual son. Lo que
conozco es su forma.
Esta no es la única concepción que hay acerca de cómo
están compuestas las cosas. Ente es todo aquello que es. Lo que es, es siempre
un compuesto de materia y forma. La forma es en la materia. Las corrientes
medievales dicen que los objetos son sólo materia. La forma está en mi mente,
por consiguiente, soy yo el que le atribuye una forma a la materia. Las
corrientes inglesas nominalistas van a decir que las formas no están ni en las
cosas ni en la mente de las personas, sino en el lenguaje. La forma es algo que
pertenece a esta estructura que el lenguaje. Y así tenemos concepciones
principales acerca de los universales. Los universales están en las cosas, los
universales están en la mente o los universales están en el lenguaje.
Para Aristóteles, el hecho de que la forma esté en la
materia, le viene bien para decir “bueno, en realidad, como nosotros conocemos
y el pensamiento del conocimiento no es ni más ni menos que el conocimiento de
las formas de todas las cosas”.
Volviendo a la Teoría de la Forma, sus referentes se
preguntan qué significa percibir la forma. Quieren saber si ese algo externo se
corresponde con la forma como nosotros percibimos ese algo. Si esto es igual a
esto. Incluso si esto es una determinación causal de esto. Si hay causalidad
acá. La Teoría de la Gestalt va a decir que no hay causalidad y que este algo
no es esta forma. De algún modo, lo que va decir es que si nosotros quisiéramos
encontrar en nuestra percepción una relación causal en donde los estímulos
luminosos generan impresiones en la retina, las inversiones en nuestra retina
no son las formas que nosotros percibimos. Nos estamos aproximando a algo que
dice Castoriadis, al postular que aquello del mundo exterior con lo que nos
chocamos está previamente trabajado por la imaginación y no se corresponde con
esto. Nosotros creemos que lo que percibimos es algo que se corresponde con lo
que es, pero es una creencia. Husserl y Merleau Ponty lo llamarán la fe
perceptual. La crítica de Hume al sustancialismo cartesiano es que todo lo que
creemos tan sólido como producto de nuestra percepción, en realidad son
creencias. La frecuencia de estas creencias nos hace verlas como algo sólido y
estructural, pero son meras creencias.
La Teoría de la Gestalt dice que no hay
correspondencia entre el algo que está afuera y lo que nosotros percibimos, sino
que la percepción es una facultad transformadora que construye el objeto
percibido, que construye la percepción, que no hay un calco, que no hay
determinación causal.
Dos personas pueden tener delante de sí el mismo
campo, mirar desde el mismo lugar, ver los mismos objetos y tener la misma
sección de espacio para poder verlos, pero no necesariamente estructuran el
campo del mismo modo porque no hay en el mundo exterior nada que obligue a
percibir ese campo de una determinada manera. Una de las premisas centrales de
la Teoría de la Gestalt es que para poder percibir algo, nosotros tenemos que
estructurar ese algo en virtud de algún tipo de contraste. Tenemos que generar
un campo de oposiciones. El valor de los términos de la lengua también es
oposicional. Los términos no valen en sí mismos, sino en su relación con todos
los demás. Nosotros no percibimos algo como siendo esto sino en función de lo
que dejamos de lado. Esta estructura opositiva es lo que damos en llamar
figura-fondo. Para percibir algo, tenemos que estructurar el campo en función
de figura-fondo. Esa estructuración del campo, ¿corresponde al sujeto que
percibe o es impuesta por el campo? Si es una determinación del campo, entonces
todos los sujetos deberían percibir del mismo modo y lo mismo, porque un campo
visto desde un mismo lugar por distintos sujetos debería tener las mismas
condiciones de estructuración, debería ser él igualmente estructurante. Si no
es el campo, sino el mismo sujeto el que estructura, está claro que el campo no
genera determinaciones, sino que genera condiciones abiertas para su
estructuración. Obviamente, si tengo un campo donde hay elefantes no voy a
percibir hormigas. Pero la manera en que puedo llegar a percibir algo varía
según el sujeto que percibe y no según el campo. Se establecen juegos entre
figura y fondo. Es nuestra percepción la que estructura el campo y no es el
campo en el que determina nuestro modo de percibir. Soy yo el que completo las
figuras y lo hago en virtud de algo que se suele llamar Ley de Cierre. Otra de
las leyes de esta escuela es la Ley de Proximidad: aquellos estímulos que están
próximos en el espacio, suelo percibirlos como una unidad. Por esta misma ley,
aunque las figuras no estén completas, yo puedo completarlas en mi imaginación.
También tenemos la Ley de la Semejanza y la Ley de la Buena Forma, que consiste
en la tendencia del ojo humano a captar las formas más sencillas, equilibradas
y estables. Estas son las leyes de la Teoría de la Gestalt, que permiten al
sujeto estructurar el campo perceptual.
Para la Teoría de la Gestalt, en el sujeto perceptor
hay estructuras a priori. A priori no quiere decir innato. Es Kant quien pone
el término en la palestra y construye gran parte de su teoría sobre el a
priori. A priori tiene dos significados y los dos significados son dos modos
distintos de decir una misma cosa. Significa por un lado, independiente de la
experiencia. Yo no necesito ir hacia la experiencia para poder tener esta
estructura a priori. Antes de la experiencia esta estructura ya está en mí. Si
ya está en mí, en lugar de ser la experiencia la que me proporciona el a
priori, es el a priori el que me hace posible la experiencia. Por consiguiente,
si a priori quiere decir independiente de la experiencia, también quiere decir
condición de posibilidad de toda experiencia. Entonces, a priori es
independiente de la experiencia y condición de posibilidad de la experiencia.
Ambas cosas están claramente relacionadas. Uno podría decir que el a priori se
forma históricamente. Pero la Teoría de la Gestalt no explica cómo se forma el
a priori. Tampoco Kant lo explica. Tanto la Gestalt como Kant se alejan de
Descartes, que postula que hay ideas innatas. Cabe preguntarse si las ideas
innatas de Descartes cumplen la misma función que el a priori kantiano. En
cierto sentido podría decirse que sí, pero Kant da una vuelta de tuerca al
elaborar la noción de a priori, siendo que el a priori no es innato, sino que
se construye históricamente.
Si la lengua es una condición de posibilidad del
habla, entonces la lengua tendría que ser a priori. Si no tengo la lengua,
entonces no puedo hablar. La lengua es entonces una condición de posibilidad
del habla. Podría decir que la lengua respecto del habla es a priori porque es
su condición de posibilidad. Pero nadie va decir que la lengua es innata,
porque la realidad es que se forma históricamente. Podría perfectamente
encontrar que si la lengua se forma históricamente y no es innata, hay no obstante,
a pesar de este proceso de formación histórica una condición a priori que es la
de la lengua sobre el habla.
La Teoría de la Gestalt descubre que hay estructuras a
priori de la percepción. Las estructuras a priori de la percepción son de dos
tipos distintos. Están por un lado, las leyes de la Gestalt. Pero antes de las
leyes están lo que Arnheim llama los conceptos o categorías formales-estructurales.
Para poder percibir incluso antes de que intervengan las leyes, hay esquemas
primarios que pertenecen a la percepción, que organizan la percepción y hacen
posible que nosotros percibamos. En la Escuela de la Gestalt tiene mucho peso el
término estructura previa. Las estructuras previas son condición previa para
poder percibir. Esta estructura previa tiene que estar formada para que
nosotros percibamos algo. Como estructuras de los sujetos que perciben, esas
estructuras tienen que ser a priori del hecho concreto de la percepción. Toda
vez que nosotros percibimos, estamos aplicando estas estructuras. Arnheim
estudia el modo en que los niños perciben y representan. Uno puede trabajar con
adultos y estos pueden describir aquello que perciben y aquello que
representan. Al trabajar con niños esto se hace mucho más complejo porque los niños
suelen representar cosas cuando dibujan y les es difícil dar cuenta verbalmente
de eso que dibujan y de la correspondencia entre lo que perciben y lo que
dibujan. El trabajo de la explicación de la estructura perceptual en el niño se
hace más arduo y complejo. Cuando el niño dibuja, Arnheim observa que la cabeza
humana la representa como un redondel. Digo redondel y no círculo. El círculo
es una figura ideal de la geometría, por lo tanto, abstracta, mientras que el
redondel no lo es, pues es una figura real. Ninguna representación de una
figura ideal y abstracta de la geometría es esa figura, sino su representación.
Podría decirse que los niños representan de esa manera la cabeza humana porque
la perciben así. Tienen una falta de madurez perceptual que los lleva a percibir
la cabeza humana como redondel sin la posibilidad de afinar el trabajo de
representación con detalles y particularidades, cada vez más cercanas a la
fotografía. El niño percibe de esta manera y por eso representa las cosas de
esta manera. Pero inmediatamente, si se lo guía, él va incorporando elementos
(detalles y particularidades) a la representación. Esos elementos los ve.
Entonces cabe preguntarse por qué no pone todo lo que ve. Si ve mucho más de lo
que representa, ¿qué es lo que sucede? Arnheim saca sus propias conclusiones a
la vez que compara las representaciones del niño con las de pueblos primitivos,
donde también se representan formas básicas y sencillas como expresión primaria,
lo que lleva a pensar que hay problemas motrices. En el fondo, lo que sucede es
que el niño representa las formas básicas y simples que le permitan estructurar
el campo preceptual. Esas formas básicas y simples son estructuras a priori de
la percepción y son las que organizan el campo. Lo primero que se percibe son
las formas básicas y simples, aunque el niño no tenga conocimiento de la forma
geométrica ideal y abstracta. Las formas básicas y simples son estructuras anteriores
al campo perceptual y son estructuras a priori organizadoras del campo perceptual.
Puesto que los niños y los pueblos primitivos organizan el campo a partir de
esas formas simples y básicas, también representan a partir de esas formas
simples y básicas. Ahora, si la representación es guiada, seguramente van a enriquecerse esas formas
simples y básicas. Los niños no representan tal cual perciben los objetos ni
tal cual éstos son, sino que representan en función de sus formas simples y
básicas que actúan como estructurantes.
Hay dos estructuras a priori que son las categorías
formales-estructurales y las leyes de la percepción formuladas por la Escuela
de la Gestalt. Si tanto unas como otras son a priori, uno podría preguntarse si
determinan el contenido de aquello que percibo. Si lo determinan y todos
contamos con las mismas estructuras a priori, entonces todos percibíamos del
mismo modo y lo mismo. Si el campo determinase la percepción, eso generaría una
homogeneidad perceptiva. Si ahora invertimos la cuestión y decimos que hay una
estructura perceptual y todos tenemos la misma estructura, también podría
pensarse que todos percibimos del mismo modo y lo mismo, aunque no estemos
determinados por el campo.
Que haya estructuras a priori, no quiere decir que
percibimos lo mismo y del mismo modo. Esto que llamamos estructuras a priori,
son condiciones de posibilidad generales. Estamos diciendo condiciones y no determinaciones.
Las condiciones son condiciones de posibilidad generales. Quiere decir que la
Ley de Cierre puedo aplicarla, pero no
es necesariamente obligatorio aplicarla. No estoy obligado a ver de una
determinada manera. En un juego de figura fondo, unos verán la suegra y otros
verán la nuera. En otro juego de figura fondo, unos verán la copa y otros verán
las dos caras. Soy yo quien tengo libertad de estructurar el campo como me
plazca. Si soy yo quien estructura el campo, soy yo quien determino su sentido.
Esta es una de las cuestiones más importantes de la Gestalt. El sentido no es
algo que pertenezca a los objetos, sino que el sentido es una construcción de
la subjetividad. Las cosas no significan. Las significaciones de las cosas las
construimos nosotros. La significación es un proceso atributivo o de
investidura. La percepción es una atribución de sentido y no un reflejo de lo
que son las cosas. Si lo que percibimos es una construcción y si esa
construcción es una construcción de sentido, lo que vamos a encontrar es una
gran distancia entre la Teoría de la Gestalt y la Teoría de las Sensaciones.
Para la Teoría de la Gestalt, el sentido
y la institución de sentido es algo que pertenece a la percepción y
perteneciendo a la percepción está fuera la facultad asociativa o de enlace
propia del intelecto, que era lo que ocurría en la Teoría de las Sensaciones.
Para la Gestalt no existe la sensación, sino el percepto. Decir que la
sensación no existe implica que no tenemos experiencia de algo que sea
sensación de una cualidad. Siempre tenemos un todo anterior a la sumatoria de
las partes. La sensación es una abstracción del pensamiento.
La Teoría de las Sensaciones distingue entre
sensibilidad y percepción porque le asigna a la sensibilidad una función y a la
percepción, otra. La sensibilidad nos proporciona datos. Específicamente, datos materiales o sensibles. La percepción
que ocurre a nivel del intelecto los enlaza o asocia convirtiéndolos en objetos,
porque los datos no son objetos. En el caso de Descartes, la sensibilidad y los
datos sensibles están en el alma y en el entendimiento. En el caso de Kant, no
es así. La sensibilidad es una facultad
distinta del entendimiento. Los datos materiales no pertenecen ni al
entendimiento ni a la percepción. Son puramente sensibilidad. Kant dice que la
sensibilidad es una facultad receptiva, capaz de recibir algo del mundo
externo. La razón por la que Kant lo
plantea de esta manera es porque él, en su intento de pelear contra el
idealismo, dice que si él es el que produce algo en relación con los datos, y
los datos le son vagos, cae en el idealismo. Para que yo pueda conocer tiene
que haber algo que me sea dado del mundo externo y que yo sea capaz de recibir
pasivamente de ese mundo externo. Eso que recibo del mundo externo es ni más ni
menos que el dato. Kant garantiza que la facultad sensible como facultad
receptiva reciba algo directamente del mundo externo y que otra facultad que es
el entendimiento elabore los conceptos abstractos o categorías pudiendo generar
a partir de los datos materiales un conocimiento cierto de la ciencia. El sujeto
no posee los datos, los recibe del mundo externo y debe tener dos facultades, a
saber, la que recibe (sensibilidad) y la que elabora (entendimiento). Son
facultades heterónomas.
Descartes hace uso de un razonamiento medieval que
según él, es la prueba de la existencia de Dios. Si yo tengo una idea de algo
que es perfecto, a esa idea no le puede faltar la existencia, porque si le
faltase la existencia, seria imperfecta. La idea de Dios es tan perfecta que
obliga necesariamente que Dios exista. Kant sostiene que porque sea posible
pensar en algo, no significa que ese algo exista. En refutación al idealismo,
sostiene que no basta con pensar para que lo que pienso exista más allá de mi
pensamiento. Esto es, que exista como un hecho material fuera de mí. Refuta el
argumento de San Anselmo planteando esta distinción entre una facultad sensible
que me permite recibir algo de la existencia real para que yo termine
construyendo en mi pensamiento el mundo y que el mundo sea el resultado de lo
que yo pienso. Esta distinción entre sensibilidad y entendimiento supone que la
percepción para Kant sí es una facultad del entendimiento, porque la percepción
elabora. Sensibilidad y percepción son distintas en Kant y en Descartes.
En la Teoría de
la Gestalt, sensibilidad y percepción dejan de ser distintas. Y es que la
sensibilidad no tiene razón alguna de ser porque no me proporciona nada, puesto
que no hay sensaciones o datos sensibles a asociar o enlazar. Tengo un campo
visual y lo estructuro en virtud de condiciones a priori que son mías (leyes perceptuales
y categorías formales-estructurales) y esto es lo que me permite construir el
sentido. Percepción y sensibilidad se acercan al punto tal que difícilmente
podrían ser distinguibles una de la otra. Si queremos conservar sólo la idea de
que denominamos sensibilidad a algo de lo que en realidad nunca tuvimos
experiencia, salvo en una investigación científica como podría ser cómo se
produce una impresión en una retina. Pues nosotros no tenemos la experiencia de
cómo se produce la impresión retiniana, ya que tenemos la experiencia del
objeto y nada más. Cuando tenemos la experiencia del objeto, ya la impresión
retiniana está modificada. Modificada no sólo en el sentido de que la impresión
retiniana es invertida y nosotros la reinvertimos, sino desde otro punto de
vista como ser, por ejemplo las aberraciones marginales. Supongamos que uno
saca una foto frontal de una persona y después una foto de la misma persona
pero a 45 grados. Esa foto a 45 grados va a presentar aberraciones
marginales y en este sentido va a deformar la figura. Ahora si vemos a esta
persona a 45 grados en la vida real, no la vamos a ver deformada, nuestra percepción
corrige lo que vendría a ser una inversión retiniana. En la retina la
deformación se produce, pero en la percepción, no.
Lo primero que va a hacer la Teoría de la Gestalt es
refutar el postulado de una percepción conforme a lo que sería la inversión
retiniana. Nunca la percepción es factible de ser asimilada a la inversión
retiniana. La facultad perceptiva para la Gestalt no es una facultad del
entendimiento. No necesito realizar operación intelectual alguna para percibir.
No pensamos para ver una u otra forma. Simplemente aparece y la vemos. Y ante
un juego de figura-fondo, se percibe una cosa o la otra.
La institución del sentido de lo que vemos es
perceptual y no es realizada por ningún acto intelectual. El sentido es instituido
por el acto perceptivo. Ese sentido percibido es un sentido instituido e
indeterminado. No está totalmente determinado, sino que tiene fisonomías, pero
todavía no es un objeto. Decir que hay una fisonomía y un objeto son cosas
distintas. El objeto es un sentido determinado, mientras que la fisonomía es un
sentido indeterminado. Pensar que el sentido es competencia de la percepción,
da por tierra con los postulados de las teorías intelectualistas que sostienen
que el sentido es una construcción intelectual.
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