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Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario - Teórico 4 - 30-03-2011 - Cátedra: Savransky

Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario - Teórico 4 - 30-03-2011 - Cátedra: Savransky


TEORICO NO. 4
MATERIA: SEMINARIO DE DISEÑO GRAFICO Y PUBLICITARIO
CATEDRA: CARLOS SAVRANSKI
FECHA: 30-03-11


Estuvimos hablando de la noción de forma la clase pasada. Una de las cuestiones que habíamos distinguido fueron dos nociones de forma. Una a la cual dimos el nombre de eidos y otra a la cual dimos el nombre de morfé.  Rápidamente hicimos la distinción entre una y otra dando al eidos el carácter de lo universal y a la morfé el carácter de lo singular. Es decir, que la morfé diferencia un objeto singular de otro objeto singular, pero del mismo género, mientras que el eidos diferencia objetos singulares de distinto género, vale decir, a la mesa de la silla. La diferencia entre la mesa y la silla no es sólo de morfé, sino de eidos. El eidos silla y el eidos mesa son dos eidos (formas) diferentes.

Dentro del universo de las sillas y dentro del universo de las mesas tenemos sillas y mesas con distintas morfés aunque con el mismo eidos. Esto viene a cuenta de lo que plantea Castoriadis sobre la creación, que él diferencia de producción. Lo que él llama creación es una creación ex -nihilo. O sea, creación de la nada o a partir de la nada. Lo que él llama producción es copia de un eidos. Refiriéndose a Platón, él dice que la creación es siempre contemplación del mundo de las ideas. La silla o la mesa se hacen contemplando la idea de silla o de mesa y teniendo en cuenta esas ideas se crean la silla o la mesa concretas. Eso sería la producción para él. La creación es creación de eidos. La creación es creación de la nada o a partir de la nada, de un eidos. Hay creación de la nada. Uno podría preguntarse si habla de la materia pero no, se habla de la forma. En realidad, yo puedo crear un eidos prescindiendo de toda materia porque la materia no es lo que yo creo, lo único que yo creo es un eidos. Tomemos un caso que encontramos en el texto. La idea de Dios. Son creaciones de una forma que viven para nosotros enraizadas en una materialidad, pero la forma como tal la creamos nosotros y la creamos de la nada. ¿Qué quiere decir que la creamos de la nada?

Algunos que dicen que de la nada no sale nada. Pero Castoriadis plantea que de la nada podemos crear forma. ¿Cómo se entiende lo de nada? Él lo explica de modo comprensible. De la nada quiere decir no determinado causalmente. No hay determinación causal para que yo cree un determinado eidos o una determinada forma. La creación ex – nihilo es a-causal. ¿Cómo se entiende el carácter no causal de la creación de la forma? Todos nosotros contamos con un mismo universo o acervo sígnico. Uno podría pensar que si tenemos el mismo léxico escribiríamos todos lo mismo, pero no necesariamente dos o más personas escriben el mismo poema. Uno podría decir que el léxico que es lo anterior, que si tengo ya el lenguaje, entonces no parto de la nada. Según Castoriadis, creo de la nada, pero con algo. Creo de modo no causal, pero con algo y ese algo no es la causa de lo que creo, sino la condición general pero no la causa. Yo podría decir que pongo el léxico en una licuadora y revolviendo todos los términos de la lengua, puedo sacar todas las obras literarias. Aunque contamos con algo que es el léxico previo, el léxico previo no contiene la obra literaria porque ésta es una creación de la nada con algo previo que es el lenguaje. No hay en el léxico una determinación causal de mi obra literaria. La creación de la obra literaria es ex – nihilo, de la nada, pero con algo.

Para poder sostener esto, Castoriadis asume un punto de partida que es el de toda su construcción filosófica. Parte del carácter indeterminado del ser. Lo dice al comienzo del texto como uno de los cinco puntos dogmáticos sobre los que se apoya. Lo primero que dice es que el ser es caos. Caos o lo sin fondo. Después corrige y dice “caos de estratificación regular” Por un lado, que es caos y por otro lado, que hay estratificación y en esos estratos hay cierta regularidad. Si hay regularidad, no hay tanto caos. En realidad, lo que dice es que el ser es indeterminado, pero no por siempre y para siempre, sino que hay que entender la noción de indeterminado como lo determinable. Si lo indeterminado es determinable, lo indeterminado no es determinado, sino que es posible de ser determinado de muchos modos posibles y de manera sucesiva. Porque es determinado en sentido estricto, no puede indeterminarse y no pude determinarse de otro modo que como ya está determinado.

El problema es en relación con qué el ser es indeterminado y determinable. El carácter de indeterminado o determinable del ser es en relación a algo, con el cuerpo humano. Lo que él está tratando de plantear es una relación. El mundo griego piensa que el orden del ser es determinado, independientemente de nosotros. Nosotros podríamos conocer las determinaciones o no conocerlas. De algún modo, llegar a crear ciencia en torno al ser o no. El hecho de que nosotros no podamos determinar el ser no quiere decir que el ser en sí mismo no sea determinado. Lo que Castoriadis está diciendo es que el ser en sí mismo no es determinado porque el ser es sólo determinado para nosotros o determinable para nosotros. Lo que Castoriadis hace es sacar el carácter de determinación del orden del ser como independiente del sujeto para el cual hay posibilidad de determinar. Lo que uno podría decir es que Castoriadis no dice mucho más que Kant cuando de algún modo plantea que lo que es, es sólo para nosotros. Hay una condición subjetiva del ser. El ser es el modo en que él se nos da a nosotros bajo las condiciones de la existencia humana, que son la sensibilidad, el entendimiento, etc., etc. Si algo podemos conocer, lo conocemos bajo las condiciones de nuestra subjetividad. Castoriadis supedita el orden del ser, no a sí mismo, sino al sujeto que lo conoce. Y por consiguiente, el sujeto puede determinarlo ahora de una manera y de otra manera en otro momento.

Castoriadis va a encontrar en la subjetividad humana una capacidad que no ha sido tenida en cuenta en la historia del pensamiento de occidente y que es la imaginación. Si el ser fuese determinado, la imaginación entendida como capacidad de creación de eidos, es decir de formas, no podría existir. ¿Qué podría crear yo si todo es determinado? Si el ser no es determinado sino determinable, si el ser no es lo que es sino lo por ser, o lo que yo hago ser, entonces hay un lugar para la imaginación y para la creación. Todo aquello que está determinado no puede ser de otro modo que como ya es. No puede ser determinable, solo determinado. De esa forma, y de ninguna otra forma. Para que haya posibilidad de creación en el orden de la cultura, creación de sentido o de significación, el ser no puede ser lo determinado,  si no lo indeterminado o determinable, por ser. Esa indeterminación estipula el carácter abierto de la creación. La creación está abierta a un posible de ser realizada de una u otra manera. Castoriadis está poniendo a esta noción de imaginación simultáneamente en el origen de la subjetividad humana y en el origen de la cultura. Es decir, en el origen de la dimensión histórico-social del hombre.

Para que esto sea posible, hay una dimensión individual y una dimensión social del sentido y de la significación. Castoriadis recurre a Aristóteles, a su obra Acerca del alma, donde el filósofo antiguo habla de la imaginación.  La imaginación es reproductora. Si yo percibo un objeto, puedo imaginarme mentalmente ese objeto. Pero también puedo combinar distintos objetos. Puedo tomar la percepción que he tenido de la cabeza de un toro y la percepción que he tenido del cuerpo de un hombre e imaginar al Minotauro. En este sentido la imaginación es reproductora porque lo que está haciendo es reproducir y combinar elementos ya previamente recibidos. Pero no generaría la idea de nada, porque la idea del Minotauro no es una creación sino una combinación, una reproducción de algo ya recibido previamente.

Al final del análisis Castoriadis dice que Aristóteles empieza a hablar de algo que no es una imaginación reproductora sino una imaginación creadora, y la pone como condición del pensamiento. Imaginación proviene del latín, imaginatio. En griego, se dice phantasia. Phantasia viene de phaino, que quiere decir aparecer. Entonces, phainomeno es aquello que aparece. Del verbo phaino viene phantasia. Phantasia sería la capacidad que tenemos de hacer aparecer algo. Hacemos aparecer formas según Castoriadis. La phantasia o imaginatio es aquella capacidad de hacer aparecer, de crear formas. Siguiendo los mismos términos, las formas que aparecen a partir de la phantasia serían los phantasmas. La phantasia hace aparecer phantasmas, de la misma manera que la imaginatio hace aparecer imágenes. Por consiguiente, los phantasmas son las imágenes y las imágenes son los phantasmas. La imaginación o imaginatio es también la capacidad de haber aparecer. La imaginación como capacidad de creación de formas es también la capacidad de creación de imágenes o phantasmas. No en el sentido cotidiano de la noción de imagen, sino como forma.

En algún lugar Aristóteles dice que no se puede pensar sin phantasmas, poniendo a la phantasia o imaginación como condición del pensamiento. O bien los phantasmas son los que llevo en el pensamiento o bien no se puede penar sin phantasmas. La capacidad de la imaginación como creación de formas es condición del pensamiento. La imaginación es una potencia, capacidad, fuerza o facultad del alma. Igual que el pensamiento y la sensibilidad. Esta potencia o capacidad de creación de formas que es la imaginación, esta potencia o capacidad de creación de formas no causales o a-causal, pertenece al sujeto o individuo en singular.

Dice Castoriadis que esta capacidad de crear formas, phantasmas o imágenes de cada sujeto individual no es suficiente para crear significaciones sociales. Es necesaria además una potencia o capacidad colectiva, que no pertenece al sujeto singular, sino al sujeto colectivo anónimo. Se trata del  imaginario radical instituyente. Este imaginario radical instituyente, junto con la imaginación radical, es condición de posibilidad de la significación social. Son dos capacidades diferenciadas. No podría existir significación social imaginaria sólo con la imaginación radical. No podría existir significación social imaginaria sólo sobre el imaginario radical instituyente. Necesariamente, una necesita a la otra. Pero una no es causa de la otra. Son dos dimensiones que se alimentan una a la otra. Es porque cada uno de los sujetos singulares posee una imaginación radical, que en la dimensión del colectivo anónimo, es posible el imaginario radical instituyente. En esta relación se hace posible el imaginario social instituido o las significaciones imaginarias sociales.

Así como hay una capacidad o potencia (phantasia o imaginación) y un resultado de su aplicación (phantasmas o imágenes), el resultado del imaginario radical instituyente (facultad) es el imaginario social instituido o las significaciones imaginarias sociales.

Hay dos dimensiones y las dos dimensiones suponen la posibilidad de tener dos capacidades. Una pertenece a un sujeto singular y la otra a un sujeto colectivo. El individuo para Castoriadis difiere del sujeto singular porque el individuo está socializado. El sujeto singular, no lo está. No es posible pensar la creación de significaciones imaginarias sociales sólo como sumatoria de una capacidad de creación de cada uno de nosotros. Ello implicaría que las significaciones imaginarias sociales son una especie de agregación de creaciones singulares de cada uno. Que el mundo privado de cada uno se juntaría con el mundo privado del otro y así sería una sumatoria de todas las creaciones de cada sujeto singular y así tendríamos como resultado las significaciones imaginarias sociales.

En la sociedad, la significación imaginaria social se crea colectivamente. Las creaciones colectivas son producto de una facultad colectiva. Pero esa facultad colectiva no podría existir como tal si al mismo tiempo cada uno de nosotros no tuviese su propia facultad singular. Para que haya significaciones imaginarias sociales se precisan ambas facultades. Si yo no tengo capacidad de creación a nivel de sujeto singular, ¿cómo podría aparecer de la reunión de todos los sujetos en la sociedad, una creación colectiva? Castoriadis postula la co-existencia de estas dos facultades: imaginación individual e imaginario radical instituyente. Las imágenes, por un lado y las significaciones sociales imaginarias, por otro.

Volviendo al carácter indeterminado del ser que plantea Castoriadis, si el ser estuviera determinado, nosotros no intervendríamos en nada en la creación de formas y de significaciones imaginarias sociales. De los cinco puntos del texto, en el último de los puntos, Castoriadis se pregunta qué previene del observador y qué proviene de lo que es. Esta pregunta, según él,  no tiene respuesta. ¿Cómo concebirían ustedes que es posible el conocimiento de algo? ¿Cómo formularían porqué es posible conocer? En primer lugar, para poder conocer, tenemos que conocer una esfera de lo real, tener experiencia sensible del orden real. Sería un principio, un comienzo, del conocimiento. Aunque la percepción no basta para conocer, no podríamos conocer de no empezar por la percepción, por la experiencia sensible. Necesitamos agregarle a esa experiencia sensible la capacidad de pensar, es decir, la capacidad de poder generar categorías bajo las cuales subsumir cada una de las experiencias sensibles o perceptivas singulares. Percibo esto o aquello, pero no las cosas en general. Nada en general. Sólo esto o aquello en particular. Para poder conocer lo general, porque el conocimiento es el conocimiento de lo general y no de lo particular, tengo que generar categorías o conceptos que subsuman las particularidades, es decir universales. El conocimiento es conocimiento de lo universal pero comienza con el orden de lo perceptual-sensible y de las particularidades.

Castoriadis se pregunta, de lo que conocemos, qué proviene de nosotros y qué de lo que es. Tenemos experiencia sensible de algo. Ese algo pertenece al mundo exterior. Nos enfrentamos con un algo del mundo exterior del que tenemos experiencia sensible y perceptual. Para decir que este algo es esto o aquello, tenemos que ser capaces de determinar lo que es este algo para determinar qué es esto y no aquello. Si yo no tengo la capacidad de poder determinar lo que es este algo, nunca podré conocer. Toda teoría del conocimiento partiría en un principio de que tenemos la capacidad de determinar lo que es. Según los griegos, tenemos la capacidad de conocer lo que es tal cual es. Esa capacidad que tenemos de conocer es como una suerte de espejo donde en ese espejo se refleja lo que es tal cual es. Nosotros tenemos la capacidad de aprehender lo que es tal cual es. Si el espejo da cuenta de lo que es tal cual, es porque mi facultad es especular y yo pongo de mi subjetividad algo de manera tal que lo que es no es tal cual es sino que es el reflejo de mi subjetividad, entonces no estoy conociendo sino subjetivando, me dirían “estás poniendo algo tuyo en el lugar de los que es” En todo aquel lugar donde alguien pone algo de su subjetividad, traiciona el carácter objetivo del conocimiento.

Castoriadis dice que ponemos algo nuestro en el conocimiento y que si no pusiésemos algo nuestro en el conocimiento, no podríamos conocer. Lo que nosotros ponemos de nosotros mismos es la imaginación. El conocimiento no es sólo el carácter de especular o de testimoniar, si quieren decirlo así, del conocimiento de lo que es, de ese algo, de manera tal que en virtud de esa facultad de especular o testimoniar damos cuenta de lo que es tal cual es, sino que en el conocimiento interviene algo que viene de afuera y algo que viene de nosotros. Y eso que viene de nosotros es la imaginación. El conocimiento no es un testimonio de lo que es sino una creación de lo que es. Creamos lo que es en virtud de nuestra imaginación. Esa creación es una creación de la subjetividad humana. Castoriadis está de algún modo poniendo en cuestión este algo como siendo determinado. Si las cosas están previamente determinadas, somos una mera facultad de testimoniar o especular. Pero si esto no es algo determinado y sí determinable por nosotros y nosotros ponemos algo de nosotros en el conocer, este algo no es determinado. Este algo es algo abierto a ser creado y determinado por nosotros y por una facultad nuestra que es la imaginación.

De esta manera, Castoriadis busca romper con la tradición lógica-ontológica del pensamiento occidental, que hemos heredado de los griegos en adelante. Rompe con esta concepción del ser en tanto que determinado. Abre la cuestión de un ser abierto a la determinación, un ser por ser. Postula un ser por ser que de algún modo se conecta con otros pensamientos anteriores. La imaginación pone en el centro la cuestión de la creación y por consiguiente el carácter arbitrario de la cosa. En el campo de la lingüística o de la semiótica aparece la arbitrariedad de los signos. No hay una relación intrínseca. Inventamos la significación y un signo que respecto de esa significación es arbitrario, inventado, creado, no tiene ninguna relación motivada con él. En una cultura es de una manera y en otra cultura es de otra. Aparecen las distintas maneras de comunicarse entre los hombres, arbitrarias y no causales. En el fondo esa causalidad con carácter universal no existe. Todos los hombres hubieran creado la misma manera de significar y de comunicarse.

La única manera de salir del determinismo es ubicarse en el carácter indeterminado del ser y postular la idea de una capacidad o potencia como la imaginación, capaz de crear forma. Con respecto a la relación entre forma y materia, la clase pasada dijimos que podemos decir que la forma es una delimitación en el espacio o en el tiempo de la materia. ¿Hay forma sin materia? ¿La nación? ¿El cuadrado? Ustedes creen que son todas formas sin materia. ¿El pensamiento? ¿Cuál pensamiento, por ejemplo? ¿Cuándo nos hablamos a nosotros mismos? La materialidad es la imagen o la palabra. Cuando hablamos del signo de Saussure, tenemos significado y significante. ¿Existe algún significado sin significante? ¿Sería ello posible? ¡¡No!! No hay forma que no esté de alguna manera encarnada en la materia. Para que haya forma, esa forma debe estar encarnada en una materia. Cuando creamos formas, creamos formas encarnadas, sean lingüísticas, visuales u objetos, tomando una materia preexistente y modificándola para crear un objeto que adquiera una significación. Un  objeto en el que se realiza un significado. No hay ideas o formas que no tengan materia. Cuando Platón dice que hay ideas que subsisten en sí y por sí, las postula mediante el lenguaje, habla de ellas mediante el lenguaje. Dios depende del discurso de alabanza. La palabra de alabanza termina siendo la materialidad que da solidez a Dios. Toda idea subsiste en el lenguaje. La intuición no es discursiva, pues se trata de una forma de pensar no discursiva. La intuición es una aprehensión inmediata del ser de las cosas de la que nunca nadie pudo decir mucho. Todas las veces que alguien habla de la intuición o dice que tiene intuiciones, lo pone en el lenguaje.

La imaginación en el sujeto singular es una capacidad. Castoriadis plantea que esta capacidad de la imaginación, la imaginación radical, pertenece a este sujeto singular y a una dimensión de este sujeto singular que es lo que Castoriadis llama la monada psíquica. El sujeto mónada (unidad) Esta imaginación radical pertenece a la mónada psíquica y es anterior a la percepción y a la cosa. La poseo antes de percibir y de percibir algo. ¿Qué dice Castoriadis de esta imaginación que pertenece a la mónada psíquica? Esta imaginación radical es un flujo ininterrumpido de representaciones. La imaginación radical es flujo ininterrumpido de significaciones. No es que yo me represente algo que veo. Es la facultad capaz de poner ella ante sí o ante el sujeto un flujo de representaciones. La psique no puede parar nunca el flujo representacional. Todo el tiempo estamos pensando. Este flujo representacional cesa cuando uno duerme, si es que no sueña.

Entonces, ese flujo ininterrumpido de la imaginación es el que hace posible que en algún momento si uno percibe el mundo, que yo me vaya saliendo de la imaginación cerrada en sí misma y socialice. Pero la capacidad o facultad de la imaginación como guía es anterior al proceso de socialización. Es la condición de toda posibilidad de socialización. Sin la imaginación, nunca podría acceder al orden de significaciones constituido en la sociedad. Cuando uno viene al mundo se encuentra con un mundo ya constituido, poblado de significaciones. Hablamos la lengua materna porque nacimos en una comunidad lingüística determinada que habla español. Tenemos contenidos de una cultura porque ella preexistía a nuestra existencia. Para asumir esa existencia cultural tenemos que socializar porque no nacemos con esa existencia cultural, la adquirimos socialización mediante. Nos integramos a ella y la creamos para nosotros.

A la vez que tenemos esta imaginación y esto que la imaginación y el imaginario radical instituyente puede generar, que son las significaciones imaginarias sociales, Castoriadis observa que las significaciones imaginarias sociales tienen un modo de existencia que es lo que él llama la existencia imaginaria que al mismo tiempo caracteriza como magmática. La existencia imaginaria es magmática. Un magma de significaciones sociales imaginarias. Este magma es indeterminado, pero junto a él hay una esfera, que es la dimensión de lo determinado, sin lo cual no sería posible la existencia social. ¿Qué sería la esfera de lo determinado a nivel social? ¿Qué es lo que está determinado en la sociedad? Las instituciones. El derecho, el lenguaje, por ejemplo. No podría ser posible la existencia social sin alguna forma de determinación. Lo que no quiere decir que esa forma de la  determinación y de lo determinado sea eterna. No son eternas las instituciones y las lenguas también son dinámicas. Antes no era posible el matrimonio y la adopción para gays y ahora sí. En el terreno de las determinaciones (instituciones) sociales hay cambios de significación y de las instituciones.  A esta esfera de las determinaciones Castoriadis la llama el dominio conjuntista-identitario. Aquel dominio gobernado por la lógica de los conjuntos es el dominio de lo determinado.

Un conjunto está compuesto por elementos del mismo tipo.  Puedo hablar del conjunto de todas las sillas y del conjunto de todas las mesas. En el conjunto de las patas puedo tener elementos de uno u otro conjunto. Separo las patas de las sillas y las patas de las mesas y las junto. Para poder hacer conjuntos tengo que hacer dos operaciones mentales: separar y reunir. Análisis y síntesis. El lenguaje separa y reúne todo el tiempo. No puedo armar conjuntos sin separar y reunir. Es imposible la existencia de una sociedad en una dimensión imaginaria solamente. La sociedad tiene una dimensión imaginaria y una dimensión conjuntista identitaria. Esta dimensión de lo determinado o conjuntista- identitario surge como determinación de la esfera de lo magmático. Pero nunca puedo reconstruir la dimensión magmática cómo sumatoria de las distintas conjunciones conjuntistas identitarias. Lo magmático, lo imaginario, excede y no es producto de la realidad de todas las dimensiones conjuntistas identitarias. Esta dimensión imaginaria y magmática se expresan en el lenguaje. El lenguaje poético es un lenguaje magmático o imaginario. El lenguaje de la ciencia, por su parte, es conjuntista-identitario. Castoriadis diferencia entre lengua (dimensión imaginaria) y código (dimensión conjuntista-identitaria)


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