PRIMERA
MEDITACION:
de las cosas
que pueden ponerse en duda.
En la primera
meditación Descartes busca reconstruir lo que es verdadero e intenta librarse de sus concepciones
erróneas. Para ello observa cuáles de ellas puede poner en entredicho, puesto
que en aquella que encuentre razones para ello, verá señales de error, lo que
bastará para desecharla. Y no tendrá tampoco que examinarlas todas, bastará
aquellas que fundamenten el resto, ya que tirando los cimientos, se viene
abajo todo el edificio. Descartes comienza dudando de los sentidos,
argumentando que si éstos nos han engañado alguna vez hemos de pensar que
pueden engañarnos siempre.
Cuando sueño
siento la existencia de las cosas igual que en la vigilia y, sin embargo, no
existen. La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia presta la
posibilidad de dudar también de la existencia de las cosas. Sin embargo es
cierto que, aún fuera del estado de vigilia, hay verdades que prevalecen,
como las matemáticas: “Pues, duerma yo
o esté despierto, dos más tres serán siempre cinco, y el cuadrado no tendrá
más que cuatro lados”. No va a
dudar de las ciencias exactas.
Descartes
introduce un nuevo motivo de duda: la hipótesis de que puede que Dios haya
puesto en mi mente estas ideas con la intención de engañarme. Pero existiría
una posible objeción a esta hipótesis: podría repugnar a la voluntad divina el
querer engañarme. Para evitar equívocos con la fe, se puede interpretar, (no
quiere decir que esto lo haya explicitado Descartes) que él cambia la
denominación de Dios engañador por Genio maligno, un ser todopoderoso que
tiene la voluntad de engañarme en todo lo que pienso. Con esta hipótesis
ahora parece que no puedo tener nada por cierto sin correr el riesgo de ser
engañado; incluso con las verdades matemáticas puede ocurrir que “haya querido que me engañe cuantas veces
sumo dos más tres, o cuando enumero los lados de un cuadrado”.
Con todo este
proceso de duda, desarrollado en la 1ª Meditación Metafísica Descartes
persigue llegar a una verdad absoluta.
SEGUNDA
MEDITACION.
De la
naturaleza del espíritu humano, y que es mas facil de conocer que el cuerpo.
Descartes aplica la duda a la propia duda. Y
es entonces cuando encuentra un elemento que prevalece a la duda. Si dudo que
dudo es indudable que sigo dudando. El hecho de dudar, aunque me esté
engañando, siempre puedo tener la certeza de que estoy dudando. Y dudar
implica necesariamente que estoy pensando; y si estoy pensando es indudable
que estoy existiendo. Por tanto estamos ante la primera verdad inobjetable,
la de mi propia existencia como verdad pensante, a partir de la cual va a
construir todo el conocimiento: Pienso, luego existo.
Una vez
establecida una verdad indubitable, a partir de la cual va a construir todo
el conocimiento, Descartes realiza una profunda meditación analítica del
pensar: por él la duda desemboca en la evidencia de la realidad del
pensamiento. El contenido inmediato del pensamiento es la realidad
existencial del sujeto pensante: la duda puede afectar a todos los contenidos
del pensamiento, pero no puede afectar al yo
donde estos contenidos están. Intuimos la existencia de un yo cuya esencia es
ser pensamiento. En esto precisamente consiste intuir, en percibir conexiones
necesarias, evidentes. Para poder intuir conexiones necesarias entre ideas,
es preciso que éstas sean simples, pues sólo la relación entre ideas simples
puede ser también simple. Y sólo de lo simple hay verdadera intuición. El
resto del conocimiento es deducción.
Es por esto
que afirma que se tiene certeza de toda verdad que se obtenga por medio de
una intuición clara y, además, distinta.ya que es así como percibió dos
certezas tales como que pienso y soy y además porque todo lo que lo rodeaba
le parecia confuso
TERCERA
MEDITACION.
De Dios, que
existe.
En esta tercera meditación, Descartes demuestra la existencia de Dios.
¿Cómo demostramos su existencia? Los humanos son una sustancia, pero una
sustancia pensante, una sustancia que desea, si desea es porque le falta
algo, si le falta algo es porque hay algo mejor, completo, perfecto. ¿Cómo
sabemos que nosotros no somos seres perfectos? Porque nosotros, aunque captemos
las cualidades de los objetos, no sabemos si realmente estas cualidades son
las auténticas o si simplemente son aproximaciones nuestras, distintas
seguramente a las que realmente son de su naturaleza. Descartes distingue entre dos
tipos de cualidades: las primarias y las secundarias. Las primarias son las
que captamos a través de la razón y las secundarias a través de los sentidos;
por lo tanto, las cualidades primarias son claras y distintas, mientras que
las secundarias nos pueden llevar al error. Aún pensando que fuéramos seres
perfectos y autosuficientes, se nos plantea la duda de quién nos creó. El
cuerpo evidentemente nace de un parto y lo explica la biología; lo que nos
falta es quién crea el alma (“res cogitans”). Evidentemente debe venir de un
ser superior, Dios; sólo Él es capaz de unir al cuerpo una alma. Y así queda
resuelto el segundo argumento de la existencia de Dios. Aún así nos faltaría
saber cómo adquirimos la idea de la existencia de Dios. Como evidentemente no
puede percibirse a través de los sentidos, nos percatamos de que sólo Dios
mismo nos pudo introducir esa idea de forma natural.
Luego
Descartes divide los pensamientos en ideas: pensamiento similar a la imagen
de una cosa, voluntades y juicios: cuando a la idea le añado algo que la
relaciona conmigo, ya que es escogida como tema por mi espíritu
Las ideas en
sí mismas no pueden ser falsas al igual que las afecciones y voluntades. Sea
la voluntad que sea y sobre lo que sea, es una voluntad. Es en los juicios
donde se puede errar, y Descartes toma como ejemplo un error que tacha como
común: el pensar que nuestras ideas tienen una existencia externa a nosotros
mismos: yo siento calor al estar sentado frente al fuego. También nos puede
parecer que el calor es algo ajeno a nuestra voluntad, aunque Descartes
rechaza esto, ya que podemos imaginarnos lo mismo pero sin intervenir en ello
nuestra voluntad, o interviniendo pero sin nosotros darnos cuenta. Puede
también haber una diferencia muy grande entre el objeto y su idea - como
ejemplo la diferencia entre el sol que vemos y el sol astronómico.
Descartes
desarrolla la idea de que una cosa engendra otra cosa, y por esto concibe la
existencia de un Dios perfecto e infinito, siendo nosotros seres creados por
él y gracias a esto es que poseemos ideas como las de infinitud o
inmortalidad, ya que solo un ser omnipotente e inmortal como Dios podría
dejarnos estos tipos de marca.
Tengo también
la idea de dios antes que la de mí mismo, ya que posee más realidad y mayor
perfección. Para sentirme imperfecto, he de sentir algo más perfecto que yo
con lo que compararme.
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