El Zen. “en el arte del tiro con arco”
Es un texto narrado en primera persona
sobre un catedrático que se le ofrece una cátedra de historia de la filosofía
en la Universidad imperial de Tohoku(Japón), y viajó allí para conocer la
filosofía Zen. Debía escoger una actividad específica y se dedicó al tiro al
arco. “Quería aprender el arte no para divertirme sino para entrar en la Magna
Doctrina ”.
El texto cuenta con detalles como su
maestro le indicaba con muy pocas palabras o solo una mirada que para ser un
maestro no es él quien debe tirar con el
arco sino “ello”. Era todo muy espiritual. No le decía lo que hacia mal.
Solo q tenía q dejar q “ello tirara”
“Para q el oficio se espiritualice se hace necesaria la concentración de todas las energías
físicas”. Para la preparación de esa como de las otras artes los maestros se
concentraban, siempre en silencio y sin
contacto ni visual con los alumnos. “Con los ojos q oyen y los oídos que
ven”(SIC) Era como una ceremonia.
Para corregir los errores el maestro lo
observa y lo ayuda de la manera más íntima, mediante la transferencia directa
del espíritu, según la expresión budista “así como con una vela encendida se
enciende otra”.
La obra interior (de todas las artes
budistas) consiste en q la persona se convierta en la materia prima, en una
plasmación y formación q desembocan en la maestría.
El profesor le decía q para dejar q
“ello” tire debía abstraerse y no pensar en q estaba tirando, no preocuparse x
el tiro, solo dejar q suceda, y q eso lo ganaría c la experiencia.(olvidarse de
si mismo, de su intención, para así, espiritualizarse).
Finalmente cuando lo logra, él se siente
uno con su acción y con sus instrumentos, al punto q dice” el arco, la flecha,
el blanco y yo estamos enredados de tal manera q no me es posible separar nada.
Y hasta el deseo de separar ha desaparecido,”
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