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Kant - "Crítica a la Razón Pura" - Comunicación III - Cátedra Gassman

KANT: Crítica de la Razón Pura

·         La razón humana, en relación con el conocimiento, comienza su camino con principios en el curso de la experiencia y se eleva constantemente a las cuestiones más lejanas. De esta manera queda incompleta su obra y se ve obligada a recurrir a principios, a cuyo uso niega la experiencia toda garantía y que a la vez le parecen tan poco sospechosos que ni el sentido común opone dificultad alguna. Cae en la oscuridad y en la contradicción. La arena de estas discusiones sin fin es la metafísica.
·         La crítica es la de la propia facultad de la razón en general, considerada en todos los conocimientos que puede alcanzar sin valerse de la experiencia y por donde también ha de resultar la posibilidad o imposibilidad de una metafísica, la determinación de sus fuentes, su extensión y sus límites, y siempre según principios.
·         Se debe encontrar libre de todos los errores que hasta ahora han desgarrado a la razón en su aplicación extraempírica.
·         Me limito a ocuparme de la razón misma y de su puro pensar, pues en mí lo encuentro.
·         Toda la cuestión se reduce en: hasta dónde puedo llegar con la razón, desde el instante en que me fueran sustraídas toda la materia de la experiencia y su concurso.
·         Por lo que a la certeza toda, el criterio que me he impuesto ha sido no admitir en este género de consideraciones nada de opinar y desechar todo lo que fuere semejante a una hipótesis. Todo conocimiento que debe valer a priori se caracteriza por ser absolutamente necesarios.
·         Se pregunta: ¿qué es lo que Entendimiento y Razón, libres de toda experiencia, pueden conocer, y hasta dónde pueden extender ese conocimiento? La perfecta unidad de esta especie de conocimientos, compuestos como están únicamente de conceptos puros y que nada deben a la experiencia y tampoco a ninguna intuición particular que hacia alguna experiencia determinada inclinarla pudiera, influyendo en su aumento o extensión, hacen esta compleja integridad, no sólo factible, sino también necesaria.
·         Al hablar de conocimiento, se tiene ya puesta una Lógica que los juzga, aunque por otra parte sea necesario acudir a las ciencias objetivas y propiamente dichas para adquirir un verdadero conocimiento. Al existir la Razón en estas ciencias, es preciso que algo sea conocido a priori. El conocimiento este puede relacionarse con sus objetos de dos maneras: o simplemente para determinar éste y su concepto (que en otra parte debe haberse dado) o para realizarlo. El primero es un conocimiento teórico de la Razón; el segundo un conocimiento práctico. En ambos casos, la parte pura del conocimiento es aquella en donde la Razón determina absolutamente a priori su objeto. Las matemáticas y la física son dos conocimientos teóricos de la Razón, que determinan a priori sus objetos.
·         La Razón sólo descubre lo que ella ha producido según sus propios planes; que debe marchar por delante con los principios de sus juicios determinados según leyes constantes, y obligar a la naturaleza a que responda a lo que la propone, en vez de ser esta última quien la dirija y maneje.
·         La Experiencia misma es una especia de conocimiento, que exige la presencia del Entendimiento, cuya regla tengo que suponer en mi antes de que ningún objeto me sea dado, y por consiguiente a priori. Esta se manifiesta por medio de conceptos a priori, que sirven para reglar necesariamente a todos los objetos de la Experiencia, y con los cuales tienen también que conformar. Sólo conocemos a priori en las cosas lo que hemos puesto en ellas. La Metafísica se ocupa de conceptos a priori, cuyos correspondientes objetos pueden ser dados en una experiencia que conforme con estos conceptos.
·         Cuando se admite que nuestro conocimiento empírico se regla por los objetos como cosas en sí, que lo incondicional no puede concebirse sin contradicción, decimos al contrario, admitiendo que nuestra representación de las cosas, tal como nos son dadas, no se regla por éstas como si fueran cosas en sí, sino que estos objetos, como fenómenos que son, se reglan por nuestra manera de representar, desaparece entonces la contradicción.
·         No podemos tener conocimiento de los objetos como cosas en sí, sino en tanto que son objeto de la intuición sensible, es decir, como fenómenos. Es preciso que se note que aunque aquí se dice que no podemos conocer esos objetos como cosas en sí, que queda reservado que, por lo menos, pueden pensarse.
·         Dogmatismo: es el procedimiento dogmático de la Razón pura sin una previa crítica de su propio poder. La Crítica es la preparación indispensable para la institución de una Metafísica como Ciencia, la cual necesariamente tiene que ser dogmática y rigurosamente sistemática, y por consecuencia escolástica (no popular).
·         Todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, sin embargo no preceden de ella.
·         Es necesario saber si hay algún conocimiento independiente de la experiencia y también de toda impresión sensible. Llámese a este conocimiento a priori y distíngase  en que las fuentes del último son  a posteriori (que las tienen en la experiencia).
·         Los conocimientos a priori son los que son absolutamente independientes de la experiencia, a estos conocimientos se le oponen los empíricos (sólo son posibles a posteriori por la experiencia). Entre los conocimientos a priori, llámese puro aquel que carece absolutamente de empirismo. Así, por ejemplo, “todo cambio tiene una causa” es un conocimiento a priori, pero no puro, porque el concepto de “cambio” sólo puede formarse con la experiencia.
·         Distinción entre conocimiento puro y empírico: la experiencia nos muestra que una cosa es de tal o cual manera, pero no nos dice que no puede ser de otro modo. Sí se halla una proposición que tiene que ser pensada con carácter de necesidad, esa proposición es un juicio a priori. La experiencia no da nunca juicios con una universalidad verdadera y estricta, sino con una generalidad supuesta y comparativa (por la inducción), quiere decir, que no se ha observado hasta ahora una excepción a determinadas leyes. Un juicio pensado con estricta universalidad (que no admite excepción alguna) no se deriva de la experiencia y tiene valor absoluto a priori.
·         La necesidad y la precisa universalidad son los caracteres evidente de un conocimiento a priori y están indisolublemente unidos.
·         Hay en el conocimiento humano juicios de un valor necesario y en la más estricta significación universales, por consiguiente, juicios puros a priori. Pero no es sólo en los juicios, sino también en los conceptos donde se encuentra un origen a priori.
·         Ciertos conocimientos por medio de conceptos, cuyos objetos correspondientes no pueden ser dados en la experiencia, se emancipan de ésta y parece que extienden el círculo de nuestros juicios más allá de sus límites.
·         ¿Cómo puede llegar la inteligencia a los conocimientos a priori? ¿ Qué extensión, legitimidad y valor pueden éstos tener? Como el proceder de un conocimiento real a priori, que sigue una marcha segura y útil, engañada e ilusionada la razón, sin notarlo, entra en afirmaciones también a priori de una naturaleza completamente distinta y totalmente extrañas al concepto dado y sin que sepa cómo los ha logrado, ni se le ocurra hacerse semejante pregunta.
·         Los juicios analíticos (afirmativos) son aquellos en que el enlace del sujeto con el predicado se concibe por identidad. Los juicios sintéticos son en los que el enlace es sin identidad. Los juicios de la experiencia como tales, son todos sintéticos. Mediante la experiencia se funda la posibilidad de la síntesis del predicado con el concepto. No puede ser la experiencia sino a priori y por puros conceptos. En tales proposiciones sintéticas, extensivas, se funda todo el objeto final de nuestro conocimiento especulativo a priori, porque si bien las analíticas son muy importantes y muy necesarias, sólo sirven para lograr la claridad de los conceptos.
·         Problema de la Razón Pura: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? La razón humana esta estimulada por una necesidad propia, marcha sin descanso alguno hacia cuestiones que no pueden ser resueltas por el uso empírico de la Razón, ni por principios que de ella emanen.
·         ¿De qué modo es posible la Metafísica como Ciencia? La Crítica de la Razón conduce, al fin, necesariamente a la ciencia; el uso dogmático de la Razón sin Crítica conduce, al contrario, a afirmaciones infundadas.
·         Ciencia particular que puede llamarse Critica de la Razón pura, por ser la razón la facultad que proporciona los principios del conocimiento a priori. De aquí que razón pura es la que contiene los principios para conocer algo absolutamente a priori.
·         Llamo trascendental a todo conocimiento que en general se ocupe, no de los Objetos, sino de la manera que tenemos de conocerlos, en tanto que sea posible a priori.
·         La crítica debe sin duda alguna poner ante nuestros ojos una perfecta enumeración de todos los conceptos fundamentales que constituyen el conocimiento puro. El principal propósito que debe guiarnos en la división de esa ciencia es no introducir conceptos que contengan algo empírico, es decir, que el conocimiento a priori sea completamente puro.

·         El conocimiento humano tiene dos orígenes y tal vez ambos proceden de una común raíz desconocida para nosotros: la sensibilidad y el entendimiento. Por la primera los objetos son dados, por el segundo pensados. La sensibilidad pertenece a priori, que a su vez encierran las condiciones mediante las cuales nos son dados los objetos. La teoría trascendental de la sensibilidad debe pertenecer a la primera parte de la Ciencia elemental, pues las condiciones bajo las cuales se dan los objetos al conocimiento humano, preceden a aquellas bajo las que son concebidos esos mismo objetos.

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